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DE ' - SANTIAGO BU CUBA, 11 EEIU T FSB ¡I lili AHCHIDIOCESIS , ' . S O B K E . " 333b ESPlRíTi'SMO, S A N T I A G O D E CUBA. IMPRENTA BE LA BANDERA ESPAÑOLA,

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Page 1: SANTIAGO BU CUBA, 11 EEIU T FSB ¡I lili

DE

' - S A N T I A G O B U CUBA,

11 EEIU T FSB ¡I lili AHCHIDIOCESIS , ' . S O B K E .

" 333b E S P l R í T i ' S M O ,

S A N T I A G O D E C U B A .

I M P R E N T A B E L A B A N D E R A E S P A Ñ O L A ,

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CARTA PASTORAL DEL

E X C M O . E I L L M O . S R . A R Z O B I S P O

lAIfIát§ II f 114 AL CLERO Y P U E B L O D E ESTA - A R C H I D I O C E S I S

S O B R K

1 1 B8WUIUrVlta-ltt<Q«

SANTIAGO D E CUBA.

1 M P . D E L A B A N D E R A E S P A Ñ O L A ,

Marina alta, núm- 1.

1 8 8 1 .

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CARTA PASTORAL i»i:r.

Di:

SANTIAGO DE CUBA,

A L CLERO Y P U E B L O D E E S T A A R C M D I O C E S I S . ^

NOS E L DOCTOR DON J O S É MARTIN D E H E R R E ­R A Y D É L A I G L E S I A , P O R L A G R A C I A D E DlOS Y D E L A S A N -

T A S E D E A P O S T Ó L I C A , A R Z O B I S P O D E S A N T I A G O D E C U B A ,

C A B A L L E R O G R A N C R U Z D E L A R E A L Y D I S T I N G U I D A O R D E N

E S P A Ñ O L A D E C A R L O S I I I , S E N A D O R D E L R E I N O Y D E L

C O N S E J O D E S. M, &% &t • .

A Nuestro Venerable Dean y Cabildo Metropolitano, á los VV. Vicarios Foráneos, Párrocos y encargados de Iglesias Parroquiales y no Parroquiales, á todo el pueblo de Nues­tra Archidiócesis, y á los Capellanes y subditos de la ju­risdicción castrense,

Pax vobis. La paz sea con vosotros-1. Si en todas las épocas del año es obligación ineludi­

ble de todo buen Pastor predicar la palabra de Dios, instar oportuna é importunamente, argüir, rogar y reprender en to-

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_ 4 _ da paciencia y doctrina, fl) l o e s muy principalmente en el Santo tiempo de Cuaresma, en que la, Iglesia Católica con maternal solicitud desplega toda su actividad en pro­mover la salud eterna de sus hijos, á los cuales reparte con abundancia, por medio de sus ministros, el verdadero ma­ná del Nuevo Testamento, la verdad que les libra de sus errores é ignorancias, el alimento saludable de la pura doc­trina evangélica y el agua refrigerante de celestiales espe­ranzas. Reunidos en el templo escuchan los fieles con a-tencion las enseñanzas de la Maestra de la verdad, y, for­talecidos en la fó que profesaron en el bautismo, desechan desde luego los errores que en torno suyo propagan los emisarios de Luzbel.

2. Mas, como no todos pueden oiría voz de sus Pár­rocos, bien porque unos viven muy apartados de la Iglesia Parroquial, bien porque otros no asisten á la predicación, 6 bien porque esta se omita por quien tiene estrecha obli­gación de hacerla; hemos creido de nuestro deber dirigiros á todos, VV. H H . y aa, hh., esta Nuestra Carta Pastoral, que todos podréis leer ó escuchar su lectura, con grande aprovechamiento de vuestras almas. Y, por ser asunto de gran interés, y, como ahora se dice, de actualidad, vamos á preveniros contra un gran peligro de vuestra fé, contra una peste contagiosa que amenaza á vuestra vida y salud, contra las maquinaciones infernales del Espiritismo, que los católicos llamamos Satanismo.

3. Puede definirse el Espiritismo diciendo que es un conjunto de prácticas Y,de enseñanzas, cuyos principa­les agentes y maestros%onal frías separadas que se llaman espiritas, y que son sostenidas y propagadas por una So­ciedad que se llama espiritista. Es en 1er. lugar una prác­tica ó conjunto de prácticas; es en 2? lugar una doctrina; es en Ser. lugar una Sociedad.

I. Espiritismo ó Satanismo como práctica. 4. Conviene mucho, VV, l i l i , y aa. hh., fijar bien el

significado de las palabras, para que no se formo concepto (1) 2? ftd Tituoth c. 4, v. 2.

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equivocado de las cosas; es preciso advertir, ante todo, que no entendemos por prácticas espiritistas los fenómenos pre­parados y producidos por hábiles físicos, que con sus cons­tantes y sabias observaciones han descubierto ciertas pro­piedades de los cuerpos, y han hecho, con e¡ auxilio de es-celentes instrumentos, aplicaciones sorprendentes de esas mismas propiedades naturales de la materia. Tampoco de­ben confundirse con las prh"i%cas espiritistas los juegos de manos, las suertes de prestidigitacion, producto de la lige­reza en el manejo de determinados objetos, y que sirve para entretener á los espectadores. Ni nos proponemos tratar aquí de las prácticas de inspeccionar las rayas de las manos para predecir Ja buena 6 mala ventura, de llevar al cuello, en el pecho ó faltriquera ciertos amuletos, y bolsitas de cuero con cera, incienso, hojitas de ciertas yerbas, papeles con cifras escritas con sangre, ó con oraciones, á que se a-tribuyen no sé cuantas virtudes, gracias, perdones y privi­legios. Estas y otras muchas brujerías, de que se valen ciertas personas para dar^e importancia de curanderas, adi­vinos y protectores, y para adquirir honra y provecho entre la gente sencilla é ignorante, son ciertamente muy dignas de ser reprobadas como supersticiosas y aun criminales, pero no se comprenden bajo el dictado de prácticas espiri­tistas. Finalmente, no son prácticas espiritistas el sonam­bulismo pwramente natural, ni el magnetismo vulgar prac­ticado en forma honesta., y con absoluta abstracción de to­do pacto, médium ó conato de obtener un efecto superior á la penetración y fuerza natural del hombre.

5. ¿Cuáles son, pues, las prácticas espiritistasf 1? E l sonambulismo artificial, 6 magnetismo trascendental y mágico, que consiste en un estado de escitacion nerviosa y lucidez intelectual, producido por el llamado magnetizador en la persona magnetizada, la cual responde á preguntas sobre objetos para ella desconocidos, lee con los ojos ceirados, habla lenguas que nunca ha aprendido, y ajauncia sucesos ó descubre secretos, que por razón de la difjpancia ó la re­serva, le son naturalITIente desconocidos, perdiendo, al sa­lir de tal estado, no solo la lucidez y ciencia de que habia

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—G— dado muestras, sino también el recuerdo de todo lo que ha dicho y respondido.

2* Las mesas giratorias y parlantes. A esta práctica dio origen el suceso ocurrido el año 1848 en el Estado de Nueva-York en casa de una familia protestante de la secta metodista, de apellido Fox. Oyéronse allí periódicamente ciertos golpes, que llamaron la atención por su origen des­conocido y por su misma repetición periódica. Una de las l'óvenes de aquella familia, no sabiendo esplícar, ni querien­do sufrirtales y tan misteriosos golpes, se atrevió á interpelar al desconocido agente, diciéndole: Golpea aquí, y golpea allá. Y al instante golpeó donde ella habia señalado. Otro dia le invitó á responder á sus preguntas con tantos golpes para él si, y con tantos golpes para el nó. Y también lo hizo.

De aquí provino la práctica de poner las manos sobre una mesa que giraba, se elevaba, daba golpes y contesta­ba con signos convencionales á las preguntas de los especta­dores; de aquí el valerse de golpes de martillo, de las patas de la misma mesa para obtener respuestas á la curiosidad, interés ó gusto de los asistentes; y por esto se llamaron me­sas giratorias y parlantes. Esta práctica pasó de América á Europa, y se hizo sumamente popular en Francia.

3? La evocación de los espíritus con el concurso de los médiums. Llámanse médiums ciertas personas que se dice tienen una aptitud especial, ya para ser magnetizadas y llegar al iiltimo grado del sonambulismo artificial, ya para servir de intérpretes de los seres que intervienen en la prác­tica de las mesas giratorias y parlantes, ya, en fin, para po­nerse en comunicación con los espíritus, evocándolos, ha­ciéndoles preguntas, viéndoles en espectro, oyéndoles, es^ cribiendo y hablando en su nombre, y obedeciéndoles en todo, como dóciles instrumentos de acción respecto de los demás hombres. Son los intermediarios, de que se sirven los adeptos al espiritismo, para sus prácticas, son los emisarios de los agentes invisibles, que intervienen en esas mismas prácticas.

Los efectos ó fenómenos, que se obtienen por medio de todas estas prácticas, pueden clasificarse así: 1? Efec-

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tos mecánicos, que consisten en el movimiento, rota­ción, elevación, trasposición, golpes y ruido de objetos materiales, como mesas, sillas, bancos &. 2? Fisioló­gicos, que consisten en varios' gestos, contracciones, con­vulsiones, sueño magnético, sonambulismo, trasposición de sentidos, &. 3? Psicológicos, que se refieren á las facul­tades del alma., la cual conoce intuitivamente las enferme­dades, su origen, su duración y su remedio; conoce las co­sas ocultas y distantes; vé los objetos estando interpuesto un cuerpo opaco entre ellos y los ojos; conoce y predice co­sas futuras, aun las que dependen de la libre voluntad del hombre; discurre sobre ciencias no aprendidas; y habla len­guas desconocidas para ella.. 4'' En trascendentales 6 su-pra sensibles, que tienen por objeto personas y cosas del otro mundo, tales como el estado de los difuntos, las con di ciones de su vida, las relaciones con Dios, ó con oíros seres, los dogmas de la eternidad, de la justicia divina, y otros.

6. Todas estas prácticas son ilícitas. Por confesión de los espiritistas estas prácticas tienen por objeto investigar cosas ocultas, adivinar y averiguar las venideras, saber el estado de los muertos, obtener respuestas sobre cosas que naturalmente ignora el hombre en este mundo, y conocer los remedios de las enfermedades por medio de seres invi­sibles que intervienen como actores principales en esas es­cenas, que hoy se llaman sesiones y préicticas espiritistas. ¿Y quién no sabe que todo esto se halla ya prohibido por Dios en el Antiguo Testamento! Abramos el sagrado libro del Deuteronomio, y en el capítulo 18 encontraremos las siguientes palabras: Cuando hubieres entrado en la tierra, que te dará el Señor Dios tugo, guárdate de querer imitar las abominaciones de aquellas gentes; y que no se halle entre voso­tros quien purifique á su hijo ó á sii hija, pasándolos por el fuego: ó quien pregunte ó adivine, y observe sueños y agüeros, ni que sea hechicero, ni encantador, ni quien constate á los pi­tones ó adivinos, ó busque de los muertos la verdad. Porque todas estas cosas son abominables al Señor, y por semejantes maldades acabará con ellos á tu entrada. (1)

(.1) Dente- cap. XVIII. v v. 9. 10. .11 „v 12.

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— 8 — 7. En virtud de este mandato no solo se prohiben la

idolatría y el rito de la gentilidad, que no vacilaba en sa­crificar á sus hijos á los demonios, sino también los agüe­ros, adivinaciones, encantamientos, pitonisas, nigrománti­cos y toda clase de supersticiones, como orensivas á la Magestad infinita de Dios nuestro Señor, que quiere ser adorado El solo, y que no consiente que los hombres, sus criaturas, demos culto á otro que á E l ó de otra manera que la señalada por El. Es, en efecto, cosa abominable qu3 el hombre, que debe a m a r á Dios con todo su cora­zón, con toda su alma y con todus sus fuerzas, se dé á prác­ticas prohibirlas por el mismo Dios, y que alteran el orden establecido por Dios, para que el hombi;e llegue á la con­secución de su último fin. El inquirir por tales medios las cosas ocultas ó venideras, el buscar por ellos remedio á las enfermedades, satisfacción á una vana curiosidad ó á una pasión vehemente, no puede menos de ofender al Dios Omnipotente, Omnisciente, Óptimo, Máximo, .que con paternal Providencia atiende á todas las necesidades del hombre, y le provee de todos los medios necesarios pa­ra que sepa el único camino seguro, que le ha de conducir á su eterna felicidad. Es el Señor sumamente celoso, de su propia honra, y nosotros no podemos servir al mismo tiempo á dos Señores; por lo cual, no nos es lícito tomar parte en unas prácticos, que los mismos espiritistas tienen por religiosas, y que son un verdadero culto, una honra, una sumisión que se tributa á los espíritus, igual á aquella que Dios prohibió á los Israelitas, igual á la que tributa­ron y tributan los gentiles á sus falsos dioses, é igual á la que la Iglesia católica ha prohibido siempre á sus hijos. Esas prácticas son una verdadera superstición, que apar­tando mas y mas al cristiano del camino déla verdadera fe", Id conducen á los abismos de la apoetasía y de la incredu­lidad.

8. Ni pueden cohonestarse semejantes prácticas, di­ciendo que son, para unos materia de puro entretenimíen • to, para otros asunto de mera curiosidad, y para otros un medio excelente de salir de dudas y de incertidumbres res-

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— 9 — pecto á determinadas personas, ó á cosas de interés. Mas ¿en qué Catecismo de la Doctrina Cristiano, aprobado por la Iglesia, ha leido ningún católico, que le sea lícito entre­tenerse en prácticas supersticiosas? Aunque diga que él no tiene tal intención, falta al precepto del Señor, y es cau­sa de que se disminuya su culto, dando además el escánda­lo de que se le tenga por Verdadero creyente de la falsa re­ligión, ó nueva idolatría espiritista. La curiosidad en ese caso es un pecado, porque ya nos ha dicho San Pablo que nadie pretenda saber mas de lo que le conviene saber, sino que sepa con templanza. Non plus supere quam oportet sápere, sed sápere ad sobriétatem (1) No necesita el hombre cristiano acudir á esas prácticas para instruirse convenien­temente en el único é importante negocio de su eterna sa­lud, habiéndole el Señor provisto del sagrado depósito de la revelación. Esas gentes, dijo el Señor á los Israelistas, cuya tierra poseerás, dan oidos á agoreros y á adivinos; mas tu has sido instruido de otro modo por él Señor Dios tuyo. (2) Y Nuestro Señor Jesucristo prometió y envió á sus Após­toles el Espíritu Santo, el cual les enseñó toda verdad. Tampoco necesita el católico de las prácticas espiritistas para obtener ciencia, salud, ó remedio á sus enfermedades y necesidades, todo lo cual se lo debe pedir á Dios por los medios y en la forma que sabe le es agradable Porque, según se nos enseña en el sagrado libro del Eclesiástico, los bienes y los males, la vida y la muerte, la pobreza y la ri­queza vienen de Dios. La sabiduría y la disciplina, y la cien­cia déla Ley son de Dios. La caridad y los caminos de los bienes son de él mismo. (3)

9. Y por lo que se refiere á las prácticas espiritistas como medio de salir de dudas, incertidumbres y perpleji­dades respecto á determinadas personan, asuntos y nego­cios, diremos que, precisamente bajo este aspecto, son una fuente de inmoralidad y de desgracias. La práctica del magnetismo, tal como la describen sus partidarios, ofrece un gran peligro á la honestidad del magnetizador y de la mag-

(1) Kom. cap. XII v. 3. (á) Dent. c. 18 v. 14. (3) Eeles. Cap. XII. v. v. 14 y 15.

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—10— netizada, y aun á la salud de ésta; es una verdadera inmo­ralidad prohibida por la Sagrada Penitenciaría en 21 de A-bril y I o de Julio de 1841. La Congregación de la Santa Romana Universal Inquisición se vio también obligada á condenar los abusos del magnetismo en su Carta Encícli­ca á todos los Obispos en 4 de Agosto de 1856; en la cual, después de haber referido las respuestas y decretos emana­dos de la Santa Sede contra este nuevo género de supers­tición, introducido por los fenómenos magnéticos, de los cuales se valen muchos, no ciertamente para dar mas am­plitud y desarrollo á las ciencias físicas, como seria justo, siuo para engañar y seducir á otros hombres; y contra cier­tos libros que contienen y prDpagan los errores del Espi­ritismo, se hace mención especial del decreto de la Sagrada Congregación de 28 de Julio de 1847, que, si bien permite él usodelmagnetismo animal, es decir, el mero acto de emplear medios físicos de suyo lícitos, con exclusión de tocia ten­dencia á un fin reprobado, declara terminantemente, que la aplicación de principios y medios puramente físicos á cosas y efectos sobrenaturales con el fin de explicarlos físicamente, no es otra cosa que una decepción ó engaño completamente ilícito y he­retical Mas, habiendo crecido tanta la malicia de los hom­bres, que despreciando el estudio lícito dé l a ciencia, se han creído en posesión de cierto principio de adivinaciou, por medio del Sonambidismo y de lo que llaman clara intuición, valiéndose de una mugercilla magnetizada para ver, según dicen, cosas invisibles, hablar de religión, evocar las almas de los muertos, recibir respuestas de los mismos, descubrir cosas desconocidas y lejanas, y hacer otras cosas del mis­mo género de superstición, la Santa Inquisición afirma que en todo esto, en que se ordenan medios físicos á la produc­ción de efectos no naturales, hay tina impostura absolutamen­te ilícita y heretical, y un escándalo contra la honestidad de las costumbres. Para reprimir, pues, con eficacia tan gran maldad, escitaba la vigilancia y el celo de todos los Obis­pos á que, por medio, ya de caritativas y paternales amo­nestaciones, ya de severas reprensiones, ya finalmente por providencias gubernativas y judiciales, trabajasen en re-

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— 1 1 — prirnir y arrancar los abusos de esta clase de magnetismo, para guardar incólume el sagrado depósito de la fé, y pre­servar á los fieles de la corrupción de las costumbres.

10. La práctica de las mesas giratorias y parlantes, y la de las evocaciones espiritistas son inmorales en sus resulta­dos, éntrelos cuales debemos contar las respuestas que siem­bran los celos en los cónyuges y la división en las familias; las contestaciones que deshonran y manchan á personas bien reputadas; las que descubren cualidades, sucesos ó ac­ciones que llenan el corazón, unas veces de vanas esperan­zas, y otras de horribles temores; las que despiertan y fo­mentan abominables pasiones, que por no verse nunca sa­tisfechas, lanzan al hombre y á la mujer al abismo de la desesperación, de la locura y del suicidio. Los mismos es­piritistas se ven obligados á confesar los funestos resulta­dos, que todos los dias estamos viendo por desgracia, y son bien públicos en Europa y en América, tan perjudiciales á la salud temporal como á la eterna de las personas magne­tizadas, de los médiums y de otras muchas, que se dan con empeño y con ardor á semejantes prácticas supersticiosas é inmorales.

11. Al discurrir sobre las causas ó agentes, que pro­ducen los fenómenos magnéticos, los espiritistas no pueden menos de reconocer, que por mucha habilidad que se su­ponga en los médiums, y aun cuando muchas veces puedan ser engañados los espectadores de sus prácticas, éstas no pueden atribuirse á causas puramente físicas ó mecánicas, ni pueden reducirse al fluido llamado magnético u, od, ni si­quiera á la imaginación, invención, lucidez, penetración y travesura en la persona intermediaria. Ciertamente que puede haber muchas exageraciones, equivocaciones, ilusio­nes y aun mentiras en la relación de los sucesos y fenóme­nos, que se dicen producidos por las prácticas espiritistas, pero basta que haya muchos comprobados por el criterio de la fé humana, para que se reconozca que, siendo .siempre los efectos proporcionados á sus causas, cuando aquellos esceden la capacidad y propiedades de la materia organi­zada y de los fluidos, éstas tienen que ser de un orden su-

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— 1 2 — períor. Á un efecto propio de un ser inteligente, sabio y poderoso corresponde una causa de igual categoría, y por eso los mismos espiritistas se glorian de su triunfo sobre el materialismo, atribuyendo á los espíritus, y no á la materia, los efectos obtenidos en sus practicas.

12. Mas, ¿qué espíritus son los autores de los resulta­dos de las practicas espiritistas1! Fuera de Dios, Espíritu purísimo y perfectísirno, los católicos no reconocemos oíros seres inteligentes que los Angeles, 6 espíritus buenos, los Demonios, ó espíritus malos, y las almas humanas separadas de los cuerpos, hállense en el Cielo gozando de Dios, ó en el Purgatorio purificándose de toda mancha de culpa y pena,, ó en el Infierno padeciendo eternos tormentos. No podemos admitir que los Angeles, que son espíritus biena­venturados, abrasados en el amor da Dios, y fieles cumpli­dores de su voluntad Santísima, intervengan ó acudan á esas evocaciones caprichosas y arbitrarias, tan opuestas á la £é, como á las buenas costumbres, y tan severamente pro­hibidas por el Señor; ni ellos dependen de la voluntad del magnetizador ó del médium, ni pueden prestarse á cosa alguna, que Dios no les ordene con un fin digno de su sa­pientísima Providencia. Tampoco pueden demostrar los espiritistas que dichos agentes é interventores sean almas humanas, separadas de sus cuerpos, á las que ellas dan im­propiamente el nombre de espíritus. Y decimos impropia­mente, porque el lenguage mas propio es el que nos enseña la Sagrada Escritura cuando, al referirnos la creación del primer hombre, dice que comunicándole el Señor sobre su rostro y cuerpo organizado el soplo de la vida, quedó con­vertido en ánima viviente: et factu's est homo in animam vi-ventem (1); es el que usó Nuestro Señor Jesucristo llaman­do en su Santo Evangelio alma á la sustancia espiritual y racional, que E l vino á redimir con su preciosa sangre; es el que usó el^Concilio de Viena definiendo, que el alma ra­cional ó inteligente es la forma del cuerpo humano. (2) Siendo natural al alma humana el estado de unión con su cuerpo,

(1) Gen. o. 2. v. 7. (2) Vide Clementinam de Somma Trinitate et Fide eatliólica.

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— 1 3 — y pr éter-natural el estado de separación, sigúese con evi­dencia, que el alma humana separada tiene naturalmente menos aptitud y facultad de entender las cosas de la vida presente, y de comunicarse con los hombres que viven som­bre la tierra. Si se halla en el Cielo, gozando de eterna bienaventuranza, de seguro que no acudirá nunca á la evocación de personas non santas, y que no han recibido de Dios misión alguna para hacer tales evocaciones. Si se halla en el Purgatorio, tampoco acudirá á tales llama­mientos, como alma justa y enteramente sumisa á la vo­luntad de Dios. Si se halla en el Infierno, ciertamente que será el juguete de los espíritus infernales, pero, por si misma, y sin la permisión de Dios, tampoco se pondrá en comunicación con sus evocadores, ni podrá naturalmente enseñar, ni hacer, en el estado de separación, lo que no sabia, ni podia, estando unida á su cuerpo. Figémosnos bien, VV. H H . y AA. HH., en este punto de tanta impor­tancia: el alma unida no sabe, ni puede lo que separada, según resulta de las practicas espiritistas; luego esta cien­cia y este poder que le atribuyen los espiritistas, no le son naturales, porque entonces tendría ambas cosas en ambos estados. ¿Quién, pues le da separada ese conocimiento y ese poder sobrehumano? ¿Quién se lo quita unidal ¿Co­mo se explica la pérdida de esa ciencia y ese poder, tan luego como se verifica lo que los espiritistas llaman reen­carnación? ¿Cómo se demuestra la identidad de la que se dice evocada? Porque así lo dicen, escriben, propagan y sostienen los espiritistas, maestros infalibles, con sus orácu­los indiscutibles y su autoridad individual. ¡Y luego se atreven á censurar el magisterio infalible de la Iglesia Católica!

13. Por consecuencia de todo lo dicho debemos afir­mar, que lo que mas debe retraerá un católico de lasprac ticas espiritistas, y hacérselas mirar con horror, es la con­sideración de que los agentes misteriosos ó invisibles de esas mismas prácticas, en las que valiéndose de las mesas, ó de otros objetos materiales, ó de una persona magnetiza­da, ó de los llamados mediuns, se producen efectos sorpren.-

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—14—

(1) Jierem, cap. VIII. v. 22. (2) Cap. IV. v. 1.

d entes, muchos de los cuales esceden las fuerzas huma­nas, son los demonios, bien llamados espíritus, pero espíritus infernales, espíritus homicidas, mentirosos, de una capaci­dad y poder superiores á la inteligencia, voluntad y fa­cultades del hombre. La fé nos enseña que Lucifer con sus secuaces, que el Demonio ó Satanás con sus legiones infernales pretende separar al hombre del culto de Dios, moverle á quebrantarlos divinos preceptos, y arrastrarle á una eterna condenación, valiéndose para esto de toda clase de medios, y engañándole con mil embustes, ó apa­riencias de bien. Pues, ¿á qué católico le será lícito acu­dir á unas prácticas, en que interviene el Demonio, y fiarse de las respuestas del mayor enemigo de su alma? ¿Qué es esto, VV. HH. y A A. HH.? ¿No hay por ventura resina en Galaad, ó no hay allí médico? (1) ¿No tenéis todos re­medio eficaz para vuestros males en el regazo amoroso de la Santa Madre Iglesia! ¿No tenéis una luz inestinguible en Nuestro Señor Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vidal ¿A dónde corréis ciegos y desatentados en busca de una falsa ciencia y de una mentida felicidad? ¡Horror Nos causa decirlo! Que haya católicos que busquen la ver­dad del Padre de la mentira, que para obtener la salud, acu­dan al que fué homicida desde el principio, y que tomen por amigo, por maesteo y protector á Satanás. ¡Ah! Esto es una apostasía práctica de la fé, es una verdadera locura; es una desgracia digna de llorarse con lágrimas de sangre.

I I Espiritismo ó Satanismo como doctrina, 14. En ninguna época ha podido decirse con mas ra­

zón que en la presente, que se está cumpliendo á la letra aquel triste vaticinio del Apóstol Pablo, cuando en la 1* Carta á su discípulo San Timoteo, Obispo de Efeso, le de­cía: Mas el Espíritu manifiestamente dice que, en los postri­meros tiempos apostatarán algunos de la fé, dando oídos á espí­ritus de error, y á doctrinas de demonios. (2) El mundo marcha VV. PIH. y AA. HH. con rapidez asombrosa á su

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— 1 5 — fin, y en nuestros dias el demonio está ya obrando el miste­rio de iniquidad, (1) que hade preparar el camino al Ante­cristo. E l Demonio fué sin duda quien suplió en el ; siglo 16 al Apóstata Lutero, y á los demás corifeos de la Refor­ma protestante el falso criterio del espíritu privado . como intérprete de la Biblia, con el cual no solo hicieron girones la túnica inconsútil de Jesucristo, sino que desfiguraron, alteraron y negaron las verdades reveladas. De la multi­tud innumerable de sectas engendradas por el espíritu de rebelión contra la autoridad doctrinal de la Iglesia Católi­ca, ha nacido el monstruo clel Racionalismo, que constituye a l a razón individual en único criterio de verdad, y recha­za toda doctrina del orden sobrenatural. Pero, como la ra­zón humana, aislada y abandonada á sus propios esfuerzos, es impotente para sustituirlas creencias católicas con otras creencias [porque alguna es necesaria], al aposta tar le la fé, ha dado oído á los espíritus del error, y á doctrinas de De­monios. Attendentes spiritibus erroris, et doctrinis daemoniorum.

15. Cuál sen-el Espiritismo ó Satanismo, como doctri­na, fácil es comprenderlo considerando, que las enseñanzas de los espíritus son heréticas y absurdas. Conviene notar ante todo, que los mismos que tanto se escandalizan de la infalibilidad del Romano Pontífice, dogma que no entienden, ó maliciosamente desfiguran, admiten sin reparo las afir­maciones del Orí>cu!o y Jefe doctrinal del Espiritismo, de Mr. Alian Kardek, pseudónimo de Mr. Reivail, cuyas obras tituladas ,,Revista Espiritista" ,,Espiritismo en su mas simple espresion," ,,E1 Libro de los Espíritus" y ,,E1 Li­bro de los médiums" fueron prohibidas por la Congrega­ción del Santo Oficio en 1864. Y con muchísima razón, porque en ella^ se contienen las siguientes enseñanzas:

1? ,,E1 Espiritismo es independiente de todo culto pa r t i cu la r . . . .no prescribe ninguno .se puede ser ca­tólico, griego ó romano, protestante, judío, m u s u l m á n . . . , y á la vez espiritista." Basta con estas frases, tomadas de los libros citados, para convencerse de que el' Espiritismo, como doctrina, es impío é irrelijioso, es indiferentista y ene-

(,1) 2'} ad Tliesal. cap. 2. v. 7.

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—16 — migo de toda demostración de culto á Dios. Prescinde de tales ó cuales dogmas, desprecia la Revelación, y contra­dice abiertamente á Nuestro Señor Jesucristo, el cual nos ha enseñado, que el que no creyere se condenará (1). E l Espiritismo echa abajo todas las religiones, para fabricar sobre sus ruinas, inclusa la de la Católica, la Religión que llama del porvenir, la Religión del corazón, el Nuevo Pan­teón de toda creencia religiosa, la Academia de Satanás, que trabaja desde muy antiguo por arrebatar á Dios el do­minio de las inteligencias y los obsequios de la verdadera íé, levantando su cátedra pestilente del error y del vicio sobre las' anchas bases de la incredulidad, de la indiferen­cia y de la tolerancia religiosa.

16. A tan abominable enseñanza del Espiritismo de­bemos oponer desde luego la doctrina católica sobre la necesidad de la íé para salvarse, sobre la unidad de la verdad revelada y sobre el absurdo que envuelve la to­lerancia religiosa, que consiste en aceptar como buenas, é igualmente agradables á Dios, todas las religiones, soste­niendo que lo mismo dá creer en Jesucristo, que en Maho-ma; que es igual afirmar el misterio de la Santísima Tri­nidad, que negarlo; admitir la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, que rechazarla, etsic de céteris.

17. 2?- El Espiritismo niega la existencia délos De­monios. ,,Según la doctrina de los espíritus acerca de los Demonios, el Diablo es la personificación del mal; es un ser alegórico, compendio de todas las malas pasiones de los espíritus imperfectos. Los espíritus no son otros que las almas, las almas no son mas que los mismos espíritus." No dirán los espiritistas que les calumniamos al referir es­ta anti-católica afirmación, sacada de las obras antes men­cionadas como prohibidas. Contiene dos errores que son manifiestas heregías: 1? que no existen demonios; 2 o que los espíritus no son sino las almas. Así le conviene á Satanás ocultarse tras una mentira, porque siempre ha sido el pa­dre de ella, lo mismo cuando se ocultó bajo la forma de la serpiente, y aseguró á Adán y Eva que no morirían coinien-

(1) Marc. c. 16 v. 16.

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—17— do de la fruta vedada, que cuando se trasfigura en Ángel de luz, (1) para engañar con falsas revelaciones, enseñando por los médiums cosas contrarias á la fe". Empero, ningún católico ignora que debe desechar como herético todo a-quello, que se opone á la doctrina que le enseña la Santa Madre Iglesia,. Y es clarísimo é indubitable, que la exis­tencia de los espíritus caidos de la gracia de Dios, se halla comprobada, igualmente por los libros sagrados del Anti­guo Testamento, que por los del Nuevo; que no hay cosa mas sabida, y mas constantemente admitida por el pueblo Hebreo y por el Cristiano; que hasta en los pueblos desti­tuidos de la revelación, tanto antiguos como modernos, se ha reconocido esa misma verdad, cuyo origen es la tradi­ción primitiva acerca de los sucesos de la creación. Sobre esta misma base de la Sagrada Escritura, de la Tradición y de la Historia se mantiene clara y brillante la verdad de que esos espíritus malignos son muy diferentes de las al­mas, y que el alma humana no puede confundirse, ni mu­cho menos identificarse con los espíritus, cuyos oráculos tan ciegamente admiten, y tan servilmente defienden y pro­pagan los espiritistas.

18. 3? El Espiritismo, valiéndose de las falsas suposi­ciones de la preexistencia de las almas, de sus trasmigracio­nes, reincamaciones, animaciones é incorporaciones, que lla­man pluralidad de existencias, niega uno de los dogmas mas importantes de nuestra Religión, es á saber, que siendo el hombre libre en sus operaciones, y habiéndole puesto Dios delante el bien y el mal, la vida y la muerte, para que eli­ja, es responsable de su conducta en este mundo; al salir del cual por la muerte, se encuentra con el Supremo Juez de vivos y muertos, que premia á los buenos con la Gloria del Cielo, y castiga á los malos con las penas eternas del Infierno. Y, como según nos enseña San Pablo, es cosa horrible caer en las manos de Dios vivo, (2) principalmente para los hombres que viven apartados de Dios por el peca­do, por eso los demonios, deseando quitarles todo freno re­ligioso, y arrastrarles á los mayores crímenes sin remordi-

(1) 2* ad Corint, Cap. XI. v. 14. (2) Hoebr. e. 10. v. 31.

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— 1 8 -mieuto, les enseñan la exención de la responsabilidad de sus actos, la serie indefinida de pruebas, que vienen á dejar­les impunes de los mas atroces delitos, y un destino com-pletamenle opuesto al que les tiene marcado la Justicia Divina. Enséñanles por sus médium que ,,el Cielo es una cosa imaginaria;" que ,,la muerte es nada"; que ,,los malos no serán separados de los buenos;" que ,,el alma entra en la inmensidad"; que ,,el Infierno verdadero está en la Tier­ra;" que ,,el pecador después de su muerte recibe de Dios una ligera reprensión;" que,,el culpable habita un lugar de espiacion con una sociedad correspondiente á sus gustos," y que ,,allí se purifica sin padecer nada."

19. Ahora ya comprendereis, VV. H H . y AA. HH., porqué son muchos, los que aceptan las enseñanzas del Es­piritismo. Han renegado de la fé de sus padres, han aban­donado las prácticas de la Religión, viven licenciosamen­te, tienen graves pecados que espiar; y, aunque sienten á veces el aguijón del remordimiento, no oyen la voz de Dios que les llama á penitencia, porque no tienen valor para romper las cadenas de sus vicios. Por esto, aun contra-liando el testimonio de su conciencia, y haciendo por olvi­darse de la muerte y del juicio terrible que les aguarda, pregonan las doctrinas del Espiritismo, que les declara exen­tos de responsabilidad, y llegan hasta el estremo de negra la existencia de Dios, que les ha de juzgar y condenar. Dijo el necio en su corazón, no hay Dios. Dixit insipiens in cor de suo, non est Deus. (1) Mas ¿quién les pondrá á cubierto de la ira de Dios, ni como podrán ocultarse de su vista, ó escapar de sus manos?

20. 4? El Espiritismo, no solo niégala eternidad feliz ó desgraciada del hombre después de este mundo, sino tam­bién el pecado original, la Divinidad de Jesucristo, de su misión, y de su doctrina; sus ejemplos, milagros y profe­cías; su-Redención, su Resurrección y todos los Misterios que nos enseña el Santo Evangelio, según los profesa, entiende y esplica la Iglesia Católica, y en suma, niega el Cristianismo, para proclamar el Satanismo. Por mas que

(1) Psalm. 13. v. 1.

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—19— proteste aparentemente de espíritu reformador y mas per-fecto que el Cristianismo, su obra es de verdadera destruc­ción, de suplantación del reinado de Jesucristo, como es fácil conocer por los tristes resultados, que en todas pai­tes están dando las funestas enseñanzas que dejamos a-puntadas, y otras muchas, qué no hay necesidad, dé enumerar.

21. Hé aquí porqué Nos vemos precisados á adverti­ros, VV. H H , y aa. hh,, que no podéis leer ningún libro, fo­lleto, novela, periódico ó escrito, que contenga doctrinas del Espiritismo, y que, en especial, los que tengáis éh vuestro poder alguna de las obras de Alian Kardék antes enume­radas ó „E1 Evangelio sagun el Espiritismo," Ó „La Re­vista Espiritista," debéis entregarlos á vuestros confesores, á algún Sacerdote, ó áNtro. Secretario de Cámara, para qué lleguen á nuestro poder, según las prescripciones de la Iglesia. Porque, conteniendo dichos escritos doctrinas Con­trarias á la fé, están severamente prohibidos á todos los fie­les, y los que se atrevan á defender dichas doctrinas, in­curren en ex-Comunión, reservada especialmente al Ro­mano Pontífice, según la Bula del Papa Pió I X Aposto­lices Seclis.

El Apóstol S. Pablo escribiendo á los fieles de Grala-cia, les decia:Jfe maravillo como asi tan de ligero os pasáis de aquel, que os llamó á la gracia de Cristo, á otro Evangelio: Por que no hay otro, sino que hay algunos que os perturban, y quieren trastornar el Evangelio de Cristo. Mas, aun cuando nosotros, ó un Ángel del Cielo os evangelice fuera de lo que no­sotros os hemos evangelizado, sea anatema. Sed licet nos, aut Ángelus de Codo evangelicet vóbis, prceter quam quod evange-lizdvimus vóbis, anáthema sit. (1) Ya lo sabéis, W . H H . y AA. H H , toda enseñanza diferente ó contraria á la evan­gélica, tal y como la entiende la Iglesia Católica, debe ser condenada, y el que ]a defienda, anatematizado, aun cuando se la hubiere anunciado un Ángel, cosa en verdad imposible,-pero el Apóstol encarece de este modo, la unidad de magisterio, que se deriva de la unidad de la verdad.

(1) Ad Gsilat, Cap, I . v. v. G, 7 /et -8 .

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—20— Pues ¿con euánta mas razón deben desecharse esas ense­ñanzas heréticas y absurdas dadas por los espíritus del error, esas doctrinas de los demonios? Todos los que de católicos se precian, si por desgracia hubieren dado oidos á los Maes­tros del Espintismo, y conservasen todavía libros, ó escri­tos de los que contienen tan reprobadas enseñanzas, debe­rían imitar, en la forma que antes hemos indicado, el no­bilísimo ejemplo, que dieron muchos de los recien conver­tidos en Efeso por San Pablo; los cuales, no solo venían confesando y denunciando sus hechos pecaminosos, sino que muchos ele aquellos que habían seguido las artes vanas de la astrologia y la magia, trajeron los libros, y los quemaron de­lante de todos. (1)

22. Hay una circunstancia en el Espiritismo como doc­trina, ó en el magisterio espiritista, que no podemos pasar­la en silencio. Sabemos los católicos que las almas separa­das, ó los muertos, no se aparecen, ni enseñan nada á los vi­vos, sino por disposición de Dios, que entonces obra un milagro; y que no habiendo motivo para tal milagro, las pretendidas apariciones y enseñanzas deben atribuirse a los demonios. (2) Por lo cual, dejó escrito Tertuliano, que „en las operaciones mágicas se fingen los demonios, como si fueran muertos pero que los demonios obran bajo aparien­cias de almas humanase In qua [magia] se daemones per-inde mortuos fingunt sed daemones operantur sub obtentu earum [animarum]. (3) El mismo Tertuliano hace men­ción de ciertos herejes que prometían evocar las almas de los Profetas, lo cual no admite, diciendo que „los cristia­nos, lejos de creer que el Demonio evoque el alma de algún Santo ó Profeta, sabemos que Satanás se transfigura en Án­gel de luz, y no solo en hombre de luz, y que al fin del inundo asegurará que es Dios." (4) Y San Agustín dice:

(1) Actorum: Cap. XIX v. 19. 1

i2) Summa S. Thomae, parte 1? quaest. 89. Art. 8? (3) Tertull. De anima. Cap. 57. (4) Ucee hodie ejusdem Simonis haeréticos tanta praesumptio artis (magieae) exto-

llit, «í etiam prophetarum ánimas ab inferís moveré se spondeant. Ahsit, ut ánimam ali-cujus Sancti, nedum prophetae, á daemonio credamus extractam, edocti quod ipse Sata­nás transfiguratw in Angelum lucis, nedum in hóminem lucis, etiam Deum se adsevera-turus infine. De ánima, cap. 57.

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— 2 1 — Estos espíritus, falaces, no por naturaleza, sino por vicio, apa­rentan ser dioses, 6 almas de los difuntos, mas no aparentan ser demonios, sino que lo son en realidad, (1) Pues bien, la mas execrable de todas las mentiras diabólicas del Espfc ritismo, la mas atrevida impiedad é impostura de los espfc ritus es afirmar, que los Apóstoles de Jesucristo, los Santos mas notables de la Iglesia, los varones mas eminentes eií ciencia y en virttud mientras vivieron en este mundo, vie­nen desde el otro á enseñar los errores espiritistas, y á de­clarar que son fábulas las verdades de la fé, que ellos mis­mos enseñaron y defendieron con tanto ardor. Así abusan los espiritistas del nombre y de la autoridad de los defenso­res de la Iglesia, convirtiéndolos, después de muertos, en apóstatas de la única Religión verdadera, y sirviéndose de ese mismo nombre, de esa misma autoridad de tan Santos varones, para destruir la Iglesia Católica; porque afectan ig­norar, ó no creen qu.3 está fundada sobre una base incon­movible; y que las puertas del Infierno jamás prevalecerán contra ella,. Etportae inferí non praeválébunt adverms eam.(2)

III. Espiritismo ó Satanismo como Sociedad.

23. Existen desde el principio del mundo las dos Ciudades de que nos habló San Agustín, la Ciudad del bien y la Ciudad del mal; la sociedad de los hijos de Dios y la sociedad de los lujos del Di?blo; la Iglesia de Dios, que comenzó con el justo Abel, y la muchedumbre de se­cuaces de Satanás, que beben como agua la iniquidad; los hombres fieles á las inspiraciones del Espíritu Santo, y los hombres afiliados á la bandera del Espíritu maligno, cuya» sugestiones siguen, y cuyos planes favorecen. Así como creemos la Comunión de los Santos, tampoco podemos po­ner en duda la comunicación, el comercio, la asociación pa-

(1) -H* spiritus, non «atura, sed •eitío faüaces, simulant se déos et ánimas'defuncto-nm, daemones autem non simulant, sed plañe sunt.

De civitate Dei, libro 10. Cap. 11? (2) Matth. Cap, 16. v. 18.

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—22— ira el mal de los pecadores con eF ejército de los 'espiritas infernales capitaneados po v Lucifer. La obra de Satanás es de rebelión contra Dios, de usurpación de los honores divinos, de destrucción de la obra de Jesucristo; y para la ejecución de ese plan inicuo, gana adeptos entre los hom­bres, les aparta de la verdadera fé, y les reúne, organiza y reglamenta por medio de otros hombres. Estas reuniones de hombres impíos, estos grupos de ministros de Satanás-son de diferentes clases, y se dedican á diferentes trabajos; pero en la actualidad podemos citar, como principales, todas las sectas conocidas con el nombre de Francmasónicas'j lá Sociedad Espiritista. No vamos á tratar aquí de las pri­meras, ni necesitamos demostrar la existencia de la segun­da;' solo nos limitaremos á probar que no es lícito á ningún católico afiliarse á la Sociedad espiritista.

24. Esta verdad se desprende con toda claridad de lo que ya llevamos espuesto, pero necesita ser inculcada con tanto mas ahinco, cuanto que vivimos en una época de frivolidad y de indiferencia tal, que las novedades inventa­das por los enemigos de la Religión para propagar el reino de Satanás, mediante la destrucción de la fé y- la corrup­ción de las costumbres, se toman cómo meros entreteni­mientos; y, por el contrario, las instituciones de piedad y caridad fundadas y sostenidas por nuestros católicos ante­pasados, unas han desaparecido y otros están como agoni­zando. ••' Los nuevos regeneradores de la sociedad nos atur­den los .oídos pregonando por do ; quiera él principio de asociación, principio practicado con fé y sostenido con perseverancia por diferentes clases de la sociedad en aque­llos tiempos, en qué los hombres seguían dócilmente las' inspiraciones del Espíritu Santo, y subordinaban los asun­tos temporales á los intereses eternos de su alma. ¿Qué. significa, pues, esa predicación en boca de hombres sin fé, y enemigos de las instituciones católicas? Significa que se. reúnen por instigación de los espíritus malignos, que se asocian para el mal, que en sus sesiones tratan de asuntos prohibidos según los principios de Nuestra Santa Religión. Tal es, entre otras, la Sociedad Espiritista, verdadera Sina-

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— 2 3 — goga de Satanás, constituida, reglamentada y propagada, con gran ardor en Francia y en otras naciones de Europa, en muchas poblaciones de América, y hasta, según se Nos. ha informado, en esta religiosa ciudad de Santiago de Cuba. Aquí, donde ni la Hermandad de la Misericordia, ni la Co­fradía de San Pedro son ya sombra de lo que fueron, y en donde ha desaparecido, hace años, la Sociedad de Caballe­ros de San Vicente de Paul, escita la curiosidad, según di-cen, y tiene adeptos la Sociedad Espiritista con el nom" bre de Centro de estudios psicológicos, "La Caridad." La Caridad, ¡Dios mió! que profanación! ¡que usurpación! Per­ro, no es estraño que el Demonio, que como dice San Ber­nardo es la Mona de Dios, Simia Dei, porque, á fin de enga­ñar al hombre, remeda las palabras, el lenguage y los me­dios establecidos por Dios para salvarle, sugiera á sus adep­tos tal imitación para perderlos. Ya nos dice la Sagrada Escritura de los Magos de Faraón, qué al ver los milagros de Moisés, que llamamos plagas de Egipto, ellos procuraron remedarlos por medio de sus encantamientos. Fecerunt si-militer. Y podemos decir que todos los trabajos de la So­ciedad Espiritista, como sugeridos por el Demonio, tienden á desfigurar la verdad y á encubrir el error; á aparentar virtudés, : donde hay vicios; á presentarse como creyente, religiosa, bienhechora y mas perfecta que la Sociedad for- ;

mada por N. S. Jesucristo, que la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, en la cual ríhicamente se halla la ver­dad religiosa v la virtud pura, no habiendo salvación para" los que culpablemente viven y mueren fuera de ella.

25. Rasguemos, pues, la máscara de esa sociedad anti­católica, despojémosla de su disfraz, reconozcamos bajo la piel de ovejas a los lobos rapaces que vienen á dispersar y devorar el rebaño de Jesucristo, y hagamos pedazos esas caricaturas indecentes, en que han pintado á su capricho la verdad y la virtud. Aquí es muy oportuno recordar lo que el Apóstol S. Pablo deciaálos fieles de Corinto de los falsos Apóstoles:' Por que los tales falsos Apóstoles son obre­ros engañosos, que se transfiguran en Apóstoles de Cristo. Y no es de estrañar, porque el mismo Satanás se transfigura en.

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—24— Ángel de luz. Y así no es mucho, si sus ministros se iransfi* gurán en ministros de justicia; cuyo fin será según*sus"obras. (1) Mas todo aquéllo, dice el mismo Apóstol, que no es confor­me al dictamen de la conciencia, es pecado. Omne, quod non est ex fide, peccatum est. (2) Todo lo que favorece la indife­rencia, la incredulidad, la superstición y la tolerancia reli­giosa, está prohibido á todo buen cristiano, que sabe no hay mas que un solo Señor, tina solafé, y un solo bautismo. (3) Pues, ¿quién duda que el afiliarse á la Sociedad espiritista es contribuir á la práctica de la superstición, al cuito de Sa­tanás, al sostenimiento de una multitud de cátedras de doc­trinas heréticas y absurdasf La fé debe conservarse con todo cuidado, y por eso debe el católico hacer frecuen­tes actos de esta virtud teologal, evitando todo peligro de errar en cualquiera de sus dogmas. Y no veis, hh. mm. que es imposible respirar la atmósfera de la Sociedad espi­ritista sin detrimento de la fé? Cómo puede llamarse verdaderamente religiosa una sociedad, que ofende á Dios con el culto del Demonio? ¿Cómo hande agradar á Dios las oraciones de los espiritistas, que se atreven á invocarle para cosas, que Dios ha prohibido? A tal punto de aber­ración y de cinismo llegan hombres, que se creen maes­tros en Religión, y son, sin embargo, rebeldes al magis­terio infalible de la Iglesia Católica.

26. La Sociedad espiritista tiene por objeto, según di­cen sus Reglamentos, estudiar los fenómenos relativos á las manifestaciones espiritistas, y su aplicación á las ciencias y á las costumbres; es decir, se propone nada menos que la re­novación completa de las ideas religiosas, la introducción de un nuevo sistema de vida pública en todas partes, que haga abandonar la Religión Católica, y la estincion de los remordimientos de la conciencia por medio de las prácticas y de las enseñanzas dadas por Satanás. Pero, si estas prác-

(1) 2? á los de Corinto, o. 11. v. v. 13, 14 y 1¡>. (2) Kom. eap. 14. v. 23. (3) Epbes. c. 4. v. S.

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— 2 5 — ticas son supersticiosas, inmorales y peligrosas; si estas ense­ñanzas son heréticas y absurdas, ¿no es evidente qué ningún católico puede afiliarse á semejante sociedad! Aun cuan­do se propusiese un buen fin al dar su nombre para ser ins­crito en los registros de ella, no por eso le seria lícito ha­cerlo, porque nunca, jamás puede el fin justificar los me­dios. Non suntfacienda mala, ut eveniant bona. Y ¿qué" fin bueno puede proponerse? La bondad del fin se ha de ajus-tar á la ley de Dios, á la conveniencia del objetó con el fin último del hombre; el fin del hombre es conocer, ala­bar, reverenciar y servir á Dios, y mediante esto, salvar su. alma. Para conseguir este fin claro es que no hay necesi­dad de ingresar en la Sociedad espiritista, antes por el con­trario, se debe huir de ella para dar cumplimiento á las so­lemnes promesas del bautismo, según las cuales el cristiano renunció á Satanás, y á sus obras, y obra suya es sin duda la Sociedad espiritista.

27. Ved ahora, VV. HH. y aa, hh., otra consideración importante: Por los frutos se conoce el árbol; no puede un árbol bueno dar malos frutos, nos ha dicho Nuestro Señor Je­sucristo, ni el árbol malo dar buenos frutos. Non potest arbor bona malos fructus faceré: ñeque arbor mala bonos fructus fa­ceré Igitur exfructibus eorum cognoscetis eos. (1) Y ¿cuá­les son los frutos ó resultados de la Sociedad espiritista?

1? La pérdida de la fé. La novedad y la curiosidad abren las puertas de los salones de la Sociedad; la frecuen­te, asistencia aficiona al espectáculo, la repetición de los fe­nómenos engendra la duda, ésta hace vacilar todo el edifi­cio de la fé, los asaltos de los espíritus se repiten, el trato y conversación con personas de distintas creencias, ó de nin­guna, hacen tolerar la propaganda incesante del error, y á poco tiempo se dá crédito á las enseñanzas de Allane Kar-dek; y, como un abismo trae otro abismo, (2) se suceden, ó se reúnen en un mismo sugeto la indiferencia, la increduli­dad, la apostasía, la pérdida completa de la fé. Ni podia suceder de otra manera: desde el momento en que se apar-

Oí Matth. VII, v. v, 18ef20. (tí) Psalm. 41. v. 8.

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- 2 6 — tan los oídos de la verdad católica, (1) y se reniega del magis­terio de la Iglesia para atender á los espíritus del error, y á las doctrinas de los demonios, (2) se deja de estar con Jesu­cristo, el cual ya nos ha dicho: JEl que no está conmigo, está contra mí. Qui non est meeum, contra me est. (3) En em­barcándose el cristiano con el Capitán de los reprobos, es seguro el naufragio en la fé. Girca fidem naufragaverunt (4)

2? La pérdida de las buenas costumbres. Quitad al hombre el freno del temor de Dios; predicadle la exención de responsabilidad de sus actos ante la Justicia Divina, se­gún la enseña la Iglesia católica; decidle que no hay juicio particular, ni universal; añadid que no hay penas eternas para los delincuentes, y que todo viene á reducirse á impu­nidad y felicidad en esta y en la otra vida. Después de ésto, ¿qué ha de suceder? ¿Qué costumbres públicas, ni privadas queréis qne se. ajusten á la ley de Dios? ¿Quién será capaz de contener el impetuoso torrente de las pasio­nes humanas? ¿Los legisladores de la tierra? ¡Ah! ¡Qué poco valen sus leyes, sin la sanción de la Divina! ¿Los e-jércitos armados? Menos aun contra los que proclaman la intervención, el impulso é influjo de los espíritus en las acciones de los hombres. Si un espíritu maligno incita al homicidio, al suicidio, al perjurio, al hurto, k la insurrec­ción, ó á otros crímenes, ¿con qué derecho vais á castigar al instrumento, y dejais impune al verdadero autor é insti­gador del delito? Perseguid al espíritu, y castigadle si po­déis. Y si Dios no castiga sino ligeramente, ¿para qué ha de haber tribunales en la tierra? Sacad consecuencias, y ve­réis á dónde vamos á parar.

3? La pérdida de la salud, del juicio y aun de la vida. El comercio con los demonios no puede menos de causar tina exaltación harto perjudicial á la salud. Así como los obsesos y posesos son atormentados de mil maneras por el espíritu maligno, según se refiere en muchos pasages del Santo Evangelio, así también las comunicaciones espiritis-

(1) 2 a Tim. o. 4. v- 4. (2) 1? Tim, o. 4. v. 1. (3) Maith. o. 12. v. 30. . . • • • (4) 1? Tim. c. 1. v. 19.' . . . .

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— 2 7 — tas dan por resultado, como ya llevamos dicho, la pérdida de la salud, del juicio y aun dé la vida. Es el demonio e-nemigo jurado del género humano, y su rabiosa ira busca ocasión de hacerle mal, empleando su grandísima perspi­cacia, su cruel astucia y superior poder en hacerle caer en los lazos de perdición.

4" La eterna condenación. Esto es lo que mas Nos contrista, W . HH. y aa hh., ver que el demonio de tal manera arrastra al hombre al pecado, que antes de arrepen­tirse muera desgraciadamente. Entre sus adeptos está muy recibido, que un hombre provoque ó acepte un desa­fio por una falsa idea del honor, con peligro de su vida y de que siendo él el ofendido, quede su ofensa sin satisfacción. Está también muy aceptado, que cuando la tristeza, la ira, una situación difícil, un cúmulo de deudas, una pérdida con­siderable, un amor no correspondido, ú otra pasión no sa­tisfecha le lanzan al estremo de la desesperación, busque el remedio de sus males en el suicidio, acto insigne de infame cobardía, aunque deje auna esposa sin maridó, y sin recur­sos para sostener á una numerosa familia. Pero, lo que Nos creemos que está mas en la intención perversa y en las sugestiones malignas de los espíritus, es impedir que un moribundo se reconcilie con Dios, y muera en el seno de hi Santa Madre Iglesia. Llega el caso de enfermar un hom­bre gravemente; se llama, como es justo, al médico, éste le asiste con celo, pero conoce que la enfermedad no tiene re­medio. La muerte viene á prisa, mas el demonio con­vierte en solidarios, sea consciente, sea inconscientemente álos que por su oficio, parentesco ó amistad, debieran pre­venir con tiempo el que un católico muera sin Sacramen­tos. Del Cura Párroco, en muchísimos casos, nadie se a-cuerda hasta que el enfermo está agonizando, ó ya ha muer­to. Y ¿cuál os parece, VV. HH. y aa. hh., que es el con­suelo que los espiritistas vienen á proporcionar á la familia del difunto? Es decir á un padre, a u n a viuda, á una ma­dre, á un amigo, que pueden hablar con la persona que aca­ban de perder, que vayan á la sesión, y evocado el espíritu

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— 2 8 — por el Médium, responderá á las preguntas-que se le hagan sobre su estado de gozo ó de pena, de placer ó de dolor — Empero, ¿dónelo está la fé católica! ¿Nonos enseña esta que son bienaventurados los muertos que mueren en el Se­ñor? (1) ¿No nos enseña que, es santa y saludable la prác­tica de orar por los difuntos, para que sean libres del reato de sus 'pecados? (2) ¿No nos enseña que no debemos contris­tarnos demasiado en la muerte de ios parientes, como aque­llos que no tienen esperanza, y que si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios traerá con Jesús á aquellos que dur­mieron por él? (3) No sabemos también que el Santo Sa­crificio de la misa tiene grandísimo valor para aliviar las penas de los que están en el Purgatorio, y que la caridad nos obliga á ofrecer por ellos comuniones, indulgencias, ayunos, mortificaciones, limosnas y toda clase ele obras buenas, y hasta podemos realizar el acto heroico de ceder­les todas nuestras satisfacciones! No estamos, por fin, en la creencia de que ningún alivio podemos procurarles con e-a supuesta conversación, para la cual se necesita un milagro! Pues, si por la misericordia de Dios creemos to las es­tas verdades, no retrocedamos al paganismo con sus orá­culos, pitonisas, nigrománticos, agoreros y adivinos. No abandonemos la fé, para seguir la superstición y la men­tira.

28. Ea, pues, huid VV. HH. y na. hh., ele las re­des del Espiritismo ó Satanismo. Como práctica, es una superstición, una inmoralidad y un peligro; como doctri­na, es un conjunto de heregias y de absurdos; como so­ciedad, es una verdadera Sinagoga de Satanás, que con sus prácticas y enseñanzas propaga el error'y el vicio, hace perder la fé, corrompe las buenas costumbres; con­tribuye á la pérdida de la salud, del juicio y aun de la vida; y arrastra á una eterna condenación. Estad muy alerta contra las seducciones de esa nueva forma, que ha tomado el genio del mal en nuestros días, contra

(1) Apocal. o. 14. v. 13. (v!) 2V Macbab. c 12. v. 46. (3) 1? Tesal. o. 4. vv. 12 et 13.

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—29— ^os artificios inventados para autorizar la pública tras-gresion de las leyes de Dios y de su Iglesia, y contra las promesas tentadoras, que se os hacen, de bienestar y felicidad, si cayendo de las alturas de la fé, adoráis si gran revolucionario del Cielo, de la tierra y de los abismos, el Demonio

Recordemos todos, que tenemos que sostener una lucha diaria contra los principados y potestades, contra los rectores, ó dominadores, de las tinieblas de este mundo, contra los espíritus de maldad en los aires. (1) Sed so­brios, y velad, nos dice San Pedro, porque el diablo, vues­tro adversario, anda como león rugiendo al rededor de vo • sotros, buscando á quien tragar: resistidle fuertes en la fé. (2) Y para obtener la victoria, y la corona de la justicia (3), encomendémonos muy de veras á la Inma­culada Virgen Maria, que aplastó la cabeza de la ser­piente infernal; al Príncipe de la milicia celestial, San Miguel, que venció y vencerá á Lucifer al grito de ¿Quién como Biosf; al Santo Ángel de nuestra guarda; y al glorioso - Patriarca San José, Patrono de la Iglesia católica. Reunámonos en el templo, oremos en común, formemos una íntima Sociedad de oraciones, de ayunos, de limosnas y de otras buenas obras, y sobre todo, promova­mos la digna y frecuente recepción de los Santos Sacra­mentos. De este mudo, viviremos seguros contra las ase­chanzas del Espiritismo ó Satanismo, y después de esta vida mortal, entraremos en el gozo de Nuestro Señor, siendo feli­ces y bienaventurados con los Santos Angeles en las man­siones eternas de la gloria, que Nos á todos vosotros, VV. HH. y aa. hh., ardientemente deseamos, y, eii prueba de ello, os bendecimos: En el nombre del Padre, y del «£• Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Dada en Nuestro Palacio Arzobispal de Santiago de

(1) Eplies. c. 6 v. 12. (2) V) S. Petr. cap. 5. vv. 8 et 9. (3) 2» ad l'iraotli c. 4. v. 8.

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—30— Cuba á l 8 de Marzo, fiesta del Arcángel San Gabriel, del año del Señor 1881.

JOSÉ, Arzobispo de Santiago de Cuba-

Por mandado de S. E. I. el Arzobispo mi Señor

Hiic. L á z a r o Santos y Agrado, PREBENDADO SECRETARIO.

Los Señores Curas y' encargados de las Iglesias Parroquiales y no Parroquiales leerán la presente Carta Pastoral al Ofertorio de la Misa de utio ó mas dias festivos sigtiientes al de su recepción.

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