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    Polis6 (2003)Utopas y sueos colectivos

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    Miguel Abensour

    Utopa y democracia

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    Referencia electrnicaMiguel Abensour, Utopa y democracia , Polis[En lnea], 6 | 2003, Publicado el 20 septiembre 2012, consultado

    el 29 octubre 2014. URL : http://polis.revues.org/6417 ; DOI : 10.4000/polis.6417

    Editor : Centro de Investigacin Sociedad y Politicas Pblicas (CISPO)

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    Miguel Abensour

    Utopa y democracia1 Por decirlo como Rousseau*, hoy cualquier estudiante de derecho va repitiendo, convencido

    de enunciar una verdad indiscutible, que existe una antinomia irreducible entre la utopay la democracia que se expresa en dos proposiciones: quien elige la utopa se aparta dela democracia; y, quien elige la democracia abandona la utopa. A decir verdad, seraespecialmente la segunda proposicin la que importara, pues quin, segn la opininactual, se preocupa todava de la utopa, sino algunos iluminados rezagados y algunosadversarios todava fogosos? Sera ese, adems, el momento que histricamente hemosconocido y atravesado, despus de un regreso polimorfo de la utopa, en los aos setenta, enel que se mezclaban alegremente los nombres de Charles Fourier, Wilhelm Reich, HerbertMarcuse y Andr Breton; momento en que habramos redescubierto lo poltico y, de estemodo, la democracia, -muy rpido, demasiado rpido identificada con el Estado de derecho.Redescubrimiento de lo poltico de lo cual nos alegramos, de lo cual hay que alegrarse. Pero,implica este redescubrimiento necesariamente el olvido de la utopa?

    2 Podemos quedarnos en las evidencias de las escuelas de derecho, en las repeticiones deuna opinin que mecen y adormecen? No es mejor pensar contra corriente rechazando laalternativa falaz entre utopa y democracia, e intentar de manera intempestiva explorar lo quepodra proporcionarnos la conjuncin de la utopa y la democracia? No habra as razn paraescoger la exuberancia de la utopa, su extravagancia, dando la espalda a lo poltico cuyaprxima desaparicin se anuncia. Pero, tampoco habra razn para escoger la sobriedad de lademocracia despidindonos de los extravos de la utopa. Entonces, cmo tejer un vnculoentre la una y la otra -las bodas de la utopa y la democracia-, cmo fecundar la una por laotra, planteando la hiptesis que, en la modernidad, utopa y democracia son dos fuerzas, dosimpulsos indisociables, y que el movimiento emancipatorio moderno se nutre, se alimenta desu encuentro, de las aguas mezcladas de su doble tradicin? Como si una de las cuestiones

    esenciales de la modernidad, pensada bajo el signo de la libertad, no hubiera sido elaborarreelaborar sin cesar este doble movimiento de democratizar la utopa -y tomando prestado unneologismo poco armonioso de Cabet-, "utopianizar" la democracia? Este es un asunto nuestro,tal vez ms que nunca nuestro, pues, sin una relacin con la utopa, la democracia se encuentraexpuesta a deteriorarse -si no lo est haciendo ya-, y ha hundirse cada da ms en aquelloque los apologistas llaman grisalla.11. Por el contrario, sin una relacin con la democracia,la utopa est condenada a debilitarse limitndose a las avenencias asociativas de la pequeasociedad separada de la gran sociedad, o bien a iniciar de nuevo, un proceso de alienacin dela desalienacin.

    3 Pero, esta cuestin es verdaderamente la nuestra? No sera ms oportuno frente a lasreapariciones, tan limitadas, de la utopa, reabrir de nuevo su proceso? Y, dir el estudiante

    de derecho, seguro de s mismo, encaramado al pedestal de sus evidencias, cmo sepretende asociar la democracia con la utopa, cuando todo el mundo sabe que la utopa esespontneamente, irresistiblemente, totalitaria, es decir, anti-democrtica? En pocas palabras,relacionar la invencin democrtica con la distancia utpica sera tan paradjico como unirel agua con el fuego.

    4 Es necesario salvar este obstculo previo, sin el cual la conjuncin de la utopa y la democraciasera impensable. Histricamente, se podra mostrar con facilidad que la dominacintotalitaria, bolchevique por ejemplo, se ha construido luchando contra y reprimiendo lastendencias utpicas mltiples que animaban la revolucin sovitica. Cmo sorprendersecuando se conoce que el leninismo haba heredado la oposicin positivista y no marxianaentre la utopa y la ciencia orquestada por Engels, y la haba hecho un dogma cosificado desu accin? As la perspectiva se modifica: la utopa, lejos de ser la fuente del totalitarismo,se refiere a la poltica (de los consejos), de las costumbres, o de las prcticas educativas,ha construido un polo de resistencia al establecimiento de esta nueva forma de dominacin.

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    Evidentemente, ella se situaba mucho ms del lado de la tradicin revolucionaria comunalista1de inspiracin libertaria, que del lado bolchevique.

    5 Adems, tericamente, la pregunta es la utopa la cuna de la experiencia totalitaria? no espertinente. Cuestin sucinta pero, sobretodo, mal formulada. Sera conveniente, ms bien,saber si la imagen o el mito de la sociedad reconciliada, de la sociedad en plena armonaconsigo misma que pertenece indiscutiblemente a la genealoga del totalitarismo, impregnanecesariamente la tradicin o, ms exactamente, las tradiciones utpicas. En una palabra, est

    la utopa sometida sin vuelta atrs a un proceso de mitologizacin? Esta misma pregunta, asformulada, al abrir un espacio crtico entre la utopa y el mito, permite orientarse hacia unarespuesta compleja y diferenciada que deshace las afirmaciones dogmticas. La tesis de laresponsabilidad esencial de la utopa se sostiene an menos, puesto que la modernidad vadel brazo de un extraordinario crecimiento utpico, una verdadera explosin, que implica lapluralidad de las tradiciones utpicas, no homogneas y conflictivas, aspecto ste que anulaal mismo tiempo todo juicio global.

    6 Ya Pierre Leroux, inspirndose en la trada republicana, haba enseado a distinguir entre lasutopas que reivindican la libertad, las que reivindican la fraternidad, y las que se sitan bajoel signo de la igualdad. De esta manera, las crticas que valen para una no pueden ser aplicadasa las otras. Menos an puede afirmarse la unidad de la tradicin utpica, ya que, desde 1848

    hasta nuestros das, ha surgido, bajo formas diversas, un nuevo espritu utpico que, a partir deuna crtica de la constelacin utpica de principios del siglo XIX, ha inventado ya sea nuevasformas de utopas (William Morris), ya sea nuevos gestos especulativos que permiten, en losucesivo, pensar de otra forma la utopa (Ernst Bloch, pero sobretodo Walter Benjamin, MartinBuber y Emmanuel Levinas). Entonces, frente a esta complejidad es ilegtimo remitir la utopaslo al origen del totalitarismo. A decir verdad, es tan injusto e inexacto considerar la utopacomo necesariamente totalitaria, como pensar la democracia siendo necesariamente burguesa.En un caso, se ignora el conflicto que opone la revolucin democrtica a la burguesa, en elotro caso se ignora aqul que no cesa de existir entre la dominacin totalitaria y la diversidadutpica.

    7 Mejor an, si, siguiendo la teora crtica, se analiza la modernidad como dialctica de laemancipacin, es decir, como el movimiento paradjico, mediante el cual la emancipacinmoderna se convierte en su contrario, dando origen a nuevas formas de dominacin y deopresin, -a la barbarie-, a pesar de la intencionalidad emancipatoria de origen, entonces lautopa, en su diversidad, aparece bajo una nueva forma y puede recibir una nueva funcin. Deeste modo, puede tomar consistencia y sentido filosfico. En su relacin con la dialctica dela emancipacin, el nuevo espritu utpico tendra como tarea, una vez detectados los puntosciegos de la emancipacin moderna a partir de los cuales se produce su inversin, hacerse cargode ellos, entregarse a un trabajo de desconstruccin y de crtica que abra una nuevo curso a lautopa, imprimindole una nueva direccin, descubriendo aquello que Adorno llama las "lneasde fuga". Se tratara, esencialmente, de que el nuevo espritu utpico "purgara" la utopa de lamitologa que la pone en peligro por ejemplo, del mito de la buena sociedad que, habiendosuperado sus conflictos, sera transparente para ella misma-, y ello, no para proclamar el fin

    de la utopa, pues la utopa no puede reducirse al mito, sino para preservarla de la regresinque la amenaza. Se trata de restituir a la utopa su capacidad de movimiento, en especial conel enigma de la historia, pensada en lo sucesivo como no resuelta, como interminable, comono susceptible de recibir una solucin, sea porque descubre lo que queda de inexplicable enla historia, sea porque hace de la problematicidad su elemento. Y qu mejor va para medireste enigma que una forma de pensamiento que se da por gua "la distancia absoluta" (lecartabsolude Levinas)?

    8 Este trabajo de desmitologizacin propio al nuevo espritu utpico, se distingue por elabandono de toda voluntad de reconciliacin, de regreso a un hogar natal o de acceso a unatierra prometida -todas ellas formas de coincidencia consigo mismo-, y por el surgimiento deuna nueva figura de la utopa que hace de la separacin, de la no-coincidencia del estado de

    separacin, su estancia, distancindose as del mito de la comunidad fusional, y de la imagende cuerpo que se le atribuye..Gracias a este trabajo de la utopa sobre s misma, evidentemente

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    ignorado por sus crticos, gracias a esta lucha contra los mitos que la minan desde el interior, esposible comenzar a pensar con aires renovados la conjuncin de la utopa y de la democracia, yque se abre un espacio de pensamiento para explorar los lazos posibles entre el nuevo esprituutpico y la revolucin democrtica.

    9 Un pionero de esta direccin fue Pierre Leroux (1797-1871). Su trayectoria es ejemplar:primero liberal, rompe con el liberalismo inmaduro, culpable, segn l, de abandonar elliberalismo poltico a favor de la dureza de la economa poltica inglesa. Con su artculo Ya no

    ms liberalismo impotente", del 18 de enero de 1831, se une a los sansimonianos destacandosu magistral anlisis de la sociedad moderna que conduce a conclusiones socialistas. Algunosmeses ms tarde, en diciembre de 1831, nueva ruptura, esta vez con la escuela sansimoniana,a la que reprocha ignorar la innovacin democrtica. La disidencia democrtica que Lerouxafirmar como anti-autoritaria durante toda su vida es argumentada tericamente. A sus ojos, laconstelacin utpica post-revolucionaria -a saber la trada Saint-Simon, Fourier, Owen- aportala buena nueva de la asociacin, verdadera ruptura dentro de la modernidad. Esta revelacinutpica, Leroux la interpreta como respuesta a un impulso profundamente democrtico. Nosubstituye la asociacin el modelo antiguo, la jerarqua propia de las sociedades de casta,por una nueva forma de relacin social, (no es) la atraccin que tiende abolir la relacinorden/obediencia, y al mismo tiempo los fenmenos de dominacin? Tal como la democracia,

    la atraccin se basa en una experiencia humana, el reconocimiento del semejante por elsemejante. Pero, no es suficiente el anuncio de la asociacin, es necesario pensarla teniendoen cuenta la especificidad del mundo moral, del vnculo humano; de la vida del yo y delnosotros. De esta manera, la utopa, ms que comprometerse en el camino de la negacin delo poltico, debe responder la pregunta sobre cul ser la ley de la anarqua, en el sentidoque ninguna comunidad humana puede prescindir de la ley, pensada antes que nada comorelacin. Gracias a esta interpretacin democrtica del movimiento utpico Leroux critica elregreso a formas polticas autoritarias, queridas para lo sansimonianos. Estas concepciones,que revelan la influencia del pasado sobre la visin del futuro, son contradictorias con la buenanueva que anuncian. En el seno de una relacin jerrquica no se puede anunciar la disolucinde la jerarqua. El tiempo de los legisladores-mesas o de los profetas-redentores ha pasado, el

    legislador solo puede ser colectivo, plural, en pocas palabras, una convencin.10 Leroux reconociendo la existencia de la opinin pblica, el nacimiento del espacio pblico,reconoce la legitimidad del gobierno representativo, aunque ste debe ser notoriamentemejorado. La poca democrtica exige remplazar al "sustitucionismo utpico", es decir, unaconciencia inspirada que pretende sustituir al movimiento social, por la intersubjetividadpoltica. En oposicin a las oposiciones binarias, Leroux intenta mediante su trabajo deinterpretacin histrica y filosfica, abrir la va de la sntesis. Segn l, se debe conjugar elimpulso utpico con la tradicin democrtica moderna y tambin con la voluntad, aspectoal cual es muy sensible, para luchar contra el privilegio otorgado al Uno. Para llegar a laconjuncin del impulso utpico y del problema poltico -la cuestin de la relacin poltica-, esconveniente dar forma a la atraccin mediante un principio fundamentalmente poltico, a saber,la amistad. Una poltica de la philia contra las polticas de eros -elogiadas, tanto por Fourier

    como los sansimonianos-, son igualmente destructoras del vnculo poltico. Al contrario, laamistad representa, entre las pasiones, una de las ms sublimes, supone efectuar un juicio yevita tanto el egosmo como la tentacin de la comunidad fusionada. La amistad se caracterizapor establecer un vnculo en la separacin; es decir, un vnculo que se establece preservandouna separacin entre los miembros de la comunidad. Leroux, lector perspicaz del Discursode la servidumbre voluntaria, de tienne Botie, cuida para que el todos unos, propio de larelacin amistad-libertad, no degenere en un todos Uno.

    11 La leccin de Pierre Leroux es valiosa por la orientacin que seala. Pero, sucede que despusde la experiencia de la dominacin totalitaria, la problemtica de Leroux no puede ser retomadatal cual y debe ser reexaminada de otra manera. All donde Leroux piensa en trminos desntesis hace falta ahondar ms profundamente con la ayuda de pensadores que, entre nosotros,

    han propuesto, los unos un pensamiento renovado de la democracia y otros sobre la utopa.

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    12 Pero en qu sentido entendemos el trmino democracia? Contrariamente a muchos intrpretesque hacen de la democracia esencialmente un rgimen poltico, nosotros entendemos pordemocracia, a la vez una forma de socializacin -una forma de sociedad nacida de la disolucinde las sociedades aristocrticas-, y una forma de institucin poltica de lo social. Uno nopuede asombrarse de que algunos, en su voluntad tenaz de banalizar la democracia, puedanidentificarla sin problema con el Estado de derecho. Lo singular de la democracia no estligado a la manifestacin de una paradoja? En efecto, la democracia es esta forma extraa

    de experiencia poltica que, desplegndose en el tiempo y en la realidad, se expresa eninstituciones polticas; pero que, y en el mismo movimiento, no cesa de sublevarse contrael Estado. Como si, en su oposicin al Estado y en su efervescencia tratara, al contrario delograr el fin de la poltica, sino de elaborar -de la manera ms fecunda y la ms paradjica-,un nuevo tumulto que signifique una invencin siempre renovada de la poltica, ms all delEstado, incluso contra l. Pues la revolucin democrtica que es ms una revolucin que unrgimen instituido-, en tanto revolucin, mantiene necesariamente un movimiento contra elEstado, contra esta reconciliacin mistificadora e integracin falaz. Por mucho que el Estadose reafirme como si pudiera contener la democracia e identificarse con ella, es la democraciala que indica, la que revela los lmites del Estado, y al hacerlo, cuestiona el movimiento detotalizacin de esta instancia que se pretende soberana. Insistir en esta paradoja -la democracia

    contra el Estado-, o la continua invencin de la relacin poltica que desborda y sobrepasaal Estado, es reconocer que nos inspiramos libremente de la idea libertaria de la democraciasegn ha sido desarrollada por Claude Lefort bajo el enigmtico nombre y, en tanto que tal,creativo, de " democracia salvaje ".

    13 No podemos desarrollar aqu esta concepcin, pero resummosla en algunos puntos esenciales.En la medida en que la poltica es comprendida en relacin con la divisin originaria de losocial, la democracia aparece constituyndose en la aceptacin, mejor an, en la asuncin deesta divisin. No le basta reconocer la legitimidad del conflicto en su seno, sino que ve en stela fuente primera de una invencin inagotable de la libertad. Al contrario del totalitarismo quese define como ese modo de socializacin que deriva de una negacin imaginaria de la divisiny, en consecuencia, del rechazo del conflicto en cualquiera de sus formas. Democracia salvaje,porque la democracia es esta forma de sociedad que, mediante el juego de la divisin, dejalibre curso a la cuestin de que lo social no cesa de plantearse a s mismo como interminable,atravesado por una interrogacin permanente sobre s mismo.

    14 "Democracia salvaje" evoca la idea de "huelga salvaje", es decir que surge espontneamente,comienza por s misma y se desarrolla de manera "anrquica ", independiente de todoprincipio, de toda autoridad -ya sean reglas o instituciones establecidas-, y se muestra portanto indmita. Como si lo "salvaje" dejara cernirse una inagotable reserva de perturbacinsobre la democracia. Darse "una idea libertaria" de la democracia, es pensarla como salvaje.El vnculo entre lo libertario y lo salvaje aclara la especificidad de la democracia moderna, entanto que modo de institucin de lo social. Lo propio de una "esencia salvaje" es de escapara la definicin. Perfilemos, al menos, algunos rasgos. La calificacin de salvaje evoca laindeterminacin en cuanto a los fundamentos del polo de la soberana - el poder, la ley- y del

    saber. Esta indeterminacin reforzada por la disolucin de los referentes de certeza conlleva,entre otros aspectos, una liberacin en relacin con todo esquema finalista y de toda finalidadltima que prescribira desde el exterior los objetivos de la democracia. En un rgimen polticolibre, la libertad es en s misma su propio fin. Confrontada con el enigma del presente, lademocracia salvaje se alimenta de una interrogacin permanente sobre lo social, sobre loslmites de lo poltico, puesta en marcha como est, en una exploracin cuyos "caminos no seconocen con anticipacin".

    15 Aadamos a esto que la democracia moderna se tiene que pensar en relacin con ladesaparicin del cuerpo del rey -la experiencia histrica del regicidio-, y con la separacinde lo social que se deduce de ello. La sociedad se diferencia del Estado y accede al mismotiempo a una experiencia plural de s misma, abundante, bajo el signo de la interrogacin. La

    democracia "inaugura una historia en la que los hombres dan prueba de una indeterminacin encuanto a los fundamentos del Poder, la Ley y del Saber, y al fundamento de la relacin del uno

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    con el otro bajo todos las modalidades de la vida social". 2Esta indeterminacin con respectoa los fundamentos es el nudo donde se articulan lo libertario y lo salvaje. En esta visin de lademocracia, es particularmente original el lugar que Claude Lefort otorga al derecho, el quelejos de ser representado como un instrumento de conservacin social, representa la fuenterevolucionaria de una sociedad que se constituye en una bsqueda sin fin de s misma. Estainsistencia sobre el derecho, y ms concretamente sobre los derechos del hombre entendidosde manera poltica, aumenta la indeterminacin en que vive la democracia no es, en efecto,

    el tema en el cual la democracia basa su estructura simblica, concebido como indeterminado,como una ausencia completa de determinacin? En lugar de poner trabas a la democraciafijndole lmites a sus determinaciones, multiplica sus posibilidades.

    16 De esta manera, no es del lado "salvaje" al cual que hay que dirigirse para descubrir un nuevoespacio de conjuncin entre la democracia moderna frente a los vrtigos de la indeterminaciny la utopa presa de los excesos de "la separacin absoluta? Ciertamente, no hay que ignoraresta va, ni despreciarla, puesto que revela sin duda una afinidad preciosa entre las dos.Pero, ms que ponerse en marcha en ella tan rpidamente, no es mejor explorar otro terrenodonde pueda nacer la conjuncin, ms compleja, es cierto, pero que testimonia mejor laindisociabilidad de la insurreccin democrtica y el mpetu utpico? La utopa y la democraciatienen en comn su relacin con el elemento humano.

    17 Siguiendo los anlisis de Claude Lefort, la singularidad de la democracia consistira en respetarlo que llama "el elemento humano", en no forzarlo, mientras que el totalitarismo sera esaempresa histrica que pretende crear lo humano u organizarlo como si se tratara de un materialmaleable, a voluntad. "Suprimir el elemento humano, o ms bien demostrar que puede sertratado como materia, es la manera de reconocer el reino de la organizacin (...). El granproblema de este nuevo Estado, es (...) obtener por fin hombres abstractos, sin lazos que lesunan, sin propiedad, sin familia, sin vinculacin al medio profesional, sin implantacin en elespacio, sin historia - sin races". 3

    18 Lo propio de la democracia es sumergirse en este elemento inmaterial, adaptarse a su texturaen toda su complejidad, a los contornos en su diversidad y su pluralidad, acompaando elmovimiento en su imprevisibilidad; al contrario de la dominacin totalitaria que, negando la

    especificidad de este elemento, identificndolo con una materia no cesa de violentarlo hastaintentar destruirlo, hasta provocar una ruptura social en contra del proyecto de socializacin,arrogndose en su voluntad de omnipotencia el poder de construirla o de organizarla,sometindole de esta manera a una regla o a una norma identitaria, homogeneizadora,menospreciando la existencia de lo no idntico.

    19 De ello surge una posible y nueva confrontacin con la utopa. En efecto, un nuevopensamiento en nuestro siglo, por ejemplo Martin Buber, Emmanuel Levinas, no han tenidopor objetivo reorientar la utopa haca el dominio que le es propio, el de lo humano? De estaforma Buber y, siguindolo Levinas nos invitan a separar la utopa de la esfera del Yo/Eso(esfera de la objetivacin, pero tambin de la dominacin), y a pensarla desde la relacin Yo/T, desde la socialidad. La primera preocupacin de Levinas es encontrar el lugar exacto de lautopa, de determinar el medio al cual pertenece. Consecuentemente, su primer gesto consiste

    en hacer emigrar la utopa de los lugares donde se extrava y devolverla a su medio originario,la relacin inter-humana, mejor dicho, la relacin humana. La utopa no pertenecera ni alorden de la comprensin, ni al del conocimiento -leyes de la sociedad o leyes de la historia-,sino al orden del encuentro. Encuentro con otro hombre, la utopa es otra forma de pensamientoque un saber. Pensar la utopa bajo el signo del encuentro conlleva la apertura "de un campo deinvestigacin apenas entreabierto" 4, el de nuestras relaciones con los hombres. Es necesarioinsistir que la socialidad no es pensada a partir de un elemento comn a los seres en relacin,sino que se trata de una socialidad donde el encuentro es la relacin con el otro como tal, ensu unicidad incomparable. De esta manera, separado del orden del saber y por tanto del poder,la utopa pertenece, indiscutiblemente, al orden tico. El hecho humano del encuentro no esel hecho tico por excelencia?

    20 La democracia y la utopa situadas bajo el signo de lo humano, no aparece en seguida comouna feliz conjuncin? A la democracia, como puesta en forma de la divisin de lo social,

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    le correspondera el objetivo de instituir en el polo de la soberana la divisin en la ciudadhumana entre los grandes y el pueblo; a la utopa le correspondera la puesta en formade lapluralidad social, tal como aparece, diferencindose en el seno del mundo comn que rene alos hombres. Pero, esta conjuncin tiene demasiado aspecto de una solucin para ser realmentesatisfactoria. La institucin democrtica de lo social no estara amenazada por la bsquedade la armona y la unidad?

    21 Sin abandonar el terreno del elemento humano, ms exigente y ms estimulante, es la

    confrontacin entre dos tramas que en modo alguno buscan confundirse, ni completarse enuna armoniosa sntesis -el tiempo de las sntesis ha pasado-, sino articularse bajo la forma deuna tensin irreductible. No se puede ignorar la vigorosa crtica que Levinas ha ofrecido sobrela antropologa de Buber y del predominio que otorgaba a la reciprocidad o a la reversibilidad.Sealando las transformaciones de la reciprocidad, Levinas se ha esforzado por desformalizarel encuentro, en darle un contenido invocando la nocin de cuidado (preocupacin) por elotro. La alteridad del otro es inseparable de sus carencias (necesidad). La utopa, en vez dedesplegarse en una horizontalidad reversible, se convierte en tica, o mejor dicho asume ladimensin tica; es decir, accede a la dimensin de la altura y de la verticalidad. De ah, de partede Levinas, la insistencia, contra Buber, de la disimetra de la relacin tica, que preserva laalteridad, as como de la textura paradjica del encuentro, proximidad pero a la vez separacin.

    22 Dos tramas, en efecto, que se cruzan, se enredan, se encuentran, pero no se confunden jams, nise identifican la una con la otra. De una parte, una trama donde se mezclan indisociablementelo poltico y lo social; de otra, una trama esencialmente tica, pero que no ignora lo poltico,contrariamente a las interpretaciones apresuradas. Considerndolo bien, el tercero est siempreya ah. "El tercero me mira con los ojos del otro", precisa Levinas. Sin pretender dar cuenta aqude manera exhaustiva de los efectos de esta confrontacin, retengamos sus rasgos principales.

    23 Tanto la divisin, la puesta en forma de la divisin, en el campo poltico, como la relacinasimtrica en el dominio tico, refuerzan el movimiento de la sociedad hacia el reconocimientode una multiplicidad, de un pluralismo que no se disuelve en una unidad. En el mbito de lano-coincidencia, cada uno de los dos polos tiende a sealar una forma de comunidad que no esfusional y que se construye paradjicamente en, y a travs de, la prueba de la separacin. Sesabe que Levinas, -que se permite pensar de otra forma la utopa, separada de toda mitologa-,insiste mucho en la especificidad de la comunidad que se instaura por medio del lenguaje. Estano constituye una unidad de gnero y los interlocutores permanecen en ella completamenteseparados.

    24 Ms bien que entender esto como una acertada fbula humanista, es mejor estar disponible a lasingularidad de lo humano que aflora. En efecto, las dos tramas no estn atravesadas por unaindeterminacin incontrolable que, en uno y otro caso, manifiestan esta singularidad? En elelemento humano, en este foco de complicaciones, de agitaciones se configura la articulacinde vnculos mltiples (tanto los que unen como los que separan), es donde la democraciaencuentra la fuente de su fuerza indomable. Fortalecindose sin cesar en esta reserva deindeterminacin la democracia se revela indomable, salvaje, deshaciendo el orden, los rdenesestablecidos, no para erigirse como potencia soberana, sino para acoger, sin ocultar, la

    confrontacin entre la institucin y el elemento humano, tambin salvaje, y susceptible comotal de engendrar formas de relaciones inditas, de permitir que suceda lo heterogneo 55."La utopa de lo humano", escribe Levinas, para reeducar nuestro odo, para or la palabrahumano. No el hombre, sino lo humano; no la determinacin de la naturaleza humana, ni eldestino humano, sino lo humano; la imprevisibilidad de lo humano, la indeterminacin de lohumano. No el orden o el reino humano, sino la perturbacin delorden, el exceso de sentido.Como si lo humano fuera un acontecimiento, el despertar sbito de una inteligibilidad msantigua que el saber o la experiencia, penetracin imprevisible que viene a horadar el tiempohistrico desafiando todos los clculos, surgimiento de una efectividad ms efectiva que lade los realistas.

    25 En el caso de Levinas, lo humano no confiesa una complicidad todava ms profunda

    con la utopa, diferente de la de una complejidad inorganizable, indomable, derivada de laindeterminacin, no tiene ms bien una relacin con la singularidad del ser? El movimiento de

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    desgajamiento del ser, propio de una filosofa de la evasin que pone en duda el primado de laontologa, el primado de la cuestin del ser, busca lo humano ms all de la preocupacin delser, en una relacin anterior a la comprensin y, de este hecho, en proximidad con el no-lugarde la utopa. Casi al final deAutrement qu'tre ou au-del de l'essence, E. Levinas escribe: "Alutopismo como reproche -si el utopismo es un reproche, como si algn pensamiento escaparaal utopismo-, este libro escapa al recordar que aquello que humanamente tuvo lugar no hapodido jams permanecer encerrado en su lugar." (p.32)

    26 Al final de esta reflexin - la divisin de lo social que instituye la democracia, la desimetrade la relacin tica que elabora la utopa-, quiz sea ahora legtimo regresar, as advertidos, ala afinidad secreta entre la utopa y la democracia que habamos vislumbrado al principio.

    27 Qu cantidad de vas nos queda por descubrir entre la desmesura del deseo de libertad siempresusceptible de engendrar un nuevo desorden, de ahondar en un no-lugar, -en los trminos deClaude Lefort-, y la excentricidad de la utopa, productora de otro no-lugar, o de un no-lugardiferente, ese paso fuera de lo humano, para traernos de vuelta a lo humano?Traduccin del Dr. Jordi Riba de Barcelona, revisada por Jorge Vergara, noviembre de 2003.

    Notas

    11

    Communaliste: propio de la Comuna de Pars2 Claude Lefort,Essais sur la politique, XIX-XXe sicles,Pars, 1986, pg. 29.

    3 Idem, Un homme en trop, rflexions sur lArchipel du Goulag, Pars, 1976, p- 103-104.

    4 Emmanuel Levinas, Totalit et infini: essais sur l'extriorit, M. Nijhoff, 1961, p.51

    5 Miguel Abensour, "Dmocratie sauvage" et "principe d'anarchie",Les cahiers de Philosophie, 18,hiver 1994/1995, p. 125-149

    Notas

    * Este texto apareci primero en la revista Raison Prsente, N 121, 1997, Paris, y luego en Riot-Sarcey, M (dir.) L'Utopie en question, Presses Universitaires de Vincennes- Saint-Denis, Paris, 2001,pp.245-257.

    Para citar este artculo

    Referencia electrnica

    Miguel Abensour, Utopa y democracia ,Polis[En lnea], 6 | 2003, Publicado el 20 septiembre2012, consultado el29 octubre 2014. URL : http://polis.revues.org/6417 ; DOI : 10.4000/polis.6417

    Autor

    Miguel Abensour

    Filsofo francs, responsable de la Matrise de Science Politique l'Universit Paris-VII (Jussieu).Director de la coleccin "Critique de la Politique " de Payot. Se ha especializado en temas deutopa poltica. Ha escrito varios libros, entre ellosLa democratie contre ltat. Marx ou le momentmachiavlien(1997), PUF, Paris

    Derechos de autor

    Polis

    Resmenes

    El presente artculo realiza un contrapunto entre estos dos conceptos, cuestionando que existaentre ellos una antinomia irreducible, y propone explorar una conjuncin entre la exuberancia

  • 7/25/2019 Polis 6417 6 Utopia y Democracia Abensour

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    Polis, 6 | 2003

    de la utopa y la sobriedad de la democracia. En su desarrollo, el autor revisa la idea instaladade que la utopa no puede ser sino totalitaria, y busca restituir a la utopa su capacidad demovimiento. Profundizando en los conceptos de democracia y utopa propone una nuevaconexin entre ambos, situando a la democracia y la utopa bajo el signo de lo humano.

    Utopie et dmocratie

    Cet article compare deux concepts, s'interrogeant sur le fait qu'il existe entre eux une antinomie

    irrductible, et propose d'explorer une conjonction entre l'exubrance de l'utopie et la sobritde la dmocratie. Dans son dveloppement, l'auteur revient sur l'ide tablit que l'utopie ne peuttre que totalitaire, et cherche restituer l'utopie sa capacit de mouvement. En rflchissantsur les concepts de dmocratie et utopie il propose une nouvelle connexion entre les deux, enles plaant sous le signe de l'humain.

    Utopia and democracy

    This article makes a counterpoint between these two concepts, questioning whether there is anirreducible antinomy between them, and aims to explore a conjunction between the exuberanceof utopia and the sobriety of democracy. In its development, the author reviews the installedidea that utopia can only be totalitarian, and seeks to restore to utopia its capacity of movement.

    Delving into the concepts of democracy and utopia proposes a new connection between thetwo, placing democracy and utopia under the sign of the human.

    Entradas del ndice

    Palabras claves :Pierre Leroux, utopie, dmocratie, totalitarisme, mytheKeywords :Pierre Leroux, utopia, democracy, totalitarianism, mythPalabras claves :Pierre Leroux, utopa, democracia, totalitarismo, mito