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    Polis10 (2005)Democracia: lmites y perspectivas

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    ngel Oquendo

    Ms all de la democracia deliberativa

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    Referencia electrnicangel Oquendo, Ms all de la democracia deliberativa , Polis[En lnea], 10 | 2005, Publicado el 10 noviembre2012, consultado el 22 septiembre 2015. URL : http://polis.revues.org/7484 ; DOI : 10.4000/polis.7484

    Editor : Centro de Investigacin Sociedad y Politicas Pblicas (CISPO)http://polis.revues.orghttp://www.revues.org

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    ngel Oquendo

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    Prembulo

    1 La democracia ha sido por mucho tiempo un ideal ampliamente compartido*. Inclusive durantela guerra fra, tanto capitalistas como comunistas coincidan en que la sociedad deba serdemocrtica, si bien discrepaban vehementemente en cuanto al significado de esta aseveracinnormativa. La concordancia era un poco como la del demandante y el demandado en un litigiocuando claman al unsono por que se haga justicia.

    2 Ahora que se ha desplomado la cortina de hierro, parece posible pasar de una convergenciade forma a una de fondo. Las personas aparentan estar en la misma sintona cuando juranlealtad a la democracia. Por lo tanto, no es de sorprenderse que los filsofos polticosdespierten considerable inters cuando se proponen expresar los requisitos bsicos delprincipio democrtico.

    3 La interpretacin deliberativa, que ve en el proceso democrtico una deliberacin o discusin

    colectiva sobre asuntos de inters general, ha alcanzado ltimamente un ndice de popularidadbastante elevado. La explicacin podra ser que este modelo describe de manera muysofisticada tanto el funcionamiento de la razn pblica como los desafos que sta enfrenta. Mipropsito en este trabajo consiste precisamente en determinar por qula nocin de democraciadeliberativa resulta tan seductora. Para completar, quisiera tambin reflexionar sobre laslimitaciones de ese concepto.

    4 No repasar todo lo que se ha escrito sobre la democracia deliberativa.1Por el contrario,enfocar especficamente las interpretaciones propuestas por Jrgen Habermas y Carlos Nino.No pormenorizar metdicamente el contenido de estas dos teoras, sino que discutir algunasconvergencias y divergencias entre ellas. Estas disquisiciones bastarn para arrojar algo de luzsobre la naturaleza, los aciertos y las deficiencias de la idea de la democracia deliberativa.

    5 He decidido concentrarme en Habermas y Nino no solamente porque hacen planteamientosperspicaces. Mi inters se deriva tambin del hecho de que estos pensadores han desempeadoun papel especial en el desarrollo de la nocin de deliberacin democrtica. Habermas, engran medida, inici la discusin contempornea en torno a este concepto al publicar Latransformacin estructural de la esfera pblica2en 1962 y ha continuado su contribucin aldebate, particularmente con el libroEntre facticidad y validez de 1992.3Nino, por su parte,elabor sistemticamente sus ideas a la vez que contribua crucialmente al renacimiento de latradicin democrtica en Amrica Latina. Tena plena conciencia de las dificultades prcticas

    que conlleva la realizacin del ideal deliberativo.4Al dirigir la atencin a estos dos autores,se puede escudriar la idea de la democracia deliberativa en sus orgenes y en su desarrolloposterior hacia una mejor aplicabilidad.

    6 Mi anlisis de las dos interpretaciones proceder un poco como una corrida de toros. Meacercar al tema desde diferentes ngulos antes de meter la espada. Primero, consideraralgunos aspectos de las posiciones donde parece haber una diferencia pero en realidad no lahay. Luego, recalcar otras similitudes colaterales. Tan pronto como empiece a parecer que lasdos teoras son esencialmente idnticas, presentar la diferencia clave entre ambas. Despus,cambiar de rumbo y demostrar que, a pesar de esta diferencia, las dos perspectivas convergenen algunas cuestiones fundamentales. Argumentar que estos puntos de interseccin son eltendn de Aquiles no slo de los relatos particulares de Habermas y Nino, sino que tambin dela interpretacin deliberativa de la democracia en general. Me consta que esta recapitulacinde mi argumentacin requiere algo de clarificacin. Vamos al mambo.

    7 El ensayo empezar sealando que Habermas y Nino dan la impresin de oponerseradicalmente en cuanto a la relacin entre la democracia y los derechos humanos. Mientrasque Habermas insiste en que stos son un requisito para aqulla, Nino parece creer que sonun contrapeso. No obstante, un examen ms detallado muestra que ambos filsofos entienden

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    los derechos humanos no como un constreimiento externo a la soberana popular, sinocomo uno de los principales ingredientes de la democracia. Tanto para Habermas como paraNino, la mayora de la poblacin puede pretender legtimamente que representa la voluntaddemocrtica de la comunidad slo en la medida en que ha respetado cabalmente a todos,inclusive a la minora.

    8 Postular que aun con respecto a aquellos asuntos en que Nino declara que est en desacuerdocon Habermas, no hay tal discrepancia. Habermas rechazara tan tajantemente como Nino las

    dos tesis que ste le atribuye. Habermas no cree ni que la verdad moral se constituye por mediode un consenso real (en vez de uno hipottico) ni tampoco que la discusin colectiva es lanica va hacia esa verdad.

    9 Luego de anotar que Habermas y Nino tambin coinciden en concederle a las emocionesuna funcin en la deliberacin democrtica y moral, me concentrar en el contraste centralentre ellos. Mientras que Habermas asevera que la deliberacin democrtica abarca cuestionesmorales, ticas y pragmticas, as como aqullas sujetas a la negociacin, Nino reduce lademocracia a una deliberacin moral. La teora de Habermas es, as, ms rica que la de Ninoy confronta la genuina posibilidad de que los resultados de la democracia deliberativa puedanvariar de una sociedad a otra. Resulta algo irnico que en este sentido Habermas, el intelectualde la torre de marfil, describe la democracia de manera ms realista que Nino, el avezado

    activista poltico.10 No obstante, Habermas comparte con Nino la conviccin de que las razones morales sonuniversales y de esta suerte reduce notablemente el margen que concede a la variabilidadlegtima. Estas razones, segn Habermas, no solamente son parte integral de la deliberacindemocrtica, sino que tambin tienen prioridad jerrquica sobre todas las dems razones.Habermas concluye que, de haber un conflicto, las razones morales deben prevalecer. En esteopsculo, criticar la filosofa moral universalista de Habermas.

    11 Habermas y Nino convergen a un nivel ms bsico cuando excluyen los elementos nodeliberativos del proceso democrtico. En mi argumento, me opondr a esta posicin, queest presente tambin en otras construcciones de la democracia deliberativa. Evocar unavisin diferente de la democracia que incorpora tanto la comunicacin no deliberativa como lainteraccin no dialgica. Si bien sera un error ignorar estos componentes, sera una distorsincaracterizarlos meramente como manifestaciones curiosas u oblicuas de la deliberacin.Argir que su integracin no solamente hace que la representacin de la democracia sea msfidedigna, sino que adems crea un espacio adicional para la diversidad en la teora y en laprctica democrtica.

    12 As pues, cuando las personas por todo el mundo declaran hoy que son partidarias de lademocracia, no estn en efecto hablando de la misma cosa. Frecuentemente estn expresandoapoyo a diferentes interpretaciones y puede que todas stas sean legtimas. Sin embargo, estono quiere decir que la conversacin inter-contextual que gira en torno a la democracia y quese propone edificar instituciones internacionales democrticas deba morir. Al contrario, estapltica tiene que intensificarse. A travs de un debate reflexivo y a mltiples niveles, losindividuos pueden aprender ms sobre la democracia, sobre los dems y sobre s mismos.

    Tal vez consigan as construir una comunidad democrtica transnacional que implementeflexiblemente los principios consensuados y que respete la diferencias legtimas. De llegar tanlejos, habrn transcurrido un gran trecho en el camino hacia el sueo kantiano de una pazperpetua. Quin sabe?

    Derechos humanos como contrapeso a la democracia

    Tanto Nino como Habermas avalan la nocin de democracia deliberativa,5descrita por JoshuaCohen en los siguientes trminos:

    13 La nocin de democracia deliberativa tiene sus races en el ideal intuitivo de una asociacindemocrtica en la que la justificacin de los trminos y las condiciones de la asociacin se llevaa cabo por medio de la argumentacin y el raciocinio pblico de los ciudadanos en condicionesde igualdad. Los ciudadanos en una comunidad de esta ndole comparten un compromiso con laresolucin de los problemas de decisin colectiva a travs del raciocinio pblico y consideran

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    sus instituciones bsicas legtimas en la medida en que stas establecen un esquema para ladeliberacin pblica y libre.6

    14 Los partidarios de la democracia deliberativa opinan que la accin colectiva se justificasolamente si puede ser defendida en un proceso abierto y libre de deliberacin. Lasinstituciones polticas tienen como objetivo precisamente crear las condiciones bsicas paraque se produzca un debate de esta ndole. Habermas y Nino coinciden en esta visin de lademocracia deliberativa y sin duda secundaran a Cohen cuando insiste en interpretar la

    democracia en s como un ideal poltico fundamental y no simplemente como un ideal derivadoque se basa en los valores de la imparcialidad o la igualdad en respeto.7No obstante, Habermasy Nino elucidan de maneras dismiles los detalles del concepto de democracia deliberativa.

    15 El contraste entre Habermas y Nino que salta a la vista atae la relacin entre los derechoshumanos y el proceso democrtico. Nino en repetidas ocasiones habla de los derechos humanoscomo un contrapeso frente a la democracia. Se propone especficamente determinar elcontrapeso que representa el reconocimiento de derechos al alcance legtimo del proceso

    democrtico.8En efecto, Nino asevera que el propsito [del captulo sobre la constitucinideal de derechos] es describir una teora de derechos que d contenido a este contrapeso alproceso democrtico.9As, Nino se ubica dentro de la tradicin analtica liberal cuyo empeoprincipal es definir una serie de derechos individuales que no pueden ser violados bajo ninguna

    circunstancia, ni siquiera con el consentimiento de la mayora de los ciudadanos. 10Estosderechos fungen como triunfos contra la voluntad mayoritaria, para usar la terminologa deRonald Dworkin.11

    16 Habermas, sin embargo, rechaza tajantemente esta dicotoma entre los derechos humanos yel proceso democrtico. Argumenta que la subordinacin de la democracia a dichos derechos

    subjetivos desmerece injustificadamente el principio democrtico.12Adems, est convencidode que el acercamiento liberal descrito se apoya en premisas del derecho natural que son

    inaceptables.13Es decir, el liberalismo tiene por necesidad que apelar a una nocin metafsicade la justificacin normativa totalmente inadecuada en el perodo desencantado moderno,una expresin de Max Weber frecuentemente invocada por Habermas.14

    17 Esta ltima idea precisa de esclarecimiento. Weber entiende el proceso de modernizacin

    como Entzauberung o desencanto.15En la premodernidad predomina la visin metafsica oteolgica totalizante. Existe un sistema de creencias al que se adhieren las personas y del que sederivan tanto respuestas a las interrogantes cognitivas que puedan surgir, como legitimacionespara instituciones sociales. De esta manera, si llegara a presentarse la pregunta de por quhay que obedecer a las autoridades, la contestacin se fundara en ese sistema. Se dira, porejemplo, que el poder divino reconocido por la comunidadrequiereque los integrantes aceptenincuestionablemente al mandatario terrenal, as como sus mandatos.16

    18 Ahora bien, estas visiones abarcadoras paulatinamente dejan de ser convincentes, en parteporque la sociedad moderna se torna muchsimo ms compleja.17Por un lado, resultaimposible explicar las mltiples ramas del conocimiento y legitimar la inmensa diversidadde instituciones sociales a travs de una sola doctrina metafsica. Por otro lado, a la

    vez que aumenta el pluralismo cultural se hace ms difcil conseguir que la totalidadde los ciudadanos pueda identificarse con los dogmas de una metafsica particular.18Lasexplicaciones y legitimaciones entonces tienen que basarse en razones capaces de persuadirindependientemente. ste es el comienzo de la poca moderna dentro de la narrativaweberiana.

    19 Contrario a Weber, Habermas sostiene que en la modernidad la verdad y la legitimidadno dependen simplemente del convencimiento o de la anuencia de los sujetos, sino delconsenso razonado. Tanto en asuntos cientficos como morales y estticos, la veracidad delas aseveraciones se mide en trminos de su capacidad de suscitar el asentimiento informadoe imparcial de las partes afectadas o interesadas. De igual modo, las instituciones socialesse legitiman en la medida en que motivan un consenso discursivo entre los ciudadanos. El

    principio democrtico es, as pues, un mecanismo idneo en que el Estado logra su justificaciny su verdad. Le permite al Estado constituirse de una manera que, de entrada, cuenta con el

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    soporte de los ciudadanos. Contraponer una carta de derechos humanos al proceso democrticodesde afuera, por as decirlo, socava la legitimidad de las estructuras sociales. Adems, alquedar eximida del cedazo de la discusin consensual democrtica, una tal carta slo puedearrogarse una legitimacin proveniente de alguno de los desprestigiados sistemas metafsicos.

    20 Sin embargo, Habermas no salta de aqu a la conclusin de que los derechos humanos slose justifican si gozan del visto bueno de las fuerzas mayoritarias.19Por el contrario, Habermases uno de los ms acrrimos defensores de los derechos humanos dentro de un esquema

    constitucional.20Lo que sucede es que Habermas piensa que los derechos humanos no debenentenderse como un contrapeso al proceso democrtico, sino como una de sus premisasintrnsecas.

    Derechos humanos como presupuestos de la democracia

    21 La voluntad mayoritaria tiene peso normativo slo en la medida en que cumple con ciertosrequisitos, entre los que se encuentra el respeto a los derechos individuales bsicos. Laspreferencias de una mayora ciudadana que soslaya estas condiciones le son moralmenteindiferentes al individuo disidente, equivalentes a las predilecciones de un grupo de extraos

    con los que se encuentra casualmente.21En el proceso democrtico se obtiene el acatamientoaun de aquellas personas que no concuerdan con el resultado precisamente en virtud del respetoque se muestra a todos. El ciudadano que participa en ese proceso como igual, de t a t,entiende que al final hay que votar, que es posible que su punto de vista no prevalezca y quela mayora manda.

    22 En la filosofa poltica de Habermas, la mdula del sistema de derechos la constituyenprecisamente esas premisas que el proceso democrtico legtimo tiene que honrar: Lasubstancia de los derechos humanos yace pues en las condiciones formales para lainstitucionalizacin jurdica de ese proceso de formacin discursiva de opinin y voluntaden la que la soberana popular toma una forma jurdica.22El proceso democrtico, dentrodel cual se forman discursivamente la opinin y voluntad ciudadana, precisa reconocerle alindividuo ciertos derechos de participacin, como la libertad de conciencia y de expresin,derechos de congregacin y accin colectiva, el voto libre y la igualdad. El principio deque toda violencia estatal emana del pueblo, anota Habermas, tiene que ser especificado,segn las circunstancias, en libertades de opinin, informacin, congregacin, asociacin,creencia, conciencia y confesin, as como en derechos de participacin en elecciones, partidospolticos y movimientos ciudadanos, etc.23Habermas indudablemente concordara con Cohenen que las libertades [bsicas de los individuos] no son simplemente uno de los temas de

    deliberacin, sino que ayudan a formar el estructura que posibilita la deliberacin.24

    23 Resulta crucial apreciar cmo Habermas intenta ubicarse en un punto medio entre dosextremos: la tradicin liberal inspirada en Immanuel Kant y la republicana infundida por JeanJacques Rousseau.Tanto Kant como Rousseau se proponen dar cabida en sus esquemas tantoa la democracia como a los derechos humanos. En palabras de Habermas: Rousseau y Kantintentan, por medio del concepto de autonoma, concebir la unin de la razn prctica y la

    voluntad soberana de manera que la idea de derechos humanos y el principio de soberanapopular se interpretan recprocamente.25

    24 No obstante, Kant termina supeditando la democracia a un sistema moral categrico delque emergen unos derechos humanos sacrosantos. En este sentido, la soberana de lavoluntad armonizada y unificada de los ciudadanos es limitada por los derechos humanosfundamentados moralmente.26Rousseau, por su parte, llega a subordinar los derechos

    humanos a la voluntad general. As, se aferra a la tradicin republicana 27, segn la cuallos derechos humanos adquieren su carcter vinculante para una comunidad originariamentepoltica slo como elementos de una tradicin peculiar a sta y conscientemente apropiada porella.28Tanto en Kant como en Rousseau, subraya Habermas, existe una implcita relacinde competencia entre los derechos humanos fundamentados moralmente y el principio de

    soberana popular.29

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    25 Habermas define una posicin en la que democracia y derechos humanos son co-iguales y co-

    originarios.30A fin de cuentas, Habermas busca establecer la conexin interna entre soberanapopular y derechos humanos31que evade a Kant y a Rousseau. Habermas insiste que esaconexin se encuentra en el contenido normativo de un modo de ejercer la autonoma poltica,que se afianza ... por medio de la forma comunicativa del proceso de formacin discursivade opinin y voluntad.32De esta manera, concluye, la autonoma privada y la pblica sepresuponen mutuamente a la vez que ni los derechos humanos pueden pretender primaca

    sobre la soberana popular ni viceversa.3326 En la interpretacin habermasiana del concepto de autonoma no hay una jerarqua entre

    autonoma pblica y privada, como sucede en las teoras de Kant y Rousseau. Habermasno atribuye autonoma exclusivamente al sujeto individual, ni tampoco al mega-sujeto deun pueblo o una nacin34La autonoma se practica dentro de discursos ... y negociaciones

    cuyos procedimientos se fundamentan discursivamente.35Habermas explica que los consortesen derecho, cual participantes en discursos racionales, tienen que comprobar si las normaspropuestas son capaces de suscitar la aprobacin de todos los que posiblemente se veranafectados. Por lo tanto, la deseada conexin interna entre soberana popular y derechoshumanos consiste en que el sistema de derechos representa precisamente las condicionesque permiten institucionalizar jurdicamente las formas comunicativas necesarias para una

    legislacin polticamente autnoma.36

    Para Habermas la autonoma pblica se ejerce como autonoma poltica, es decir en el contextode un proceso democrtico discursivo que requiere el respeto a la autonoma privada expresadaen los derechos humanos.

    27 El uso repetido del trmino contrapeso37para explicar la relacin entre derechos humanosy democracia sugiere que Nino es parte de la escuela liberal inspirada en Kant y criticadapor Habermas. Los liberales, expresa Habermas, conjuran el peligro de una tiranade la mayora y postulan la primaca de aquellos derechos humanos que garantizan laslibertades pre-polticas del individuo y que fijan lmites a la voluntad soberana del legisladorpoltico.38Nino aparentemente incorpora este aspecto del liberalismo cuando asevera losiguiente.

    28 Los derechos que hemos explorado se derivan no del proceso democrtico, sino de la reflexinsobre las presuposiciones de nuestra prctica de discusin moral. Una vez se descubrenesos derechos, su funcin parece consistir precisamente en limitar la operacin del proceso

    democrtico, desacreditando aquellas decisiones colectivas que los violen.39

    Una tal posicin por parte de Nino lo expondra a las crticas anteriormente mencionadas, asaber, por desdear el principio democrtico y por dejarse seducir por las ilusiones metafsicasdel derecho natural.

    29 Estoy convencido, sin embargo, de que la interpretacin de los derechos humanos comocontrapeso a la democracia no corresponde al pensamiento de Nino. Primero, Nino esperfectamente consciente de las problemas que conlleva este tipo de acercamiento. Ensu opinin, debemos confrontar el problema de que una teora de derechos robusta,

    ostensiblemente apoyada en razones accesibles a cualquiera, expulsa al proceso democrticodel imperio de la moral. Aun ms inquietante es el hecho de que dicha teora podra legitimaruna constitucin histrica que garantice estos derechos pero que no establezca un sistemademocrtico para tomar decisiones colectivas.40

    30 Esta ltima dificultad la identifica el mismo Habermas con respecto a los derechos negativosde libertad y a los derechos sociales de participacin [Teilhabe], es decir los derechos a tenerparte en los bienes que ofrece el Estado social: Los derechos negativosde libertad y losderechos sociales de participacin ... puedenser concedidos paternalistamente. En principio,

    el Estado de derecho y el Estado social son posibles inclusive sin democracia.41Habermasestara de acuerdo con Nino en que si estos derechos fueran el nico desidertum de la filosofapoltica, la democracia sera superflua, pues sera posible proteger los derechos sin ella.

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    En esta coyuntura, Habermas distingue los derechos polticos de participacin, o sealos derechos a tomar parte en el proceso poltico. Solamente los derechos polticos de

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    participacin [Teilnahme], matiza Habermas, fundamentan la posicin jurdica reflexivay autoreferente del ciudadano.42Estos derechos, que facultan a las personas a tomar parteen el proceso poltico, emanan no independientemente del principio de soberana popular,sino integralmente. Consecuentemente, no pueden existir en ausencia de democracia. Por otrolado, no puede haber verdadera democracia si no se reconocen estos derechos polticos departicipacin.

    32 Cuando Nino habla de derechos humanos su retrica a veces tiene hasta un aire habermasiano.

    Nino afirma, por ejemplo, que los derechos fundamentales son necesarios para que el procesodemocrtico funcione apropiadamente.43De igual forma, hace la siguiente declaracin:

    No puede haber una tensin entre el reconocimiento de derechos yla operacin del proceso democrtico puesto que el valor del procesodemocrtico emana de su capacidad para determinar cuestiones morales,tales como las referentes al contenido, al alcance y a la jerarqua de losderechos.44

    Nino piensa, pues, que el proceso democrtico slo tiene valor en la proporcin en que puedareconocer y definir con precisin los derechos humanos. Si el proceso se niega a acatar esosderechos, no puede funcionar propiamente y no tiene valor.Cuando Nino elabora esta idea, su posicin se acerca aun ms a la de Habermas.

    33 El valor epistmico de la democracia exige que se cumplan ciertos requisitos sin los cuales nohabra razn alguna para deferir a los resultados de la democracia. Estas condiciones incluyenla participacin libre y por igual en el proceso de discusin y decisin, la orientacin de lacomunicacin hacia la justificacin, la ausencia de minoras marginadas y aisladas, as comola existencia de un trasfondo emocional apropiado para la argumentacin. Algunos de estosrequisitos para el valor epistmico de la democracia pueden ser vistos como la base para unacarta de derechos porque constituyen bienes que se les tienen que otorgar a las personas. Estosderechos que son requisitos para el funcionamiento propio del proceso democrtico puedenconsiderarse derechos a priori. El respeto a estos derechos promueve la democracia y laprovee de valor epistmico. Asimismo, si estos derechos no se respetan por ejemplo, en lasdecisiones democrticas no hay razn alguna para que una persona en ejercicio de su razn

    prcticadefiera al resultado del proceso.45

    34 Al propugnar que la democracia tiene un valor epistmico, Nino quiere decir que nos ayuda aconocer ciertas verdades morales, entre las que se encuentran aquellos derechos que se podradenominar a posteriori. Mas para desempear esta funcin epistmica, tienen que cumplirseciertos requisitos. La democracia, dicho de otro modo, tiene que concederles a sus ciudadanosotros derechos, que Nino bautiza a priori.

    35 Este es exactamente el argumento habermasiano descrito anteriormente. Los derechos queNino llama a posteriori equivalen a los derechos negativos de libertad y los derechossociales de participacin mientras que los a priori corresponden a los derechos polticos departicipacin. Estos ltimos, afirma Habermas, son condiciones necesarias, que posibilitan,en primer lugar, el ejercicio de la autonoma poltica; como condiciones facilitadoras no

    pueden limitar la soberana del legislador, si bien no estn del todo a su disposicin.

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    Ninodira, paralelamente, que los derechos a priori son los que permiten al proceso democrticodesempear su funcin epistmica y que, por ende, no limitan, sino que posibilitan a lademocracia.

    Constructivismo ontolgico

    A pesar de estos paralelos, Nino se afana por distinguir su teora de la de Habermas. Con estefin en la mira, Nino formula estos argumentos:

    Contrario a Habermas, yo no concibo el consenso mismo formado encondiciones ideales como constitutivo de las soluciones justas. Tampococreo que la discusin es la nica manera de llegar a conocer esas

    soluciones justas.47

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    36 Nino atribuye un concepto de moralidad que denomina constructivismo ontolgico 48aHabermas. El constructivismo ontolgico consiste en dos tesis fundamentales. La primera esde carcter ontolgico y es reseada por Nino en los siguientes trminos: La verdad morales constituida por el consenso que resulta de una discusin moral real que respeta ciertasrestricciones procesales.49Nino resume la segunda tesis, de naturaleza epistemolgica, de lasiguiente manera:

    El mtodo colectivo de discusin y decisin es la nica va deacceso a la verdad moral, dado que la reflexin monolgica siemprese ve distorsionada por prejuicios del individuo que, por causa delcondicionamiento contextual y la imposibilidad de ponerse en el lugardel otro, lo llevan a favorecerse a s mismo o a personas que le seanallegadas. Slo el consenso real, formado tras un debate amplio con pocasexclusiones, manipulaciones o desigualdades, provee acceso confiable alas exigencias de la moralidad.50

    Nino rechaza ambas tesis y as pretende demarcarse de la perspectiva habermasiana.37 Sin embargo, Habermas con certeza tambin repudiara ambos postulados. La tesis ontolgica

    lo conducira a la conclusin absurda de que una aseveracin moral no puede ser verdaderahasta que sea aceptada en una discusin moral debidamente reglamentada. Por ejemplo, unapersona a quien se le niega la libertad de expresin no podra protestar legtimamente contrael atropello hasta conseguir a un grupo de personas que estn dispuestas a dialogar bajo lasrestricciones procesales establecidas y que finalmente asientan a la reclamacin de injuriamoral. La tesis ontolgica es, adems, inconsistentecon el acercamiento habermasiano, quepresupone muchas verdades morales como ciertas hasta que alguien las cuestione. En todocaso, para Habermas la verdad de una aseveracin moral consiste en el hecho de que podraser (no de que haya sido) aceptada racionalmente en una situacin ideal de discurso.

    38 A pesar de reconocer que en ocasiones Habermas parece rechazar la tesis ontolgica, Ninoinsiste en que a veces Habermas s la defiende. Pero las palabras de Habermas que cita Ninoo bien no vienen al caso o demuestran lo contrario. Por ejemplo, Nino trae a colacin ladeclaracin de Habermas en el sentido de que el principio de la tica discursiva ... estipula queslo aquellas normas que obtienen (o pueden conseguir) la aprobacin de todos los afectados,

    cual participantes en un discurso prctico, pueden reclamar validez.51Aqu particularmenteentre parntesis Habermas est diciendo precisamente que la aprobacin que se requiere delas normas vlidas puede ser hipottica.52Frank Michelman recalca, con acierto, que en la teorahabermasiana el acuerdo puede ser hipottico o en principio.53Las normas pueden ser vlidasaun si no han sido avaladas discursivamente, siempre y cuando pudieran ser aceptadas.

    39 Habermas podra, en efecto, aceptar la tesis ontolgica que Nino presenta y defiende comouna alternativa. La verdad moral, profesa Nino, es constituida por la satisfaccin depresuposiciones formales o procesales de una prctica discursiva dirigida a fomentar la

    cooperacin y a evitar conflictos.54La formulacin de la prctica discursiva probablementesera diferente en Habermas. Pero en cuanto a la diferencia principal entre las dos tesis, esdecir, si hay que llevar a cabo el debate de hecho para que las normas sean vlidas, Habermas

    concordara con Nino en que no hay que realizar la discusin.En cuanto a la tesis epistemolgica que Nino le achaca a Habermas, ste tambin la descartara.Probablemente Habermas asentira a la tesis epistmica que postula Nino con estas palabras.

    40 La discusin y decisin intersubjetivas son el procedimiento ms confiable para tener accesoa la verdad moral, dado que el intercambio de ideas y la necesidad de justificarse ante losdems no slo ampla el conocimiento propio y revela defectos en el razonamiento, sino quetambin ayuda a satisfacer el requisito de consideracin imparcial de los intereses de todaslas personas afectadas. Esto, sin embargo, no excluye la posibilidad de que por medio dela reflexin individual se pueda tener acceso al conocimiento de soluciones correctas. Noobstante, debe admitirse que este ltimo mtodo es mucho menos confiable que el colectivo en

    vista de lo difcil que resulta representar fielmente los intereses de los dems y ser imparcial.55

    41 Habermas tambin piensa que el debate democrtico, cara a cara, desempea una funcinepistemolgica puesto que permite descubrir quconclusiones acarreara una discusin

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    idealizada, es decir completamente libre, abierta e informada. La lectura que hace Michelmande Habermas es, una vez ms, justamente pertinente. Lo que tenemos aqu es una teoraepistmica de la democracia que propone como una razn para favorecer los procedimientosdemocrticos su supuesta tendencia a producir resultados que aproximan los parmetros no

    procesales de lo correcto.56Habermas no negara que la reflexin individual pueda conducira verdades morales. l mismo frecuentemente anticipa por s solo los resultados que tendra laargumentacin moral intersubjetiva. Un ejemplo notorio es cuando presenta una justificacin

    de los derechos humanos fundamentales basada en lateora del discurso.57Segn Habermas, el debate intersubjetivo es imprescindible solamente cuando el consenso seha cado, es decir cuando surge una controversia seria dentro de una comunidad moral.

    42 Las argumentaciones morales sirven, pues, a la solucin de conflictos prcticos. Los conflictosen el mbito de las interacciones normativas se originan directamente en un acuerdonormativo interrumpido. El trabajo de reparacin puede consistir nicamente en garantizarlereconocimiento intersubjetivo a una pretensin de validez que inicialmente era contestable msluego dej de ser problemtica o a la pretensin alternativa que pas a substituir la anterior.

    Este tipo de acuerdo expresa una voluntad comn.58

    43 Es en estos casos que las tareas que deben ser efectuadas por medio de una argumentacinmoral no pueden ser llevadas a cabo monolgicamente, sino que requieren un esfuerzo

    cooperativo.59Bajo estas circunstancias, no basta que un individuo contemple si podraasentir a una norma determinada, ni tampoco que todos los individuos, cada uno para s,realicen esta reflexin para despus tarjar sus votos.60Habermas insiste en que hace falta una

    argumentacin real en la que las personas afectadas participen cooperativamente.61

    44 Obviamente, fuera de estas situaciones de conflicto, un individuo puede arribar solo a la verdadmoral imaginndose cul sera el resultado de una argumentacin moral. Dentro del sistemamoral habermasiano, esto es lo que tiene que hacer una persona cuando se pregunta a s misma(o cuando le pregunta un filsofo inquisitivo) si es legtimo suponer la validez de una lasnormas morales no controvertidas, como por ejemplo la que dictamina que no se debe matar.No precisa salir a buscar un par de amigos y organizar un debate para aclarar sus dudas.

    45 Aun cuando se interrumpe el acuerdo normativo, la necesidad de una argumentacin de hecho

    obedece no a razones epistemolgicas, como infiere Nino, sino pragmticas. En otras palabras,no es que una persona no pueda saber si una norma es o no es consonante con los intereses desus interlocutores. Al contrario, Habermas parte de la premisa de que s puede, pues de otramanera no tendra sentido argumentar. Habra que aceptar por fe el testimonio de los dems alos efectos de que la norma afecta indebidamente sus intereses y seguramente sera imposibleencontrar normas que cumplieran el inters de todos. Habermas est convencido no slo deque las personas pueden conocer cules son los intereses verdaderos de sus interlocutores,sino tambin de que tienen, crucialmente, que cuestionar las aseveraciones de stos. Habermasenuncia que la descripcin a travs de la cual cada uno reivindica sus intereses tiene tambin

    que permanecer accesible a la crtica de los dems.62

    46 La razn por la cual un dilogo real es indispensable en estos casos es de ndole pragmtica.

    Habermas asegura que slo con la participacin efectiva de cada persona afectada puedeevitarse una interpretacin distorsionada de sus intereses por parte de los dems.63Habermasest pensando en que las personas tienden a malinterpretar, usualmente a su favor, los interesesajenos. Esta tendencia se puede obviar de manera eficaz nicamente con la presencia yparticipacin de los seres concernidos. En cuanto a esta afirmacin, Nino le dara toda la razna Habermas. Adems, se debe reconocer que aun cuando es preciso un debate es imposibleincluir en carne y hueso a todas las personas potencialmente afectadas, puesto que se tratatpicamente de un grupo gigantesco que incluye seres repartidos por todo el planeta y quizshasta futuras generaciones. Habermas naturalmente sabe, escribe Niklas Luhmann, que undiscurso con todas las personas afectadas no es posible en ningn procedimiento legal. Noexige, por lo tanto, que la decisin aguarde hasta que la ltima persona afectada haya nacido

    y crecido y haya sido escuchada.64

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    Emociones y moralidad47 En resumidas cuentas, aun con respecto a las cuestiones sobre las que Nino piensa que su

    teora y la de Habermas difieren, hay ms concomitancia que distancia. Existen otros aspectosen los que la postura de Nino se asemeja a la de Habermas, como, por ejemplo, la funcin quedesempean las emociones o sentimientos en la moralidad.65Nino afianza que:

    La comunicacin posee una dimensin afectiva que tiene un papel

    muy importante en la discusin moral y en su sucedneo democrtico.Sin embargo, este papel es auxiliar al valor epistmico del proceso deargumentacin y decisin colectiva.66

    48 Por un lado, Nino ve en esta limitacin del desempeo de las emociones una ventaja puesto quela presencia de algunos factores emocionales en la discusin moral y el proceso democrticopuede militar en contra del descubrimiento de la verdad moral.67Por otro lado, Nino noquiere excluir totalmente a las emociones del proceso democrtico porque hay formasimportantes en que las emociones pueden adelantar el progreso de un proceso genuino deargumentacin.68Nino explica que son las emociones las que en primera instancia nos llevanal proceso de discusin moral y nos mueven a convencer a otros sobre la correccin de nuestrasposiciones. Obviamente, existe un factor emocional de por medio en nuestro esfuerzo por

    justificar nuestras acciones y actitudes frente a otras personas, sobre todo frente a aquellosque se pudieran ver afectados. Las emociones tambin juegan un papel en la evaluacin de losintereses de los dems. En un conflicto determinado tenemos que imaginarnos vvidamente lo

    que est en liza para los dems, lo cual requiere un proceso emocional de identificacin.69

    Adems, subraya Nino, las emociones contribuyen al proceso de argumentacin a travs delas sanciones informales de culpa y aislamiento social que se imponen a aquellos que cometenequivocaciones evidentes o faltas egostas en el proceso de argumentacin.70

    49 De igual modo, Habermas concede a las emociones o, mejor dicho, a los sentimientosuna funcin importante, pero secundaria a la del juicio moral.71Los sentimientos entran enla dinmica de la discusin moral, segn Habermas, slo en la medida en que expresenun juicio moral con un contenido racional. Habermas se concentra, pues, en aquellos

    sentimientos, mediante los cuales se asume una postura y que implcitamente expresanjuicios72o, dicho de otra manera, en aquellos con los que se revela la pretensin de quelos juicios morales pueden fundamentarse.73Habermas explica que estos sentimientos sedistinguen de otros en que estn entrelazados con obligaciones que pueden ser redimidasracionalmente.74Inclusive el concepto central de la obligacin, deslinda Habermas, abarcano slo el contenido de los mandamientos morales, sino adems el carcter peculiar de lavalidez del deber, reflejado tambin en el sentimiento de obligacin.75

    Habermas coincide con Nino especficamente cuando explica la funcin de los sentimientosdentro del sistema de incentivos y sanciones de la moralidad:

    Reacciones crticas y autocrticas frente a transgresiones se manifiestanen actitudes sentimentales: desde la perspectiva de terceros en la forma

    de antipata, indignacin y desprecio; desde la perspectiva de la personaafectada frente al transgresor en la forma de un sentimiento de ofensao resentimiento; desde la perspectiva del mismo contraventor en laforma de vergenza y culpa. Las reacciones sentimentales afirmativascorrespondientes son la admiracin, lealtad, agradecimiento, etc.76

    Tanto Habermas como Nino entienden que las nicas sanciones que puede haber en lamoralidad son las que operan a travs de los sentimientos o las emociones de las personas.

    Democracia como sucedneo de la moralidad50 A pesar de todas estos similitudes existe una diferencia fundamental entre la visin de la

    democracia deliberativa de Nino y la de Habermas. Nino entiende el proceso democrtico

    como un sucedneo de la prctica informal de discusin moral.77Nino hace suya la idea deRobert Alexy de Sonderfall, segn la cual, en palabras de Nino, el discurso jurdico es untipo especial de discurso moral.78

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    La tesis puede ser expresada [...] diciendo que una prctica social como,por ejemplo, una constitucin vista como una prctica social no puede

    justificar por s misma acciones o decisiones; slo puede constituir unhecho condicional que determina la aplicabilidad de ciertos principiosmorales que justifican acciones o decisiones.79

    51 Nino est convencido, ms generalmente, de que el proceso democrtico legitima susresultados slo en la medida en que opera como la discusin moral. La nico que distingue

    a dicho proceso de sta, segn Nino, es que tiene una restriccin temporal. As, dictaminaNino, se puede definir la democracia como un proceso de discusin moral con un lmite de

    tiempo.80

    52 Habermas ataca esta idea de Alexy. La tesis de que el discurso jurdico se debeconcebir como un caso especial del discurso moral (de aplicacin), anota Habermas,ciertamente no describe adecuadamente la compleja relacin que existe entre la justicia yla legislacin.81Por supuesto, Habermas reconoce que los argumentos morales intervienenen el proceso democrtico y que proveen justificacin para algunas normas de derecho:A travs del procedimiento democrtico de legislacin poltica fluyen argumentos morales(entre otros) hacia la justificacin de la promulgacin (Setzung) de normasy as hacia el

    derecho mismo.82La moralidad desempea una funcin tanto en el discurso poltico, que

    produce y justifica las normas de derecho, como en el discurso jurdico, donde se aplicanlas normas de derecho. Aquellos principios que se apoyan en razones morales inclusivetienen un rango supremo en estos discursos: Cualquier otra norma que choque con ellostiene que ser descartada.83Sin embargo, ni de la prioridad heurstica que tiene el discursomoral y prctico, ni siquiera del requisito de que las reglas de derecho no pueden contradecira las normas morales, protesta Habermas, resulta de por s que los discursos jurdicos

    puedan ser concebidos como un subconjunto de las argumentaciones morales. 84Habermasdira exactamente lo mismo del discurso poltico.Habermas recalca que el discurso jurdico y poltico es mucho ms rico que el moral puesabarca otras clases de argumentaciones adems de las morales. Elabora su pensamiento de lasiguiente manera:

    La legitimidad de las normas de derecho se mide si nos basamosen una teora de procedimiento en trminos de la razonabilidad delprocedimiento democrtico de legislacin poltica. Este procedimiento es[...] ms complejo que el de argumentacin moral porque la legitimidadde las leyes no se mide en trminos de la correccin de los juicios morales,sino, entre otras cosas, en trminos de la disponibilidad, plausibilidad,relevancia y seleccin de informaciones, en trminos de la fertilidad delprocesamiento de la informacin, en trminos de la adecuacin de lasinterpretaciones de la situacin y de los planteamientos del problema, entrminos de la racionalidad de las decisiones electorales, la autenticidadde las valoraciones, y sobre todo en trminos de la imparcialidad de loscompromisos alcanzados, etc.85

    53 En otras ocasiones, Habermas desglosa ms sistemticamente los diferentes tipos de razones

    que justifican las normas de derecho. stas, segn Habermas, son normas de accinestructuradas no en torno al principio moral, sino al principio democrtico y justificadas por

    medio de razones pragmticas, tico-polticas y morales.86

    La razones morales, en la visin de Habermas, se aplican universalmente, a todas las personasy en todas partes.

    54 En planteamientos de cuestiones morales la humanidad, o una presunta repblica deciudadanos del mundo, constituye el sistema de referencia para la fundamentacin dereglamentaciones que favorecen los intereses de todos por igual. En principio las razones

    decisivas tienen que poder ser aceptadas por cualquiera.87

    55 As, la prohibicin del homicidio podra entenderse como una norma de derecho cuyajustificacin descansa sobre razones morales y por eso es vlida dentro de todos los sistemas

    de derecho. Las razones que sustentan esta norma afirmara la teora de Habermas podranser aceptadas por cualquiera, independientemente del contexto histrico, social, subcultural,

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    o individual. En otras palabras, cualquier poca, sociedad, as como cualquier grupsculo oindividuo dentro de una sociedad determinada, podra acceder a dichas razones: Todos sepueden dar cuenta de que la norma es imparcial y adelanta los intereses de todos por igual.Por otro lado, proseguira el argumento habermasiano, la norma opuesta, que establece que elhomicidio es permisible, podra ser rechazada razonablemente, particularmente por los msdbiles, cuya supervivencia se vera constantemente amenazada. Los ms fuertes, aun cuandopercibieran que esta norma los beneficiara, no podran insistir en ella puesto que tendran que

    reconocer su parcialidad y carencia de una base en intereses generalizables.Habermas hace hincapi en el hecho de que el discurso poltico y jurdico incluye tambin

    cuestiones tico-polticas.88En consecuencia, las normas de derecho pueden sostenerse conrazones ticas o polticas.

    56 En planteamientos de cuestiones tico-polticas la forma de vida de nuestras respectivascolectividades polticas constituye el sistema de referencia para la fundamentacin dereglamentaciones que sirven de expresin a un conocimiento propio, consciente y colectivo.En principio las razones decisivas tienen que poder ser aceptadas por todos los miembros que

    comparten nuestras tradiciones as como valoraciones de peso.89

    57 Contrario a las normas de derecho sobre cuestiones morales, las normas sobre asuntostico-polticas no son deontolgicas, sino teleolgicas. Es decir, no imponen obligaciones

    independientemente de los fines de los sujetos, sino que son vinculantes en la medida en questos adopten un fin o un telos particular.90Claro, las normas tico-polticas presuponen queel fin que las estructura es un telos colectivo, compartido por una comunidad concreta. Porejemplo, Habermas dira que una nacin que adopta como norma de derecho la prohibicin dela actividad comercial en el da en que se celebra la declaracin de la independencia expresaas su compromiso con el objetivo de honrar su lucha por la soberana nacional. Obviamente,de acuerdo con Habermas, la norma no se aplicara en una sociedad en que no se compartieraesta meta.

    58 Segn Habermas, las normas jurdicas tambin pueden justificarse con razones pragmticas.Estas razones, en las palabras de Thomas McCarthy, se refieren a cul es la mejor manerade alcanzar nuestros fines.91Habermas les presta mucha menos atencin a estas razones

    que a las morales o a las ticas. En todo caso, la idea bsica es que una comunidad puedejustificar normas demostrando que constituyen medios apropiados para la realizacin de metascolectivas legtimas. Por ejemplo, una sociedad podra defender la enseanza obligatoriade la biologa en los colegios argumentando que de esta manera se forman ciudadanosinteligentemente preocupados por el ambiente y propensos a apoyar ideales ecolgicos.Adems de cuestiones morales, ticas y pragmticas, entran en el discurso poltico y jurdicoasuntos sujetos a la negociacin. Habermas escribe:

    El conflicto entre intereses exige que se sopesen racionalmente lasactitudes valorativas y las configuraciones de intereses. As, la totalidadde grupos sociales o subculturales que participan constituye el sistema dereferencia para la negociacin de compromisos. En principio, si se llegaa estos compromisos en condiciones leales de negociacin, ellos tienen

    que poder ser aceptados por todas las partes, inclusive a base de razonesdiferentes.92

    59 En cuestiones relativas a la transaccin, no es la totalidad de la sociedad, ni mucho menos dela humanidad, sino los subgrupos sociales los que constituyen el sistema de referencia parafundamentar reglamentaciones que son el resultado de compromisos a los que se llega encondiciones leales de negociacin. Dentro de este marco terico, las razones especficas quellevan a los diversos grupos a aceptar las reglamentaciones pueden variar. En el fondo no hayuna razn comn de ndole moral, tico o pragmtico que todos estos grupos pudieran aceptar.Por eso tienen que llegar a un acuerdo con el que todos estn conformes por las razones quesean. As pues, todos terminan estando generalmente dispuestos a sustentar el arreglo por lalealtad de las condiciones de negociacin.

    60 A modo de ilustracin se podra invocar el caso una comunidad afectada gravemente por lacontaminacin del aire y dividida entre un grupo de fuerte orientacin ecologista que aboga

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    por restricciones tajantes al uso del automvil y un grupo que se opone a medidas extremas.Supongamos que se termina adoptando una solucin negociada prohibiendo la operacin deautomviles cuyo nmero de matrcula termina en dgito par los lunes y los dems autoslos viernes. La teora de Habermas podra explicar la transaccin de la siguiente manera: losintegrantes del primer grupo aceptan el arreglo porque piensan que es mejor que el statusquoy protege un poco el ambiente, si bien no tanto como ellos hubieran querido. El segundocontingente se atiene a lo transigido porque teme la imposicin de una medida ms radical y

    porque considera tolerable la molestia que el plan conlleva. A un nivel ms general, ambosgrupos apoyan el compromiso porque consideran que la negociacin que la produjo se lleva cabo dentro de parmetros de lealtad y equidad.

    61 En vista de esta detallada descripcin de la normas de derecho no es de sorprenderse queHabermas rechace interpretaciones de dichas normas que las reducen a una subcategoradel conjunto de normas morales. As, apunta que la mayor complejidad de la dimensinde validez de las normas de derecho prohibe que se asimile la correccin de las decisionesjurdicas a la validez de juicios morales y, asimismo, que se conciba el discurso jurdico como

    un caso especial de los discursos morales (de aplicacin).93De igual modo, el discurso polticoes ms complejo que el discurso moral de justificacin, pues a travs del primero se producenlas normas que el discurso jurdico transporta a los casos concretos mientras que a travs del

    segundo surgen las normas morales que implementa el discurso moral de aplicacin.62 Ms all de sealar que en el discurso poltico y jurdico operan normas ms complejas que

    en el moral (de justificacin y de aplicacin), Habermas trae a colacin que el derecho osea, el discurso poltico y jurdico se distingue de la moralidad en que tiende a regular lasacciones y no los estados mentales de los individuos. De esta manera, seala Habermas, unaparte del comportamiento sujeto a la evaluacin moral por ejemplo, disposiciones y motivosest en principio exenta de la regulacin jurdica.94Y aade: Mientras que la personamoral yace simultneamente expuesta a la instancia interna de la prueba de la conciencia,la persona jurdica queda arropada por el manto de derechos de libertad moralmente bienfundados.95Esta distincin entre derecho y moralidad la toma Habermas de Kant. Para Kant,como el mismo Habermas explica, las condiciones de coaccin tienen que ser percibidas

    por los destinatarios simplemente como una induccin a un comportamiento conforme a lasreglas, pues la accin por deber o la obediencia al derecho moralmente motivada no puede,por razones analticas, lograrse a travs de la coaccin.96

    63 Habermas subraya, de nimo ms general, dos diferencias fundamentales entre los principiosque animan el discurso jurdico-poltico y el discurso moral respectivamente, es decir el

    principio democrtico y el principio moral.97La primera es la diferencia en el nivel dereferencia.98Habermas la elucida en el siguiente sentido.

    64 Mientras que el principio moral opera al nivel de la constitucin interna de un determinadojuego argumentativo, el principio democrtico se refiere al nivel de la institucionalizacinexterna es decir, con efecto sobre la accin de la participacin, bajo condiciones de igualdad,en la formacin de opinin y voluntad realizada a travs de formas de comunicacin que, por

    su parte, estn garantizadas en el derecho.

    99

    El principio moral, pues, especifica las reglas que rigen en un tipo determinado de discursoes decir, el moral o que sirven para fundamentar una clase determinada de normas o sea,las morales.

    65 El principio democrtico, por su parte, no precisa las reglas que regulan los tres tipos dediscurso que incorpora es decir el moral, el tico y el de negociacin o que sirven parafundamentar las correspondientes normas. Cada uno de estos tipos de discursos tiene suspropias reglas que aportan a la fundamentacin de las normas correspondientes.

    66 El principio democrtico, por ende, no ofrece una respuesta a la pregunta si es que se puedeno cmo es que se pueden tramitar discursivamente los asuntos polticos: esta pregunta setiene que aclarar anteriormente con una teora de la argumentacin. Bajo el supuesto de quees posible formar polticamente la opinin y la voluntad de manera razonable, el principiodemocrtico slo declara cmo es que se puede institucionalizar dicha formacin es decir,

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    por medio de un sistema de derechos que asegura a cada uno la participacin por igual en unproceso legislativo cuyas premisas comunicativas estn simultneamente garantizadas.100

    Es imperativo tener presente que todo esto para nada implica que el principio moral se aplicaslo a un nivel personal o privado, mientras que el principio democrtico opera en la esferapblica.

    67 El principio moral, concebido desde la teora de discurso, ya trasciende las fronteras entreel mbito vital privado y el pblico que son histricamente accidentales y se extienden

    distintamente dependiendo de la estructura social y pone en vigor el sentido universalista devalidez de las reglas morales, exigiendo que se traslade la toma ideal de roles que segn Kantcada uno emprende individual y privadamente a una prctica pblica y, sobre todo, llevada

    a cabo colectivamente.101

    Habermas aade que es contra-intuitivo distinguir tajantemente el principio moral deldemocrtico en trminos de lo privado y lo pblico puesto que hay una dimensin moral enel proceso democrtico.

    68 Hecha esta aclaracin, Habermas puntualiza otra distincin fundamental entre el principiodemocrtico y el moral, basada en la diferencia entre las normas de derecho y las demsnormas de accin.102Mientras que el principio moral abarca todas las normas de accin que sepuedan justificar solamente con la ayuda de razones morales, explica Habermas, el principio

    democrtico cubre normas de derecho.10369 Frente a las reglas de interaccin cuasi-naturales que solamente pueden ser juzgadas desde

    el punto de vista moral, las normas de derecho son de carcter artificial; ellas forman unacapa de normas de accin una capa que es producida intencionalmente y es reflexiva, esdecir, aplicable a s misma. Por eso es que el principio democrtico no slo establece unprocedimiento de legislacin legtima, sino que dirige la produccin del medio de derechomismo.104

    De esta suerte, el principio democrtico tiene que preparar el camino para la creacin de lasnormas de derecho, que son el medio o el lenguaje a travs del cual se puede entender lacomunidad de derecho.

    70 Como ya he indicado, en el proceso democrtico descrito por Nino slo entran cuestiones

    morales. Queda excluida la consideracin de los asuntos ticos contemplados por la teorade Habermas puesto que stos no pueden resolverse de manera imparcial, teniendo en cuentalos intereses de todos. Los asuntos ticos se centran en un bien o fin y exigen que sedetermine cmo mejor adelantar este ltimo. As, las razones tico-polticas no son admisiblesen la deliberacin democrtica segn la define Nino porque se parcializan a favor de finesparticulares que pueden ser ajenos a algunas de las personas interesadas.

    71 En la visin del proceso democrtico de Nino no hay lugar tampoco para la cuestin negociada,como categora independiente. Nino reconoce que la negociacin [est] presente en el proceso

    democrtico,105pero apunta que la negociacin basada puramente en intereses con frecuenciaamenaza seriamente el proceso democrtico.106Cuando individuos y facciones compiten abase de sus respectivas fuerzas, valores como el de la equidad se ven en peligro, los derechos no

    estn asegurados, surgen problemas de accin colectiva y, sobre todo, no hay fundamento parapresumir que el resultado del proceso sea justo.107En vista de esta situacin, Nino proponereorientar el proceso de negociacin para que sirva como un procedimiento genuino deargumentacin y decisin mayoritaria.108Especficamente sugiere que la negociacin puedeayudar a alcanzar la imparcialidad en el proceso de argumentacin porque fuerza a losparticipantes del proceso a atender tantos intereses como sea posible y a ofrecer soluciones quesatisfagan esos intereses, por miedo a perder el favor de la mayora. Cuando se desatienden losintereses aun de unas pocas personas, esto presenta una amenaza para aquellos que sostienenel apoyo mayoritario, puesto que un surgimiento de apoyo a ltima hora a favor de unos pocos

    disidentes podra regarse entre los participantes de la coalicin dominante.109

    72 Contrario a Habermas, Nino no ve en la negociacin una clase de discurso diferente al moral,sino un tipo de accin estratgica. Como tal, la negociacin representa un peligro para elproceso democrtico y tiene que ser domesticada para que adelante (en vez de obstruir)

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    dicho proceso. As transformada, puede fungir de mecanismo de coercin para presionar a losparticipantes en el proceso democrtico a que tomen en cuenta los intereses de todos. Pero

    Nino no le confiere [a la negociacin] un valor independiente.110

    73 De mayor relevancia es el hecho de que en Nino la negociacin no debe, como en Habermas,servir para mediar en los desacuerdos irresolubles entre grupsculos concretos dentro de lasociedad. Para Nino la democracia no debera ser un debate entre grupos preestablecidos, sinoentre individuos. Slo as, en su opinin, se puede evitar que una mayora de los ciudadanos

    vote como bloque permanente e irreflexivamente y, de esta guisa, oprima a los dems y eliminela dimensin deliberativa del proceso. En una democracia que funciona, es esencial que lamayora nunca sea un grupo determinado de la poblacin, sino que sea una figura que se refiere

    a individuos que cambian constantemente segn la cuestin en debate.1111

    74 Todos estos contrastes entre Habermas y Nino sugieren que la visin del proceso democrticode Nino es demasiado simplista. Como seala Habermas, el concepto de poltica deliberativaadquiere una referencia emprica slo si tomamos en consideracin la variedad de formas

    comunicativas, de argumentos y de instituciones jurdico-procesales.112Reducir el procesodemocrtico a una discusin moral, como lo hace Nino, conlleva desatender aspectosfundamentales si bien no morales. Desde la perspectiva que esboza Nino, se puedenconsiderar cuestiones de principio pero no de poltica publica para emplear la terminologa de

    Dworkin.113Los asuntos de poltica pblica son parte integral del proceso democrtico. Entreestos asuntos estn tanto aquellos sobre los que se puede llegar a un acuerdo racional peroque no son morales los cuales, segn Habermas, se fundamentan con razones tico-polticascomo aquellos sobre los que slo se puede lograr un arreglo o un compromiso los cuales sonobjeto de negociaciones en la teora habermasiana.

    75 Esta no es una objecin puramente semntica. Sera incorrecto decir que Nino sencillamenteusa el trmino moralidad en un sentido ms amplio que Dworkin o Habermas de manera queabarca tanto discusiones sobre principios como sobre poltica pblica. Cuando Nino clasificaun tema de moral implica que tiene la capacidad de suscitar un consenso racional e imparcial,o sea, que hay una posicin al respecto que todas las personas afectadas podran aceptar comocorrecta. Las cuestiones de poltica pblica no caben dentro de esta rbrica moral. No tienen

    soluciones correctas en este sentido. Se deciden a base de valores que todos comparten o talvez por medio de arreglos con los que las personas se conforman.76 A modo de ilustracin se podra pensar en el caso en que la pregunta es si se debera construir

    un parque pblico. Es imposible hallar una respuesta que todas las personas afectadas podranaceptar como acertada. Siempre habr personas que se opongan al proyecto y no por defectosen la deliberacin moral por ejemplo, aqullas con residencias adyacentes que peligrendesvalorarse. Si a pesar de todo se decide construir el parque, se podra explicar la decisinen trminos de un fin que la comunidad en su mayora acepta, como el de fomentar el ocio yrecreo a nivel colectivo, o en trminos de una negociacin que llev a las personas interesadasa transigir. Resultara implausible analizar la decisin exclusivamente en trminos morales.

    Variabilidad en la democracia

    77 Equiparar el proceso democrtico con una moralidad universalista da lugar a una segundaclase de dificultad en la teora de Nino: la exclusin de la posibilidad de variaciones nacionalesgenuinas a largo plazo. El modelo de Nino sugiere que existe slo una respuesta correcta a lasinterrogantes que enfrenta el debate democrtico. Desde esta ptica, las diferencias que surgense deben a tergiversaciones o a las limitaciones temporales en la discusin. A la vez que lasdiferentes sociedades deliberan ampliamente y sin coercin debera haber una tendencia haciala convergencia.

    78 Esta visin homogenizante, sin embargo, no es convincente. Con un vistazo somero a unpuado de pases como Alemania, Estados Unidos, Brasil, Japn se perciben marcadasdiferencias tanto en la constitucin como en los resultados del proceso democrtico. Estasdivergencias, que no pueden ser descartadas como meras cuestiones de detalles, tiendena asentarse, no a desaparecer, con el transcurso del tiempo y sera altamente dudosoatribuirlas a distorsiones de la democracia. Nino opina que cuando se oponen concepciones

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    de la democracia como la presidencial y la parlamentaria una de ellas es correcta yque la deliberacin determina cul.114Sera ms acertado pensar no slo en dos, sino enmltiples concepciones diversos sistemas presidenciales, as como distintos acercamientosal parlamentarismo con ventajas y desventajas y concluir que la concepcin ms apropiadadepende en parte del contexto nacional. Se observa la misma variabilidad cuando diferentescomunidades democrticas responden a la misma pregunta concreta de maneras divergentes.Si la interrogante fuera, por ejemplo, si el Estado debera desviar fondos destinados a la

    construccin de parques pblicos hacia el sistema educativo, la contestacin variara deuna sociedad a la otra. El proceso democrtico se ocupa paradigmticamente de este tipode cuestin concreta. Asuntos abstractos, menos afectados por el contexto social, surgeninfrecuentemente.

    79 Es preciso notar que, dentro del esquema terico de Nino, si bien el proceso democrticoidealmente tiende a ser el mismo en todas partes, la constitucin histrica de cada nacinpuede restringir dicho proceso y as frenar la tendencia a la convergencia. Por supuesto,las variaciones en las constituciones histricas no pueden ser inmensas puesto que Ninocondiciona la legitimidad de la constitucin histrica a la satisfaccin de los requisitos deque se promueva un proceso democrtico para tomar decisiones y de que se reconozcan

    los derechos fundamentales.115No obstante, Nino insiste en que es importante tomar en

    consideracin cualquier alternativa realista a la preservacin de la constitucin histrica. Auncuando sta est lejos de satisfacer las constricciones de un proceso democrtico legtimo y delreconocimiento de derechos fundamentales, es posible que cualquier otra alternativa realistaest aun ms lejos. Las alternativas ms probables a la constitucin histrica pudieran ser ungobierno autoritario o la anarqua, en cuyo caso los desiderata asociados con la legitimidad dela constitucin histrica, como la democracia y los derechos, seran aun menos asequibles.116

    80 Nino sugiere aqu que en algunas circunstancias hay que solidarizarse con una constitucinhistrica que dista de la ideal y que, por lo tanto, impide el completo funcionamientodel proceso democrtico y el reconocimiento de los derechos humanos. De esta suerte,las diferencias en la operacin de la democracia son una funcin de la distancia entre laconstitucin histrica y la ideal.

    81 Ahora bien, las divergencias nacionales van a ser mitigadas por la constitucin ideal universal.[L]os principios y procedimientos de la constitucin ideal no slo son la ltima corte deapelacin para determinar la legitimidad de la constitucin histrica es decir, si sta se debeacatar o no sino que tambin pueden ser invocados para resolver los inevitables aspectosindeterminados que quedan en una constitucin, inclusive en una concebida como prctica

    o convencin.117En resumidas cuentas, el proceso democrtico puede que opere de diversasmaneras por los lmites que le impone la constitucin histrica pero, dado que esa constitucinno puede legtimamente divergir demasiado de la constitucin ideal y que la ineludible faltade determinacin en aqulla se resuelve a travs de sta, las variaciones nacionales no van aser extremas.

    82 Habermas, por su parte, permite mucha ms variedad. En su opinin, el proceso democrticoabarca tambin cuestiones ticas y negociadas. Con respecto a las cuestiones ticas, algrado en que diferentes sociedades tengan diferentes valores o diferentes conceptos de cmose debe vivir colectivamente, habr ineluctablemente divergencias. Una comunidad, porejemplo, puede comprometerse de manera esplndida con la educacin de sus miembros ydedicar ms fondos a ese fin que otra comunidad que se identifique menos con la misineducativa. En asuntos sujetos a transaccin, la cantidad y las prioridades de los subgruposen una sociedad determinada afectan tanto el nmero de asuntos que se resuelven pormedio de la negociacin como la forma especfica en que se solucionan. Consecuentemente,Habermas podra reconocer la legitimidad tanto del uso estadounidense de programas deaccin afirmativa o discriminacin positiva como del rechazo japons de dichas medidas.La teora habermasiana as se abre a la posibilidad de enormes variaciones en el productofinal de la deliberacin democrtica. Slo las cuestiones morales tienen que ser resueltas

    idnticamente, independientemente del contexto nacional.

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    Variabilidad en cuestiones morales

    83 Por supuesto, no se debe trivializar el efecto de la homogenizacin habermasiana al niveldonde operan razones morales. Las normas de derecho de contenido moral no son simplementeuno ms entre los componentes del discurso poltico, sino que tienen, como ya he sealado,prioridad sobre otras normas, es decir, sobre las de carcter tico-poltico o sobre lanegociacin. As pues, Habermas elimina la posibilidad de variedad en los aspectos ms

    fundamentales del proceso democrtico. Los derechos humanos bsicos, por ejemplo, tienenque ser los mismos en todas partes.84 Habermas tiene perfecta conciencia de esta consecuencia. Si bien estipula que existen

    diferencias en las interpretaciones especficas de una sociedad a la otra, se aferra a la nocinde que hay solamente un sistema de derechos vlido. Consecuentemente, diserta, lascartas de derechos fundamentales de las constituciones histricas pueden entenderse comointerpretaciones contextuales del mismo sistema de derechos.118En el universohabermasiano,las constituciones legtimas tienen que incluir esencialmente los mismos derechos.

    85 Esta convergencia moral tiene su atractivo puesto que permite la imposicin de lmitesuniversales a las manifestaciones tico-polticas y negociadas de la democracia. A partir de lamoral universal se define el sistema de derechos que posibilitan la democracia y que todo ordenconstitucional debe respetar. El acercamiento habermasiano facilita as la crtica externa deregmenes aberrantes y esquiva el relativismo crnico. Habermas puede, de entrada, rechazartodo sistema poltico o jurdico cuya constitucin o prctica constitucional atente contra elsistema de derechos.

    86 Sin embargo, uno bien se podra imaginar, siguiendo a Charles Taylor, dos constitucionesdiferentes que sean legtimas pero que no amparen los mismos derechos. Segn Taylor,est perfectamente justificado que en el Canad ingls se les garantice a los ciudadanoscompleta neutralidad estatal respecto a cuestiones culturales mientras que en Quebec elEstado se parcialice a favor de la amenazada cultura franco-canadiense y asegure a losciudadanos libertades culturales slo a nivel personal. Los anglo-canadienses de esta maneraoptan por un liberalismo procesal,119mientras que sus conciudadanos quebequeses prefieren(con el mismo derecho) un modelo de la sociedad liberal ms bien diferente, basado en

    metas colectivas.120Taylor arguye que, aunque hay un subconjunto de derechos individualesfundamentales que todo Estado liberal debe respetar, fuera de stos hay mucho espaciopara justas discrepancias en cuanto a las garantas ciudadanas.121Los liberales procesales delCanad ingls, aconseja Taylor, simplemente tienen que reconocer, primero, que hay otrosmodelos posibles de la sociedad liberal y, segundo, que sus compatriotas francfonos deseanvivir de acuerdo a una tal alternativa.122

    87 Bastara, entonces, con que Habermas simplemente redujera el mbito moral a esa lista dederechos individuales fundamentales y mnimos que pregona Taylor? Indudablemente de estamanera aumentara el espacio para divergencias justificadas entre los sistemas democrticos.No obstante, Habermas se sentira claramente insatisfecho con esta modificacin a su teora.Tendra reservas tanto de ndole especfico como general.

    88 Con respecto a la cuestin de Quebec, Habermas enuncia que si bien la teora de derechos deninguna manera prohibe a los ciudadanos del Estado de derecho democrtico hacer valer unconcepto del bien en el orden estatal, s prohibe privilegiar una forma de vida a expensas deotra dentro del Estado.123En otras palabras, el Estado puede fomentar un concepto particulardel bien, pero slo si no coexisten otros conceptos diferentes entre la ciudadana. Habermas

    recomienda la neutralidad tica del orden jurdico estatal124frente a la plyade de grupsculosy culturas tnicos. En estas circunstancias, el Estado debe dedicarse casi exclusivamente a lacultura poltica compartida basada en la perspectiva moral.En efecto, a la vez que menguan los valores que comparte la sociedad en su totalidad,disminuye la cantidad de asuntos ticos procesados por las instituciones polticas y jurdicas.Habermas manifiesta que:

    Bajo las condiciones del pluralismo cultural y social, los finespolticamente relevantes se basan frecuentemente en intereses y valores

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    que de ninguna manera son parte de la identidad de la colectividad, osea, de la forma de vida intersubjetivamente compartida. Estos interesesy valores, que se encuentran en conflicto sin posibilidad de consenso,requieren un arreglo al que no se puede llegar mediante discursosticos.125

    89 Es decir, muchas de las cuestiones que en una comunidad culturalmente homognease resuelven como ticas, en sociedades multiculturales se deben transar luego de una

    negociacin. De hecho, Habermas opina que la causa de las batallas culturales, en lasque las minoras menospreciadas se rebelan contra una cultura mayoritaria insensible,yace no en la neutralidad tica del orden jurdico estatal, sino en la impregnacintica de la comunidad jurdica y del proceso democrtico en el que se realizan derechos

    fundamentales.126Consecuentemente, para superar estos conflictos hay que reducir lacontaminacin tica de la deliberacin democrtica. En resumidas cuentas, Habermas piensaque una campaa estatal en pro de uno de los subgrupos culturales no slo quebrantaraprincipios morales universales, sino que intensificara las tensiones tnicas.

    90 No es de sorprenderse, pues, que Habermas vislumbre una solucin federalista en Quebecque permita a los ciudadanos quebequeses gozar de autonoma cultural.127En esta visin,el gobierno de Quebec adquirira poderes adicionales mas tendra que mostrarse neutrofrente a la multiplicidad de conceptos del bien y fiel al sistema universal de derechos. Laautodeterminacin cultural sera ejercida no por el Estado, sino por los individuos. Habermasentiende que, en torno a algunos asuntos polticos, cambian las agrupaciones bsicas deciudadanos que participan en el proceso democrtico, mas no los principios subyacentes.128

    91 Quisiera ahora considerar la objecin ms general que Habermas tendra contra la reduccinde su sistema de derechos a un catlogo de derechos mnimos fundamentales segn ladefinicin de Taylor. Habermas rechazara la enmienda propuesta porque considerara queimplica un empobrecimiento craso del sistema de derechos que fundamenta la democracia.ste supuestamente consiste en una serie de principios robustos que se derivan de un conceptodiscursivo de la moralidad. El sistema de derechos posibilita la integracin social, 129pues es

    algo (quizs lo nico) que la pluralidad de individuos tiene en comn.130As se complementala integracin sistmica que se logra por medio de institucioneseconmicas y administrativas,

    mientras que stas se visten de legitimidad.131Al cristalizarse en una cultura poltica, el sistemade derechos capacita a los ciudadanos a unirse en una asociacin libre e igualitaria.132Lacultura poltica estructura la deliberacin ciudadana y sirve de fuste a lo que Habermas llamapatriotismo constitucional. Una cultura poltica liberal, dictamina Habermas, constituyeel nico denominador comn de un patriotismo constitucional que intensifica la apreciacintanto de la diversidad como de la integridad de las diversas y coexistentes formas de vida enuna sociedad multicultural.133

    92 Habermas obviamente reconvendra contra cualquier intento de degradar estos principiosa meras nociones residuales que imponen lmites marginales al proceso democrtico.Habermas se mantendra firme en su repudio aun si, para eludir las dificultades anteriormentecatalogadas, se definiesen esas restricciones como internas y no como un contrapesodemocrtico. Desde la mira habermasiana, esas nociones mnimas no se derivan propiamentede una moralidad discursiva. Adems, carecen de suficiente substancia como para servir depunto de identidad comunitaria y potenciar la integracin social.

    93 Quisiera ahora demostrar cmo las dos reservas que he construido en nombre de Habermasreflejan deficiencias bsicas en su acercamiento a la diversidad y a la filosofa moral,respectivamente. En cuanto a la objecin habermasiana especfica, habra que notar que faltaun argumento de peso para requerirle estrictamente neutralidad tica al Estado. En vista de laprecariedad de la cultura nacionalquebequesa y de la necesidad de accin tuitiva coordinadaa travs del Estado, ste est en todo su derecho cuando toma cartas al respecto. Siempre ycuando permita a los individuos cultivar por cuenta propia su nacionalidad y concepto delbien, el Estado acta de forma irreprochable.

    94 Habermas malinterpreta la crisis en Quebec narrada por Taylor. La poblacin quebequesadescrita exige, contrario a lo que intuye Habermas, que se le permita al gobierno de Quebec

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    abandonar la neutralidad y parcializarse a favor de la cultura franco-candadiense.134Si sedeja enteramente en manos de particulares la tarea de resguardar la cultura, sta con todaprobabilidad perecer o por lo menos decaer. Desde esta ptica, la cultura es un biencomn en peligro de extincin que los ciudadanos precisan tutelar no individualmente, sino

    colectivamente a travs de los rganos del Estado. 135El proyecto federalista, en la medidaen que legitima la accin privada pero no la pblica a favor de la cultura nacional, ignoracompletamente la raz del problema. Contrario a lo que se imagina Habermas, una postura

    de neutralidad estatal no aliviara, sino que agravara el sentimiento quebequs de despreciocultural y de falta de justo reconocimiento.

    95 Por supuesto, Habermas pretende derivar la veda a la parcialidad cultural estatal de suteora discursiva de la moral. Esta consideracin me trae a su objecin general a la reformasugerida, pues Habermas confa en poder llegar a un sistema de derechos robusto precisamentea travs de dicha teora. Desafortunadamente, la interpretacin discursiva de la moralidadque postula Habermas es altamente problemtica. Resulta inverosmil suponer que, en unadiscusin abierta y sin coercin sobre asuntos morales, los participantes no importa su origen

    o perspectiva podran ponerse de acuerdo.136Slo si la conversacin se mantuviera a un nivelmuy abstracto podra sostenerse esta suposicin.137Pero con esta restriccin, el consenso seraprcticamente vacuo, es decir, ataera aseveraciones banales como las personas deben obrar

    bien o la accin inmoral es condenable. Aun si los participantes convergiesen en principiosalgo ms especficos, como la inmoralidad del homicidio, probablemente se rompera laconcordia en cuanto entrasen a la definicin de homicidio.

    96 Teoras dialgicas de la moralidad como la de Habermas son objetables porque se apoyanen un universalismo perspectival.138Presumen que se puede llegar a principios morales pormedio de una perspectiva que trasciende toda particularidad personal o cultural. O, dicho deotra manera, parten de la premisa de que existe un punto de vista universal, independientede todo contexto y desde el que se pueden engendrar mximas morales. Sin embargo, esextremadamente difcil definir o imaginarse esta perspectiva. En el caso particular de laperspectiva universal discursiva, es prcticamente imposible concebir una conversacin enque participe la humanidad en su totalidad o que resulte en un acuerdo sobre normas morales

    especficas.97 Por el contrario, la moralidad tiene que basarse en una comunidad concreta. El alcance

    puede ser amplio o casi universal.Un sistema moral podra aspirar as a un universalismo en

    extensin, aun cuando no pueda ser universalista en perspectiva.139Es decir, sus principiospodran aplicarse ms all de la comunidad en cuestin. No obstante, aqu hay que tenercuidado porque cuando uno se aleja demasiado del punto de origen, algunas de las premisaspara la aplicacin de esos principios empiezan a desvanecerse. Si el concepto de una buenapersona es transportado a un contexto remoto donde los valores, las expectativas y eltransfondo cultural son radicalmente divergentes, hay que hacer tantos ajustes en su aplicacinque surge la pregunta de si es que no se trata ya de una nocin diferente.140

    98 Ante esta objecin, se podra levantar la siguiente interrogante. No se podra fundir la

    dimensin moral del principio democrtico habermasiano con la tica y as obviar la dificultaddel universalismo perspectival? As, el peso normativo caera sobre la esfera tico-poltica.Dentro del marco de referencia de Habermas, las cuestiones ticas s son resueltas desde elpunto de vista de una comunidad concreta. Si los asuntos morales son trasladados al mbitotico se podra prescindir de la tan problemtica perspectiva universal.

    99 En general, como famosamente seala G.W.F. Hegel, las normas morales tiene que serinterpretadas al nivel de una eticidad [Sittlichkeit] concreta.141Habermas mismo reconoce

    la validez de esta sentencia hegeliana.142Afirma que en el discurso prctico, derivamoslas acciones y normas problemticas de las relaciones del mundo vital de la eticidad

    substantiva.143Explica as: Una moralidad universal requiere un cierto grado de acuerdo conaquellas instituciones polticas y sociales que ya incorporan conceptos legales y morales post-

    convencionales De hecho, el universalismo moral surgi en Rousseau y Kant slo en elcontexto de una sociedad que manifestaba los rasgos correspondientes.144

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    100 En estas declaraciones, Habermas simplemente reconoce que toda visin de la moralidad naceen un contexto histrico y social particular y reitera que la aplicacin de las normas moralesvara de una comunidad a otra. Lo primero es innegable y lo segundo no es ms que unageneralizacin de lo que Habermas afirma respecto a la cultura poltica. As como siempre yen todas partes el sistema de derechos es esencialmente el mismo, tambin lo son las normasmorales, a pesar de las diferentes interpretaciones. La teora de discurso excluye tajante yobstinadamente la posibilidad de diferencias contextuales legtimas en las normas morales

    mismas.101 Es pertinente hacer un comentario adicional sobre la propuesta de fusionar el mbito moral y

    el tico en Habermas. La narrativa habermasiana sobre la eticidad tambin requiere algunasprecisiones. Para Habermas, las cuestiones ticas se resuelven meramente determinandoqu proceder adelanta mejor un fin dado. Los fines o valores se escogen prcticamentede manera arbitraria. Es decir, las personas simplemente deciden cmo quieren vivir abase de sus preferencias personales. De esta suerte, desaparece la distincin entre unapreferencia y un valor. De hecho, en el libroFacticidad y Validez, Habermas afirma que losvalores deben entenderse como preferencias intersubjetivamente compartidas.145Dentro deesta concepcin, nuestra predileccin por el sabor de la guayaba es perfectamente anloga anuestro compromiso con el principio de solidaridad. En ambos casos lo determinante es nuestra

    manera de ser. Dada la escala de valores, la accin tica es simplemente aquella que msidneamente lleve a la realizacin de esos valores. Habermas apostilla: Los valores expresanla predileccin por los bienes que en una comunidad dada se consideran dignos de aspiracin

    y que pueden ser adquiridos o realizados por medio de accin proyectada.146

    102 El mbito tico precisa de una interpretacin de los valores ms razonable. Debera haberms espacio para la reflexin en el proceso de definir los valores de una comunidad. Elmismo Habermas parece tomar esta direccin ms recientemente en su libro La Incorporacindel Otro, donde insina una distincin entre meras preferencias y valores. Las primerasson datos, sobre los que decide ltimamente la autoridad epistmica del actor mismo,

    quien ciertamente debe saber cules son sus preferencias y fines.147Los valores son, alcontrario, discernimientos [Einsichten], a los que se llega por medio de la razn prctica

    y la reflexin.148

    Mientras que las puras preferencias son algo dado, los valores estn, depor s, sujetos a discusin.149Habermas pormenoriza as las consideraciones que entran en ladeterminacin de los valores a nivel colectivo e individual.

    103 Desde la ptica de la primera personal plural, [estas preguntas ticas] apuntan al etos comn. Setrata bsicamente de cmo es que nosotros nos entendemos cual miembros de una comunidadmoral, a partir de qu debemos orientar nuestra vida y qu es a largo plazo y a fin de cuentaslo mejor para nosotros. Desde la perspectiva de la primera persona singular se presentan

    preguntas similares. Quin soy y quin quiero ser? Cmo debo conducir mi vida?150

    104 Interpretado de esta manera, la tica deviene ms compleja, pero tambin ms plausible.Comienza a ser cuestin no de escoger medios idneos para adelantar unas preferenciassurgidas impulsivamente, sino de meditar sobre qu tipo de existencia colectiva nos convieney cmo realizarla.

    La superacin del concepto deliberativo de democracia105 Ms all de sealar las deficiencias de la descripcin habermasiana de las diversas cuestiones

    que aborda la deliberacin democrtica, me interesa criticar de manera ms amplia el conceptodeliberativo de democracia que une a Habermas y a Nino. Las teoras estructuradasexclusivamente por dicho concepto adolecen de una limitacin grave. Enfocan slo un tipo deinteraccin, cuando en la democracia coexisten varios tipos. Se concentran nicamente en ladeliberacin. Reducen el proceso democrtico a una discusin en la que se presentan temas,se discute racionalmente y se llega a una conclusin.

    106 El paradigma parece ser una convencin constituyente ideal o, tal vez, una reunin

    extraordinaria de un gremio de profesores universitarios.151Este modelo es pertinente, sinduda, en lo que concierne a algunos aspectos de la democracia. No obstante, en la realidaddemocrtica intervienen tambin otros modos de intercambio. Se intercambian tambin gritos

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    irracionales, insultos, declaraciones de fe, frustraciones y esperanzas.152Por lo tanto, el modelodebera ser si hiciera falta uno la obra de teatro, donde coexiste una abundante variedadde dilogos con diversas formas y funciones. Muchos de esos dilogos no empiezan con unapropuesta concreta, ni consisten en un anlisis intersubjetivo y racional del tema, ni desenlazanen una determinacin especfica. De hecho, la interaccin teatral no es ni siquiera todadialgica. Y lo mismo ocurre en la democracia.153Adems de comunicarse, los participantesdesfilan, alborotan, pelean, rezan, pintan grafiti, encienden velas, golpean ollas, bailan y callan.

    Reducir todas estas expresiones a formas indirectas o coloridas de esgrimir argumentos dentrode un proceso de deliberacin colectiva sera desvirtuarlas.

    107 En vista de lo anterior, resulta tentador proponer la accin teatral como modelo e intentar daruna explicacin sistemtica de cmo la democracia asemeja una pieza dra