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    Claire Guerin-Lesueur

    Cuando la Escuela se

    acerca a los nios

    Cuadernos MEL 3

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    Introduccin

    Desde 1980, siete Hermanos y unos cuarenta colaboradores

    seglares decidieron dedicarse a una obra social, educativa, peda-ggica, dirigida a una poblacin muy marginada de Francia: losgitanos, los cngaros.

    Esta poblacin, llamada Gente Itinerante, tiene una tradicinnmada y acepta difcilmente sedentarizarse; desde hace siglos seniega a la integracin pura y simple en la sociedad francesa.Rechaza el medio integrador por excelencia, la Escuela.

    Los lasalianos tuvieron en cuenta este rechazo e imaginaron otrotipo de acercamiento a esta gente. Puesto que los gitanos no ven-an a la Escuela, la Escuela ira a ellos. Sencillamente. Teniendo encuenta su forma de vida: la caravana familiar, las zonas especfi-cas de aparcamiento, la trashumancia... pero tambin, su deseode leer la Biblia, de escribir, de situarse en los vericuetos admi-nistrativos, aprender a conducir, a dialogar con los sedentarios...exorcizar los tradicionales miedos recprocos.

    Hermosa aventura con una poblacin tan especial, apasionante,difcil.

    Pero, hermosa aventura que despierta un interrogante impotante.Cul es el papel de la Educacin?:

    proteger las culturas?, cmo?, hasta dnde? favorecer la integracin social?, hasta dnde?, por qu? integracin?, asimilacin?

    Claire Guerin-Lesueur, madre de dos nios, consagr los doceprimeros aos de su vida profesional a los hijos de los Itinerantes.Acept compartir con nosotros, en este cuaderno, su experienciaeducativa. Nos sumerge en un universo poco conocido, el de losms pobres. Nos lo hace amar.

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    A travs de su relato surge una forma de escuchar, de convivir, deservir con respeto y espritu de adaptacin. Encontramos unaforma lasaliana de vivir hoy la misin educativa.

    Este testimonio se nos ofrece para que la mirada con la que obser-vamos -personal o colectivamente- nuestra propia realidad edu-cativa se afine y enriquezca.

    Gracias Claire.

    F. Nicolas Capelle

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    Hace ya doce aos que comenc esta aventura con la GenteItinerante en el departamento del Val-d'Oise, como maestra den-tro de la A.S.E.T. Este compromiso profesional fue para m unespacio formativo: Encontrar, Escuchar y Arriesgarse en un tra-bajo junto a una poblacin muy marginada.

    Cada vez que se presentaban zonas de Itinerantes dentro delbienestar de la vida parisina esto me incitaba a mirarlos, a mani-festar mi opinin, a tomar viva conciencia de que otros, los ms

    pobres, los sin voz, estaban muy cerca de nosotros. Voy a esfor-zarme en aclarar y hacer accesible esta experiencia en lassiguientes pginas .

    Encontrar: en el primer captulo se trata de evocar, despus dedoce aos, los rostros de algunas familias con las que me heencontrado. Se trata a la vez de rememorar, homenajear con res-peto y amistad y reconocer que lo fundamental de esta experien-

    cia se desarrolla en la relacin establecida y prolongada.Esa evocacin de rostros humanos deseara devolver la dignidada todas las familias, llevar al lector al respeto y al silencio, hacerdesaparecer las conclusiones precipitadas y las generalizaciones:dar la importancia que se merece a esas vidas que tanto me ense-aron! Cada uno de esos rostros es descrito en un determinadomomento T de nuestro encuentro.

    A.S.E.T: Asociacin para la Escolarizacin de los Nios Gitanos y otros jvenescon dificultades. El anexo 2 presenta la Asociacin.Este documento ha sido elaborado a partir de un trabajo de 120 pginas en el quefui recogiendo mi experiencia profesional dentro de la A.S.E.T. Para todo tipo deinformacin, pueden contactar conmigo en la direccin: Claire Lesueur - Route deFlines - 26160 Pont-De-Barret

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    Que el lector tenga cuidado para no buscar e introducir senti-mientos que no me corresponden: la preferencia o el juicio. Quenadie se olvide de que el cngaro o el gitano no es como nosotros,y que por eso, lo que a veces juzgamos de forma negativa no lo

    es para l. A medida que leemos estas pginas, podremos descu-brir las etapas recorridas por cada una de las familias descritas ycaptar cada vida como diferente y nica, pero al mismo tiempolos aspectos que les unen: una libertad desmesurada que siemprese nos escapa y la belleza de su coraje cotidiano.

    Escuchar: el segundo captulo se interesa por el proceso educati-vo y pedaggico puesto en prctica con esta poblacin.

    Arriesgarse: el ltimo captulo presenta la eleccin profesionalrealizada como un riesgo que supone ciertas condiciones funda-mentales para que el encuentro y por consiguiente el trabajo ten-gan xito.

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    Til it a, la soledad.Recuerdo una llamada telefnica de una joven Itinerante, amigade Tilita, un domingo por la noche hacia las 23, cuando Tilitaacababa de dar a luz a Melia. Los que haban llevado a las dosmujeres al hospital, al servicio de maternidad, se haban olvidadode volver para recoger a Mara que no poda quedarse a dormirall. Fui pues a buscarla para llevarla a su casa, dejando a Tilitasola con su hija recien nacida. Por otra parte ya tiene seis ninos:cuatro varones, dos chicas: Tinn, Tintn, Cuacu, Tito, Nun, Fif.

    Despus de este primer encuentro con Tilita y su hija, intent darcon ella otras veces, consolidar lo mejor posible el trabajo consus hijos, establecer una relacin de confianza.

    Emplazamientos soportados y vida en grupo:

    Durante varios aos, encontr a Tilita viviendo con un grupo

    importante de cngaros, todos ellos primos a causa de alianzasmatrimoniales, sumergidos en dificultades de todo tipo: salud,empleo, dinero, estacionamiento, escolarizacin.

    Con ese mismo grupo viva tambin la Toda, hermana de Tilita.Siempre la encontraba triste, amargada con respecto a los dems;estos la despreciaban y se aprovechaban de ella cuando reciba elsubsidio familiar para sustraerle el dinero. A menudo me quedabaasustada por la falta de solidaridad entre las familias. Una se ima-ginaba que se ayudaban entre ellas y descubr que nadie querallevarla a correos para que cobrara su dinero, ni dejarle un sitio ensu camin para que fuera a sus compras o a la lavandera.

    As que encontr a Tilita en un antiguo solar para obreros de fbri-cas, donde, abandonada y sin fuerzas para hacer frente a sushijos, los dejaba mendigar por donde fuera unas monedas de diezfrancos. Tito haba conseguido distraer la atencin de una mujer

    portuguesa a la vuelta de sus pequeas compras y le haba roba-do su cesto de la compra junto con la bicicleta de su hijo.

    Una tarde que acababa de recibir una cantidad de dinero impor-tante despus de un reajuste del subsidio familiar, a Tilita susfamiliares le robaron la bonita suma de treinta mil francos. Este

    ENCONTRAR:

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    Trabajo duro, trabajo de hombres, recogan chatarra y quemabanlos metales que revendan a continuacin. Cuacu, Tito y el hijode Fernanda les acompaaban en esta tarea. Puesto que hay quecomer, tenemos que trabajar, me espet Tilita.

    Durante ese tiempo, Nun cuidaba de los ms pequeos, enaquella construccin fra y hmeda en la que todo el mundohaba encontrado un refugio lleno de la humanidad de Fernandaque ofreca su techo.

    Esta etapa fue importante en la vida de Tilita. Marc un desarro-llo de energa: como si surgiera una conciencia y una confianzade que se va a salir del atolladero. El ejemplo de Fernanda, fra-

    terna, enrgica, levantndose muy de maana para ir a trabajardebi de ser una de las principales razones. Esta etapa fue cortapero formativa. Algn tiempo despus volv de nuevo; encontr elportal cerrado con cadenas y el patio vaco.

    Estacionamientos con proyectos personales:

    A continuacin, Tilita se estacion a veces sola, a veces en com-paa con otras familias, pero desde entonces, siempre con unavoluntad y un orgullo firmes. En este perodo, elaboraba proyec-tos: buscar un terreno, alquilar una casa, separarse de los que leimpedan vivir, organizar su vida de otro modo, ofrecer a sus hijosalgo de bienestar: agua corriente, ducha, espacios calientes,escuela diaria.

    En el terreno de ciclocross donde se estacion durante variosmeses, un da, un incendio destruy su pequea caravana coci-

    na y estrope bastante su caravana dormitorio. Tito que debavigilar el sitio durante una tarde lluviosa y hmeda de otoo,carg demasiado la estufa de lea y caus el incendio. Gracias aDios nadie termin herido. Los bomberos y la polica estuvieronen el lugar y constataron el desastre y, sobre todo, la promiscui-dad que esta familia de seis personas tena que aguantar. Peroesto no pareci preocupar demasiado a nadie. La dejaron recogerlos restos todava calientes, arreglar la puerta y las ventanas de la

    caravana con algo de tela, tablas y cartones y, continuar su exis-tencia. Al visitar a Tilita unos das despus de este dramticosuceso, me llam la atencin su valenta, y el hecho de que esteacontecimiento no le agobiara especialmente. En tiempos pasa-dos, esta desgracia la hubiera hundido, encerrndola sobre s

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    misma, hacindola rumiar su tristeza, molestndola el menormovimiento de sus hijos y contando enteramente con la ayudaexterna.

    Hablando con ella comprend lo que contribua a darle fuerza.Descubr el secreto de su corazn: No lo digas, habra muchosenvidiosos, pero l ha vuelto. l, su marido Luis. As pues, suexistencia volva a tener sentido. Los nios se transforman fsica ysocialmente: se abrieron y parecieron por fin serenos y tranquilos.La vuelta de Luis reforz los proyectos de autonoma familiar.

    Unos meses ms tarde, eligieron domicilio al borde del campo ycerca de una granja. Al principio, rodeada de otras familias, a

    continuacin, Tilita sola en ese terreno pero feliz de estar as. Dehecho, cuando el lugar se volvi insalubre e impracticable, lasdems familias se fueron de all, so pretexto de que haba dema-siado barro y desechos.

    Tilita y los suyos hicieron otra eleccin. Limpiaron completa-mente los lugares y se aduearon del sitio con intencin de per-manecer. Ese reflejo de limpiar la porquera que han dejado otros

    es raro entre la Gente Itinerante. En general, se limpia su casa,nunca la de los dems. Tampoco se hace sentir a los otros lo queestropean, destruyen o no respetan. Toda la familia particip enla superlimpieza del terreno. Para proteger la intimidad, Luis y sushijos trajeron algunos colchones y los distribuyeron en diversossitios para que ninguna caravana externa volviera a ese lugar.

    Pero el mundo de los alrededores es hostil: los dueos del lugarse aprovechan de la soledad de la familia para imponerles su mar-cha, sin olvidarse de convocarles ante el tribunal!

    Nan

    Cuarto hijo de una familia gitana de seis (cinco varones y unachica), Nan llama la atencin por su lucidez con respecto a suentorno, sus aspiraciones y sus ambiciones. Sabe leer y escribir.

    Tiene conciencia de la actitud, a veces pasiva, que su madremantiene ante la miseria y de lo que hace falta para salir de ella:trabajar diariamente, atenerse a lo que se dice, romper con la cos-tumbre de la asistencia exterior. Nuestro encuentro comenz unda que llegu temprano al sitio donde vivan, habl mucho conl. Despus del intercambio me confes que quera a toda costavivir de otro modo. Es el primero de nuestros alumnos adoles-

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    centes de Antenas Mviles que ingres en una escuela: la escue-la scar Romero. Rpidamente, se le propuso un perodo deprcticas. Nan soaba con una formacin de panadero. Se leenvi a una panadera. Fue una transicin imposible entre su vida

    y este oficio (o quiz entre su vida y cualquier otra obligacinprofesional). No lograba despertarse por la maana, llegaba todoslos das a las diez a la panadera, no aguantaba que el amo lehiciera notar su retraso. Rpidamente, termin por no ir al lugarde las prcticas y, de la misma forma, se alej rpidamente de laescuela.

    De vuelta con su madre, vivi a veces con ella, a veces con su

    padre. ste le daba los medios para que pudiera sacar el permisode conducir. Eso le motiv para trabajar. Iba de aqu para all consu padre, su hermano Lolo, su to Juan. Tambin encontraba algu-nos arreglos y negocios para conseguir dinero por otro lado.Entonces conoci a Sandra, una joven sedentaria malgache,bachiller y que ya tena un trabajo. Juntos tendrn dos hijos yNan empezar una vida sedentaria: piso, guardera infantil, tra-bajo diario de Sandra. Qu ocurri entre ellos? Sandra se cans

    pronto de la actitud de Nan que viva de su trabajo. Nan por suparte le acusaba de escuchar siempre a su madre que no parabade rebajarle. Ms tarde, Sandra se ira con otro hombre.

    Nan volvi entonces con su madre, triste y violento. Se enfada-ba con todo el mundo, conduca a toda velocidad por caminossocavados. Sus dos hijos le vinculaban a la vida. Se mantuvounido a ellos, hizo todo lo posible para verlos y obtener su cus-todia. Finalmente lo consegui. Ms tarde form pareja con unade sus primas, Lola. Esta ltima ya tena dos hijos de dos padresdiferentes, que la haban abandonado. Esta relacin no dur.Nan no hablaba de ella ms que en trminos interesados: ConLola, se obtienen los subsidios fami liares y los de madre sol tera.Terminar asentndose Nan algn da? Ser capaz de perseve-rar un mnimo en las obligaciones de la vida y del trabajo? Haytal diferencia entre lo que dice, su toma de conciencia y sus acti-

    tudes! Cada vez, despus de sus fracasos, vuelve donde su madreo pasa algn tiempo con su padre.

    La escuela scar Romero es una pequea estructura de puesta a punto escolary de bsqueda de orientacin profesional para jvenes que abandonan el sistemareglado. La crearon los Hermanos.

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    Catana

    Mi encuentro con Catana (la hermana de Nan), llevaba la espe-ranza de una liberacin, o al menos de una brecha que se abre

    en ese contexto cultural y tnico tan hermtico.Catana es la nica hija de esta hermandad de cinco chicos. Sumadre Chuncho, perdi una nia hace unos veinte aos, a causade una meningitis. Durante un ao ms o menos, tuve a Catana

    junto a sus hermanos, primos y primas en mi camin. Con ellaaprend a mirar ms all de esa relacin algo brutal y provocado-ra de la adolescente que teme no ser vista, ni escuchada, ni com-prendida. Cada vez que me encontraba con ella, haba que reini-ciar la relacin, romper ese primer momento siempre algo brus-co. Poco a poco tuvimos intercambios ms profundos que medieron a conocer su mundo cotidiano: ayudar a su madre y sushermanos, parecerse a lo que su ambiente exige de ella. Suambiente, es decir, sus hermanos, sus abuelos maternos gitanos ypor encima de ellos, la influencia de su madre. Una chica debeayudar en la caravana, despus, casarse con un gitano, no reali-zar ningn proyecto de emancipacin, no superar a sus hermanosen conocimientos e iniciativas, conservar las tradiciones gitanas.Catana me coment sus sueos, sus deseos: ir a la escuela y escu-char a su cantante preferido.

    Luego, le propuse ir a la escuela scar Romero, pequea estruc-tura para jvenes con grandsimas dificultades sociales y escola-res, que ya haba propuesto a su hermano Nan. En esa poca,Catana tena 16 aos. Su madre estuvo de acuerdo enseguida,

    pas por encima de los temores de sus hijos y de sus parientesque vean mal esta iniciacin escolar: qu pintaba su hermanaen la escuela, no haba superado la edad? Esta integracin repre-sentaba a sus ojos ms riesgos que intereses: no habra nadie enla caravana para echar una mano a su madre en las tareas coti-dianas, riesgo de ruptura con las costumbres y las tradicionesgitanas, contacto con los chicos sedentarios y entrada en unmodo de vida, de pensamiento y de elecciones radicalmente dife-

    rentes. A pesar de eso, Catana entr en el centro scar ROMERO.Estuvo all unos tres aos. Fueron aos de apertura, encuentros,relaciones con adultos que la han iniciado a otros proyectos.Evidentemente, no ha conseguido todava una lectura fcil, peroCatana se ha arriesgado a elegir en algunas cosas, a vivir expe-

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    riencias personales: prcticas en empresas, semanas en Holandadescubriendo novedades, escritura de textos y pensamientos per-sonales gracias al taller de escritura durante el curso de francs.

    En qu medida la escolarizacin de Catana fue un xito?Seguramente lo fue en cuanto a la capacidad de expresarse yabrirse a nuevas posibilidades. Catana realiz prcticas en empre-sa en torno a sus centros de inters: peluquera, hostelera ymanutencin. Se roz rpidamente con la realidad humana denuestra sociedad: el respeto y el apoyo, la explotacin y la humi-llacin. Pero su sentido de libertad de joven gitana la hizo reac-cionar enormemente cuando pretendieron humillarla. En ese

    momento se enfad y se fue. Para terminar, la edad y las tradi-ciones volvieron a integrar a Catana en su ambiente. Quiz sehubiera obtenido otro resultado si alguna de las prcticas hubie-se podido conducir a un empleo. La importancia de esta cortaexperiencia de integracin ser lo que perdure en la mente deCatana, el camino de libertad que haya recorrido y asimilado parasu historia personal y lo que pueda transmitir a sus propios hijos.Una vez ms, ah est el misterio de lo que un da se propone, se

    siembra...Fami li a RENARD

    Mi primer recuerdo es el de una gran fogata una tarde del mes deenero, despus de clase. Aquella tarde de invierno invitaba acalentarse antes de emprender el camino. La mam me lanz:"Quieres una cerveza?" Era tan simptica que me dej invitar.Aquel da, los corazones estaban de fiesta: Polluelo, el mayor de

    los chicos, acababa de salir de la crcel despus de un mal asun-to.

    Mi segundo recuerdo es el de una fuerte discusin con Mona, unade las hijas de la familia, en el camin escuela. Ese episodio ocu-rri unos das despus de la tarde en torno a la fogata. Estabaabsorta con el trabajo de una nia bastante capacitada para eltrabajo escolar, cuando Mona que hasta entonces haba hecho las

    cosas a su antojo, me encaj: Te ocupas de nosotros o no?Nosotros tambin existimos! Impresionada hasta lo ms profun-do, me dirig del lado de Mona sus hermanos y hermanas, quie-nes de repente me aparecieron en un mundo abandonado, comolos ms abandonados y los ms difciles de contactar...

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    fuerza, su clara visin para acompaar a quien cae y tropieza. Supalabra, su dignidad al tener algo que deci r, hacer. Un nio cayhoy en el Sena. N i los bomberos, ni la pol ica pudieron hacernada. l se tir al agua para ayudar al nio. Tampoco pudo hacer

    nada.

    La mujer tiene el cuerpo que ya no le aguanta. La cabeza apreta-da con un trapo lleno de vinagre para calmar sus continuasmigraas. De repente sus pies ceden y se cae. Sus brazos, suespalda no tienen vigor. Llevan las marcas moradas de la sangreque ya no puede ms. Termin de ser madre. Llora su estado,aprieta locamente a su nieto entre sus brazos, como para asegu-

    rarse de que no lo va a perder. l va hacia la vida. Ella lo aprietatanto que al final el nio la rechaza. La mujer tiene miedo. M iedode curar. M iedo de soar. M iedo de mori r.

    Qumantiene vivos al hombre o la mujer?

    Qurecuerdos de antao, cuando era posible ganar dinero ycomer cada tarde? El trabajo, l as vendimias que tuvieron el saborde la amistad, la fiesta, la dignidad... durante esa dura labor coti-

    diana.Qumantiene vivos al hombre o la mujer?

    Un amor contra el viento de miseria que ruge en la pequea cara-vana. Unas palabras an intercambiadas: Mujer, me estsmojando con tu vinagre

    Es testaruda, no quiere cuidarse. Si supieras todo lo que le insis-to!

    Qumantiene vivos al hombre o la mujer?

    Un crucifi jo imponente, cuidadosamente atado en la ventana,hacia el que se vuelven para que sea testigo de todo lo que se vivey se dice. Y luego, un vaso de vino, una botel la. Entonces, se haceel si lencio en la cabeza y el cuerpo, como si se parara el sufri -miento.

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    Pa

    ra compa

    rti

    r

    En el relato que acaba de leer:

    1. Cmo puede calificar el tipo de escucha de la Educadora?

    2. Qu nos ensea de la escuela de los ms pobres?

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    Lo esencial de mi experiencia se realiz entre las familias desfa-vorecidas, viviendo en espacios salvajes, en amplios clanes fami-liares o a veces aislados de los dems, en dos o tres caravanas enun terreno reducido.

    Esas familias presentan dificultades de diversos tipos: precarie-dad, desorganizacin del grupo con respecto a las ciudadesdonde se estacionan, miedos y dificultades frente a la administra-cin, ausencia de cuidados, etc. Para hablar de ellos, empleare-mos el trmino asilvestrados: familias de origen cngaro,viviendo en el campo o en un bosque que todava se conserva enla regin.

    Cuando nos acercamos a sus campamentos, durante las maanasde invierno, atravesamos numerosos charcos de agua, bordeamos,a ser posible, las extensas reas de barro, todo ello en medio de unviento impetuoso que nos hiela el cuerpo. La mayor parte de lasveces no se mueve nada y podramos tener la impresin de llegara lugares exentos de vida humana. Sin embargo, slo en este clandescrito, viven ms de setenta nios de tres a diez aos. nica-mente algunos abuelos que se han levantado temprano nos salu-

    dan desde la puerta de su caravana o al volante de su camin.Tomamos el tiempo de beber con ellos un caf caliente, signo deacogida y confianza, la oportunidad de conocernos algo ms, dehablar de sus preocupaciones, de un papel que hay que rellenar,de una respuesta que tarda en llegar o simplemente de la vida. Lasms de las veces, se trata de asuntos de aparcamiento: durante elverano a la gente le gusta la vida al aire libre, justo el trabajo de ira buscar el agua por las maanas; pero en invierno, los pies meti-dos en el barro, es demasiado duro... A menudo, las personasadultas recuerdan el pasado y uno se da cuenta de que sus condi-ciones de vida, a medida que pasa el tiempo, y a pesar de la tomade conciencia social y poltica no han mejorado tanto. Tendrantendencia a empeorar... Los emplazamientos son cada vez msraros, la acogida de la gente siempre hostil y en las ciudades de laperiferia parisina, el rechazo y el racismo hacia ellos se manifies-

    tan frecuentemente. Los servicios administrativos, sobrecargadosde peticiones, cometen errores que se subsanan lentamente, sobretodo cuando conciernen a las personas analfabetas. Adems, ladivisin de diferentes servicios no ayuda a las personas ms desfa-vorecidas a ser autnomas y resolver sus problemas.

    Terminado este momento de intercambio, no es raro ver a algu-

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    nos nios asomar la cabeza por la puerta de la caravana para inte-resarse por lo que se est haciendo. Es la seal para ir reunindo-los. Una vuelta por la zona con los que ya estn despiertos nospermite conocer los obstculos superados por estas familias: las

    caravanas se han enfriado a causa del viento nocturno, a veces,las bombonas de gas estn llenas y rpidamente se puede reponeralgo del calor acogedor que d ganas de levantarse; pero a menu-do, cuando se llega al veinte del mes, las dificultades econmicasdejan las bombonas vacas. Algunos superan esta dificultadhaciendo un agujero en el techo de la caravana e instalando unaestufa de lea que rellenan con lo que encuentran por algn sitio:cajas, tablas, ramas, pequeos troncos... Estos tendrn la posibili-

    dad de calentarse durante todo el invierno, pero tendrn otraspreocupaciones y a veces otros dramas: las caravanas que seencuentran en esa situacin no se pueden vender... Y adems,surgen muchos incidentes debidos al fuego: quemaduras de nioso adultos, a causa de una cazuela de agua puesta encima de laestufa, y ms grave an, incendio de la caravana cuando haysobrecarga de lea y calor.

    Este tipo de despertador matinal es ms o menos lento: a veces losnios llegan al camin quince minutos despus de mi llegada, aveces necesitan ms tiempo, a veces no vienen... Eso se explicade diferentes maneras: la rapidez est relacionada con la ausen-cia de comida, circunstancia que hace que el nio salga ms omenos de prisa de su cama y se vaya enseguida fuera. Quiz estatrado por el calor del camin que he procurado calentar duran-te todo el trayecto. Si emplea mucho tiempo en llegar, la razn

    proviene de que puede comer, o que no ha encontrado ropa ocalzado secos. As que algunas veces se presentar con vestidosdemasiado grandes para l, con zapatos de otro miembro de lafamilia o los pies descalzos. Otras veces ni siquiera aparecer.Ante esas situaciones siempre soy discreta, aceptando el secreto,el pudor o la dignidad que se esconde detrs de estas actitudes:no querer mostrarse mal vestido; pereza de levantarse con el frodel invierno, agotamiento de llevar el estmago vaco y tener que

    hacer ms esfuerzos para estar atento; salida de los hijos con suspadres para ir a trabajar y ganar quiz algo ms de dinero paratraer comida; para las chicas, peticin de sus madres para quevayan a echarles una mano en el arreglo de la caravana o paraocuparse de alguno de los ms pequeos.

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    Otras veces, parece que llegamos a un campo de batalla, dema-siado tarde o a punto de ser expulsados. Todo el mundo est des-pierto, los hombres y los jvenes enganchan las caravanas, lasmujeres y las chicas arreglan rpidamente el interior y limpian la

    vajilla. Los ms pequeos dan vueltas alrededor de todo el jaleo,algo nerviosos... Durante el invierno, esos das de expulsin tie-nen el sabor amargo de la incertidumbre, del rechazo, la indife-rencia de nuestra sociedad hacia la Gente Itinerante. No nosimporta irnos, pero, a dnde vamos?

    El mejor momento es evidentemente el verano, cuando los daslargos y calurosos recuerdan el tiempo pasado, el de la poca de

    los carros a caballo, las praderas generosas: en esos momentos,los estacionamientos en el campo son deseados, procuran frescory sombra. Porque si las caravanas se quedan heladas en inviernocuando no hay modo de calentarlas, en verano se vuelveninaguantables de calor, cuando hay que estacionar en zonasasfaltadas o sin sombra. En esa estacin, se hace la comida alre-dedor del fuego, se cuentan historias, suenan las guitarras, losnios juegan y el buen humor es general.

    Elegir la constancia y la continuidad

    Fue necesario ms de un ao de escolarizacin, de presenciaconstante en este grupo de asilvestrados, para que los niosaprendieran a situarse y disponerse a aprender. Al comienzo eranincapaces de mantenerse tranquilos en su sitio, de comprender loque venan a hacer, de respetar el deseo de los dems y las obli-gaciones de la vida en grupo. No saban tampoco respetar el

    camin escuela y lo que all haba. Llevarse los lpices o los rotu-ladores, escondidos entre los calcetines era cosa corriente,comerse las gomas, romper su tarea, pelearse con su compaeropor menos de nada, entrar y salir del camin sin decir nada, dejarcasi siempre el trabajo sin terminar, negarse a hacer solo latarea... era el pan cotidiano. Me llamaban continuamente pornada, me tiraban sin parar de las mangas para que me dedicara aellos solos, se encolerizaban cuando les impona un momento de

    escucha, de espera o de trabajo solitario consigo mismos.

    Esta situacin es agotadora. Hay que aadir a eso, el paso fre-cuente de adultos o de hermanos mayores que vienen a llamar ala puerta del camin, simplemente para ver lo que ocurre, paraestar en un lugar caliente, para imponer la presencia de un nio

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    pequeo que no quieren cuidar, o para rellenar un formularioadministrativo.

    A veces, vienen a buscar a una de las chicas para que se ocupede un hermanito o para hacer la limpieza de la caravana durantesu ausencia y eso me es difcil de comprender y soportar.

    Otras veces, sacan del trabajo a un nio concentrado y cautivadopor lo que hace, porque toda la familia se va de compras o va avisitar a sus primos.

    En ese contexto, tambin tendramos ganas de irnos o de venirmenos a menudo. Sin embargo, un da decidimos hacer justo lo

    contrario con otras dos compaeras. Ir por lo menos dos mediasjornadas por semana, ir con los tres camiones a fin de acogerlospor diferentes niveles de edad: pequeos, medianos y mayores,mostrarse de acuerdo entre compaeras para acoger siempre almismo grupo, animar a los nios a ir a su propio grupo y no acep-tar el juego de quien quiere ir de aqu para all por todos loscamiones y explicar a los nios la necesidad de grupos de edadpara estudiar mejor. Poco a poco, esas obligaciones han ido

    teniendo sentido. Algunos nios han comenzado a tener xito yprogresar. Se han hecho cargo ellos mismos de esas reglas ele-mentales de conducta y las han exigido a los que no las respeta-ban. Al progresar, se han impuesto ellos mismos el deseo deaprender, negndose a ir de compras con su familia para perma-necer en el camin. La familia, por su parte, pas de una actituddistante y poco cooperadora ante lo que se viva en el camin, alrespeto; aceptando dejar para otro momento una compra o con-

    fiar el nio pequeo a otra familia si la hija mayor no haba vuel-to de la clase en el camin. Ellos mismos dijeron a los pequeosde no ir a molestar a los mayores.

    Ao y medio despus de esta experiencia constante y permanen-te, algunas familias manifestaron el deseo de que continuara ehicieron la observacin de que los nios aprendan mejor as. Dehecho, comprobamos que los nios saban organizarse solosahora, utilizar el material a su disposicin y respetarlo, ordenar loque utilizaban sin pensar en apropirselo a escondidas. Todos soncapaces, an los ms indisciplinados, de ir hasta el final de latarea elegida y en su mayora, iniciar una lectura sencilla de pala-bras y frases de su nivel. De la misma forma, actualmente pode-mos organizar salidas con los nios.

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    contar, leer historias por gusto de contarlas, con periodici-dad, descubrir horizontes y nuevas palabras hablar con los nios de su vida, intercambiar y anotar pala-bras de nios,

    las palabras usuales y otras palabras corrientes encontradasen las historias contadas, forman un fondo comn sobre el quese construir la lectura.

    Ese fondo comn de palabras sirve de punto de partida para lalectura. Partiendo de esas palabras, las letras y los sonidos seaprenden y la caja de palabras de cada nio se va formando. Esacaja se abre en cada leccin y se va enriqueciendo. Sirve para los

    juegos de lectura y el concurso cotidiano de lectura que mantie-ne el estmulo entre los nios. Rpidamente, se logran construirfrases sencillas. Se utilizan los nombres de los nios para el suje-to y se crean pequeos textos.

    Conclusiones: En camion escuela o en la escuela del barrio?

    No es fcil!

    Hay que decirlo, algunos das de camin escuela no son cmo-dos! Adems de la disciplina en el camin, los imprevistos mec-nicos de las maanas de invierno, los pinchazos sorpresa, losbarrizales del campamento, tenemos que encontrar los lugaresdonde van las familias despus de una expulsin, adaptarnosconstantemente a los cambios ocurridos en los grupos: llegadas,salidas, preocupaciones de tal o tal familia; todo eso tiene reper-cusiones en nuestro trabajo.

    Se trata tambin de comprender y de inscribir en nuestra memo-ria y actitud, en qu medida nuestro proceso pedaggico estrelacionado con los lazos establecidos, instaurados, la compren-sin humana de aquellos hacia los que vamos. Slo entoncespodremos iniciar aprendizajes puramente pedaggicos. Eso noocurre sin ms, y pienso que es una actitud fundamental quedebemos transmitir a los que se arriesgan en este trabajo.

    Pero existen condiciones de xitoEl xito de la integracion a la escuela depende de la paciencia deaquellos que acogen al nio y del conocimiento del ambiente.

    La acogida es tan importante para el nio como para la familia. Sila familia se siente acogida, intentar hablar con la directora o los

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    Val-d'Oise y sufri expulsiones, rechazos, alejamiento de fuentesde agua, iluminndose con velas, soportando el fro, la lluvia, elbarro del invierno y la falta de arbolado y sombra en verano.

    Tambin soportaba el peso del nombre y la fama de ese grupo.Una fama negativa, tanto en el espritu de los Sedentarios queconsideraban a ese grupo como salvajes incapaces de socializar-se, como en el espritu de los Itinerantes con ms recursos y mejororganizados que los miraban como incompetentes y portadoresde mala imagen ante los Sedentarios. Antes, esta familia vivacomo la mayor parte de los miembros de su clan, en un terrenollamado Sannois, uno de los primeros del departamento.

    Numerosas dificultades mal resueltas, obligaron a la ciudad aexcluir a todas las familias de ese terreno y a mantener en l ni-camente a las personas mayores o solas. As, unas treinta familiasse encontraron en medio del campo, despus de un corto intentode estabilizacin que les haba proporcionado bienestar a pesarde todo: agua, servicios higinicos, cercana de comercios, escue-las, electricidad, serenidad de pensar que ya no estaran a mercedde la polica que vena a expulsarles cada quince das.

    Dur lo suficiente esta corta experiencia como para inscribir enla mente de esta familia el deseo y la voluntad de una vida coti-diana ms estructurada y una escolarizacin prolongada de loshijos? Estaba anclado ese deseo de forma tenaz en la mente y laorganizacin de esa familia? De todos modos, vueltos a los espa-cios agrestes, los padres continuaron llevando a sus hijos a laescuela.

    As pues, ya sea que se encontraran a cinco, veinte o treinta kil-metros de la escuela, que los das empezaran con sol o lluvia, oque el terreno estuviera seco o con barro, se esforzaron en cum-plir con esta exigencia cotidiana.

    Evidentemente, durante esos cuatro aos, tuvimos que acoger aveces a las tres chicas de esta familia en nuestros camiones, porfalta de vehculo en funcionamiento, o a causa de una serie deexpulsiones demasiado seguidas. Pero, los padres siempre afir-

    maron su deseo de llevar lo ms rpidamente posible sus hijas ala escuela.

    Poco a poco, ante las dificultades cotidianas relacionadas con suvida de nmadas, se organizaron ellos mismos para buscar ycomprar un terrenito. Cuatro aos para ir preparndose, econo-

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    mizar dinero, encontrar un crdito, dar con un terreno a tono consu nivel econmico.

    Lo encontraron a finales del ao escolar, en 1997; no lejos deBeauvais, una zona financieramente accesible. Dieron el pasopara abandonar el grupo, arriesgarse a esta vida desconocida, sinsu grupo. Peridicamente, vuelven a ver a sus primos, pero suvida se desarrolla de otra forma. Al encontrar a la madre endiciembre de 1997, me cont su alegra de tener finalmente supropio terreno, la asiduidad de su hija mayor que va al colegiocon el autobs escolar y se levanta cada maana para llegar a lahora. Me cuenta el xito de las otras dos pequeas que van bien

    en la escuela primaria, la organizacin de la vida cotidiana, el tra-bajo del marido, los desplazamientos para las compras, estructu-rados en torno a un proyecto.

    Este ejemplo muestra que el proceso de escolarizacin surge yfunciona a partir de diversos aspectos, pero lo que consigueponerlo en marcha con toda seguridad es la conciencia, el deseoy la voluntad de la misma gente. Esta familia tena todas las razo-nes para no escolarizar a sus hijos; a pesar de eso lo hizo. Pero

    eso tom consistencia por medio de una eleccin global, ante ungrandsimo hasto de tener que soportar su modo de existencia, yvivir indefinidamente a merced de las expulsiones. Naci de unarranque de dignidad.

    Esta eleccin es la de una vida ms estable y un xito personal:buscar, encontrar y organizar su terreno, sin esperar que un ayun-tamiento aplique una ley que nadie quiere y haga creer a las fami-

    lias que un da, gracias a ella, vivirn mejor.Slo contando sobre s mismas, las familias gitanas deben esperarpara realizar su proyecto de estacionamiento y todo lo que esosupone. La familia Dhont-Siegler lo comprendi perfectamente.Este ejemplo prueba tambin que si un deseo se graba en lamente de las familias, stas son las primeras en actuar. Nosotros,con camiones escuela, podemos poco.

    Las familias van haciendo su camino; y la presencia del caminescuela en campamentos donde los nios ya estn escolarizados,no dificulta la escolarizacin de los que van al Centro Pblico, sias lo han elegido realmente.

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    Ponerse en marcha para comprender

    Las palabras recogidas en esos apuntes muestran adems el con-tinuo movimiento al que se compromete quien toma el camino delos Itinerantes. Eso implica otras exigencias: agilidad, adaptacin,deseo renovado de ir hacia.

    Esto va acompaado de humor y sencillez para entrar en relacin.Cuntas veces he llegado ante nuevos grupos de Itinerantes ovuelto despus de una larga ausencia! Qu difciles son las pri-meras relaciones! Con cunta desconfianza, pudor, sed de amis-tad y fidelidad se mezcla la mirada orgullosa de los Itinerantes ya veces nos hara meternos bajo tierra! De la misma forma, cun-

    tas madres han exigido encolerizadas un sitio para su hijo en elcamin que estaba ya hasta los topes, sin intentar comprender loslmites necesarios para poder estudiar correctamente? Qu indis-pensables son la paciencia y el humor para entender lo que sepide, explicando lo que se pone en prctica!

    Otra actitud indispensable con esos nios y adultos es la justiciay la atencin con respecto a la fuerza que pueden tener las pala-

    bras. No olvidemos que la Gente Itinerante tiene una cultura oral.Con ellos, algo que se diga con certeza tiene el valor de un escri-to que se habra firmado conjuntamente. Atencin pues a lasinterpretaciones y decepciones que puedan desacreditarnos muydeprisa. Pienso, por ejemplo, al alcalde de una ciudad que vien-do la difcil situacin en la que vivan algunas familias, se com-prometi con ellos, hablando de los esfuerzos que hara la ciudadpara que su vida fuera ms decente. Ninguno de los Itinerantes

    olvid nunca esas palabras. Para el alcalde es muy diferente;claro que las pronunci, pero slo en su nombre, una tarde deverano, sin darles un valor de absoluta seguridad.

    Cuestionar siempre nuestros medios

    Como cualquier medio, el camin escuela es un instrumento queha respondido a una realidad y, no lo olvidemos, a una peticin.Al comienzo, hubo una serie de familias Itinerantes que desem-

    pearon un papel primordial en el lanzamiento de la idea de unaescuela itinerante. Con el paso del tiempo, el riesgo sera olvidarla parte esencial del dilogo con las familias y, como consecuen-cia, no saber cules son sus peticiones y sus expectativas. En miopinin, ah se sita el primer lmite del camin escuela, que rpi-damente puede transformarse en un medio que no se vuelve a

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    cuestionar al cabo del tiempo; del que estamos tan seguros, quelas familias ya no son las primeras en la bsqueda de mediospedaggicos y no se las escucha ms para reajustar ese instru-mento a su realidad.

    El camin escuela no tiene sentido en s mismo si no es diferentede la escuela. Si slo se transforma en una clase mvil, pierde susentido, su credibilidad, su originalidad, su libertad. Slo tiene sen-tido si permanece a la escucha de las familias Itinerantes, si conti-na siendo un instrumento que les conviene para conservar sulibertad y su cultura. Slo tiene sentido si contina ponindose alservicio prioritario de aquellos que nunca, o muy raramente, acep-

    taron a nuestra sociedad a causa de su pobreza, su aislamiento, eldesprecio total, y de la que continuamente son el blanco.

    Los camiones, lo mismo que la escuela, son tiles para losItinerantes si responden a sus expectativas, si continan siendo unespacio de encuentro e intercambio, si constatan que los nios ylos adolescentes pueden aprender a leer en ellos.

    Lo esencial, como ya lo hemos hecho sentir a lo largo de estaspginas, contina siendo la actitud que se adopte para conocer yrespetar a aquellos a quienes se dirige.

    Esas constataciones se exponen aqu para que evitemos el riesgode generalizar. Efectivamente, no existe una respuesta sino diver-sas respuestas; y cada vez, la buena respuesta depende de laimpresin de xito global que tenga el nio, su familia y su maes-tro: xito del respeto, de algunos aprendizajes, del mejor conoci-miento mutuo.

    El camin escuela puede tener sentido en s mismo. Pero creo queno debe limitarse a ser solamente un pasadizo entre la nada yla escuela construida con cemento. Pienso que tendr el valor,la importancia y el sentido que le demos. Y ese sentido se encon-trar en la relacin profunda y constante con las familias. Ya lohemos visto, las diferencias entre familias gitanas son inmensas.Son la consecuencia de la situacin material de los grupos, los

    medios de estacionamiento, la toma de conciencia de cada grupo,su mirada, su espritu crtico ante nuestra sociedad sedentaria.

    Mantener un dilogo permanente, cueste lo que cueste

    Mejor que un discurso, he aqu una historia vivida:

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    Durante muchos meses, trabaj con cngaros asilvestrados engrandes campamentos. Al borde de uno de ellos haba un huerte-cito al que iba a distraerse y trabajar un hombre jubilado. Amenudo le saludaba al pasar ante su huertecito cuando iba a lla-

    mar a los nios e intercambibamos entonces algunas palabras.Cuando terminbamos la clase, volva a pasar delante del lugarcon los nios que, tambin ellos, conocan bien a este hombre.

    Tena una mirada bondadosa para con todos los nios que, aun-que a veces algo salvajillos o impulsivos, le inspiraban amistad.Los observaba yendo y viniendo, los pies desnudos en el fri y elbarro, los vea llevar agua en sus pesados bidones o traer a piealgunas compras hechas a varios kilmetros de all, vea tambin

    a los padres trabajando con sus vehculos caprichosos y seleccio-nar kilos de chatarra, vea a las mujeres lavar la ropa a mano ensus inmensos barreos y ponerla a secar durante das cuando eltiempo era demasiado hmedo.

    Vea. Y aquella mirada bastaba para dar ganas de hablarle ama-blemente, porque saba lo que aquella vida esconda en cuanto acoraje y dureza. Para l, aquellas familias vivan todava lo que l

    haba vivido de nio en un ambiente modesto que haba sufridodurante la guerra. Segn l, ese sufrimiento no hubiera debidoexistir en nuestra poca. Por eso, relativizaba las mil travesuras delos nios, los puerros y las zanahorias que faltaban en su huerto; ya pesar de ello, les invitaba a venir a cogerlos. Ciertamente, no lohaba conseguido todo en su relacin: los nios, a pesar de sudelicada amistad, lo miraban todava como a un payo, un campe-sino, un sedentario que tena ms que ellos y a quien podan robar.

    A menudo, la actitud de este hombre fue la oportunidad parahablar a los nios durante las lecciones en el camin, mostrarlesque todos los sedentarios no estn en contra suya, que algunos losven de otro modo, comprenden su vida, no los juzgan, no losacusan de robo en cuanto desaparece el primer nabo. Poco apoco los nios comprendieron tambin el respeto que debantener a un hombre como aquel. El mismo respeto con que me tra-

    taron durante doce aos. Un respeto agradecido que nos hacealgo diferentes de otros sedentarios, porque saben que se les ama.Un respeto que se manifiesta con los muchos servicios prestados,con la atencin especial a lo que nos pertenece, opuesto a la pri-mera actitud que es la del desprecio y hasta la agresividad conrespecto a los sedentarios y sus pertenencias.

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    Anexo 2

    Plano de un camin escuela

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    silencio y sus gestos bruscos me dejan en las puertas de su inti -midad.

    Luego, se dejar llevar por la mano hasta la sala de bao, como

    un nio tranquil izado despus de una profunda angustia. Y, ter-minar lavndose, perfumndose, peinndose vistindose conalegra.

    Volvemos a la escuela. Por la tarde, de vuelta a su caravana, deja-ral borde del camino esta vida forjada y marcada por su formaespecial de ser. Me devuelve a lo impenetrable de lo que nosconstituye y nos hiere, a ese repunte de energa que nos perm itevivi r a pesar de todo.

    Con Emil iana, se mantiene un lazo, esa sonrisa en la esquina delos labios cuando nos despedimos, sus burlas ll enas de humorcuando nos ocurre algn imprevisto, su m irada maanera tras elcristal de la ventana, vivaracha, casi feliz, cuando l lega la salidahacia la escuela (...).

    Extracto del diario N 6:

    (...) La sonrisa de Carmen por la maana bri l la como el sol entrelas caravanas dormidas y las l lanuras embarradas. Es la primeraque se levanta en toda la zona. Cuando vengo a buscar a Emil ianay Tutuna para llevarlas a la escuela ya est fuera sacando agua delbidn para calentarla, recoger algunos trozos de lea para alum-brar el fuego de la estufa y calentar a los que todava duermen enla caravana.

    Me sonre. Quhay en esa sonrisa? Para mi, todo el coraje coti -diano de esas fami l ias pobres. La fuerza de recomenzar cadamaana, a pesar del fro, de la noche, del barro en el que resba-la en cuanto atraviesa la puerta de la caravana. La fuerza de cui -dar lo que queda de espacio vi tal: hacer la limpieza de la casa,las compras, la comida, la limpieza de la ropa aunque el aguaesthelada.

    Quhay en esa sonri sa? Para ella, como un primer buenos das,

    como el lazo que la une a la vida, al exterio r, a la dignidad delcuidado por sus hi jos.

    A veces pienso en los monjes y las monjas que se levantan tem-prano, y en mi espri tu asocio la tarea cotidiana de Carmen, susonrisa, su coraje, su fidel idad, a la vida de todos esos seres que

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    lo han abandonado todo para ll evar al mundo en la oracin.Como si en algn sitio , en ese recomenzar cotidiano, tuv ieranalgo en comn (...).

    Extracto del diario N 10:

    (...) Insoportables! El grupo de nios agota mis ltimos restos depaciencia! Sin parar se pelean, se van a mirar por las ventanas,abren y cierran las corti nas, hablan todos a la vez, corren hacialos rales a veri ficar su trampa para cazar gorriones.

    Me enfurecen:

    Pero, por qu sois as?

    Es que, hace tanto tiempo que no has venido!En esta respuesta est todo lo que hay que aprender. La precarie-dad de nuestra actividad condicionada por las reuniones, lasurgencias del momento, las gestiones de todo gnero; todo ello endetrimento de nuestro paso por los campamentos. El deseo deaprender de los nios, la necesidad de la continuidad para cono-cerse y aprender (...)

    Extracto del diario N 12:

    (...) Anglica A., quince aos, ha fal lecido al cabo de tres das deun tumor en el cerebro.

    Lunes 2 de marzo: todas las famil ias ms pobres del departamen-to se haban reun ido en el cementerio. Rostros marcados, apreta-dos, oscuros, tristes. D etrs de ellos, el viento del invierno, elcielo gris y la autopista. Sobre cada uno de los rostros, se lee la

    pregunta brutal y tenaz frente a la muerte.

    M ircoles 4 de marzo, he vuelto a encontrar a los nios de esegrupo. Me hubiera gustado hablar con ellos de esta desaparicinbrutal . No han dicho nada, absolutamente nada. Entre ellos no sehabla de la muerte. Tampoco he dicho nada.

    Quderecho tienen al recuerdo y las lgrimas?, Cul es sumemoria?

    Esta tradicin de no hablar nunca de los muertos, permi te olvi -dar pronto?, no hundirse?

    Extracto del diario N 14

    (...) Una blusa se qued en el camin despus de que se fueran

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