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Wright La Politización de La Cultura

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  • Departamento de CULTURA Y ARTE

    Teoras de la Cultura Autores: Wright, Susan: La politizacin de la cultura, en Boivin, M., Rosato, A. y Arribas, V. 2007. Constructores de Otredad. Una introduccin a la Antropologa Social y Cultural, Buenos Aires, Antropofagia. Pp. 128-141 Carrera Gestin Cultural Docentes Laura Ferreo Ana Luca Olmos Alvarez Karen Avenburg

  • La politizacin de la cultura1

    Susan Wright2

    En los primeros aos de la antropologa social moder-na, los antroplogos anunciaron a la Seccin H de la

    Asociacin Britnica sus hallazgos y avances tericos msimportantes para el Avance de la Ciencia. Como presiden-te de esta Seccin en 1997, eleg encarar los desarrolloscontemporneos de uno de nuestros ms antiguos con-ceptos, cultura, como una manera de continuar esa tra-dicin.3

    Por qu ser tan audaz como para involucrarse con unapalabra sobre la cual Williams (1976: 87) declar que erauna de las dos o tres ms complicadas del idioma ingls yque en la antropologa britnica, norteamericana y eu-ropea ha tenido historias complejas, disputadas y muy di-ferentes? Para mediados de siglo, Kroeber y Kluckhohnhaban encontrado 164 definiciones en su famosa revisinde lo que los antroplogos queran significar por cultura(1952: 149). Para 1970, cuando la antropologa culturalse estableci en EE.UU. como uno de los cuatro camposde la antropologa, en la antropologa britnica el trminocultura casi haba desaparecido de vista. En los ltimosdiez aos, con la ayuda de los estudios culturales, la cul-tura ha recuperado el centro de la escena en la antropo-loga britnica. El objetivo de este artculo no es hacer unrecuento de cuntas definiciones de cultura han gene-rado los antroplogos hacia fin de siglo. Ms bien, el ar-tculo profundiza en la observacin de Kroeber y Kluck-honn de que la aparicin de estas [definiciones] en eltiempo es interesante dado que de hecho la distribucinde todo fenmeno cultural ya sea en el espacio o el tiemporevela significacin (ibid.). El objetivo es tratar la promi-nencia (o distribucin en trminos de Kroeber y Kluck-honn) de la cultura en los 90 como un fenmeno cul-

    tural en s. Cul es el significado de la reciente reaparicinde la cultura como un concepto central en la antropologabritnica? El asunto no est confinado al debate discipli-nario interno. En la ltima dcada, polticos y tomadoresde decisiones han introducido el trmino cultura en eldiscurso de diferentes campos (Bordieu 1991) de la so-ciedad contempornea. A menudo, los tomadores de deci-siones y los comentaristas de los medios atribuyen legiti-midad a sus discursos refirindose a (la) cultura, en unsentido antropolgico una frase que evita toda revisinal pretender que hay un significado de cultura (el suyo)que es a la vez demasiado autoevidente como para que ga-rantice la explicacin y demasiado hondo como para quese sumerjan en l los no antroplogos. En qu forma lostomadores de decisiones (ya sean antroplogos o que seatribuyan legitimidad desde la antropologa) estn politi-zando la cultura y desplegando el concepto en una gamade territorios de poder? Cmo pueden los antroplogosusar sus nuevos enfoques tericos para explorar y revelarlos efectos de los usos actuales de este concepto en la pol-tica contempornea?

    Empezar por discutir lo que llamo viejos y nuevosacercamientos a la cultura. Luego utilizar dichos enfo-ques para examinar cmo, y con qu efectos, los toma-dores de decisiones*4 han introducido y desplegado el tr-mino cultura en tres campos diferentes en los ltimosquince aos. Primero examinar el uso que han hecho dela cultura los polticos britnicos de derecha para hablarde nacionalismo de forma tal que les permitiese distan-ciarse de las manchas del racismo biolgico, y a la vez rein-troducir prcticas exclusivas bajo un insidioso disfraz cul-tural. En segundo trmino, har una revisin de cmo es-

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    Captulo 3: La construccin del otro por la desigualdad

    1 Publicado en Anthropology Today, Vol. 14, N 1, febrero de 1998.

    2 La autora es catedrtica en Estudios Culturales de la Universidad de Birmingham. Es una antroploga social que ha investigado cultura poltica ylos procesos de gobernabilidad en el Reino Unido e Irn.

    3 Agradezco al Royal Anthropological Institute por esponsorear mi programa de oradores Presidents Day sobre Politizacin de la Cultura, y lainiciativa, dirigida por la vicepresidenta, Delphine Houlton, para tratar de mejorar la cobertura de antropologa por parte de los medios. Estoyagradecida con Jane Cowan, Nancy Lindisfarne y Cris Shore por sus muy constructivos comentarios sobre una versin preliminar de este paper.

    4 NdT: en el sentido de polticos, o aquellas personas posicionadas con capacidad de tomar decisiones.

  • critores y consultores en gerencia de las organizacionesusan ideas de cultura que ellos atribuyen a la antropo-loga, para proponer nuevas formas de organizacin: pre-tenden que desmantelar los niveles, aplanar las jerar-quas y formar equipos flexibles provenientes de una car-tera de trabajadores que continuamente se recapacitan,permitir la creatividad de base y la autoadministracin yel reforzamiento del poder de los trabajadores. Explorarlos costos inadvertidos de dicho fortalecimiento y cmobajo la rbrica de reforzar la cultura corporativa acechauna vieja idea de cultura organizacional como herramientapara el control gerencial de arriba hacia abajo. El tercercampo es el del desarrollo exterior, donde la cultura re-cin est ingresando en el discurso (Wright 1997). Mayor-mente esto es el resultado de un informe de la UNESCOtitulado Nuestra Diversidad Creativa. Este informe habrade hacer por la cultura lo que el reporte Bruntland hizopor el medio ambiente y el desarrollo, pero hasta ahora hapasado desapercibido. Los antroplogos jugaron un im-portante rol en la formulacin de las ideas de cultura quesegn propone este reporte, deberan ser las bases para laspolticas del desarrollo y la tica a nivel mundial. Los an-troplogos del desarrollo durante largo tiempo han de-seado tener esa influencia. Algunos ven el propsito de laantropologa como el de comprender los procesos locales,nacionales e internacionales por los cuales las personas em-pobrecidas son marginadas y alejadas del poder, a fin deinfluenciar dichos procesos, promover las perspectivas deaquellos que son silenciados, o permitirles hablar y actuarms efectivamente por s mismos. Cuando los antrop-logos tuvieron oportunidad de actuar como diseadoresde polticas y dirigir el tren de la cultura, desplegaron unconcepto de cultura que hiciera cualquiera de estos obje-tivos ms alcanzable? En los tres mbitos los polticos, losfuncionarios y los asesores acadmicos estn usando cul-tura como herramienta poltica. Ya sea que los conceptosestn siendo desplegados por antroplogos directamenteinvolucrados en influenciar y redactar polticas (como enla tercera instancia) o que las ideas estn siendo atribuidasa la antropologa para su legitimacin, en todos los casossta est implicada en la politizacin del trmino cultura.Cmo podemos utilizar nuestra comprensin de los pro-cesos polticos para revelar las formas en que los tomadoresde decisiones estn utilizando cultura en un nmero cre-ciente de campos, y analizar sus efectos sobre aquellosmarginados y empobrecidos?

    Viejos significados de culturaA principios del siglo XX tomaron un tono radical lasideas de cultura promovidas por los antroplogos. La no-

    cin de Tylor (1871) de cultura como la totalidad del es-tilo de vida de un grupo o sociedad marc un punto departida para los antroplogos sociales modernos:

    Cultura es ese todo complejo que incluye conoci-miento, creencias, arte, moral, leyes, costumbre, y cual-quier otra capacidad y hbito adquiridos por el hombre[sic] como miembro de la sociedad (Tylor 1871: 1: 1)

    Si ste fue el punto de partida, no constituy una basepara el consenso: los antroplogos siguieron senderos di-vergentes. El enfoque de Tylor consisti en combinar laidea romntica de Herder de que las naciones, los gruposal interior de las naciones y las personas en diferentes pe-rodos tienen culturas distintivas, con una clara idea deque cada una de dichas culturas se encontraba en un es-tadio diferente en la evolucin de la civilizacin o en unaprogresin hacia la racionalidad europea. Boas rechaz elevolucionismo social de Tylor. Puso el acento en la parti-cularidad de cada cultura como resultado de las res-puestas del grupo a condiciones medioambientales y desu desarrollo histrico especfico. Al tratar a la culturacomo el producto de fuerzas histricas y sociales, y nobiolgicas, critic el determinismo racial (Stocking1974: 221). En Gran Bretaa, Malinowski y sus estu-diantes promovieron una crtica diferente de la concep-cin racionalista victoriana de hombre a travs de argu-mentar que lejos de ser salvajes e ilgicos, cada uno delos pueblos de frica, Asia del Sur y el Pacfico tenan unestilo de vida distintivo, racional y legtimo que deba servalorado: enfatizar la autenticidad y la coherencia de lasdistintas culturas era una manera de resistir la misin ci-vilizatoria fundamental al proyecto colonial europeo(Merry 1997). Los antroplogos diferan profundamen-te en sus teoras y en los aspectos que cuestionaban delpensamiento occidental, pero compartan una idea delmundo como formado por pueblos, cada uno con unestilo de vida coherente, o cultura.

    Para 1970, lejos de ser radical, esta idea de que un pue-blo tena una cultura fue vista como un elemento crucialdel colonialismo. Para los crticos, esta idea de culturacreaba entidades fijas en las que Occidente pudiera inter-venir. Mediante la medicin, categorizacin, descripcin,representacin y consecuente supuesto conocimiento delos otros, los objetos de dicho conocimiento eran transfor-mados en los sujetos de nuevas formas de poder y control(Asad 1973, Said 1978). Esta idea otrora progresista tam-bin fue tomada en forma regresiva (en sentido contrario)por nacionalistas extremos que la usaron no slo para de-fender sus reclamos de independencia y soberana, sinotambin para profundizar las polticas de xenofobia, exclu-sin y limpieza tnica.

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    Captulo 3: La construccin del otro por la desigualdad

  • En el marco de una enorme crtica, los componentesde esta idea de cultura fueron desarmados. Los funciona-listas britnicos, por ejemplo, fueron criticados por habertratado (una) cultura en pequea escala, como una en-tidad definida organizada a travs de las instituciones eco-nmicas, sociales y polticas que interactuaban como untodo autocontenido basado en un equilibrio esttico.Esto claramente haba sido una ficcin, dado que la ma-yora de los lugares estudiados, por remotos que fueran, es-taban siendo visitados no slo por antroplogos sino tam-bin por mercaderes, misioneros y administradores de lacolonia. Las sociedades no eran ni inmutables ni delimi-tadas, sino parte de un orden mundial dominado primeropor el colonialismo y ms tarde por las naciones estado, elcapitalismo internacional y las agencias internacionales.Estos elementos haban sido dejados afuera de una imagende las culturas como entidades ahistricas y autoconte-nidas (Gough 1968).

    Antroplogos de variadas creencias fueron tambincriticados por tratar a la cultura como si fuera un con-junto de ideas o significados compartidos por toda unapoblacin de individuos homogneos empricamente,no era ese el caso.5 Asad (1979) critic a los antroplogosbritnicos por buscar la cultura autntica nica de otrasociedad en la forma de un sistema integrado de signifi-cados esenciales autnticos que se autoreproducan sinimportar el cambio econmico y poltico. Si los antrop-logos construan el orden social a partir de significadosesenciales que no cambiaban en nuevas condiciones his-tricas y econmicas, cmo poda ocurrir la transforma-cin social? En cambio, argument, los significados esen-ciales eran discursos que algunas personas tenan auto-ridad de hacerlos autoritarios a travs de vaciarcontinuamente el espacio de discursos radicalmente o-puestos. El problema que segn Asad los antroplogos de-ban analizar es cmo un discurso autorizado es produ-cido en circunstancias histricas particulares. En un ar-tculo que yo tomo como punto de partida para eldesarrollo de lo que llamo nuevos acercamientos a la cul-tura,6 Asad argumentaba que los antroplogos haban de-finido equivocadamente, como cultura autntica, ideolo-gas dominantes histricamente especficas o discursos au-

    torizados que no eran atemporales ni uniformementecompartidos.

    Si bien los antroplogos han desarrollado nuevas ma-neras de pensar acerca de la cultura, estas viejas ideas sehan filtrado del discurso acadmico y, como demostra-remos ms adelante, an se utilizan ampliamente en el len-guaje pblico. Las principales caractersticas de esta viejaidea de cultura an en curso son:

    entidad definida de pequea escala caractersticas definidas (lista de rasgos o atributos) inamovible, en equilibrio balanceado o autorepro-

    ducido sistema subyacente de significados compartidos:

    cultura autntica individuos homogneos, idnticos.

    Nuevos significados de culturaLas condiciones polticas y econmicas cambiantes a lasque Asad se refera eran el fin del colonialismo europeo y laexpansin continuada hacia nuevas reas de relaciones deproduccin e intercambio basadas en el capital. Ms re-cientemente, stas incluiran la organizacin internacionalde la produccin y el consumo, la difusin de las redes decomunicacin globales, y la integracin internacional delos sistemas financieros. Estos cambios han provocadomovimientos obreros al interior de los pases y del sur alnorte del globo, como lo ejemplifica una mujer con la queme encontr en el parque de mi South Tottenham recien-temente. Ella es una asitica que creci con una educacininglesa en Trinidad y ha trabajado en Inglaterra durante15 aos en enfermera y administracin. Est aprendiendohind en clases nocturnas a fin de poder conversar con losparientes a los que visita en India. Su experiencia, y la desu familia, de la migracin obrera colonial, dispora eco-nmica postcolonial y turismo de base hablan de lo queHall llam historias dislocadas y etnicidades hibridizadas(1993: 356). Tal como los antroplogos han argumen-tado por muchos aos (Cohen 1974, Macdonald 1993), yms recientemente Hall y otros exponentes (Morley yChen 1996) de los estudios culturales en Gran Bretaa lohan dejado en claro, las identidades culturales no son in-herentes, definidas o estticas: son dinmicas, fluidas, y

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    5 No intentar resumir todos los debates de los 70 en la antropologa norteamericana, britnica y francesa sobre dnde resida la cultura en unaestructura de actual relaciones sociales (Radcliffe-Brown), en un conjunto subyacente de valores, ideas y principios que informaban todos los do-minios de la organizacin social, econmica y poltica (Evans-Pritchard), en un patrn superorgnico de fuerzas abstrado de eventos y comporta-miento observados (Kroeber), en un plano de sistemas de smbolos culturales (Schneider), en los procesos de la mente humana que producensistemas simblicos formalmente similares (Lvi-Strauss), en las mentes de los individuos, como un algoritmo etnogrfico de lo que necesitan sa-ber para operar como miembros de la sociedad (Goodenough), o como sistemas interconectados de signos comprensibles, a travs de los cuales laaccin simblica pblica puede ser interpretada (Geertz). Existen numerosos resmenes de ese tipo, como por ejemplo Keesing (1974).

    6 En contraste con la usual delineacin de un giro en antropologa de estructura a significado, al centrarme en el artculo de Asad, estoy dando signi-ficacin a un giro de significados esenciales a disputa.

  • construidas situacionalmente, en lugares y tiempos parti-culares. Este no es tan slo un fenmeno urbano occi-dental de los 90. En una tribu en Irn en la que desarrollun trabajo de campo en los 70, la poblacin estaba for-mada por capas de refugiados. Identidades mltiples senegociaban constantemente: se mantenan o reinventabanconexiones con personas en las tribus de las que haban es-capado; no haba una cultura definida, consensual, autn-tica, ahistrica. Los desarrollos tericos de los estudios cul-turales, y de la antropologa postestructural y feminista,nos han llevado a comprender que las culturas no son, nifueron nunca, entidades naturalmente definidas.

    La fractura del concepto central de la antropologa so-cial nos ha llevado a mirar nuevamente al colonialismo.Ortner (1984) cuestion la imagen original del poder co-lonial y la fuerza destructora del capitalismo haciendoimpacto sobre, e insertndose en, una cultura local ind-gena. Ella y otros han sido crticos de la manera en quetanto el colonialismo como la cultura local aparecencomo entidades unitarias en esta imagen (Asad 1993: 5).Qu mejor eleccin de un espacio en el cual desafiar estaimagen que el tipo de locacin en la que el viejo conceptode cultura fue fundado: una isla remota a mitad de ca-mino en el cruce del Ocano Pacfico? Merry (1997) es-tudi el Hawaii de los siglos XIX y XVIII, y encontr queun impresionante surtido de gente desde Noruega a Chinaestaba presente en lo que ella denomina no una comu-nidad local sino una zona de contacto. En un espacio nodelimitado, esta mezcla de personas recurra a las prcticasde sus diversos lugares de origen, a la luz de sus interesesdel momento, para decidir cmo organizar el trabajo, elcomercio y las relaciones sociales. Las disputas tuvieronlugar entre personas en relaciones asimtricas de poder,respecto de sus mltiples y contradictorias lgicas cultu-rales. Cada actor procuraba maniobrar, en situaciones po-lticas y econmicas impredecibles, para definir o asegu-rarse el control de smbolos y prcticas. Los smbolos y lasideas nunca adquiran un conjunto de significados cerradoo ntegramente coherente: eran polivalentes, fluidos e h-bridos. Los trminos clave cambiaban su significado en di-ferentes momentos histricos. Cuando una coalicin deactores ganaba ascendencia en un momento histrico par-ticular, institucionalizaba su significado de los trminosclave como ley.

    El de Merry es un buen ejemplo de la nueva idea decultura como un proceso conflictivo de construccin designificado. El conflicto se da en torno del significado detrminos y conceptos clave. Cmo son construidos y dis-putados estos conceptos por parte de actores diferencial-mente posicionados quienes apelan a vnculos locales, na-

    cionales y globales dentro de relaciones de poder desi-guales? De qu forma la disputa est enmarcada por prc-ticas y reglas implcitas o los actores las desafan, fuerzano reinterpretan tambin como parte de la disputa? En unflujo de acontecimientos, quin tiene el poder para de-finir? Cmo evitan que otras maneras de pensar respectode estos conceptos sean escuchadas? Cmo se las arreglanpara hacer que sus significados resistan, y cmo utilizan lasinstituciones para tornarlos autorizados? Con qu resul-tados materiales?

    Sue Reinhold (1993) plantea estas preguntas a fin derevelar en detalle el proceso de lucha ideolgica en la GranBretaa de los 80. Se disputaba el poder para definir la ac-titud del estado respecto de la homosexualidad en GranBretaa y tornar esa definicin en autorizada mediante lalegislacin. En el contexto de una atmsfera de homofobiay ataques a golpes a los queer, un grupo en Haringey hizocampaa para contrarrestar los estereotipos negativos depersonas gay disponibles para los chicos en las escuelas.Sus oponentes locales utilizaron sus conexiones con losmiembros conservadores del Parlamento, quienes se apro-piaron del significado de los trminos clave del debate, in-virtindolo. El trmino promover fue en principio usadoen la campaa para promover imgenes positivas de lahomosexualidad; los miembros del Parlamento los acu-saron a su vez de promover la homosexualidad. En suce-sivos debates parlamentarios, promover se hizo entendercomo seducir a chicos normales, lo cual se equipar a suvez con un ataque a la familia, la base del orden en elEstado, y por ende con la subversin. El grupo de miem-bros del Parlamento tuvo xito e insert una nueva clu-sula a la legislacin en curso por la cual el gobierno localpuede declarar ilegales las acciones o el uso de recursos quepromovieran la aceptacin de la homosexualidad comouna supuesta relacin familiar. Este nuevo significado deltrmino promover, y sus trminos asociados, autorizadosmediante la legislacin estatal, tuvieron efectos materiales:los estereotipos negativos fueron apoyados, y las autori-dades locales se volvieron reticentes respecto de hacergastos en servicios o cuestiones para personas gay que pu-dieran ser interpretados como fuera de la ley en un casotestigo. Reinhold (1993: 471-2) seala similitudes entre ladisputa por imgenes positivas y otras campaas en contrade las minoras durante el gobierno de Thatcher. Los con-servadores de derecha usaron la autoridad del Parlamentopara proyectar significados negativos de trminos y sm-bolos clave relativos a las minoras tnicas, mineros y otrascategoras a las que marginaron, excluidas de su nocindominante de britishness, demonizadas como una ame-naza para el orden, y subversivas para el estado.

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    Constructores de Otredad

  • En los ejemplos arriba mencionados pueden identifi-carse tres momentos en estos procesos de disputa por laconstruccin de significado. El primero corresponde a in-tentos desembozados por parte de agentes identificados porredefinir smbolos clave que dan una particular visin delmundo, de cmo la gente debiera ser y comportarse, y dequ debiera verse como la realidad de su sociedad e his-toria: en pocas palabras, una ideologa. Un segundo mo-mento es cuando dicha visin del mundo se institucionalizay trabaja mediante un poder que ya no requiere agentes.Foucault ha documentado cmo el conocimiento acerca dela salud mental, la sexualidad y la criminalidad en los siglosXVIII y XIX se torn la base sobre la cual se construyeronlas instituciones. Estas prcticas institucionales moldearonpercepciones, categoras, valores y comportamientos. Untercer momento es cuando un trmino clave que implicauna nueva manera de pensar acerca de un aspecto de la vidaentra en otros dominios (fuera de las actividades del estado)y se torna una manera de pensar difusa y prevaleciente en lavida cotidiana. Por ejemplo, Emily Martin (1994) encontrque flexible se torn un trmino clave en primer lugarcuando las personas reaccionaban al virus del SIDA/VIHrepensando el sistema inmune y las respuestas defensivas delcuerpo. Sorprendentemente, el trmino flexible y las im-genes del sistema inmune rpidamente entraron al dominiodel empleo para describir los atributos de los trabajadores ylas compaas postfordistas: autoadministrados, automejo-rados y formadores de equipos. En un corto tiempo, ver-siones extremas de estos atributos flexibles, que haban sidosntomas de una enfermedad mental, fueron reinterpre-tadas en forma positiva como habilidades para el empleo(Martin 1997). Flexible se movi rpidamente a travs detres reas diferentes de la vida en EE.UU. inmunologa,empleo y salud mental y se torn imagen prevaleciente deuna nueva manera de ser.

    En su forma ms segura, una ideologa aparece comohegemnica. Esto es, se torna tan naturalizada, dada porhecho y verdadera que las alternativas estn fuera de loslmites de lo imaginable. Tal como lo sugieren Comaroff yComaroff (1992), en su dimensin hegemnica, la culturaaparece como coherente, sistemtica y consensuada. Pro-cura aparecer como un objeto, una cosa ms all de la ac-cin humana, no ideolgica en lo ms mnimo: en pocaspalabras, como la vieja idea de cultura autntica. Tal comolo mencionamos ms arriba, los mismos antroplogos pre-viamente haban confundido a las ideologas hegemnicascon la autntica cultura, y en el proceso, apoyaron a aque-llos miembros de la comunidad con el poder ascendientepara definir las caractersticas de su cultura y proyectarlacomo atemporal y objetiva.

    Ninguna ideologa, por ms hegemnica que sea e im-bricada en las instituciones y la vida cotidiana que est, seencuentra fuera de disputa; el de cultura es un conceptodinmico, siempre negociable y en proceso de aprobacin,discusin y transformacin. Actores diferencialmente posi-cionados, con inventivas impredecibles, apelan a, retrabajany fuerzan en nuevas direcciones los significados acumuladosde cultura incluyendo los viejos y nuevos significadosacadmicos. En un proceso de reclamar poder y autoridad,todos estn tratando de sostener diferentes definiciones,que tendrn diferentes resultados materiales. En suma, lascaractersticas de las nuevas ideas de cultura son:la cultura es un proceso activo de construccin de sig-

    nificado y de disputa sobre la definicin, incluyendo lade s misma (Street 1993: 2);

    personas posicionadas en formas diferentes en relacio-nes sociales y procesos de dominacin, usan los recur-sos econmicos e institucionales que tienen disponi-bles para intentar hacer que su definicin de unasituacin resista, para evitar que las definiciones deotros sean escuchadas, y para cosechar el resultadomaterial;

    los espacios no estn restringidos las personas apelan aconexiones locales, nacionales, globales;

    la manera en que se forman conjuntos de conceptos eshistricamente especfica, y las ideas nunca constituyenun todo cerrado o coherente;

    en su forma hegemnica, la cultura aparece comocoherente, sistemtica, consensual, como un objeto,ms all de la accin humana, no ideolgico como lavieja idea de cultura.

    Racismo culturalEn la poltica britnica, esta nueva visin de cultura hasido redefinida por la Nueva Derecha, que se apropi deella. Liderada por Margaret Thatcher, la Nueva Derecharepresent una alianza entre teoras polticas conserva-doras y teoras econmicas liberales (King 1987). Enasuntos econmicos el estado debera promover la em-presa privada y alentar incluso inventar mercados. Enasuntos polticos, la autoridad de las aejas institucionesdel estado central debera ser defendida, apoyada por va-lores tradicionales en educacin y vida familiar. En un es-tudio del Salisbury Review, uno de los principales peri-dicos de la Nueva Derecha, Seidel (1985: 107) argumentaque sta se apropi de una de las inspiraciones fundantesde los estudios culturales, las ideas de Gramsci de hege-mona: la ideologa se vuelve hegemnica no slo a travsde las instituciones del Estado, sino mediante su difusinen todas las reas de la vida cotidiana. Para desestabilizar y

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  • reemplazar a la ideologa dominante desde la SegundaGuerra Mundial, la Nueva Derecha se dio cuenta de queno slo deba ser activa en la poltica, sino que tambindeba hacer intervenciones en la cultura. Se involucrconscientemente en la manipulacin de palabras, especial-mente el proceso de renombrar y redefinir conceptosclave. En particular, la Nueva Derecha se concentr enapropiarse de y reformular los significados de cierto gruposemntico diferencia, nacin, raza, cultura.7

    Los autores de la Nueva Derecha parecen estar deacuerdo con la idea de que el mundo ya no puede ser vistocomo un mosaico de culturas discretas, y que la migraciny la dispora han generado poblaciones con diferenciasmultifacticas. Se apropiaron del lenguaje antiracista res-pecto de la necesidad de respetar las diferencias culturales.Ello no signific que se regocijaran en diferencias transver-sales e identidades fluidas, o que celebrasen la creatividadinspirada por dicha hibridez, tal como Hall mandaba(1993). Sino que invirtieron este significado de diferen-cia. Se opusieron a la dilucin de separacin que Hall va-loraba, y tornaron a la diferencia un concepto esencialistaa los efectos de reafirmar lmites: lo distintivo del ser inglsdebe ser defendido.

    Tal como lo sealaba Gilroy (1987: 60), la Nueva De-recha defini mediante la cultura al hecho de ser inglscomo el corazn hegemnico del ser britnico. Acordaroncon la idea antropolgica de que las naciones y la culturasestn histricamente constituidas, y no biolgicamente uontolgicamente dadas. Sin embargo, no usaron esta ideapara erosionar la exclusividad, sino para reforzarla. La iden-tidad nacional se defini como un sentimiento de lealtadhacia las personas como uno (Seidel 1987: 50 citando aCasey). El tipo de personas como uno, o nosotros, se de-fini como aquellos para quienes una lista de actividadesinglesas tena asociaciones placenteras o despertaba entu-siasmo. Se utiliza frecuentemente una cita de T.S. Eliot:

    [cultura] incluye todas las actividades caractersticas e in-tereses de un grupo de personas: el Da del Derby, la Re-gata Henley, Cowes, el 12 de Agosto, una final de copa,las carreras de perros, la mesa de alfileres, los dardos, elqueso Wensleydale, el repollo hervido cortado en trozos, laremolacha en vinagre, las iglesias gticas del siglo dieci-nueve y la msica de Elgar (Eliot 1948: 31, citado enWilliams 1958: 230 y Casey 1982).

    El problema con una lista como sta no es slo que,como observa Williams (1958: 229-30), Eliot se propone

    adoptar de la antropologa la nocin de cultura como uncompleto modo de vida mientras que slo le preocupanel deporte, la comida y algo de arte caractersticos de larecreacin inglesa. Ms concretamente, estas costumbresy prcticas son presentadas como expresiones de una na-cionalidad homognea (Gilroy 1987: 69) mientras que,como lo seala Seidel, esta lista es decididamente blanca ycristiana, y frecuentemente especfica en trminos de clasey de gnero. Tebbit, el ex presidente del partido conser-vador, torn al placer frente al sonido del cuero sobre lossauces en un test de lealtad nacional cuando pregunt: aqu equipo aplaudiran los afro-caribeos cuando las In-dias occidentales estuvieran de gira por Gran Bretaa? ElTest de Tebbit amenaz con transformar los sentimientosde apego en instrumentos de poltica. Hall discerni el pe-ligro de que la respuesta a una cuestin de identidad se uti-lizara como la base para conferir o denegar los derechos deciudadana. l era sarcstico ante la idea de que la lealtad alos caprichos de la forma de batear inglesa fuera el preciopara retirar el salario familiar:

    No debiera ser necesario verse, caminar, sentir, pensar,hablar exactamente como un miembro pago del hombreingls abotonado, de labio superior rgido, completa-mente encorsetado, nacido libre culturalmente, para quea uno se le concedan ya sea la cortesa informal y respetodel intercambio social civilizado o los derechos de titula-cin y ciudadana (Hall 1993: 358).

    Para la Nueva Derecha, Inglaterra se sostiene o caesobre la hegemona de una cultura particular. MargaretThatcher se hizo famosa por expresar que se senta amena-zada de ser tragada por culturas aliengenas que diluiranesta exclusiva versin del ser ingls. Sin embargo, losmiembros de minoras tnicas nunca pudieron estar lo su-ficientemente apegados a los sentimientos y valores del seringls como para que la Nueva Derecha les acordara el de-recho a participar en su definicin y desarrollo. Cuandoalgunos britnicos asiticos actuaron en trminos de unode los valores profesados como centrales al ser ingls tole-rancia y respeto por diferentes puntos de vista propo-niendo cambios a las leyes de blasfemia durante el AffairRushdie, rpidamente descubrieron que sus derechos nose extendan a la posibilidad de dar forma a dichos valores.John Patten, Ministro de Estado en el Ministerio del Inte-rior, public una carta abierta por medio de la prensa a losmusulmanes britnicos Acerca del Ser Britnico. En untono que Asad encuentra reminiscente de los administra-

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    Constructores de Otredad

    7 Otros conjuntos semnticos fueron reformulados de manera similar, por ejemplo individual, libertad, eleccin, ciudadana, consumidor yotros, previas asociaciones con sociedad, pblico y colectivo fueron minimizadas (Shore y Wright 1997: 20).

  • dores coloniales al dirigirse a las poblaciones extranjerasbajo su proteccin, Patten enunci los componentes esen-ciales del ser ingls centrales a la identidad britnica quesegn l deban aprender. Aparte de la fe y la familia, quel considera que de hecho ya comparten, estos son inglesesfluidos, que entienden los procesos democrticos, leyes ysistema de gobierno en Gran Bretaa, y la historia quesubyace tras ellos conocimiento que pocos britnicosblancos podran asegurar poseer (Asad 1993: 242). Otrosagregan a tales valores medulares del ser ingls un canon deliteratura y respeto por la autoridad.

    Esta reformulacin de la nacin en trminos de culturams que de raza fue parte del intento de la Nueva Derechaen los 80 y los 90 de redefinir el racismo a partir de laexistencia. Como Enoch Powell antes que ellos, la NuevaDerecha profes una repulsin por el racismo. Ridiculi-zaron la idea de que el mosaico de grupos humanos for-maba una jerarqua fija basada en grados de inferioridadbiolgica. Al redefinir a la raza como un sentimiento delealtad a la gente como uno, proclamaron que se tratabade una idea moral y noble. Defender la propia cultura delataque de personas no como uno era legtima autode-fensa. En una prolija inversin o negacin de las relacionesde poder (una forma de culpar a la vctima), los escritoresdel Salisbury Review acusaron a las personas que buscabanla igualdad para las minoras tnicas de provocar el ra-cismo al atacar a los blancos. Las instituciones estatales ylos valores tradicionales, por ejemplo en educacin, es-taban en el centro de la cultura que deba ser defendida.Aquellos multiculturalistas y antirracistas que buscabancambiar las acciones de las instituciones del estado o lasleyes en el inters de tratar a todos los ciudadanos de ma-nera ms igualitaria, no reconocieron la distincin queTebbit reiter en la conferencia del partido conservadoren 1997 entre la nacionalidad definida por la cultura yaquella definida por los derechos polticos: entre los ingle-ses y los extranjeros con pasaporte britnico (Indepen-dent 8 October 1997). El multiculturalismo, segnTebbit, divida (ibid.). Para los escritores del Salisbury Re-view, los antirracistas eran tambin subversivos, atacandonuestras instituciones y valores y amenazando el orden denuestra nacin. Tal como lo seala Seidel, el uso de no-sotros y nuestro como definitorios de una nacin com-porta una clara cua blanca entre los negros y antirracistasy el resto de la comunidad (1985: 115). Los escritores delSalisbury Review negaron firmemente el racismo y, sin em-brago, su encuadre del nacionalismo en trminos de nues-tra cultura indic una eleccin de recomendaciones depolticas para las minoras tnicas asimilacin completa,status retrospectivo de trabajadores invitados, o deporta-

    cin por repatriacin que eran racistas en sus implican-cias y efectos.

    En sntesis, la Nueva Derecha se apropi de las nuevasideas de cultura de los estudios culturales, el antirracismoy en menor medida la antropologa social, y se involucren un proceso de disputar y cambiar los significados decultura, nacin, raza y diferencia. Movilizaron la cul-tura para reforzar la exclusin, usndola como eufemismopara un racismo renovado, con profundas implicanciaspara las polticas pblicas y la vida de las personas (Kahn1995: 6).

    Cultura corporativaA principios de los 80, cultura se torn una palabra reso-nante en los estudios de gerenciamiento. Deal y Kennedy(1982) descubrieron la cultura corporativa y Peters y Wa-terman (1986) afirmaron que las compaas excelentes eranaquellas que tenan una cultura fuerte. Pronto, una culturacorporativa, a menudo equiparada con el enunciado de lamisin, se haba tornado el sine qua non de cualquier orga-nizacin seria. Esta literatura atribua el concepto de culturaa la antropologa: Geertz (1973), Turner (1974), Bateson(1972) y Douglas (1987) eran los ms frecuentemente ci-tados. Tanto los investigadores en estudios organizacionalescomo los gerentes en actividad dirigan su atencin a lasideas antropolgicas de cultura en busca de nuevas formasde organizarse en la economa poltica postmoderna. Sie-mpre ha habido una estrecha relacin entre la investigacinacadmica sobre las organizaciones y el pensamiento de losgerentes en actividad, de modo tal que los investigadores dela organizacin han jugado un papel central en el proceso dehacer organizaciones (Calas y Smircich 1992: 223). Esteintercambio entre acadmicos y practicantes se incrementen los 90, en la medida en que los gerentes han recurrido alos investigadores y consultores para que les provean capa-citacin para cambiar a las organizaciones. No es inusualpara los antroplogos que investigan organizaciones encon-trarse con gerentes que les solicitan referencias de publica-ciones que puedan ampliar su repertorio de metforas apartir de las cuales dirigir (Martin 1994), y con un staff quese refiere a ideas antropolgicas adquiridas en los cursos decapacitacin.

    Las compaas estn usando ideas de cultura tantoviejas como nuevas como herramientas de gerenciamiento.Algunas administraciones enfatizan que la compaa es unaentidad claramente demarcada, con un lmite frente a sumedio ambiente, que contiene grupos especficos de per-sonas organizados jerrquicamente, cada uno con una listade control de los comportamientos que constituyen la cul-tura de la compaa. Por ejemplo, McDonalds demarca su

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    Captulo 3: La construccin del otro por la desigualdad

  • espacio e identidad con el logo de los arcos dorados y unadecoracin y contenedores de comida estandarizados. Losvalores centrales de la cultura de la compaa Calidad, Ser-vicio, Conveniencia y Valor son reiterados a los gerentesen la Universidad de la Hamburguesa a fin de crear unaunin entre las franquicias que se encuentran alejadas entres (Deal y Kennedy, 1982: 193). El personal encargado delas cajas debe observar un conjunto de comportamientosestandarizados al realizar cada tarea incluyendo cundohacer contacto visual y en qu puntos sonrer a un clientedurante una transaccin. En este ejemplo, la vieja idea decultura como una entidad definida con una identidad fijay una lista de control de caractersticas se despliega en unsistema central de comando y control.

    En otras industrias, los gerentes estn usando nuevasideas de cultura como una imagen para nuevas formas deorganizarse. Esto se da especialmente en aquellas industriasen las que los productos son diseados, manufacturados yvendidos en pases diferentes. Para seguir siendo competi-tivos, los productos se redisean continuamente, y los lu-gares de produccin, los empleados, y las relaciones entreellos, cambian constantemente. Harvey describe compaascuya presencia material podra no ser ms que una caja decontratos, la enumeracin de aquellas personas que perte-necen temporalmente y por la duracin de un servicio par-ticular a la red que genera riqueza y poder para otro grupode inversores igualmente dispar y disperso (1996: 6). Dn-de est la organizacin? Un monumento arquitectnico yano simboliza a la compaa ni contiene a la fuerza de tra-bajo. El trabajo se organiza en equipos o alianzas, operandoallende las fronteras y reformndose rpidamente ante nue-vas circunstancias. Dichas compaas buscan personal queest continuamente preparado para recapacitarse, involu-crarse en la reinvencin de su persona, enfrentar riesgos ynuevas situaciones, y adquirir un portfolio de experienciasy contactos que lo ayude a saltar de trabajo en trabajo (eu-femismos para los trabajadores con contratos de trabajocortos sin seguridad laboral ni estructura de carrera, que pe-ridicamente deben reentrenarse por su cuenta y cargo ymanejan altos niveles de stress). A fin de incitar el conoci-miento de los trabajadores, los gerentes quieren que el staffse sienta con poder para participar en equipos mixtos de ge-rentes y trabajadores y ofrecer nuevas ideas para productos oformas de organizarse.

    En este contexto, la idea de actores posicionados dife-rencialmente que sean participantes activos en un procesode construccin de significado una versin de la nuevaidea de cultura es atractiva para los gerentes. La imagen

    est asociada con la retrica acerca del fortalecimiento delpoder. Trabajadores y gerentes son entrenados para tomardecisiones en equipos teniendo en cuenta la perspectiva detodos. Su atencin tambin es entrenada en esta altamentevisible y aparentemente transparente toma de decisiones,como si el poder estuviera disperso, y la organizacin des-centrada. El trabajo de Martin en los EE.UU. (1994), elmo propio (Wright 1991), y las disertaciones de estu-diantes en el Reino Unido, indican que los trabajadores amenudo son ambivalentes, experimentando un aumentoen su capacidad de poder en algunos sentidos, y a la vez per-cibiendo el salto entre la retrica corporativa y las frecuentesreorganizaciones, desplazamientos, desarme de estratos yrelocalizaciones impuestos de arriba hacia abajo. A la vezque la retrica de la organizacin como cultura subraya laparticipacin y el reforzamiento de poder, los trabajadoresven otra realidad material en las sombras. Del mismomodo, Harvey not que en la Expo 92 las corporacionessubrayaban ciertos aspectos de su cultura para el consu-midor, y a la vez otros aspectos eran oscurecidos. Las corpo-raciones usaban nuevas tecnologas para mostrar transpa-rente y reflexivamente cmo la cultura se construa me-diante mltiples perspectivas, conectividad y trabajo enredes. Lo que excluan de la representacin de este mundo,donde acordando con Fujitsu las nicas fronteras estn entu mente (Harvey 1996: 111), era la organizacin de las re-laciones de produccin. De manera similar, el uso del tr-mino cultura en el gerenciamiento tiene un efecto parcial:alienta el anlisis reflexivo de las relaciones supuestamentede poder entre trabajadores, pero no analiza cmo estasrelaciones estn situadas al interior de una organizacin in-ternacional de capital y poder.

    La literatura de gerenciamiento se hace eco de esta re-lacin entre, un primer plano, participacin localizada,capacidad de poder y el trasfondo poltico-econmico nocompletamente obscurecido. Incluso entre aquellos es-critores que ms vidamente adoptan la organizacincomo cultura (ej. Schein 1991, Smircich 1985) hay undeslizamiento de definiciones, desde la nueva idea decultura como un proceso continuo de construccin designificado, hacia la vieja idea de cultura como unacosa a la que los gerentes podran definir desde arriba yejecutar en un sistema de comando*8 y control. A conti-nuacin examinar cmo Geertz, el antroplogo ms ci-tado en estudios organizacionales, se usa en esta literaturapara indicar cmo esto ocurre y cules son sus efectos.

    Una frase de Geertz se usa por sobre todas en los estu-dios organizacionales y entre los consultores de capacita-

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    Constructores de Otredad

    8 NdT en trminos de normativas u rdenes.

  • cin: el hombre [sic] es un animal suspendido en redes designificados que l mismo ha tejido. Entiendo que la cul-tura es esas redes (1973: 5).

    Geertz us la frase arriba citada en un artculo acerca deuna redada de ovejas en Marruecos. Su objetivo era inter-pretar las diferentes construcciones que los actores unmercader judo, hombres de las tribus berberes y un colo-nialista francs situaban sobre una secuencia de eventos.Cada uno buscaba transformar a su interpretacin los even-tos mientras tropezaba con los propsitos de los dems: lo-grar un intercambio comercial, defender el honor y esta-blecer dominio. Los tres actores estaban en relaciones depoder desiguales y tenan diferentes habilidades personalespara imponer sus significados sobre los acontecimientos.Geertz aclara que estaba estudiando la interaccin entre tresmaneras de construir significado a partir de una misma se-cuencia de eventos. Especficamente no estaba tratando deaislar los elementos de una cultura, ni de especificar las re-laciones entre dichos elementos, ni de caracterizar el todocomo un sistema organizado en torno a smbolos esenciales(1973: 17). No estaba sugiriendo que los tres actores es-taban atrapados del mismo modo en una red.

    Geertz us esta secuencia de eventos para ilustrar cmoun mercader y unas tribus disidentes desafiaron al do-minio francs en los primeros estadios del colonialismopero finalmente sucumbieron a l. Es apropiado que losinvestigadores organizacionales se refieran a este artculo alrecurrir a la antropologa en busca de nuevas formas paraanalizar la organizacin como cultura en un perodo deeconoma global y cambio poltico igualmente impor-tante. Sin embargo, en esta literatura est ausente un en-foque antropolgico sobre el conflicto y el poder. Porejemplo, Smircich (1983) parte de un lenguaje precursorde Street (1993, arriba citado) cuando sugiere que culturaes algo que una organizacin tiene, ms que algo que unaorganizacin es (1983: 347). Para desarrollar este puntode vista, describe el enfoque de Geertz, el cual, concluyecon precisin, permite a los analistas organizacionales pro-blematizar el concepto de organizacin dado que el inves-tigador busca examinar los procesos bsicos mediante loscuales los grupos de personas llegan a compartir interpre-taciones y significados de la experiencia que hacen posiblela actividad organizada (1983: 351). En este punto hayun deslizamiento de las nuevas a las viejas ideas de cultura.Ella afirma que el enfoque de Geertz tiene mucho en

    comn con el de los lderes organizacionales, ya que am-bos estn preocupados por cmo crear y mantener unsentido de organizacin, y cmo alcanzar interpretacionescomunes de situaciones de modo tal que la accin coordi-nada sea posible [...] el liderazgo puede ser entendidocomo la administracin del significado y el dar forma a lasinterpretaciones (ibid.). Geertz ha sido adoptado comouna herramienta de gerenciamiento, y su idea de cultura,que tena algunos de los elementos de disputa y procesodesarrollados por las nuevas ideas de cultura, ha sido con-vertida en la vieja idea de cultura como una entidad sobrela cual debe actuarse desde arriba. All donde las ideas decultura estn siendo usadas para dirigir a un staff auto-motivado, que se organiza en redes flexibles y forma equi-pos mediante ideas de aumentar su capacidad de poder, esan ms importante el hecho de que los analistas no de-bieran adoptar la perspectiva de un directivo sobre los tra-bajadores como los objetos de estudio, tal como los estu-dios organizacionales han tendido a hacer en el pasado(Wright 1994). La atencin debiera estar en cmo los di-rectivos estn desplegando tanto las viejas como las nuevasideas de cultura a fin de lograr la participacin activa delos trabajadores en nuevas formas de organizar la produc-cin, la rentabilidad y el poder.

    Cultura y desarrolloEn mi tercer caso, la cultura est entrando en un nuevodominio, el desarrollo de ultramar, con la ayuda de los an-troplogos. Se utilizan dos ejemplos, ambos referidos aviejas ideas de cultura. En el primer ejemplo, una agenciainternacional, UNESCO, en su visin de un nuevo ordenmundial tico, traza un mapa de un mundo hecho de cul-turas como entidades discretas, sin involucrarse con el temade la lucha respecto del poder para definir. En contraste, enel segundo ejemplo los lderes Kayap han usado el film et-nogrfico para afirmar la propia definicin de su cultura, yusaron las estrategias que otros han utilizado en contra deellos para desafiar los procesos que los han marginado.

    El informe de UNESCO (1995) Nuestra DiversidadCreativa marca la culminacin del decenio de NacionesUnidas para la cultura y el desarrollo. Esta era una opor-tunidad para los antroplogos de tener una influencia ex-plcita sobre el uso del concepto de cultura, y varios an-troplogos famosos en todo el mundo contribuyeron a sudefinicin.9 El informe defiende dos definiciones de cul-

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    Captulo 3: La construccin del otro por la desigualdad

    9 Claude Lvi-Strauss fue miembro honorario de la Comisin Mundial sobre Cultura y Desarrollo. l y Marshall Sahlins escribieron artculos sobrelos cuales se basaron los primeros captulos del reporte. La antroploga mexicana Lourdes Arizpe fue designada por el Director General para Cul-tura de UNESCO para supervisar el trabajo de secretara para la comisin, hasta que fue ella misma designada Directora General Asistente paraCultura. Muchos antroplogos fueron invitados a presentar artculos en reuniones de la Comisin, y algunos fueron invitados a preparar artculospara influenciar captulos en particular, como el de Deniz Kandiyoti sobre gnero y desarrollo.

  • tura. En primer lugar, toma el argumento elaborado porlos antroplogos del desarrollo de que la cultura es noslo un dominio especfico de la vida (como economa,poltica o religin), sino que es constructora, constitu-tiva y creadora de todos los aspectos de sta, incluyendola economa y el desarrollo. En segundo lugar, sostieneque el mundo est formado por culturas o pueblos dis-cretos. El descuido de la cultura en el primer sentido alinterior de las culturas en el segundo sentido ha provo-cado que los esfuerzos en pos del desarrollo fallaran(1995: 7). Estas expectativas frustradas, aunadas con laglobalizacin y el colapso del orden mundial bipolar(1995: 9, 28), se argumenta, han llevado a confronta-ciones por recursos escasos entabladas entre identidadesgrupales estrechas (1995: 9) que han sido manipuladashasta llegar a la violencia (1995: 16). Mientras que el de-sarrollo fallido da lugar a este aspecto destructivo de lasidentidades culturales de los pueblos, el desarrollo exi-toso resultara en un florecimiento de la cultura, la creati-vidad y el progreso.

    Este argumento descansa sobre una particular visinde la diversidad cultural. Una cita introductoria de Mars-hall Sahlins define a la cultura como la forma de vida totaly distintiva de un pueblo o sociedad (1994 citado enUNESCO 1995: 21). Esta vieja visin de la cultura essostenida en un paper de Lvi-Strauss (inicialmente es-crito para UNESCO en 1952 y revisado en 1973)10, delcual se tom el ttulo del reporte. Lvi-Strauss avanzsobre lo que Eriksen (1997) llama una visin archipilagodel mundo, formado por pueblos, cada uno con una cul-tura radicalmente diferente, como una sarta de islas sepa-radas (la visin discutida por Merry, arriba). En este re-porte, a veces un pueblo se equipara con un pas, a pesarde que tambin se dice que el mundo consiste en 10.000sociedades distintas al interior de 200 estados (1995: 16).Desafortunadamente, segn el reporte, las personas seestn mezclando como nunca antes (1995: 9). En cambio,sus caractersticas distintivas debieran ser fomentadas, yaque es mirando a travs de los lmites entre culturas dife-rentes que las personas obtienen ideas para modos de vidaalternativos. La receta del reporte para la creatividad, expe-rimentacin, innovacin y dinmica del progreso consisteen una diversidad de entidades distintas con claros lmites(1995: 15). La civilizacin humana depende de la diver-sidad creativa.

    Lvi-Strauss ha proporcionado a UNESCO un mapade un mundo plano. El mosaico de culturas tiene reminis-cencias de la antropologa social de los aos 30. Pierde la

    dimensin de la cultura como un proceso de disputasobre el poder para definir conceptos organizativos inclu-yendo el significado de cultura en s mismo. En el re-porte, una voz no identificada hace las definiciones y dis-fraza su propio poder como sentido comn, o lo desco-noce. Se prev que en este mundo plural, lasnaciones-estado, ms que tratar de crear una homoge-neidad cultural nacional, debieran alentar a los diversosgrupos tnicos al interior de sus propias fronteras para quecontribuyan a la comunidad cvica con valores compar-tidos. De manera similar, la diversidad cultural en elmundo debiera estar protegida por un cdigo de ticaglobal, sobre el cual el reporte cree que el mundo puede al-canzar consenso. Al establecer los parmetros de este c-digo de tica global, la voz indefinida del reporte empiezaa hacer juicios de valor. Slo las culturas que poseen va-lores tolerantes (segn qu idea de tolerancia?) seran res-petadas y protegidas por el cdigo global. Por supuesto, lasprcticas culturales repulsivas (segn el punto de vista dequin?) seran condenadas (1995: 54). Un informe crticode los derechos humanos por la promocin de un indivi-dualismo ajeno a los valores no occidentales, recibe la res-puesta Los derechos humanos no son excesivamente indi-vidualistas [segn el criterio de quin] es slo una maneraapropiada de considerar a todos los seres humanos comoiguales (1995: 41). La visin de UNESCO de un cdigode tica global para ordenar un mundo plural descansa enuna contradiccin entre respetar todos los valores cultu-rales y hacer juicios de valor acerca de la diversidad acep-table e inaceptable.

    En contraste con el grandioso plan de arriba haciaabajo de UNESCO para un pluralismo de culturas deli-mitadas, incluso estas viejas ideas de cultura funcionande manera muy diferente cuando su definicin est enmanos de pueblos indgenas. Wagner (1975) argumentque en el acto mismo del trabajo de campo los antrop-logos inventan una cultura (en el viejo sentido) paraun pueblo. Los antroplogos se conectan a situacionesque estn ms all de sus competencias interpersonales yprcticas. Para vrselas con esto, se alientan a s mismospensando que estn tratando con una cosa y quepueden aprender cmo funciona. Algunas personas enla sociedad receptora se apropian de la perspectiva del an-troplogo en general mientras intentan controlarlo odomesticarlo y por primera vez perciben que su vida co-tidiana funciona segn ciertos patrones. El antroplogoprocede como si lo que est siendo estudiado fuera unacultura. En el proceso, lo que las personas haban hasta

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    Constructores de Otredad

    10 Agradezco a Thomas Hylland Eriksen por este punto y por una muy esclarecedora discusin sobre el reporte UNESCO.

  • ahora experimentado como un modo de vida prefijada esobjetivado y verbalizado en los trminos de Wagner, in-ventado como cultura.

    Terence Turner proporciona un ejemplo de su trabajode campo entre los Kayap en Brasil. Veinticinco aosatrs, l encontr que 700 de los 800 miembros de ungrupo haban muerto a causa de una enfermedad. Los mi-sioneros les haban dado medicinas a cambio de que losKayap adoptaran vestimentas occidentales, construyeransu aldea a lo largo de una calle, y suprimieran sus ceremo-nias. Una organizacin del estado controlaba su comercioy comunicacin con el exterior, y les robaba el dinero enefectivo proveniente de la cosecha de nueces. Los Kayapse sentan dependientes y en una situacin sobre la cual notenan control.

    Turner vio su rol como antroplogo como un descu-bridor del autntico sistema cultural y social por debajo dela corrosiva base (1991: 291). Encontraba la autnticacultura en los rituales sociales y ceremoniales que sobrevi-van an, los cuales, a su modo de ver, reproducan a losKayap como personas sociales en un universo moral. LosKayap no lo vean as: era slo la forma en que hacan lascosas. Ellos no tenan un concepto a travs del cual obje-tivar y rotular su vida cotidiana como cultura. SegnTurner necesitaban un concepto como ese para afrontarsu situacin: para darse una identidad y distinguirse a smismos como una cultura igual a la de otros pueblos in-dgenas y vis-a-vis la sociedad nacional dominante en unsistema de estado intertnico.

    Turner dice que 25 aos atrs los Kayap eran visitadospor muchos antroplogos que respetuosamente buscabanaprender y registrar la cultura Kayap. Dice que los antro-plogos eran inocentes de las implicancias polticas de suobservacin participante. Sin embargo, los Kayap se die-ron cuenta que aquello que los misioneros y administra-dores estatales usaban como justificacin para la subordina-cin y la explotacin, era tenido en alta estima por otro con-junto de occidentales. La cultura, que haba aparecidocomo un impedimento, ahora apareca como un recursopara negociar su coexistencia con la sociedad dominante.

    Despus de que se hizo el documental Mundo en Desa-paricin, los Kayap procuraron hacer ms documentalescomo forma de llegar a aquellos que simpatizaban conellos en occidente. Los shorts, remeras y cortes de pelo quehaban apaciguado a los misioneros quedaron de lado; conlos torsos desnudos, ornamentos corporales y largas danzasrituales, los Kayap actuaron su cultura como una estra-tegia en su oposicin al estado, sintiendo cada vez msconfianza.

    Los Kayap fueron excepcionales en el rea amaznicano slo en la obtencin de fondos para sus propias videoc-maras y entrenamiento para sus equipos de filmacin, sinotambin en sobrevivir en nmero suficiente y tener la fuerzaeconmica y fsica para resistir su opresin. Turner afirmaque para 1990 los Kayap haban obtenido videos, radios,farmacias, conductores y mecnicos, un aeroplano para pa-trullar su tierra, e incluso sus propios misioneros. Apoyadospor la maquinaria hasta entonces asociada con la depen-dencia, estos ahora consumados polticos tnicos habanaprendido a objetivar su vida cotidiana como cultura (en elviejo sentido) y usarla como un recurso en las negociacionescon agencias gubernamentales e internacionales.

    Los polticos Kayap parecen haber sido plenamenteconscientes de la construccin de cultura. Parecen ha-ber resuelto disputas entre ellos mismos respecto delpoder para definir. Explotaron la forma en que la viejaidea de cultura enmascara los diferenciales de poder alinterior de los grupos, y tomaron prestados los ropajes derealismo y autenticidad de los filmes occidentales quedesvan la atencin de cuestiones tales como cmo seconstruye la autoridad, quin controla la tecnologa,quin maneja la cmara, quin es retratado como activo yquin como pasivo y marginal (Moore, R. 1994). Se pre-sentaron a s mismos como un grupo homogneo y defi-nido, los Kayap, tan exitosamente que incluso el an-troplogo, que debiera haber notado el proceso por elcual ellos disputaron y construyeron su autntica vozcomunal, no lo menciona.

    Definieron la cultura para s mismos y la usaron paraestablecer los trminos de sus relaciones con el mundo ex-terior. En una historia que abarca cuarenta aos, los mi-sioneros, los funcionarios de gobierno, los Kayap, antro-plogos, agencias internacionales y agencias no guberna-mentales haban competido por el poder para definir unconcepto clave, cultura. Los misioneros y las agencias degobierno inicialmente haban usado el concepto para de-finir una entidad sobre la cual se poda actuar, produ-ciendo debilitamiento y dependencia sobre los Kayap. Laestrategia de los Kayap para recuperar el control de esteconcepto de manos de los misioneros y funcionarios degobierno y volverlo en contra de ellos fue parte de unalucha no slo por la identidad sino tambin por la supervi-vencia fsica, econmica y poltica.

    Turner muestra que la cultura puede usarse paraefectos muy diferentes, dependiendo de quin est defi-niendo. El informe de UNESCO Nuestra DiversidadCreativa parece estar buscando los resultados positivos dela definicin autnoma de cultura, evidente entre los Ka-

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    Captulo 3: La construccin del otro por la desigualdad

  • yap. Sin embargo no ve11 que los flujos de creatividadque asocia con culturas vigorosas son producto de la con-tinua afirmacin del poder para definir en un proceso po-ltico que involucra a actores locales, nacionales e interna-cionales. Esta dimensin poltica de la construccin designificado, bien entendida por los polticos Kayap, esuna dinmica ausente del reporte UNESCO.

    ConclusinHe distinguido dos conjuntos de ideas acerca de la culturaen la antropologa: un conjunto de ideas ms viejo, queequipara a una cultura con un pueblo, que puede ser de-lineado con un lmite y una lista de rasgos caractersticos; ynuevos significados de cultura, no como una cosa, sinocomo un proceso poltico de lucha por el poder para de-finir conceptos clave, incluyendo el concepto mismo decultura. Aos atrs, los antroplogos usaban las viejasideas de cultura, la construccin de una clasificacin ob-jetiva de las personas, como una estrategia para situarseaparentemente por fuera de la poltica. Ahora los antrop-logos que adoptan las nuevas ideas de cultura estn com-pelidos a reconocer que tales definiciones acadmicas im-plican una toma de posicin y son polticas, y por ende unrecurso que antroplogos y otros pueden usar para el esta-blecimiento de procesos de dominacin y marginacin oel desafo a ellos.

    La cultura tanto en sus viejos como nuevos sentidosha sido introducida en muchos nuevos dominios en los80 y los 90, incluyendo racismo cultural y multicultura-lismo, cultura corporativa, y cultura y desarrollo. A veceslos antroplogos han estado directamente involucrados,como al preparar el reporte UNESCO o filmar a los Ka-yap. A veces, polticos o gerentes han apelado a las ideasantropolgicas de cultura en busca de legitimidad. Decualquier modo, los antroplogos estn implicados en lapolitizacin de la cultura.

    En las estrategias polticas exploradas en este artculo,los actores han desplegado el trmino cultura en una can-tidad de maneras diferentes y con diferentes efectos mate-riales. Los polticos de la Nueva Derecha britnica se hanapropiado de la nueva idea de cultura, la transformaronen un eufemismo de raza, y la movilizaron para reforzarla exclusin y marginacin. En la cultura corporativa, lasviejas y nuevas ideas de cultura han sido usadas como he-rramientas de gerenciamiento, a menudo deslizndose deunas a otras, en estrategias para asegurar la participacinactiva de los trabajadores en un proceso de construccin

    de significado donde los gerentes se reservan en ltima ins-tancia el poder para definir y controlar. Los Kayap pro-porcionan un ejemplo de polticos indgenas haciendovaler su propia definicin de cultura y usndola para esta-blecer los trminos de sus relaciones con el mundo exte-rior. Conscientemente, estaban usando viejas ideas decultura con una apreciacin de las polticas de su cons-truccin. La voz de los polticos Kayap, al presentar unacultura autntica aparentemente consensual, ha logradoser escuchada en foros nacionales e internacionales. El re-porte UNESCO aspiraba a que las culturas en el viejosentido tuvieran la creatividad y el dinamismo de los Ka-yap. Sin embargo, el reporte no enfrentaba el tema cen-tral en el caso Kayap: que estaban involucrados en unalucha con el estado y las agencias internacionales sobre elpoder de definicin. En cambio, tanto el reporteUNESCO como el racismo cultural de la Nueva Derechabritnica despliegan una voz sin cuerpo, nosotros, paraautorizar una definicin de arriba hacia abajo de la cul-tura como si fuera de sentido comn o natural. Esta es-trategia, como la antigua estrategia antropolgica de obje-tivacin, intenta enmascarar o borrar la politizacin de lacultura.

    Es decepcionante que la oportunidad provista por elreporte UNESCO a los antroplogos para hacer impactosobre el uso poltico de cultura en formas beneficiosaspara aquellos en situacin desventajosa y los marginadosno haya sido usada ms efectivamente. Si nuestro objetivoes influenciar procesos locales, nacionales e internacio-nales mediante los cuales las personas son empobrecidas ysojuzgadas, nos compete reflexionar sobre nuestro propioanlisis antropolgico de cmo polticos, asesores pol-ticos y tomadores de decisiones estn desplegando viejas ynuevas ideas de cultura. Podramos aprender de nuestrosanlisis de las estrategias polticas de los otros cmo inter-venir ms efectivamente nosotros mismos en la politiza-cin de la cultura. En el contexto de lamentos recientesacerca de la prdida de autoridad de la antropologa y ladisminucin de su relevancia para el estudio de los pro-cesos culturales contemporneos (debido en parte alavance de los estudios culturales, GDAT 1996), tal refle-xin podra ayudar tambin a restaurar un muy necesariofilo crtico de la disciplina.

    Traduccin de Florencia EnghelRevisin Tcnica de Mauricio F. Boivin

    y Julieta Gaztaaga.

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    11 Quizs, dado que Naciones Unidas es un cuerpo de naciones-estado, enfatizar la disputa al interior de las fronteras del estado hubiera sido inadmi-sible. La Comisin incluy de todos modos a un muy experimentado poltico tnico, Ole-Henrik Magga, presidente del Parlamento Sami en No-ruega.

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