bouyer eucaristía 05 - de la berakah judia a la eucaristia cristiana

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  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 05 - DE LA BERAKAH JUDIA A LA EUCARISTIA CRISTIANA

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    CAPTULO V

    DE LA BERAKAH JUDtA A LA EUCARISTtA CRISTIANA

    Uso de a berakak por Jess

    El cardenal Schuster deca que Cristo haba hallado en el

    salterio como el libro sacerdotal ya listo pan poder leer en l

    la liturgia de su sacrificio, todava nis exacto sera decir esto

    de la liturgia juda y de sus berakotk, aunque hay que reconocer

    que stas no hacen sino destacar lo que estaba latente bajo el

    salterio. Las palabras de Cristo suponen - como se ha hecho notar

    con frecuencia- un dominio sin igual de la Biblia hebraica, con

    un sentido soberano de aquello acerca de lo cual le corresponda

    a l, y a l solo, decir la ltima palabra. Sin embargo, Jess

    aparece corno el heredero predestinado de la piedad sinagogal.

    Puede decirse que a l estaba reservado descubrir al mundo entero

    todo lo que sta encerraba en germen y hacerlo florecer en su

    propia piedad. Pero inscribindose en la piedad juda del Hijo de

    Mara es como la piedad del Hijo de Dios se haba de expresar

    humanamente.

    Como se puede decir de Jess de Nazaret que es la palabra

    hecha carne, de su humanidad podra decirse que es el hombre que

    lleg a pronunciar la perfecta bendicin, esa en que todo lo

    humano se entrega en una respuesta perfecta al Dios que habla.

    La palabra divina halla en la vida humana de Jess su perfecta

    1. 1. SCHOSTER, Lber Sacrarnenioriun, Ir. caatellana, Herder, Barcelona 1935sa;

    IX 191 de la edicin francesa.

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    De la berakah juda a la eucarista cristiana

    realizacin creadora y salvadora. La perfecta bendicin que pronun

    ciar Jess se consumar en el acto supremo de su existencia, en

    la cruz.

    Aparte de algunas breves invocaciones, los Evangelios sinpticosno nos han citado ms que una sola oracin desarrollada de Jess.

    Lo mismo hay que decir de san Juan.

    Llama la atencin el hecho de que la oracin citada por Mateo y

    Lucas despus de la primera misin de los doce, sea una berakak

    tpica. Y todava es ms notable que su tema sea el que hemos

    visto aflorar comoel

    tema mayor, y finalmente, comoel

    temado

    minante de las berakoth: el conocimiento de Dios en nosotros,

    que responde al conocimiento que l tiene de nosotros, en la ben

    dicin que suscita como respuesta su propia palabra.

    La berakak por el conocimiento llega en este texto a su con

    sumacin, porque en Jess se dice Dios perfectamente al hombre

    ypor el hecho mismo suscita la respuesta perfecta del hombre. Con

    siguientemente, esta berakak por el conocimiento que tiene el Padre

    del Hijo y por el conocimiento que el Hijo recibe as del Padre, se

    desarrolla en una berakah por la comunicacin de esta intimidad

    singular a los pobres, en el sentido en que lo tomaba Israel,

    es decir, a los que slo viven de la fe.

    He aqu el texto, tal como lo ofreci san Lucas, sin duda en

    la forma ms prxima a las frmulas que efectivamente debi de uti

    lizar Jess:

    En aquella hora se sinti inundado de gozo por el Espritu Santo ydijo: Yo te alabo, Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque has oculta

    do estas cosas a los sabios y prudentes, y las revelaste a los pequeuelos.

    S, Padre, porque tal ha sido tu beneplcito. Todome

    ha sido entrega-102 por mi Padre, y nadie conoce quin es el Hijo sino el Padre, y quin

    es el Padre sino el Hijo y aquel a quien e1 Hijo quisiere revelrseln .

    En este texto no hay un solo detalle que no est pletrico de

    sentido. Para comenzar, la exultacin de Jess expresa ese gozo

    que es el alma de toda berakah. Es la exultacin del que descubre

    por la revelacin divina el sentido de toda cosa y de la vida misma

    2. flaps86O.

    3. Lc 10,21-22; ci. Mt 11,25-27.

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    Uso de la berakah por Jess

    del hombre. Todo, en efecto, adquiere su sentido en nuestro cono

    cimiento de Dios, como de quien nos conoce primero. Antes de que

    nosotros tengamos conocimiento de cosa alguna, antes de que exis

    tamos, l nos conoce. Nos conoce con ese conocimiento que es

    amor, que cuando lo descubrimos hace que todo se resuelva en

    su amor.

    Pero la exultacin propia de Jess desborda infinitamente la de

    todo creyente de la antigua alianza. Su oracin es la del que sabe

    no slo que es conocido por Dios, sino que es, en cierto modo, el

    objeto nico del conocimiento divino: de aquel en quien el cono

    cimiento propio de Dios, no slo en cuanto Seor soberano del cie

    lo y de la tierra, sino como Padre, se complace perfectamente. Dios

    haba comenzado a revelarse como Padre, a Israel, para Isral.

    Pero Jess aparece aqu como el Hijo nico, el Hijo amado, en

    quien todo Israel se realiza, se resume, pero tambin se supera.

    No obstante, el reconocimiento de esta unicidad del conocimiento de que es objeto, en Jess, lejos de replegarse sobre l

    mismo, redunda espontneamente sobre el mundo, sobre los hom

    bres. Por esto, en sus labios ms que nunca la berabah es conf e-

    sin, proclamacin de las maravillas divinas. Pero es sobre todo la

    comunicacin de esa maravilla nica que forma el fondo y el todo

    del conocimiento divino, Y recprocamente, esa comunicacin noes sino una irradiacin de la eucarista permanente que forma

    como el fondo del alma de Cristo.

    Notemos a este propsito cmo el sentido de esta inseparabi

    lidad de la proclamacin del Evangelio y de la eucarista se

    mantendr vivo en la antigua tradicin litrgica. En los padres

    sirios tomar la homila espontneamente la forma de un himnoeucarstico4.

    Sin embargo, esta comunicacin de la Sabidura suprema supone

    la humillacin de toda sabidura humana, como lo explicara san

    Pablo en su primera epstola a los Corintios. No es accesible sino a

    los pequeos, a los que han sido tocados por ese espritu de infan

    cia sobrenatural que es el solo Espritu del Padre, en quien sloJess mismo puede regocijarse de conocer al Padre como el Padre

    4, cf., en partkuiar. las homilas de San Efrn.

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    De la berakah juda a la eucarista cristiana

    le conoce a l. Estos pequeos son los que la piedad de los lti

    mos salmistas haba llamado los pobres por excelencia5, los que

    no tienen nada propio sino la fe, que los entrega sin reserva a este

    Espritu. Tal es el beneplcito, la ci8ox!, el designio de amor

    gratuito del Padre, que en el Hijo y por el Hijo hallar su realiza

    cin en todos los hombres.

    Slo al Hijo, en efecto, es transmitido todo; l es la fuente

    para todos los dems, al mismo tiempo que el contenido, de la tra

    dicin suprema. En sta, el conocimiento que Dios tiene eternamente

    de su obra se revela como condensado en un conocimiento nico.

    Su si6oxloc, su entera complacencia reposa en el Hijo, como en el

    nico Hijo amado del Padre. Porque el Padre halla en l solo

    ese conocimiento recproco que es como el reconocimiento per

    fecto de su amor. Pero este conocimiento que slo l tiene del

    Padre, l nos lo abre, segn el designio mismo del Padre. Nos lo

    revela glorificando al Padre con su confesin, en la que se realiza

    al mismo tiempo la palabra de Dios y la respuesta del hombre...Harnack dijo muy bien de este texto que aparece en los sinp

    ticos como un aerolito jonnico . No es slo un sorprendente gust

    anticipado del tono y de la atmsfera propios de san Juan lo que

    se tiene en l. Se anuncia ya el tema cuyo desarrollo formar el

    ncleo del cuarto Evangelio: la intimidad nica entre el Padre y

    el Hijo, y el Evangelio, la buena nueva, cifrada en nuestra introduccin en esa intimidad. Sin embargo, uno no puede menos

    de extrai3arse de que Harnack y sus contemporneos en general

    fueran tan poco capaces de darse cuenta del reverso de esta

    analoga.

    Este texto de Lucas y de Mateo manifiesta por s solo, mejor

    que ningn otro argumento, el errorque se cometi

    durante mu

    cho tiempo al querer buscar el secreto de la cristologa jonnica

    en una supuesta helenizacin del cristianismo primitivo. En efecto,

    nada hay por el contrario ms primitivo, ms semtico, ms espe

    cficamente judo del judasmo de la sinagoga, que todos los tr

    5. Vase A. cAusas, Les auvres dsraI, Estra.urgo - Paris 1922.

    6. Es una itonia de la historia que el Evangelio jonnico, tenido por el ms hele

    nido por la critica del siglo xix, hoy nos partzca por lo menos tan judo entiso el de

    il ateo.

    7. cf. en San Juan todo el conjunto de los discurso que siguen a la cena l3sa.

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    Uso de la herakah por Jess

    minos y hasta la forma de esta oracin. El tema que sta des

    arrolla es quiz el tema ms central de la Biblia, y aqu llega a su

    eclosin final conforme a su lnea ms autnoma: conocimiento

    que es tambin amor, conocimiento que se tiene de Dios, que no

    es nunca sino el fruto del conocimiento que Dios tiene de nos

    otros. Los modos de expresin son tambin bblicos, con el para

    lelismo antittico, la afirmacin absoluta, matizada luego con un

    correctivo que parece contradecirla, pero que no hace sitio prolon

    garla. Finalmente, el marco en que esto se inscribe es exactamente

    el de una oracin vertida en el molde de las berakoth sinagogales.

    Lo que Mateo aade al texto que le es sustancialmente comn

    con Lucas, no es menos judo en su forma y en su fondo.

    Venid a m todos los que estis rendidos y agobiados,

    que yo os dar descanso.

    Cargad con mi yugo...,pues mi yugo es llevadero,

    y mi carga, ligera.

    Este yugo, que es una carga ligera, es exactamente la expresin

    que designaba para los rabinos la aceptacin de la tora Ji, como lo

    hemos visto a propsito de la berakali por la luz y el conocimien

    to ". Anlogamente, el reposo sabtico hallaba pan ellos su imagen

    en la entrada en el pas de la promesa, asimilada a una entrada en

    el reposo mismo de Dios, que fue el coronamiento de la obra

    creadora . La nueva torak., la eterna alianza que es su continua

    cin, nos harn entrar en el verdadero sbado: ese reposo lleno de

    gozo que seguir a la obra de Dios plenamente realizada, esa obra

    que, como dice san Juan, consiste en que nosotros creamosSan Juan, por su parte, pone una gran oracin en boca de Je

    ss despus de la cena, en el momento en que va a entregarse a su

    pasin . En ella no hace Jess sino reasumir y explicitar lo que

    8. Sera inconbibie que un texto as compuesto hubiera ,ido peuducido por cris

    tianos helenizados para ser atribuido por ellos a Cristo.

    9. Mt 11,28.29.

    lo. a. supra, p. 74.

    II. ms adelante las oraciones destinadas al sbado, citadas en Ia p. 139ss,

    12. Jn 6,29.

    13. Cap. 17.

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    De la berakab juda a la eucarista cristiana

    se hallaba ya ms que en germen, para los suyos, en la mencionada

    berakak de san Mateo y de san Lucas, donde Cristo expresaba el

    sentido de su misin, que haban de prolongar los apstoles.

    Es cierto que en el captulo 17 de san Juan, la splica, siguiendouna tendencia que hemos puesto ya de relieve en las berakoth ju

    das, refluye en cierto modo sobre la accin de gracias. Pero la

    accin de gracias, la confesin en la alabanza, se lee, como en

    transparencia, de un extremo a otro. Toda esta oracin sacerdo

    tal, como se la ha llamado ", surge de una contemplacin de la glo

    rificacin de Dios, que fue la obra de Jess en la tierra, para pedirsu propia glorificacin, en la que la del Padre ser consumada en

    la salvacin de los creyentes.

    Si la oracin de Mateo y de Lucas estaba inscrita en una berakak

    por el conocimiento divino comunicado, aqu se pide la comu

    nicacin de la vida divina, como la glorificacin suprema de Dios .

    Cristo ser glorificado en su resurreccin, que consumar la gloriadivina volvindose fuente de vida para los suyos. Pero esta vida

    queda definida desde las primeras palabns: La vida es que te

    conozcan a ti, nico Dios verdadero, y al que t enviaste, Jesu

    cristo lO Esta vida se afirmar en la unidad de amor entre los

    fieles, que dimanan de la unidad entre el Padre y el Hijo: unidad

    de conocimiento recproco, enraizado en la unidad de vida. Seren ellos el efecto de su santificacin, es decir, de su consagracin,

    en la santificacin de Cristo que est a punto de realizarse, es

    decir, en su sacrificio 17 Esta santificacin se realizar en ellos como

    se realiza en l : en la verdad, es decir, en la comunicacin del

    conocimiento de Dios en una comunin con su vida

    El objeto del conocimiento de vida as compartido con los su

    yos por el Hijo, es formalmente el nombre divino. Este nombre

    fue dado al Hijo en la comunicacin sustancial que el Padre hace

    de s mismo al Hijo, dndole el ser, y que se extender a los hom

    bres mediante la cruz. De ah la convergencia final de todos estos

    temas en el tema dominante de la gloria divina, que irradia en la

    14. El nombre le fue dado por el exegeta David Chytraeus, en el siglo xv,.15. Cf. y. 1 al 5.

    16. V. 3.

    17. V. 17.19. Cf. el articulo ytdCeiv, en el Theo/ogisches Wbrtprbuck de G. KITTEL.

    IB. y. 1?.

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    Sentido del memorial

    propia glorificacin del Salvador por su cruz: conocimiento de

    Dios, santificacin de los suyos, vida comunicada, unin en el amor,

    donde se afirma la difusin de esa vida incomparable que es la vida

    de Dios9.

    Tales son los pensamientos que la ltima cena evocara para

    los primeros cristianos y que haban de impregnar sus ulteriores

    celebraciones eucarsticas.

    Las berakoth de la comida y la institucin de la eucarista; sentido

    del memorial

    La discusin, seguramente sin solucin posible, sobre si la

    ltima cena de Jess con los suyos fue o no el banquete pascual, no

    debe ocuparnos demasiado aqu, puesto que se concentra en un pun

    to secundario. Mientras que la mayora de los exegetas modernos seindinaban a darle una respuesta negativa, Jeremias, con una

    demostracin de extraordinaria brillantez, parece haber invertido por

    el momento la situacin20. Sin embargo, san Juan nos dice formal

    mente que la pascua se iba a celebrar la tarde misma de la muerte

    de Jess, lo cual implica, a lo que parece, la respuesta negativa

    Los sinpticos parecen a primera vista creer lo contrario, puestoque describen la comida de la vspen despus de haber insistido en

    la preparacin del cenculo para la pascua . Pero es por lo menos

    curioso que no nos digan nada que permita concluir que se trataba

    efectivamente de sta. Las palabras citadas por san Lucas: Ar

    dientemente he deseado comer esta pascua con vosotros... parece

    a primera vista disipar la ambigedad . Pero en realidad no hacesino llevarla al extremo, puesto que puede expresar igualmente el

    sentimiento de no poder comerla como la satisfaccin de separarse

    de ellos tras esta celebracin. Jeremias mismo reconoci el voto de

    abstinencia" en las palabras que siguen: Porque os digo que ya

    19 y. 22ss.

    20. J . J EHEMXAS, Tite Eucharisfic Words of Jesus, capitulo primero.

    21. Ci. Jo 18,28 y 19,31.

    22. Cf. Mt 26,i7sa y paralelos.

    23. Le 22,15.16.

    24. Op. cit., p. 207ss.

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    De la berakah juda a la eucarista cristiana

    no la comer hasta que se realice en el reino de Dios..., y un

    poco ms adelante: No beber ya del fruto de la vid hasta que

    venga el reino de Dios. Pero resulta casi impensable si debe impli

    car una abstencin de Jess con respecto a la pascua... que con

    todo haba de presidir... Por otra parte, entre los detalles citados

    por los mismos sinpticos, que parecen oponerse a la idea de que

    la fiesta que sigue a la cena pascual coincida con el da mismo

    en que mora Jess y no con el da siguiente, el hecho de que

    Simn de Cirene volva del campo - para no citar otros-, se re

    siste a las explicaciones de Jeremias. Es muy probable que los

    evangelistas quieran decir con estas palabras, no que volva de su

    trabajo matinal, sino que regresaba de una simple excursin, per

    mitida incluso en da de fiesta, a uno de los enclaves rurales lindan

    tes con la ciudad. Sin embargo, es cierto que todo lo que precede

    a la cena, si ya no lo que la sigue en los tres primeros evangelios,

    orienta hacia una celebracin pascual, aunque sea muy poco lo que

    en la cena misma va francamente en este sentido.

    El esfuerzo de A. Jaubert por armonizar todas las divergen

    cias y salvar el carcter pascual de la ltima cena, es de una inge

    niosidad que ha encantado a no pocos exegetas perplejos; pero las

    consecuencias de su hiptesis la hacen inverosmil. Los discpulos,

    opina la autora, habran sencillamente seguido otro calendario que

    el de la masa de tos judos. Pero, suponiendo que hubieran efecti

    vamente aplicado ese otro clculo en el que ella se basa, habran

    tenido su ltima velada con el Maestro, no el jueves, sino el mar

    tes. Tanto con respecto a los relatos evanglicos, como en consi

    deracin de la tradicin unnime, aparece imposible tal divergencia

    que no ha dejado huella en los unos ni en la otra. Y sobre todo,no se ve cmo en Jerusaln mismo, donde todos los corderos pas

    cuales deban inmolarse juntos en el templo, uno o algunos grupos

    disidentes habran podido celebrar la pascua en otra fecha sin sus

    citar un alboroto.

    Pero todas estas discusiones, por interesantes que sean desde

    elpunto de vista de la historia evanglica, carecen de importancia

    25. Mc 15,21 y Le 23,26.

    26. AHN,x JAODERT La date de la Chic; cale,,drfrr bibl,que a Iitnrgie chrtien,:e

    Paris 19S7.

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    Sentido del memorial

    para la interpretacin de la cena y de la eucarista que habla de

    surgir de la misma. A decir verdad, se pone por lo regular tanto

    empeo en esta discusin porque se supone que las referencias pas

    cuales de la cruz y de la eucarista dependen absolutamente del

    carcter pascual que se pueda o no asignar a la cena. Sin embargo,

    este apriorismo es completamente ajeno a la realidad. En efecto, en

    primer lugar la perspectiva de la pascua, la inmolacin de los cor

    deros en este caso, coincide con la muerte del Seor, por lo cual se

    proyecta sobre ia ltima cena, tanto si sta precede a la pascua

    como si forma una misma cosa con ella. Pero, sobre todo, las reminiscencias pascuales estn presentes en las oraciones, no slo

    de la comida de aquella noche nica, sino incluso en todas las co

    midas. Y, en realidad, ya fuera la cena esta con]ida singular u otra,

    es evidente, sin gnero de duda, que Jess no asoci a ninguno de

    los detalles propios de la cena pascua! la institucin eucarstica de la

    nueva alianza. fista se aplica nicamente a lo que la comida de pascua tena de comn con todas las comidas, es decir, al rito de la

    fraccin del pan al principio, y al de la gran accin de gracias sobre

    la copa de vino mezclada con agua, al fin, Y hasta podemos aadir

    que esto es lo que permiti, sin que surgiera jams problema algu

    no, que la eucarista cristiana se celebrara con toda la frecuencia

    que se quisiera y no slo una vez al ao.

    Por muy interesante que sea el significado del cordero pascual

    para comprender la muerte de Cristo , no es necesario partir del

    rito de su manducacin, y mucho menos de ritos secundarios, como

    el de los zimos o el de las hierbas amargas, para comprender en

    su origen la oracin eucarstica cristiana. Hay que basarse en el

    pan partido a! comienzo de la comida y en la copa repartida al final,

    dos ritos que tradicionalmente le estaban ligados.

    Segn los rabinos, el pan, cuya bendicin que acompaaba a la

    fraccin, iniciaba la comida ritual, representaba el alimento por

    excelencia, la vida dada y conservada por el creador . La bendicin

    de la Doctrina de los doce apstoles, de la que pronto hablaremos

    y cuyo origen judo es indudable, manifiesta el hecho de que ciertas

    comunidades judas de la poca vieran va en la fraccin del pan

    37. Cf. JERIAS, op. oit., p. 220ss.

    28. cf. JERKM!AS, op. oit., ji. 233ss.

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    De la berakab juda a la eucaristfa cristiana

    nico y en su manducacin comn la imagen de los dispersos de

    Israel y de su reunin en el cuerpo resucitado, que evocaba la vi

    sin de Ezequiel .

    Ms ricas y ms explcitas parecen haber sido todava las asociaciones de la copa y del vino que la llenaba. El smil jonico

    desarrollar el nuevo sentido que debe asumir la vid, en la atms

    era de una interpretacin eucarstica de la pasin . Pero ya desde

    el profeta Isaas , y seguramente mucho antes, la vid haba sido

    para Israel el smbolo del pueblo de Dios, desarraigado de Egipto

    para ser replantado en Sin por David. La vid de oro queHero

    des haba hecho representar sobre el frontn del templo materia

    lizaba su sentido a los ojos de todos. La copa repartida implicaba

    adems las ideas de la alianza, como en el salmo 23; de una liba

    cin de accin de gracias, como en el salmo 116; de la afliccin

    aceptada de la mano de Dios, como en el salmo 80 de la que tene

    mos un eco en la discusin con los hijos del Zebedeo .

    En forma ms general, detrs de toda la comida y de sus ben

    diciones se agolpaban, con el recuerdo de la pascua y del xodo,

    las promesas profticas del banquete mesinico . Jess las haba

    reasumido al hablar del banquete en el que los justos, venidos de

    todos los puntos del horizonte, se sentaran a la mesa en el reino,

    con Abraham, Isaac y todos los profetasTM. Maurice Goguel observ

    con razn que los relatos de la multiplicacin de los panes insisten

    en la anticipacin del banquete mesinico por lo menos tanto como

    en el prodigio . De la multitud atrada por su palabra, por su ben

    dicin del pan partido entre todos sus oyentes, comenzar a for

    mar Jess la comunidad de la alianza. Aunque el discurso dado

    por el cuarto Evangelio despus de una de estas comidas pudiera

    desarrollar enseanzas ulteriores , es por lo menos probable que

    est ligado a una predicacin de Jess, que fue una primera pre

    paracin de lo que anunciara en la ltima cuna.

    Todo esto, y seguramente otros muchos hechos y palabras que

    29. Cf. mfra, p. 127. 30. Ja 15. 31. cf. 1, s.

    32.Mt

    20,22.23. 33. Cf. JEREMIAS, op. oit., p. 233,s.34. Mt 8,11 y Le 13,28.

    35. MAURICE GOGUEL, sas cc les origines da chrhtic,,pis,,, i: La vie do Js,,s,

    Paris 1932.

    36. Cf. cli. Dooo, op. oit., p. 333sa.

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    Sentido del memorial

    ignoramos: todas las comidas tomadas ya con el pequeo grupo de

    los discpulos, tras lo que comunidades ms o menos semejantes,

    como la de Qumrn, haban podido asociar a la comida, parece

    haberse precipitado desde los preliminares de la cena. Cuando Jesstoma la primera copa, sus palabras mencionadas por san Lucas pre

    sagian lo que va a seguir. Despus de repetir la bendicin que

    hemos mencionado, bendicin que evocaba ya la via de David, esa

    via que es el puebo de Israel, proclama con palabras apenas os

    curas la cesacin del antiguo estado de cosas, nicamente prepara

    torio,y

    la inminente renovacin de Israel en el reino o el reinado

    que va a instaurar su muerte: En verdad os digo: no beber ya

    de este fruto de la vid hasta que lo beba nuevo en el reino de Dios.

    Sus palabras a continuacin de la bendicin y fraccin del pan,

    preparadas seguramente por las enseanzas del discurso sobre el

    pan de vida, anunciarn a la vez el sentido sacrficial de su muerte

    y definirn cmo dar su carne, no slo por la vida del mundo en

    la cruz, sino en alimento de vida pan los suyos en sus banquetes

    eucarsticos.

    No hay razones para suponer que Jess modifican la bendicin

    tradicional del pan, tal como la hemos citado segn el Seder de

    Amram Gaon, que la presenta todava tal como se hallaba ya en

    la Mnah:

    Bendito seas, Seor rey del universo, que haces producir pan a la tierra".

    Los discpulos responden su amn, despus de lo cual parte

    Jess el pan y lo hace circular diciendo probablemente:

    Tomad, esto es mi carne,

    o quiz:

    Tomad, he aqu ml carne.

    El anlisis de Jeremias, que versa sobre las diferentes frmulas

    del Nuevo testamento, parece, en efecto, concluyente para demos-

    37. Le 22,16.

    38. Cf. el capitulo precedente, p. 91.

    113

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 05 - DE LA BERAKAH JUDIA A LA EUCARISTIA CRISTIANA

    12/42

    De la berakah juda a la eucarista cristiana

    trar que todas ellas son frmulas litrgicas consagradas ya por

    diversos usos locales. Estas tienen tras s una frmula aramea O

    hebraica, en la que Jn 6 fue casi seguramente el nico que conserv

    el trmino exacto usado por Jess: En el paralelismo con sangre,

    parece ser que es carne baar-bisra y no cuerpo lo que impone

    tanto la tradicin rabnica como la tradicin propiamente bblica.

    Esto es mi cuerpo ser una especie de targum helenizante, hecho

    necesario por el paso a una liturgia de lengua griega.

    Igualmente, al final de la comida, tomando Jess en la mano la

    copa preparada, pronuncia las tres bendiciones usuales. Consi

    guientemente, stas deban implicar como lo ha establecido Fin

    kelstein , por lo menos los elementos que siguen, aunque la

    frmula pronunciada efectivamente sera probablemente todava

    ms prxima, si no en todos los detalles, por lo menos en la tona

    lidad religiosa, a la elocuencia litrgica de los formularios de

    Amram Gaon:

    1. Bendito seas, Seor, Dios nuestro, rey del universo, que alimentas

    al mundo entero en [tu] bondad, [tu gracia y [tu misericordia.

    2. Te damos gracias, Seor, Dios nuestro, porque nos hiciste entrar

    en posesin de un pas bueno y vasto.

    3. Seor, Dios nuestro, ten piedad de Israel tu pueblo,

    de Jerusaln tu ciudad,

    de Sin, lugar donde mora tu gloria,

    de tu altar y de tu templo.

    Bendito seas, Seor, que construyes a Jerusaln 4.

    Haciendo circular entonces Jess la copa - todava segn Je

    remias, a cuyos anlisis remitimos al lector- habra empleado la

    expresin hebraica dam beriti, o la aramea adam keyaS literal

    mente sangre de mi alianza, nicas posibles gramaticalmente en

    las lenguas semticas, pero que el griego tradujo correctamente

    en cuanto al sentido: Esto es mi sangre, de la alianza, derramada

    por vosotros.

    Las palabras que siguen, traducidas generalmente:

    39. JEREMIAS, op. cit., p. 173s5 y 196ss.

    40. cf. L. Fnncn.STEZN, Op. cit.

    4!. JEREMIAS, op. oit., p. lPks,

    114

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 05 - DE LA BERAKAH JUDIA A LA EUCARISTIA CRISTIANA

    13/42

    Sentido del memorial

    Haced esto en memoria ma,

    han sido objeto de interminables discusiones entre los exegetas

    modernos, segn que admitieran o no como verosmil que Jess

    hubiera podido instituir en una frmula tan explcita una ceremo

    nia que deba renovarse. Dom Gregory Dix ha tenido el mrito de

    poner en claro que la cuestin est mal planteada ". La renovacin

    de la comida religiosa no poda crear ningn problema, puesto que

    la eucarista no era para los judos una novedad en su forma ritual

    que ellos habran conservado en todo estado de causa, tanto des

    pus como antes de Jess, pero s en su contenido. El acento no

    carga, pues, sobre la prescripcin: haced esto, sino ms bien so

    bre la aadidura: haced esto [sobrentendido: de ahora en ade

    lante] en memoria ma. Ms exactamente, como lo pone de relieve

    Jeremias, estas palabras deben traducirse as:

    Haced esto como memorial mo,

    y a esta palabra hay que dar el sentido que tuvo siempre en la li

    teratura rabnica, y especialmente litrgica, de la poca. No signi

    fica en modo alguno un acto psicolgico, humano, de retorno sobre

    el pasado, sino una realidad objetiva destinada a hacer perpetuamente actual delante de Dios, para Dios mismo, alguna cosa o a

    alguien. Como lo ha mostrado muy bien Max Thurian, esta misma

    concepcin del memorial tiene sus races en la Biblia. En ella no es

    el memorial nicamente un elemento ritual esencial de ciertos sacri

    ficios, sino lo que da el significado final de todo sacrificio, y del de

    lapascua eminentemente". Es una institucin, podemos decir, esta

    blecida por Dios, dada e impuesta por l a su pueblo, para perpe

    tuar para siempre sus intervenciones salvadoras. El memorial no

    slo dar subjetivamente a los fieles una garanta de su eficacia

    permanente, sino que primeramente garantizar sta, como con

    una prenda que ellos podrn y debern presentarle, como prenda

    desu

    propia fidelidad.

    42. cf. rita Sitape of tite Liturgy, Londres 1945, p. SSaa.43. cf. ttt, p. 9Sas.44. Mi THURIAN, op. cit., todo el primer captulo. Vase tambin N. DAUL, Anam.

    nhir, mhnoire et commmoro4ion dans le christia,,inne primitif, en eStudia fleotogien,

    Lund 1948, p. 6Pts.

    115

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 05 - DE LA BERAKAH JUDIA A LA EUCARISTIA CRISTIANA

    14/42

    De la berakali juda a la eucarista cristiana

    Hemos sealado cmo las interpolaciones festivas de la tercera

    berakah del final de la comida multiplican precisamente el empleo

    de esta palabra zihkaron, memorial, en un sentido que es segura

    mente ste.

    Tenemos la seguridad de que estas interpolaciones,

    centradas sobre el memorial, eran ya una prctica anterior al co

    mienzo de nuestra en. Tenemos, por tanto, derecho a pensar que

    directamente sugirieron a Jess su frmula. Y en particular en el

    caso en que la cena no hubiera sido la comida pascual, podemos in

    cluso preguntamos si Jess mismo no improvisara en la tercera

    berako,h un memorial explcito de su sangre derramada pan lanueva alianza.

    Repitmoslo: el hecho de que este memorial se hallara aadido

    en los mismos trminos, tanto a la oracin abodah, para la consa

    gracin de los sacrificios del templo, como a la tercera berakah de

    las comidas, acenta su carcter sacrificial.

    As es como, en primer lugar, recibe francamente la cruz elsentido del sacrificio, en que se consumarn y a la vez se abolirn

    todos los sacrificios anteriores. Este sentido lo da la berak&i del pan

    y del vino, como de su cuerpo y de su sangre, que deben constituir

    para siempre la sustancia del memorial dejado por Jess a los suyos

    para que sea representado sin cesar a Dios por ellos, como prenda

    definitiva de suamor

    redentor. Se puede, por tanto,decir

    queen

    la cena la cruz de Cristo y la eucarista de los cristianos recibieron

    de Jess inseparablemente un carcter sacrificial la cruz de Cristo

    porque l se entreg a ella en la cena en oblacin inmolada, como la

    del cordero pascual, con vistas a realizar la nueva y eterna alianza

    conforme al designio divino reconocido en su eucarista; la euca

    rista de los cristianos, porque por el hecho mismo se convierte

    sta en el memorial de Jess y de su accin saludable. Como dir

    san Pablo, cada vez que la celebren anunciarn, o proclamarn,

    no en primer lugar al mundo, sino a Dios, esa muerte cuyo recuer

    do es para l mismo la prenda de su fidelidad en salvarlos .

    Parece que hay que dar todava un paso, siguiendo a Jeremias,

    y aadir con l que el fruto esperado de esta re-presentacin a

    Dios del memorial de la muerte redentora es, en la intencin misma

    15. Cf. supra, p. 96.

    46. icor 11,26.

    116

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    Las berakoth judias y la oracin de los primeros cristianos

    de Jess, el cumplimiento final de su obra en su parusia ". La invo

    cacin, ligada siempre en la liturgia juda a la evocacin del memo

    rial, es siempre, efectivamente, la realizacin de la experiencia es

    catolgica.Y es seguramente a lo que se refiere san Pablo cuando

    dice: Cada vez que comis de este pan y bebis de esta copa, anun

    ciis la muerte del Seor, hasta que l venga, donde el hasta que

    l venga implica seguramente para que l venga .

    As se comprende cmo la yuxtaposicin de la esperanza tra

    dicional, que se refiere a la realizacin del pueblo definitivo de

    Dios en la definitiva edificacin de Jerusaln y de la esperanza

    de la parusa, producir en la antigua Iglesia la invocacin de un

    acabamiento de Cristo en nosotros. Este acabamiento, esta realiza

    cin perfecta, no aparece no slo prometido, sino esbozado en la

    celebracin eucarstica, en la que venimos a ser el cuerpo de Cristo

    al alimentarnos de su carne y de su sangre, en la fe en su resu

    rreccin?

    Las berakoth judas y la oracin de los primeros cristianos

    Desde ahora podemos damos cuenta de que era preciso resti

    tuir lo que hoy da llamamos el relato de la institucin de la eu

    cai-istia, al contexto que le es propio, el de las berakoth rituales de

    la comida juda, a fin de percibir el sentido y todo el alcance de sus

    expresiones. La palabra anunciadora de todo lo que va a seguir a

    la cena, que nos fue conservada por san Lucas, enlaza con la berakak

    preparatoria sobre la primera copa. La beraleah sobre el cuerpo o

    la carne de Cristo, con la berakak inicial de la fraccin del pan. La

    berakab sobre la sangre de la nueva alianza, con la segunda y con

    la tercera de las berakoth finales. Y, finalmente, la palabra sobre el

    memorial supone todo lo que evocaban los incisos de las fiestas,

    tambin en la tercera.

    Hay que decir ms: estas palabras de Cristo que iban a engen

    drar la eucarista cristiana son como las emergencias de toda una

    47. Cf. JERLMI`S, op. cit., p. 237ss.

    48. Cf. supra, p. 96.

    49. Cf. JZREMIAS, np. tit., ibid.

    117

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    De la berakah juda a la eucarietfa cristiana

    estructura subterrnea de los Evangelios, la de la liturgia juda en

    que aqullas estn encuadradas. Si se separan de sta, se desconoce

    todo el movimiento que las arrastraba. Y recprocamente, se corre

    peligro de perder su sentido exacto, si no se percibe todo lo que

    aqullas consuman y coronan. El cristianismo primitivo se vio pre

    servado de cometer jams este error por el hecho de que la oracin

    cristiana sigui vertindose en las formas de la berakak juda y de

    la teflak, es decir, de la oracin de peticin que brota de ellas sin

    separrseles jams. Las primeras frmulas de la eucarista cristia

    na, a imitacin de lo que Cristo mismo haba hecho, no sern sino

    frmulas judas aplicadas, mediante algunas palabras aadidas, a

    un contenido nuevo, que, por lo dems, todo en ellas lo preparaba.

    Que la expresin de las primeras oraciones cristianas se plasm

    espontneamente conforme a la de las berakoth judas y de sus pro

    pios desarrollos, se ve atestiguado de manera particularmente impre

    sionante en las epstolas paulinas. Todas, poco ms o menos, se

    abren con una berakah y pasan luego a la tefillah, a la splica de

    que se realice perfectamente el don que es objeto de la accin

    de gracias. La enseanza, la exhortacin que forman el cuerpo de

    la epstola quedarn dominadas por este prembulo. No son sino la

    explicaci6n de lo que ste envuelve. Estn, por tanto, marcadas por

    esa contemplacin exultante, atravesadas por esa aspiracin supli

    cante de que se cumpla el misterio reconocido y confesado.

    Estas introducciones estn generalmente edificadas sobre los dos

    trminos de sxccpcccc o e!Xoyt y de irpoacux que ya en el

    judasmo de lengua griega traducan los dos trminos hebreos de

    berakak y de tefilah.

    En la primen epstola a los Tesalonicenses tendremos:

    Damos siempre gracias a Dios npLaro@Cv por todos vosotros y

    recordndons en nuestras oraciones irpoaeux3v, haciendo sin cesar ante

    nuestro Dios y Padre memoria de la obra de vuestra fe, del trabajo de

    vuestra caridad y de la perseverante esperanza en nuestro Seor Jesu

    cristo...

    En la segunda tendremos tambin:

    50. ITes 1.

    118

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    Las berakoth judas y la oracin de los primeros cristianos

    Hemos de dar a Dios gracias s?ptantv incesantes por vosotros, her

    manos, y eso es muy justo, porque Se acrecienta en gran manera vuestra fc

    y va en progreso vuestra mutua caridad... Pan eso sin cesar rogamos poaeu

    xvEO por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de vuestra

    vocacin, y con toda eficacia cumpla su bondadoso beneplcito y la obra

    de vuestra f e, y el nombre de nuestro Seor Jess sea glorificado en vos

    otros, y vosotros en l, segn la gracia de Dios y del Seor Jesucristo...

    Que esta frmula inicial est sincopada en el caso de la epstola

    a los Glatas expresa bien la vehemencia de la inquietud y de laindignacin que indujeron a san Pablo a escribirles. Pero el movi

    miento espontneo se mantiene como en transparencia tras su voto

    inicial:

    La gracia y la paz sean con vosotros de parte de Dios Padre y de

    nuestro Seor Jesucristo, que se entreg por nuestros pecados para librar

    nos de este siglo malo, segn la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien

    sea la gloria por los siglos de los siglos. Amn .

    En cambio, a los Romanos, aunque todava no conoce a sus des

    tinatarios, por lo cual este encabezamiento pierde aigo de su calor

    habitual, les dir formalmente:

    Primeramente doy gracias a mi Dios por mediacin de Jesucristo res

    pecto a todos vosotros, porque vuestra fe se divulga con aplauso en todo

    e1 mundo. Porque Dios, a quien doy culto QLatpe, trmino cultual por

    excelencia en mi espiritu anunciando ci Evangelio de su Hijo, me es tes

    tigo de cun incesantemente hago memoria de vosotros siempre, en mis

    oraciones, a ver cmo, por fin, se me allana alguna vez el camino, si Dios

    quiere, para llegar hasta vosotros

    En las introducciones a las dos epstolas a los Corintios, slo

    la sxptaroc se expresa formalmente, aunque la npoacuxll est

    subyacente, por lo menos al final de la primera.

    Doy continuamente gracias a Dios por la gracia que os ha sido otorgada

    en Cristo Jess, porque en l habis sido enriquecidos en todo: en toda

    palabra y en todo conocinlirllto, en la medida en que el testimonio de Cristo

    Si. 2Tes 1,52. CM 1.53. Rom 1.

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    De la berakah judfa a la eucaristfa cristiana

    la sido confirmado entre vosotros as que no escaseis en don alguno mien

    tras llega para vosotros la manifestacin de nuestro Seor Jesucristo, que

    a su vez os confirmar plenamente, para que seis hallados irreprensibles

    en el da de nuestro Seor Jesucristo. Pues fiel es Dios, por quien habis

    sido llamados a participar con Jesucristo, su Hijo y Seor nuestro .

    Y en la segunda leemos:

    Bendito cXoyt6 sea Dios, Padre de nuestro Seor Jesucristo, Pa

    dre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en todas

    nuestras triL;laciones, para que podamos consolar nosotros a todos los atribulados con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por

    Dios...

    A los Filipenses dir, con el matiz de confianza apacible y gozosa,

    que es tan caracterstico de sus relaciones con esta Iglesia:

    Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, y siempre,

    cuando hago la oracin, todas mis splicas por todos vosotros son hechas

    con alegra, por vuestra contribucin a la causa del Evangelio desde el pri

    mer dia hasta ahora, teniendo esta confianza; que el que empez entre vos

    otros la obra buena la llevar a su trmino hasta el da de Cristo Jess...

    Y sta es mi oracin roro 7rpoaayo1zL: que vuestro amor todava

    abunde ms y ms en conocimiento perfecto y en toda sensibilidad, hasta que

    lleguis a discernir los valores de las cosas, para que as seis puros e irreprochahles para el da de Cristo, llenos del fruto de justicia que se obtiene

    por medio de Cristo, para gloria y alabanza de Dios".

    En la epstola a los Colosenses, la bendicin y la oracin que la

    acompaa estallan en una vasta exposicin de todo el designio de

    Dios y de su realizacin, no slo en el caso del apstol y de sus

    destinatarios, sino en el mundo entero:

    Damos gracias al Dios, Padre de nuestro Seor Jesucristo, rogando cons

    tantemente por vosotros, desde que olmos hablar de vuestra fe en Cristo

    Jess y del amor que tenis para con todo el pueblo santo, por causa de la

    esperanza que os est reservada en los cielos, de la cual habais ya odo ha

    blar en el mensaje de la verdad, del evangelio, que lleg hasta vosotros;

    54. iCor 1.

    55. 2Cor 1.

    56. Ep 1.

    120

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    Las berakoth judas y la oracin de los primeros cristianos

    como asimismo est fructificando y creciendo en todo el inundo, al igual

    que entre vosotros, desde el da en que osteis y conocisteis la gracia de

    Dios genuinamente, tal como aprendisteis de Epaf ras, nuestro querido con-

    siervo, que es fiel servidor de Cristo en provecho vuestro, el cual tambinnos puso de manifiesto vuestro amor en el Espritu.

    Por lo cual tambin nosotros, desde el da que esto omos, no cesamos

    de rogar por vosotros y de pedir que lleguis a la plenitud en el conocimiento

    de su voluntad en toda sabidura e inteligencia espiritual, para que cami

    nis segn el Seijor se merece, a plena satisfaccin suya, dando frutos

    en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos en

    toda fortaleza, segn el poder de su gloria, con vista a toda constancia y

    comprensin; y llenos de alegra, deis gracias al Padre que os capacit

    para participar de la herencia del pueblo santo en la luz. l nos libert del

    poder de las tinieblas y nos traslad al reino del Hijo de su amor; en quien

    tenemos la redencin, el perdn de los pecados.

    l es imagen del Dios invisible, primognito de toda criatura, porque

    en l fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, las visibles

    y las invisibles, ya tronos, ya dominaciones, ya principados, ya potestades

    todas las cosas fueron creadas por medio de l y con miras a l; y l es

    ante todo, y todas las cosas tienen en l su consistencia. Y l es la cabeza

    del cuerpo, de la Iglesia; l, que es principio, el primognito de entre los

    muertos, para que as l tenga primaca en todo pues en l tuvo a bien

    residir toda la plenitud, y por l reconciliar todas las cosas consigo, paci

    ficando por la sangre de su cruz, por l, ya las cosas de sobre la tierra,

    ya las que estn en los cielos.

    Y a vosotros, qiic erais antes extraijos y estabais animados de disposiciones hostiles en vuestras malas obras, ahora ya os ha reconciliado por

    su cuerpo de carne mediante la muerte, para presentaros santos, sin tacha

    e irreprochables ante l, si es que permanecis bien cimentados y firmes

    en la fe, y sin dejaros apartar de la esperanza del evangelio que osteis,

    el cual ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo, y del cual yo,

    Pablo, fui constituido servidor

    En fin, en la epstola a los Efesios, se volver a esta misma

    eucarista inicial, ordenada en la perspectiva de la edificacin de

    la Iglesia como plenitud de Cristo, de manera que constituya un

    himno a todo el designio divino y a su realizacin en nosotros, en

    un tono particularmente litrgico.

    Bendito Dios, Padre de nuestro Seflor Jesucristo, que nos bendijo con

    toda bendicin espiritual en los cielos, en Cristo, por cuanto nos eligi en

    57. Col 1.

    121

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    20/42

    De la berakah judia a la eucaristla cristiana

    l antes de la creacin del mundo, para ser santos e inmaculados en su pre

    sencia. En su amor nos predestin a ser hijos adoptivos para l por medio

    de Jesucristo, segn el beneplcito de su voluntad, para alabanza de la gloria

    de sugracia, con la que nos ha agraciado en el Amado. En l tenemos la

    redencin por medio de su sangre, el perdn de los pecados segn la riqueza

    de su gracia, que ha prodigado con nosotros en toda sabidura e inteligencia,

    dndonos a conocer el misterio de su voluntad, segn el benvolo designio

    que se haba formado de antemano referente a la economia de la consu

    macin de los tiempos recapitular todas las cosas en Cristo, las que estn

    en los cielos y las que estn en la tierra. En l fuimos tambin agraciados

    con la herencia, predestinados - segn el previo decreto del que lo impulsa

    todo conforme a la decisin de su voluntad- a ser nosotros alabanza de su

    gloria, los que previamente tenemos puesta en Cristo la esperanza. En l

    tambin vosotros, tras haber odo la palabra de la verdad, el evangelio de

    vuestra salvacin; en l tambin, despus de haber credo, fuisteis sellados

    con el Espritu Santo de la promesa; el cual es prenda de nuestra herencia,

    para la redencin del pueblo que Dios adquiri para s, para alabanza de

    su gloria.

    Por eso, yo tambin, habiendo odo hablar de la fe que hay entre vosotrosen el Seor Jess, y de vuestro amor hacia todo el pueblo santo, no ceso

    de dar gracias por vosotros, haciendo mencin de vosotros en mis ora

    ciones, para que el Dios de nuestro Seor Jesucristo, el Padre de la gloria,

    os d espritu de sabidura y de revelacin en el pleno conocimiento de l;

    para que, iluminados los ojos de [vuestro] corazn, sepis cul es la espe

    ranza de su llamada, cul la riqueza de la gloria de su herencia en el pueblo

    santo, y cul la extraordinaria grandeza de su poder con respecto a nosotros,

    los que creemos, segn la eflcacia del poder de su fuerza que despleg en

    Cristo, resucitndolo de entre los muertos y sentndolo a su derecha en

    los cielos, por encima de todo principado y potestad y virtud y dominacin

    y de todo nombre que se nombra, no slo en este mundo, sino en el venidero.

    Y todas las cosas las puso debajo de sus pies; y lo dio, como cabeza sobre

    todas las cosas, a la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena

    todo en todo.

    Y vosotros estabais muertos por vuestras culpas y pecados, en los queen un tiempo caminabais segn la corriente de este mundo, segn el prn

    cipe de la potestad del aire, del espritu que acta ahora entre los hijos de

    la rebelda. Entre stos, tambin nosotros todos vivamos entonces segn las

    tendencias de nuestra carne, realizando los deseos de la carne y de la mente,

    y ramos, por naturaleza, hijos de ira, exactamente como los otros.

    Dios, sin embargo, rico como es en misericordia, por el mucho amor

    con que nos am, tambin a nosotros, muertos por nuestros pecados, nos

    vivific juntamente con Cristo - de gracia habis sido salvos-, con l nos

    resuct y con l nos sent en los cielos por Cristo Jess, para mostrar en

    los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia por su bondad

    122

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 05 - DE LA BERAKAH JUDIA A LA EUCARISTIA CRISTIANA

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    Las beralcoth judias y la oracin de los primeros cristianos

    hacia nosotros en Cristo Jess. Pues por la gracia habis sido salvados me

    diante la fe; y esto no proviene de vosotros: es don de Dios, no de las

    obras, wra que nadie se glore. Porque de l somos hechura, creados en

    Cristo Jess para obras buenas, las que Dios prepar de antemano para quelas practicramos58

    Aqu ms que nunca, las instrucciones que van a seguir inme

    diatamente forman cuerpo con la berakak hasta tal punto que sus

    resonancias se prolongan prcticamente hasta el final de la epstola.

    La exposicin del misterio de Cristo aparece como llevada por la

    ola de la eucarista, que slo parece haberse desplegado pan reple

    garse sobre l.

    La confrontacin de estos textos, con la progresin que lleva a

    la expansin final de las grandes epstolas cristolgicas, no es

    menos reveladora de la teologa que de la oracin de san Pablo.

    Aqu se pone de manifiesto que esta teologa es fundamentalmente

    eucarstica, en cuanto no es sino una meditacin de lo que fue la

    materia de la eucarista cristiana. Por esta razn, procediendo de

    la accin de gracias, en la plegaria por la realizacin del misterio,

    no tiende sino a la doxologa, a la glorificacin de Dios, todo en

    todos. Es una teologa, en el sentido que tena esta palabra en la

    antigedad helenstica: un elogio, una glorificacin en la alabanza

    del Dios de quien se habla. Puede decirse que los padres griegos, enparticular los Capadocios, y eminentemente san Gregorio de Na

    danzo, al que por excelencia se dar el nombre de telogo, en lo

    ms fuerte de sus amplificaciones especulativas no perdern nunca

    de vista este sentido, esta orientacin primera de la teologa. Y no

    est vedado pensar que la elaboracin, que se acababa por entonces,

    de las anforas destinadas a ser clsicas, no contribuy poco, enlos que fueron sus autores, a conservar tambin vivo el sentido

    de una ortodoxia, que es a la vez glorificacin recta y doctrina

    recta .

    Pero, para volver a los textos paulinos, se ve cmo todos ellos

    no son sino una continua vuelta a la berakab por el conocimiento

    de Dios, enel

    doble aspecto de este conocimiento, que es fe y

    58. Ef ly2.

    59. Este tema, familiar a los autores ortodoxos modernos, se basa en un juego de

    palabras entre 86a, en et sentido bblico de gloria, y SECC en el sentido clsico de opini6n.

    123

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    22/42

    De la beralcah juda a la eucarista cristiana

    amor. En la epstola a los Colosenses, en el interior de la itpoccu4

    de la tefillah en que se pide la plena realizacin de este conocimien

    to, pasar a primer trmino la definicin de su objeto. En el con

    texto propio de la epstola, de oposicin a las gnosis judas desviadas, se afirmar, pues, la unidad entre creacin y redencin.

    nico es, en efecto, el creador y el redentor: Cristo, en quien el

    mundo, como haba sido creado en su origen, debe ser reconciliado

    con su autor, en el misterio de su cruz. Este misterio es tambin

    el de la Iglesia congregada en su cuerpo crucificado, para llegar a

    ser como la plenitud de su cuerpo resucitado.En la epstola a los Efesios, esta visin terminal invade todo

    el horizonte. Est presente desde la berakah propiamente dicha,

    desde la accin de gracias. La creacin no se menciona ya expl

    citamente. De golpe se evoca el designio de Dios que todo lo abarca,

    designio por el que, en la &vcowpcMka, en la recapitulacin

    final, reasumir segn el plan primitivo, su obra alterada, dividida.La plenitud del designio original, implicada desde siempre en Cristo,

    ser explicada al final de los tiempos en la Iglesia, en la que l

    mismo se realiza. As el conocimiento a que todos estn predestina

    dos y que el Evangelio les aporta, ser el descubrimiento y la rea

    lizacin de ese nico hombre perfecto, en el que Cristo muerto,

    resucitado y subido al cielo se consuma todo en todos.Uno se sentira tentado a decir que aqu sorprendemos la pre

    sin progresiva de la visin cristiana que haban preparado las

    frmulas judas, pero que a su vez va a penetrarlas, a impregnar-

    las, hasta el punto de remodelarlas. La reorientacin es decisiva:

    de la tos-ah hacia Cristo, de la alianza primera hacia el misterio de

    la nueva alianza, misterio de la cruz, que es tambin el misteriode Cristo en nosotros, esperanza de la gloria, para servirnos de una

    palabra clave de la epstola a los Colosenses

    Desde las primeras generaciones cristianas, esta permanencia

    y esta metamorfosis se sealan igualmente en las oraciones en que

    se verti el testimonio ms ardiente tributado a Cristo: las de los

    mrtires. A travs de las cartas autnticas de stos, en el momentoen que se consuma su of renda en la de Cristo mismo, llama la

    60. col 1,27.

    124

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    Las berakoth judas y la oracin de los primeros cristianos

    atencin que sta se vea siempre expresada por la berakah juda.

    En Prgamo, durante el imperio de Marco Aurelio, exclama

    Carpo en la hoguera:

    Bendito seas, Seor, Hijo de Dios, porque, a pesar de mi pecado, me

    has juzgado digno de tu herencia61.

    Tenemos a Tedoto de Ancira, bajo Diocleciano, cuya berakak

    se desarrolla en tefillah, como la de muchos otros:

    Seor Jesucristo, que creaste el cielo y la tierra, t no abandonas a los

    que ponen en ti su esperanza.

    Te doy gracias por haberme hecho digno de ser ciudadano de la ciudad

    de los cielos y de heredar tu reino.

    Te doy gracias por haberme permitido vencer al dragn y aplastar

    su cabeza.

    Da el reposo a tus siervos y desva hacia m el furor de tus enemigos.

    Da la paz a tu Iglesia y librala de la tirana del demonio. Amn .

    Lo mismo se diga de Ireneo de Sirmio, tambin bajo Diocle

    ciano:

    Te doy gracias, Seor Jesucristo, por haberme dado perseverancia enlas pruebas y tormentos diversos, y por haberme juzgado digno de com

    partir tu gloria eterna.

    Seor Jesucristo, que te dignaste sufrir por la salvacin del mundo,

    abre tus cielos a fin de que los ngeles puedan recibir el espritu de tu

    siervo Ireneo, que soporta estos tormento por tu nombre y por el pueblo

    que crece en la Iglesia catlica de Sirmio. Te ruego e imploro tu miseri

    cordia, para que te dignes acoger y consolidar a los otros en la fe .

    Pero de todas estas oraciones, la ms interesante es la ms

    antigua, la de Policarpo de Esmirna, muerto a mediados del siglo it.

    El relato de su martirio nos muestra a este obispo entregndose al

    fuego exactamente como si fuera a celebrar la eucarista por ltima

    61. En la edicin crtica de los Acta Martyruin, de KNOPF.KRUGEX, Tubinga 1929,

    p. 213.

    62. RUINART, Acta primorurn ,nartyrum sincera, Pars 1689, en la reedicin de 1859,

    p. 384.

    63. Ibid., p. 313.

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    De la berakab judia a la eucarista cristiana

    vez. Y en esta celebracin suprema, en la que se identifica con la

    hostia que es Cristo, podemos pensar que su oracin es un calco

    de la eucarista que tena costumbre de ofrecer. Ahora bien, esta

    oracin sigue todo el desarrollo de la &erakah juda: alabanza del

    creador, luego del redentor, presentacin del memorial y splica

    de que sea bien acogida su of renda, y doxologa final.

    Seor, Dios todopoderoso, Padre de Jesucristo, tu Hijo muy amado y

    bendito, por quien te hemos conocido, Dios de los ngeles y de las potestades,

    Dios de toda la creacin y de toda la familia de los justos que vivenen tu

    presencia: te bendigo por haberme juzgado digno de este da y de esta

    hora, de ser contado en el nmero de tus mrtires y de tener parte en el

    cliz de tu Cristo para as resucitar a la vida eterna del alma y del cuerpo

    en la incorruptibilidad del Espritu Santo.

    Sea yo con ellos acogido en tu presencia como una oblacin preciosa

    y aceptable: t me has preparado a ello, t me lo has mostrado, t has

    mantenido tu promesa, Dios de la fidelidad y de la verdad. Por esta gracia

    y por todo te alabo, te bendigo, te glorifico por el eterno y celestial sumo

    sacerdote, Jesucristo, tu hijo muy amado: por l, que es contigo y con e1

    Espritu, te sea dada gloria, ahora y en los siglos venideros. Amn".

    Las primeras liturgias eucaristicas

    Parece, sin embargo, que es la Didakhe, llamada entre nosotros

    Doctrina de los doces apstoles, la que nos ha conservado el ejemplo

    ms antiguo de estas formulaciones de la eucarista, en la que la

    Iglesia, como Cristo en la cena, se serva todava de las frmulas

    judas, dando sencillamente, con algunos incisos, un sentido nuevo

    a sus expresiones.

    No nos toca aqu discutir la cuestin del origen de la Doctrina

    de los doce apstoles, que se ha querido situar o bien a los comien

    zos de la Iglesia, o bien mucho ms tarde, despus del 180, a la

    sazn de la crisis montanista

    Repitmoslo un vez ms, y no ser la ltima: la fecha y el ori

    gen de una oracin litrgica no deben confundirse con los de las

    colecciones en que se halla. Ahora bien, lo que nos interesa en la

    64. Martyru,n Po!ycarpi, PG 5, col. 1040.

    65. Cf. AUDET, Ls Didack?, Parfa 1958.

    126

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    Las primeras liturgias eucarsticas

    Doctrina de tos doce apstoles, para nuestro estudio, son nica

    mente estas oraciones. Que stas son de origen judo, como lo reco

    noci el primero entre los modernos, Dibelius66, resulta evidente

    con slo compararlas con las oraciones judas tradicionales de las

    comidas. Hay incluso que ir ms lejos que Dibelius, que pensaba

    hallar aqu una oracin de judos helensticos. Recordemos que la

    sinagoga de Dura-Europos nos ha transmitido un fragmento de

    papiro en que leemos una oracin hebraica que es el elemento cen

    tral de la berakab de la Doctrina de los doce apstoles .

    Pero es evidente que en la Doctrina de los doce apstoles la ora

    cin utilizada por los cristianos recibi algunas aadiduras, por

    cierto no muy hbiles, que quieren precisar el sentido nuevo que

    le dan.

    Respecto a la encaristia, daris gracias de esta manera:

    Primeramente, sobre el cliz:

    Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa villa de David, tu siervo,

    la que nos diste a conocer por medio de Jess, tu siervo itat.

    A ti sea la gloria por los siglos.

    Luego, sobre el fragmento:

    Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos

    manifestaste por medio de Jess, tu siervo.

    A ti sea la gloria por los siglos.

    Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunidos sehizo uno, as sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino.

    Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente.

    Despus de saciaros, daris gracias as:

    Te damos gracias, Padre santo, por tu Santo nombre, que hiciste morar

    en nuestros corazones, y por el conocimiento, y la fe, y la inmortalidad,

    que nos diste a conocer por medio de Jess, tu siervo.

    A ti sea la gloria por los siglos.

    T, Seflor todopoderoso, creaste todas las cosas por causa de tu nombre

    y diste a los hombres comida y bcbida para su disfrute. Mas a nosotros

    nos hiciste gracia de comida y bebida espiritual y de vida eterna por tu

    siervo.

    Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A ti sea la gloria

    por los siglos.

    Acurdate, Sefior, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla

    perfecta en tu amor, y renela de los cuatro vientos, santificada, en el

    66. Cf. AuDaz op. cit.

    67. Cf. supra, p. 41.

    127

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    De la berakali judhz a la eucaristf a cristiana

    reino tuyo, que has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por

    los siglos.

    Venga la gracia y pase este mundo.

    Hosanna al Dios de David.

    El que sea santo, que Le acerque.

    El que no lo sea, que haga penitencia.

    Marana tha.

    Amn.

    Hemos subrayado las adiciones evidentemente cristianas. Ntese

    su pequeo nmero y su laconismo. tambin se habr notado que

    no hemos subrayado las menciones de la Iglesia. El texto hebreo

    que se ha encontrado muestra que &xOocL, en nuestro texto grie

    go, corresponde sencillamente al hebreo qahal, que para los pri

    meros redactores y recitadores de la oncin designaba exactamente

    la reunin esperada de la dispora de Israel.

    Las discusiones continuadas todava entre los crticos cristianos-que ignoran voluntariamente o no textos judos paralelos-

    para saber si tenemos aqu una oracin eucarstica en sentido estric

    to o una oracin pan el gape, separada ya - as se supone- de

    la eucarista, o todava dos grupos de textos aplicables a celebracio

    nes diferentes, estas discusiones, decimos, resultan vanas si se tie

    nen en cuenta estos paralelismos. El conjunto es de un solo tenor,conforme a la sucesin tradicional de las berakoth de la comida

    bendicin sobre la copa inicial, bendicin sobre el pan partido, tri

    ple bendicin sobre la ltima copa. Pero en su estado final se apli

    can evidentemente a una comida sagrada de una cristiandad todava

    muy prxima al judasmo, la cual no poda ser sino su eucarista.

    Con esto se comprende mejor que los cristianos conservaran casi intactas aquellas oraciones judas, por cuanto ofrecan ciertamente

    una forma particular de comunidades dominadas por la expectacin

    mesinica. Qu comunidad concreta fue su autor? Seguramente

    es vano querer precisarlo. Pero por estos textos podemos formar

    nos alguna idea de lo que debieron de hacer de las oraciones judas

    tradicionales, antes de los primeros cristianos, judos como los de

    Qumrn o de la comunidad zadoquita de Damasco.

    68. Doctrina de los doce apstoles ix y x, segn la erad, de 1. Rosz Buaso, en

    Padres apostlicos BAC, Madrid 1950, p. 86si.

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    Las primeras liturgias eucarsticas

    La mencin de las colinas, en las que estaba disperso el trigo,

    indica un origen palestino, o por lo menos sirio. El enlace entre la

    vida y el conocimiento, la mencin misma del alimento y de la be

    bida espirituales pueden pertenecer ya a este judasmo mesinico,

    como tambin al cristianismo primitivo, al igual que la insistencia

    en el nombre divino revelado y hasta el ttulo de Padre nuestro

    dado a Dios. Pero todo esto entraaba tan fcilmente para los cris

    tianos un contenido ms preciso, que por el momento podan no

    sentir la necesidad de decir ms. Jess, como lo ha mostrado muy

    bien Danilou, era para ellos ese nombre divino revelado , comoera tambin el alimento y la bebida espirituales, as como la vida

    y el conocimiento hallados en la fe en l y que procuran la inmorta

    lidad en la participacin en su resurreccin.

    Hasta la misma invocacin final: Venga tu gracia y pase este

    mundo pudo muy bien ser juda antes de ser adoptada por los

    cristianos. En cambio, Hosannah al Dios de David es una expresin crptica, tpica del cristianismo primitivo, de la creencia en la

    divinidad de Jess. Por su correccin de la frmula repetida por los

    Evangelios: Hosannah al hijo de David, parece ser un eco de

    la discusin de Jess con los escribas acerca del salmo 110 .

    Las palabras que siguen son una invitacin a la comunin, que

    parecen ser la ms antigua expresin que poseemos, de la necesidad

    de a penitencia para los cristianos que quieren acercarse a la sa

    grada mesa despus de haber pecado. Pero cabe preguntarse si no

    habran podido emplearla tambin, por ejemplo, los discpulos del

    Bautista.

    Marana tita, expresin de la expectacin de la parusa, que nos

    ha conservado san Pablo 71, confirma, por su posicin al final de la

    oracin, lo que el mismo san Pablo nos dejaba ver acerca de la orien

    tacin escatolgica de aquellas primeras eucaristas, en las que

    se anunciaba la muerte del Seor hasta que l venga. Como

    ms de una aparicin del Resucitado debi de estar en relacin con

    las primeras celebraciones, stas continuaron en la expectacin de

    su retorno. Sobre todo si se considera que la imploracin de la

    69. Cf. J. Dnswu, Thotogie u udo.christianisrnc, Paris 1958, p. 199ss.70. Mt 22,41.45 y paralelos.

    71. Icor 16,22

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    De la berakab judfa a la eucaristla cristiana

    venida del Mesas perteneca ya, por lo menos en los das de

    fiesta, a la conclusin de la berakah juda sobre la copa, podemos,

    sin embargo, preguntarnos si la frmula misma Marana tha no seratomada por los primeros cristianos de otros grupos anteriores de

    judos piadosos.

    Tenemos la suerte de poder captar en otros textos no menos

    arcaicos el paso de este primer estado de las oraciones litrgicas

    cristianas a una forma ms madura y llamada a subsistir. De una

    oracin juda cristianizada con algunos retoques ligeros se pasaa una oracin enteramente recompuesta en la perspectiva cristiana.

    Pero sta conservar siempr; con el esquema judo tradicional,

    reempleos literales de las frmulas precristianas. La hallamos en

    otra coleccin arcaica o arcaizante, no menos difcil de datar y de

    localizar: las Constituciones apostlicas

    Los siglos xvii y xviii, particularmente en ciertos mediosan

    glicanos y sobre todo non jurors, las recibieron con gran entusias

    mo. Debido a su atribucin sostenida por el texto, pero insosteni

    ble histricamente a san Clemente de Roma, se crey hallar en la

    liturgia del libro vnx la liturgia clementina, como se la llamar

    un calco casi inmediato de la liturgia de los apstoles. De hecho,

    como veremos, este texto, con ser taninteresante, revela no slo

    una elaboracin muy avanzada, sino adems una manipulacin siste

    mtica, y representa ms bien una fase final, no un estado primitivo

    en la evolucin de la oracin eucarstica. El conjunto de la compila

    cin parece haber sido arreglado a fines del siglo Iv, ciertamente por

    un sirio, como lo muestra la estrecha afinidad de esta liturgia

    del libro viii con la liturgia jerosolimitana llamada de Santiago.

    Pero divergencias de detalle de la liturgia pseudoclementina seru

    tpicas de la liturgia antioquena. Por las frmulas cristolgicas

    trinitarias deba el autor pertenecer a un medio semiarriano de

    quella regin. Volveremos a ocuparnos por extenso de todo esto.

    Pero hay otra parte de esta compilacin, la cual ofrece un

    inters innegable, y hasta excepcional, para nuestro conocimiento

    de la eucarista primitiva, aunque se ha tardado mucho tiempo

    en notarlo. Es el libro vn. En l se halla una serie de oraciones que

    72. F.X. FONK, Dido.scalia et connitutiones apostolorun;, v&I. ,, Paderborn 1905,

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    Las primeras liturgias eucarfsticas

    nos transmiten no slo materiales cristianos primitivos, sino tam

    bin, a no dudarlo, materiales judos empleadas por cristianos en

    poca muy remota. La manen como algunos de estos elementos

    son empleados en la sntesis muy posterior de la liturgia del libro viiinos permite captar, al vivo, el proceso de la constitucin de la euca

    rista cristiana ms sistemticamente concebida a partir de elementos,

    no s]o de un cristianismo arcaico, sino de un judasmo cris

    tianizado.

    Wilhelm Bousset tiene el mrito de haber atrado la atencin

    hacia estas otras oraciones, como tambin el de haber sido el primeroen reconocer en ellas oraciones judas empleadas por los cristianos

    .

    Goodenough precis, en forma seguramente casi definitiva, las trans

    formaciones muy anlogas a las que observamos en la Doctrina

    de tos doce apstoles que acarre este reenipleo . La hiptesis

    antstica de este notable erudito, al que una imaginacin desen

    renada parece haberle engaado una vez, a saber, que estos textos

    nabran sido compuestos por judos alejandrinos que habran ver

    tido su judasmo en el molde de la religin de misterios, cuyo

    hierofante habra sido Filn, esta hiptesis, decimos, es absolutamente

    insostenible. El lenguaje mistrico de Filn, que le es comn

    con toda clase de contemporneos, y no solamente con los interesados

    las cuestiones religiosas, no pasa de ser precisamente eso:

    un lenguaje. Es quimrico buscar un ritual cualquien al que hu

    biera que aplicarlo En realidad, como lo vamos a ver, estos

    :extos no representan sino una forma local de las onciones de la

    ;inagoga que ya hemos estudiado. Aunque se trate de una forma

    desarrollada evidentemente en medio de habla griega, sin embargo,

    io debe gran cosa al helenismo fuera de su lengua, y aun esta

    misma lengua no contiene vestigios apreciables de la jerga mistricatan can a Filn.

    Del examen de estos textos resulta que fueron compuestos

    riego por alguien cuyo conocimiento del hebreo en bastante

    ruuimentario. Es reveladora la manera como tropieza con expre

    Op. cii. nota 20 del p. 2.Op. cit., nota 8 del cap. 2.Op. cii., p. 235a,.cf. nuestra obra Le Rite et Jionune, cap. vi

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    De la berakah juda a la eucaristfa cristiana

    siones como fe/moni. Pero al mismo tiempo revela que los judos

    helenizados que trabajaron en estos textos antes que los cristianos,

    que haban de volver sobre los mismos para retocarlos aunque

    muy ligeramente, trabajaban sobre fuentes hebraicas. Hasta talpunto es cierto que no hubo nunca judasmo alejandrino, por hele

    nizado que estuviera, que se hiciera realmente independiente de las

    tradiciones de Palestina.

    Cuando se conoce el texto de la tefii/ah palestina o babilnica,

    basta con leer estas oraciones para darse cuenta inmediatamente de

    que las tres primeras son un equivalente, simplemente ms prolijo,de sus tres primeras bendiciones. La siguiente es una oracin para

    el sbado, que fue acomodada ms tarde con bastante poca habi

    lidad como oracin para el domingo cristiano. Las dos ltimas

    de la serie son respectivamente una oracin que sintetiza las berakoth

    14, 15, 16 y 17 de la misma teflah, y una amplificacin de la 18.

    Es,por

    tanto,muy probable que

    bajoel conjunto

    sehallara

    primitivamente una tefillah pan el sbado, formada de siete oraciones,

    segn un esquema, cuya existencia, como ya lo hemos visto,

    est atestiguada en la poca de .los orgenes cristianos. La sptima,

    ligada a la bendicin aarnica, debi desaparecer pura y simple

    mente de la liturgia una vez cristianizada sta, corriendo la misma

    suerte dicha bendicin.

    Veamos la primen de estas oraciones, que no es evidentemente

    ms que una forma de targumismo de la bendicin aboth, la primera

    de las dieciocho. Ntese que pudo ser empleada por cristianos sin

    que hubiera que cambiar o que afiadir una sola palabra. En efecto,

    la idea que aparece al final, de que Jacob, en la visin de la escala

    celestial, haba visto anticipadamente al Mesas, se halla ya en

    la tradicin juda ".

    Eterno Salvador nuestro, rey de los dioses: nico todopoderoso y Se

    or, Dios de todo lo que existe y Dios de nuestros padres santos y sin re

    proches, que fueron antes de nosotros, Dios de Abraham, de Isaac y de

    Jacob, misericordioso y compasivo, paciente y abundante en misericordia,

    a quien todos los corazones son visibles al descubierto y todo sentimiento

    oculto se le revela: las almas de los justos claman a ti, en ti han puesto

    77. Cf. L. CEFcF`UX, La chiologie de glise nsivant saint Paul, Paris 1942, p. 277..

    sobra la visin del Mes as y de la Jerusaln escatolgica por los patriarcas.

    132

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    Las primeras liturgias eucarsticas

    los santos su esperanza. El Padre de los sin reproche, el que escucha a los

    que le invocan con rectitud y conoce hasta las splicas tcitas, pues tu

    presciencia se extiende hasta las entraas de los hombres y por la con

    ciencia sondeas el pensamiento de cada uno, y en toda regin de la tierraasciende a ti el incienso en oraciones y palabras; i oh t, que estableciste

    el siglo presente como el estadio de la justicia y abriste a todos la puerta de

    la limosna, t que mostraste a cada uno de los hombres, con un conocimiento

    innato y un juicio natural, y segn la expresin de [tu] ley, que la posesin

    de la riqueza no es eterna y que no dura la belleza de una apariencia agra

    dable, que la fuerza fsica se disipa fcilmente y que todo [esto] no es

    sino humo y vanidad, mientras que slo la conciencia de una fe sin fraude

    pasa a travs de los cielos, donde, elevndose con la verdad, recibe [de tu]

    diestra las delicias futuras; al mismo tiempo, y aun antes de recibir la

    promesa de la resurreccin, el alma exultante se regocija de ella. En efecto,

    desde los orgenes, cuando nuestro antepasado Abraham se aplicaba al ca

    mino de la verdad, t lo condujiste con visiones y le enseijaste lo que es

    este siglo, de modo que tu conocimiento despej el camino a su f e, la fe

    sigui al conocimiento y la alianza sigui a la f e. T dijiste, en efecto: cHar

    tu simiente como las estrellas del cielo y como la arena en las orillas delruar. Pero adems, habindole otorgado el don de Isaac y sabiendo que

    ste se conducira igualmente, te llamaste tambin el Dios de ste diciendo:

    Yo ser tu Dios y el de tu posteridad 78* Y como nuestro padre Jacob se

    iba a Mesopotamia, le hablaste por el Cristo que le mostraste, y le dijiste:

    He aqu que estoy contigo: yo te aumentar y te multiplicar abundante

    mente . Y a Moiss, tu fiel y santo servidor, le hablaste tambin en la

    zarza ardiente: Yo soy el que es, se es mi nombre eterno y mi memorial

    para las generaciones de las generaciones . Defensor de la ram yvou

    de Abraham, t eres bendito por los siglos .

    Limitmonos a comparar con esta oracin el texto condensado

    de la primera de las dieciocho bendiciones, tal como se lee en el

    Seder Arnrani Gaon. Notaremos que todos sus trminos reaparecen

    en nuestra oracin, que no es sino una amplificacin de aqul, y

    en la que se utilizan las formas de un estoicismo popular que se

    hallan ya en los libros sapienciales de lengua griega para interpretar

    las nociones ms puramente judas.

    Bendito seas, Seor, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, Dios de

    Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, Dios grande, poderoso y re-

    78. Cf. Gn 22j7 y 17,7.

    79. Gn 26,24 y 48,4.

    80. x 3,14.15.

    81. Constituciones apostlicas, 1. vis, a. 33; F.X. Furos, Dida-scalio et constilutioxcs

    aostotorum, vol, z, Paderhorn 190S, p. 424ns.

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    De la berakah judfa a la eucaristla cristiana

    verenciado. Dios altsimo, que obras misericordia, que posees todas las cosas,

    que te acuerdas de las piadosas acciones de nuestros padres y enviars un

    redentor a los hijos de sus hijos, por tu nombre, en el amor: bendito seas,

    Seor, escudo de Abraham .

    La segunda de nuestras oraciones es igualmente una amplifica

    cin de la segunda bendicin, geburoth. Ntese que su desarrollo

    est inspirado en el salmo 104. Como en la oracin juda, venida

    a ser tradicional, hallamos aqu, por una parte, la insistencia en la

    bendicin de las estaciones del ao, de los tiempos favorables queprocuran a los fieles su subsistencia y, por otra parte, el paso de

    la vida presente a la vida de la resurreccin. ste rasgo, que los

    comentaristas judos de geburoth atribuyen con razn a influencia

    farisea , proporcion un empalme completamente natural a los

    desarrollos cristianos que vamos a subrayar. Pero esta vez cita

    remos, en primer lugar, la oracin juda que se conserv en la tradicin hebraica, para poner en evidencia todo lo que pertenece ya a

    la tradicin del judasmo, siendo as que podra uno verse tentado,

    muy errneamente, a no reconocer en ello ms que interpolaciones

    cristianas.

    En efecto, la segunda oracin del Gaon dice:

    T eres poderoso para siempre, Seor; t vivificas a los muertos, t

    eres poderoso para salvar, t que haces que caiga el roco, que soplen los

    vientos y caiga la lluvia, que sostienes a los vivos con misericordia, que vivi

    ficas a los muertos en [tu] gran piedad, sostienes a los que caen, curas a

    los enfermos, liberas a los cautivos y confirmas la fe de los que duermen en

    el polvo. Quin es semejante a ti, Seor de las potestades, y quin se te

    asemeja, Rey que las muerte y que vivificas, que haces brotar la salvacin?Y t eres adems fiel en resucitar a los muertos. Bendito seas, t que vi

    vificas a los muertos

    Veamos ahora en qu se convirti esta oracin en la tradicin

    explotada por el libro vii de las Constituciones apostlicas:

    Bendito eres, Seor rey de los siglos, que por el Cristo hiciste todas

    las cosas y por l al principio ordenaste el caos, que separaste las aguas de las

    82. cf. supra, p. 83.

    83. Cf. DH, p. 85.

    84. cf. mpra, p. 84.

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    Las primeras liturgias eucarsticas

    aguas con el firmamento y que derramaste un espritu de vida, que consoli

    daste la tierra, extendiste el cielo y adornaste el uno y la otra con criatura.s

    apropiadas. Porque por tu bondad, oh Seor!, fue el mundo establecido en

    su belleza, el cielo plantado como una tienda, iluminado con astros como

    consuelo de las tinieblas; la luz y el sol fueron engendrados para dar el da

    y producir los frutos, la luna para marcar los tiempos segn que crece o

    disminuye, as como fue llamada la noche y proferido el da, apareciendo el

    firmamento en medio de los abismos. T dijiste tambin que se reunieran

    las aguas y apareciera lo seco. En cuanto al mar, quin podr describirlo?

    El mar que viene, alborotado por las olas, pero se vuelve atrs, rechazado

    de las riberas por orden tuya, porque t dijiste que se rompieran sus olas.

    Sin embargo, hiciste de l un camino para los animales, pequeos o grandes, y para los navos. En lo sucesivo hizo la tierra germinar flores de mlti

    ples colores y rboles engalanados de todas formas y que, mantenidos por la

    variacin de las luminarias, se desarrollan sin desviarse nunca de tus pres

    cripciones, nacen o desaparecen como seal de las estaciones y de los aos,

    sirviendo alternativamente a las necesidades de los hombres. Luego fueron

    establecidas las diferentes especies de animales, terrestres, marinos, areos

    o anfibios, y la sabidura, artfice de tu presciencia, da a cada uno lo que

    t tienes previsto, pues como no f all en producir su diversidad, tampoco

    descuida el mirar por sus diversas necesidades. Y habiendo, como trmino de

    tu obra, dispuesto en tu sabidura al animal dotado de razn, ciudadano del

    mundo, lo formaste diciendo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y

    semejanza, establecindolo como un mundo en este mundo, con la ayuda

    de los cuatro elementos, modelndole un cuerpo a partir de los cuerpos ele

    mentales y adaptndole un alma creada de la nada, gratificndolo con cinco

    sentidos e imponiendo al alma el espritu vov como gua de los sentidos.

    Y por encima de todo esto, dueo, Seor, quin expondr dignamente el

    curso de los vientos que traen aguaceros, el centellear de los relmpagos,

    el estruendo de los truenos, todo lo cual proporciona a todos su alimento y

    templa armoniosamente la atmsfera? Sin embargo, habiendo desobedecido

    el hombre, lo privaste de la recompensa de la vida, aunque sin aniquilarlo,

    sino de tal suerte que, habindose doroiido un poco de tiempo, volviste

    a llamarlo a renacer, por tu promesa jurada. T, que vivificas a los muertos por Jesucristo, nuestra esperanza, aboliste el decreto de [nuestra

    muerte] .

    Notemos de nuevo en esta frmula las expresiones tomadas de

    los filsofos. En las que siguen hallaremos todava otras. Una

    vez ms, se trata de un rasgo notable ya en los escritos sapienciales

    de la Biblia griega, con los que se hallarn todava ms emparen

    85. CA vn, 34; TuNg, op. nL, p. 426ss.

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    De la berakab juda a la eucaristia cristiana

    tadas las oraciones que siguen. Pero los prstamos de este gnero,

    sobre todo los tomados del estoicismo vulgarizado, no faltan tam

    poco en san Pablo, por muy palestino que sea su judasmo 86

    La tercera parte es para nuestro estudio la ms interesante de

    la serie. A la tercera berakab de las .entoneh esreh, con la qSu.ah

    que, como hemos dicho, la preceda en la oracin pblica, incor

    pon la sustancia de la oracin, por la cual era introducida la

    qeduJah, la oracin keter corona, tan notable por su insistencia

    en el reinado divino. Por primera vez hallamos aqu en la qedzdah

    la frmula los cielos y la tierra y no la tierra sola, que pasara las conciencias cristianas. Viene evidentemente de la oncin

    yzev y se halla ya en los targurnes litrgicos. Hay que su

    poner que los judos alejandrinos la haban incorporado ya al

    texto 87

    Otro rasgo significativo de esta tercera oracin del libro vn

    es la manen como incluye igualmente la recitacin, si no del knuzh,por lo menos, de un texto que le es equivalente, tomado del primer

    libro del Deuteronomio. Parece que tenemos aqu una confirmacin

    suplementaria de la tesis comn de los comentadores judos,

    segn la cual el puesto primitivo de la qeduiah habra sido inmedia

    tamente antes del semah, de modo que la qeduJah de la tefillali ven

    dra de una transposicin ulterior de la qeduth de yser. En efecto

    como lo vemos aqu-, la qedu.frzh, al ser transpuesta, arrastr

    consigo al eniah, lo cual prueba que le estaba ligada primitiva

    mente .

    Pan facilitar la comparacin, veamos una vez ms la oncin

    keter, la qedukh que lleva consigo, y la tercera berakah, tal

    como las tenemos en el Seder Anwam Gaon pan ser recitadas una

    tras otra por el hazzan.

    Keter Una corona te ser dada por las multitudes de lo alto, como

    por las asambleas de aqu abajo; todos concordes te repetirn la alabanza

    santa, segn fue dicho por tu profeta: Y clamaban unos a otros diciendo:

    Santo, santo, santo es el Seor sabaoth, la tierra entera est llena de

    su gloria. Entonces, con un nudo de grarnles aguas, poderoso y fuerte,

    86. li. supra, ,. 34.

    87. cf. ER,c WERNER, Tl,e Sacred Bridge, p. 284ss38. cf. supra, p. 78.

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    Las primeras liturgias eucarsticas

    dejan jir sus voces y elevndose hacia ti dicen: Bendita sea la gloria del

    Seor, de su lugar. De tu lugar resplandece, 1 oh Rey nuestro!, y reina

    sobre nosotros, pues nosotros te aguardamos. Cundo reinars? Reina

    pronto en Sin, en nuestros das, y permanece en nuestras vidas. Seas glo

    rificado y santificado en medio de Jerusaln, tu ciudad, a travs de todaslas generaciones y por todos los siglos. Y vean nuestros ojos tu reinado,

    segn la palabra dicha en los cantos de tu poder por David, el ungido de

    tu justicia: El Seor reinar para siempre, tu Dios, Sin, por todas las

    generaciones. Aleluya

    Qedus"at ha-hm De generacin en generacin tributad homenaje a

    Dios, pues slo l es [muyj alto, y santo, y tu alabanza, oh Dios nuestro!,

    jams se apartar de nuestra boca, pues t eresun

    rey grande y santo.Bendito seas, Seor, oh Dios santo

    Veamos ahora el texto sinttico de las Constitudones apostlicas.

    En l observaremos, precediendo a la entrada de los temas que

    acabamos de volver a oir, otros textos ms, cuya proveniencia

    rande eres, Seor todopoderoso, y grande es tu fuerza, y tu inteligencia

    ncomparable: creador, salvador, rico en gracia, paciente, ga1 de

    cordia, t, que no descuidas la salvacin de tus criaturas, porque eres

    por naturaleza, sino que tienes consideracin con los pecadores, mvi

    los a la peniterecia, porque tu educacin es compasiva. En efecto, cmo

    stiramos nosotros si de repente nos llamaras a juicio, siendo as que

    cuesta trabajo recobrar aliento en nuestra flaqueza cuando tienes pacia con nosotros? Los cielos han anunciado tu poder y la tierra, conmo

    en su seguridad, est suspendida sobre la nada. El mar agitado por

    olas, que alimenta a una innumerable manada de vivientes, es retenido

    la arena, temiendo tu voluntad, y fuerza a todos a exclamar: 1Qu

    :as son tus obras!, Seor, todas las hiciste en [tu] sabidura; la

    est llena de tu creacin! Y el ardiente ejrcito de los ngeles, con

    upritus inteligibles, dice: Uno solo es santo [para quienquiera que1, y los santos serafines de seis alas, juntamente con los querubines,

    :antan el himno de victoria, claman con sus] voces que no callan jams:

    tufo, santo, santa, el Seor sabaoth; los cielos y la tierra estn llenos

    14 gloria Y la multitud de los otros rdenes, los ngeles, los arcnge

    los tronos, las dominaciones, los principados, las autoridades, las po

    Cf. st,pra, p. 84.

    El corega era exactamente en griego clAsico, el que se hacia cargo de todos los

    de un feslival.

    El traductor griego no comprendi el sentido del hebreo fc! non o lo tramurihi

    ial, al igual que los Setenta, Aquila y Teodacin.

    taremos luego de descubrir,

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    De la berakah juda a la eucaristla cristiana

    tesiades dicen en voz alta: Bendita la gloria del Seor, de su lugar.

    Israel, sin embargo, tu Iglesia terrestre sacada de las naciones, rivalizando

    con los poderes celestiales, noche