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493 CUBA Y POLONIA: SEMEJANZAS, DIFERENCIAS Raúl Fernández García 1 La noticia de la visita a Cuba que Juan Pablo II lleva- ría a cabo, constituyó, para muchas personas, un mo- tivo de interés y expectativa durante todo el año de 1997. En lo personal, a mí me estimuló a conocer mejor al Pastor de la Iglesia Católica, su vida y espe- cialmente, el papel que desempeñó en la lucha de los polacos para afirmar sus valores nacionales. Una vez que empecé a familiarizarme con los detalles del personaje y su escenario histórico, comprendí que la lucha de Polonia contenía importantes lecciones, algunas de las cuales podrían ser aplicables a Cuba. Ello me decidió a escribir el presente ensayo. La versión original se completó antes del viaje a Cuba de Su Santidad haciéndose necesario, una vez realiza- do aquel, actualizar el texto e incorporar el importan- te material generado en la visita. Cuando nosotros considerábamos dar por terminadas las labores de ac- tualización, observamos con satisfación y asombro que el Diario Las Américas, en su edición del 6 de agosto de 1998, publicaba bajo el título “Walesa su- giere que Cuba seguirá el ejemplo polaco,” un repor- taje originado durante la visita del dirigente obrero a Montevideo, Uruguay. Ello ocurrió al mismo tiempo que en Miami tenía lugar la Octava Reunión de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana celebrada del 6 al 8 de agosto de 1998, evento en el cual tuve el privilegio de ofrecer el presente ensayo. Fue la noticia sobre la sugerencia de Walesa la razón por la cual se han añadido estos breves comentarios al trabajo original. Creemos que la autorizada opinión del líder de los obreros polacos, fundador de Solidari- dad y Premio Nobel de la Paz 1983, quien con tanto éxito y comedimiento combatió el comunismo, debe ser del conocimiento de los lectores. Cuba y Polonia 2 han jugado, en la segunda mitad del siglo XX, papeles históricos que sobrepasan sus di- mensiones. Ambos han carecido de la protección geográfica que benefició a la Gran Bretaña y a los Es- tados Unidos. Cuba, la república deficiente pero con amplia vocación democrática y uno de los más ricos idearios políticos de las Américas, a sólo las prover- biales “90 millas” de la superpotencia que se declara campeona de la libertad, pronto iniciará el cuadragé- simo año de sufrimientos bajo una tiranía clásica. Decimos clásica porque cumple las especificaciones propuestas por los tratadistas que se han ocupado de la tiranía. Y no atenúa su condición el hecho de que por razones de fuerza mayor, tal régimen se vista con ropajes cambiantes, unos pseudo democráticos, otros socialistas o capitalistas. Una tiranía clásica es un or- ganismo político vivo y como tal comprometido, como primera prioridad, con su propia superviven- cia. Pese a los sacrificios de héroes y mártires cubanos que la han combatido, esa tiranía parece desafiar con éxito todos los peligros. 1. Este trabajo, realizado en el seno de la familia, fuera del contexto institucional, mucho debe a los valiosos aportes de mi esposa, Ma- ría, de mi hijo Raúl José, y de mis sobrinas Vilma, Lucy y Joanna Narváez. 2. El análisis de la epopeya polaca se ha basado principalmente en las fuentes bibliográficas que se mencionan al final. Ese análisis se ha enriquecido con el valioso aporte de la experiencia de la Señora Hanna Mitchell, quien participó activamente en las demostraciones es- tudiantiles en Varsovia, las que tanto contribuyeron al triunfo de la causa del pueblo polaco.

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CUBA Y POLONIA: SEMEJANZAS, DIFERENCIAS

Raúl Fernández García1

La noticia de la visita a Cuba que Juan Pablo II lleva-ría a cabo, constituyó, para muchas personas, un mo-tivo de interés y expectativa durante todo el año de1997. En lo personal, a mí me estimuló a conocermejor al Pastor de la Iglesia Católica, su vida y espe-cialmente, el papel que desempeñó en la lucha de lospolacos para afirmar sus valores nacionales.

Una vez que empecé a familiarizarme con los detallesdel personaje y su escenario histórico, comprendí quela lucha de Polonia contenía importantes lecciones,algunas de las cuales podrían ser aplicables a Cuba.Ello me decidió a escribir el presente ensayo.

La versión original se completó antes del viaje a Cubade Su Santidad haciéndose necesario, una vez realiza-do aquel, actualizar el texto e incorporar el importan-te material generado en la visita. Cuando nosotrosconsiderábamos dar por terminadas las labores de ac-tualización, observamos con satisfación y asombroque el Diario Las Américas, en su edición del 6 deagosto de 1998, publicaba bajo el título “Walesa su-giere que Cuba seguirá el ejemplo polaco,” un repor-taje originado durante la visita del dirigente obrero aMontevideo, Uruguay. Ello ocurrió al mismo tiempoque en Miami tenía lugar la Octava Reunión de laAsociación para el Estudio de la Economía Cubanacelebrada del 6 al 8 de agosto de 1998, evento en elcual tuve el privilegio de ofrecer el presente ensayo.

Fue la noticia sobre la sugerencia de Walesa la razónpor la cual se han añadido estos breves comentarios altrabajo original. Creemos que la autorizada opinióndel líder de los obreros polacos, fundador de Solidari-dad y Premio Nobel de la Paz 1983, quien con tantoéxito y comedimiento combatió el comunismo, debeser del conocimiento de los lectores.

Cuba y Polonia2 han jugado, en la segunda mitad delsiglo XX, papeles históricos que sobrepasan sus di-mensiones. Ambos han carecido de la proteccióngeográfica que benefició a la Gran Bretaña y a los Es-tados Unidos. Cuba, la república deficiente pero conamplia vocación democrática y uno de los más ricosidearios políticos de las Américas, a sólo las prover-biales “90 millas” de la superpotencia que se declaracampeona de la libertad, pronto iniciará el cuadragé-simo año de sufrimientos bajo una tiranía clásica.Decimos clásica porque cumple las especificacionespropuestas por los tratadistas que se han ocupado dela tiranía. Y no atenúa su condición el hecho de quepor razones de fuerza mayor, tal régimen se vista conropajes cambiantes, unos pseudo democráticos, otrossocialistas o capitalistas. Una tiranía clásica es un or-ganismo político vivo y como tal comprometido,como primera prioridad, con su propia superviven-cia. Pese a los sacrificios de héroes y mártires cubanosque la han combatido, esa tiranía parece desafiar conéxito todos los peligros.

1. Este trabajo, realizado en el seno de la familia, fuera del contexto institucional, mucho debe a los valiosos aportes de mi esposa, Ma-ría, de mi hijo Raúl José, y de mis sobrinas Vilma, Lucy y Joanna Narváez.

2. El análisis de la epopeya polaca se ha basado principalmente en las fuentes bibliográficas que se mencionan al final. Ese análisis se haenriquecido con el valioso aporte de la experiencia de la Señora Hanna Mitchell, quien participó activamente en las demostraciones es-tudiantiles en Varsovia, las que tanto contribuyeron al triunfo de la causa del pueblo polaco.

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Polonia, que fuera una de las grandes potencias deEuropa y que sufriera ataques, invasiones, desmem-bramientos a manos de sus vecinos poderosos e in-contables intervenciones en sus asuntos internos,emergió de la Segunda Guerra Mundial (declaradaprecisamente con motivo de la invasión nazi a su te-rritorio), como un codiciado estado cuya dependen-cia de la URSS los Aliados reconocieron. Polonia apesar de vivir a cero millas de los soviéticos, inició sulucha en afirmación de sus valores nacionales y hu-manos, y finalmente se liberó del yugo ruso y la tira-nía comunista, mediante una serie de eventos dondeel heroísmo, la prudencia, la persistencia, la capaci-dad de los líderes, la efectiva organización y la enun-ciación de claros objetivos inspirados en los idealesdel pueblo polaco, produjeron no sólo el rescate de supropio destino, sino el derrumbe del Imperio Bolche-vique. El nacionalismo fue el factor que dió inspira-ción y sustento a la lucha de los polacos. Ese factorno debe interpretarse simplemente como una repulsaa los rusos. La heróica resistencia de Polonia a la bru-tal invasión nazi de 1939 confirma la disposición delos polacos de afirmar sus valores nacionales en cual-quier circunstancia.

Creemos que un examen cuidadoso de los casos deCuba y Polonia podría ayudar a cristalizar una estra-tegia que permita curar la grave dolencia que aflige aCuba. Dado lo avanzado de la hora histórica, el análi-sis de la cuestión cubana demanda gran profundidady honestidad para mirar las verdades de frente, sin in-tenciones de disimulo, pero tampoco de ofensa; sim-plemente como se mira un diagnóstico médico, gratoo ingrato, pero necesario para sanar una grave enfer-medad. Parafraseando al Maestro digamos “para ver-dades trabajemos y no para sueños.” Al tratar de bus-car esas verdades en un laberinto de datos a amboslados del Atlántico, lo haremos siguiendo el métodoque nos parezca más lógico, claro y efectivo, sin res-tringir nuestro análisis a un rígido ordenamiento cro-nológico o de otro tipo. No perderemos de vista quela finalidad es “curar la grave dolencia que aflige aCuba,” y no, llevar a cabo un ejercicio intelectual máso menos interesante, ni tampoco aumentar la biblio-grafía sobre el tema cubano, la que ya es numerosa ycuenta con excelentes trabajos. Los ejercicios intelec-tuales se realizarán solamente en la medida necesaria

para aportar ideas frescas para curar un mal que hasido inmune a los remedios caseros tradicionales.

La visita a Cuba en enero de 1998 de Su SantidadJuan Pablo II, quien como polaco y como Papa jugóun papel estelar en la liquidación del régimen comu-nista en su patria, ha sembrado prometedoras espe-ranzas en el suelo cubano. En el texto de este ensayonos referiremos a la brillante labor de pastor que rea-lizó el Papa en la conducción de sus hermanos pola-cos y al excepcional papel que jugó la Iglesia Católica.Ha sido un privilegio para Cuba recibir al Pontíficeque representa, no sólo el amor cristiano, sino la pos-tura vigilante e inteligente del celoso guardián de losderechos humanos. Y es también una oportunidad,ya sea como resultado de su presencia física o intelec-tual o moral, para ofrecer ideas nuevas a un auditoriofatigado, tras casi cuarenta años de monótonos dis-cursos, con ecos siempre predecibles a ambos ladosdel Canal de la Florida.

Sabemos que cada país y cada circunstancia históricatienen sus propias características y demandan ajustesde las fórmulas generales. Pero creemos también quelos casos de Cuba y Polonia tienen elementos comu-nes importantes, y que su análisis documentado e in-teligente, podría ayudar a la búsqueda de una solu-ción cubana.

Además, los resultados diferentes obtenidos por am-bos países deben poderse explicar con razones lógicas,el encuentro de las cuales debe ayudar a hallar el ca-mino que conduzca a liquidar la actual tiranía y a es-tablecer, por fin, la república que encarne la substan-cia misma de la nacionalidad cubana.

BOSQUEJOS HISTORICOSEl caso polaco: La postguerraReferirse a la compleja historia de Polonia, aún enforma sinóptica, escapa al alcance de este trabajo.Pero como es necesario para el análisis contar con unmarco conceptual histórico de referencia, abordare-mos oportunamente las cuestiones pertinentes.

Polonia, durante el período que siguió a la termina-ción de la Segunda Guerra Mundial, fue substancial-mente dominada por la Unión Soviética a través degobiernos controlados por organizaciones comunistaspolacas, generalmente (pero no siempre) obedientes a

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los dictados de Moscú. Sin embargo, es un hechoaceptado por los estudiosos, que los procedimientostípicos del régimen de Stalin no fueron impuestos enPolonia con la rudeza que se practicó en el resto deEuropa Oriental.

Los gobiernos comunistas polacos de la postguerraaceleraron la reconstrucción del país procediendo a lareparación de los daños causados por el conflicto.Pero ello se hizo a un alto costo para la ciudadanía.Medidas típicas de las economías centralmente plani-ficadas se pusieron en vigor, haciendo gravitar sobrela población el mayor peso del costo de reactivar laproducción. Muerto Stalin en marzo de 1953, a par-tir de 1954 se empezaban a adoptar tímidas medidastendientes a aliviar las cargas del pueblo, dentro deun limitado esquema de liberalización que no alcan-zaba a satisfacer la población. Al mismo tiempo, co-menzaban a soplar vientos diferentes en el Imperio,no pequeña parte de lo cual sería el famoso discursodel 5 de febrero de 1956 de Nikita Khrushchev anteel Vigésimo Congreso del Partido Comunista Sovié-tico, en el que denunció las purgas de Stalin y el cultoa la personalidad. Nótese que Polonia fue el únicopaís de Europa Oriental donde no se erigió estatua al-guna a Stalin. Por otra parte, aunque la Iglesia Cató-lica era objeto de múltiples presiones, conservaba aúnalgunas libertades. Por ejemplo, la Universidad Cató-lica de Lublín continuaba funcionando, proporcio-nando un refugio a profesores y estudiantes que, pormotivos sociales o políticos, encontraban dificultadespara tener acceso a la educación superior.

A pesar de los paliativos, un poco más tarde se produ-ciría en Polonia el primer estallido de descontentopopular ante las presiones que ejercía el aparato gu-bernamental sobre el pueblo. Así, el 28 de junio 1956los obreros industriales de Poznan realizaron unahuelga general y una demostración en la que partici-paron 50,000 personas demandando pan, libertad,elecciones libres y la salida de los rusos. El orden fuerestaurado sólo mediante el uso de los tanques delejército. Cincuenta y tres personas murieron y 200quedaron heridas. Al considerar la situación, la plena-ria del Comité Central Comunista, reunida en juliode 1956 mostró la existencia de tres grupos: la líneastalinista (los que habían permanecido en la URSS

durante la Guerra) abogaba por censura estricta y es-tablecimiento de límites a la liberalización; el grupoque había permanecido en la Polonia ocupada porAlemania deseaba la continuación del proceso de li-beralización; los Realistas, en el medio de ambos,querían que la liberalización continuara, pero sinanarquía.

En busca de consenso, estos tres grupos convinieronen aceptar el regreso de Wladyslaw Gomulka, anti-guo Secretario General del Partido de los Trabajado-res Polacos Unidos (Comunistas), y figura de cúpulade gobiernos anteriores, quien en 1948 se habíaopuesto a la condena de Yugoeslavia y al inicio de lacolectivización de la agricultura en Polonia. Gomulkahabía sido destituído del cargo de Secretario Generaldel Partido; ahora regresaba al poder como el únicolíder que podía restaurar la unidad comunista y dis-frutar amplio apoyo en el país.

En octubre 19 de 1956, mientras se celebraba unaasamblea del Comité Central, inesperadamente, laplana mayor rusa encabezada por Khrushchev llegó aVarsovia mientras divisiones soviéticas se movían ha-cia la capital alegando “maniobras de otoño.”

Las reuniones que siguieron entre rusos y polacos losdías 19 y 20 de octubre fueron atormentadas, al de-fender los polacos la tesis de que la democracia polacadebía ocupar un lugar como miembro igual y sobera-no del campo socalista. Mientras tanto, los obreros yestudiantes, irritados por la presencia rusa hacían de-mostraciones contra la presión extranjera y en apoyode Gomulka. A Khrushchev parecía interesarle sola-mente que el regreso de Gomulka no significara undeterioro de las relaciones soviético polacas. Cuandoconsideró que ese peligro no existía, regresó a Moscú.Entre tanto Gomulka recibiría un apoyo políticoaplastante, mientras los “stalinistas” perdían todas lasposiciones en los cuerpos decisorios. Por su parte,Gomulka adelantó la liberalización y aflojó en lo quepudo los controles totalitarios. Estabilizada así la si-tuación, no volvió a ocurrir otro estallido violentosignificativo hasta 1970.

Consideraciones preliminares¿Fue la carta de triunfo de los polacos en 1956 su in-discutible afirmación de los valores nacionales; en

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otras palabras, su genuino nacionalismo? Invitamosal lector a no perder de vista los comentarios sobre eltema del nacionalismo polaco en el presente trabajo.Asimismo debe meditarse sobre el nacionalismo en elcaso cubano, especialmente su importancia en la es-trategia de lucha de las fuerzas anticomunistas de Cu-ba. No deben ignorarse las ventajas derivadas por latiranía castrista al adjudicarse, sin mérito pero conpoder persuasivo, la auténtica representación de lanacionalidad cubana, y proclamar nada menos que aJosé Martí como autor intelectual del ataque al Cuar-tel Moncada.

Cuba ha perdido 40 años de su historia manejada porun personaje comprometido exclusivamente en labúsqueda y mantenimiento del poder político para síy, en la promoción, además, de un extremado culto asu personalidad. El arribo de ese tipo de personaje alescenario cubano fue previsto desde 1950 por unamisión de expertos que estudió la situación de Cubanueve años antes del ascenso de Castro al poder. Esamisión, la famosa Misión Truslow del Banco Mun-dial, que fuera invitada por el Gobierno de CarlosPrío Socarrás para ofrecer un dictamen técnico sobrela situación de la Isla, escribió en su Report on Cuba(p. 13):

V. LA SELECCION QUE SE PRESENTA ANTECUBA: La elección es clara; y la Misión cree que dejarde elegir la alternativa dinámica [diversificación]puede traer a Cuba las consecuencias más serias. Laprosperidad de la Guerra ha creado nuevos niveles devida para mucha gente. Si su economía no puedemantenerlos, al menos en un grado razonable, entiempos menos prósperos, Cuba será sometida agrandes tensiones políticas. Si los líderes descuidanpreparar a Cuba para ésto, ellos serán culpados por elpueblo. Y si eso sucediera, el control bien puedepasar a manos subversivas pero atractivas, comoha sucedido en otros países cuyos líderes han igno-rado las tendencias de los tiempos.3

Lo dicho en el Report evidencia algo que queremosdestacar. Cuando se conocen las reglas del juego polí-tico, se cuenta con información adecuada, y se anali-zan los problemas lógicamente, la política no tiene

muchos misterios. Su comprensión requiere, eso sí,abandonar las ilusiones infantiles y afrontar la reali-dad y las soluciones a los problemas con total fran-queza.

El caso cubano: Raíces nacionalistasEste bosquejo, como los demás, se limita a proveerun escueto marco conceptual histórico que permitaun análisis ilustrado de la situación.

Las guerras de independencia: Para lograr su inde-pendencia Cuba pagó el más alto precio que país al-guno tuvo que abonar en las Américas para ganar sulibertad. El Imperio Español, vencido en los extensosterritorios de México, Centro y Sudamérica en losinicios del siglo XIX, concentró sus recursos militaresy económicos en la pequeña Isla de Cuba, parte deldiminuto residuo del otrora inmenso dominio donde“jamás se ponía el sol.” Además, Cuba fue también elsímbolo del orgullo peninsular, la que, en las palabrasde un líder español sería defendida “hasta el últimosoldado y hasta la última peseta”. Y así fue que, en esecontexto, durante un período de treinta años, a partirde 1868, los cubanos libraron tres guerras devastado-ras por su libertad.

Cuba peleó sola. En el país vecino del norte, aunquese veía con simpatías la causa cubana, la posición ofi-cial, la mayor parte del tiempo, fue indiferente u hos-til. Cuando convenía a sus relaciones con España, Es-tados Unidos confiscaba las armas del EjércitoLibertador, compradas con los modestos aportes delos tabaqueros cubanos de Tampa. Pero cuando lafruta del Caribe estuvo madura, abonada con torren-tes de sangre cubana y de sangre española, el colosodel norte, en una guerra de unos cien días, y contan-do con la eficaz colaboración de los cubanos, derrotóa España. El famoso “Mensaje a García” no fue otracosa que la comunicación que sirvió para coordinarlos esfuerzos bélicos de los ejércitos estadounidense ycubano. Como resultado de la brevísima guerra, losEstados Unidos se adjudicaron las Filipinas, Guam yPuerto Rico, y ganaron una decisiva influencia enCuba, la que “legitimaron” con la llamada EnmiendaPlatt. Esta, insertada bajo presión en la constitución

3. Son nuestras la traducción del inglés al español, así como las negritas de la oración final.

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cubana, daba a Estados Unidos el derecho de interve-nir en Cuba. Pocas veces en la historia, la relacióncosto beneficio ha sido tan favorable a una tardía y li-mitada acción bélica.

El alto precio que pagó Cuba por su libertad ha teni-do un peso abrumador sobre la historia de la Isla, ydesde luego, fertilizó las raíces del nacionalismo cuba-no. Joaquín Balaguer, con la autoridad de su culturay experiencia y la objetividad que le permite su con-dición de dominicano, ha señalado el “destino trági-co que desde un principio preside la suerte de la revo-lución cubana. En la especie de tragedia griega quemarca el rumbo de esa gesta sin precedentes en losanales de la humanidad, los sucesos desencadenanbajo un signo de grandeza y horror que no se advierteen ninguna de las otras guerras de independencia deAmérica.” La anterior cita se comprueba al constatarque la mayoría de los grandes hombres de Cuba mu-rió en el conflicto. Desde Céspedes y Agramonte has-ta Martí y Maceo, Cuba perdió el talento y el amorde muchos de sus mejores hijos. A veces nos pregun-tamos ¿qué habría sido de los Estados Unidos si hom-bres como Washington, Jefferson, John Adams oAlexander Hamilton hubieran caído bajo las balas in-glesas en los inicios de la Guerra Revolucionaria? ¿Osi Lincoln, en vez de ser abatido una vez concluída laGuerra Civil, hubiera sido asesinado al iniciarse ésta?

Pero no especulemos. Anotemos sí, y subrayemos,que el nacionalismo cubano tiene una fuerte raíz his-tórica y un contenido emocional que sólo puede ig-norarse al costo de enajenar el interés y la colabora-ción de los cubanos. Castro siempre prestó atenciónal componente nacionalista. Aún cuando los favoresde la Unión Soviética y el precio que por ellos se hizopagar la metrópoli, ensombrecieron la soberanía na-cional, el régimen cuidó de que se mantuvieran lossímbolos cubanos sintetizados en el lema: “Patria oMuerte.” La interpretación textual del lema hacíacreer que se luchaba por la patria, no por ningunaotra finalidad subalterna. Claro, en Castro el nacio-nalismo ha sido un medio más para conquistar ymantener el poder. Hoy, los privilegios otorgados enCuba a los inversionistas y turistas extranjeros, en de-trimento de los derechos de los cubanos, ofrecen unaocasión para demostrar que Castro no es un naciona-

lista sincero sino un oportunista. Ese es un débil ta-lón de Aquiles del régimen que debería ser puesto enevidencia, una y otra vez, ante el pueblo de Cuba.Del otro lado de la ecuación cubana, bien harían lasfuerzas que se oponen al régimen castrista, en revisarel fondo y la forma de sus conductas, a fin de trasmi-tir al pueblo cubano una imagen inequívoca de cuba-nidad y de indivisible lealtad a Cuba.

El examen de los antecedentes históricos cubanoamericanos no estaría completo si no se dijera queuna vez establecida la República de Cuba en 1902, elflujo hacia Cuba de capital y tecnología estadouni-denses, así como la apertura del gran mercado delnorte, unido a los recursos naturales de la Isla y al di-namismo de los cubanos, permitieron que Cuba seencontrara pronto en los primeros lugares de Améri-ca Latina en cuanto a los indicadores económicos ysociales. Además, debe señalarse que cubanos y norte-americanos se mezclaron con facilidad y que elemen-tos importantes de sus culturas se adoptaron recipro-camente a ambos lados del Canal de la Florida. Porejemplo, la rumba llegó a ser uno de los ritmos favo-ritos en la Casa Blanca durante la presidencia deFranklin Delano Roosevelt. Más tarde, el actor, mú-sico y empresario cubano Desi Arnaz, con su incom-parable esposa y compañera americana Lucille Ball,transformó la técnica de producción de las comediastelevisadas. La serie “I love Lucy” realizada por ellos,llegó a alcanzar una teleaudiencia de cuarenta y cua-tro millones (28% de la población). Tal vez nadiemejor que Arnaz simbolizó el nacionalismo cubanoen sus aspectos más íntegros y constructivos. Su per-sonaje Ricky Ricardo habla un inglés con fuerte acen-to latino sin pretensión anglosajona alguna. En todo,su personaje refleja y capitaliza lo cubano, incluyendomuy especialmente los ritmos musicales tropicalesencabezados por el famoso Babalú. Y así como la cul-tura cubana triunfaba en el Norte, la influencia delNorte se hacía sentir en todas las actividades en Cu-ba.

Todo ello demuestra que el nacionalismo cubano,aunque vigoroso y afirmativo, no tuvo elementosagresivos importantes hasta la llegada de Castro alpoder. Esto se confirma al notar que Cuba indepen-diente recibió con los brazos abiertos una numerosa

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inmigración española apenas habían terminado trein-ta años de guerra con España. Pero asimismo cree-mos que el hecho de que Castro jugara con énfasis lacarta nacionalista, fue un factor que lo favovereció encontraste con la imagen de un nacionalismo a mediasque frecuentemente proyectan sectores importantesde la oposición, especialmente en el exilio.

Las revoluciones de los años treinta: La Gran De-presión, con su cosecha de penuria alrededor del glo-bo, desestabilizó al mundo. Mientras en Europa tira-nos como Hitler, Stalin y Mussolini preparaban laSegunda Guerra Mundial, en Estados UnidosFranklin Delano Roosevelt ensayaba medidas creati-vas para contener un malestar social y económico queparecía amenazar la estabilidad del país. Cuba no po-día escapar de esa tormenta que derrumbó los preciosdel azúcar. Y así, sin válvulas políticas e instituciona-les adecuadas para remediar el descontento, el pueblocubano se vió sacudido por convulsiones revolucio-narias que se extendieron a lo largo de la década delos años treinta.

Esas convulsiones tuvieron un fuerte y diverso conte-nido doctrinario. La expresión nacionalista se mani-festó, entre otros aspectos, en la demanda de que laEnmienda Platt fuera abolida, lo que de hecho ocu-rrió en 1934. El monocultivo azucarero demostró suincapacidad de proteger el bienestar de los cubanosen tiempos malos, y fue considerado como una carac-terística de la economía que debía corregirse median-te la diversificación. Asimismo, la concentración detierras en los latifundios fue proscrita y se indicó la li-mitación restrictiva de la adquisición y posesión de latierra por personas y compañías extranjeras. Además,se postuló la adopción de medidas para revertir la tie-rra al cubano, todo lo cual quedaría plasmado en laConstitución de 1940.

A finales de la década, los diversos partidos, y grupospolíticos del país convinieron en reordenarlo jurídicay políticamente y se convocaron elecciones para inte-grar una asamblea constituyente que diera a Cubauna nueva carta magna. El proceso se desarrolló demanera ejemplar. Tal vez ese fue el momento estelarde la democracia cubana. De las deliberaciones de laasamblea salió la famosa Constitución de 1940, la

que recogió lo substancial del ideario político y eco-nómico que se había debatido en la década recién ter-minada. Esa característica incluyente hizo de laConstitución una voluminosa ley fundamental quepara algunos escapaba de los límites deseables en undocumento constitucional. Por otra parte, los excesi-vos detalles de la carta le quitarían pronto parte de suaplicabilidad en un mundo en rápida transformación.Decimos ésto a propósito de algunos intentos de pro-poner la Constitución de 1940 como la base de ungobierno de transición. Creemos que tal cosa crearíaserias dificultades. No obstante sus aspectos positi-vos, no hay que perder de vista que la Constitucióndel 40 se dictó para un país cuyas características hancambiado totalmente y para una época que hoy essólo un recuerdo. La alternativa a la vieja constitu-ción sería un estatuto constitucional sencillo que nor-mara las funciones del gobierno provisional mientras,a su debido tiempo, se convoca una nueva asambleaconstituyente.

En su momento histórico la Constitución del 40cumplió su función durante los gobiernos constitu-cionales del período 1940-52. Fue ésa una época ge-neralmente próspera debido a los altos precios delazúcar generados por la Segunda Guerra Mundial, elPlan Marshall y la Guerra de Corea. Fue también unaépoca de gran corrupción y de ataques vitriólicoscontra la misma por parte de algunos voceros de laoposición. Todo ello debilitó la confianza de la ciu-dadanía en sus líderes e instituciones políticas. El 10de marzo de 1952, Fulgencio Batista interrumpió unproceso electoral normal en el cual era candidato a lapresidencia y en la madrugada, mediante un golpe deestado, se apoderó del gobierno. Si se hiciera una listade las fechas trágicas de la nación cubana, el 10 demarzo debería figurar entre las primeras. Ese día, des-truído el estado de derecho, se abrieron frente a Cubalas más dolorosas alternativas. El carácter sorpresivodel golpe y el respaldo al mismo de las fuerzas arma-das, impidió que cristalizara una resistencia efectiva.A ello contribuyó el rápido reconocimiento al gobier-no ilegal que otorgaron con diligencia los gobiernosdemocráticos “amigos” de Cuba. El 10 de marzo de1952 inició un proceso que conduciría, siete añosmás tarde, a la ascensión de Fidel Castro al poder.

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El caso polaco

Las reformas de Gomulka: La ascensión de Wladys-law Gomulka al poder a finales de 1956, alentó gran-des esperanzas en Polonia. En muchos aspectos Go-mulka actuó como un reformador moderado, porejemplo, al restablecer la agricultura privada. Así, en-tre octubre y diciembre de 1956, más del 80% de lasfincas colectivas existentes se disolvieron, represen-tando las restantes sólo el 1.3% de la producción. Almismo tiempo se daban otras ventajas a los agriculto-res. Sin embargo, su gobierno evitó, en general, apar-tarse de los principios marxista leninistas, y mantuvoestrechos lazos con la Unión Soviética. Recuérdeseque 1956 fue también el año del levantamiento anti-comunista en Hungría el que fuera brutalmenteaplastado. Sin embargo, ésto no comprometería la in-dependencia polaca que Gomulka comentó en los si-guientes términos: “La cualidad más característica dela nación polaca, que es consecuencia de su historia,es su sensibilidad respecto de su independencia.” Esacualidad pronto volvería a jugar un papel trascenden-tal.

Respecto a la Iglesia Católica, y por razones tácticas,Gomulka parecía buscar un modus operandi. ElPartido, argumentaba él, no puede ignorar la existen-cia de una gran masa de católicos, y en sus políticasno debe aplicar métodos administrativos a los creyen-tes, ignorando que la vieja disputa con la Iglesia haahuyentado a millones de personas del socialismo. Latiranía castrista no siguió en Cuba el curso conciliato-rio sugerido por Gomulka para su país. Adelante,anotamos las duras medidas contra la Iglesia adopta-das en Cuba. En la Isla no ocurrieron los ajustes depolítica con la Iglesia en el grado y oportunidad enque se practicaron en Polonia. Pero considerandosólo la duración de los gobernantes en el poder, sintener en cuenta el bienestar del pueblo u otras consi-deraciones éticas, lo hecho en Cuba, en contraste conlo realizado en Polonia, parece haber favorecido, la-mentablemente, la prolongada longevidad del régi-men castrista. Desde luego, no debe perderse de vistaque las iglesias polaca y cubana eran diferentes enmuchos aspectos y que lo que el gobierno hizo enCuba tal vez no hubiera podido haberse hecho en Po-lonia.

Los primeros años del gobierno de Gomulka fueronconsiderados satisfactorios por la mayoría de los pola-cos. Entre sus logros destacan la redefinición de lasrelaciones con la Unión Soviética en términos másventajosos para Polonia y el restablecimiento de laagricultura privada. Como antes se apuntó, la agri-cultura privada disfrutó de un tratamiento favorable.Ciertamente, las políticas de Gomulka hacia la IglesiaCatólica y los agricultores sirvieron para salvaguardaresos centros independientes de poder: espiritual eluno, económico el otro.

Las relaciones con la Iglesia Católica continuaronevolucionando. En octubre de 1956 el CardenalWyszynski fue relevado de su confinamiento juntocon otros sacerdotes y obispos. A pesar de estas medi-das las relaciones entre la Iglesia y el Estado estuvie-ron lejos de ser armónicas, pero se mantuvieron den-tro de límites de “coexistencia pacífica.” Recuérdeseque la Iglesia se identificó con la causa de la naciona-lidad polaca desde muy temprano en su historia, yeste hecho le otorgó el prestigio y la protección quedisfrutan las instituciones vinculadas a la patria.

El precario equilibrio en el país logrado después de lacrisis de 1956 no duró muchos años. A partir de1964 las cosas empezaron a empeorar seriamente a loque se unió el deteriorado estado de salud de Go-mulka. La situación económica se hizo cada vez másinsatisfactoria. Las medidas parciales de reforma eco-nómica que habían sido introducidas en 1956 no es-timularon un alto grado de crecimiento económico,lo que limitó las oportunidades de empleo de las jó-venes generaciones nacidas en el “baby boom” polacode los años cincuenta. Por otra parte, las relacionesentre el Gobierno y la Iglesia se deterioraron debido adiferencias sobre cómo celebrar el milésimo aniversa-rio de la introducción del cristianismo en Polonia enel año 966. La Iglesia pudo resistir con éxito las pre-siones del Gobierno y poco a poco las tensiones co-menzaron a desaparecer, persistiendo, sin embargo,una atmósfera de mutua sospecha.

La década de los sesenta fue tumultuosa. La Universi-dad de Varsovia y amplios sectores de la intelectuali-dad se convirtieron en centros de oposición. Un nue-vo grupo político dentro del Partido Comunista, los“Partidarios,” formado por la gente que había pasado

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los años de la guerra en la resistencia en Polonia, de-sarrollaron una amarga oposición a aquellos comu-nistas, muchos de ellos judíos, que habían pasadoesos años en la Unión Soviética. Los Partidarios abo-gaban por una política autoritaria frente a la Iglesia ypor un nacionalismo agresivo. De hecho, el grupo lo-gró eliminar a un gran número de oficiales judíos delPartido.

En diciembre de 1967 un nuevo régimen reformadorquedó establecido en Checoeslovaquia bajo el lideraz-go de Alexander Dubcek, lo cual estimuló demandaspor parte de estudiantes e intelectuales polacos en fa-vor de cambios similares. Las tensiones culminaronen el mes de marzo, en grandes demostraciones de losestudiantes, con la consecuente violencia policiaca yel arresto de más de mil personas. Los disturbios die-ron a los Partidarios un pretexto para reforzar su po-sición y desalojar de sus puestos a sus adversarios po-líticos, especialmente los liberales y los judíos. Entotal 9,000 personas perdieron sus empleos y la ma-yoría de los 30,000 judíos de Polonia dejaron el paísexilándose en Israel, Europa Occidental y Américadel Norte. Gomulka nadó a favor de la corriente y lo-gró fortalecer su posición, ayudado además por sulealtad a la Unión Soviética en la crisis checoeslovaca.Así, en el Quinto Congreso del Partido de los Traba-jadores Polacos Unidos (Comunistas), Gomulka te-nía un firme control sobre el Partido. Toda esa forta-leza política, sin embargo, no le serviría de muchoante la persistencia de la crisis económica.

La nueva crisis: La crisis fue tipicamente la que seobserva en los países regidos por la planificación cen-tral. Los resultados adversos de esa planificación sereforzaron por los efectos negativos en la balanza depagos que ocasionó la importación de maquinaria oc-cidental destinada a aliviar la brecha tecnológica po-laca. Para mejorar la disponibilidad de divisas se au-mentaron las exportaciones de alimentos,especialmente carne, con resultados devastadores enla oferta y el abastecimiento del mercado interno. Lasmedidas que se ensayaron en 1970 como soluciones,sirvieron de hecho para desencadenar una revuelta.

Ajustes de política económica se adoptaron a princi-pios de 1970. El 12 de diciembre el gobierno anun-ció aumentos de precios de alimentos básicos de hasta

30% mientras se rebajaban los de aparatos de televi-sión, automóviles y otros. Tales medidas constituye-ron la gota de agua que desbordó el vaso. Los trabaja-dores de los astilleros de las tres ciudades del norte(Gdansk, Gdynia y Szczecin) llevaron a cabo huelgasmasivas y demostraciones, las que fueron brutalmen-te reprimidas entre el 14 y el 19 de diciembre. Por lomenos 500 personas perdieron sus vidas mientras elespectro de la guerra civil parecía acercarse. Gomulkano pudo obtener un apoyo soviético significativo y sevió obligado a renunciar tras sufrir una embolia. Ensu lugar, Edward Gierek asumía el poderoso cargo dePrimer Secretario el 20 de diciembre de 1970. Asíterminaba una esperanza más en la historia del mar-xismo leninismo en Polonia.

El gobierno de Gierek: La primera prioridad delGobierno de Gierek fue restablecer una apariencia deorden, para lo cual consideró necesario anunciar alParlamento el 23 de diciembre que su Gobierno revi-saría drasticamente las políticas económicas de supredecesor, así como el Plan Quinquenal para el pe-ríodo 1971-5. La agricultura, las viviendas y los bie-nes de consumo serían beneficiados. No habría can-celación de los aumentos de precios pero se daríanpequeños aumentos de salarios a los trabajadores másmodestos. Esas concesiones, sin embargo, no calma-ron a los trabajadores y una ola de huelgas se exten-dió por el país, acompañada de demandas de que sehicieran cambios en el sistema económico y político yse castigara a los responsables por la pérdida de vidasen los disturbios de diciembre.

Buscando apaciguar los ánimos, el propio Gierek en-cabezó discusiones con los obreros de los astilleros deGdansk y Szczecin, a los que persuadió de que volvie-ran al trabajo previas concesiones. Sin embargo, lashuelgas se extendieron a la industria textil, lo quehizo necesario nuevas concesiones. El resultado másimportante parecía ser la clara demostración del ex-traordinario poder de la clase obrera (en eso el mar-xismo leninisno parecía tener razón). El Politbureauen un informe al Pleno del Comité Central anotabala moraleja destacando que el Partido “en el futurodebe siempre procurar evitar conflictos con la clasetrabajadora.”

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Dada la precaria situación del Gobierno de Gierek,éste adelantó un programa de reformas económicas,siendo favorecida la producción de alimentos, asícomo los incentivos a los agricultores privados. Seabolieron limitaciones en relación con la venta y he-rencia de tierras y se confirmaron derechos de propie-dad a un millón de agricultores privados a quienespor primera vez se incorporó al sistema de salud esta-tal. Además se adoptaron otras medidas en favor delos agricultores.

La crisis aumentó la dependencia de Gierek de laURSS la que proveyó a Polonia de productos agríco-las y préstamos. Gierek, no obstante, aprovechó elcompromiso de la Unión Soviética con la política dedétente para mejorar sus propias relaciones con paísesocidentales y adquirir maquinaria en condiciones fa-vorables a fin de modernizar la industria. Ello impul-só el comercio de Polonia con Occidente y redujo elnivel de aquel con la Unión Soviética. También seotorgó alguna autonomía, y acceso a recursos en mo-neda dura, a ciertas grandes industrias. Los resultadosfueron muy satisfactorios y estimularon el talentoempresarial polaco. En general Polonia disfrutó deuna marcada prosperidad durante los primeros añosdel Gobierno de Gierek. En esa época las relacionescon la Iglesia Católica mejoraron y el régimen le res-tituyó unos 7000 edificios eclesiásticos que habíansido confiscados por el Estado. Por otra parte, me-diante hábiles maniobras políticas, Gierek se aseguróel total control del Partido recibiendo además el en-doso personal de Breznnev.

Como paso siguiente de su hasta ahora exitosa carre-ra, Gierek intentó apretar los controles ideológicos.Se temía que el mejoramiento del nivel de vida de lapoblación erosionara los principios marxista leninis-tas. La URSS y otros países del campo socialista com-partían esa preocupación. Ello dió lugar a campañasmasivas de adiestramiento ideológico de los miem-bros del Partido. Por otra parte no se perdía de vista alos oponentes. Un prominente integrante del Polit-bureau, Jan Szydlak, atacó a la Iglesia Católica comoel “único centro de fuerzas sociales derechistas quedisponen de una visión filosófica coherente, una fuer-te organización básica y numerosos activistas.” Si sesuprime el discutible calificativo “derechistas,” esa ca-

racterización de la Iglesia define los atributos que laconvirtieron en la poderosa estructura capaz de desa-fiar al estado comunista. Jan Szydlak tuvo una visióncertera del adversario.

Otro importante oponente del régimen era la intelli-gentsia, la que resentía el aparente servilismo del go-bierno polaco ante la URSS, especialmente repectode restricciones en la vida cultural de un millón depolacos que aún vivían en la Unión Soviética en áreasque habían sido parte de Polonia antes de 1939. Lacensura y las restricciones a la vida cultural fueronigualmente atacadas por la intelligentsia y la Iglesia.

Lo que provocó una confrontación otra vez fue el in-tento del régimen de introducir una nueva constitu-ción cuyo texto subrayaba el carácter socialista del Es-tado Polaco basado en los mismos principios quetriunfaron en la “Gran Revolución Socialista de Oc-tubre.” La intelligentsia y la Iglesia reaccionaron ne-gativamente. El socialista veterano Edward Lipinskidirigió una carta a Gierek que concluía así: “No hayobjetivo mas importante para Polonia que reafirmarsu soberanía. Sólo después de recuperar la indepen-dencia política será posible acometer reformas econó-micas sistemáticas y restructurar el sistema político ysocial a fin de liberar el potencial creativo de la na-ción.” El régimen cedió; el texto se modificó.

En el episodio anterior se pone de manifiesto una vezmás la importancia que los sentimientos nacionalistashan tenido en la historia de Polonia. La situación enCuba no ha sido muy diferente pero la oposición a latiranía no ha jugado con éxito la carta nacionalista. Aello nos hemos referido antes y nos referiremos ade-lante, así como a las razones por las cuales los estalli-dos populares multitudinarios de Polonia no han en-contrado homólogos en Cuba.

El caso cubano: Factores que favorecieron a Castro

El gobierno producto del golpe de estado del 10 demarzo de 1952 que encabezó Batista fue corrupto,dilapidador y dictatorial. Para ganar un apoyo popu-lar que nunca obtuvo, creó una prosperidad aparentegastando las reservas que Cuba había acumulado enlos años de buenos precios del azúcar, y aumentandola deuda nacional; pero de nada le sirvió ese derroche.

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El país jamás aceptó el golpe de estado, el cual se hizomás intolerable por el elevado grado de corrupciónen el gobierno y los abusos de poder que cometía. Enuna afanosa búsqueda de una fórmula que restaurarael orden constitucional, la ciudadanía concentró susactividades primero en la política y después en la re-volución.

Los políticos fueron incapaces de producir una fór-mula viable. Por su parte Castro ensayó, en el asaltoal cuartel Moncada en 1953, la tesis insurreccional, laque en esa ocasión fracasó. Pero los demás ensayospolíticos también fracasaron, y cuando él inició lacampaña de la Sierra Maestra en 1956, parte de lapoblación empezó a verlo como posiblemente el úni-co líder que tenía la fórmula capaz de devolver aCuba a un régimen de derecho. Después de todo, elgobierno de Batista era el resultado de la fuerza y pa-recía aceptable ponerle fin por medio de la fuerza. Yasí creció en progresión geométrica el apoyo a lasguerrillas castristas. La extendida corrupción y des-moralización en el ejército de Batista facilitó a Castrolos modestos aspectos militares del conflicto, mien-tras la población aumentaba su apoyo irrestricto alpoco conocido líder de la Sierra. Para dolor de Cuba,la traición de un golpe de estado empezaba a engen-drar un mito trágico, el mito de Fidel. Por otra parte,en contraste con aquel golpe, a la llegada del nuevoaño de 1959, otro mito se deshacía en pedazos: Batis-ta huía de Cuba para acogerse a la protección del tira-no de la República Dominicana Rafael Trujillo.

El régimen de Fidel Castro: Castro llegó al poderrevestido de una aureola mixta de héroe y mesías quele granjeó el apoyo delirante de muchos cubanos.. Lassimpatías que despertó derivaron en gran parte de laprofunda antipatía que el régimen de Batista inspira-ba, según una lógica simplona del tipo “si Batista esmalo, Fidel que lo derrotó debe ser bueno.” Además,las promesas del nuevo régimen alimentaban, en unaparte de la población, esperanzas de un bienestar ex-traordinario. A los simpatizantes simplones hay quesumar los patriotas idealistas sinceros que deseabanver a Cuba transitar mejores caminos que los que ha-bía recorrido; también hay que añadir quienes encon-traron en la Revolución las explicaciones que justifi-caban sus propios fracasos personales; igualmente los

que tenían agravios que esperaban vengar o que yaveían vengados en la desventura de los perjudicadospor el régimen; los que aspiraban a beneficiarse de losfrutos del poder y un número adicional de gente detodo tipo. En contra de la Revolución estaban las cla-ses más acomodadas, los intereses ligados a los Esta-dos Unidos y al gobierno derrotado, y muchos otroscubanos que percibieron desde el principio el carácterautoritario del fidelismo y se negaron a sumarse a lagran comparsa revolucionaria.

El régimen se movió rapidamente hacia la consolida-ción del poder y el logro de sus objetivos. Desde susinicios creó una atmósfera psicológica que oscilabaentre la desconfianza, el miedo y el terror, la que leayudaría, como a otros tiranos, a “ablandar” a losenemigos reales o potenciales. Así, a pocas horas de lahuída de Batista, se iniciaron juicios sumarísimos queculminaron en los fusilamientos, supervisados por elChe Guevara, de centenares de ex miembros de loscuerpos de seguridad del gobierno derrotado, a quie-nes se imputaban crímenes. Las ejecuciones, en algu-nos casos trasmitidas de día por televisión a todo elpaís, ayudaron a crear un clima de cautela y temor,especialmente entre quienes ponderaban disentir delrégimen. Paralelamente, campañas contra enemigosreales o imaginarios de la “revolución,” calificadoscomo “latifundistas,” “esbirros,” “contrarrevolucio-narios,” “agentes de la CIA,” etc., complementabanaquel clima. Dentro del crescendo histérico que el ré-gimen propiciaba, se hacía cada vez más riesgoso emi-tir expresiones que no concordaran fielmente con laposición del “líder máximo.” Así, como otros tiranosantes que él, Fidel Castro aprovechaba la euforia deltriunfo para empezar a establecer los controles dicta-toriales sobre el pueblo. Primero, a falta de otros re-cursos, emplearía los de tipo psicológico. Más tarde,los aparatos represivos del Estado, como los Comitésde Defensa de la Revolución, harían un trabajo másprofesional. En todo momento el régimen aprovechólas tensiones raciales y de clase (en Cuba relativamen-te benignas), para fortalecer la Revolución.

Desde el principio se cometieron abusos de varios ti-pos. Además de las violaciones a los derechos huma-nos, las relativas a los derechos de propiedad (con vis-ta a debilitar el poder de adversarios y robustecer el

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del estado) se hicieron pronto presentes; de hecho,aún antes de que se promulgaran las leyes respectivas.Por otra parte, el antagonismo con Estados Unidos sesubrayó una y otra vez, aprovechando los sentimien-tos antiestadounidenses existentes en una parte delpueblo, así como la penosa conducta de ese país en sucontubernio con la dictadura de Batista. Es la creen-cia personal del autor que las motivaciones que inspi-raron a Castro en su conducta antinorteamericana seexplican dentro de la siguiente hipótesis de trabajo.

Al haber logrado Castro un triunfo político significa-tivo con relativo poco esfuerzo, apenas a los 31 añosde edad, y conociendo los problemas que afectaban, yaún afectan, a los países latinoamericanos, una vezasegurado el poder en Cuba, Fidel consideraría laAmérica Latina como su siguiente campo de opera-ciones y en ella pretendería desarrollar una gran revo-lución latinoamericana bajo su liderazgo como unnuevo Bolívar. Esto explica que su régimen auspiciarao colaborara desde el principio, con diversas expedi-ciones, conspiraciones e insurrecciones en varios paí-ses, entre ellos, República Dominicana, Nicaragua,El Salvador, Chile, Panamá, Venezuela, Uruguay,Argentina y Bolivia, país donde, en ese empeño, fra-casaría el Che. En relación con esa violencia se ha di-cho que “la guerra fría no fue tan fría en la AméricaLatina.” Ahora bien, como las revoluciones, por defi-nición, se hacen contra el statu quo, dados los intere-ses que vinculan a Estados Unidos con el statu quoen Latinoamérica, una revolución en este subconti-nente chocará pronto o tarde con el Coloso del Nor-te. Siendo así, para subsistir tal revolución tiene queapoyarse en un poder equivalente al estadounidense.La Unión Soviética resultó ser el poder equivalente. Ydesde luego, la revolución castrista recibiría la protec-ción económica y militar de la URSS. Por eso cree-mos que la alianza de dicha revolución con los sovié-ticos se produjo más por conveniencias estratégicasque por motivos ideológicos.

La dinámica revolucionaria en Cuba no se detendría.Como el poder económico es parte importante delpoder, una personalidad como la de Castro, insacia-ble en busca de poder e influída por la ideología mar-xista leninista, buscaría todas las razones y pretextospara justificar un despojo casi total de la riqueza pri-

vada cubana en favor del Estado, que como el de LuisXIV, estaría personificado en el propio Fidel: “L'état,c'est mois!” [El estado soy yo.] Nótese que en estecaso la riqueza no sería necesariamente, como paraotros tiranos, un medio para ostentar lujos y disfrutarplaceres. No, en este caso la riqueza sería principal-mente una herramienta de poder y tendría la funciónprimaria de ejercer control sobre los demás, o sea, ro-bustecer el propio poder. Además, su confiscaciónserviría para disminuir o eliminar el poder de los ad-versarios acaudalados.

El éxodo: Muy pronto después de llegar la Revolu-ción al poder se impulsó el gran éxodo cubano, el quellegaría a alcanzar cifras muy superiores al millón. Loscubanos se exilaron por muchos motivos. Los prime-ros en irse fueron los partidarios y asociados de Batis-ta que se encontraron en una atmósfera hostil. Le si-guieron aquellos cuyas actividades económicas fueronperjudicadas por la Revolución. Siguieron los queimaginaban el futuro en Cuba y sólo veían un Hitlertropical comandando una Isla arruinada. Con el exi-lio de numerosos tecnócratas algunos pretendían pre-servar para la futura reconstrucción, gente preparadapor su experiencia para realizar esa tarea. Como indi-viduos, muchos cubanos contemplaron la idea dequedarse y oponerse al régimen. Gran parte de losque así lo hicieron, sufrieron persecución, cárcel yfrecuentemente la muerte. La mayoría, sin embargo,evaluó la situación y concluyó que dado el apretadocontrol que ejercía el régimen sobre la ciudadanía y lahisteria fidelista generalizada entre la población, laúnica alternativa juiciosa era el exilio, especialmenteteniendo en cuenta que si bien el ser humano tieneresponsabilidades como ciudadano, además tieneotras responsabilidades. La mayoría pensó que la du-ración del exilio se mediría en meses o algunos años.Tal vez pocos o ninguno (incluyendo a Castro) consi-deró que el régimen sobreviviría por largas décadas.

Estados Unidos alentó el éxodo esperando que Cas-tro, al perder la tecnocracia y estar expuesto a las pre-siones estadounidenses vería derrumbarse su régi-men. Obviamente no fue así. Países del BloqueSoviético proveyeron reemplazos para los profesiona-les ausentes y los subsidios de la URSS compensaronparte de la ineficiencia del sistema. Otro resultado del

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éxodo fue algo muy distinto de lo esperado. La enor-me masa de población que se exiló facilitó a Castrocontrolar el país con una mínima oposición. Además,creó una división entre “los que se fueron y los que sequedaron,” la que la propaganda castrista insinúacomo entre los cubanos a medias y los verdaderos cu-banos. Peor aún, como la mayoría de los exiladosprovenían de las clases más acomodadas y educadas,muchos cubanos de la Isla se consideran como losabanderados de una patria que defiende el patrimo-nio nacional, frente a “enemigos de clase” que pre-tenden despojarlos. O sea, a la Revolución, que en suorigen fué política mas que económica y social, yque, por haber sido patrocinada en gran medida porlas clases medias y altas (incluyendo a Castro), exclu-yó los ataques recíprocos entre las clases, después se laha presentado precisamente como una lucha de cla-ses. Muchos cubanos, especialmente profesionalesuniversitarios, fueron declarados “traidores a la pa-tria” por el hecho de haber emigrado. El histerismode las autoridades que evidencia esa declarión parecejustificar la conducta de quienes, al irse, evitaron vivirbajo tales jerarcas.

Todo esto plantea un problema importante para lossociólogos, los líderes religiosos, los políticos, y en ge-neral, para todos los cubanos de buena voluntad. Talproblema es que una vez que terminen los largos díasde la tiranía en Cuba, sólo se logrará una repúblicaviable si los cubanos se integran como un pueblo uni-do en sus raíces esenciales y no se yuxtaponen simple-mente como grupos irreconciliables en una isla co-mún. El Papa Juan Pablo II al visitar Polonia enjunio de 1997, indicó que él estaba convencido deque su patria era “capaz de unirse alrededor de objeti-vos comunes y de valores fundamentales para cadahombre y mujer.” El Santo Padre no necesita conse-jos. Su poderoso intelecto y su brillante actuación enla transformación de Polonia y Europa Oriental, locolocan por encima de cuanto pudiera sugerírsele.Pero si fuera dado expresar un ruego, éste sería el si-guiente, inspirado en las propias palabras del Papa:“Rogamos que los cubanos se unan alrededor de ob-jetivos comunes y de valores fundamentales para cadahombre y mujer.”

Conflictos: Playa Girón, la crisis de los cohetes: Lacuestión cubana ha sido motivo de múltiples conflic-tos, habiéndose destacado temprano en la cronologíadel régimen castrista, el relativo a la penosa invasiónde Playa Girón. Muchas lecciones enseña ese tristeepisodio, pero creemos que ninguna es más impor-tante que la siguiente: “los líderes de un pueblo, o losque pretenden serlo, no tienen el derecho de compro-meterlo en acciones importantes sobre las cuales esoslíderes no ejercen control efectivo alguno.” Sin restarimportancia a Girón, es obvio que el conflicto de ma-yor gravedad lo fue la crisis de los cohetes en octubrede 1962. El enfrentamiento se originó por la coloca-ción en Cuba de ojivas nucleares soviéticas situadasen la Isla como un seguro contra cualquier intento es-tadounidense de suprimir al régimen castrista por lafuerza. El incidente es ampliamente conocido y noso-tros nada podríamos añadir sino los breves comenta-rios que siguen.

El régimen de Castro no sufrió deterioro como resul-tado de la crisis. Por lo contrario, aparentemente sebenefició de inmunidades dadas por EEUU respectode posibles acciones militares de ese país contra el ré-gimen de la Isla, siempre que Cuba no actuara comouna base de armas soviéticas ofensivas. Así, de hecho,el régimen castrista se ha mantenido tan firmementeen el poder, que ha podido contar 36 años de existen-cia a partir de aquel evento. Tras las confrontacionesde Playa Girón y la crisis de los cohetes, el castrismono tendría más problemas de esa gravedad hasta elcolapso de la Unión Soviética en diciembre de 1991.

El caso polaco: La oposición se estructura

No obstante sus éxitos iniciales, finalmente una crisiseconómica afectó al gobierno de Gierek. Dicha crisis,generada por múltiples causas, indujo protestas yhuelgas de los trabajadores, las que el gobierno tratóde dominar mediante arrestos y largas sentencias decárcel. Esto acercó a los obreros y a los intelectualesdescontentos, dando origen, en septiembre de 1976al Comité de Defensa de los Trabajadores (KOR). Enmayo de 1977, después de demostraciones en granescala en Cracovia, numerosos líderes de KOR fue-ron arrestados. Sin embargo, junto con la gran mayo-ría de detenidos en las huelgas de 1976, los nuevos

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arrestados fueron liberados como parte de una amnis-tía en gran escala en julio de 1977.

En ese momento, las fuerzas no comunistas polacascomenzaban a ganar un elevado grado de integracióny coherencia. La unión de intelectuales y trabajadoresdió gran pujanza a la oposición. Pedían, entre otrasreformas, establecer sindicatos independientes conderecho a huelga. A medida que se acentuaba la crisisy el descontento se extendía a los propios comunistas,se ponía de manifiesto la impopularidad de los líderesmarxistas y la debilidad, insensibilidad e inmovilidaddel gobierno. Para mejorar la situación, Gierek inten-tó poner sus relaciones con la Iglesia en un plano másarmónico. La Iglesia reiteró su posición en favor de lalibertad de todos los obreros presos, el respeto de losderechos civiles, y la conducción de un verdaderodiálogo con la sociedad. La Iglesia también reafirmósu oposición a las protestas violentas.

En octubre de 1978 el Cardenal Karol Wojtyla, Ar-zobispo de Cracovia, fue elevado a la posición deSumo Pontífice. Tal designación tuvo un efecto casimágico entre los polacos a quienes infundió autocon-fianza y dió la certeza de que cambios políticos im-portantes eran ahora inevitables. La crisis económica,cuyos efectos se venían acumulando, indujo al go-bierno a adoptar una serie de medidas en favor de losagricultores, las que tuvieron poco efecto. Otras ini-ciativas tuvieron aún peores resultados debido a ex-trema incompetencia y corrupción, mientras la deudanacional crecía geometricamente. En el verano de1980 la crisis económica era tan grave que a pesar deltemor a la reacción popular, el gobierno introdujo unnuevo programa de austeridad. Las huelgas no se hi-cieron esperar en Varsovia y Lublin extendiéndose aGdansk y otros lugares. Las demandas, que en unprincipio no tenían claras tonalidades políticas, cul-minaron en Gdansk en un pliego de 21 demandaseconómicas y políticas, las que incluían el estableci-miento de sindicatos independientes con derecho ahuelga. Claramente, el desarrollo político de los últi-mos años maduraba ahora en toda su plenitud.

Lech Walesa encabezó las negociaciones con el Go-bierno, las que fueron largas y difíciles. La Unión So-viética amenazó con intervenir, mientras la IglesiaCatólica recomendaba moderación. Finalmente, el

31 de agosto de 1980 se firmó el acuerdo. En sep-tiembre Gierek perdía su cargo, siendo sustituídocomo Primer Secretario del Partido Comunista porStanislaw Kania. El principal negociador del gobier-no resumió así los trabajos: “Hemos hablado comopolacos a polacos....No hay vencedores ni vencidos.”Esta es una clara indicación de cuán profundamenteel nacionalismo polaco presidió el proceso.

El panorama político cambió rapidamente. Surgieronsindicatos libres en todo el país y se estructuró Soli-daridad como una organización nacional con unosdiez millones de miembros, siendo sus lugares másfuertes las grandes concentraciones industriales. [Nó-tese que señalamos en otra parte, que la falta de simi-lares concentraciones industriales en Cuba había sidoun factor adverso a la organización y lucha de losobreros.] Solidaridad agrupaba, logicamente, perso-nas de diversas ideologías, inclusive miembros delPartido Comunista que, cumpliendo instruccionesdel gobierno, pretendían sabotear la organización.Entretanto, la crisis económica se agravaba, no obs-tante lo cual, había sectores de la población que semantenían esperanzados; después de todo, se pensa-ba, el comunismo polaco había demostrado que po-día desviarse de la ortodoxia marxista al mantener laagricultura privada y reconocer una posición especiala la Iglesia Católica.

El período que siguió se caracterizó por forcejeos en-tre Solidaridad y el Gobierno, al final de los cualeseste último, para desesperación de la línea dura, siem-pre terminaba haciendo concesiones. Para robustecersu posición, a principios de 1981, Kania designócomo Primer Ministro al General Wojciech Jaruzels-ki. Poco después la línea dura, aprovechando ausen-cias de Kania y Jaruzelski, provocó una confronta-ción con Solidaridad. Hábiles intervenciones deKania y Jaruzelski y la efectiva mediación de la Iglesiaevitaron el escalamiento de la crisis. Entre los resulta-dos positivos figuró la autorización para crear un sin-dicato de agricultores, Solidaridad Rural. Así, los mo-derados y quienes favorecían las reformas, avanzabanhacia posiciones cada vez más ventajosas. Pero comola línea dura se mantenía firme, una nueva confronta-ción con la Unión Soviética (apoyando ésta la orto-doxia marxista), parecía inevitable.

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Kania superó la crisis pero se sintió inclinado a hacerconcesiones, reemplazando funcionarios liberales porpersoneros de la línea dura. Ahora bien, la falta de ca-pacidad y voluntad del Partido Comunista de aten-der las presiones de la sociedad en favor de cambios,creó un vacío político. Solidaridad, aunque renuentea jugar un papel político, se vió presionado a llenarese vacío. Las resultantes propuestas de Solidaridadsignificaban cambios profundos. Por otra parte lainercia del Partido Comunista se hacía más peligrosadado el deterioro de la situación económica. El vera-no de l981 registró demostraciones en las calles ymarchas de hambre que el liderazgo de Solidaridadtrató infructuosamente de canalizar en una formaconstructiva. La muerte, el 28 de mayo, del CardenalWyszynski, había apagado una voz en favor de la es-tabilidad política. El Arzobispo Jósef Glemp, su suce-sor, no disfrutaba aún de la influencia de su predece-sor.

Dentro de una tensa atmósfera política y económica,Solidaridad celebró su Conferencia Nacional en sep-tiembre, precedida por una misa solemne que oficióel Arzobispo Glemp. Mientras tanto, los soviéticosejecutarían ejercicios militares de mar y tierra en eloccidente de la URSS y en el Báltico. Los plantea-mientos iniciales en la Conferencia fueron en favorde reformas radicales. Esto condujo a un estado degrave crisis, exacerbando a los soviéticos hasta el lími-te. Walesa comprendió los peligros y durante la se-gunda parte de la Conferencia logró derrotar a susoponentes y proyectar una imagen menos radical. Lastensiones entre las diversas facciones en el Gobiernocontinuaron y, entre otros resultados, produjeron ladestitución de Kania y el ascenso del General Jaruzel-ski al cargo de Primer Secretario, reteniendo éste ade-más los cargos de Primer Ministro y Ministro de De-fensa. Siguió un tenso período en el que el Gobiernoy Solidaridad, y dentro de éstos sus diversas faccio-nes, maniobraron para lograr sus objetivos. Pero el 13de diciembre de 1981 la situación cambió drastica-mente al decretarse la ley marcial, la que se impusocon la amplitud, precisión y rigor propios de un go-bierno totalitario. La crudeza del invierno, el arrestosorpresivo de miles de líderes disidentes y el corte delas comunicaciones telefónicas y telegráficas interna-cionales, inhibieron posibles reacciones de la pobla-

ción. La URSS aplaudió la medida; los Estados Uni-dos impusieron sanciones económicas por el tiempoque durara la ley marcial. Tal vez Jaruzelski habíadictado esa ley para prevenir una intervención sovié-tica.

La eficiencia en la implantación de la ley marcial nofue acompañada por éxitos en la política económica.El trauma de la ley había dejado en la población unagran hostilidad hacia el Gobierno. La retórica queacompañó la ley marcial, omitía la fraseología marxis-ta, pero destacaba los méritos del soldado polaco.Este es un ejemplo más de un nacionalismo afirmati-vo. Entretanto, las huellas del trauma impedían eldiálogo nacional entre Solidaridad y el Gobierno, porlo que éste apeló a la intercesión de la Iglesia, la que,bajo el liderazgo del Arzobispo Glemp, exhortó amantener la calma y “no iniciar una lucha entre pola-cos.”

Las tensiones políticas, aunque a veces agudas, eranmanejables. Sin embargo, lo que las hacía peligrosasera la continuación de la crisis económica. Y la eco-nomía se mostraba incapaz de superar las incon-gruencias impuestas por el marxismo. Así, las venta-jas de las medidas que se adoptaban para mejorar unaspecto de la situación, eran pronto anuladas porotras medidas incoherentes destinadas a otras finali-dades. La falta de convicción ideológica, por otra par-te, restaba eficacia a ciertas iniciativas de economía demercado, cuando éstas se trataban de compensar conmedidas típicas del estado de bienestar social. No sor-prende, por tanto, que no se lograra que la colunmavertebral de la economía descansara en la disciplinadel mercado, sustituyendo ésta a la planificación cen-tral. La agricultura volvió a ser escenario del fracasomarxista. A pesar de haberse otorgado estímulos a losagricultores, la producción cayó un 4.5% en 1982.Razón: la falta de artículos de consumo restaba incen-tivos a los agricultores para producir. Como resulta-do, el suministro de alimentos a las ciudades era defi-ciente y constituía una fuente de tensión. El ingresonacional, a su vez, caía otro 8% en 1982.

La escasez de moneda dura y las dificultades que lassanciones económicas creaban para obtenerla, origi-naban problemas adicionales. Polonia tenía relacio-nes estrechas con los países de Occidente, por lo que

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las sanciones de éstos tuvieron un efecto apreciable.La URSS no pudo compensar el déficit polaco demoneda dura que se estimaba en no menos de dosmil millones de dólares anuales. La prolongada crisisde 1980-82 exacerbada con la promulgación de la leymarcial y el agudo malestar económico, había radica-lizado a la sociedad polaca, aproximándola a un vio-lento estallido. Restos de Solidaridad que habían es-capado, con el apoyo de la Iglesia, a la redada delGobierno, resistieron el impulso de confrontar a éstecon una huelga general. En su lugar hilvanaron unaprecaria organización secreta que propuso la resisten-cia pasiva.

Jaruzelski se encontraba dentro de una pinza que, porun lado, lo apretaba con la crisis económica y por elotro lo presionaba con las sanciones de los países deoccidente. El General optó por hacer concesionesgraduadas principalmente en los campos del derechoconstitucional y la investigación de las crisis en Polo-nia comunista. A pesar de esas reformas la sociedadpermanecía hostil y muchos polacos se exilaron enEuropa y Estados Unidos. La Iglesia sirvió de refugioespiritual a quienes buscaban los más genuinos valo-res nacionales. Además, jugó un papel estabilizador,sirviendo de protectora de los derechos de la pobla-ción y aconsejando una actitud conciliatoria. LechWalesa fue liberado de su detención en noviembre de1982. En junio de 1983 Juan Pablo II visitó a Polo-nia y en julio la ley marcial fue formalmente deroga-da. Polonia evolucionaba hacia la pacificación y la es-tabilidad. Pero la economía seguía en crisis y lapoblación se mantenía escéptica u hostil. Sólo la Igle-sia podría mediar entre el gobierno y el pueblo.

La Iglesia, muy particularmente el Papa Juan PabloII, tenía lazos muy estrechos con Solidaridad, de ma-nera que un importante paso hacia la reconciliaciónse dió cuando Jaruzelski anunció una amplia amnistíapara los líderes y asesores de Solidaridad. Sin embar-go, el asesinato del Reverendo Jerzy Popieluszko, co-nocido por sus sermones antigubernamentales, en oc-tubre de 1984, así como otros hechos pudieron haberaumentado las tensiones si no hubiera sido por el rá-pido y ejemplar castigo de los culpables. En noviem-bre de 1985 Jaruzelski pasó a ser Jefe de Estado mien-tras Zbigniew Messner lo sustituía como Primer

Ministro. Algunos destacados miembros de la líneadura perdieron sus posiciones. Pero la economía noreaccionaba y la sociedad permanecía dividida. Pare-cía validarse el mensaje de Solidaridad de que las re-formas políticas eran una precondición para una exi-tosa reforma económica. Ciertamente, no habíahabido reformas políticas significativas y la economíayacía en ruinas.

El Partido Comunista polaco pierde el poder: Losmales económicos que afectaban a Polonia tambiénse hacían sentir en el resto del Bloque Soviético, espe-cialmente en la URSS. Mikhail Gorbachev ascendíaen 1985, en esas adversas circunstancias, al cargo deSecretario General del Partido Comunista de laUnión Soviética y, con vista a superarlas, decidía aco-meter reformas políticas y económicas similares a lasque el General Jaruzelski avanzaba, todavía sin éxito,en Polonia. El parecido enfoque de ambos líderescreó simpatías recíprocas, las que darían amplitud demaniobra al General tal como poder extender, enseptiembre de 1986, una amnistía condicional a losrestantes 225 prisioneros políticos y tomar otras me-didas de liberalización. Los Estados Unidos en febre-ro de 1987 levantaron las sanciones aún vigentes.

Solidaridad dejaba atrás la lucha sindical y ponía suatención ahora en las reformas al sistema, adoptandouna posición a favor de la economía de mercado. Enenero de 1987 Jaruzelski hacía una visita oficial a Ita-lia y al Vaticano, donde sostuvo conversaciones conJuan Pablo II. Cinco años antes, el 7 de junio de1982 el Presidente Ronald Reagan había visitadotambién al Papa. Al día siguiente Reagan, en Lon-dres, predijo el final del Imperio Soviético acreditan-do a Polonia el papel de eje del proceso. La reunióndel presidente estadounidense y el papa polaco daríamuchos frutos en la coordinación de esfuerzos parafinalidades deseadas por ambos. Ahora, en 1987, en-traba a la Santa Sede el Jefe de Estado de Polonia. Sedice que en la entrevista Jaruzelski informó al Papaque su gobierno estaba derrotado, que no había futu-ro para el comunismo en Polonia y que él estaba dis-puesto a compartir el poder sin derramamiento desangre. Mas tarde el General diría que le informó aJuan Pablo II sobre el papel que Gorbachev estaba ju-gando, sus intenciones, las dificultades que afrontaba,

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cuán importante era apoyarlo y comprenderlo y quégran oportunidad era ésta para Europa y el mundo.

La turbulencia económica y política en Polonia con-tinuó. Depués de varios intentos por alcanzar un mo-dus faciendi, el Gobierno y Solidaridad, con la parti-cipación de un delegado de la Iglesia comoobservador neutral, iniciaron negociaciones en la his-tórica “Mesa Redonda,” las que determinaron que secelebrarían nuevas elecciones. Pronto el Sejm (parla-mento) levantó la prohibición sobre Solidaridad dán-dole completo reconocimiento legal. Las eleccionestuvieron lugar el 4 de junio de 1989, ganando Solida-ridad casi todos los cargos tanto en el Senado comoen el Sejm. El 19 de julio, según el acuerdo de laMesa Redonda, el Sejm eligió como Presidente, asícomo Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas alGeneral Jaruzelski, quien tendría amplios poderes enpolítica exterior. La designación para la importanteposición de primer ministro bajo la presidencia delGeneral, causó tensiones que el 19 de agosto se resol-vieron con la nominación de Tadeusz Mazowiecki,asociado de Walesa y periodista católico con estre-chos lazos en la jerarquía eclesiástica. Así, un generalcomunista y un periodista católico asumían el poderjuntos, en un esfuerzo por devolver a Polonia estabili-dad y bienestar económico. Cuando líderes comunis-tas polacos expresaron reservas de participar en talGobierno, el propio Gorbachev respondió que él es-taba dispuesto a aceptar un gobierno polaco con unaminoría comunista y sugirió hacer lo mismo a los re-calcitrantes. Había ocurrido un milagro: una dicta-dura totalitaria se había transformado, como resulta-do de las luchas del pueblo, de la Iglesia Católica yespecialmente del proletariado polaco, en una demo-cracia parlamentaria, todo ello a la sombra de la su-perpotencia campeona de la llamada dictadura delproletariado.

La crisis terminal del comunismo en Europa ocurriócomo resultado de las fuerzas históricas, sociales, po-líticas, económicas, religiosas y éticas que se habíanacumulado, unas a través de los siglos, otras como re-sultado de la ineficiencia económica y pobreza espiri-tual del marxismo. Aunque el actor principal del dra-ma polaco fue el pueblo con su militancia, su valor,su prudencia y su persistencia, Polonia contó además

con un grupo de hombres excepcionales, que dentroy fuera de sus fronteras, inclinaron la balanza de lahistoria. Wyszynski, Walesa, Wojtyla, Glemp, Jaru-zelski, Gorbachev, Reagan y tantos otros, son acree-dores a la gratitud de la humanidad por el liderazgoque ejercieron con extraordinario acierto en una si-tuación casi insoluble. Entre esos nombres se inclu-yen los de dos líderes comunistas, Jaruzelski y Gorba-chev, porque a ambos cabe la gloria de haber puestovalores éticos y el bienestar de sus propias naciones,por sobre las pequeñeces de las ideologías, los intere-ses de los partidos y las tentaciones de la egolatría.

Pronto, los acontecimientos de Polonia inspiraronuna avalancha en al resto de Europa Oriental y unaincreíble transformación continental se puso en mar-cha.

FACTORES CRÍTICOSHemos pasado revista a los acontecimientos ocurri-dos en Cuba y Polonia que tienen un significado es-pecial a los fines del presente trabajo. Esto nos permi-te ahora ofrecer un breve análisis de los factores quehicieron una contribución crítica a la liberación dePolonia, comparándolos con el comportamiento delos mismos factores en Cuba. Los subtítulos no de-ben entenderse como restringidos geograficamente,así por ejemplo, “En Cuba” comprende tanto la Islacomo las actividades de las comunidades cubanas fue-ra de ella. Empecemos.

En Polonia: Los obrerosLa capacidad de organización de los obreros y su mi-litancia y voluntad de luchar por el bienestar y los de-rechos del proletariado y los valores de la nacionali-dad, fueron decisivos en la transformación polaca.Nótese el alto precio pagado por los trabajadores deese país, solamente en los disturbios de 1956 y 1970,el que ascendió a centenares de vidas, sin tener encuenta los heridos y encarcelados. La formación deSolidaridad, la organización obrera que galvanizó lalucha del proletariado, fue el resultado de una largamaduración, de penalidades y de confrontación conlas autoridades. De hecho, la existencia de Solidari-dad fue un requisito, sine qua non, para la ulteriortransformación de Polonia en un estado democrático.El aporte de líderes de la eficacia de Lech Walesa fuedecisivo.

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En Cuba: Los obrerosLos obreros cubanos, por largo tiempo antes de laRevolución, habían tenido y ejercido el derecho a or-ganizarse y luchar por sus intereses de clase usandolos medios típicos de los conflictos sindicales como lahuelga. La Confederación de Trabajadores de Cuba(CTC) fue característica de esa época así como, en suclase, una de las organizaciones más poderosas enAmérica Latina. Todo ello terminó rapidamentecuando, una vez en el poder el régimen castrista, éstecambió la naturaleza de la CTC y estableció un es-tricto control de los obreros, profesionales, etc., con-trol al que añadió la presión de nuevas organizacionestales como el Ejército Rebelde, la Milicia, los Comi-tés de Defensa de la Revolución, etc. La CTC de he-cho dejó de representar los intereses de los trabajado-res para convertirse en parte del aparato de controldel régimen. A diferencia de Polonia, en Cuba noexistían las concentraciones de industrias tales comolas de Gdánsk, Gdynia, Sopot, Tarnów, Katowice yotras, que por aglutinar multitud de obreros en pe-queñas áreas, facilitaban organizar la resistencia conefectividad. En la Isla, por lo contrario, en la mayorindustria, la azucarera, debido a su dispersión en laszonas rurales, se dificultó organizar movimientos demasa.

En Polonia: Las políticas marxistasLas políticas marxistas no se implantaron en Poloniade la forma radical en que ocurrió en Cuba, lo quepermitió que sobrevivieran estructuras religiosas, so-ciales y económicas no comunistas, en las cualespudo apoyarse más tarde la resistencia al régimen.Por ejemplo, la propiedad rural en Polonia quedó enun 75% en poder de dueños privados, mientras queen Cuba ese porcentaje osciló alrededor del 25%.Además, Polonia experimentó cierto libre juego delas fuerzas políticas marxistas y registró cambios degobierno dentro del marxismo. Los nuevos gobiernosfrecuentemente introdujeron variaciones sustantivasen las políticas del estado y produjeron alternancia enel liderazgo, al mismo tiempo que reforzaban impor-tantes cambios ya introducidos.

En Cuba: Las políticas marxistasCastro aplicó en Cuba, con rigor y fidelidad, losprincipios en que descansa la autocracia, o sea, la me-

todología consagrada no solamente por los autoresmarxistas, sino también por los autores clásicos quehan tratado de los medios de conquistar el poder ab-soluto y retenerlo indefinidamente. Esa aplicación ri-gurosa por parte de Castro obedeció tal vez menos aconvicciones ideológicas que a inclinaciones de supersonalidad egocéntrica y a conveniencias tácticas yestratégicas con vista a manipular directamente todoslos resortes del poder y privar de su uso a sus adversa-rios. Además, Castro ha ejercido el poder omnímodocontinuamente desde un principio, lo que le ha per-mitido evitar los cambios de política típicos de las si-tuaciones, como en Polonia, donde se compartió y al-ternó el poder. Si ha habido cambios en Cuba éstoshan sido impuestos por la fuerza de las circunstan-cias, pero en esos casos a Castro le ha quedado siem-pre un margen para maniobrar. Además, una vez quelas circunstancias lo han vuelto a permitir, Castro hasuprimido los cambios y ha regresado a su propiomodelo.

En Polonia: La Iglesia Católica

En Polonia el gobierno comunista no intentó un des-mantelamiento de la Iglesia tan agresivo como el quese llevó a cabo en Cuba. Por otra parte la Iglesia pola-ca, probablemente hubiera podido resistir con mayoréxito cualquier ataque, que la Iglesia cubana, debidoa diferencias importantes en la historia de ambas.Esas diferencias contribuyeron a que la Iglesia en Po-lonia reuniera los requisitos para asumir con éxito elextraordinario papel que asumió, tan pronto las cir-cunstancias lo hicieron aconsejable.

Consecuentemente, a pesar del establecimiento delrégimen comunista, la Iglesia polaca logró permane-cer robusta y decidida defensora de los valores cristia-nos y los de la nacionalidad. El prestigio y organiza-ción de la Iglesia bajo el liderazgo del Cardenal StefanWyszynski primeramente, y más tarde del CardenalKarol Wojtyla, con su excepcional talento, dedica-ción y carisma, fueron factores cruciales en la felizculminación de la lucha del pueblo polaco. La exis-tencia dentro de la jerarquía eclesiástica de hombresde vastísima cultura, inteligencia y capacidad de lide-razgo como el Cardenal Jósef Glemp, modeló no sólola actuación de la propia Iglesia sino que le permitióservir como un andamiaje intelectual, moral y orga-

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nizativo que dió apoyo al movimiento obrero que fi-nalmente encarnó Solidaridad. En la cúpula eclesiás-tica el Cardenal Wojtyla, una vez investido como elSumo Pontífice Juan Pablo II, actuó con excepcionalefectividad, destacándose sus advertencias a los sovié-ticos, con severidad y firmeza pero sin provocación,sobre el costo que tendría para la URSS una interven-ción o el empleo de la violencia en Polonia. Otras ve-ces coordinó acciones con países que compartían lospuntos de vista del Vaticano, particularmente Esta-dos Unidos, nación con la que se iniciaron contactosa través de Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridaddel gobierno de Jimmy Carter, contactos que se ro-bustecieron durante el gobierno de Ronald Reaganmediante la intervención de William Casey, Directorde la Agencia Central de Inteligencia. La realidad po-lítica de Polonia y la importancia de la Iglesia en esarealidad es ilustrada por la definición que se ha dadode los tres poderes de la nación polaca en la década delos años ochenta, los que según la misma estabanconstituídos por la Iglesia, el Ejército y Solidaridad.

En Cuba: La Iglesia Católica y Juan Pablo II

Por razones cuyo análisis escapa al alcance de este tra-bajo, la Iglesia Católica en Polonia era más fuerte quesu equivalente en Cuba, y estaba históricamente másvinculada a la nacionalidad y a los valores nacionalesque la Iglesia de la Isla. Igualmente, por razones ob-vias, no puede establecerse paralelo con Cuba en loque respecta a la función que el Papa desempeñó enPolonia. Por tanto, sólo consideraremos esa funcióncon el fin de comprender mejor el proceso polaco yexplorar algunos aspectos sobre los cuales el Papa po-dría formular sugerencias útiles a Cuba. Es de esperarque de la visita a la Isla del Sumo Pontífice a princi-pios de 1998, se proyectará una duradera influenciaespiritual constructiva sobre el pueblo cubano. Cuánsignificativa será esa influencia dependerá de los pro-pios cubanos, muy particularmente de sus líderes(políticos y no políticos). Por todo eso examinaremosadelante brevemente, el papel que el Pontífice desem-peñó en su tierra natal. Pero antes, tomemos nota deltratamiento que se dió a la iglesia cubana.

La Iglesia Católica en Cuba sufrió tempranas agresio-nes del régimen castrista. Según el Documento Finalde las Comunidades de Reflexión Eclesial Cubana en

la Diáspora (CRECED), “Usando como pretexto elataque armado contra el régimen ocurrido en PlayaGirón, Bahía de Cochinos, en abril de 1961, el go-bierno allana iglesias, conventos, colegios católicos,centros de beneficiencia, etc. Al mes siguiente confis-ca la enseñanza privada, incluídas las universidadescatólicas de Villanueva y la más reciente Social Cató-lica San Juan Bautista de la Salle y, de paso, los novi-ciados, las casas de ejercicios espirituales, los centrosde Acción Católica, etc. Comienza también la expul-sión de sacerdotes, que culminará en septiembre conla del Obispo Boza Masvidal y 131 sacerdotes, en elbarco ‘Covadonga.’ Se determina la prohibición detodo acto católico fuera de los templos.”

Fue esa agresión masiva contra la Iglesia un ejemplode la técnica castrista que yo llamaría el “contragol-pe” y que se ha repetido cuantas veces Castro lo hacreído necesario. Consiste en aprovechar una agre-sión real o ficticia “a la Revolución” para descargarsobre los culpables reales o imaginarios, el peso deuna represión desproporcionada. Este procedimien-to le ha servido para atemorizar adversarios y despo-jarlos de los medios que podrían permitirles oponerseal régimen.

Entre los incalculables servicios de Juan Pablo II a lacausa de Polonia destaca la defensa firme y responsa-ble de los derechos de ese país y sus ciudadanos. Sien-do el jefe de una iglesia universal por propia defini-ción, no olvidó en momento alguno su condición depolaco. Tal vez de ese indudable compromiso con lanación, dependió su éxito al propiciar un final feliz ala grave crisis de su patria terrenal. Tal compromisocon la nación le dió, además, una enorme influenciamoral entre los disidentes lo que le permitió moderar,cuando fue necesario, las acciones de éstos y así dejarsin pretextos cualquier intento bolchevique de usar lafuerza en respuesta a probables acciones violentas. Laelección de Wojtyla a la silla de San Pedro no tansolo situó en una de las posiciones más importantesdel mundo a un ilustre hijo de Polonia, sino que res-tituyó a la nación polaca el merecido respeto y presti-gio que habrían querido negarle los vecinos ambicio-sos y brutales que repetidamente ensangrentaron susuelo. Y de esa elección se alegrarían todos los pola-cos: los católicos y los escépticos. Los comunistas se

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alegrarían también, porque en lo más profundo desus sentimientos prevalecería, como prevaleció mástarde, la lealtad a la patria por sobre la lealtad a laideología marxista.

La capacidad de los polacos de hacer descansar la lu-cha del pueblo, en aquellos valores que, como una es-trella polar, orientan los más genuinos sentimientosde la nación, dió una gran unidad a esa lucha. Espe-cialmente, la libró del desgaste que en el caso deCuba ha producido la dispersión, el antagonismoideológico y el desperdicio de fuerzas cuando éstas sehan dedicado a tareas periféricas. El 2 de junio de1979 al aterrizar el avión que traía a Varsovia por pri-mera vez al Papa Juan Pablo II, las campanas de lasiglesias comenzaron a tañer en todo el territorio dePolonia. El Papa fue recibido por dos niñas que leofrecieron ramos de flores de los colores de Polonia(blanco y rojo) y del Vaticano (blanco y amarillo).Ese día a lo largo del país no se habría podido encon-trar una sola bandera comunista. Más de un millón ycuarto de fieles atendería, después, a una misa al airelibre en Czestochowa. El viaje del Papa superaba lasexpectativas. La Iglesia Católica reafirmaba su aptitudpara ejercer el papel de pastor del pueblo polaco enlas horas difíciles que pronto vendrían. Y ese puebloconcretaba su capacidad de aglutinarse alrededor deinstituciones, ideas y valores comunes. Dios quieraque el Papa en su viaje a Cuba, como lo hizo en Polo-nia, haya infundido en los cubanos la voluntad deexaltar los más bellos ideales que han inspirado histó-ricamente a la nación cubana y de velar por el bienes-tar de todos los hijos de la Isla. Así, Juan Pablo II ha-bría añadido el nombre de Cuba al de Polonia entrelos países que habrían podido vencer las limitacionesmateriales y morales impuestas por regímenes opresi-vos.

En Polonia: El liderazgo, los valores nacionales

Otros importantes factores que favorecieron la victo-ria del pueblo polaco fueron la exaltación de los valo-res nacionales con que se impregnó el movimientodisidente, y la competencia de su liderazgo. La luchase planteó por Polonia, sus valores cristianos, su cul-tura, sus intereses, su libertad, su dignidad, su inte-gridad, el respeto a sus ciudadanos, la salvaguardia delos intereses de sus trabajadores. ¿Qué polaco habría

podido objetar ese programa? Sobre los máximos di-rigentes comunistas del gobierno polaco se dice que,en ocasiones críticas, actuaron más como hijos de Po-lonia que como miembros del partido de la hoz y elmartillo. Pudieron hacerlo, precisamente porque losideales que inspiraron al pueblo de Polonia apelabana los más profundos sentimientos polacos y no eraninnecesariamente hostiles o agresivos frente a los ad-versarios. Esto nos lleva a la siguiente reflección sobrela que volveremos más tarde: es necesario que unatransformación nacional profunda y trascendental,costosa en recursos, en dolor o en peligros, se inspireen valores de universal y hondo significado para todala sociedad, y no en intereses y sentimientos que sólomotivan a una minoría.

En Cuba: El liderazgo, los valores nacionales

El liderazgo de la oposición contra Castro estuvo di-vidido desde el primer momento. Los partidarios deBatista y los personajes políticos y económicos asocia-dos con ellos constituyeron el primer contingente dela oposición. Pronto le siguieron quienes original-mente colaboraron en el gobierno de Castro pero sedesilusionaron y lo abandonaron. Este grupo ha con-tinuado aumentando durante la vida del régimen.

Mientras Castro ha fingido devoción de la Revolu-ción a los valores nacionales, la oposición a su régi-men, salvo excepciones, no solamente ha sido descui-dada y poco convincente al respecto, sino que amenudo ha demostrado escasa sensibilidad y respetohacia los más importantes símbolos culturales de lanación. Este es el caso del abandono del idioma espa-ñol en segmentos de las nuevas generaciones, o deluso del español y el inglés en muchas comunidadescubanas en Estados Unidos, en las que con frecuen-cia, por razones triviales, se prefiere el idioma deShakespeare al de Cervantes. ¿Qué mensaje lleva a loscubanos de la Isla esa preferencia? Si queremos comu-nicarnos con el pueblo cubano, obviamente debemoshacerlo en español que es el idioma de Cuba y el queentienden los cubanos. Sin embargo, lastima la sensi-bilidad la abundancia innecesaria con que se usa elinglés en conversaciones y diversos documentos. Undocumento sobre Cuba escrito en inglés podrá pro-vocar distintas reacciones en el cubano, que como lamayoría, solo conoce el español. La más benigna rec-

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ción podría ser desechar el documento con un co-mentario como: “Esto no es para mí,” lo cual estaríaindicando un grado de marginación indeseable. Cier-tamente la oposición a Castro, salvo honrosas excep-ciones, no ha logrado acreditar su identificación in-equívoca con una cubanía íntegra.

En ambos países: La penuria económica y el hambreAristóles en La política escribió: “¿Cómo se sostienenlas tiranías? Manteniendo al pueblo hambriento yocupado, como hicieron los egipcios cuando constru-yeron las pirámides.” Aristóteles se refiere a condicio-nes extremas de hambre y trabajo, las que por seragobiantes no dan a la población el margen de tiem-po, recursos y disposición de ánimo como para es-tructurar una revolución. En todo caso ese estado depenuria puede provocar motines, atentados y actos deterrorismo y sabotaje engendrados por la desespera-ción, pero no una revolución. La Revolución Ameri-cana, la Revolución Francesa y la Revolución Cubanalas hicieron las clases acomodadas, porque eran lasque tenían los recursos, el tiempo (y la educación)necesarios para llevarlas a cabo. Eso no significa quelas clases más humildes no se incorporan a la revolu-ción, porque de hecho lo hacen, pero al principiosólo como seguidores, cuando “el hambre y el excesode trabajo” de que hablaba Aristóteles se lo permiten.

En Polonia la difícil situación económica contribuyóa la liberación, pero no por sí sola, sino en presenciade otros importantes factores que se analizan en estetrabajo. Esos factores incluyen la organización y mili-tancia de los obreros, la presencia de la venerada e in-fluyente Iglesia Católica Polaca, el nacionalismo delpueblo, etc. En Cuba, ante la ausencia de factoresequivalentes a los presentes en Polonia y bajo un régi-men represivo de gran eficacia como tal, no se ha lo-grado organizar un movimiento capaz de dar vida auna república sagaz y cordial, sin otro dueño que elpueblo de Cuba. Lograrlo, es el desafío que afrontanlos cubanos.

¿QUÉ DEBERÍAMOS HACER?El estudio precedente de Cuba y Polonia sugiere res-puestas probables a muchos de los problemas másapremiantes que plantea la cuestión cubana. Las res-puestas, desde luego, deberán traducirse a la realidad

para que se conviertan en soluciones. Llevar a caboesto último está pendiente y la responsabilidad de ha-cerlo descansa en los hombros de los cubanos. Ahorabien, conocer las probables soluciones es ya un granpaso adelante, porque lamentablemente con frecuen-cia hemos preferido ignorarlas.

Salvo una operación militar que no parece factible nideseable, la liquidación de la tiranía en Cuba requeri-ría que se materializaran, al menos, los siguientes re-quisitos:

1. Sería útil que los cubanos contaran con una doc-trina para orientar el cambio de la autocracia a lademocracia. Esa doctrina debe contemplar todoslos aspectos y actores importantes. Ningún sectordebería quedar ignorado, marginado o innecesa-riamente sacrificado. Dada la precariedad de laeconomía cubana, será imposible satisfacer a ple-nitud a todos los sectores e individuos. Pero esaslimitaciones no deben servir de excusa para justi-ficar el sacrificio indebido de unos grupos en be-neficio de otros.

2. Sin renunciar a los principios, deberá procurarseuna comprensión de la cuestión cubana que nose apoye en dogmas o intransigencias, sino que seoriente en un afán por derivar de la larga tragediade Cuba, una síntesis nacional que permita con-ducir al país en paz y con éxito, hacia la soluciónde sus problemas.

3. Las ideas básicas que deberían promoverse sonaquellas que tienden a unificar, tales como:

• las que apelan a todos los cubanos, los de laIsla y los de la diáspora, como son los concep-tos de patria y bienestar general. Ningúnlema sería mejor para inspirar a la ciudadaníaque el pensamiento martiano “con todos ypara el bien de todos”;

• las que promueven la participación efectivade la ciudadanía en las decisiones nacionales,mediante la devolución de la soberanía alpueblo de Cuba. ¿Cómo seguir aceptandoque una persona (Castro) o que en nombrede una figura retórica (la Revolución) se go-

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bierne al país por décadas sin una consultasubstantiva al pueblo?

4. Debería darse a la política cubana y a la subse-cuente gestión del gobierno un contenido nacio-nalista afirmativo (no agresivo), evitando el des-lumbramiento ante el poder o la riqueza de otrasnaciones que, por ser diferentes, no deben ser to-madas como modelos para compararlas con Cu-ba. El pueblo cubano ha profesado un credo na-cionalista a lo largo de su historia y se engañaríanlos dirigentes que, en busca de ventajas transito-rias, trataran de ignorar o menospreciar ese cre-do.

5. La política exterior y el ordenamiento económicofuturo de Cuba deberían tener en cuenta los di-versos factores sociológicos, históricos, geopolíti-cos, etc., que inciden en la cuestión, pero lo de-terminante debe ser el interés de Cuba y el de loscubanos.

6. A fin de llevar a cabo las tareas conducentes a lareunificación del pueblo de Cuba, es convenienteque los cubanos se organicen en una única es-tructura operativa. Decimos “estructura operati-va” porque no creemos que puede aspirarse a unaunidad total. Consideramos ilusorio esperar con-senso en la solución del cúmulo de importantesproblemas que aguardan, luego de cuatro déca-das de un régimen autocrático consagrado al nar-cisismo. Afortunadamente muchos de esos pro-blemas han sido estudiados en forma reposadapor competentes expertos, y los resultados de ta-les estudios sólo esperan actualizaciones finales,aprobación autorizada y la capacidad ejecutivapara ponerlos en práctica. Además, la democraciatiene mecanismos apropiados para dirimir casospolémicos. Tales mecanismos incluyen la convo-catoria a una asamblea constituyente; eleccionesgenerales; consultas vía referéndum o plebiscitos;etc. Ahora sólo se requeriría convenir en la citadaestructura operativa y en un programa de trabajodestinado a dar fin al presente statu quo en Cu-ba. Una estructura operativa existió en la Segun-da Guerra Mundial entre líderes tan disímilescomo Roosevelt, Churchill y Stalin. También sedebería acordar que la resolución de los asuntos

polémicos de interés nacional, se someterían a ladecisión del pueblo mediante los mecanismosdemocráticos antes señalados. Sería ésta una ga-rantía que los dirigentes darían a los cubanos deque los principios democráticos serían efectiva-mente respetados.

7. Si bien es importante promover las ideas unifica-doras, lo es también evitar las ideas disociadoras.A ese fin procedería lo siguiente:

• Desalentar las ideas que fomentan o acentúanla división entre los cubanos, como la llama-da ley Helms-Burton. Esa ley responde a losintereses económicos y políticos de los Esta-dos Unidos, no a los de Cuba. Es más, ha ha-bido informes de prensa recientes que atribu-yen al gobierno estadounidense, respecto alterreno que ocupa su Embajada en Varsovia,la misma conducta de beneficiario de propie-dades confiscadas por el antiguo régimen co-munista de Polonia, que la citada ley condenaen relación con la misma cuestión en Cuba.Los informes de prensa mencionan otros ca-sos similares en otros países del Este de Euro-pa. No gravemos a Cuba, además de lo mu-cho que pesa sobre ella, con la carga delservicio a intereses económicos ajenos y a ca-rreras políticas sin raíces cubanas.

• Evitar las acciones que ocupan tiempo y re-cursos en actividades periféricas que poco onada tienen que ver con la médula del proble-ma cubano.

• Evitar la tendencia a confiar el destino deCuba a potencias extranjeras. En el caso deEstados Unidos se ha visto claramente la faltade resultados satisfactorios después de PlayaGirón, de la crisis de los cohetes, de la caídade la Unión Soviética y del paso por la CasaBlanca de nueve presidentes en un período decuarenta años. Cada país tiene sus propios in-tereses y su particular dinámica política y aellos sirve, no a los de países ajenos, y así hanhecho los Estados Unidos, lo cual no deberíasorprender. Ahora bien, la renuencia a con-fiar el destino de Cuba a otra potencia no

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Cuba in Transition · ASCE 1998

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debe descartar, como decía Martí “la amistaddurable y deseable de los Estados Unidos y deCuba.”

• Suprimir los ataques entre los distintos gru-pos o personalidades que luchan por el resta-blecimiento de la democracia en Cuba. Esosataques han sido un serio obstáculo a la for-mación de un poderoso movimiento capaz deliberar a Cuba. Obviamente, tal movimientopara ser efectivo deberá contar con líderescreativos que el pueblo de Cuba identifiquecomo suyos.

• Desalentar que se proponga como objetivosnacionales lo que no es sino intereses de gru-pos, generalmente en conflicto con sectoresmás numerosos de la población.

8. La tiranía debe ser atacada preferentemente don-de es más vulnerable a los ojos del pueblo de Cu-ba. Pocos hechos ofenden más a los cubanos quelos privilegios que disfrutan, en detrimento delos ciudadanos del país, los extranjeros en generaly los turistas en particular. Si a muchos habitan-tes de la Isla les resulta indiferente la “economíade mercado” y otros componentes de la propa-ganda habitual de los opositores a la tiranía, se-guramente se enrojecen de ira cuando son impe-didos de entrar en una playa cubana mientras unturista extranjero la disfruta con la protección dela fuerza pública. Ese tipo de situación y otras si-milares son las que deben constituir una partesubstancial del material de divulgación que se di-rija a Cuba.

Finalmente, como se señala en otra parte de este tra-bajo, es necesario que una transformación nacionalprofunda y trascendental, costosa en recursos, en do-lor o en peligros, se inspire en valores de universal yhondo significado para toda la sociedad, y no en inte-reses y sentimientos que solo motivan a una minoría.

EL MENSAJE DE SU SANTIDADJuan Pablo II al besar la tierra cubana el 21 de enerode 1998, traía en sus recuerdos una niñez humilde, eldolor de su propia familia abatida por el reiterado fla-gelo de la muerte, la vivencia de la brutal ocupaciónnazi de su tierra natal, el subsiguiente control de su

patria por comunistas al servicio de Moscú, las luchasheróicas del pueblo polaco por el respeto a sus dere-chos individuales y nacionales, el delicado papel juga-do por la Iglesia y por el propio Pontífice en defensade Polonia, al oponerse a los abusos de una superpo-tencia termonuclear, y tantos otros de esos tipos derecuerdos que dejan profundas huellas en el espíritu.Además, los labios que besaban la tierra cubana, eranlabios por los que fluían ocho idiomas del mundo,respaldados por una rica y elaborada cultura que noparecía tener límites. El augusto visitante así iniciabasu jornada en la tierra de Martí, de Varela y de tantosotros hijos amorosos de Cuba.

¿Qué llevaba el Papa a la Isla del Caribe? Además desu presencia y su talento, el Papa llevaba un mensajea los cubanos, especialmente necesario por la esterili-dad de cuarenta años en los que la reconocida inteli-gencia de los hijos de Cuba parece haber sufrido unprolongado eclipse político. El mensaje se fundamen-ta en un estado de cosas en Cuba que el Pontífice de-fine con sinceridad.

Tal estado de cosas incluye los grandes problemasque gravitan sobre la sociedad. Entre estos, el Papaanalizó los diversos retos y dificultades que agobian ala familia en la Isla, tales como las carencias materia-les y el poder adquisitivo muy limitado de los sala-rios. Adelante señala el Pontífice la separación forzosade las familias dentro del país y la emigración, lo queha desgarrado a incontables hogares y ha sembradodolor en una parte considerable de la población. Enéste como en otros aspectos, el discurso del Pontíficees claro y sincero, pero exento de las provocacionesque suelen ganar aplausos fáciles, aunque estériles, dela galería. Ese discurso es por sí mismo una denunciadel régimen, por cuanto la responsabilidad de ésterespecto de las deficiencias señaladas por Juan PabloII, no puede ignorarse después de que los actualesmandatarios han permanecido en el poder durantecuarenta años.

En general, el mensaje apóstolico descansa en la con-vicción del Santo Padre de que los cubanos “son y de-ben ser los protagonistas de su propia historia perso-nal y nacional.” Señala el Papa que él acompaña susmejores votos “para que esta tierra pueda ofrecer a to-dos una atmósfera de libertad, de confianza recípro-ca, de justicia social y de paz duradera. Que Cuba se

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Cuba y Polonia: Semejanzas, Diferencias

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abra con todas sus magníficas posibilidades al mundoy que el mundo se abra a Cuba...”

Atmósfera de libertad, confianza recíproca, justiciasocial, paz duradera. Esas ideas caracterizan un estadode cosas antagónico con la situación que prevalece enCuba. Estas y otras expresiones del Pontífice lo sitúanen una posición genuinamente revolucionaria respec-to del statu quo en la Isla. Revolucionaria, porquepretende cambiar una situación indeseable por otraque satisfaga las aspiraciones de los cubanos. Y esCastro quien, al defender el estado de cosas actual, sehace abanderado de la contrarrevolución.

El arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Meuri-ce, no dejó dudas sobre la unidad de pensamientoexistente entre el Sumo Pontífice y la Iglesia CatólicaCubana cuando afirmó: “...este es un pueblo noble yes también un pueblo que sufre. Este es un puebloque tiene la riqueza de la alegría y la pobreza materialque lo entristece y agobia casi hasta no dejarlo vermás allá de la inmediata subsistencia.” Luego añadió:“Nuestro pueblo es respetuoso de la autoridad y legusta el orden, pero necesita aprender a desmitificarlos falsos mesianismos.”

Juan Pablo II reiteró, significativamente, el pensa-miento martiano sobre la construcción del futuro deCuba “con todos y para el bien de todos.” Esta debe-ría ser la piedra angular de la nueva política cubana.Con todos, con los hombres y mujeres de todas lasrazas, con los pobres, con los ricos, con los que han

tenido el privilegio de recibir educación y con los queno lo han tenido. Todos, en el diccionario de la RealAcademia Española se define como “cosa íntegra, oque consta de la suma y conjunto de sus partes inte-grantes, sin que falte ninguna.”. Recuérdese, sin quefalte ninguna. Porque si alguien propusiera que de-ben ser todos pero excluyendo algunos que no re-unan ciertos requisitos, estaríamos suprimiendo delpensamiento de Martí un concepto básico.

El Papa, al recordar el pensamiento martiano, pro-yecta sobre Cuba uno de los elementos esenciales quepermitieron resolver felizmente en paz la grave crisisde Polonia. No se debe perder de vista que la derrotaelectoral del Partido Comunista en Polonia en 1989se produjo dentro de un proceso en el cual participa-ron pacificamente los diversos sectores. En la tierranatal del Papa y dentro de su influencia pontificia, sellevó a cabo una solución al problema polaco bajo lainspiracion de un principio equivalente a “con todosy para el bien de todos.” Hoy Polonia, disfrutandouna paz que le fue negada bajo el comunismo, ade-lanta en el camino de la prosperidad. Hoy, cuando elobispo de Roma entrega a los cubanos su mensaje,nos corresponde agradecer a la Providencia el poderenriquecernos con los frutos del talento de dos hom-bres excepcionales, Jose Martí y Juan Pablo II, unocubano, polaco el otro, coincidiendo ambos en la fór-mula que podría devolver a Cuba la paz y la prosperi-dad con todos y para el bien de todos.

OBRAS CONSULTADAS

Aristotle, Politics. New York: Gramercy Books, 1971.

Bernstein, Carl and Politi, Marco. His Holiness. NewYork: Doubleday, 1996.

Comunidades de Reflexión Eclesial Cubana en laDiáspora (CRECED), Documento Final. CRE-CED, 1993.

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Halecki, O., et al. A History of Poland. New York:Barnes & Noble, 1993.

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L'Osservatore Romano, Ciudad del Vaticano, Cróni-ca y Discursos Pronunciados por Juan Pablo II Du-rante su Viaje Apostólico a Cuba (Enero de 1998).

The Polish Americans, Public Television, MPT (Ma-ryland Public Television). Video.

Sienkiewicz, Henryk. Quo Vadis? San Francisco: Ig-natius Press, 1993.