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    MONSEOR JU N STR UBINGER

    Y la Biblia de HispanoamricaPor P. Nstor Sato

    (Tomado de Gladius 62, Ao 2005, pags. 81-92)

    El 27 de noviembre de 1999, el matrimonio del Ro y quien escribe estabreve semblanza, fuimos recibidos, en su domicilio de la ciudad de LaPlata, por Monseor Juan Carlos Ruta, principal discpulo de Mons.Straubinger en nuestra patria, el cual abri con generosidad, para nosotros,

    el arcn de sus recuerdos referentes al sabio y santo biblsta, cuya figuraqueremos ayudar a conocer. De esa extensa entrevista, del folleto que haceaos escribi Mons. Ruta sobre su maestro, de los datos que nos consiguide Alemania Mons. Jorge L. Lona, Obispo de San Luis, y de los cuatroartculos sobre Mons. Straubinger que nos hizo llegar la embajada de laRepblica Argentina en la Repblica Federal de Alemania, hemos sacadolos rasgos de este gran hombre de ciencia y de la Iglesia. Lo esencial sinembargo lo debemos a Mons. Ruta, cuyo testimonio tiene el valor

    irremplazable de la inmediatez y de la calidez de un aprecio que se hamantenido intacto a pesar del paso de los aos.

    Hay personas cuya existencia es un don muy especial que Dios hace a suIglesia, pero que primeramente comienzan siendo un don muy particularpara una parte puntual de ella. Tal es el caso de la presencia en laArgentina de Monseor Juan Straubinger y su invalorable obra bblica, quepronto trascendi nuestras fronteras y cubri como marea bienhechora a

    todos los pases de Hipanoamrica.

    La relevancia de su obra fue reconocida por la Facultad de Teologa dela Universidad de Mnster, Alemania, la cual al otorgarle por ella el ttulode Doctor Honoris Causa, daba la razn de esa distincin al llamado El SanJernimo de Sudamrica.

    En nuestra poca, tan estril de grandes cosas, pero fecunda en hueco

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    ruido y pirotecnia, ha quedado alguna huella de la notable obra de estegran hombre para fertilizar nuestra desolada memoria?

    Ciertamente que la hay y aun revivificada!

    La ciudad de La Plata, que ha enriquecido religiosa y culturalmente anuestra patria dando un gran paso hacia la terminacin de su hermosacatedral, ha protagonizado ahora otro evento que no va en zaga alanterior: la reedicin de esa bella catedral de sagradas palabras y sabioscomentarios que es la Biblia en la versin, internacionalmente apreciada,que en su momento realiz Mons. Juan Straubinger de los originaleshebreo y griego, editada en 1 edicin por Descle de Brouwer, BuenosAires, en cuatro tomos y agotada luego; reeditada por el Club de Lectores,

    Buenos Aires, en dos tomos y agotada tambin; reeditada enNorteamrica, en edicin de lujo y ahora reeditada en Espaa, en un solotomo por el Apostolado Mariano y aprobada por la Comisin Permanentede la Conferencia Episcopal Espaola, con un Prlogo y Estudio delconocido biblsta Benjamn Martn Snchez quien dice en dicho Prlogo:

    Straubinger tradujo esta Biblia toda entera de los textos originales

    hebreos y griego.

    Los que conozcan bien estas lenguas, reconocern que est

    perfectamente traducida con su propio estilo, y confirman (esto) los

    testimonios de muchos biblstas a quienes he odo decir que es una de

    las mejores versiones.

    El error en esta edicin espaola, muy prolijamente impresa yhermosamente ilustrada, es la reduccin de las Notasde Straubinger, con lo

    cual ha decepcionado a quienes esperaban el instrumento completo einigualado, a nivel mundial, entre las Biblias manuales.

    Pero he aqu que un grupo de catlicos argentinos, ha tenido lainteligencia y la intrepidez de editar esta Biblia con la totalidad de susvaliosas Notas, en un solo tomo, papel biblia y slida encuadernacin,impresa en los talleres grficos de la Universidad Catlica de La Plata con la

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    moderna maquinaria alemana.

    Este acontecimiento editorial es una gota de dulzura en los amargosmomentos que nos toca vivir, pues revela las secretas energas, las reservasde vitalidad que todava hay en nuestro pueblo, al que tenebrosas fuerzas

    quieren reducir a nulidad.

    Pero, quin fue Straubinger, este sabio hombre de ciencia y piadoso yfecundo hombre de Iglesia? y de qu medios se vali la Providencia paraescamotearlo a su patria y a su lengua natal, para ampliar su destino,hacindolo misionero de la Palabra Divina en los mltiples pases de hablacastellana?

    * * *

    Naci Straubinger el 26 de diciembre de 1883, en Esenhausen (BadenWrtemberg), en una chacra de la zona rural de la Alta Suabia, sur deAlemania. Su padre, Francisco Javier, su madre Crescencia Baumann.

    A la influencia de sta su patria chica deber l, en parte, ese carctertranquilo y voluntarioso, jams airado, ese espritu sereno y equilibrado,

    esa consistencia espiritual y psquica que a Mons. Ruta, su ms allegadodiscpulo, le haca recordar la paz bblica.

    All crece, en esa regin con mayora casi absoluta de catlicos aunquebajo el gobierno de un rey protestante y con algn contacto tambin conseparados de la Iglesia, zona abundante en conventos y catedrales ytambin en institutos de caridad para asistir a variados dolores humanos.

    Despertada su vocacin sacerdotal, realiza los estudios correspondientesen la facultad de teologa de la Universidad de Tubinga y lo hace en formadescollante, ya que es el primero en un curso de treinta y nueve alumnos.

    De Straubinger estudiante, pudo decir el Rector del Convictorio deRetweil, que era idealista ms de lo conveniente y que aspiraba a alturasadonde otros no podan seguirle, lo que fue para l, ms de una vez,

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    fuente de amargas decepciones. Pero que no era Straubinger un orgullosoneciamente envanecido de su talento, sino un hambriento siempredispuesto a aprender ms.

    Recibe la ordenacin sacerdotal el 17 de julio de 1907. Durante dos

    aos realiza tareas pastorales en Ellwangen, Rechberghausen y Stuttgart.

    A partir de 1909 ensea hebreo en Tubinga y en la misma ciudad esasistente de estudios en el Wilhelmstift, en donde residan los seminaristasque iban a las clases en la facultad de teologa. Ah acta como repetidor,es decir, como ayudante de ctedra en Nuevo Testamento y Moral.

    En 1912 se doctora en la Universidad de Tubinga en "Lenguas orientales"

    con una tesis sobre las variantes dialectales del arameo y se doctoratambin en "Historia comparada de las religiones" con una tesis sobre "Laleyenda siria del descubrimiento de la Cruz". Por eso podr decir Mons.Ruta con toda verdad: "Treinta y ocho aos ms tarde (de su doctorado),sus Notas al Antiguo Testamento nos sorprendern por el conocimientoque revela de las distintas religiones orientales."

    Ese mismo ao, su obispo lo enva a perfeccionarse en ciencias bblicas al

    Instituto Bblico de Roma y all es capelln de la iglesia de los alemanes S.Mara dell'Anima. En esa ciudad prosigue tambin su estudio del idiomarabe que llega a dominar.

    El Instituto Bblico le otorga una subvencin que le permite viajar aPalestina en 1914. El Instituto de la Grres-Gesellschaft de Jerusalntambin le concede una beca.

    En ese ao suea e intenta algunas aventuras de arquelogo bblicodescubridor de manuscritos, pero aconteceres extracientficos y sobre todola Primera Guerra Mundial le cierran ese camino. Durante esa guerra suobispo lo manda a Turqua como capelln de la marina alemana. Allaprende el idioma turco, que como el rabe, habla corrientemente. EnTurqua organiza comedores para necesitados, hogares para soldados yhospitales.

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    Terminada la guerra vuelve a Alemania y, joven cientfico de treinta y

    cinco aos, piensa dedicarse a la enseanza universitaria y a lainvestigacin, pero su obispo lo nombra secretario de Caritas en Stuttgart yle encomienda la tarea de organizar Caritas en toda su dicesis de Roten-

    burgo. En ello va a trabajar veinte aos, hasta 1937, como su Director.

    Alguien podra pensar que esta destinacin era cortar neciamente las alasa un guila que prometa tanto vuelo en el firmamento de la DivinaPalabra... pero no era as. Su obispo, Mons. Paul Wilhelm von Keppler,piadoso exgeta y sabio profesor de Tubinga y Friburgo, lo haba alentadoy guiado en su vocacin bblica y ciertamente no sera su intencinmalograr tal vocacin, pero Alemania sala de una guerra con grandes

    heridas y las obras asistenciales de la Iglesia podan ser una necesariaexpresin de la caridad cristiana.

    Por otra parte, Mons. Von Keppler saba que Straubinger era unintelectual de raza y que jams iba a traicionar su estirpe convirtindosepor obra y gracia de un reduccionismo demencial, en un mero asistentesocial; y tambin, sin duda, el sabio obispo prevea que ese contactodirecto con el hombre comn y doliente y con las necesidades espirituales y

    materiales de un pas derrotado iban a enriquecer la vida del exgeta,evitando que se convirtiera en un ratn de biblioteca que estudia, piensa yescribe para otros ratones de biblioteca. Y, efectivamente, es con laexperiencia de Caritas que se produce el gran giro en la vida deStraubinger.

    Se dio cuenta que hasta entonces haba vivido y estudiado en un mundode especialistas y para especialistas y aunque ya haba practicado la caridad

    en lo material, durante la guerra y ahora lo estaba haciendo en la paz, sedio cuenta de que no haba utilizado su poderoso talento para practicaralgo an ms importante, la caridad intelectual... el hacer llegar el pan delespritu a los "pobres", a los "pequeos". Y as es que en adelante ypartiendo siempre de las ms slidas bases cientficas, porque l afirmabaque: "la interpretacin prctica slo tiene valor cuando se funda sobre unaciencia exegtica precisa", su trabajo y estudio bblico se van a orientar a

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    iluminar y alimentar la vida cristiana de la gente comn, con llaneza perosin perder altura ni profundidad. Aqu nace esa nueva orientacin de susesfuerzos que van l fructificar en su obra maestra: su versin de la Biblia alcastellano, comentada para la vida, ese poner al alcance de los "pequeos"el tesoro escondido de la sabidura sobrenatural, para ayudarlos a vivir

    sabia mente segn Dios.

    Pero en tanto, qu hace en Caritas?

    Straubinger no defrauda a su obispo y se revela como un excelenteorganizador de obras asistenciales y eficaz hombre de accin. Entre lamuchas obras fundadas o impulsadas por l, citemos slo la creacin en1931, en Wangen, pequea ciudad a 30 km. de la frontera con Suiza, de un

    Sanatorio de 400 camas para tratar nios tuberculosos, dotado del msmoderno instrumental mdico y con fama en el exterior por la calidad desus trabajos cientficos, y citemos tambin la creacin de una empresa deseguros para que fuera fuente de recursos para Critas, empresa que en1952 segua funcionando en su edificio de tres pisos, lo mismo que elSanatorio antes mencionado.

    Y la Biblia?

    No la olvida, pero su preocupacin ahora es difundirla. En septiembrede 1933 funda en Stuttgart el "Movimiento bblico popular catlico" quetodava en 1963 estaba en pleno florecimiento con el nombre Obrabblica catlica. Funda tambin la editorial Keppler, para editar y difundirla Biblia del mismo nombre. Escribe adems, en colaboracin, unaIniciacin bblica, y en colaboracin tambin, una Concordancia con64.000 citas bblicas.

    A esta vida de multiformes facetas donde se entrecruzan tan dismileselementos: el estudio y la accin, el misterio de Dios y el dolor humano, lomaterial y lo espiritual, tambin debemos agregar que Straubinger noestuvo totalmente ausente de la vida poltica de su patria, ya que en unaoportunidad en que las circunstancias as lo requeran, l sin desdoro de sucondicin de religioso brind su ms enrgico apoyo al Partido Centro,

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    que lideraba en ese momento la participacin de los catlicos en la vidapblica de su pas.

    Nos acercamos ahora a un momento clave de la vida de Straubinger.Corre ese ao 1937 en que se desencadenan los acontecimientos que

    darn lugar a su exilio de Alemania y su venida a la Argentina. Todo lo quel haba vivido y aprendido hasta entonces, haba sido una largapreparacin para una importantsima misin que lo aguardaba, pero nocomo l soaba, en su amada patria, sino en tierras muy lejanas de lenguadesconocida... pero eso l lo ignoraba. Tena cincuenta y cinco aos deedad y slo le restaban trece aos para poder cumplir la misin que leesperaba... pero tampoco eso lo saba. Ms de pronto, la Providencia pormedio de causas segundas, como habitualmente acostumbra, se abati

    sobre l como un ave de presa y lo arrebat hacia su magno destino.

    El Nacionalsocialismo, ya en el poder, haba desatado una campaa decalumnias contra la Iglesia Catlica en Alemania. Un domingo de 1937 seley simultneamente en todas las iglesias de todas las dicesis del pas,una extensa carta refutando esas calumnias.

    La polica secreta, buscando al autor de la carta, sospech de

    Straubinger, que ya se haba enfrentado con las autoridades por defenderla identidad y la libertad de las obras asistenciales de la Iglesia, pues losnazis, a partir de 1933, haban pretendido apropiarse de la red caritativaque l haba creado. Por ciertos indicios obtenidos de allegados aStraubinger mediante apremios ilegales, la sospecha se convierte, para ellos,en certeza y con esto queda sellada su suerte y se inicia su cacera.

    Es domingo cuando la polica va a apresarlo, pero l haba ido a visitar

    el Sanatorio de Wangen y all, por telfono, logran avisarle que esperseguido. Straubinger siempre llevaba consigo, en esos tiempos deterrible inseguridad personal, su pasaporte y entonces, con fra audacia, ycon slo un portafolio y un paraguas, toma el tren y pasa a Suiza. Al dasiguiente se cierran para l las fronteras de Alemania. Muchos aos mstarde, confidenciara a su hijo intelectual argentino que no fue l quienescribi la famosa carta, pero s quien organiz su distribucin nacional y

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    con tal eficacia, que burl a todo el sistema de deteccin y control de unode los ms perfectos sistemas policiales totalitarios. Los cristianos deltiempo del Anticristo harn bien en invocar entonces la intercesin y lassugerencias de Straubinger.

    En Suiza, una comunidad de religiosas alemanas le da refugio y el obispodel lugar le autoriza a permanecer slo un ao en la dicesis porque haydemasiado clero. l comienza a estudia portugus ya que en Brasil haymuchas colonias alemanas, pero no es en el escenario muy limitado de eseidioma donde Dios lo quiere. Por eso, l hace que un da, en dicha CasaReligiosa, Straubinger se encuentre con Mons. Enrique Mhn, hijo dealemanes y primer obispo de Jujuy, quien lo invita a venir a su dicesis.Ahora s Dios habla con claridad, y Straubinger acepta la invitacin y el

    desafo! No conoce el idioma castellano, pero lo aprender en el viaje a laArgentina y llegar a hablarlo con perfeccin, sin errores gramaticales y sinacento extranjero, aunque lo hablar con lentitud. A esta testificacin,Mons. Ruta aadir que al predicar Straubinger en castellano, su expresintena un cierto dejo de timidez, pero cuando lo haca en su idioma natal, suvoz tena otro vigor, observacin que me fue confirmada por Mons.Mancuso, que tambin fue alumno suyo.

    Ya en la Argentina, Mons. Mhn le confa la parroquia de San Pedro, lasegunda ciudad en importancia de la Provincia, y all fue durante 2 aos unprroco celosos de sus deberes y donde mucho tiempo despus, todavarecordaban su preocupacin por los necesitados; pero l tampoco olvidabasu preocupacin por la Biblia, y all en ese rincn perdido de nuestraPatria, funda la Revista Bblica, que inaugura ese movimiento bblico quepronto se extender a toda Hispanoamrica ya que en todos los pases quela integran tendr la revista suscriptores y corresponsales. Mons. Mhn, con

    gran sentido de Iglesia, no se resigna a que un talento superior como el deStraubinger carezca de un campo de accin ms amplio y provechoso parauna porcin mayor de la Iglesia y por eso interesa en l al arzobispo de laPlata, Mons. Chimento, en cuyo Seminario haba vacado la ctedra deSagrada Escritura (otra vez la mano de la Providencia) que es ofrecidaentonces a Straubinger. Helo pues ah, investido de la misin de abrir afuturos sacerdotes el mbito de las lenguas bblicas y las profundidades de

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    la Sagrada Escritura.

    Y una tarde de Pascua del ao 1940, sin equipaje, tal como haba salidode su patria, con desnudez apostlica, llega al Seminario de la Plata. Slotiene su fe, su amor a Dios, su pasin por la divina Palabra, el archivo de su

    mente lleno de fruto de tantos aos de estudio, y lo arcano de su corazncolmado de experiencias religiosas que lo capacitan para comentar laBiblia, como pronto lo har, no como mero profesor de Sagrada Escritura,sino como slo un hombre religioso puede comentar ese Supremo LibroReligioso.

    Aqu comienza la etapa ms fructuosa de su fecunda vida, la etapa parala cual lo haban preparado todas las anteriores etapas.

    Cmo ama Dios a la Argentina! Prepar para Ella durante toda unavida a un notable sabio europeo, y cuando esta preparacin estuvocompletada, lo atrajo a Ella para que en Ella volcara todo lo adquirido,hacindola luego vehculo, para que a travs de Ella, esa sabidura bblica-viviente se transfundiera todos los pases de habla castellana.

    Y ah est el sabio preparado por Dios, a la puerta de ese Seminario que

    ser su lugar de vida y de trabajo durante los prximo once aos, porquetal es el resto de tiempo que le queda para cumplir su misin enSudamrica: la de abrir las puertas de la Biblia y ensear a asomarse a laprofundidad de sus misterios, a los futuros dispensadores de los Misteriosdivinos; la de corregir y anotar la versin de la Vulgatahecha por Petisco-Torres-Amat; la de realizar en el Nuevo Mundo la primera traduccincompleta al castellano de los textos originales de la Sagrada Escritura, y lade anotarlos para la vida con una profusin que en su nivel no tiene

    semejante en ningn otro continente; la de encontrarse repetidas veces conese gran estudioso del Apocalpsis que fue el P. Leonardo Castellani paraintercambiar ideas sobre los puntos difciles de ste Sagrado Libro, en unavaliosa armona de enfoques tanto en la interpretacin del sagrado textocomo en la interpretacin de los actuales acontecimientos mundiales y suposible vinculacin con los anuncios del vidente de Patmos; la misin dedirigir y expandir la accin internacional de su Revista Bblica; la

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    publicacin, en distintas editoriales, de veintitrs volmenes de suespecialidad; y cuando termine la Segunda Guerra Mundial, ese inmensoconflicto que laceraba su corazn, la misin de promover junto a otraspersonas de raz germana, la obra internacional de ayuda a Alemania ydispone slo de once aos para realizar toda su obra, y l no lo sabe

    pero va a trabajar como si lo supiera.

    Trabaja todos los das del ao, y en esos fundamentales once aos slouna vez se toma vacaciones, yendo a Coronel Surez, al hospital de laciudad, cuyo capelln era un sacerdote alemn amigo suyo. Sus jornadas detrabajo en el Seminario, aparte de cumplir sus deberes como capelln delHospital italiano y de atender sus clases de profesor, suman diez horasdiarias y a veces ms, de tares tenaz, incansable, metdica y disciplinada,

    en su escritorio, yunque donde ese fino orfebre (era fillogo profesional ya su muerte Mons. Ruta lleg a contar ms de 20.000 fichas eruditas de sumaestro) va cincelando y acuando en castellano, buscando la msexquisita precisin, la verdad de la Palabra Divina. Su aprovechamiento deltiempo en el cumplimiento de su misin hacer recordar aquel votointrpido de S. Alfonso de Ligorio, de no dejar pasar ociosamente ni unapartcula de tiempo. Straubinger vivi esa misma postura y deca que hayque aprovechar hasta los cinco minutos. l no tiraba ningn pucho de

    tiempo y aprovechaba, en la construccin del Reino, el menor manojo deminutos para poner un ladrillo ms. Y es dentro de ese enfoque que latenda a la gente, con amabilidad, pero con brevedad, y cuando unaentrevista se prolongaba ms de lo razonable, sola cortarla diciendo:Usted debe estar apurado y yo tambin.

    A sta ascesis y aplicacin heroicas se debe en parte la magnitud de loque produjo, la otra parte se debe al talento con que Dios le dot en tan

    alto grado, y otra parte secretsima se debe al patrocinio de San JuanEvangelista, cuyo nombre l llevaba y cuya fiesta celebraba todos los aospiadosamente.

    La racin de tiempo que Dios haba concedido a Straubinger se estabaagotando. l la haba gastado con inteligencia y enrgica fidelidad. Sussienes ya estaban blanqueadas y su salud no escapa a la injuria de los aos.

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    Haba dado el mundo hispanoamericano los frutos plenos de su madurezlaboriosamente alcanzada y ahora el buen servidor del Seor de la Palabrapuede cantar el Nunc Dimittes y encaminarse sereno hacia el ocaso.

    Transfiere a otras manos las Revista Bblica y con la salud resentida

    retorna en noviembre de 1951 a Alemania, en compaa de su fiel discpuloMons. Ruta. All es operado y all se queda, por consejo mdico, aunque suintencin era volver a Argentina.

    Se reincorpora a Critas en Stuttgart, da clases de Biblia a jvenes, siguecon inters la suerte de sus publicaciones en Sudamrica y enva artculos asu sucesor en la Revista Bblica. Cuando cumple los setenta aos esnombrado Prelado de la Casa Pontificia.

    En 1955 vuelve a ser designado presidente del Apostolado Bblicocatlico de Alemania que haba sido fundado por l en 1933.

    Su domicilio en Stuttgart, Alexanderstrasse n 3, siempre estaba abierto ala inteligencia, a la amistad y a la necesidad, pero Nuestro Seor ya habaterminado de prepararle su domicilio eterno y lo pas a buscar el 23 deMarzo de 1956 en el Hospital de Mara de Stuttgart, adonde lo haba

    citado con la excusa de su precaria salud.

    Tena Straubinger setenta y dos aos y tres meses de edad, cuandoparti de all en tan buena compaa hacia aquella maravillosa regindonde no hay ya palabra que traducir, ni tiempo que racionar, ni abismosde misterios que sondear, porque la palabra se hace all visin y mudoestupor, el tiempo se hace eternidad y el misterio, desnuda donacinabismal para colmar nuestra mente y nuestro corazn, esos dos abismos

    hambrientos de ver, entender, poseer y amar a ese Dios Padre, Hijo yEspritu de amor que all se da, sin velos y sin intermedios, a esas creaturassuyas selectas que representan su imagen y llevan su semejanza, y que sonsu debilidad secreta.

    All est Straubinger, y a l le pedimos nosotros, los tan torpes escolaresdel Espritu Santo que bregamos todava por la luz completa, en la

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    umbrosa regin de la parbola, del signo, la imagen y la analoga, que nosayude desde la clara regin de las plenas evidencias a seguir, segn suejemplo, deletreando incansable las Sagradas Letras, para merecer pasar,como l un da, de la consolacin de las Escrituras (Rm. 15, 4) en eldestierro, al xtasis de la visin en aquella patria eterna del cristalino cielo.

    * * *

    Y ahora, una ltima reflexin: sobre qu ejes principales gir elpensamiento y la accin de Straubinger?

    Podemos hallarlos en su mayor parte en sus Notas a la Biblia y en suobra Espiritualidad Bblica, Platn, Buenos Aires 1949, donde se recopilan

    estudios y artculos publicados en diversos peridicos y en la RevistaBblica. Ya en el Prlogo de esa obra l seala algunos de esos ejesfundamentales y los indica con toda claridad en una carta a su sucesor de laRevista Bblica. De all los tomamos y los comentamos.

    El Padre Celestial, justo, misericordioso, benigno, paternal. De estavalorizacin de la paternidad divina le viene a Straubinger la valorizacinde la infancia espiritual, como la postura sabia y adecuada de la creatura

    ante la ternura paternal del Creador. De ah su aprecio por Santa Teresadel Nio Jess, el apstol de esa postura, cuyo valor doctrinal ltempranamente descubri y utiliz en su Notasa la Biblia y est presenteen otros lugares de sus escritos como algo muy importante y que calprofundamente en su alma.

    Jess, Maestro y Modelo, Camino hacia el Padre y centro de la Biblia.

    Biblia, su amor apasionado por ella, por toda ella. l mostraba lamaravillosa unin de los dos Testamentos y desaprobaba enrgicamente eldesinters de algunos por el Antiguo Testamento y afirmaba que rechazaruno era rechazar el otro y citaba en su apoyo el inolvidable axioma de SanAgustn: In Vetere Novum latet, in Novo Vetus patet, que perifrsticamentepodramos traducir as: "El Nuevo Testamento, en el Antiguo, en semillaest velado; y el Antiguo, en el Nuevo, en flor y fruto est manifestado."

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    Caridad fraterna que cristaliz en dos vertientes: caridad material,

    haciendo siempre lo que estaba a su alcance para aliviar las necesidades desu prjimo en ese nivel, tanto en Alemania como en la Argentina; ycaridad intelectual, queriendo compartir aun con los ms "pequeos" toda

    su riqueza de saber bblico. Movido por esa caridad y sin negar lanecesidad de la crtica textual, ni el valor de las Notas filolgicas,geogrficas y arqueolgicas, que no faltan en su Biblia, afirmaba "que en laspublicaciones bblicas que se dirigen al pueblo, nunca debe faltar el mtodopatrstico, que ante todo busca en la S. Escritura las verdades doctrinales ylas enseanzas prcticas para llevar una vida de ms en ms cristiana".

    Segunda Venida de Cristo: exiliado de su amada patria, sojuzgada por

    un rgimen anticristiano y tirnico, escapado desnudo de todo, de serencarcelado, torturado y quizs asesinado por un poder omnmodo,habiendo logrado huir slo por una disposicin de la Divina Providencia,Straubinger deja a sus espaldas todas sus races y afectos, susemprendimientos truncados o en riesgo de desaparicin, una Europa que seencamina al abismo de una guerra sin parangn en la historia humana,pero vaya donde vaya l sabe que debe seguir viviendo en un mundo delcual Po XII en su primera encclica dijo: "No se le puede quizs, aplicar la

    palabra reveladora del Apocalipsis: Dices: Rico soy y opulento y de nadanecesito y no sabes que eres msero y miserable y pobre y ciego y desnudo(Ap. 3, 17)?"

    Y ms adelante, hacia el final de la encclica, ya desatada la temida 2Guerra Mundial, Po XII dice: "Los pueblos arrastrados en el trgico vrticede la guerra, quizs estn an al comienzo de sus dolores (Mt. 24, 8)".Palabras que Straubinger comenta en su obra ya mencionada diciendo: "El

    Sumo Pontfice expresa su creencia de que estamos al comienzo de losdolores anunciados por Jess en el discurso escatolgico (Mt. 24, 9)". Elmismo Papa que aos despus, termina su Mensaje de Pascua de 1957 conestas gravsimas palabras: "Cuntos corazones os esperan, oh, Seor!Cuntas almas se consumen en el anhelo del da en que slo Vos viviris yreinaris en los corazones! Ven Jess, Seor nuestro, hay muchas seales deque la hora de vuestro regreso no est lejana".

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    Straubinger ya no estaba en la tierra para leer estas ltimas palabras del

    Santo Padre, pero su pensamiento y su corazn haca ya mucho tiempo sehaban identificado con este enfoque de Po XII, y teniendo como l elalma agobiado por un dursimo presente y apesadumbrada por un muy

    tormentoso porvenir, alz la mirada al Libro del Apocalpsis, escrito paraconsuelo de los cristianos en las continuas persecuciones que losamenazaban y para despertar en ellos la bienaventurada esperanza (Tito2, 13), y coment profundamente ste consolador Libro y lo divulgencarecidamente para compartir el consuelo de Dios con sus hermanos entan extremoso tiempo. l ense la virtud de esperar al Seor en suSegunda Venida (virtud y verdad tan olvidadas) y an la posibilidad deapresurar esa venida (2 Pedro 3, 12) para arreglar este desquiciado mundo

    y erradicar para siempre este tenebroso manto de tinieblas que nos vacubriendo. Ya que Dios nos am tanto que nos envi a Straubinger comoen poderoso vitico, le pedimos que conceda a este santo sabio el seguirayudndonos fuertemente con su intercesin, en este luctuoso tiempo quepoco a poco se va asemejando al que l vivi en Europa y lo llev alexilio, con el agravante de que en este mundo globalizado, la nica Ciudadde refugio no es ya ninguna Sudamrica, sino slo las Manos de Dios, eseDios en cuya paternidad y omnipotente ternura Straubinger ense a

    confiar.

    N.B.No sera un despropsito desear que Mons. Ruta interesara a su Obispo endar los primeros pasos hacia el reconocimiento de la santidad de vida de Mons.Straubinger por parte de la Iglesia, y que se le diera, jurdicamente, el testimonioque pocos como l tienen autoridad para dar.

    * * *

    En los ltimos meses, quien lo visitara, poda verlo con uno de los tomos de laSagrada Escritura, en la excelente edicin comentada por Monseor Straubingero con el Breviario Romano que meditaba con asiduidad como un monje (JuanCarlos Moreno, Hugo Wast, Eudeba, Buenos Aires 1969, p. 288)