repÚblica de cuba universidad en ciencias … · ... retos actuales de la investigaciÓn educativa...

282
REPÚBLICA DE CUBA UNIVERSIDAD EN CIENCIAS PEDAGÓGICAS “ENRIQUE JOSÉ VARONA” INSTITUTO CENTRAL DE CIENCIAS PEDAGÓGICAS RETOS DE LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA CUBANA ACTUAL. APORTES A SU TRATAMIENTO Tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias Dr. C. Paul Antonio Torres Fernández Profesor e Investigador Titular La Habana, 2016

Upload: vuquynh

Post on 04-Nov-2018

233 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

REPÚBLICA DE CUBA

UNIVERSIDAD EN CIENCIAS PEDAGÓGICAS

“ENRIQUE JOSÉ VARONA”

INSTITUTO CENTRAL DE CIENCIAS PEDAGÓGICAS

RETOS DE LA INVESTIGACIÓN

EDUCATIVA CUBANA ACTUAL.

APORTES A SU TRATAMIENTO

Tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias

Dr. C. Paul Antonio Torres Fernández Profesor e Investigador Titular

La Habana, 2016

Agradecimientos

A mi esposa Yahumara García Rafael, principal correctora de esta y otras muchas obras,

por su probado amor, sostenibilidad de la vida hogareña y educación de nuestras hijas.

A mis hijos Paul Jesús, Iomeé, Sheila y Leila, por su ejemplo de dedicación al trabajo y al

estudio, respectivamente; en especial a Lelé, quien convirtió mis desatenciones iniciales a

causa de esta Tesis en la obtención de la condición de pionera más destacada de su curso.

A mi hermana Dayma, por sus incalculables apoyos afectivos y materiales.

A la memoria de la profesora Silvia Hernández Montes de Oca, por su profunda

formación científica y educación humanista, con la que privilegiadamente me favoreció.

A mi eterna tutora y amiga Balbina Pita Céspedes, por sus interminables e insustituibles

enseñanzas, y junto a su esposo Pedro Alfonso Cruz por la cooperación desinteresada y

decisiva en momentos difíciles.

A mi ex-aspirante y amigo Rafael Lorenzo Martín, por su permanente apoyo e insuperable

solidaridad, incluyendo la recomendación de artículos científicos y software especializados

referidos a temas bibliométricos y cienciométricos de utilidad para el desarrollo de la

investigación.

A Mirna E. Corrales Rodriguez, coordinadora del Grupo de Aseguramiento Bibliográfico

del CIED, por su incalculable contribución con las fuentes documentales requeridas para

esta investigación, por su laboriosidad y dedicación a la asistencia bibliotecológica.

A los editores de las revistas científicas “Mendive”, “Transformación” “Atenas”,

“Didasc@lia” y “Ciencias Pedagógicas”, por los diligentes apoyos con las publicaciones

de los artículos que precedieron a esta obra, como mismo a las autoridades de las

instituciones universitarias, tanto nacionales como extranjeras, que gentilmente me

invitaron a realizar presentaciones de mis resultados parciales en sus campus.

A los colegas de la List@ de Discusión y de Cubaeduca, por el apoyo permanente.

A mis compañeros de la Escuela “Lenin”, los “Camilitos”, la Universidad de Ciencias

Pedagógicas “Enrique José Varona” y del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas,

por su indiscutible contribución a mi formación y crecimiento profesional.

Dedicatoria

Al pueblo de Cuba en Revolución, a sus mártires, héroes

y líderes, por habernos permitido a decenas de miles de

guajiritos ascender, desde los humildes bohíos de guano y

penumbra de farol, a las empinadas y luminosas cimas de la

ciencia, la técnica y la producción artística.

A la memoria de mis padres, por sus insuperables

enseñanzas de patriotismo y de laboriosidad, por su callada

dedicación a la conquista de la plena justicia social,

incluyendo el rechazo a la discriminación a causa del color de

la piel, de la cual fueron víctimas en su juventud.

Síntesis

La presente Tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias resume la vasta obra del

optante en función de contribuir al desarrollo de la investigación educativa en Cuba,

acorde con el deber ser proyectado por el materialismo-dialéctico e histórico, como base

teórico-metodológica y ético-axiológica de la actividad de ciencia, tecnología e innovación

del país. La misma tiene sus antecedentes más lejanos en los resultados científicos

obtenidos por el optante en su formación pre-graduada y logra su mayor madurez en fechas

más recientes, cuando el autor alcanza las categorías superiores de Profesor e Investigador

Titular y el desempeño de importantes responsabilidades de dirección científica, como las

de Vicepresidente de Tribunal Permanente, Jefe de Proyectos nacionales e internacionales,

Jefe de Programa Ramal y Jefe de Programa de Ciencia, Tecnología e Innovación

(Nacional) en el sector educacional. Varios de esos resultados científicos, obtenidos a lo

largo de estos cuarenta años de ininterrumpida actividad investigativa, han sido

merecedores de premios y distinciones.

Tras encuadrar, en el primer capítulo de la Tesis, un marco teórico-referencial apropiado

para el estudio del desarrollo de la investigación educativa cubana actual, el optante

explica, en el segundo capítulo, los procedimientos científicos novedosos empleados para

probar la existencia de seis retos asociados al objeto de estudio y los enuncia; además de

exponer la naturaleza contradictoria de los mismos con elementos del contenido del

capítulo inicial. Sobre la base de lo anterior, en el tercer y último capítulo, el optante

fundamenta sus aportaciones al tratamiento de esos retos desde los productos de su

actividad científica profesional, sustentada en las posiciones epistemológicas y

sociológicas del materialismo-dialéctico e histórico, en relación con las ciencias.

Índice

Pág.

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 1

CAPÍTULO 1: FUNDAMENTOS TEÓRICOS GENERALES DE LA

INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA ........................................................... 15

1.1. Acerca de los conceptos de investigación científica y de investigación educativa ... 17

1.2. Fundamentos epistemológicos de la investigación científica .................................... 29

1.3. Fundamentos sociológicos de la investigación científica .......................................... 51

1.3. Fundamentos metodológicos de la investigación científica ...................................... 72

CAPÍTULO 2: RETOS ACTUALES DE LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA

EN CUBA ................................................................................................. 97

2.1. Retos referidos a la relación investigador-objeto de estudio ..................................... 100

2.2. Retos referidos a la relación investigador-investigadores-sociedad .......................... 127

CAPÍTULO 3: APORTES AL TRATAMIENTO DE LOS RETOS

IDENTIFICADOS .................................................................................. 168

3.1. Aportes a la utilización de los enfoques cualitativo, cuantitativo y mixto ................ 171

3.2. Aportes al empleo combinado de la operacionalización de las variables y el

camino ascendente desde los datos ............................................................................ 202

3.3. Aportes al tratamiento de la validación práctica en las investigaciones aplicadas .... 207

3.4. Aportes a la visibilidad internacional de los investigadores educativos cubanos ...... 218

3.5. Aportes al fortalecimiento de la relación entre comunidades cubanas de

investigación educativa .............................................................................................. 223

3.6. Aportes al tratamiento del concepto de impacto social en la investigación

educativa cubana ........................................................................................................ 229

CONCLUSIONES ............................................................................................................ 234

RECOMENDACIONES ................................................................................................... 237

BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................. 239

ANEXOS .......................................................................................................................... 266

1

“La ciencia está en conocer la oportunidad y aprovecharla: es

hacer lo que conviene a nuestro pueblo, con sacrificio de

nuestras personas (…)” (Martí, 1893, p. 216).

INTRODUCCIÓN

La educación constituye, sin lugar a dudas, uno de los derechos más trascendentales de la

Humanidad. Las naciones reconocen en su avance una de las metas políticas más

apremiantes, como premisa para impulsar el desarrollo económico y social de sus pueblos.

No resultan ociosas las conclusiones de J. Delors y sus colaboradores, acerca de que: “La

educación encierra un tesoro” (Delors et al., 1996).

Para Cuba revolucionaria la educación es sumamente estratégica. En fecha tan temprana,

como el 15 de enero de 1960, su líder histórico, el Comandante en Jefe Fidel Castro, ya

había señalado que: “El futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de

hombres de ciencia (…)” (Castro-Ruz, 1960, p.8). Más recientemente, a tono con los

nuevos desafíos asumidos por la nación, Fidel añadió de forma certera que: “No puede

haber socialismo sin educación (…)” (Castro-Ruz, 2005, p.35). El papel privilegiado de la

educación en Cuba está refrendado en la Constitución de la República (ANPP, 2009) y ha

sido enarbolado de manera recurrente en los programas políticos del Partido y la

Revolución (PCC, 1975, 1986 y 2011).

Puede afirmarse, sin temor a la equivocación, que la Revolución Cubana le ha otorgado a

la educación una atención trascendental. Gracias a la voluntad política del Estado y

Gobierno revolucionarios y al servicio consagrado y profesional de sus educadores, como

también a la implicación consciente y decidida de la familia, la comunidad y la sociedad

toda, la educación cubana exhibe hoy resultados meritorios, con reconocimientos tanto

2

regionales (OREALC-UNESCO, 2001, 2008 y 2013) (Carnoy et al., 2007) (Bruns &

Luque, 2014), como internacionales (UNESCO, 2005) (UNESCO, 2011).

Sin embargo, no debe perderse de vista que el desarrollo de la educación presupone un

proceso sumamente complejo. El acto educativo recaba no solo la participación de todos

los agentes y agencias sociales, para que pueda ser ejecutado de forma armónica, sino

además una labor marcadamente profesional de sus educadores.

Ello se justifica, por un lado, en las elevadas exigencias que la sociedad le plantea a la

educación, que van desde una sólida concepción científica del mundo hasta una eficaz

formación axiológica y ética de los educandos, pasando –también– por una gama de

ámbitos educativos, como la educación político-ideológica, la educación politécnica y

laboral, la educación física y la educación estética (ICCP, 2012), y en la que bien pueden

incluirse –además– una educación medioambientalista, sexual, de género y multicultural.

Pero también pueden encontrarse poderosas razones en la naturaleza intrínseca del acto

educativo mismo, en su marcado carácter multifactorial, que hace que sobre su desarrollo

influyan factores tan diversos y –eventualmente– tan contradictorios, como el capital

económico y cultural proporcionado por la familia de los educandos, la ubicación

geográfica y la idiosincrasia de las comunidades donde se enclavan estas, el singular

desarrollo personológico de los educandos, los recursos materiales y humanos de que

disponen las instituciones educativas a donde ellos asisten, el nivel de organización y el

clima escolar y áulico que logran desarrollar en su interior, etc. (OREALC-UNESCO,

2001 y 2008) (Murillo et al., 2007) (Torres Fernández, 2012e).

3

Estas peculiaridades del acto educativo le imponen –al mismo tiempo– complejidades de

consideración a la investigación científica asociada al mismo. De modo que, la natural

vigilancia de su calidad justifica esfuerzos sistemáticos y profundos por parte de los

órganos, entidades y comunidades científicas implicadas en su desarrollo.

La actividad científica de la educación cubana cuenta –para bien- con numerosos y

valiosos trabajos en la dirección formativa. Cabe destacar, entre otros muchos:

Los interesados en los fundamentos de la investigación científica de la educación

(Cerezal & Fiallo, 2004) (Castellanos et al., 2005) (Chávez, 2005) (Chávez & Pérez-

Lemus, 2005) (Fariñas, 2005) (Martínez-Llantada, 2005b) (Pérez-Maya et al., 2005)

(Ruíz, 2005) (Arencibia et al., 2007) (Núñez, 2007) (Machado, 2008a) (Machado,

2008b) (Machado, 2008c) (Machado & Montes de Oca, 2008a) (Machado & Montes de

Oca, 2008b) (Machado & Montes de Oca, 2008c) (Machado & Montes de Oca, 2008d)

(Machado & Montes de Oca, 2008e) (Bermúdez & Rodríguez, 2008) (Nocedo et al.,

2009) (Pérez-Rodríguez, García-Batista, Nocedo & García-Inza, 2009).

Los centrados en la preparación para la investigación científica desde la formación

inicial pedagógica (Chirino, 2005) (Chirino, 2009) (García-Batista & Addine, 2005)

(García-Batista, 2009a) (García-Batista, 2009b) (García-Batista, 2010) (Nocedo et al.,

2009) (Pérez-Rodríguez, García-Batista, Nocedo & García-Inza, 2009).

Los referidos a la formación científica general a nivel postgraduado y de la actividad

investigativa profesional (Álvarez de Zayas, 1995) (Torres-Fernández, 1997) (Añorga

& Valcárcel, 1998) (Castellanos, 1998) (Díaz & Añorga, 2002) (Blanco, 2003c)

(Cerezal & Fiallo, 2004) (Baxter, 2005) (Hernández, 2005) (Hernández & García-

Batista, 2005) (Castellanos, Llivina, Valladares & Hernández, 2005) (García-Ramis,

4

2005) (Martínez-Llantada, 2005a) (Martínez-Llantada, 2005b) (Rodríguez, Castellanos,

Estévez & Arroyo, 2005) (Silva, 2005) (Varela, 2005) (Fuentes, 2008) (Fuentes, 2009)

(Valledor et al., 2009) (Pérez-Rodríguez, García-Batista, Nocedo & García-Inza,

2009) (Nocedo et al., 2009) (Addine, 2010) (García-Batista, 2010b) (Roméu, 2010)

(Chacón, 2011) (Añorga, 2012) (Guadarrama, 2012) (ICCP, 2012) (Varela, 2013)

(Torres-Fernández, 2013b).

Los dirigidos a la caracterización de las diferentes formas de presentación de los

productos investigativos, resultantes de la actividad científica en el campo educacional

(Sierra, 2003) (De Armas, 2005) (Cruz, 2009) (Valle, 2012a) (Valle, 2012b).

Los focalizados en la introducción de los resultados científicos en la práctica educativa

(Escalona, 2008) (Escalona et al., 2011) (Mainegra & Miranda, 2012).

Los asociados a la evaluación del impacto de la actividad científica (Añorga, 2000)

(Añorga, 2004) (Añorga, Valcárcel & Del Toro, 2007) (Ortiz et al., 2010) (Chirino,

Vázquez, Del Canto, Escalona & Suárez, 2012) (Martínez-Escoda, López & Salustio,

2013) (Cruz, Escalona, Cabrera & Martínez, 2014) (García-Céspedes, Montejo &

Carvajal, 2014) (Cruz, Escalona & Téllez, 2014).

En correspondencia con esos esfuerzos formativos, la investigación cubana en el campo

educacional ha logrado alcanzar importantes resultados científicos, tanto teóricos como

aplicados. Pueden señalarse, entre otras muchas, las siguientes producciones colectivas: la

sustentación de la Pedagogía como ciencia, el diseño, conducción y evaluación del

curriculum escolar, el desarrollo de la Didáctica General y de las Didácticas de las

diferentes disciplinas académicas bajo un enfoque participativo y desarrollador, el

perfeccionamiento de la labor formativa de los educadores, de las instituciones educativas,

5

la familia y la comunidad, el fortalecimiento del papel del colectivo escolar y del trabajo

en la educación de las nuevas generaciones, la sistematización de los aportes de destacados

educadores cubanos de los siglos precedentes, y el desarrollo de una Educación Popular,

con destaque especial para el multi-premiado programa de alfabetización “Yo, sí puedo” y

el de educación de las primeras edades “Educa tu hijo” (Torres-Fernández, 2013g).

Durante estos más de 50 años de bregar revolucionario se han formado en el país

centenares de miles de profesionales de la educación, muchos de ellos con nivel

universitario, y decenas de miles de ellos han alcanzado títulos académicos y grados

científicos en el campo educativo. En los últimos años, se han organizado numerosos

Proyectos de Investigación y Programas de Ciencia, Tecnología e Innovación, los que han

generado a su vez cientos de resultados de investigación, así como se ha logrado articular

sistemas de acreditación de instituciones universitarias, de programas de maestrías y de

doctorados, con buenos resultados en Universidades de Ciencias Pedagógicas y en otras

instituciones investigativas del sector educativo. Se trata, sin dudas, de una vasta obra.

Sin embargo, no puede decirse que constituye una obra acabada, exenta de falencias e

insuficiencias. En las dos últimas décadas, por ejemplo, varios especialistas se han

proyectado a favor de la revisión de determinados aspectos críticos, relativos a la

aplicación de la Metodología de la Investigación Científica al estudio del acto educativo.

En ese sentido pueden señalarse, entre otros ejemplos:

Los cuestionamientos relativos a la selección adecuada de los fundamentos de la

investigación científica en educación (Castellanos, 1998) (Chávez & Pérez-Lemus,

2005) (Fariñas, 2005) (Fariñas, 2007) (Machado, 2008a) (Machado, 2008b) (Machado,

6

2008c) (Machado & Montes de Oca, 2008a) (Machado & Montes de Oca, 2008b)

(Machado & Montes de Oca, 2008c) (Machado & Montes de Oca, 2008d) (Machado &

Montes de Oca, 2008e) (Bermúdez & Rodríguez, 2008) (Fuentes, 2008).

Las dudas relativas a la utilización de hipótesis de investigación y los experimentos

pedagógicos en el campo educativo (Addine & Blanco, 2001) (Campistrous & Rizo,

2003) (Blanco, 2005) (Chirino, 2009) (Valledor et al., 2009) (Añorga, 2012) (Chávez

& Pérez-Lemus, 2012) (Valle, 2012b).

La preocupación por el limitado desarrollo autóctono de una metodología de la

investigación de la educación (Chávez, 2005) (Varela, 2005) (Pérez-Lemus et al.,

2009).

Las inquietudes con la calidad de la formación investigativa de los educadores

(Gallardo, 2003) (Mesa, Delgado, Salazar, López-Balboa, Chirino y Valledor, citados

por García-Batista, 2009a) (Nocedo et al., 2009).

Las insatisfacciones con la calidad de las tesis doctorales en ciencias pedagógicas de

los últimos años, con la detección de insuficiencias referidas a la preparación cultural y

científica de los aspirantes, a la debilidad de los diseños teórico-metodológicos de las

investigaciones practicadas y al poco rigor de los resultados científicos obtenidos

(Ortiz, Infante, González-Guitián & Viamontes, 2007) (Ortiz, Infante, González-

Guitián & Viamontes, 2008) (Ortiz, González, González-Guitián & Infante, 2009)

(Ortiz, González-Guitián, Infante, Reyes & Viamontes, 2013) (Ortiz, 2015).

Las insatisfacciones con la eficacia de la introducción de los resultados científicos y el

logro de impactos de la actividad científica (Rodríguez-Sánchez, Rubio & Solórzano,

2007) (Escalona, 2008) (Cruz-Ramírez, Escalona & Téllez, 2014).

7

En lo que se refiere a este optante, tras completar su formación doctoral en 1994, con un

resultado que le mereció entonces el Premio de la Comisión Nacional de Grados

Científicos a la Tesis del año más destacada en el dominio de las Ciencias Pedagógicas,

varias y crecientes preocupaciones en torno a la calidad de la preparación de los

investigadores educativos cubanos le fueron surgiendo, al asumir nuevas funciones

relacionadas con la formación investigativa, como las de profesor de Talleres de Tesis,

oponente de Tesis de maestrías y de doctorado, así como de tutor de otras similares.

Un primer intento de implicación en la problemática devino con la publicación de (Torres-

Fernández, 1997), un texto que alerta sobre la existencia de errores comunes entre los

investigadores educativos noveles al momento de enfrentar los trabajos de Tesis, fruto de

la peculiar experiencia de haber conducido los Talleres de Tesis en dos programas de

Maestría diferentes, primero en las Universidades de Ciencias Pedagógicas de Holguín y

La Habana, y después en la Universidad Autónoma de Potosí, Bolivia; en este último caso,

con maestrantes de disímiles perfiles profesionales de base (ingenieros en minería, juristas,

matemáticos, ingenieros agrónomos, especialistas en ciencias sociales, etc.). A ello siguió

una trilogía de artículos científicos que sistematizan las experiencias acumuladas, como

tutor de Tesis de maestrías y de doctorado, en el enfrentamiento a esas insuficiencias

(Torres-Fernández, 2003) (Torres-Fernández, 2004) (Torres-Fernández, 2009).

No menos importante han sido los trabajos científicos producidos como resultado de la

participación del autor de esta Tesis en investigaciones de carácter internacional, en las

que se ha llegado a desempeñar como Coordinador Nacional por Cuba (Murillo et al.,

2007) (OREALC/UNESCO, 2009), y que le permitieron incorporar a la formación

8

investigativa nacional nuevas modalidades y técnicas de investigación científica, allí

asimiladas creadoramente (Torres-Fernández, 2008) (Torres-Fernández, 2010a) (Torres-

Fernández, 2010b) (Torres-Fernández, 2010c) (Torres-Fernández, 2010d), a través de la

conducción –bien como Jefe de Proyecto de Investigación, o indirectamente como Jefe de

Programa Ramal– de numerosas investigaciones nacionales de varios cientos de

investigadores educativos, pertenecientes a todas las provincias del país y al municipio

especial Isla de la Juventud. Estas acciones formativas han encontrado continuidad en su

actual desempeño como Jefe del Programa de Ciencia, Tecnología e Innovación sobre

Educación, el único existente en esa área actualmente en el país.

Estos dos niveles crecientes de implicación en la preparación profesional de investigadores

del sector educacional se convirtieron en acicate para un tercer estadio de trabajo, cuyos

resultados forman parte de la presente Tesis, consistentes en una serie de estudios

diagnósticos especialmente dirigidos a probar científicamente la existencia de un grupo de

insuficiencias –de consideración– en el accionar de la investigación educativa cubana

actual; la calidad de esos resultados ha sido acreditada por los consejos editoriales de cinco

revistas científicas nacionales (Torres-Fernández, 2012a) (Torres-Fernández, 2012b)

(Torres-Fernández, 2012c) (Torres-Fernández, 2012d) (Torres-Fernández, 2013a) (Torres-

Fernández & Lorenzo, 2015) (Torres-Fernández, 2016b), por los comités científicos de

cuatro eventos internacionales (Torres-Fernández, 2013c) (Torres-Fernández, 2014c)

(Torres-Fernández, 2015a) (Torres-Fernández, 2016a) y por las autoridades organizadoras

y los especialistas asistentes a catorce actividades académicas, en diferentes campus

universitarios: Universidad de Ciencias Pedagógicas José de la Luz y Caballero (Holguín,

2012), Universidad de Ciencias Pedagógicas Frank País García (Santiago de Cuba, 2012),

9

Universidad de Artemisa (Artemisa, 2012), Universidad de Ciencias Pedagógicas Héctor

Pineda Zaldívar (La Habana, 2012 y 2014), Centro de Investigaciones Miranda (2013,

Caracas), Centro de Estudio de Pedagogía de la Educación Superior [CEPES] (La Habana,

2013), Universidad de Ciencias Pedagógicas Juan Marinello Vidaurreta (Varadero, 2013),

Universidad Autónoma de Nuevo León (Monterrey, 2013), Universidad de Ciencias

Pedagógicas Rafael María de Mendive (Pinar del Río, 2013), Universidad Autónoma de

Tamaulipas (Ciudad. Victoria, 2014), la Universidad “Máximo Gómez” (Ciego de Ávila,

2015), la Universidad de Ciencias Informáticas [UCI] (La Habana, 2016) y la Universidad

de Holguín “Oscar Lucero Moya” (Holguín, 2016).

Las primeras posiciones del optante en torno a las acciones a ejecutar para enfrentar esas

dificultades, en la formación de los investigadores noveles cubanos en ciencias

pedagógicas, fueron recogidas en el texto “La formación del investigador novel. Dilemas

actuales en las ciencias pedagógicas” (Torres-Fernández, 2013b), obra merecedora del

Premio de Ciencia e Innovación Educativa del Ministerio de Educación en el año 2013.

Llegado a este punto, el optante presenta la actual versión –definitiva– de Tesis en opción

al grado científico de Doctor en Ciencias, su producto científico más acabado –hasta el

presente– en la dirección de la contribución al perfeccionamiento de la investigación

educativa en el país. En la misma se emplean dos términos no elementales, que son los de:

retos de la investigación educativa cubana y actividad científica profesional. El optante

los define de la manera siguiente.

Se entenderá –en el contexto de la presente Tesis– por retos de la investigación educativa

cubana a aquellas manifestaciones del quehacer científico, en el sector educacional

10

cubano, que no se corresponden con las posiciones epistemológicas y sociológicas del

materialismo-dialéctico e histórico, o con las concepciones metodológicas de la

investigación científica que les son afines a ellas, pero que –al mismo tiempo– pueden ser

resueltas con la activa participación de los miembros de sus comunidades científicas.

Mientras que el término actividad científica profesional hace alusión a las acciones de

concepción, organización y ejecución de investigaciones científicas, así como de difusión e

introducción en la práctica de sus resultados científicos, que son ejecutadas en el ejercicio

de la profesión de investigador (eventualmente, de docente-investigador), y que influyen

sobre otros especialistas involucrados en esas acciones, en forma de modos de actuación

profesional.

El desarrollo de la investigación que describe la presente Tesis se ha orientado por el

siguiente problema científico: ¿Cómo contribuir, desde una actividad científica

profesional sustentada en las posiciones epistemológicas y sociológicas del materialismo-

dialéctico e histórico con relación a las ciencias, al tratamiento de los retos de la

investigación educativa cubana actual que resulten identificados?

En consecuencia, la investigación tiene como objeto de investigación el desarrollo actual

de la investigación educativa en Cuba y como campo de acción a su perfeccionamiento

teórico y práctico. Mientras que la misma se propone dar cumplimiento al siguiente

objetivo general: fundamentar, desde una actividad científica profesional sustentada en

las posiciones epistemológicas y sociológicas del materialismo-dialéctico e histórico con

relación a las ciencias, el tratamiento de los retos de la investigación educativa cubana

actual identificados, de manera que se contribuya al perfeccionamiento de esta última.

11

Se asume la hipótesis de investigación siguiente:

Si se redefine el concepto de investigación educativa y se conducen las relaciones

claves de ´investigador-objeto de estudio´ y de ´investigador-investigadores-sociedad´

con suficiente apego a las posiciones epistemológicas y sociológicas del materialismo-

dialéctico e histórico con relación a las ciencias, entonces es posible realizar una

contribución eficaz al tratamiento de los retos subyacentes en la investigación

educativa cubana actual.

Para dar cumplimiento al objetivo general trazado y verificar la validez de la hipótesis de

investigación asumida se han ejecutado las siguientes tareas de investigación:

1. Conformación de un marco-teórico referencial compuesto por las posiciones

epistemológicas y sociológicas del materialismo-dialéctico e histórico en relación

con las ciencias, así como por los enfoques y procedimientos de la metodología de

la investigación científica que son afines con ellas.

2. Identificación de los retos de la investigación educativa cubana actual que resultan

de contrastar las evidencias empíricas acopiadas en el quehacer investigativo, del

sector educativo cubano, con las posiciones epistemológicas, sociológicas y

metodológicas asumidas en el marco teórico-referencial delimitado, y

3. Fundamentación, desde una actividad científica profesional sustentada en las

posiciones epistemológicas y sociológicas del materialismo-dialéctico e histórico

con relación a las ciencias, del tratamiento a los retos de la investigación educativa

cubana identificados.

Los resultados de estas tareas de investigación han sido expuestos escalonada y

lógicamente en un número igual de capítulos, que conforman el cuerpo de la Tesis.

En el desarrollo del trabajo se han utilizado métodos de investigación del nivel teórico y

del nivel empírico, así como matemático-estadísticos. En el primer grupo destacan el

12

analítico-sintético, el histórico-lógico y el hipotético-deductivo. En el segundo grupo

predomina el análisis documental y de los últimos, la Estadística Descriptiva. La

concreción de cada uno de ellos, y de las técnicas asociadas, se explicará en cada capítulo.

La Tesis ha sido redactada con ajuste –en lo posible– a las Normas de la Asociación

Americana de Psicología [APA] (Pontifica Universidad Javeriana, 2013).

Finalmente, cabe señalar que con el desarrollo de la investigación descrita en la presente

Tesis el optante ha logrado acumular una cantidad notable de aportes científicos. Los

mismos pueden agruparse, de forma lógica, en tres direcciones diferentes; ellas son las

siguientes.

Aportes en el orden teórico:

­ Redefinición de los conceptos de “investigación científica” y de “investigación

educativa”.

­ Sistematización crítica de los fundamentos teóricos generales de las ciencias, desde

las perspectivas epistemológica, sociológica y metodológica.

­ Fundamentación del materialismo-dialéctico e histórico como forma superior de

los sustentos teóricos generales de las ciencias.

­ Integración de la perspectiva sociológica al estudio de los fundamentos teóricos

generales de la investigación educativa y, en consecuencia, el realce de la

formación ético-axiológica de los investigadores.

13

­ Definición operacional del concepto de “investigación educativa”, desde una

perspectiva holística.

­ Redefinición del concepto de “impacto de la investigación científica” y análisis de

su implicación en el concepto de “evaluación del impacto de la investigación

científica”.

Aportes en el orden metodológico:

­ Procedimiento inédito para el análisis longitudinal del empleo de las fuentes

documentales, la selección del enfoque metodológico investigativo, de la

operacionalización de las variables y de la validación de los resultados, en reportes

de investigación científica.

­ Procedimiento inédito para el análisis crítico de las relaciones entre comunidades

científicas, desde la perspectiva bibliométrica.

­ Procedimiento inédito para analizar críticamente la relación entre el nivel de

producción científica, su impacto académico y su impacto social.

Aportes en el orden práctico-profesional:

­ Delimitación inédita de seis retos de la investigación educativa cubana actual, así

como la predicción plausible de otro.

­ Fundamentación, desde la actividad científica profesional propia, de la correcta

utilización –en la investigación educativa– de los enfoques cuantitativo y

14

cualitativo de investigación, así como de la incorporación del enfoque mixto de

investigación, el de mayores potencialidades metodológicas entre los tres.

­ Fundamentación, desde la actividad científica profesional personal, de la

combinación de la operacionalización de las variables principales de la

investigación y el camino ascendente hacia ellas, desde los datos empíricos

capturados.

­ Fundamentación, desde la actividad científica profesional individual, de la

utilización de formas apropiadas de validación práctica de los productos

investigativos.

­ Fundamentación, desde la actividad científica profesional propia, de la posibilidad

de elevar la visibilidad internacional de los investigadores educativos cubanos.

­ Fundamentación, desde la actividad científica profesional personal, de la

posibilidad del fortalecimiento de las relaciones entre comunidades científicas

cubanas centradas en la investigación educativa.

­ Fundamentación, desde la actividad científica profesional individual, de un

tratamiento apropiado del concepto de “impacto científico”, en particular del

concepto de “impacto social de la investigación educativa”.

­ Socialización de numerosas experiencias investigativas que pueden considerarse

como “buenas prácticas”, de acuerdo con el marco teórico-referencial asumido,

que han sido generadas por diversos investigadores educativos cubanos, en los

últimos veinte años.

15

CAPÍTULO 1.

FUNDAMENTOS TEÓRICOS GENERALES DE

LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

16

“En tiempos científicos, universidad científica. Pues ¿qué es ver

una cosa y no saber qué es? (Martí, 1883, p. 281)

1. FUNDAMENTOS TEÓRICOS GENERALES DE LA INVESTIGACIÓN

CIENTÍFICA

El propósito de este capítulo, como es usual en la presentación de los informes de

resultados de investigación científica, es desplegar diversas posiciones teóricas en torno al

objeto de investigación –eventualmente contradictorias entre sí– y discriminar –de forma

sustentada- los elementos que se asumirán en los capítulos que siguen, los que tienen como

función básica dar solución al problema científico prefijado (Varela, 2005) (Rodríguez-

Ortega, Castellanos-Nova, Estévez & Arroyo-Mendoza, 2005) (Rodríguez-Gómez, Gil &

García-Jiménez, 2006) (Linares & Santovenia, 2012).

Se trata de un trabajo esencialmente interpretativo (Tapia, 2007) (Rodríguez-Gómez, Gil

& García-Jiménez, 2006) (Fuentes, 2009); es decir, se busca partir del análisis lógico (a

través de conceptos, juicios y razonamientos) de los despliegues discursivos de los autores

consultados sobre el tema (Gorski et al., 1970). Se procede, por tanto, asistido por el

método del nivel empírico de análisis documental, para después procesar la información

textual obtenida y clasificada, con ayuda del método del nivel teórico analítico-sintético,

esencialmente.

Se han utilizado –como norma– obras registradas en bibliotecas y centros de

documentación oficiales, así como en repositorios digitales indexados; solo por excepción

se han manejado documentos digitales informales, o sea no oficialmente registrados.

El entramado resultante –del trabajo desplegado en torno a la construcción de este primer

capítulo– pretenderá asegurar que se logre una correspondencia plena entre los

17

procedimientos metodológicos empleados detrás con las posiciones teóricas asumidas aquí

(Torres- Fernández, 2009) (Torres-Fernández, 2013b).

1.1. Acerca de los conceptos de investigación científica y de investigación educativa

Hablar de investigación educativa supone hablar de un caso especial de investigación

científica: aquella que se realiza en torno al acto educativo. En términos de la Lógica

(Gorski et al., 1970), el primero es un concepto subordinado al segundo. Por tanto, se

comenzará reflexionando acerca del contenido de la definición de investigación científica.

En la literatura cubana correspondiente al campo de la metodología de la investigación

pedagógica se suele caracterizar ese concepto primario en términos de proceso de

delimitación de la esencia del objeto de estudio, sobre la base de la utilización del método

científico.

Se tiene así –por ejemplo– que G. Pérez-Rodríguez, G. García-Batista, I. Nocedo & M. L.

García-Inza (2009) señalan que: “La ciencia indaga su objeto de estudio utilizando de una

manera sistemática y rigurosa métodos y medios especiales del conocimiento que permiten

obtener datos empíricos confiables, así como un reflejo profundo y exacto de las

regularidades esenciales de la realidad (…)” (p. 9).

Mientras que J. Cerezal & J. Fiallo (2004) plantean que: “La investigación científica no es

más que el proceso de carácter creativo e innovador, dirigido a encontrar respuesta a

problemas y con ello aumentar y enriquecer el conocimiento humano (…) Se basa en el

método científico y sigue una metodología” (p. 8).

18

Para F. Addine & G. García-Batista (2005), por su parte, “(…) investigar [científicamente]

significa darle solución a un problema [de competencia para la ciencia] mediante una serie

de acciones y operaciones planificadas, con el objetivo de descubrir su esencia, darle

explicación así como plantear soluciones viables” (p. 5).

Mientras que R. Bermudez & M. Rodríguez-Rebustillos (2008) la conceptualizan –a través

del concepto de investigación educativa– como: “(…) el proceso dirigido a la obtención

de conocimientos mediante la aplicación de la metodología científica (…)” (p. 3).

Por su parte, para el colectivo de autores del ICCP:

“(…) la actividad de investigación científica se caracteriza porque: 1. Parte de

problemas, necesidades y contradicciones de la práctica. 2. Tiene carácter

intencional y consciente. 3. Es un proceso metódico, que se realiza apoyada en

métodos, técnicas y procedimientos teóricos, empíricos y matemático-

estadísticos. 4 La búsqueda del conocimiento se fundamenta en referentes

teóricos y los resultados dan respuesta a las demandas sociales y enriquecen la

teoría. 5. La información obtenida permite describir hechos y predecir la

realidad. 6. El fin último de la actividad científica es la práctica, donde la teoría,

además de ser contrastada, contribuye al mejoramiento de la calidad de vida”

(ICCP, 2012, pp. 434-435).

En cambio, B. Castellanos, M. J. Llivina, G. Valladares & R. Hernández (2005) definen a

la investigación científica como:

“(…) el proceso dialéctico de construcción del conocimiento científico acerca de la

realidad natural y social por el investigador como sujeto cognoscente; se distingue

del conocimiento cotidiano por el carácter consciente y metódico de la búsqueda, su

19

sustento en referentes teórico-metodológicos de partida y la integración de los

hechos descubiertos en sistemas teóricos (…)” (p. 49).

Estos –a su vez– citan a M. L. García-Inza en relación con el concepto asociado de método

científico, en términos de: “(…) la estrategia que organiza y orienta la actividad científica

como proceso, encaminada a la obtención de un nuevo conocimiento científico que

transforme la realidad” (p. 56).

Sin embargo, hay que tener en cuenta que con la aparición y desarrollo del enfoque

cualitativo en la investigación científica –tan afín al estudio de los fenómenos sociales, los

educativos entre ellos– el concepto de método científico se vio sometido –primero– a una

severa crítica y –después– a una atinada ampliación dialéctica.

En efecto: “Anteriormente al proceso cuantitativo se le equiparaba con el método

científico. Hoy, tanto el proceso cuantitativo como el cualitativo son consideradas formas

de hacer ciencia y producir conocimiento [verdadero]” (Hernández–Sampieri, Fernández–

Collado & Baptista, 2010, p. 20).

Ante la posibilidad real de que esta última idea –de ampliación del concepto de método

científico– no haya sido suficientemente entendida o no sea conocida, este optante

considera conveniente reformular ese concepto con otros atributos diferentes a los de:

“obtener nuevos conocimientos [verdaderos]” y “buscar las esencias del objeto de

estudio”, con los que se suele caracterizar dicho concepto.

Una pista apropiada para alcanzar ese propósito la aportan algunos de los autores arriba

referidos, cuando –como parte de su discurso argumentativo– destacan la superioridad del

20

pensamiento científico sobre el pensamiento espontáneo y el empírico (Cerezal & Fiallo,

2004) (Castellanos, Llivina, Valladares & Hernández, 2005) (ICCP, 2012). Se trata del

atributo “objetividad del nuevo conocimiento”, en contraposición a la marcada subjetividad

sobre la base de la cual opera el pensamiento espontáneo y el empírico.

Como bien apunta B. E. Tapia (2007), la subjetividad “(…) se refiere a lo interpsíquico; es

decir, la vida interior de los seres humanos. Incluye las ideas, valores y creencias y

emociones de los individuos” (p. 74). Luego, de lo que se trata al hacer ciencia es de

obtener un nuevo conocimiento, pero de manera que su veracidad dependa lo menos

posible de las creencias, motivaciones y voluntad de quienes lo construyen, exactamente lo

contrario a lo que constituye una prioridad para el pensamiento espontáneo y el empírico.

En ese sentido, se concuerda con R. Bermudez & M. Rodríguez-Rebustillos (2008),

cuando señalan que: “(…) la ciencia, o lo que es lo mismo, la esencia, no depende de los

estilos de actuación profesional del científico, sino de su potencialidad cognitivo-teórica e

instrumental para hallarla tras el fenómeno o su apariencia” (p. 3).

En esa misma dirección, J. Cerezal & J. Fiallo (2004) consideran a la objetividad como una

de “las características que identifican al método científico (…)” (p. 8). Mientras que J.

Núñez-Jover (2007) consolida esa posición cuando insiste en que:

“La ciencia no es un juego meramente intersubjetivo [e intrasubjetivo], ajeno a los

propósitos de rigor, objetividad y verdad (…) el juego creativo de la ciencia cobra

sentido en la medida en que reflejan realidades que están más allá de sus esquemas

conceptuales y, todavía más, los determina en última instancia” (p. 27).

21

Es decir, no es suficientemente esclarecedor señalar que “el proceder debe ser metódico” y

que “el resultado esté sustentado en teorías precedentes”, se necesita insistir –además– en

que el conocimiento alcanzado no dependa de las percepciones, la voluntad y los intereses

del investigador, aun cuando –en última instancia– aquel es un producto de su actividad

intelectual misma.

Por eso, la investigación científica no debe entenderse separada de la exigencia

metodológica de la validación de sus resultados y de los procedimientos utilizados para

alcanzarlos. La validez de los resultados, al igual que la de los procedimientos empleados

para su obtención, debe ser invariablemente observada.

Ahora bien, el rasgo de objetividad del nuevo conocimiento (obtenido) no es el único que

merece ser tenido en cuenta, en el marco de una revisión crítica del concepto de

investigación educativa (a través del concepto primario de investigación científica).

Existe otro atributo que debe ser también considerado, se trata del sentido social de la

investigación científica, de la noción de que se investiga para alguna finalidad, para

proporcionar –al menos, como potencialidad– algún beneficio a la sociedad, y esto –a su

vez– la hace subordinada a sus intereses, o –más exactamente– a los de las instituciones

públicas que la representan. P. Guadarrama (2012) lo sustenta en los siguientes términos:

“Toda investigación científica es un procedimiento que se ejecuta siguiendo

determinados métodos (…) con el objetivo de conocer y apropiarse de una porción

de la realidad de forma ordenada, sistemática, controlada, y de ese modo descubrir

sus particularidades, estructura y funciones de sus partes, compartimientos (sic),

regularidades y tendencias en su desarrollo (…) con la intención de transformarla

22

en provecho de algún sujeto social, que puede ser una institución, una comunidad,

un grupo social, partido, pueblo, nación hasta la humanidad en su conjunto” (p. 24).

Desde la literatura internacional, J. L. Álvarez-Gayou (citado por Hernández-Sampieri,

Fernández-Collado & Baptista, 2010) confirma esa intencionalidad: “El quehacer de la

investigación (…) es servir para algo” (p. 601). La noción de “servir” está clara:

proporcionar beneficios y, por tanto, subordinarse a un fin mayor.

Si se admiten estas reflexiones y acotamientos, entonces puede asumirse la siguiente

definición: la investigación científica es aquel proceso profesional de crecimiento del

conocimiento acumulado sobre un objeto o fenómeno que se efectúa con propósitos de

transformación social, cuidando alcanzar la mayor objetividad posible (Torres-Fernández,

2013e).

El sentido de la expresión “objetividad posible” es el del condicionamiento histórico-

concreto de los conocimientos de partida y de los recursos tecnológicos y metodológicos

disponibles para emprender dicho proceso (Guadarrama, 2012). Una segunda aclaración

necesaria en relación con la definición anterior es que los “propósitos transformativos” –de

la actividad práctica hacia los que está encaminada la investigación científica– pueden

alcanzar niveles o grados diferentes.

En ese sentido, R. Bermudez & M. Rodríguez-Rebustillos (2008) realizan los acotamientos

siguientes: “La investigación científica, en cualquier área del conocimiento, está dirigida

a describir, explicar y predecir los fenómenos de la realidad” (p. 4), y –en consecuencia–

le asocian una nomenclatura específica: “La investigación (…) se subdivide, de acuerdo

con su objetivo, en exploratoria, descriptiva, explicativa y de intervención” (p. 17).

23

Muy cercana a esa posición se encuentra la clasificación difundida por (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010), que considera estudios de alcance:

exploratorio, descriptivo, correlacional o explicativo.

Una tercera consecuencia de la definición de investigación científica aquí asumida, y que

también merece atención antes de avanzar hacia el análisis del concepto subordinado de

investigación educativa, es el relativo al carácter profesional de aquella. En efecto,

satisfacer las exigencias de alcanzar –hasta donde las condiciones socio-históricas

concretas lo permitan– la esencia del objeto de estudio, con la mayor objetividad posible y

asistido por métodos y técnicas específicas, presuponen una preparación especializada del

investigador y –no olvidarlo– de los reguladores y evaluadores de sus resultados.

Con palabras de J. Núñez-Jover (2007): “(…) la ciencia también se nos presenta como una

profesión debidamente institucionalizada, portadora de su propia cultura y con funciones

sociales bien identificadas” (p. 23). De modo que, como él mismo señala, en lo que a los

investigadores noveles se refiere: “(…) el ´alevín científico´ que se incorpora al ejercicio

profesional no se coloca frente a una naturaleza ´desnuda´ que espera ser observada o

descubierta, sino que se sumerge en disciplinas constituidas dentro de las cuales

aprenderá a formular y resolver problemas” (p. 18). En realidad, de esta exigencia no

escapan tampoco los investigadores experimentados.

Por otra parte, esa condición básica de preparación profesional –que presupone a su vez un

trabajo entre pares o, mejor aún, entre comunidades– no es únicamente académico, sino

también ético y axiológico. Se adquieren –sí– conocimientos más profundos del campo

científico en que se investiga, así como los relacionados con los métodos y técnicas que

24

permiten realizar eficazmente esa labor, pero también se forman cualidades del carácter

(mesura, rigurosidad, constancia, disciplina, etc.) y se desarrollan normas de convivencia

apropiadas (colectivismo, respeto por el trabajo ajeno, espíritu autocrítico, etc.).

De modo que, como señala P. Guadarrama (2012): “(…) la investigación científica debe

constituirse en un acontecimiento cultural (…) –es decir, constructora y estimuladora de

valores en lugar de antivalores–, la investigación debe contribuir a ese proceso de

humanización del ser humano frente a las fuerzas que lo enajenan” (pp. 25-26).

No les falta razón, por tanto, a aquellos especialistas de la investigación pedagógica –como

C. M. Álvarez de Zayas (1995), J. Añorga & N. Valcárcel (1998), M. V. Chirino (2005),

G. Fariñas (2005), E. R. Figueras (2009), N. Chacón (2011) y J. Añorga (2012), entre

otros– que se han dado a la tarea de llamar firmemente la atención acerca de la necesidad

de propiciar el mejoramiento humano de los investigadores en el campo educativo, a la par

de su preparación académica.

Un cuarto –y último– aspecto a destacar en relación con la definición de investigación

científica asumida, por demás fruto de la conjunción de los anteriores, es el relativo a la

perspectiva de ciclo extendido del proceso de investigación.

Efectivamente, ha quedado evidenciado –con la definición y las aclaraciones posteriores–

que el acto de investigación científica no se restringe al período que media entre la

formulación del problema científico que lo desencadena y la obtención de su solución

validada; la investigación científica es mucho más, pues requiere de acciones de

socialización para el necesario debate de su pertenencia, rigor y valía científicas, sobre

todo más allá del colectivo de investigación que lo amparó, así como de intentos de

25

introducción de los resultados en la práctica social directamente, de ser posible, o

indirectamente –a través de la integración a teorías preexistentes– si fuera el caso de una

investigación histórica o de las llamadas teóricas (Pérez-Rodríguez, García-Batista,

Nocedo & García-Inza, 2009).

Subyacente a todo ese proceso –que se supone cíclico– debe ejecutarse una ardua labor de

educación de los investigadores noveles, por parte de los más experimentados

(Guadarrama, 2012) y del colectivo de investigación todo. Como se ha señalado, se

requiere de un proceso de formación científica integral, con acciones educativas en la

dirección de los componentes cognitivo y técnico-instrumental, pero también dirigidas a

los pilares ético-axiológico y afectivo-volitivo (Torres-Fernández, 2013b).

Acotados estos cuatro aspectos aclaratorios, derivados de la definición asumida de

investigación científica, se pasará –entonces– a analizar el concepto subordinado de

investigación educativa. Como en el caso anterior, se comenzará por presentar algunas de

las caracterizaciones del mismo formuladas por autores nacionales. Una de esas

conceptualizaciones la aporta M. V. Chirino (2005), en los términos siguientes:

“Se entiende por Investigación Educativa el proceso de búsqueda, mediante el método

científico, de conocimientos esenciales en el área de la educación que aporten

alternativas de solución a problemas pedagógicos. Este proceso se caracteriza por

la problematización, teorización y comprobación de la realidad educativa como

acciones generalizadoras implícitas en el método científico y dialécticamente

relacionadas entre sí (sic). Su resultado es la transformación creadora de la

educación, lo que se refleja en la elevación de su calidad” (p. 1).

26

Otra caracterización la proporciona G. García-Batista (2009c), quien en su tesis de Doctor

en Ciencias señala:

“(…) la investigación educacional es un proceso dirigido a caracterizar y

transformar cada vez más profunda y esencialmente la educación; es un proceso que

permite a través de sus métodos de investigación encontrar las regularidades,

elaborar la teoría pedagógica, para transformar el proceso de preparación y

formación permanente de las nuevas generaciones y de todo el pueblo” (García-

Batista, 2010, p. 22).

Por su parte, B. Castellanos, M. J. Llivina, G. Valladares & R. Hernández (2005)

consideran que: “La investigación educativa es el proceso dialéctico de construcción del

conocimiento científico multidisciplinar acerca de la realidad educativa como objeto

complejo del sistema de Ciencias de la Educación, con la finalidad de comprenderla y

transformarla en un contexto histórico concreto” (p. 53).

Mientras que (Nocedo et al., 2009), siguiendo a J. Elliot discriminan entre “investigación

sobre la educación” (externa al proceso docente-educativo) e “investigación educativa”

(llevada a cabo por los protagonistas de dicho proceso), y la definen como sigue: “La

investigación es educativa si tiene como objetivo la puesta en práctica de los valores

educativos y está guiada por los valores” (p. 82).

Es así que, como en el caso del análisis practicado en torno al concepto de investigación

científica, en las conceptualizaciones acopiadas de investigación educativa aparecen rasgos

válidos, como: “construcción del conocimiento”, “utilización del método científico”, y se

le incorporan otros igual de necesarios, como: “transformar” y “poner en práctica” (sus

27

resultados, para mejorar la calidad de la educación), pero no trasciende explícitamente un

rasgo tan esencial como el de la objetividad del nuevo conocimiento obtenido, que evita

los inconvenientes –lógicos y prácticos– de la manifestación tautológica asociada al

empleo del par conceptual método científico-investigación científica.

En todo caso, no debe olvidarse que –siguiendo las reglas de la Lógica– una correcta

definición de un concepto subordinado de otro debe contener los atributos esenciales de

este último, además de otros propios del primero, que lo singularizan con relación a aquel

(Gorski et al., 1970). Lo que se está queriendo señalar –concretamente– es que los rasgos

esenciales de la definición de investigación científica deben estar contenidos en la de

investigación educativa, y esta última debe disponer además de –al menos– algún otro

atributo que la diferencie de aquella.

Como puede apreciarse de las caracterizaciones de investigación educativa arriba referidas,

ese atributo distintivo radica en el campo específico donde se efectúa la investigación y

que, para no restringirlo a la conducción del proceso docente-educativo (como propone J.

Elliot), puede ser denominado acto educativo; es decir, todos aquellos procesos y

fenómenos asociados al acto de educar, sean ellos previos, simultáneos o posteriores a esa

actividad.

En consecuencia, este optante define a la investigación educativa como el proceso

profesional de crecimiento del conocimiento acumulado sobre el acto educativo, que se

efectúa con propósitos de transformación para el bien social, cuidando alcanzar la mayor

objetividad posible (Torres-Fernández, 2013b) (Torres-Fernández, 2013e).

28

Como podrá fácilmente deducirse, las cuatro inferencias derivadas del concepto de

investigación científica son igualmente válidas para el nuevo concepto derivado, de

investigación educativa.

Es decir, se asume que la calidad y la profundidad de los resultados de la investigación

educativa están acotadas por las condiciones socio-históricas concretas imperantes (al

momento y en el lugar de su realización), así como que la misma puede tener alcances

diferentes (en el sentido de generar estudios exploratorios, descriptivos, correlacionales o

explicativos).

También se acepta que la investigación educativa demanda de cierta preparación

profesional de quienes la ejecutan (bien sean estudiantes de pre-grado o aspirantes a títulos

académicos y de grados científicos, asistidos por profesores de las disciplinas afines al

objeto de estudio, así como de Metodología de la Investigación Científica, además de

tutores, tribunales y miembros de la comunidad científica, en general; o bien docentes-

investigadores e investigadores profesionales, apoyados por los líderes científicos, los

miembros de sus proyectos de investigación y de los consejos científicos que evalúan sus

resultados, como mismo por pares de otras comunidades científicas); en todos los casos,

con acciones que se debieran encaminar tanto a los ámbitos cognitivo y técnico-

instrumental, como al afectivo-volitivo y el ético-axiológico (Torres-Fernández, 2013b).

Finalmente, se admite que la investigación educativa presupone un ciclo productivo que se

inicia con las acciones encaminadas a la identificación del problema científico que la

desencadena, y termina con la búsqueda de la introducción de los resultados científicos

alcanzados, pasando por un proceso previo de socialización y confrontación de estos

29

últimos con sus pares, tanto de su propio colectivo primario de investigación, como otros

distantes (y hasta contrapuestos) a aquel (Torres-Fernández, 2013b).

1.2. Fundamentos epistemológicos de la investigación científica

Ahora bien, es importante tener presente que una definición-marco no es suficiente para

completar el encuadre teórico-metodológico del objeto de estudio. Se trata de mucho más,

de armonizar conceptos, juicios y razonamientos asociados al mismo, para hacer discurrir

el hilo discursivo requerido. Y, en este caso, juegan un papel fundamental los pilares

teóricos sobre los que se sustenta la actividad científica.

Al respecto ha declarado Guadarrama (2012): “La labor científica del investigador siempre

se ejecuta desde una perspectiva filosófica y epistemológica determinada, por lo que es

recomendable tratar de precisarla para conocer sus posibilidades y límites” (p. 37).

Puesto que, como bien reconoce (Tapia, 2007): “La filosofía ha ejercido una influencia

importante en la constitución del conocimiento científico” (p. 57).

Y es que desde los albores de las ciencias ha estado presente –acompañándolas- las

posturas epistemológicas de sus hacedores; es decir, una visión en los científicos de cómo

se relacionan el sujeto-investigador y la realidad-objeto de estudio, así como de qué

manera se extrae de ella su esencia.

Se tiene así –por ejemplo– que la visión de ciencia operante en la Antigüedad, de

contemplación pasiva de la naturaleza, de cuerpo coherentemente articulado de conceptos

y principios con una proyección deductiva, condicionó entre los grandes pensadores

griegos una postura reflexiva centrada en la vida contemplativa o teorética en vez de en la

30

práctica y el manejo de las técnicas asociadas a los frutos de sus profundas reflexiones

teóricas (Núñez-Jover, 2007).

Asimismo, el pensamiento aristotélico fue reinterpretado y ajustado a la fe cristiana por el

filósofo medieval Santo Tomás Aquino (Tapia, 2007); como sucedió, por ejemplo, con su

interpretación teológica o finalista de la naturaleza. Mientras que con la irrupción –durante

el Renacimiento- de las ciencias modernas las posturas contemplativas y especulativas

sobre la naturaleza se vieron sustituidas por la experimentación y la modelación

matemática de los fenómenos estudiados, transformando –al mismo tiempo– la perspectiva

epistemológica de los propios investigadores.

Para entonces, como bien señala (Tapia, 2007): “El mundo deja de considerarse el

resultado de la creación divina para convertirse en un conjunto dinámico de fuerzas,

movimientos, masas, tiempos, velocidades, espacios, etc.” (p. 59).

Desde entonces, se discute arduamente –a la par del quehacer científico– en torno a temas

decisivos para la actividad investigativa, como: el método, la verdad, la objetividad, la

explicación, la argumentación, etc., categorías todas inherentes a la epistemología (Núñez-

Jover, 2007). Como bien ha señalado P. Guadarrama (2012):

“La valoración de la significación del método y el proceso de enriquecimiento del

conocimiento, estuvieron presentes ya desde la filosofía antigua, tanto en el Oriente

como en el mundo grecolatino, del mismo modo que se mantuvo latente en la

escolástica, pero, sin duda, su mayor y mejor expresión se logró con el despliegue

de la filosofía moderna, con las controversias entre empirismo y racionalismo, el

31

cual constituyó una premisa sine qua non del progreso de la ciencia hasta nuestros

días” (p. 149).

El empirismo –como se conoce– tiene sus raíces en las concepciones de F. Bacon acerca

del método científico, centradas en el establecimiento de principios y leyes generales a

partir de la observación primaria de hechos factuales. Se trata de una epistemología

sustentada en los procedimientos que posibilitaron las trascendentes contribuciones de N.

Copérnico, J. Kepler y G. Galilei, en el campo de la astronomía, así como en el paradigma

mecanicista de las ciencias proyectado por las extraordinarias aportaciones de I. Newton,

caracterizado por la utilización del método hipotético-deductivo, la modelación matemática

de los fenómenos naturales, el rechazo a la concepción aristotélica sobre la naturaleza y el

predominio de la experimentación en la investigación científica.

Estas concepciones filosóficas acerca de la ciencia fueron posteriormente desarrolladas por

G. Berkeley y D. Hume, fundamentalmente, bajo la afirmación básica de que: “(…) no

existen ideas innatas, sino que provienen de la experiencia, [o sea que] los contenidos de

la mente humana [las ideas] provienen de los sentidos que transmiten a la mente las

percepciones de las cosas” (Tapia, 2007, p. 71).

El racionalismo –por su parte– fue iniciado por R. Descartes, bajo la creencia de que el

conocimiento es fruto de la razón; fue enriquecida con las aportaciones de pensadores de la

talla de G. W. Leibniz y B. Spinoza.

Pero aún desde posiciones extremas, tanto las aportaciones epistemológicas de I. Newton

como las de R. Descartes, junto a las ideas básicas de N. Copérnico acerca de la ciencia,

sentaron las bases del método científico, que fue asimilado y adoptado por otras escuelas

32

filosóficas posteriores y llegó a reinar a lo largo de todo ese fructífero período del

desarrollo de la humanidad conocido como la Modernidad.

Una de esas corrientes filosóficas posteriores –que se nutrieron de la concepción de método

científico fraguada en los albores de la Ilustración- fue el positivismo, postura

epistemológica iniciada por A. Comte hacia mediados del siglo XIX. El término que la

designa proviene de la tercera fase que él le atribuía al progreso humano (posterior a dos

fases previas, denominadas teológica y metafísica). Una postura controvertida del

positivismo fue la creencia manifiesta de que:

“(…) los fenómenos sociales deberían ser tratados de la misma manera en la que se

estudian los fenómenos astronómicos, físicos, químicos y fisiológicos. [Idea que]

influyó en muchos científicos sociales que incorporaron conceptos de la física

newtoniana para estudiar al individuo y la sociedad” (Tapia, 2007, p. 73).

Ello generó –como era de esperar– el rechazo de diversos filósofos y científicos sociales,

entre los que resaltan: W. D. Droysen, G. Simmel, H. Rickert y M. Weber, defensores de

una visión culturalista e historicista de las ciencias sociales.

Un resurgir de las posiciones básicas de la corriente filosófica iniciada por A. Comte se

produjo posteriormente con el surgimiento del neopositivismo o positivismo lógico,

caracterizado por la alineación al empirismo, el estudio del lenguaje y la intención de

homogeneizar a las ciencias. Ello provocó igualmente el rechazo de diversos filósofos de

las ciencias, entre los que destaca K. Popper con su criterio de falsabilidad, contrapuesto al

de verificabilidad expuesto por el neopositivismo.

33

Sin embargo, esta posición fue igualmente criticada –particularmente por T. Kuhn, I.

Lakatos y P. Feyerabend– puesto que no concuerda con el proceder usual en la actividad

científica, donde lo normal no es refutar las propias proposiciones hipotéticas de partida.

Estas posturas extremas generadas por el positivismo y el positivismo lógico exacerbaron

las diferencias epistemológicas entre los representantes de las ciencias naturales y los de

las ciencias sociales, por demás reforzadas por los descubrimientos de la Física Moderna

(particularmente: la teoría de la relatividad y de la física cuántica), todo lo cual condicionó

un replanteo de categorías claves de la filosofía de las ciencias, como: “verdad”,

“objetividad” y “neutralidad”, en torno a las cuales han ganado espacio diversas corrientes

filosóficas contemporáneas asociadas a la perspectiva culturalista e interpretativa de las

ciencias sociales (Tapia, 2007).

Justo en este contexto es que se empieza hablar de “superación de la Modernidad” y el

advenimiento de la Postmodernidad, cuestión que trasciende el debate científico y

epistemológico, puesto que se extiende al plano político, cultural, estético, científico-

tecnológico y social, en general (Torres-Fernández, 2013b) (Torres-Rivera, 2007).

Los ideólogos del postmodernismo en las ciencias sociales han mostrado especial

predilección por la teoría crítica, de corte revisionista, y por el post-estructuralismo,

particularmente el asociado a la semiótica. En el primer caso, se puede acudir –para

ejemplificar– a los intentos de reconstrucción del materialismo-dialéctico e histórico de J.

Habermas, exponente de la denominada Escuela Crítica de Frankfurt. De acuerdo con

(López-Sierra, 2007): “Para Habermas, Marx brindó demasiada centralidad al trabajo

como categoría reguladora de época (…) Para él, la acción comunicativa y no el trabajo

34

como acción racional intencional, constituye el fundamento socio-cultural de la

experiencia humana cotidiana” (p. 394).

Pero más allá de los intentos revisionistas del marxismo-leninismo –frecuentes en la

historia de la filosofía moderna, y no solo en la ideología postmodernista, como se

conoce– y del sobredimensionamiento del papel de la comunicación y el lenguaje en el

desarrollo social (y, por extensión, en las actividades humanas que le son consustanciales,

como la investigación científica), uno de los mayores riesgos de las tesis post-modernistas

es la pretensión de equiparar otras formas de obtención del conocimiento (como los

llamados “saberes populares”, la fe religiosa, etc.) al saber científico, en virtud de lo cual

este último es considerado un meta-relato más.

Lo esencial ya no es la búsqueda de la verdad, ni siquiera los hechos mismos, sino las

libres interpretaciones de los mismos. Es así que para sus ideólogos –G. Deleuze, J.

Baudrillard, J. F. Lyotard, J. Lacan, M. Foucault, G. Vattino, J. Derrida, G. Lipovetsky, S.

Zizek, A. Badiou, E. Durkheim, B. Bourdieu y J. Habermas, entre otros– la legitimidad de

un cuerpo de conocimientos no depende de su contenido de verdad, sino de un arreglo

social, de la negociación de fuerzas institucionales y de disciplinas que regulan la

producción del saber. De este modo, en el ideal postmodernista cualquier expresión del

arte, y en general de la cultura, es conocimiento verdadero y no solo los productos de la

ciencia (Torres-Fernández, 2012e).

Sin embargo, la ciencia ha probado históricamente la fortaleza de sus procedimientos de

trabajo, de búsqueda de la verdad objetiva a través de un proceder metódico, sistemático y

35

despojado –hasta donde le es posible– de subjetividad, como mismo de intervención y

transformación de la realidad (Núñez-Jover, 2007).

En la literatura nacional referida a la metodología de la investigación educativa pueden

encontrarse referencias sistemáticas a la necesidad de tener claridad en torno a las

posiciones epistemológicas que sustentan el accionar investigativo de los educadores. Cabe

destacar, en ese sentido, las alertas incluidas en los trabajos de A. Blanco (2005), J. Chávez

(2005), J. Chávez & L. Pérez-Lemus (2005), M. Martínez-Llantada (2005), A. Ruiz-

Aguilera (2005), E. F. Machado (2008a) (2008b) (2008c), E. F. Machado & N. Montes de

Oca (2008a) (2008b) (2008c) (2008d) (2008e), G. Pérez-Rodríguez, G. García-Batista, I.

Nocedo & M. L. García-Inza (2009), I. Nocedo et al. (2009), J. Lorences, E. L. Guelmes &

E. Salmeron (2010a y 2010b), R. E. Pino (2010) e ICCP (2012), entre otros.

Un ejemplo trascendente y actualizado de lo anterior –a pesar de la década transcurrida–

puede encontrarse en la siguiente advertencia de J. Chávez (2005):

“En estos últimos diez años se han escrito y publicado decenas y decenas de obras

dedicadas a la metodología de la investigación educativa (…) envueltas en el marco

filosófico, o mejor dicho, antifilosófico de corte posmoderno. Esos vientos de fronda

llegaron también a Cuba y ejercieron su influencia en algunos investigadores que se

dejaron seducir por los ´cantos de sirena´ y asimilaron acríticamente esas

posiciones teóricas [portadoras del] lema de la posmodernidad: ¡Guerra a todo!

¡Vivan las diferencias!” (p. 10).

Ahora bien, el lector habrá captado seguramente, con esta sintética caracterización de los

fundamentos (epistemológicos y sociológicos) de las ciencias, que –salvo el caso de los

autores cubanos, como: A. Ruiz (2005), M. Martínez (2005a) (2005b), J. Núñez-Jover

36

(2007) y E. F. Machado (2008a) (2008b) (2008c), entre otros– las referencias a los aportes

metodológicos del materialismo-dialéctico e histórico –desde la literatura especializada–

son escasas y asiladas. Esta situación contrasta notablemente con el hecho de que: “Las

ciencias sociales cubanas y en general la cultura del país se ha nutrido de toda la

tradición del pensamiento [materialista-dialéctico e histórico] que tiene en Marx su figura

más prominente y fundadora” (Núñez-Jover, 2007, p. 11). Esa elección se explica a partir

de razones poderosas; como bien se ha señalado:

“La potencialidad de la filosofía marxista-leninista de fusionar la lógica, la dialéctica

y la teoría del conocimiento, es decir, la capacidad de aglutinar las teorías del

pensar, del desarrollo y del conocimiento, mediante el método dialéctico-

materialista, es para las ciencias sociales, en particular para la pedagogía y demás

ciencias de la educación, de un inmenso valor ontológico, epistemológico,

metodológico, axiológico y teleológico” (ICCP, 2012, p. 220).

Alineado este optante con ese reconocimiento, se explicarán a continuación los elementos

fundamentales de esa concepción filosófica –acerca de las leyes más generales de la

naturaleza, la sociedad y el pensamiento– que constituyen fundamentos teóricos generales

de las ciencias y –por tanto– guías metodológicas para la presente Tesis. El abordaje de

esta selección de aspectos medulares se hará primero desde la perspectiva epistemológica

y, posteriormente, desde la arista sociológica.

Al referirse a las aportaciones del marxismo-leninismo a la gnoseología, y por extensión a

la epistemología, se suele destacar en primer lugar a la dialéctica. Sin embargo, como se

conoce, la dialéctica estaba ya presente explícitamente en el idealismo hegeliano, y no

sería hasta que fuera esclarecido el problema fundamental de la filosofía, a favor del

37

materialismo, que pudo el marxismo-leninismo revelar –en toda su extensión– el

extraordinario papel metodológico de la dialéctica en el pensamiento filosófico

contemporáneo.

Partir de considerar el carácter materialista del marxismo-leninismo en el estudio de los

fundamentos epistemológicos de las ciencias ofrece la posibilidad de evitar tempranamente

errores filosóficos potenciales, relativos a la comprensión de la relación investigación-

objeto de estudio.

Asumir una posición materialista en el estudio de esa relación básica de la actividad

científica significa –ante todo– comprender que el mundo (tanto natural, como social) es

previo e independiente a la subjetividad humana. Este principio seminal del marxismo-

leninismo fue claramente expuesto por los clásicos de esa concepción filosófica:

“La única inevitable conclusión (...) que se hacen todos los hombres en la práctica

humana viva y que el materialismo coloca conscientemente como base de su

gnoseología, consiste en que fuera de nosotros e independientemente de nosotros

existen objetos, cosas, cuerpos, y que las sensaciones son imágenes del mundo

exterior (...)” (Lenin, 1972b, p. 133).

En correspondencia con ese postulado básico del marxismo-leninismo, ha explicado

acertadamente J. Núñez-Jover (2007): “(...) la existencia del mundo objetivo es el dato de

partida de cualquier investigación (...) el hecho de que la realidad objetiva es

independiente de nuestras representaciones sobre ella impone límites a la especulación y

la fantasía” (pp. 168-169). Mientras que el sociólogo cubano A. Blanco (2003a) lo asimila

de la siguiente manera: “La realidad es objetiva, existe fuera e independientemente del

38

hombre, por lo que la fuente del conocimiento no reside en el hombre mismo, sino en la

realidad que lo circunda (…)” (p. 47).

Ello significa que la aprehensión cognitiva de los objetos y fenómenos de esa realidad

objetiva –previa a la subjetividad humana– no es sino un reflejo mental de aquella. En

palabras del psicólogo soviético S. L. Rubinstein (1979a):

“(...) el conocimiento está determinado por el objeto, que existe al margen e

independientemente del conocedor, del modo en que es conocido (y de si llega o no

a serlo). Pero el objeto no determina de manera directa, inmediata, mecánica, el

resultado de la actividad cognoscitiva, sino que lo determina de manera mediada,

a través de la actividad refleja del cerebro, subordinada a leyes objetivas, a través

de la actividad cognoscitiva, analítico-sintética del hombre (...) la acción de los

excitantes queda mediatizada por la actividad de respuesta, excitante, del cerebro

(...)” (pp. 21-22).

Esta posición tiene marcadas consecuencias de naturaleza epistemológica para la actividad

científica; a saber, que el objeto o fenómeno de estudio (como mismo las condiciones y el

contexto en que se desenvuelven estos) no deben ser perdidos de vista en ningún momento

del proceso investigativo, pues lo orientan como mismo el objeto o fenómeno guían al

conocimiento que puede ser obtenido de ellos (Torres-Fernández, 2013b).

Es decir, la actividad cognoscitiva –y como parte de ella la investigativa– es siempre una

actividad objetal, determinada en última instancia por el objeto. Como certeramente

señalara V. I. Lenin (1972b): “El punto de vista de la vida, de la práctica, debe ser el

punto de vista primero y fundamental de la teoría del conocimiento (…)” (p. 345). Con

39

otras palabras: “(...) lo subjetivo es siempre una refracción de lo objetivo y por ende de

ningún modo puede ser desligado de lo objetivo (...)” (Rubinstein, 1979b, p. 87).

Al mismo tiempo, debe tenerse presente que –en su relación con la realidad objetiva– la

actividad cognoscitiva genera un reflejo anticipado del objeto o fenómeno de estudio, una

representación a priori (acertada o no, y por tanto hipotética) de su esencia o desarrollo.

En relación con este último aspecto, son esclarecedoras las siguientes palabras de C. Marx

(1973) en la introducción de su obra cumbre “El Capital”:

“Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la

construcción de los paneles de abejas podría avergonzar, por su perfección, a más

de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja,

desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la

construcción, la proyecta en su cerebro” (p. 140).

Ahora bien, lo anterior no debe interpretarse como que la asimilación cognitiva se reduce a

la relación de un sujeto aislado con dicho objeto o fenómeno de estudio, sino que en ella

interviene además todo el acervo cultural acumulado por la humanidad. Y es que:

“(...) el carácter específico del pensamiento humano estriba en que este constituye una

interacción no sólo entre el hombre pensante y la realidad percibida sensorialmente

de manera directa, sino además entre el hombre y un sistema de conocimientos

socialmente elaborado y objetivado en la palabra; es una comunicación entre el

hombre y la humanidad” (Rubinstein, 1979a, p. 72).

En los marcos de la actividad científica, cabe entonces destacar la siguiente aseveración

del filósofo cubano J. Núñez-Jover (2007):

40

“(…) Miramos siempre la realidad desde ´espejuelos´ cuyos cristales están

construidos con los materiales culturales propios de una época; no existe la

posibilidad de acceder a la verdad de modo virginal: estamos siempre conducidos

por las teorías, las filosofías, las preferencias metodológicas y otras que hemos

recibido de la cultura científica disponible y en particular de la educación científica

recibida” (p. 113).

Sin embargo, un error metodológico grave sería hiperbolizar esa relación colectiva –por así

decirlo– e intentar suplantar con ella a la objetividad del conocimiento. Son los productos

de la cognición los que deben ajustarse a la esencia y al movimiento interno, al desarrollo,

del objeto o fenómeno de estudio, y no a la inversa.

El papel decisivo de la objetividad del conocimiento ha sido ampliamente descrito en la

literatura de la investigación científica. Al respecto ha señalado, por ejemplo, el filósofo

cubano P. Guadarrama (2012):

“(…) debemos recordar que los científicos están tratando de comprender una

realidad que es objetiva en el sentido de que existe independientemente de sus

teorías. Las teorías científicas se verifican con esta realidad, que juega un papel

central a la hora de determinar lo que observamos y que está continuamente

arrojando anomalías para recordarnos que nuestras teorías actuales no son

perfectas y es posible que tengan que ser abandonadas a favor de algún nuevo

enfoque” (pp. 19-20).

En relación con el carácter primario de la materia ha señalado también la destacada

filósofa y pedagoga cubana, ya fallecida, M. Martínez-Llantada (2005a): “(…) se pone de

manifiesto el presupuesto gnoseológico básico que nos caracteriza en la investigación

41

[acerca de que] la realidad existe independientemente de nosotros y de lo que se trata es de

conocerla, describirla, explicarla y sobre todo transformarla (…)” (p. iii).

Mientras que el pedagogo cubano A. Ruiz-Aguilera (2005) plantea que: “La dialéctica

materialista (…) enseña que la naturaleza (como la sociedad) constituye un todo unitario,

en constante movimiento y desarrollo, que existe sin fuerzas sobrenaturales, sin una idea

absoluta, ni limitado a un solo tipo de juicio o de razonamiento” (p. 17). En consecuencia,

sigue apuntando este autor: “Todos los fenómenos del mundo, bien sean de la naturaleza,

de la sociedad o del pensamiento humano, están subordinados a ciertas leyes; es decir,

todo está determinado y condicionado por las leyes objetivas” (p. 36).

En cuanto al carácter objetal de la actividad, ha destacado M. Martínez-Llantada (2005b):

“El conocimiento tiene por misión aprehender las propiedades y las leyes propias e

inherentes al objeto (…) Para [ello] el pensamiento ha de atenerse a las leyes que

determina el propio mundo objetivo, pues de lo contrario el método no aproximará

la idea al objeto sino que lo apartaría de él” (p. 110).

Por otra parte, en relación con la generación de un reflejo anticipado por la actividad

mental, como consecuencia de su interacción con la realidad objetiva, se ha destacado: “Se

observa claramente el papel mediador de la práctica en el transcurso de todo el proceso

cognoscitivo. La actividad cognoscitiva no se dirige a la realidad de modo espontáneo y a

ciegas (…)” (Pupo, 1990, p. 100). En efecto:

“En la realidad, el pensamiento, no solo del investigador, sino de cualquier persona,

no trabaja nunca a manera del ´ciego´, casual, mecánico (…) este proceso de

búsqueda del conocimiento (…) se realiza (…) mediante un proceso (…) que

42

garantice encontrar la verdad sobre la realidad estudiada, con suficiente

objetividad” (Ruiz-Aguilera, 2005, p. 28).

Una segunda dimensión del marxismo-leninismo que se desea resaltar aquí, como parte de

los fundamentos epistemológicos de las ciencias es el papel de la dialéctica. En ese sentido,

cabe recordar que la superación del materialismo metafísico –representado, en su máxima

expresión, por las doctrinas de L. Feuerbach– mediante la imbricación creadora de la

dialéctica hegeliana al materialismo, dotó al marxismo-leninismo de una poderosa

herramienta para comprender y guiar la transformación consciente y racional de la

naturaleza y de la sociedad.

Entender la significación y –al mismo tiempo– la fortaleza gnoseológica de la dialéctica

requiere –en primera instancia– comprender la presencia perenne del movimiento en los

objetos y fenómenos, como mismo en la actividad mental de los hombres. Y es que, como

bien señalara F. Engels (1972a): “(…) Una vez que conozcamos la formas del movimiento

de la materia (…) conoceremos la materia misma, con la que habremos dado cima al

conocimiento” (p. 220).

No debe perderse de vista que se está hablando de movimiento, de desarrollo, no solo

como atributo de la realidad objetiva, sino también de la subjetividad humana, pues como

también puntualizó acertadamente F. Engels (1972b): “(...) el movimiento de la materia no

es [solo] el simple y tosco movimiento mecánico, el simple desplazamiento de lugar; es

[también] el calor y la luz, la tensión eléctrica y magnética, la combinación y la

disociación químicas, la vida y, por último, la conciencia (...)” (p. 213). O dicho en otros

43

términos: “(...) No sólo es dialéctica la realidad, reflejada en el conocimiento; es,

asimismo, dialéctico el proceso mismo de la cognición (...)” (Rubinstein, 1979a, p. 25).

Sin embargo, la referencia solo al rasgo “movimiento” no es suficiente para comprender

cabalmente el concepto marxista-leninista de dialéctica; y es que no debe olvidarse la

“fuerza” que da impulso a dicho “movimiento”: la manifestación de contradicciones

inmanentes al objeto o fenómeno de estudio y la unidad y lucha de contrarios que ellas

generan en este. En tal sentido, ha explicado F. Engels (1972a):

“La dialéctica llamada objetiva domina toda la naturaleza, y la que se llama

dialéctica subjetiva, el pensamiento dialéctico, no es sino el reflejo del movimiento a

través de contradicciones que se manifiestan (…), contradicciones que, en su pugna

constante en lo que acaba siempre desapareciendo lo uno en lo otro que lo

contradice o elevándose ambos términos en una forma superior, son precisamente

las que condicionan la vida de la naturaleza” (p. 261).

De este modo la dialéctica se manifiesta con arreglo a leyes generales, originalmente

esbozadas por G. W. F. Hegel –en los marcos de su concepción idealista– como leyes del

pensamiento, pero asumidas y generalizadas creadoramente por los clásicos del

materialismo-dialéctico e histórico; las mismas: “(…) se reducen, en lo fundamental, a

tres: ley del trueque de la cantidad en calidad (…); ley de la penetración de los

contrarios; [y] ley de la negación de la negación” (Engels, 1972a, p. 252).

Consecuentemente con lo anterior, se debería atender en el plano epistemológico a la

exigencia de que: “La investigación debe captar con todo detalle el material, analizar sus

diversas formas de desarrollo y descubrir la ligazón interna de estas. Solo una vez

44

cumplida esta tarea, se puede exponer adecuadamente el movimiento real” (Marx, 1972b,

p. 239).

De manera que, regresando al carácter reflejo de la actividad mental, cabe destacar que el

conocimiento sobre la realidad objetiva no es sino un reflejo subjetivo de ella, una imagen

mental, pero no como si se tratara de una huella impresa sobre el cerebro, sino como una

elaboración que está mediada por las condiciones internas del individuo que son –como se

conoce– muy propias de cada cual. Lo anterior significa que el conocimiento –como los

fenómenos y hechos naturales y sociales– no es acción (en el sentido de influencia

unidireccional de uno sobre otro), sino interacción (influencia, sí, pero mediatizada por las

cualidades del receptor y, por tanto, bidireccional y condicionado) (Torres-Fernández,

2012e) (Torres-Fernández, 2013b).

En consecuencia, el papel de la dialéctica en la obtención del conocimiento no solo se

manifiesta en la necesaria aprehensión del movimiento interno del objeto o fenómeno de

estudio, sino también a través de un intenso proceso interactivo, de ir y venir recesivo, que

se genera entre las propiedades cada vez más profundas y esenciales, que se van

“descubriendo” en aquel, y el conocimiento previo y la estructura mental instalada en el

sujeto que intenta conocerlo.

Por tanto, el conocimiento –desde la postura epistemológica del materialismo-dialéctico e

histórico– no es visto como un resultado de fácil obtención, expedito, sino el fruto de una

prolongada actividad de búsqueda y cotejo, conducida por una intensa actividad analítico-

sintética, desprovista de simplismos y reduccionismos (Torres-Fernández, 2012e y 2013b).

Como bien han puntualizado los clásicos:

45

“(...) el mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos terminados y

acabados –escribe Engels– sino como un conjunto de procesos, en los que las cosas

que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas (...)

pasan por una serie ininterrumpida de cambios, por un proceso de génesis y

caducidad (...) un ascenso sin fin de lo inferior a lo superior (...) Así, pues, la

dialéctica es, según Marx, ´la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto

del mundo exterior como del pensamiento humano´” (Lenin, 1972c, p. 363).

Asimismo, no debe dilatarse la aclaración de que, aún con un proceso de conocimiento

intenso y profundo, no se agota la aprehensión de la esencia toda del objeto o fenómeno de

estudio. Como certeramente esclareciera V. I. Lenin:

“(...) el materialismo dialéctico insiste sobre el carácter aproximado, relativo, de toda

tesis científica acerca de la estructura de la materia y de sus propiedades (...) El

electrón es tan inagotable como el átomo, la naturaleza es infinita, pero existe

infinitamente, y este reconocimiento (...) de su existencia fuera de la conciencia y de

las sensaciones del hombre es precisamente lo que distingue el materialismo

dialéctico del agnosticismo relativista y del idealismo” (Lenin, 1972b, p.174).

Ahora bien, ¿cómo se manifiestan las contradicciones dialécticas en el proceso de

obtención de nuevos conocimientos científicos? El sociólogo A. Blanco (2003a) describe

certeramente ese mecanismo epistemológico a partir del principio del desarrollo, el cual:

“(…) Implica rechazar la idea de que el conocimiento sea algo acabado e invariable

(…), la imagen imprecisa e incompleta del objeto llega a convertirse en compleja y

exacta, después de múltiples reconstrucciones y rectificaciones (…) para arribar a la

interpretación más acertada de la realidad que mejor refleje la riqueza del objeto.

(…) Exige concebir el conocimiento en su carácter contradictorio, complejo y

46

dinámico, que en su desarrollo avanza de lo abstracto a lo concreto (…) del fenómeno

a la esencia (…) Supone también un enriquecimiento continuo de los saberes

acumulados (…), cada nueva respuesta abre nuevas interrogantes y dudas (…) lo que

en una época fue aceptado como válido (…) termina siendo rechazado y sustituido

por otro conocimiento que también tiene validez histórica y socialmente

condicionada” (pp. 48-49).

De manera que este principio epistemológico supone una concepción del proceso de

crecimiento del conocimiento científico como un repetido ir y venir entre el objeto o

fenómeno de estudio y su reflejo mental en el sujeto cognoscente, en el cual cada nueva

mirada revela aspectos inicialmente no vistos y que se tornan cada vez más intrínsecos y

esenciales (Rubinstein, 1979a) (García-Ramis, 2005) (Torres-Fernández, 2013b).

Puede decirse, entonces, que dicho proceso genera una problematización de esa porción de

la realidad que está siendo sujeta a estudio, proceso que es contradictorio (dialéctico)

puesto que contrapone sistemáticamente aspectos ya aprehendidos a nuevas interrogantes

por responder, las que se convierten –estas últimas– en fuente renovada de motivación y de

auto-avance, de desarrollo (Torres-Fernández, 2012e) (Torres-Fernández, 2013b).

Asimismo, debe tenerse presente que esa realidad natural y social sujeta a estudio contiene

tanto atributos cuantitativos como cualitativos, dispuestos ambos en unidad dialéctica,

como si fueran “dos caras diferentes de una misma moneda”, y considerando esa dualidad

indisoluble debieran ser estudiados (Chávez & Pérez Lemus, 2005) (Martínez-Llantada,

2005b) (Ruiz-Aguilera, 2005); en palabras de las pedagogas villaclareñas J. Lorences, E. L.

Guelmes & E. Salmerón (2009a):

47

“(…) en el desarrollo de todo objeto pedagógico, al igual que en el resto de la

realidad objetiva, se da lo cualitativo y lo cuantitativo, en su unidad dialéctica que

es su forma de existencia [de modo que] El método [científico] debe ser capaz de

captar esa dialéctica” (p. 14).

Resumiendo lo referido sobre el papel de la dialéctica en la obtención del conocimiento

científico, ha quedado sustentado que: “El conocimiento (…) construido es un proceso

infinito de acercamiento del pensamiento al objeto conocido en el movimiento (…) del

conocimiento incompleto al más completo y perfecto. Al hacer más exactas las teorías

existentes el conocimiento avanza (…)” (García-Batista, 2010b, p. 26).

La incertidumbre será entonces si –aun tomando como fuente a la práctica y habiendo

empleado los recursos de la dialéctica– se habrá alcanzado la esencia del objeto o

fenómeno de estudio, “su conocimiento perfecto”. De modo que, la garantía de un

conocimiento científico demanda de un tercer componente epistemológico. Como bien se

conoce, el materialismo-dialéctico e histórico identifica a la práctica (natural y social)

como el mejor criterio de discriminación de tal incertidumbre.

Como diáfanamente planteara C. Marx: “El problema de si el pensamiento humano se le

puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico.

Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad; es decir, la realidad y el

poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un

pensamiento aislado de la práctica, es puramente un problema escolástico” (Marx, 1972a,

p. 102). O en palabras de V. I. Lenin: “(...) Nuestras percepciones y representaciones son

48

imágenes de las cosas. La comprobación de estas imágenes, la separación de las

verdaderas y las erróneas, la da la práctica” (Lenin, 1972b, p. 309).

Pretender acrecentar el conocimiento teórico sin ocuparse –o soslayar– su contraste con la

actividad práctica (en ocasiones, con el pretexto de no asumir una postura positivista), más

que una concesión al racionalismo es un error metodológico, que puede –con una alta

probabilidad– terminar encerrando los resultados en la nebulosa de las pseudo-ciencias.

La veracidad del conocimiento (especialmente del auténticamente científico) no radica

solo en la coherencia lógica de las posiciones teóricas entrelazadas, sino también –y en

última instancia– en su consistencia con la realidad objetiva (Torres-Fernández, 2012e)

(Torres-Fernández, 2013b).

Le asiste toda la razón al sociólogo cubano A. Blanco (2003a) cuando asevera que: “La

verdad [del conocimiento] depende (…) de la concordancia del pensamiento del sujeto

con la realidad objetiva; es decir, con la esencia de las cosas y sus formas de manifestarse

(…)” (p. 52).

El tema trascendental de la validación en la práctica de los resultados de la actividad

científica ha sido ampliamente destacado en la literatura nacional correspondiente a las

ciencias sociales y humanísticas. El ya referido filósofo P. Guadarrama (2012) ha

planteado, en ese sentido: “(…) la praxis social, que es mucho más rica que la científica,

se encarga posteriormente de validar aquellas teorías que resultan propiamente

verdaderas y que constituyen un modo más integral a la explicación del fenómeno” (p. 23).

Mientras que el también filósofo cubano R. Pupo (1990) señala:

49

“Con la dialéctica materialista, la práctica (comprendida como relación esencial

sujeto-objeto) adquiere la cualidad de entidad filosófica y, con ello, su función en la

gnoseología como base, fin y criterio objetivo de la verdad, y su lugar en el

movimiento social, como base del cambio de las circunstancias existentes y la

transformación del hombre” (p. 67).

Entre los pedagogos cubanos se aprecia igualmente consenso en relación con esta medular

postura epistemológica. Los autores G. Pérez-Rodríguez, G. García-Batista, I. Nocedo &

M. L. García-Inza (2009) señalan, en ese sentido, que:

“La práctica social desempeña un papel fundamental en la demostración de la

veracidad de las teorías científicas; además es superior al pensamiento teórico y a

la actividad perceptual del hombre consideradas de forma aislada, ya que en la

práctica se fusionan e interactúan dialécticamente lo teórico y lo empírico, lo

general y lo singular” (p. 65).

Posiciones similares asumen explícitamente otros investigadores educativos ya referidos,

como: C. M. Álvarez de Zayas (1998), B. Castellanos (1998), J. Cerezal & J. Fiallo (2004),

M. Martínez-Llantada (2005a) (2005b), A. Ruiz-Aguilera (2005), B. Castellanos, M. J.

Llivina, G. Valladares & R. Hernández (2005), A. Blanco (2005), M. Silva-Rodríguez

(2005), J. Lorences, E. F. Machado (2008a) (2008b) (2008c), E. L. Guelmes & E.

Salmerón (2009a) (2009b), R. E. Pino (2009), H. C. Fuentes (2009), F. Addine (2010), G.

García-Batista (2010b), A. Roméu (2010), N. Chacón (2011), J. Añorga (2012) e ICCP

(2012), entre otros.

Ahora bien, en torno al criterio epistemológico de la práctica como criterio de veracidad

de los conocimientos científicos, existe un aspecto igual de esencial que es el referido al

50

condicionamiento histórico y social de ese criterio de verdad. Los investigadores

educativos cubanos G. Pérez-Rodríguez, G. García-Batista, I. Nocedo & M. L. García-Inza

(2009) explican el principio del condicionamiento socio-histórico del conocimiento en los

siguientes términos:

“La práctica social es a la vez un criterio absoluto y relativo de la veracidad de los

conocimientos: absoluto, ya que al transformar la realidad (…) confirmamos la

objetividad de nuestro conocimiento; relativo, pues la actividad práctica no puede

confirmar o refutar de una vez por todas una formulación teórica. La práctica social

ulterior puede mostrar las insuficiencias, imprecisiones y errores de nuestras

representaciones obligándonos a revisarlas” (p. 65).

De modo que su validación, aun en la práctica, está limitada por el desarrollo teórico

alcanzado hasta ese instante y por los instrumentos de investigación (racionales,

metodológicos y tecnológicos) disponibles. En consecuencia, y como bien explican las

pedagogas J. Lorences, E. L. Guelmes & E. Salmerón (2009a):

“No puede interpretarse que el sujeto del conocimiento es solo el hombre concreto y

su capacidad individual e intencionada, esta categoría designa al hombre socio-

histórico determinado y portador de la práctica social. El sujeto del conocimiento

tiene muchas formas de existencia que se materializan en un grupo, clase social,

comunidad científica institucional, local o nacional (…) por lo que el investigador

es portador no solo de sus propias concepciones e ideas, sino también de las de su

contexto científico, institución, grupo de investigadores o del proyecto al cual

pertenece” (p. 9).

51

Si se realiza una rápida retrospectiva de los tres prolijos aspectos aquí asumidos como

fundamentos epistemológicos de las ciencias desde el marxismo-leninismo (la práctica

como fuente primaria del conocimiento, su aprehensión dialéctica con arreglo a un

proceder problematizador, gradual e intenso, así como la comprobación de su veracidad en

esa práctica, social e históricamente determinada), podrá entenderse mejor la genialidad y

el elevado poder de síntesis de V. I. Lenin, al declarar como camino de la obtención del

conocimiento el paso de la contemplación viva de la realidad al pensamiento abstracto y

de ahí nuevamente a la práctica (Lenin, 1972b), criterio que asume también este optante.

1.3. Fundamentos sociológicos de la investigación científica

Ahora bien, una revisión del estado del arte de los fundamentos teóricos generales de las

ciencias quedaría incompleta si se suponen estos restringidos a la dimensión

epistemológica. Existe otra perspectiva, de corte sociológico, que se registra en la literatura

especializada con abundancia creciente.

En ese sentido, lo primero que no debe perderse de vista es que las ciencias tienen en las

necesidades prácticas y culturales de los hombres sus raíces más profundas. Esas

necesidades encontraron una expresión singular con el Renacimiento, donde comienza a

ser percibida una clase social que necesitaba accionar intensamente sobre la naturaleza en

búsqueda de un incremento significativo de la producción material y –junto a ella– del

comercio, al que le son circunstanciales los recursos del cálculo aritmético y estadístico.

Como bien señala J. Núñez-Jover (2007), en alusión al análisis de P. Thuillier acerca de las

condiciones históricas en las que le tocó desenvolverse a G. Galilei:

52

“(…) fue el burgués, el empresario quien rehabilitó el trabajo frente al culto, al ocio,

que caracterizó al hombre libre de Grecia y a las clases altas de la Edad Media. El

empresario, por el contrario, trabajaba, calculaba. Galileo vivía en una región muy

comercial, cerca de Venecia, con muchas industrias. Habitaba cerca del Arsenal,

empresa donde trabajaban mil o mil quinientos empresarios con una gran cantidad

de máquinas. (…) La Nueva Ciencia nació en aquel contexto donde se expresaban

nuevas demandas prácticas y culturales (…). Galileo (…) vivió en una sociedad que

planteaba nuevas demandas y logró producir una ciencia eficaz, racional, de base

experimental, matemática, mecanicista” (p. 59).

En segundo orden –aunque ya implícito en la descripción del punto anterior– no debe

olvidarse que los intereses clasistas imprimen –en última instancia– la orientación

apropiada a los componentes de su super-estructura social; la actividad científica entre

ellos. Como acertadamente ha explicado la socióloga puertorriqueña A. Rivera:

“(…) El mundo moderno necesitaba conocimientos exactos para tomar decisiones.

Sin embargo, solo aquellos que tenían capacidad económica para realizar o pagar

estos experimentos e investigaciones podían beneficiarse de sus resultados. Las

ciencias naturales, al producir resultados prácticos, lograron conseguir mayor apoyo

social y político, de ahí el surgimiento de diversas academias reales para respaldar el

trabajo de los científicos naturales durante los siglos XVII y XVIII” (p. 18).

Un tercer aspecto de naturaleza sociológica, fuertemente imbricado a los dos anteriores,

radica en el acelerado proceso de institucionalización que ha acompañado al desarrollo

científico contemporáneo.

53

En la Inglaterra del siglo XVII, como mismo en su vecina Francia, aparecieron hacia

finales de ese siglo la Royal Society y la Academia de Ciencias de París respectivamente,

modelos de instituciones científicas que fueron imitados posteriormente por otras naciones.

En ese contexto es que aparece el término “científico”, utilizado por primera vez –en 1833–

por W. Whewell, en una reunión de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia.

A ello cabría añadir que durante el siglo XIX se crearon muchos puestos de trabajo para

científicos, por ejemplo en las Ecoles de Francia pos-revolucionaria y en las universidades

alemanas, de manera tal que el apoyo gubernamental consolidó la carrera científica

(Núñez-Jover, 2007). Desde entonces, se han fortalecido los colectivos de profesionales

dedicados a la investigación, reconocidos –hoy día– como comunidades científicas.

De modo que, así como el desarrollo de la ciencia condujo al estudio de las creencias

acerca de la relación de los investigadores con su objeto de estudio y de las maneras en que

se concreta la misma de acuerdo con aquellas –caracterizadas aquí como perspectiva

epistemológica de las ciencias– los teóricos comenzaron a estudiar también las

características de los intercambios que se establecen entre los investigadores aglutinados en

sus comunidades, así como de las relaciones que se establecen entre ellas como resultado

de la actividad científica, en lo que se ha dado en llamar sociología de las ciencias.

En palabras de J. Núñez-Jover (2007):

“La imagen de la ciencia vista como relación sujeto-objeto ha sido desarrollada,

sobre todo, por la metodología del conocimiento científico y la epistemología. De

ahí sus temas clásicos: método, verdad, objetividad, explicación, argumentación,

entre otros. Sin embargo, comprender la ciencia exige también entenderla en el

54

marco de la relación sujeto-sujeto. Este es el ángulo preferente que ha aportado la

Sociología de la ciencia” (p. 28).

Debe recordarse que la Sociología –en tanto ciencia social– se ocupa del “(…) estudio de

la vida en grupo, el origen y desarrollo de las sociedades, el comportamiento humano en

situaciones sociales y los resultados de su vida en comunidad” (Rivera, 2007, p. 7). Aquí

se está hablando –bajo la denominación de sociología de la ciencia– del estudio de las

comunidades científicas, de la labor en grupos de los investigadores científicos.

El origen de esta disciplina se ubica en los trabajos primarios de R. K. Merton, en los

Estados Unidos de América, en los años ´40, los cuales estuvieron centrados en las normas

o ethos que –desde su punto de vista– rigen la vida de los científicos en colectivo y en

sociedad; esas normas –sintetizadas a través de la expresión CUDEOS– se refieren a una

visión sociológica de la ciencia que presupone: un comunismo de los hallazgos científicos

(constituyen una herencia, un patrimonio de toda la comunidad), un universalismo de las

tesis científicas (todo resultado debe ser sometido al escrutinio de criterios impersonales),

un desinterés por el beneficio derivado de la actividad científica (salvo la satisfacción del

deber cumplido y el prestigio social adquirido) y un escepticismo organizado en torno a los

resultados científicos y a los procedimientos metodológicos y tecnológicos empleados para

obtenerlos (de manera que todo está sujeto a discusión).

No obstante, también se encuentran importantes contribuciones en las reflexiones críticas

de T. Kuhn al positivismo lógico –ya referidas aquí, desde la perspectiva epistemológica– y

al criticismo popperiano. En efecto, T. Kuhn tiene el mérito de haber apreciado en las

comunidades científicas (término introducido previamente por M. Polanyi, en 1942)

55

unidades portadoras y validadoras del conocimiento y, por tanto, educadoras de las

nuevas generaciones de investigadores.

Esta visión parte del criterio axiomático de que: “No existen investigadores científicos

innatos (…) [sino que] se forman y adoptan la experiencia de otros investigadores más

experimentados (…)” (Guadarrama, 2012, p. 29), el cual tiene implicaciones de marcado

carácter sociológico.

La definición kuhniana –aun intuitiva– de comunidad científica, como colectivo de

profesionales que “(…) practican una especialidad científica (…) [razón por la cual] han

recibido una educación y una iniciativa [e incluso iniciación] profesionales similares”

(Kuhn, citado por Núñez-Jover, 2007, p. 30), posibilita avizorar una noción de subcultura

generada por la actividad científica; cuarto aspecto de carácter sociológico a destacar. En

efecto:

“En el interior de la cultura, la ciencia se comporta como una subcultura sostenida

por la actividad comunal de grupos practicantes (…) El que toma el camino de la

ciencia se incorpora a un tipo de subcultura, la científica, distinguible de las demás

(la religión, por ejemplo). Como cualquier otra, ella porta sus propios ritos,

jerarquías, estándares, autoritarismos, controles, etc. No es un mundo donde el

talento florece solo por incentivos personales, sino que resulta de la educación que

tiene lugar en el interior de esa subcultura” (Núñez-Jover, 2007, p. 35).

Sin embargo, no debe olvidarse que la contribución de T. Kuhn en la dirección sociológica

ha sido limitada, pues al atribuir la cohesión de las comunidades científicas a la alineación

hacia un determinado “paradigma”, aísla su funcionamiento de las demandas sociales

histórico-concretas, siempre determinantes. Es justa la crítica de que: “La tesis de Kuhn

56

subraya la autonomía relativa de la ciencia (…) [pero] se absolutiza un lado de la

dinámica más general [de las comunidades científicas]: falta por considerar lo que Engels

indicó claramente: una necesidad técnica impulsa más la ciencia que diez universidades

(…)” (Núñez-Jover, 2007, p. 31).

Lo más importante en torno a este cuarto aspecto –a criterio de este optante– es que la

noción de actividad científica como expresión de una subcultura peculiar abre un espacio

para la consideración de la incidencia en el acto investigativo de factores no solo empíricos

y lógicos, sino también subjetivos de naturaleza afectiva-volitiva, como: la influencia de

los líderes científicos, la necesidad de ajustarse a las preferencias del colectivo de

investigación, la adaptación de los proyectos de trabajos a publicar a los intereses

imperantes de la política editorial, las aspiraciones de obtener premios o reconocimientos,

entre otros.

¿Significa esto que la actividad científica está – hablando en términos absolutos– a merced

de la personalidad de los investigadores y, especialmente, de sus líderes? También J.

Núñez-Jover (2007) anticipa la respuesta: “(…) el conocimiento es una construcción

social, pero lo construimos con una considerable ayuda del propio ´mundo físico´ [y

social] que coloca notables restricciones a nuestra lectura e interpretación” (p. 122).

Por tanto, es de esperar que la replicación de una investigación sobre el mismo objeto de

estudio, con la utilización de técnicas investigativas más potentes y una dosis considerable

de apego a la verdad, permita re-leer la práctica (física o social) estudiada, rectificar

eventuales sesgos anteriores y contrarrestar –en definitiva– los peligros siempre latentes de

la subjetividad.

57

De modo que de este aspecto se deriva –como corolario de un teorema– otro quinto; a

saber, que el quehacer científico tiene –sociológicamente hablando– implicaciones

axiológicas y éticas que deben ser educadas en los investigadores y sistemáticamente

vigiladas por las comunidades científicas, y la sociedad toda en la que ellos se insertan.

Se coincide con E. Mendelsohn en que:

“La ciencia es una actividad de seres humanos que actúan e interactúan, y por lo

tanto una actividad social. Su conocimiento, sus afirmaciones, sus técnicas, han sido

creados por seres humanos y desarrollados, alimentados y compartidos entre grupos

de seres humanos. Por tanto, el conocimiento científico es esencialmente

conocimiento social. Como una actividad social, la ciencia es claramente un

producto de una historia y de un proceso que ocurre en el tiempo y en el espacio y

que involucra actores humanos. Estos actores tienen vida no solo dentro de la

ciencia, sino en sociedades más amplias de las cuales son miembros” (Mendelsohn,

citado por Núñez-Jover, 2007, pp. 169-170).

Se trata de razones suficientemente poderosas como para comprender que la actividad

científica difícilmente resulta un acto humano aséptico, inmune a tentaciones éticamente

criticables o, cuando menos, a aspiraciones demasiado centradas en el investigador mismo.

Por tanto, ella demanda la formación de una ética profesional, en los términos en que han

señalado los educadores cubanos N. Chacón (2002) (2011) y E. R. Figueras (2009), entre

otros.

El tema de la ética en el comportamiento profesional de los investigadores científicos ha

sido ampliamente tratado en la literatura especializada. En ese sentido, ha señalado el

cubano P. Guadarrama (2012): “La investigación científica es un acto de compromiso

58

social y no un hecho indiferente en el plano ético, ideológico, educativo, etc. Implica

asumir una responsabilidad no solo individual (…)” (p. 27).

Y más adelante añade: “(…) los investigadores no son [los] verdaderos dueños de las

fuentes, ya que estas son patrimonio de la humanidad, y su verdadera propiedad

intelectual consiste en las nuevas interpretaciones que puedan hacer incluso de las mismas

fuentes manejadas con anterioridad por otros investigadores” (Guadarrama, 2012, p. 87).

Sobre este aspecto ha reflexionado el científico cubano A. Lage (2013): “La (…) pregunta

¿a quién pertenece el conocimiento?, parece a primera vista absurda. Choca con la ética y

con la cultura. Si algo es un producto netamente social es precisamente el conocimiento,

tan dependiente de la cultura y el acervo precedente” (p. 33). Y posteriormente aclara:

“(…) en la producción de conocimiento (a diferencia de la producción de objetos

materiales) el ´inventor´ hace solamente el tramo final de un largo proceso creativo que

depende de la sociedad en su conjunto” (p. 36).

Relacionado también con el tratamiento de las fuentes de información, P. Guadarrama

(2012) aclara: “(…) en la investigación científica no [es] aconsejable acudir al escolástico

argumento del principi autoritatis, según el cual, cualquier planteamiento de algún

pensador de mucho prestigio, y que representa una autoridad en su campo, debería ser

considerado infalible (…)” (p. 113).

No menos trascendente es su llamado a combatir el narcisismo y la subvaloración de la

educación científica recibida:

“(…) un investigador nunca ha estado ni estará solo, aunque crea que solo le

acompañan las cuatro paredes de su laboratorio o biblioteca. Allí como fantasmas

59

del bien le acompañan innumerables muertos-vivos que han contribuido con su

saber a la generación intelectual a la que él pertenece, y su misión finalmente será

incorporarse también a ese panteón tan vital y fructífero de los científicos que han

impulsado a la humanidad” (Guadarrama, 2012, p. 157).

Actitudes similares de los investigadores científicos reclaman los autores cubanos M. P.

Linares & J. R. Santovenia (2012); al respecto señalan: “El investigador debe ser muy

exigente ante la responsabilidad que asume con su labor investigativa, así como denotar

integridad y crecimiento” (p. 79).

Por su parte, el ya referido J. Núñez-Jover (2007) realiza igualmente señalamientos de

fondo, también en esa dirección. En tal sentido plantea:

“(…) La ciencia ha contribuido a promover dentro de nuestra civilización ese hábito

moral que llamamos honestidad ´o sea, aquella actitud de fondo que consiste en el

rechazo a callar la verdad, a camuflarla, o a hacerla pasar por falsa, en obsequio a

intereses de cualquier género, incluso si estos fueran particularmente nobles y

altruistas´” (p. 151).

Y tras analizar las complejas condiciones en las que deben promover la actividad científica

los países subdesarrollados (“de la periferia”), ante el hegemonismo intelectual y

tecnológico, así como la política de robo de cerebros de los países desarrollados (“del

centro”), advierte: “En los tiempos que corren donde ´el templo´ de la ciencia se llena de

´mercaderes´, de gente que busca hacer negocios (…) el ´control ético´ de la práctica

científica es imprescindible” (Núñez-Jover, 2007, p. 165).

60

Entre los investigadores educativos –en particular– el tema de la formación axiológica y la

ética de los educadores-investigadores han sido recurrentemente tratados. Así, por

ejemplo, el pedagogo e investigador cubano A. Ruíz (2005) ha señalado:

“(…) la actividad del investigador (…) está determinada también por su conciencia

de clase, por sus motivos e intereses, necesidades y sentimientos, que en muchos

casos transgreden la lógica de su pensamiento y proporcionan un significativo

aporte subjetivo dentro del proceso del conocimiento” (p. 26).

Mientras que el sociólogo y pedagogo cubano A. Blanco (2005) reclama que: “(…) el

investigador [educativo] debe ser lo suficientemente honesto para reconocer las fuentes de

[los] conceptos y establecer con exactitud las diferencias entre la creación personal y

ajena” (p. 137).

Los también pedagogos cubanos G. Pérez-Rodríguez, G. García-Batista, I. Nocedo & M.

L. García-Inza, (2009) –por su parte– explican que:

“Otra característica de la investigación educacional, muy vinculada con la

responsabilidad moral (…), es que el investigador forma parte del sistema social y

educacional que estudia, lo aborda a partir de sus valores, convicciones, puntos de

vista ideológicos, por lo que debe estar consciente que nunca tendrá una absoluta

imparcialidad y fría neutralidad, respecto a aquel. Lo que se debe aspirar es a que

esté armado de valores morales, humanistas y progresistas que le permitan

plantearse problemas científicos importantes para la sociedad y abordarlos a partir

de esta óptica” (p. 19).

Todo lo anterior posibilita comprender –además– que las normas mertonianas realmente

distan de constituir un modelo acabado y –sobre todo– fiel de la práctica cotidiana de la

61

actividad investigativa; menos aún en la actualidad, en un mundo globalizado y unipolar.

No le falta razón a J. Núñez-Jover (2007) cuando advierte que:

“El ethos científico predicado por Merton y sus seguidores se refiere más bien al

comportamiento –seguramente idealizado– de la ciencia académica. En las últimas

décadas la ciencia se ha visto involucrada de modo creciente en objetivos

económicos y militares, lo que ha tenido profundas implicaciones en la práctica

científica y en el comportamiento mismo de los científicos (…)” (p. 186).

Finalmente, en lo que a los fundamentos sociológicos de la ciencia se refiere, es importante

consignar que –precisamente a tono con las nuevas condiciones mundiales– la actividad

científica supera no solo el quehacer individual de los investigadores, sino incluso el de los

colectivos de investigación y comunidades científicas en los que ellos se insertan.

En efecto, la noción de ciencia como una empresa colectiva y con profundas raíces

culturales y socio-económicas subrayan el papel del intercambio y la confrontación de

teorías más allá de lo local, de lo institucional. Es acertado afirmar que: “La comunicación

social de la ciencia se considera tan importante como la propia investigación” (Herrero,

Arboledas & Legerén, 2014, p. 2).

Una forma de expresión trascendental de esa relación global entre los investigadores radica

en las publicaciones científicas. Como bien han señalado los investigadores educativos

pinareños D. Mainegra & J. Miranda (2012):

“La comunicación de la ciencia en publicaciones de diverso formato cobra, cada vez

más, una creciente importancia a nivel mundial para valorar la calidad y

credibilidad de un centro de investigación, una universidad o cualquier otra

institución que tenga entre sus propósitos la investigación” (p. 5).

62

Tal es su importancia que derivó en una nueva disciplina, conocida como Bibliometría. Sus

orígenes suelen situarse en la creación –en 1960– de indicadores de citación de obras

científicas por E. Garfield, el fundador del Institute for Scientific Information [ISI] de

Filadelfia, Estados Unidos (De Vito, 2006) (Rosell, 2011) (Velasco, Eiros, Pinilla & San

Román, 2012). Desde 1992 la Thomson Reuters e ISI se fusionaron, en lo que hoy se

conoce como Thomson-ISI.

Cabe destacar que la misma posee un servicio en línea que cubre a miles de publicaciones

seriadas contenidas en las bases de datos de numerosas disciplinas, tanto de las ciencias

naturales y exactas, como de las ciencias sociales y humanísticas; a este se le conoce como

Web of Science [WoS] (Rosell, 2011). Asimismo, “(…) dispone de una base de datos

estadísticos [Journal Citation Reports, JCR] que proporciona una manera sistemática y

objetiva de determinar la importancia relativa de revistas [científicas] dentro de sus

categorías temáticas (…)” (De Vito, 2006, p. 38).

Se trata de un proceso tan elitista que: “Anualmente se evalúan más de 2 000 títulos de

revistas y solo se seleccionan alrededor del 10-12% de todas ellas” (Velasco, Eiros, Pinilla

& San Román, 2012, p. 78). Como explica (De Vito, 2006): “Es muy difícil que una revista

sea procesada por [la WoS]; el simple hecho de superar las barreras que impone, sobre

todo a una revista que no proceda de Estados Unidos o el Reino Unido (…) constituye un

mérito editorial indiscutible” (p. 44).

Es bueno señalar que, en las últimas décadas, han venido surgiendo otras bases de datos,

que –si bien no alcanzan la notoriedad de la WoS– han ido ganado terreno. Ese es el caso,

por ejemplo, de la Scientific Electronic Library On line [SciELO] (De Vito, 2006) (García-

63

Cepero, 2008) (Hernández-Asensio, 2014), la Red de Revistas Científicas de América

Latina, el Caribe, España y Portugal [Redalyc] y la Biblioteca Digital de la Organización

de Estados Ibero-americanos [OEI] (García-Cepero, 2008) (Hernández-Asensio, 2014),

todas de reconocida aceptación en América Latina. Sin embargo, el cambio significativo en

la correlación de fuerzas se produjo en el 2004, “(…) con la aparición de Scopus y Google

Scholar, fuentes con un nivel de cobertura mayor que la WoS con respecto a las ciencias

sociales” (Rosell, 2011, p. 28).

Particular importancia reviste la irrupción de Google Académico [Google Scholar] y su

servicio de Scholar Metric, a partir del cual se comienza a hablar de metodología

alternativa a la metodología estándar, o sea a la asociada con la información bibliométrica

proporcionada WoS y Scopus (Brunner & Salazar, 2012) (Cabezas & Delgado, 2012). En

ese sentido, se ha explicado que la base de datos de Google Académico:

“(…) incluye artículos aparecidos no solo en la corriente principal sino, además, en

revistas nacionales y en idiomas distintos del inglés (…), ponencias, tesis doctorales

y de Máster (…), reportes técnicos, revisiones bibliográficas, documentos de

trabajo, informes de investigación, documentos oficiales (…), libros y capítulos de

libros (…)” (Brunner & Salazar, 2012, p. 563).

Se debe destacar que la Bibliometría se apoya en la utilización de recursos cuantificables.

A criterio de B. Velasco, J. M. Eiros, J. M. Pinilla & J. A. San Román (2012): “El empleo

de indicadores bibliométricos presenta una serie de ventajas frente a otros métodos

utilizados en la evaluación científica, al tratarse de un método objetivo y verificable (…)”

(p. 77). Aunque debe tenerse en cuenta –al mismo tiempo– que solo son de utilidad para

los resultados de investigación que han sido publicados.

64

Estos recursos se pueden clasificar en dos grandes grupos: indicadores de actividad (los

indicadores de producción, de circulación, de dispersión, de uso de la literatura científica,

de colaboración y de obsolescencia de la literatura científica) e indicadores de impacto (el

número de citas recibidas, el índice h y el factor de impacto de las revistas), y sobre ellos

existe una abundante información en la literatura (Spinak, 1998) (Amin & Mabe, 2000)

(Torricella, Van Hooydonk & Araujo, 2000) (Velasco, Eiros, Pinilla & San Román, 2012)

(Google Académico, 2012a) (Google Académico, 2012c) (Dorta & Dorta, 2013).

Es necesario precisar que el extendido empleo que ha experimentado la Bibliometría

supone la garantía previa de la calidad de las revistas científicas, de cuyo análisis resulta el

procesamiento de los indicadores de impacto creados por aquella. Un elemento clave en la

búsqueda de los estándares de calidad requeridos es el empleo de jueces o pares revisores

(peer-reviewers) y el correcto trabajo de los editores; en la literatura especializada se trata

a estos actores y los roles que deben desempeñar con suficiente profundidad (Slafer, 2009)

(Pérez-Abril, 2012) (Rodríguez, 2013).

Pero el papel de la evaluación de la calidad de la actividad científica ha crecido tanto en

las últimas décadas que no se habla ya solo de Bibliometría, sino incluso de Cienciometría.

En palabras de E. Spinak (1998):

“La bibliometría estudia la organización de los sectores científicos y tecnológicos a

partir de las fuentes bibliográficas y patentes para identificar a los actores, a sus

relaciones, y a sus tendencias. Por el contrario, la cienciometría se encarga de la

evaluación de la producción científica mediante indicadores numéricos de

publicaciones. La bibliometría trata con varias mediciones de la literatura, de los

65

documentos y otros medios de comunicación, mientras la cienciometría tiene que ver

con la productividad y utilidad científica” (p. 143).

Los intentos de comparación internacional desde la perspectiva de la Cienciometría han

planteado retos metodológicos de consideración. En la literatura se reportan unos primeros

avances desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE],

a inicios de los años ´60, en materia de producción científica, que finalmente

desembocaron en la elaboración –por expertos designados– del Manual de Frascasi,

primero (1963), y del Manual de Oslo, después (1992) (Lozano, Saavedra & Fernández-

Franch, 2011) (Velasco, Eiros, Pinilla & San Román, 2012) (Albornoz et al., 2012).

La necesidad de ajustar esas experiencias, correspondientes a países desarrollados, al

contexto latinoamericano generó esfuerzos similares desde la Red Iberoamericana de

Indicadores de Ciencia y Tecnología [RICYT], cuyo fruto fundamental lo constituye el

Manual de Bogotá (2001) (Olaya & Peirano, 2007) (Albornoz et al., 2012). Una categoría

esencial y, por tanto, común a todos esos esfuerzos de evaluación de la actividad científica

y tecnológica es el concepto de impacto (Spinak, 1998) (Villaveces, Orozco, Olaya,

Chavarro & Suárez, 2005) (De Vito, 2006) (Olaya & Peirano, 2007) (Arencibia-Jorge &

Moya, 2008) (Lozano, Saavedra & Fernández-Franch, 2011) (Velasco, Eiros, Pinilla & San

Román, 2012) (Albornoz et al., 2012).

Con el desarrollo vertiginoso de las TIC y de Internet, y especialmente de la World Wide

Web (WWW), han aparecido otras disciplinas como la Cibermetría, a través de la cual se

extienden los principios de la Bibliometría y la Cienciometría a las publicaciones en la

Web, con la asistencia de diversos programas informáticos especializados, los que –a su

66

vez– se apoyan en el estudio de las co-citas y co-ocurrencia de palabras, procedente de la

teoría de redes de actores (Arroyo, 2004).

Otra dirección de avance de las ciencias en el plano sociológico, sobre la base del

vertiginoso desarrollo de las TIC y la Internet, ha sido el trabajo de investigación en redes

(Villaveces, Orozco, Olaya, Chavarro & Suárez, 2005) (Sañudo, 2010) (Albornoz et al.,

2012). En ese sentido se ha señalado:

“(…) emergen nuevas relaciones y fenómenos que pueden registrarse. Por ejemplo, la

aparición de redes que demuestran las distintas formas de cooperación de los

miembros de la comunidad es evidencia de la maduración de ella. La red ha puesto

en tensión a una gran cantidad de actores, que son igualmente necesarios para la

construcción de un nuevo objeto o una nueva noción (…)” (Villaveces, Orozco,

Olaya, Chavarro & Suárez, 2005, p. 128).

Corresponde ahora el análisis de los elementos de la teoría y la práctica del materialismo-

dialéctico e histórico que constituyen sustento teórico de las ciencias desde la perspectiva

sociológica. Lo primero que merece ser destacado en ese sentido es el reconocimiento que

realiza el marxismo-leninismo de la estrecha relación que se establece entre actividad

científica y sociedad y, por extensión, el carácter clasista de aquella. Como bien ha

explicado J. Núñez-Jover (2007):

“(…) En la tradición dialéctico-materialista el conocimiento, la ciencia y la

tecnología, solo pueden comprenderse como dimensiones de la totalidad social y

únicamente se les puede explicar en relación con esa totalidad. Por ello para la

teoría que viene de Marx los problemas políticos, económicos, morales, no son

67

ajenos a la ciencia. Las relaciones ciencia-sociedad no son instancias que actúan a

distancia (…) sino auténticas relaciones de constitución” (p. 170).

En efecto, la noción de superestructura social determinada por la base económica, aún con

cierta independencia relativa (Engels, 1972c), es un tema medular de la concepción

marxista-leninista de la historia y la sociedad. Como reflexionaban los clásicos:

“¿Acaso se necesita una gran perspicacia para comprender que con toda

modificación sobrevenida en las condiciones de vida, en las relaciones sociales, en

la existencia social, cambian también las ideas, las nociones y las concepciones, en

una palabra, la conciencia del hombre? ¿Qué demuestra la historia de las ideas

sino que la producción intelectual se transforma con la producción material? Las

ideas dominantes en cualquier época no han sido más que las ideas de la clase

dominante” (Marx & Engels, 1972, p. 282).

Noción esta que se refuerza con la visión marxista de ciencia como actividad de

producción, en tanto: “El propio Marx lo define así: ´Es trabajo general todo trabajo

científico, todo conocimiento, todo invento (…)´” (Lage, 2013, p. 27).

Pero la ciencia no solo se desenvuelve con arreglo al tipo de relaciones de producción que

subyacen en una sociedad históricamente determinada, sino que –además– ha devenido –ya

desde hace tiempo– en una institución social. En efecto, cabe destacar que:

“(…) la ciencia es un fenómeno sociocultural complejo que posee sus propias fuerzas

motrices, lo que impide hablar de un condicionamiento casual lineal y mecánico

entre la sociedad y la ciencia (…) Situado explícitamente en la tradición de Marx,

Kröber (1986) resume el tema así: ´entendemos la ciencia no solo como un sistema

de conceptos, proposiciones, teorías, hipótesis, etc., sino también, simultáneamente,

68

como una forma específica de actividad social dirigida a la producción, distribución

y aplicación de los conocimientos acerca de las leyes objetivas de la naturaleza y la

sociedad (…)´” (Núñez-Jover, 2007, pp. 36-37).

En consecuencia, la actividad científica institucionalizada genera una subcultura propia,

con normas, controles y jerarquías singulares (Núñez-Jover, 2007). En relación con ella

existen, al menos, dos elementos de marcada naturaleza sociológica que han sido

trabajados filosóficamente por el marxismo-leninismo. Uno de ellos se refiere a la

comunicación intersubjetiva y el otro a la formación axiológica y ética de los individuos.

Por su trascendencia para la comprensión y valoración del quehacer científico en el

contexto cubano, serán abordados a continuación.

En relación con la función de la comunicación ha destacado certeramente R. Pupo (1990):

“(…) la actividad humana concebida en su expresión filosófica deviene como relación

sujeto-objeto y sujeto-sujeto, y se estructura, compendia y despliega como actividad

cognoscitiva, valorativa, práctica y comunicativa, donde todos en interacción

recíproca, mediados por la práctica, expresan en síntesis los momentos objetivo y

subjetivo del devenir social” (p. 29).

De tal suerte que el materialismo-dialéctico e histórico sustenta la necesidad de la

comunicación humana en los marcos de la actividad productiva. En ese sentido, sigue

explicando este autor:

“La determinación marxista de la esencia del hombre en el conjunto de relaciones

sociales, y estas como concreción de la actividad práctica de los hombres sentó las

premisas teórico-metodológicas, para la comprensión científica de la comunicación

en su dimensión social” (Pupo, 1990, p.119).

69

Considerando además que las ciencias constituyen una subcultura, la comunicación asume

en el proceso de producción de los nuevos conocimientos formas y funciones peculiares.

Dos de las formas más importantes de comunicación en las ciencias lo constituyen los

debates en eventos científicos y las publicaciones de los resultados en revistas y en

editoriales científicas. En relación con ellas ha explicado J. Núñez-Jover (2007):

“(…) el conocimiento es una construcción social, al menos porque lo que lo

constituye como conocimiento es el proceso de aceptación y consenso al que se le

somete. Las publicaciones [y] los debates son procesos sociales aunque sea solo en

términos de socium científico, sin olvidar que de diversos modos este está conectado

con la estructura y los agentes sociales en los que la práctica científica se produce”

(p. 120).

No debe perderse de vista, asimismo, que desde la perspectiva marxista-leninista, la

comunicación intersubjetiva está especialmente intervenida por acciones cognoscitivas,

pero también axiológicas. En palabras del filósofo cubano R. Pupo (1990):

“(…) Esta relación entre sujetos está mediada por la actividad gnoseológica-

cognoscitiva y la orientación valorativa-axiológica. Se conocen mutuamente,

intercambian experiencias, hábitos, resultados del trabajo materializado en objetos,

y en función de la satisfacción de las necesidades crecientes. Por lo tanto, en la

comunicación, actuación práctica, conocimiento y valoración se imbrican

indisolublemente. Pudiera decirse que es el momento en el cual el movimiento

dialéctico de lo social y lo individual del hombre, la estructura de la actividad

humana, se revela en su expresión sintética, conjugándose dialécticamente el

contenido cognoscitivo y valorativo de la obra humana en los niveles psicológico e

70

ideológico y en las múltiples formas en que se manifiesta el mundo espiritual y

material del hombre” (pp.125-126).

Se está así ante un proceso de educación social, que en el caso particular de la actividad

científica incorpora, además de las decisiones en torno a la veracidad o no de los productos

de la investigación (y de las vías y recursos empleados para obtenerlos), elementos de

naturaleza axiológica y ética. Aspectos tan trascendentales como el compromiso del

investigador con la sociedad que lo ha estado formando, la honestidad y modestia

científicas, el desarrollo de la perseverancia en el acto investigativo, así como el orgullo

por el sacrificio que impone la actividad científica, entre otras exigencias (Torres-

Fernández, 2013b), conectan con la perspectiva marxista-leninista de concebir la

comunicación social.

Y, claro está, ese conjunto de valores morales y patrones éticos asumirán contenidos y

escalas de manifestación diferentes, en dependencia del régimen económico–social

imperante en la nación donde se encuentran enclavadas las instituciones científicas.

En la fase actual de desarrollo del capitalismo, esa proyección social del quehacer

científico se traduce en hechos dramáticos. Como describe J. Núñez-Jover (2007):

“(…) el 85% del esfuerzo mundial en ciencia y tecnología corresponde a 10 países,

aquellos que en virtud de lo descrito antes tomaron la punta en los procesos de

industrialización, para lo cual se sirvieron de la explotación del resto de los países

del mundo, los que fueron colonizados, neo-colonizados y explotados. En otras

palabras, la ´sociedad del conocimiento´ se refiere a un mundo muy desigual donde

el analfabetismo es aún una regla en muchos países y la capacidad científica y

71

tecnológica de los ricos es un instrumento de saqueo que aplican metódicamente

contra los pobres” (p. 88).

En posición diametralmente opuesta, el socialismo aboga por el desarrollo de valores

humanistas y el espíritu de sacrifico por sus semejantes. Como bien ha señalado el

investigador cubano A. Lage (2013):

“(…) Tenemos que intensificar la formación ideológica y cultural de nuestros

científicos, y preparar cada vez mejor un hombre que no solo sabe lo que hace, sino

por qué y para qué lo hace, y qué relaciones tiene su trabajo con la labor de muchos

otros; que haga suya la herencia de ideas y valores que entrega nuestra historia;

que comprenda su mundo, para ayudar mejor, a partir de este y a través de este, a

todo el mundo” (p. 85).

¿Y de qué recursos ideológicos puede valerse la sociedad socialista para promover entre

sus investigadores tan elevados valores morales y principios éticos? El propio A. Lage

(2013) plantea respuestas a esa medular interrogante: “(…) Para que el socialismo sea

viable se necesita una cultura en que el individuo halle motivación para el trabajo y la

creatividad en su contribución a la calidad de vida colectiva (…)” (p. 252). El compañero

Fidel Castro propone una estrategia mucho más general, que no excluye sino incorpora la

idea anterior:

“La naturaleza humana no produce a todos los hombres exactamente iguales. Hay

una cosa que puede hacer a todos los hombres más o menos iguales, hay un solo

medio de hacer que todos los hombres se asemejen y ese medio es la educación que

es lo único capaz de hacer que los hombres puedan variar una inclinación del mal

72

hacia el bien” (Castro, citado por Cárdena, Arteaga, Padilla, Echeverría & Santana,

2005, p. 25).

En el entorno de la investigación educativa cubana, merecen especial realce en esta

dirección los ya referidos trabajos de los autores nacionales: C. M. Álvarez de Zayas

(1995), J. Añorga & N. Valcárcel (1998), M. V. Chirino (2005), G. Fariñas (2005), N.

Chacón (2011) y J. Añorga (2012), a los que se debieran agregar los de E. R. Figueras

(2009) y R. E. Pino (2009), así como los del colectivo de investigación dirigido por N.

Chacón et al. (2003).

Resumiendo lo tratado hasta aquí, acerca de los fundamentos sociológicos de las ciencias

desde la perspectiva del marxismo-leninismo, debe tenerse presente que se reconoce la

existencia de una estrecha relación entre ciencia y sociedad, en tanto la primera resulta una

institución clasista, responsabilizada con el acelerado desarrollo económico y social de las

naciones. Hacia su interior, se requiere de una fructífera comunicación interpersonal e

inter-institucional, en la que los debates y las publicaciones científicas juegan un papel

trascendental, como mismo una sólida formación axiológica y ética de sus miembros.

1.4. Fundamentos metodológicos de la investigación científica

Una vez analizados los supuestos teóricos generales de las ciencias desde las perspectivas

epistemológica y sociológica, y asumidas las posiciones que sobre los mismos establece el

materialismo-dialéctico e histórico, se procederá ahora al análisis de los enfoques

metodológicos fundamentales que se manejan en la literatura especializada actual. Primero,

serán caracterizados brevemente y, a continuación, se explicarán las categorías y recursos

73

asociados a ellos que se asumen en la presente Tesis, bajo la condición de que se ajusten a

las premisas teóricas arriba admitidas, especialmente las de carácter epistemológico.

Hablar de los enfoques metodológicos que puede seguir la investigación científica, y

especialmente la investigación educativa, es hacer referencia –esencialmente– a la manera

en que se ejecuta el trabajo investigativo; es decir, están estrechamente vinculados a los

métodos de investigación. Se sabe que estos últimos se deben ajustar a las características

del objeto o fenómeno de estudio, pero al mismo tiempo su selección soporta cierta carga

subjetiva, o sea se adecua a las preferencias y al nivel de formación de los investigadores,

así como a las condiciones contextuales operantes al momento de desarrollar la

investigación.

En efecto, como advierte el investigador cubano C. M. Álvarez de Zayas (1995): “Las

características del método de investigación están determinadas por el objeto, por las

situaciones económicas, sociales y culturales del contexto y del investigador y por lo que

este quiere lograr” (p. 23). Por ello, no debiera sorprender la existencia en la literatura de

una pluralidad de métodos y de enfoques metodológicos.

Sin embargo, no debe perderse de vista que el principal motor impulsor de esa búsqueda de

multiplicidad de formas de conducir la investigación debe radicar en el medular

compromiso de la actividad científica con la objetividad, con el apego del nuevo

conocimiento a la esencia –al movimiento interno– del objeto o fenómeno sometido a

estudio. Es correcta la apreciación de P. Guadarrama (2012) de que: “(…) La afanosa

búsqueda de nuevas verdades más ricas, concretas y objetivas solo ha sido posible porque

el investigador científico ensaya y construye constantemente nuevos métodos” (p. 136).

74

Es decir, el vector principal del desarrollo de los enfoques metodológicos –en tanto

expresiones más generales de la manera de hacer investigación científica– tiene una

naturaleza epistemológica, focalizada en la relación objeto-sujeto, en el ajuste de la

actuación del investigador a las características del objeto o fenómeno de estudio.

De este modo, como en los inicios de las ciencias modernas la fuente primordial de

contradicciones –de necesidades sentidas– radicó en la humanización de la naturaleza, el

enfoque inicialmente predominante fue el llamado cuantitativo. Solo después que esas

necesidades básicas empezaron a satisfacerse y se evidenciaron nuevas necesidades

investigativas, ahora asociadas a los colectivos que hacían posible desarrollar con eficacia

y civilización esos procesos de transformación de la naturaleza, comenzaron los científicos

–y no solo los filósofos, como hasta entonces– a voltear la vista hacia los procesos

sociológicos y humanistas, lo que desembocó en la emergencia de un nuevo enfoque

denominado cualitativo (Tapia, 2004) (Núñez-Jover, 2007) (Guadarrama, 2012).

Al acercarse a las conceptualizaciones teóricas de ambos se aprecia una marcada dicotomía

entre ellos; más aún, se pone de manifiesto un enconado enfrentamiento epistemológico y

metodológico. Esa diferenciación se suele presentar en la literatura especializada –una y

otra vez– mediante una tabla que compara fila a fila (ordenadas según diversos criterios de

comparación) las dos columnas, relativas al enfoque cuantitativo y al cualitativo

respectivamente, a veces con un sentido de distanciamiento irreconciliable, otras de unidad

dialéctica (Bisquerra, 1989) (Pita & Pértegas, 2002) (Cook & Reichardt, 2005) (Alonso,

citada por Martínez-Llantada, 2005b) (Nocedo et al., 2009) (Hernández-Sampieri,

75

Fernández-Collado & Baptista, 2010) (Linares & Santovenia, 2012) (Cruz-Ramírez,

Escalona-Reyes & Téllez, 2014).

El enfoque de investigación cuantitativo suele caracterizarse como un proceder

investigativo en el que se “(…) usa la recolección de datos para probar hipótesis [sobre

la] base [de] la medición numérica y el análisis estadístico, para establecer patrones de

comportamiento y probar teorías” (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista,

2010, p. 4). Mientras que el enfoque cualitativo es visto como el procedimiento de

búsqueda científica que “(…) utiliza la recolección de datos sin medición numérica para

descubrir o afinar preguntas de investigación en el proceso investigativo” (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010, p. 7).

Como puede apreciarse, este par de caracterizaciones centra la distinción de ambos

enfoques en el tipo de medición que se emplea (numérica o no) y en la finalidad del

análisis de los datos recolectados (formular generalizaciones o precisar nuevas

interrogantes).

Por su parte, R. Bisquerra (1989) define a la investigación cuantitativa como:

“(…) una investigación normativa, cuyo objetivo está en conseguir leyes generales

referidas al grupo (…) En la recogida de datos se suelen aplicar test, pruebas

objetivas y otros instrumentos de medida sistemática [y] es característica relevante

la aplicación de la estadística en el análisis de datos” (p. 63).

Mientras que la investigación cualitativa es para él:

“(…) una investigación interpretativa, referida al individuo, a lo particular (…) Son

ejemplos: la etnografía, etnometodología, investigación ecológica, investigación

76

naturalista, observación participante, triangulación, entrevista en profundidad,

estudio de casos, relatos de vida, biografía, etc.” (p. 64).

De modo que, nuevamente la finalidad de los análisis de los datos y –ahora aquí– los tipos

de técnicas e instrumentos que se utilizan para recoger la información primaria constituyen

lo distintivo.

En cambio, G. Rodríguez-Gómez, J. Gil & E. García-Jiménez (2006) caracterizan a ambas

a la vez, a través del siguiente análisis comparativo:

“(…) una investigación cualitativa (…) no precisa un muestreo aleatorio ni dominar

la siempre temible estadística inferencial; puede bastar con estudiar a un ´solo´

caso; no hay que elaborar procedimientos estandarizados, ¡ni validarlos!; tampoco

es necesario administrar pruebas o escalas que requieran un entrenamiento

especializado; el análisis no requiere el empleo de técnicas multivariantes. En fin,

una bagatela” (p. 17).

De modo que, en este caso, lo distintivo de cada enfoque investigativo aflora a partir de las

características de las unidades de análisis que utilizan (muestra o casos), la naturaleza de

los instrumentos de investigación (estandarizados o no) y, como en las propuestas de R.

Bisquerra (1989), el empleo o no de la Estadística.

Otros autores, como S. Pita & S. Pértegas (2002), centran la comparación en la naturaleza

de los datos que se obtienen y los tipos de análisis que se realizan con ellos:

“La investigación cuantitativa es aquella en la que se recogen y analizan datos

cuantitativos sobre variables. La investigación cualitativa evita la cuantificación.

Los indicadores cualitativos hacen registros narrativos de los fenómenos (…) La

investigación cualitativa trata de identificar la naturaleza profunda de las

77

realidades, su sistema de relaciones, su estructura dinámica. La investigación

cuantitativa trata de determinar la fuerza de asociación o correlación entre

variables, la generalización y objetivación de los resultados (…)” (p. 1).

Estas caracterizaciones, no solo introducen sesgos relacionados con la Estadística sino que

también inducen la noción –aún inconscientemente– de que el enfoque cuantitativo es

aquel que se ocupa de datos numéricos y el cualitativo es el que trabaja con entidades no

numéricas; lo cual no es exactamente así.

Es necesario aclarar que la noción de Estadística, como disciplina científica, se refiere no

solo al procesamiento de datos, sino que –en realidad– “(…) está relacionada con los

métodos científicos para la recolección, organización, tabulación, presentación y análisis

de los datos, así como para sacar conclusiones válidas y tomar decisiones razonables

[sobre la base de] ese análisis” (Spiegel, 1971, p. 1). De modo que, dado que: “[es]

incierto (…) que los investigadores cualitativos no cuantifiquen, midan o cuenten algo”

(Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006, p. 23), en el enfoque cualitativo se suele

utilizar también la Estadística, aunque sea en sus formas más elementales.

Igualmente no es atinado el empleo indiscriminado del concepto de muestra –propio de la

Estadística y no de la Metodología de la Investigación Científica– cuando su utilización

presupone la delimitación previa de una población y la intención de realizar –en algún

momento– una inferencia estadística de aquella a esta última; es decir, de emplear la

Estadística Inferencial (Spiegel, 1971) (Egaña, 2003) (Pérez-Jacinto, Crespo, Arnaez &

Hernández, 2011). De manera que lo apropiado para hacer distinciones entre uno y otro

78

enfoque –bajo esos supuestos– sería emplear el concepto de unidades de análisis, el cual sí

es propio de la Metodología de la Investigación Científica.

También constituye un sesgo la noción de que el enfoque cuantitativo –debido a que “es el

que emplea la Estadística”– procesa solo variables numéricas (o cuantitativas), mientras

que el enfoque cualitativo lo hace con variables no numéricas (o sea categóricas o

cualitativas). No debe perderse de vista que la Estadística (tanto la Descriptiva como la

Inferencial) dispone de recursos para procesar lo mismo un tipo de variable que el otro,

incluso a nivel inferencial y de análisis multivariado (Spiegel, 1971) (Egaña, 2003) (Pérez-

Jacinto, Crespo, Arnaez & Hernández, 2011) (Torres-Fernández, 2013b).

De manera que acudir a conceptos y juicios de la Estadística para hacer distinciones de los

enfoques metodológicos cuantitativo y cualitativo, pertenecientes a la teoría de la

Metodología de la Investigación Científica, no es una buena decisión.

¿Qué los diferencia entonces?... Si se realiza una mirada más profunda a los procesos que

generan la utilización de cada uno de esos enfoques, como la que realizan los autores R.

Hernández-Sampieri, C. Fernández-Collado & M. P. Baptista (2010), entonces pueden

encontrarse pistas más convincentes.

De acuerdo con esos autores, en el enfoque cuantitativo el investigador tras delimitar un

problema científico, realiza una revisión de la literatura afín al mismo y construye un

marco teórico; sobre la base de ellos dos se formulan hipótesis de investigación;

seguidamente se precisan en ellas variables fundamentales para la investigación que, al ser

definidas conceptual y operacionalmente, dan lugar a reactivos con los que se construyen

instrumentos de investigación estructurados; estos se utilizan para obtener los datos, los

79

que son procesados finalmente –por lo general con recursos estadísticos potentes– con

vistas a confirmar o refutar las hipótesis inicialmente prefijadas. Como bien afirman los

propios autores: “En el proceso se busca el máximo control (…)” (Hernández-Sampieri,

Fernández-Collado & Baptista, 2010, p. 5).

Por su parte, en el enfoque cualitativo el investigador, tras plantearse un problema

científico, “(…) no sigue un proceso claramente definido [de manera que] sus

planteamientos no son tan específicos como en el enfoque cuantitativo y las preguntas de

investigación no siempre se han conceptualizado ni definido por completo” (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010, p.9); seguidamente, “(…) en lugar de

iniciar con una teoría en particular y luego ´voltear´ al mundo empírico para confirmar si

esta es apoyada por los hechos, el investigador comienza examinando el mundo social y en

este proceso desarrolla una teoría coherente (…)” (Hernández-Sampieri, Fernández-

Collado & Baptista, 2010, p. 9).

De esta manera, en el enfoque cualitativo generalmente “(…) no se prueban hipótesis,

estas se generan durante el proceso y van refinándose conforme se recaban más datos o

son un resultado del estudio” (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010,

p. 9). Otro rasgo singular del proceso de investigación cualitativa es que se apoya “(…) en

métodos [técnicas e instrumentos] de recolección de datos no estandarizados ni

completamente predeterminados (…), la recolección de datos consiste en obtener las

perspectivas y puntos de vista de los participantes (sus emociones, prioridades,

experiencias, significados y otros aspectos subjetivos)” (Hernández-Sampieri, Fernández-

80

Collado & Baptista, 2010, p. 9). En resumen, “(…) El proceso de indagación es más

flexible (…)” (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010, p. 9).

En esos términos fue que se analizaron las diferencias de esencia entre ambos enfoques en

(Torres-Fernández, 2010a) (Torres-Fernández, 2010b). Este optante sostiene –en la

presente Tesis– que un criterio acertado para distinguir un enfoque del otro radica en el

grado de rigor metodológico que le imprimen los investigadores a la conducción del

proceso de investigación (Torres-Fernández, 2013b).

De un lado, un elevado rigor en el proceso de investigación demandará de interrogantes e

hipótesis científicas claramente delimitadas desde el inicio e instrumentos rigurosamente

estructurados, así como la aplicación de los mismos a un grupo amplio y representativo

del conjunto de unidades de análisis prefijado y una interpretación de los datos obtenidos a

partir de aquellos con recursos estadísticos potentes; todo con vistas a formular

conclusiones que apunten a la delimitación de comportamientos generalizables de los

atributos seleccionados del objeto o fenómeno de estudio.

En el otro sentido, una mayor flexibilidad metodológica posibilitaría precisar las

interrogantes e hipótesis –e incluso formular otras– un poco más adelante y las unidades

de análisis sometidas a estudio no tienen que ser muchas, ni estadísticamente

representativas del universo correspondiente, como mismo los instrumentos que se

administrarán no tienen que ser rigurosamente estructurados y el análisis de los datos que

estos últimos devuelvan no habrá que someterlo necesariamente a modelos estadísticos

diseñados para hacer generalizaciones rigurosas, porque lo que interesa es describir a

81

fondo el sentido que le atribuyen al objeto o fenómeno de estudio los individuos

consultados u observados, o la manera en que dicho objeto o fenómeno los han modificado.

De modo que –en efecto– el eje director del desarrollo de los enfoques metodológicos tiene

una naturaleza epistemológica; se trata de niveles de rigor/flexibilidad metodológica que le

imprime el investigador al proceso de investigación con vistas a lograr un mejor ajuste de

su proceder a la naturaleza del objeto o fenómeno de estudio; es decir, se trata de un acto

de búsqueda de la mayor objetividad posible.

Si el aspecto fundamental, distintivo, es de carácter metodológico (de modo de proceder)

no hay razones epistemológicas para excluir –a priori– uno de ellos, ni para exacerbar

enfrentamientos entre los mismos, a causa de los sustentos filosóficos atribuidos a sus

respectivos orígenes.

En otras palabras, antes de investigación cuantitativa o investigación cualitativa se está

hablando de proceder científico; si este se orienta por el precepto de que el nuevo

conocimiento buscado es reflejo de una realidad externa al investigador que lo determina y

valida, en los marcos de las condiciones históricas y sociales imperantes, y que dicho

reflejo subjetivo se construye a través de un proceso marcadamente dialéctico, de

acercamiento gradual y recurrente, sin llegar a agotar todos los atributos y propiedades de

esa porción de la realidad que se estudia, entonces es legítima cualquiera de esas dos

maneras en que se conduzca dicho proceder.

Caracterizados ambos enfoques metodológicos, se procederá ahora a delimitar los recursos

propios de cada uno de ellos. En cuanto al enfoque cuantitativo –como puede inferirse del

análisis anterior– constituyen aspectos fundamentales: el marco teórico-referencial, las

82

hipótesis y variables de investigación, los instrumentos de investigación, la muestra y el

análisis de los datos (Álvarez de Zayas, 1995) (Briones, 1996) (Egaña, 2003) (Cerezal &

Fiallo, 2004) (Cook & Reichardt, 2005) (Sabino, 2007) (Nocedo et al., 2009) (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010) (Pérez-Jacinto, Crespo, Arnaez &

Hernández, 2011) (Cruz-Ramírez, Escalona-Reyes & Téllez, 2014).

Esos recursos tienen también una representación similar en el enfoque cualitativo, pero

bajo otras consideraciones; por ejemplo, el marco teórico-referencial y las hipótesis están

también presentes en este último, pero no necesariamente desde el inicio, ni de una vez por

todas (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010).

Otro tanto sucede en ese otro enfoque con las variables, que aunque son también definibles

conceptual y operacionalmente, suelen trabajarse en calidad de constructos o categorías

(Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006) (Sabino, 2007) (Hernández-Sampieri,

Fernández-Collado & Baptista, 2010), así como con los instrumentos de investigación que,

a diferencia de los de las investigaciones cuantitativas, tienen aquí un carácter semi-

estructurado o no estructurado (Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006).

En cuanto a la muestra, inseparable del concepto de población y ambos propios de las

investigaciones cuantitativas, se requiere que sea –cuando menos– resultado de una

selección aleatoria, para que puedan asegurarse las generalizaciones pretendidas; lo ideal

es que –además– sea representativa de la población de la cual se extrae, lo que demanda de

procedimientos estadísticos técnicamente exigentes (Briones, 1996) (Egaña, 2003)

(Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010) (Pérez-Jacinto, Crespo,

Arnaez & Hernández, 2011).

83

Asimismo, entre los instrumentos de investigación que más se utilizan en el enfoque

cuantitativo se encuentran: las encuestas, las entrevistas individualizadas, las pruebas de

conocimientos, las guías de observación de procesos y las guías de revisión de

documentos, entre otros (Cerezal & Fiallo, 2004) (Sabino, 2007) (Nocedo et al., 2009).

En cuanto a los diseños de investigación propios de este enfoque metodológico, se suelen

clasificar en experimentales y no experimentales (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado

& Baptista, 2010), con destaque –en las investigaciones educativas– de los pre-

experimentos y cuasi-experimentos, entre los primeros, y de los estudios ex-post-facto,

entre los segundos. Asociados a los diseños experimentales se tienen las llamadas variables

independientes y dependientes, así como los importantes criterios de validación interna y

externa (Briones, 1996) (Cerezal & Fiallo, 2004) (Sabino, 2007) (Nocedo et al., 2009)

(Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010).

Los datos que esos instrumentos y estos tipos de diseños de investigación devuelven se

procesan –por lo general–con la ayuda de métodos matemático-estadísticos. Cuando las

investigaciones son del tipo descriptivo, puesto que sus hipótesis de investigación –de

formularse– suelen pronosticar por separado el valor de uno o varios atributos del objeto o

fenómeno de estudio, entonces los datos se analizan a nivel de Estadística Descriptiva, con

los socorridos porcentajes, las tablas y los gráficos estadísticos, o con medidas de

tendencia central y de dispersión (Briones, 1996) (Cerezal & Fiallo, 2004) (Sabino, 2007)

(Nocedo et al., 2009) (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010).

En cambio, cuando las investigaciones cuantitativas son del tipo correlacional –y por tanto

sus hipótesis se orientan a establecer niveles de asociación entre dos o más atributos

84

relacionables del objeto o fenómeno de estudio– entonces se suelen trabajar con las tablas

de contingencia, los gráficos de dispersión y sus correspondientes líneas de tendencia, o

con los coeficientes de correlación bivariados o múltiples (Briones, 1996) (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010).

Eventualmente, pueden requerirse además de la determinación del nivel de significación

estadística de esas asociaciones, en cuyo caso se requeriría de la utilización de recursos de

la Estadística Inferencial, bien paramétrica o bien no paramétrica, en dependencia de que

las variables correspondientes sean cuantitativas o cualitativas (Egaña, 2003).

Finalmente, cuando las investigaciones cuantitativas son del tipo explicativo, en cuyo caso

las hipótesis se orientan a establecer niveles de causalidad de uno o varios atributos del

objeto o fenómeno de estudio con relación a otros, los que desde la teoría preestablecida

son considerados efectos causados por aquellos, entonces el análisis de los datos suele

trabajarse con inferencias estadísticas.

Si bien esas inferencias pueden obtenerse puntualmente o por intervalo (Egaña, 2003),

normalmente se procesan a través de dócimas o pruebas de hipótesis (Briones, 1996)

(Egaña, 2003) (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010) (Pérez-Jacinto,

Crespo, Arnaez & Hernández, 2011), relativas a la Estadística Inferencial paramétrica o

no paramétrica, en dependencia de que las variables que intervienen en las hipótesis

estadísticas nula y alternativa admitan o no –respectivamente– una métrica entre sus

categorías (Torres-Fernández, 2013b).

Un nivel superior de procesamiento de los datos en las investigaciones cuantitativas de

naturaleza explicativa se tiene en el Análisis Multivariado (Briones, 1996) (Egaña, 2003)

85

(Pérez-López, 2004). Especialmente útiles para las investigaciones sociales –las educativas

entre ellas– resultan los modelos de ecuaciones estructurales (Tristán et al., 2008) (Torres-

Fernández, 2010d) y jerárquicos lineales (Murillo et al., 2007) (Torres-Fernández, 2010c)

los que –al apoyarse en el análisis de la varianza de los datos– permiten determinar la

magnitud del efecto de cada variable explicativa asumida sobre las variables explicadas

consideradas, con lo cual se logra superar –por mucho– la capacidad explicativa de los

juicios estadísticos finales de las pruebas de hipótesis tradicionales, tan cuestionados en la

literatura nacional actual de la investigación educativa (Blanco, 2005) (Chávez, 2005)

(Martínez-Llantada, 2005a).

Por su parte, y como ya se señaló, en el enfoque cualitativo siguen constituyendo aspectos

esenciales del proceso investigativo: el marco teórico-referencial, las hipótesis y variables

de investigación, los instrumentos de investigación, las unidades de análisis y el

procesamiento de los datos; solo que tienen una connotación diferente.

Así, por ejemplo: “Aunque ciertamente hay una revisión inicial de la literatura, esta puede

complementarse en cualquier etapa del estudio y apoyar desde el planteamiento del

problema hasta la elaboración del reporte de resultados (…)” (Hernández-Sampieri,

Fernández-Collado & Baptista, 2010, p. 7).

Igualmente las hipótesis de investigación cambian su función, puesto que ya no constituyen

el punto de partida para el trabajo empírico, sino que emergen dentro de este y pueden irse

reformulándose con la acumulación de nuevos datos (Martínez-Llantada, 2005b). Al decir

de R. Hernández-Sampieri, C. Fernández-Collado & M. P. Baptista (2010): “En la mayoría

de los estudios cualitativos no se prueban hipótesis, estas se generan durante el proceso y

86

van refinándose conforme se recaban más datos o son un resultado del estudio” (p. 9). Las

variables –en tanto atributos cuya manifestación generan valores diferentes, bien entre

sujetos o bien en ellos mismos con el paso del tiempo– siguen jugando un papel

metodológico esencial, y –como ya se señaló– suelen asumirse como constructos o

categorías (Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006).

Los instrumentos de investigación cambian sustancialmente, pues dejan de constituir

colecciones marcadamente estructuradas de registros para propiciar la flexibilidad

requerida por este otro tipo de objeto de estudio. En ese sentido, las encuestas se sustituyen

por grupos focales, las entrevistas cerradas por entrevistas en profundidad y la

observación externa por la observación participante (Bisquerra, 1989) (Álvarez-Gayou,

2003) (Alonso, citado por Martínez-Llantada, 2005b) (Rodríguez-Gómez, Gil & García-

Jiménez, 2006) (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010) (Cruz-

Ramírez, Escalona-Reyes & Téllez, 2014). En estos casos, la aplicación de los

instrumentos va precedida de una cuidadosa preparación del acceso al campo, que supone

acciones de vagabundeo e identificación de los porteros e informantes claves, entre otros

requerimientos metodológicos (Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006).

En el enfoque cualitativo también la revisión e interpretación de documentos juega un

papel fundamental, especialmente cuando se trata de las modalidades de teoría

fundamentada, estudios de vida y sistematización de experiencias (Jara, 2003a) (Jara,

2003b) (Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006) (Matos & Cruz, 2012) (De

Armas, 2014). Asociado a ello se encuentra también el análisis hermenéutico, con ayuda

del cual “(…) la comprensión de la realidad social se asume bajo la metáfora de un texto

87

(…)” (Sandoval, 1996, p. 67); aunque ciertamente –desde el prisma cualitativo– la

interpretación hermenéutica trasciende el texto clásico y se tiende a aplicar a la

comunicación, en general (Sandoval, 1996) (Matos & Cruz, 2012).

Igualmente cambia de manera notable la selección de las unidades de análisis, puesto que

no tiene sentido hablar en los mismos de muestra (puesto que no habrá inferencia de ella a

la población correspondiente) y mucho menos se busca cumplir con los requisitos de

aleatoriedad y representatividad. En el enfoque cualitativo se suele trabajar con casos y,

cuando más, con grupos de individuos seleccionados de forma intencional (Rodríguez-

Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006) (Sabino, 2007) (Nocedo et al., 2009).

Por último, en cuanto al procesamiento de los datos –como mismo sucedió con el enfoque

cuantitativo– merecen realizarse diferenciaciones. Y es que –como ya de alguna forma se

ha ido mostrando– bajo la denominación de investigación cualitativa se agrupan disímiles

modalidades, como la teoría fundamentada, la etnografía, la fenomenología, la etno-

metodología, el estudio de casos y de vida, la investigación-acción y la sistematización de

experiencias (Bisquerra, 1989) (Sandoval, 1996) (Castellanos, 1998) (Álvarez-Gayou,

2003) (Jara, 2003a) (Jara, 2003b) (Alonso, citada por Martínez-Llantada, 2005b)

(Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006) (Sabino, 2007) (Nocedo et al., 2009) (De

Armas, 2014); es decir, “(…) es una especie de ´paraguas´ en el cual se incluye una

variedad de concepciones, visiones, técnicas y estudios no cuantitativos” (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010, p. 20).

Como ya se señaló, en las modalidades de teoría fundamentada, estudios de vida y

sistematización de experiencias los datos obtenidos suelen tener una naturaleza

88

documental, por lo que el procesamiento se realiza esencialmente a través de la separación

de las unidades de información, la codificación de las categorías y la construcción de

mapas conceptuales, entre otros recursos (Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez,

2006). En el caso particular de la sistematización de experiencias, adquieren especial

connotación la reconstrucción de los procesos vividos, las reflexiones a fondo y la

determinación de los puntos de llegada, sobre la base de los ejes de sistematización (Jara,

2003a) (Jara, 2003b) (Torres-Fernández, León, Puig & Viera, 2012).

Mientras que cuando se trata de investigaciones cualitativas correspondientes a las

modalidades de etnografía, estudio de casos e investigación-acción, entonces desempeñan

un papel especial los registros de naturaleza textual y audio-visual, presentados

fundamentalmente en formas de testimonios (Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez,

2006) (Torres-Fernández et al., 2010) (Torres-Fernández et al., 2014).

En cualquiera de los casos –como señalan Hernández–Sampieri, Fernández–Collado &

Baptista (2010)– no debe perderse de vista que:

“El análisis cualitativo implica reflexionar constantemente sobre los datos recabados

(…) los datos se organizan (…). Al revisar el material, las unidades de análisis

emergen de los datos. El investigador analiza cada unidad y extrae su significado.

De las unidades surgen las categorías, por el método de comparación constante (…)

Así se efectúa la codificación en un primer plano” (p. 481).

De manera que no es correcto intentar minimizar la complejidad del proceso de

interpretación de los datos en la investigación cualitativa. Como bien plantean I.

Vasilachis & M. Pérez–Abril:

89

“(…) hay una representación de la investigación cualitativa como más sencilla,

menos rigurosa, menos sistemática. Esto no es cierto, los que hablan así de la

investigación cualitativa es porque ni la conocen ni la practican. No saben que lleva

mucho más tiempo, mucho más trabajo de campo en la recolección de los datos y

mucho más rigor y sistematicidad en la interpretación de esos datos, y en la

elaboración de los resultados” (Vasilachis & Pérez-Abril, 2012, p. 517).

Por otra parte, así como el software especializado SPSS Statistic IBM Corp. © suele ser

considerado especialmente útil para el procesamiento de los datos en las investigaciones

cuantitativas (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010) (Pérez-López,

2004), se tiene el software ATLAS.ti GmbH © para las investigaciones cualitativas

(Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010) (San Martín, 2014). La

ventaja del mismo radica en las funciones que contiene (unidad hermenéutica, documentos

primarios, citas, código, anotaciones, familias, link y network), las que tienen una alta

correspondencia con el contenido del procesamiento de datos propios del enfoque

cualitativo, en especial de la modalidad de teoría fundamentada (San Martín, 2014).

Finalmente, en lo que al procesamiento de datos en la investigación cualitativa se refiere,

cabe destacar dos recursos metodológicos esenciales, que son la saturación de información

y la triangulación (Bisquerra, 1989) (Martínez–Llantada, 2005b) (Rodríguez-Gómez, Gil

& García–Jiménez, 2006) (García–Batista, 2010b) (Hernández–Sampieri, Fernández–

Collado & Baptista, 2010) (Torres–Fernández, 2013b).

La saturación de información se refiere a la determinación del momento en que se debe dar

por terminada la búsqueda empírica (entre las fuentes biográficas y bibliográficas o en el

90

campo). Y es que, como en la investigación cualitativa las etapas de trabajo no están

linealmente determinadas, como sucede en la investigación cuantitativa, de modo que

desde la búsqueda de la información (o incluso desde la fase de procesamiento de los

datos) se puede –por ejemplo– regresar sobre las hipótesis iniciales para refinarlas, o

retomar los fundamentos teóricos para ampliarlos, además de que los instrumentos de

investigación no están rígidamente estructurados (de manera que, incluso, se puede pasar

de una técnica a otra para complementar la información requerida), es difícil percatarse de

cuándo se han saturado los indicadores de las variables de investigación.

En ese sentido, explican Rodríguez–Gómez, Gil & García-Jiménez (2006):

“(…) es preciso asegurar el rigor de la investigación. Para ello debemos tener en

cuenta criterios de suficiencia y adecuación de los datos. La suficiencia se refiere a

la cantidad de datos recogidos, antes que el número de sujetos. La suficiencia se

consigue cuando se llega a un estado de ´saturación informativa´ y la información

no aporta nada nuevo” (p.75).

Mientras que R. Hernández–Sampieri, C. Fernández–Collado & M. P. Baptista (2010)

describen a la saturación de información en los siguientes términos:

“Regularmente ´nos detenemos´ en lo referente a recolectar datos o agregar casos,

cuando al revisar nuevos datos (entrevistas, sesiones, documento, etc.) ya no

encontramos categorías nuevas (significados diferentes); o bien, tales datos

´encajan´ fácilmente dentro esquemas de categorías (…). A este hecho se le

denomina saturación de categorías, que significa que los datos se convierten en

algo ´repetitivo´ o redundante y los nuevos análisis confirman lo que hemos

fundamentado” (p. 459).

91

Por su parte, la triangulación se refiere al proceso de confirmación de los resultados que se

obtienen, al procesar los datos desde perspectivas diferentes (o sea fuentes, investigadores,

metodologías o técnicas de indagación). La triangulación tiene un fuerte componente

confirmatorio, pues actúa como un mecanismo análogo al de los criterios de validez

interna de la investigación cuantitativa. En palabras de G. Rodríguez-Gómez, J. Gil & E.

García-Jiménez (2006): “(…) la triangulación constituye el proceso básico para la

validación de los datos” (p. 48).

Precisamente estos autores, al realizar un estudio bibliográfico en torno a otros importantes

representantes del enfoque cualitativo, como Lincoln & Guba (1985), Denzin (1978),

Hamersley & Atkinson (1983), encontraron que la triangulación es factor común a

diversos criterios de garantía de calidad de las investigaciones cualitativas (básicamente:

valor de verdad, aplicabilidad, consistencia y neutralidad) (Rodríguez-Gómez, Gil &

García-Jiménez, 2006).

Ahora bien, una pregunta esperada –llegado a este punto– es a cuál de los dos enfoques

metodológicos anteriores se le debiera dar preferencia en las ciencias sociales y

humanistas. Durante mucho tiempo la respuesta a esa pregunta significó, como ya se

señaló, un recio enfrentamiento entre posturas epistemológicas encontradas (Bisquerra,

1989) (Castellanos, Llivina, Valladares & Hernández, 2005) (Chávez & Lemus, 2005)

(Ruiz–Bolívar, 2008). Una mirada despojada de posicionamientos extremos permitiría

apreciar que ambos enfoques investigativos asumen funciones complementarias. Al decir

de R. E. Stake (1995): “(…) El objetivo de la investigación cualitativa es la comprensión,

centrando la indagación en los hechos; mientras que la investigación cuantitativa

92

fundamentará su búsqueda en las causas, persiguiendo el control [excesivo] y la

explicación” (Stake, citado por Rodríguez-Gómez, Gil & García–Jiménez, 2006, p. 34).

En cambio, R. Hernández–Sampieri, C. Fernández–Collado & M. P. Baptista (2010) las

describen de la siguiente forma: “El enfoque cualitativo busca principalmente ´dispersión

o expansión´ de los datos e información, mientras que el enfoque cuantitativo pretende

intencionalmente ´acotar´ la información (medir con precisión las variables del estudio,

tener ´foco´)” (p. 10). Mientras el enfoque cuantitativo se centra en la determinación de la

magnitud de la manifestación de determinados atributos del objeto o fenómeno de estudio

(o de los efectos por ellos producidos sobre otros objetos o fenómenos, en el caso de las

investigaciones explicativas), el enfoque cualitativo se focaliza en las formas y tonalidades

de esas manifestaciones; ambas intencionalidades son útiles y hasta necesarias.

Es así que en los últimos años se ha abierto espacio a un grupo creciente de obras que

abogan por el aprovechamiento de la complementariedad de ambos enfoques y reconocen

la posibilidad de un tercer enfoque metodológico (Landreani, 1990) (Martínez–Llantada,

2005b) (Ruiz-Bolívar, 2008) (Nocedo et al., 2009) (Hernández–Sampieri, Fernández–

Collado & Baptista, 2010) (Guadarrama, 2012) (Cruz–Ramírez, Escalona-Reyes & Téllez,

2014), el cual suele ser denominado enfoque mixto (Hernández–Sampieri, Fernández–

Collado & Baptista, 2010) o enfoque multimétodo (Ruiz–Bolívar, 2008), entre otros.

En ese sentido, ha señalado H. Cerda (1997):

“Desde nuestra posición de investigador, creemos que es posible superar las

contradicciones metodológicas, epistemológicas y operativas entre los paradigmas

(sic) cuantitativos y cualitativos. En la práctica investigativa lo hemos logrado

93

mediante la ayuda y el apoyo de los principios de consistencia, unidad de contrarios

y triangulación y convergencia, lo cual nos ha permitido alcanzar ciertos niveles de

aproximación, de unidad y correlación entre ambos paradigmas” (Cerda, citado por

Guadarrama, 2012, p. 163).

En R. Hernández–Sampieri, C. Fernández–Collado & M. P. Baptista (2010) se caracteriza

al enfoque mixto en los siguientes términos:

“Los métodos de investigación mixta son la integración sistemática de los métodos

cuantitativo y cualitativo en un solo estudio con el fin de obtener una ´fotografía´ más

completa del fenómeno. Estos pueden ser conjugados de tal manera que las

aproximaciones cuantitativa y cualitativa conserven sus estructuras y procedimientos

originales (…). Alternativamente, estos métodos pueden ser adaptados, alterados o

sintetizados para efectuar la investigación y lidiar con los costos del estudio (…)

queda claro que en los métodos mixtos se combinan al menos un componente

cuantitativo y uno cualitativo en un mismo estudio o proyecto de investigación.

Johnson et al. (2006) en un ´sentido amplio´ visualizan a la investigación mixta como

un continuo en donde se mezclan los enfoques cuantitativo y cualitativo, centrándose

más en uno de estos o dándoles el mismo ´peso´ (…)” (p. 546).

La idea de Johnson et al. (2006), acerca de un continuo metodológico entre los enfoques

investigativos, en cuyos extremos se ubican las indagaciones estrictamente cuantitativa y

cualitativa, se encuentra también desplegada –con razonables argumentaciones– en

publicaciones recientes del investigador educativo holguinero M. Cruz-Ramírez (Cruz-

Ramírez & Campano, 2007) (Cruz-Ramírez, 2009) (Cruz-Ramírez, Escalona & Téllez,

2014). Precisamente en esta última obra explica, de conjunto con los co-autores:

94

“La práctica educacional constituye el máximo condicionante para el diseño

metodológico (…) Esto trae a colación una especie de ´continuo metodológico´,

donde es posible ubicar las investigaciones por su alineación más a lo cualitativo o a

lo cuantitativo, en dependencia de la predominancia de sus métodos (…) cada

investigador [colectivo de investigadores] puede ubicarse en dicho continuo, más a la

izquierda o más a la derecha (…). Una investigación puede contrastar un resultado,

complementando elementos provenientes de ambas metodologías. También puede

enfatizar exclusivamente una de ellas, combinarlas o integrarlas por medio de la

triangulación” (p. 231).

Esta perspectiva de métodos mixtos como un continuo entre los enfoques metodológicos

tradicionales es compartida por este optante (Torres-Fernández, 2013c), quien la ha tenido

presente –junto a sus compañeros de los equipos investigativos– en el diseño y ejecución

de investigaciones educativas nacionales, tanto teóricas (Torres Fernández et al., 2008)

como aplicadas (Torres Fernández et al., 2010) (Torres-Fernández et al., 2014).

En R. Hernández-Sampieri, C. Fernández-Collado & M. P. Baptista (2010) puede

encontrarse una Tabla (17.1, p. 552) en la que se explican diecisiete criterios de

justificación del empleo del enfoque mixto (incremento de validez, compensación,

complementación, amplitud, multiplicidad, explicación, reducción de incertidumbre,

desarrollo de instrumentos, muestreo, credibilidad, contextualización, ilustración, utilidad,

descubrimiento y confirmación, diversidad, claridad y mejora).

Asimismo, en varias obras de autores cubanos pueden apreciarse –aunque sin el nivel de

sistematización alcanzado en la obra anterior– razones que apuntan a la conveniencia de su

utilización en las investigaciones de las ciencias sociales y humanistas, incluyendo a las de

95

las ciencias de la educación (Martínez–Llantada, 2005b) (Chávez, 2005) (Chávez & Pérez-

Lemus, 2005) (Ruiz–Aguilera, 2005) (Báxter, 2005) (Núñez–Jover, 2007) (Cruz– Ramírez

& Campano, 2007) (Nocedo et al., 2009) (Lorences, Guelmes & Salmerón, 2009b) (Cruz–

Ramírez, 2009) (García–Batista, 2010b) (Guadarrama, 2012) (Torres-Fernández, 2013c)

(Cruz–Ramírez, Escalona & Téllez, 2014).

También en la obra de R. Hernández-Sampieri, C. Fernández-Collado & M. P. Baptista

(2010) se presenta una descripción de diferentes combinaciones del enfoque mixto. En ese

sentido se señala:

“Los diseños mixtos específicos son: diseño exploratorio secuencial (DEXPLOS),

diseño explicativo secuencial (DEXPLIS), diseño transformativo secuencial

(DITRAS), diseño de triangulación concurrente (DITRIAC), diseño anidado o

incrustado concurrente de modelo dominante (DIAC), diseño anidado concurrente

de varios niveles (DIACNIV), diseño transformativo concurrente (DISTRAC) y

diseño de integración múltiple (DIM)” (p. 594).

Resumiendo lo tratado en este epígrafe, puede puntualizarse que –aun considerando la

influencia de factores personológicos propios del investigador– la elección de los métodos

y técnicas de investigación tiene una motivación esencialmente epistemológica, de

búsqueda de un mejor ajuste a la naturaleza del objeto o fenómeno de estudio. En ese

sentido, se suele reconocer en la literatura especializada la posibilidad de utilización de dos

grandes enfoques metodológicos de investigación en las ciencias sociales y humanistas,

uno denominado cuantitativo y otro conocido como cualitativo.

96

Puesto que en ambos casos se está hablando –ante todo– de investigación científica, no hay

porqué apreciarlos como contrarios absolutos o excluyentes. De respetarse los

presupuestos gnoseológicos del materialismo-dialéctico e histórico, anteriormente tratados

y asumidos por este optante para la presente Tesis, es posible seleccionar alguno de ellos

para la investigación educativa, o incluso la combinación de ambos, presentada aquí como

una tercera alternativa, denominada enfoque mixto. De este modo, puede hablarse de un

continuo metodológico, cuyos extremos son los enfoques iniciales en su versión pura. El

desplazamiento a lo largo de ese continuo depende del nivel de control que le imprime el

(o los) investigador (investigadores) a la conducción del proceso investigativo.

97

CAPÍTULO 2.

RETOS ACTUALES DE LA INVESTIGACIÓN

EDUCATIVA EN CUBA

98

“Las cosas no han de estudiarse en los sistemas que las

dirigen; sino en la manera con que se aplican y en los

resultados que producen” (Martí, 1886, p. 82).

2. RETOS ACTUALES DE LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA EN CUBA

En el capítulo anterior el optante presentó y valoró un conjunto de aspectos teóricos que –a

su juicio– son necesarios para sustentar la segunda tarea de investigación, de identificar los

retos actuales de la investigación educativa en Cuba que resulten de contrastar las

evidencias empíricas que se acopien con el marco teórico-referencial conformado.

El lector recordará que –en ese sentido– se partió de asumir a la investigación educativa

como un proceso profesional de crecimiento del conocimiento acumulado sobre el acto

educativo, que se efectúa con propósitos de transformación para el bien social, cuidando

alcanzar la mayor objetividad posible.

Adicionalmente, y puesto que una definición-marco no es suficiente para completar el

encuadre teórico-metodológico del objeto de estudio, se procedió –además– a precisar un

conjunto de posiciones teóricas generales, que constituyen también premisas para la

resolución del problema científico prefijado.

De los fundamentos epistemológicos del materialismo-dialéctico e histórico se resaltaron

el papel de la práctica como fuente primaria del conocimiento, la necesidad de la

aprehensión dialéctica de ese conocimiento a través de un proceder problematizador,

gradual e intenso, así como la comprobación de su veracidad –predominante– en esa

práctica, social e históricamente determinada; lo que se encuentra en correspondencia con

el camino leninista de obtención del conocimiento, del paso de la contemplación viva de la

realidad al pensamiento abstracto y de ahí nuevamente a la práctica.

99

Desde los fundamentos sociológicos de las ciencias, con una perspectiva marxista-

leninista, se reconoció la existencia de una estrecha relación entre ciencia y sociedad, de

modo que la primera se constituye como una institución clasista, la cual genera una

subcultura que requiere de una activa comunicación interpersonal e inter-institucional,

apoyada en debates y publicaciones científicas, así como en una sólida formación

axiológica y ética de sus miembros.

En cuanto al proceder investigativo, se destacó que se reconoce la delimitación de dos

grandes enfoques metodológicos, uno llamado cuantitativo y otro nombrado cualitativo; los

mismos no deben ser vistos como contrarios absolutos o excluyentes. De manera que para

conducir una investigación educativa es posible seleccionar uno de ellos, o incluso una

combinación de ambos, en lo que se conoce como enfoque mixto.

Sobre la base de estas premisas, constitutivas del marco teórico-referencial de la Tesis, se

presentarán ahora los resultados de un conjunto de estudios factuales –de casos algunos de

ellos– que permiten caracterizar fenomenológicamente al objeto de investigación y, por

tanto, sus tendencias actuales.

La definición operacional del objeto de investigación –que orienta la organización de

dichos estudios empíricos– aparece representada gráficamente en el Anexo No. 1 de la

presente Tesis. En dicha operacionalización se distinguen dos grandes dimensiones: una

relativa a la obtención del conocimiento objetivo, por un lado, y al carácter de institución

social de las entidades encargadas de realizar esas producciones, por el otro.

La labor realizada en torno a este capítulo ha sido básicamente de carácter descriptivo, de

revelación de los retos subyacentes en el quehacer actual de las investigaciones científicas

100

cubanas del campo educativo. Por tanto, se procedió asistido –también aquí– por el método

del nivel empírico de análisis documental, el cual permitió obtener una cantidad notable de

datos, los que fueron procesados con ayuda de los métodos del nivel teórico: analítico-

sintético e hipotético-deductivo, fundamentalmente.

En cuanto a los métodos matemático-estadísticos, se trabajó con recursos de la Estadística

Descriptiva, como las distribuciones de frecuencias (absolutas y relativas), los gráficos

estadísticos (con énfasis en la presentación de las líneas de tendencias), así como la

determinación eventual de medidas de tendencia central (como el promedio).

El lector podrá apreciar la existencia de una relación cercana entre la dimensión primera

(como mismo sus sub-dimensiones e indicadores) y los fundamentos epistemológicos y

metodológicos arriba descritos, mientras que la segunda dimensión (junto con sus sub-

dimensiones e indicadores) se aviene mejor a los fundamentos sociológicos declarados; sin

embargo, esa separación no debe ser vista en términos absolutos, pues constituyen aristas

de un mismo objeto de estudio. En correspondencia con lo anterior, el capítulo se dividirá

en dos epígrafes, uno dedicado a presentar las tendencias relativas a la primera dimensión

y otro focalizado en la descripción de las tendencias relacionadas con la segunda

dimensión de la variable representativa del objeto de investigación de la Tesis.

2.1. Retos referidos a la relación investigador-objeto de estudio

Con apego a la decisión asumida de consultar –como norma– solamente obras registradas

en repositorios documentales oficiales, se tomó como marco muestral a los informes de

investigaciones educativas disponibles –en formato digital– en la base de datos del Centro

de Información para la Educación [CIED], entidad cubana encargada de la conducción de

101

la red de bibliotecas escolares y centros de documentación e información pedagógicas, o

sea del Sistema de Información para la Educación. Se trata del principal repositorio de

información científica –de naturaleza educativa– del país.

A dicho marco muestral se le hicieron algunos acotamientos necesarios. Se asumieron para

el estudio solo los reportes de investigación hechos por cubanos en el país; es decir, se

excluyeron las tesis de maestrías y de doctorados defendidas en Cuba por aspirantes

extranjeros, así como las realizadas por aspirantes cubanos bajo la conducción de tutores y

comisiones de grado (o entidades equivalentes) en universidades extranjeras. De lo que se

trata es de describir –en la medida de lo posible– las concepciones teórico-metodológicas

predominantes en los últimos años en el país, en materia de investigación educativa.

Lamentablemente, hubo que excluir también un grupo reducido de informes que estaban

incompletos, de forma tal que no permitían precisar datos relacionados con los indicadores

asumidos. Así, la población quedó conformada por 1 377 reportes; todos ellos fueron

analizados, de manera que la muestra abarcó todo el universo. Se finalizó la toma de

informes en septiembre de 2014, coincidiendo con la última entrega realizada al CIED por

los centros de provinciales documentación, así como por los comités académicos de

maestrías y las comisiones de grados de doctorados de centros autorizados. De esta forma,

se logró cubrir un período de casi veinte años: desde 1996 hasta 2014.

Hacia el interior de la población se pudieron identificar cinco estratos: tesis de maestrías

(53,4%), tesis de doctorados en una determinada especialidad (35,7%), tesis de

doctorados en ciencias (0,5%) e informes de resultados de proyectos de investigación

(10,4%).

102

También se pudo verificar que quedaron representadas todas las provincias del país,

incluyendo el municipio especial Isla de la Juventud, y que en la realización de las

investigaciones estudiadas participaron no solo las universidades pedagógicas [UCP] y los

centros de investigación y de estudio adscritos al Ministerio de Educación [MINED]

(entiéndase: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas [ICCP], Centro de Referencia

Latinoamericano para la Educación Preescolar [CELEP] y Centro Latinoamericano de

Educación Especial [CELAEE]), sino además un grupo de universidades adscritas

entonces al Ministerio de Educación Superior [MES], como mismo al Ministerio de Salud

Pública [MINSAP] y al Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación

[INDER], así como centros de investigación dependientes de organizaciones políticas

(como el Partido Comunista de Cuba [PCC] y la Unión de Jóvenes Comunistas [UJC]).

Esas organizaciones políticas y organismos de la Administración Central del Estado

anteriormente señalados, junto a los Ministerios de Turismo [MINTUR], de Ciencia

Tecnología y Medio Ambiente [CITMA], de las Fuerzas Armadas [MINFAR], de

Industrias [MINDUS], de Justicia [MINJUS], de la Industria Alimenticia [MINAL] y del

Interior [MININT], constituyeron los usuarios de los resultados analizados, al igual que la

Central de Trabajadores de Cuba [CTC], en representación de las organizaciones de

masas. En el Anexo No.2 de la presente Tesis se describe en detalles la composición de la

población descrita.

Como se señaló anteriormente, el estudio de esas obras científicas se focalizó en torno a la

primera dimensión de la operacionalización de la variable representativa del objeto de

investigación. La guía de revisión documental utilizada –compuesta por reactivos

103

orientados por los indicadores asociados a esa dimensión, como es de esperar– puede ser

vista en el Anexo No. 3 de la Tesis, donde se explican las categorías empleadas para los

diversos reactivos, la mayoría representativos de variables categóricas.

Por su parte, en el Anexo No. 4 se ilustra una parte de la base de datos generada como

resultado de la administración de la guía a la población del estudio. Se presentarán ahora

los principales resultados obtenidos.

Acerca de la subdimensión 1.1. Utilización de fuentes documentales

Se aprecia entre los informes de investigación un incremento –con el paso de los años– de

más de 50 unidades en el promedio anual de obras consultadas (de acuerdo con la

Bibliografía declarada), como puede apreciarse en el gráfico siguiente.

Figura 1: Tendencia referida a la consulta de obras bibliográficas (Fuente: Propia).

En cuanto a las referencias bibliográficas empleadas, lamentablemente en una parte

importante de los reportes consultados no se declaran explícitamente, situación que se

complejiza por la falta de precisión de las normas de citación empleadas. Es por ello que

este optante optó por reducir el análisis del comportamiento del segundo indicador al

104

universo de trabajos que declaran la sección de “referencias bibliográficas” o de “notas y

referencias”. No debe perderse de vista que esa decisión entraña –ciertamente– un sesgo a

favor del estado ideal del indicador (puesto que se reduce la población a autores para los

que la consideración de las referencias bibliográficas es importante en el proceso de

investigación).

Al trabajar con esa nueva población se pudo apreciar que aunque la tendencia al

crecimiento de las obras consultadas se manifiesta también aquí –ahora en términos de

razón entre la cantidad de obras relacionadas en la Bibliografía y la cantidad de páginas del

cuerpo del informe– no tiende a crecer con igual ritmo el número de referencias

bibliográficas (en términos de razón por páginas, también), como se aprecia en el gráfico

siguiente.

Figura 2: Tendencias referidas a la consulta y referencia de obras bibliográficas (Fuente: Propia).

Si se calcula directamente la razón entre la cantidad de referencias bibliográficas

realizadas y el número de obras expuestas en la Bibliografía del informe, entonces se

aprecia –para esa subpoblación– una tendencia al decrecimiento con el paso del tiempo.

105

Figura 3: Tendencia de la razón entre obras consultas y referencias bibliográficas (Fuente: Propia).

Resumiendo lo descrito en torno a esta subdimensión, puede decirse que se aprecia –con el

paso del tiempo– una tendencia al crecimiento del número de obras consultadas. Sin

embargo, en una población menor –aunque sesgada a favor del estado ideal– tiende a

crecer muy poco o nada el número de referencias bibliográficas. Ello supone un

decrecimiento del nivel de debate científico en torno a lo consultado en las obras.

Acerca de la subdimensión 1.2. Utilización de los enfoques metodológicos

Como puede observarse en el Anexo No.1, en esta subdimensión se distinguen dos sub-

subdimensiones, una relativa a la distinción entre los enfoques cuantitativo y cualitativo, y

otra referida a la utilización de los métodos mixtos.

Para poder establecer un juicio adecuado acerca de la primera de ellas se consideraron

cuatro indicadores. Los mismos se refieren a atributos que contribuyen a realizar

distinciones entre los enfoques metodológicos cuantitativo y cualitativo, a saber: el

tratamiento de las hipótesis de investigación (desde el inicio o eventualmente después), la

forma de selección de las unidades de análisis (muestras estadísticas o casos), el tipo de

106

instrumentos de investigación (estructurados o no), y la manera de procesar los datos (con

énfasis en los recursos estadísticos o en el empleo de la triangulación).

En cuanto a la declaración de hipótesis de investigación, puesto que en el contexto

nacional se ha introducido adicionalmente el término de “idea a defender”, también de

carácter heurístico (Cerezal & Fiallo, 2004) (Castellanos, Llivina, Valladares &

Hernández, 2005) (ICCP, 2012), se tomó la decisión de procesar ambos términos como

similares. Aún así, en la inmensa mayoría de las investigaciones consultadas (el 77,3%) no

se declaran ni hipótesis, ni “idea a defender”; lo que se observa es que –casi en dos de

cada tres reportes– se declaran “preguntas científicas” (el 65,9%), una categoría

metodológica incorporada a finales de los años ´90 (Campistrous & Rizo, 1999).

Visto por enfoques metodológicos, entre las investigaciones cuantitativas la tendencia ha

sido a decrecer –con el paso de los años– en la posición de declarar hipótesis (o “idea a

defender”), mientras que las investigaciones cualitativas muestran un comportamiento

estable (aunque deprimido), como puede apreciarse en el gráfico siguiente.

Figura 4: Tendencias de la consideración de hipótesis o “idea a defender” (Fuente: Propia).

107

Un segundo aspecto a considerar –para esclarecer las tendencias manifiestas en el manejo

de los enfoques metodológicos entre los reportes analizados– es el referido a la forma de

selección de las unidades de análisis, como se señaló anteriormente. En ese sentido, se

observa en la figura siguiente que son las investigaciones cuantitativas –por mucho– las

que declaran emplear muestras estadísticas (84,2% del total de reportes). Aunque pocas,

existen también investigaciones cualitativas que las emplean, contrario a lo esperado.

Figura 5: Tendencias del empleo de muestras estadísticas, por enfoques (Fuente: Propia).

Por su parte, las investigaciones que realizan estudios de casos o estudios etnográficos o

ex-post-factos (15,8% del total) tienden a disminuir y predominan ligeramente –en los

últimos años– las que siguen el enfoque cualitativo, como se muestra en la figura siguiente.

Una mirada hacia el interior de esos datos evidencia –además– que han existido

investigaciones cuantitativas que no han utilizado muestras estadísticas, sino que han

realizado estudios de casos, lo cual resulta contradictorio.

Un aspecto adicional que merece atención, en lo referido al empleo de muestras

estadísticas, es la cuestión de si las mismas han sido seleccionadas aleatoriamente,

108

condición imprescindible para realizar inferencias estadísticas; recuérdese, la razón de ser

de las muestras estadísticas (Spiegel, 1971) (Egaña, 2003).

Figura 6: Realización de estudios de casos, etnográficos o ex-post-factos (Fuente: Propia).

Al respecto, los datos revelan que solo el 13,8% del total de informes (entre los que ello

era posible) reportan la selección de una muestra aleatoria; llama la atención que en el

43,2% de los casos posibles no se puede precisar en el informe de investigación el tipo de

muestra que utilizan, pues no declaran el procedimiento de selección que emplean. Lo

primero es claramente contradictorio con lo esperado. Lo segundo abre una interrogante.

Figura 7: Tendencias referidas a la selección de los tipos de muestras estadísticas (Fuente: Propia).

109

En la actualidad, la tendencia predominante es la de selección de muestras intencionales,

contraria a la tendencia de la selección de muestras aleatorias, que presenta un

comportamiento decreciente y deprimido, como puede apreciarse en la figura anterior.

En cuanto a los tipos de instrumentos de investigación que más frecuentemente se

emplean, se observa un comportamiento creciente en la utilización de los instrumentos

estructurados (llegando a constituir el 74,9% de los 1 377 reportes consultados), así como

de la combinación de estos con los semi-estructurados o no estructurados (22,6% de la

población), no así en estos últimos, cuyo empleo manifiesta cierta estabilidad en el tiempo,

pero en cuantías muy bajas (representando solo el 2,5% de los informes estudiados).

Figura 8: Tendencias referidas a la selección de los tipos de instrumentos (Fuente: Propia).

Finalmente, en esta sub-subdimensión se tiene el tema de la manera de procesar los datos.

En ese sentido, se debe realizar una distinción –como se ha señalado– entre el empleo de

recursos estadísticos y de la triangulación. En relación con el primero, se distinguen en el

estudio de los reportes de investigación diferentes niveles de trabajo, indagándose acerca

de la utilización –por separado– de las Estadísticas Descriptiva e Inferencial, así como del

110

Análisis Multivariado. En las figuras siguientes se muestran el comportamiento tendencial

de cada uno de esos tipos de recursos.

Figura 9: Tendencias de la utilización de la Estadística Descriptiva (Fuente: Propia).

Como puede observarse, la utilización de los recursos de la Estadística Descriptiva, que

son los más empleados entre los tres tipos de recursos (93,9% del total de investigaciones),

presenta un comportamiento ascendente entre las investigaciones cuantitativas, y estable

pero muy bajo entre las cualitativas.

Figura 10: Tendencias de la utilización de la Estadística Inferencial (Fuente: Propia).

111

Un comportamiento similar se tiene con los recursos de la Estadística Inferencial, aunque

son menos empleados que los primeros (17,9% del total); la tendencia de su empleo entre

las investigaciones cuantitativas tiene aquí un comportamiento más discreto.

Figura 11: Tendencias de la utilización del Análisis Multivariado (Fuente: Propia).

Por último, el empleo del Análisis Multivariado muestra un comportamiento notablemente

deprimido (presente solo en el 0,7% de los 1 377 reportes); ha aparecido en los últimos

años del período estudiado y con intermitencia, además. En el caso del enfoque cualitativo

se registra un único caso aislado de utilización (insuficiente para una línea de tendencia).

Figura 12: Tendencias del empleo de la Triangulación (Fuente: Propia).

112

Por su parte, el empleo de la Triangulación muestra una tendencia al crecimiento con el

paso de los años. Contrario a lo esperado, es más marcada entre las investigaciones

cuantitativas que entre las cualitativas. En términos generales, tiene una presencia

relativamente baja en el período estudiado (solo el 16,6% de los reportes de la muestra).

Resumiendo los resultados obtenidos en esta sub-subdimensión (de distinción entre los

enfoques cuantitativo y cualitativo), se aprecia en los cuatro atributos analizados la

presencia –indistinta– de investigaciones referidas a uno u otro enfoque metodológico. Es

decir, se está produciendo un trasvase de rasgos propios de uno al otro y viceversa.

La diferenciación entre los enfoques se manifiesta nítidamente en lo relativo a la selección

de muestras estadísticas, aunque también se aprecia un tratamiento canónico en lo referido

a la utilización de la Estadística Inferencial y del Análisis Multivariado, en el caso de las

investigaciones cuantitativas. En cambio, la declaración (inicial) de la hipótesis de

investigación (o de “idea a defender”) presenta un comportamiento notablemente alejado

de lo esperado en el caso de las investigaciones cuantitativas.

En cuanto a los tipos de instrumentos de investigación empleados, lo que se aprecia es una

marcada tendencia a la utilización de instrumentos estructurados, y en algunos casos a

combinar estos con otros no estructurados o semi-estructurados. Por último, en lo relativo

a las características de los análisis que se realizan con los datos, en ambos tipos de

enfoques se suele emplear indistintamente la Estadística Descriptiva y la Estadística

Inferencial, así como la Triangulación, lo cual es solo válido para la primera.

En cuanto a la última sub-subdimensión, referida a la utilización de los métodos mixtos

(véase el Anexo No.1), la información revisada reporta una baja presencia de este otro

113

enfoque metodológico; la tendencia de utilización de cada uno de los tres enfoques –con el

paso del tiempo– se aprecia en la figura siguiente.

Figura 13: Tendencias del empleo de los enfoques metodológicos (Fuente: Propia).

En la actualidad, es el enfoque cuantitativo el que acumula mayor cantidad de reportes de

investigación (87,4%), mientras que se encuentran bajamente representados los enfoques

cualitativo (12,3%) y mixto (0,4%).

Resumiendo lo analizado en torno a esta segunda subdimensión (relativa a los enfoques

metodológicos de investigación), puede decirse que se aprecian comportamientos no

deseados, de acuerdo con lo asumido en el marco teórico-referencial, tanto en lo referido

al ajuste a los atributos típicos de los enfoques cuantitativo y cualitativo, como a la

creciente incorporación de los métodos mixtos.

Así, los niveles de correlación estadística encontrados entre la declaración del enfoque de

investigación seleccionado y sus rasgos característicos son –en la población estudiada y

para muchos de ellos– notablemente bajos; eso sucede, por ejemplo, con: la utilización de

114

hipótesis o “idea a defender” (rs=0,02), el tipo de unidades de análisis empleadas (rs=0,52)

y el carácter estructurado o no de los instrumentos de investigación (rs=0,01).

También pueden presentarse como evidencia de la confusión algunos testimonios extraídos

del estudio practicado. Por ejemplo, en el reporte de investigación No. 177 puede leerse:

“El modelo de investigación utilizado será el cualitativo, por ser aplicado a un grupo

seleccionado de sujetos que constituyen la población y la muestra de la investigación (…)”

[117; p. 15]. Además del error conceptual de asociar la investigación cualitativa con la

selección de una población y una muestra (como ya se explicó), en la página anterior del

informe el investigador había declarado el empleo (solo) de técnicas asociadas al enfoque

cuantitativo (como la observación externa, la encuesta y la entrevista individual).

Otro testimonio de esa tendencia a la confusión de los enfoques metodológicos se tiene en

la obra No. 284, donde la investigadora afirma que: “Como método fundamental se utilizó

el estudio de casos, para hacer una caracterización profunda de la situación (…) lo que se

concreta con el empleo de la observación, la encuesta, la entrevista y las pruebas

pedagógicas” [284; p. 7]. Nuevamente aquí las técnicas de investigación empleadas no se

corresponden con la modalidad seleccionada del enfoque cualitativo.

Asimismo, en el reporte No. 1 074 se declara –por una parte– que: “[El] tipo de paradigma

[es el] Sociocrítico” [1 074; p. 11], mientras que a continuación se afirma que: “Según el

carácter de la medida [la investigación es] cuantitativa” [1074; p. 12], lo cual es –a todas

luces– contradictorio.

115

En cuanto a la utilización de los métodos mixtos, en los cinco reportes estudiados que dan

cuenta de su utilización se aprecia falta de claridad en torno a la armonización de los

enfoques metodológicos canónicos, durante la combinación.

Por ejemplo, en la obra No.1 206, después de declarar la utilización de técnicas de

investigación de corte cuantitativo, como “[la] revisión de documentos (resoluciones,

circulares, planes y programas de estudios) (…), encuestas a profesores y estudiantes de

las escuelas (…), observación a clases (…), completamiento de frases, diferencial

semántico, diez deseos y [la] composición (…)” [1 206; pp. 6-7], se anticipa el empleo de

“otros métodos de investigación”, como “[el] método etnográfico: para la descripción

analítica de las formas de vida de los estudiantes (…) [y el] método de historia de vida:

para registrar de forma orgánica la representación histórica que tiene el estudiante sobre

la configuración de su subjetividad (…)” [1 206; p. 7]. Sin embargo, los datos que debían

proporcionar estos otros métodos de investigación no afloran posteriormente en el informe;

no se presentan testimonios, ni se discuten los resultados de su aplicación.

Estos dos hechos, el confundir los enfoques de investigación canónicos –trasvasándose

en su lugar rasgos propios de uno al otro, sin respetar sus respectivas lógicas internas– y el

bajo nivel de incorporación del enfoque mixto –aun con las ventajas que entraña poder

utilizar las potencialidades de cada uno de aquellos, sin desconocer sus particularidades–

constituyen un primer reto de la investigación educativa cubana actual a tratar por la

comunidad de investigadores nacionales.

Acerca de la subdimensión 1.3. Utilización de la operacionalización de las variables

y del camino ascendente en el análisis de los datos

116

El tema de la operacionalización de las variables (principales) de la investigación presenta

un comportamiento global discreto (solo presente en el 47,3% de la población), aunque con

un notable ascenso en los últimos años, como se muestra en el gráfico siguiente.

Figura 14: Tendencia de la operacionalización de las variables de investigación (Fuente: Propia).

Por su parte, la utilización del camino ascendente en el análisis de los datos (recuérdese, la

valoración escalonada de los resultados obtenidos a nivel de indicadores, subdimensiones,

dimensiones y variables) presenta un comportamiento global bajo (presente tan solo en el

19,0%), aunque con tendencia a cierto crecimiento en los últimos años, tanto parcialmente

como totalmente bien empleado, como puede apreciarse a continuación.

Figura 15: Tendencias del análisis ascendente desde los datos (Fuente: Propia).

117

El comportamiento actual de la operacionalización de variables puede explicarse –al

parecer– por el creciente papel que han jugado en los últimos años los estudios de

Evaluación Educativa y de evaluación de impacto de políticas y propuestas educativas

(Añorga, 2000) (Añorga, 2004) (Lau, 2008) (Torres-Fernández et al., 2008) (Ferrer et al.,

2008) (Ferrer et al., 2011). En cambio, sobre el tema de la utilización del camino

ascendente desde los datos capturados no se aprecian referencias explícitas en la literatura

nacional, especializada en Metodología de la Investigación Científica, de la cual pudieran

extraerse hipótesis acerca del estado histórico o actual de su comportamiento.

En relación con estos temas, señalan los cubanos R. F. Valledor et al. (2009): “Al indagar

con estos investigadores noveles se pudo constatar que (…) han tenido que desechar la

mayor parte de la información empírica recolectada porque diseñaron los instrumentos

sin partir de un sistema de indicadores, dimensiones y variables, teóricamente

argumentados” (p. 96). Por su parte, el investigador cubano G. García-Batista (2009b)

plantea que: “En el diseño de los instrumentos pueden cometerse errores por falta de una

correcta determinación de los indicadores de cada variable” (p. 109). Mientras que los

también cubanos R. Bermúdez & M. Rodríguez-Rebustillo (2008) advierten que:

“(…) la falta de preparación metodológica del investigador se trasluce en el poco

rigor a la hora de elaborar un instrumento de investigación (…) porque reducen

toda la investigación a la selección apriorística de una técnica (dentro de ellas la

aparentemente más fácil y manida: la encuesta) sin un estudio previo de las

variables que se van a considerar, ni cómo deben estas ser operacionalizadas para

poder estudiarse (…)” (p.17).

118

Entre los más de mil reportes de investigación consultados para esta Tesis, varios

testimonios encontrados dan cuenta de dificultades en el tratamiento de estos aspectos. Por

ejemplo, en el informe de investigación No. 313 se plantean como indicadores de la

variable “rendimiento docente” a las técnicas: “cuestionario, prueba parcial [y] encuesta”

[313, p. 26]; evidentemente, un error conceptual. Mientras que en el reporte No. 352 se

establecen como indicadores de cada dimensión de la variable dependiente (por ejemplo,

de la dimensión “Relación con la biblioteca escolar” [352, p. 13]) a las categorías de la

escala de medición utilizadas (“Alta”, “Media” y “Baja”). Algo similar se aprecia en el

informe No. 361, donde se plantean como ´indicadores´ de la variable “los conocimientos

teóricos de los deportes de la Educación Física del quinto grado” a: “Excelente, Muy Bien,

Bien, Regular [y] Mal” [361, p. 65]; ambas descripciones son también ejemplos de

confusiones conceptuales, de orden metodológico.

Asimismo, en el reporte No. 1 038 se declaran ocho variables de interés para el

experimento diseñado (por ejemplo: “Disposición favorable de los padres hacia los

alumnos” y “Participación en clases de los estudiantes”, entre otras [1 038, p. 158]), pero

increíblemente solo se plantean dos ˋdimensiones´ y siete ˋindicadores´ para todas ellas, a

la vez; además de que el indicador “Participación en clases” –de la ˋdimensión´ “Grupo

de estudiantes”– coincide con la segunda variable seleccionada.

Sobre la base de estas evidencias –tendenciales, documentales y testimoniales– se puede

concluir que un segundo reto de la investigación educativa cubana actual consiste en la

eliminación de errores conceptuales y metodológicos subsistentes en los procesos de

operacionalización de variables y de análisis ascendente desde los datos.

119

Acerca de la subdimensión 1.4. Validación de los supuestos teóricos

Por último, en esta dimensión referida al conocimiento objetivo, se tiene el trascendental

tema de cómo se realiza la validación de los supuestos teóricos en las investigaciones

educativas. En ese sentido, se han distinguido desde la operacionalización de la variable

principal del estudio (véase el Anexo No.1) cuatro situaciones: validación solo desde la

teoría (pertinente para las investigaciones teóricas, que incluye las de carácter histórico),

validación a través de consultas (a expertos, a usuarios, o a asistentes a los talleres de

socialización), validación mediante formas experimentales (o sea: pre-experimentos,

cuasi-experimentos y experimentos “puros”, todas de utilidad para investigaciones

aplicadas desarrolladas bajo la perspectiva del enfoque cuantitativo) y validación mediante

otras formas de contraste con la práctica (estudios ex-post-factos, etnográficos y de casos).

Como puede apreciarse en la figura siguiente, no ha resultado elevado –históricamente

hablando– el número de investigaciones de carácter teórico realizadas; llama la atención el

hecho de que –además– la tendencia refleje un comportamiento decreciente.

Figura 16: Tendencia de las validaciones solo desde la teoría (Fuente: Propia).

120

No sucede lo mismo cuando la validación se realiza a través del llamado método Delphi, la

combinación del mismo con alguna intervención posterior en la práctica, mediante otras

formas de consulta a expertos, o asistido por las opiniones de los denominados usuarios,

incluyendo la de los asistentes a los talleres de socialización.

Figura 17: Tendencias de las validaciones mediante consultas (Fuente: Propia).

Un primer elemento que llama la atención es la variedad de opciones que se han venido

desarrollando en torno a esta otra modalidad de validación. Téngase en cuenta que, a falta

de la práctica, son los expertos –en tanto conocedores de ella de manera objetiva– la mejor

opción; sin embargo, se ha ido introduciendo de forma marcadamente creciente la consulta

a usuarios, los que pueden tener un conocimiento profundo de aquella, pero esencialmente

de manera empírica; de hecho, esta modalidad constituye actualmente la de más rápido

crecimiento, entre todas las variantes de validación identificadas.

El empleo del llamado método Delphi –tan popular a finales de los años ´90 e inicios de la

década siguiente– ha ido en decrecimiento de forma notable y ha cedido su lugar a una

variante de validación que combina su aplicación con una “introducción (generalmente,

denominada parcial) en la práctica”; modalidad esta última que ha ido en crecimiento.

121

También se han estado incrementando variantes de consulta a expertos no estrictamente

iguales a la contemplada en la concepción del método Delphi, por cuanto seleccionan a sus

expertos de otra forma, utilizan cuestionarios de formato diferente y –eventualmente–

utilizan más de una ronda de consulta.

Finalmente, entre estas modalidades que utilizan la consulta a un colectivo de profesionales

para sustentar la validación de las propuestas de solución de sus respectivos problemas

científicos, se encuentra una que apela al debate colectivo presencial –denominado taller

de socialización– para el análisis crítico del producto científico obtenido; en esta variante

no se asegura –debe aclararse– que los participantes merezcan la categoría de expertos en

el tema (Matos & Cruz, 2012).

Figura 18: Tendencias de las validaciones mediante formas experimentales (Fuente: Propia).

Otra variante de validación –la más conocida desde las ciencias naturales y técnicas– es la

que conforman las formas experimentales, propia de las investigaciones aplicadas que se

orientan por el enfoque cuantitativo. De acuerdo con el gráfico anterior, la modalidad más

empleada en la actualidad es la del pre-experimento; el cuasi-experimento –por su parte–

122

tiende al decrecimiento, además de que ha venido presentando una baja frecuencia de

utilización. Por último, el experimento “puro” cuenta únicamente con solo tres reportes en

el período (el 1% del total de reportes con validaciones mediante formas experimentales),

además de que se sitúan hacia los primeros años de la etapa, por lo que no debe

interpretarse esquemáticamente la representación gráfica de la línea de tendencia de su

(reducida) distribución de frecuencias.

Por último, se tiene la variante de contrastación práctica de los supuestos teóricos pero

mediante formas no experimentales (estudios ex-post-factos, etnográficos y de casos). La

tendencia cronológica de su utilización apunta hacia el crecimiento, aunque con valores de

frecuencias anuales discretos, como puede observarse en la figura siguiente.

Figura 19: Validaciones en la práctica mediante formas no experimentales (Fuente: Propia).

Si se agrupan las diferentes modalidades consideradas de validación mediante consultas y

de constatación directamente en la práctica educativa, entonces se obtiene el

comportamiento tendencial de cada uno de los tres grupos distinguidos (de validaciones

solo teóricas, mediante consultas y de contrastación práctica). Como puede apreciarse en

123

la figura que sigue, la contrastación en la práctica muestra una ligera ventaja (gracias al

crecimiento de los pre-experimentos en los últimos años), pero seguido muy de cerca por

las validaciones mediante consultas (a los usuarios, preferentemente), mientras que las

validaciones de carácter teórico decrecen abruptamente.

Figura 20: Tendencias de las diferentes modalidades de validaciones empleadas (Fuente: Propia).

Aunque no con la profundidad que requiere, otros investigadores nacionales han llamado la

atención sobre la manifestación eventual de este fenómeno. Ese es el caso del hallazgo de

la habanera M. V. Chirino (2009), quien destaca que: “En el análisis de sesenta tesis

doctorales comprendidas entre los años 2000 y 2007, se pudo constatar que las

metodologías experimentales estuvieron ausentes (…) hasta el año 2005 y, desde esa fecha

hasta el 2007, solo el 11,7% las utilizó (…)” (p. 91).

Otro hallazgo interesante lo proporcionan los holguineros y el tunero (Cruz-Ramírez,

Escalona & Téllez, 2014), quienes hacen referencia a lo siguiente:

“(…) Después de consultar un total de 424 tesis doctorales cubanas en ciencias

pedagógicas (…) defendidas durante el período 1999-2012, fueron identificadas las

siguientes regularidades (…) Con frecuencia se refiere que con el estudio empírico

124

se ´validará´ el aporte teórico. En el mejor de los casos, el término validar se

sustituye por ´evaluar la pertinencia´, ´analizar la viabilidad´, entre una multitud de

objetivos (…)” (p. 216).

También alrededor de este aspecto se pudieron encontrar diversos testimonios –tomados

entre los reportes de investigación consultados– en los que afloran inconsistencias con lo

señalado en el marco teórico-referencial asumido. Ese es el caso, por ejemplo, del reporte

de investigación No. 359. En el mismo se describe la realización de un cuasi-experimento

para validar la propuesta teórica; en ese sentido puede leerse en la memoria escrita de la

investigación:

“En el cuasi-experimento se conciben tres acciones importantes: 1. Aplicación de pre-

prueba y post-prueba pedagógica en los grupos (…) 2. Aplicación de la estrategia

pedagógica en el grupo experimental (…) 3. Realización del control. El control se

lleva durante todas las acciones del cuasi-experimento. La observación a clases

permitió determinar la calidad del trabajo del profesor ejecutor (sic) en la

conducción del proceso de enseñanza-aprendizaje en el grupo experimental (…) Se

realiz[ó] la prueba de la Suma de los Rangos de WILCOXON a los resultados

obtenidos en la post-prueba y del (sic) trabajo extra-clase” [359, p. 102].

Se trata de un trabajo sólido, metodológicamente hablando. Sin embargo, sorprende que el

autor haya organizado posteriormente una consulta a expertos y –más aún– que se refiera

solamente a ella en las conclusiones parciales del capítulo; exactamente señala: “Los

resultados de la consulta a expertos registran que la estrategia pedagógica (…) sirve de

guía al profesor en el procedimiento general a seguir en el proceso de enseñanza-

aprendizaje (…)” [359, p. 115].

125

Algo similar ocurre en el informe de investigación No. 381, donde el autor declara la

ejecución de un “experimento” para la “validación de las consideraciones metodológicas

propuestas” [381, p. 86], pero –sin embargo– decidió respaldar las conclusiones a las que

arribó con una consulta a especialistas, posteriormente. Así, en las conclusiones generales

de la investigación escribe: “La experimentación, apoyada en los criterios de especialistas

consultados, permitió constatar la veracidad de la hipótesis de trabajo y la aplicabilidad

de la propuesta” [381, p. 96].

Es decir, los investigadores se proyectan como si le atribuyeran mayor nivel de veracidad a

los resultados obtenidos a través de las consultas realizadas, que a los proporcionados por

la práctica misma. Podrían referirse varios ejemplos similares a estos dos.

Otro tipo de situación en la que emergen posiciones cuestionables –en relación con el

principio epistemológico y metodológico de la práctica como mejor criterio de la verdad–

es aquella en la que los investigadores hacen referencia a la realización de una “validación

parcial” de sus propuestas teóricas. Así, por ejemplo, en el informe No. 846 puede leerse:

“A la luz de propiciar un mayor acercamiento al resultado final de la investigación, se

decidió realizar una validación de los elementos que conforman la propuesta

evaluativa. En el orden teórico se determinó someter las variables, dimensiones e

indicadores de la propuesta al método de investigación ´criterio de expertos´ (…)

En el orden práctico se realizó una aplicación parcial de algunos componentes

contenidos en la propuesta (…)” [846, p. 127].

En el reporte No. 116 aparece una situación similar; en el mismo se señala:

“Como la carrera (…) es de nueva creación, evidentemente se requiere de mucho

tiempo para poder experimentar los resultados del modelo propuesto en la práctica

126

educativa. Para estos casos se ha determinado que un procedimiento alternativo

viable para la comprobación de los resultados en la práctica lo constituye la

realización de la introducción parcial de la propuesta sin llegar al tradicional

experimento y sus variantes” [116, p. 111].

Sin embargo, cuando se realizan las conclusiones del capítulo se afirma que: “Los métodos

aplicados para la valoración de la viabilidad teórica y práctica demostraron que el

modelo didáctico que se propone, favorece notablemente el proceso de desarrollo de las

habilidades de estudio, con enfoque profesional (sic) (…)” [116, p. 116]. Es decir, no se

despliega en su totalidad la propuesta teórica en la práctica educativa, pero se realizan

conclusiones como si se hubiese instrumentado en su totalidad.

Apoyado en todos estos elementos, este optante concluye que un tercer reto de la

investigación educativa cubana actual es la necesidad del fortalecimiento de la

validación en la práctica de los supuestos teóricos en investigaciones de carácter

aplicado, así como la rectificación de criterios erróneos relacionados con este tema.

Llegado a este punto, debe realizarse una valoración del comportamiento global de la

primera subdimensión de la variable estudiada. Una vista retrospectiva de lo obtenido,

primero a nivel de indicadores y después a instancia de subdimensiones (eventualmente,

también de sub-subdimensiones), permite concluir que la subdimensión asociada a la

relación clave ʽsujeto-objeto de investigación´ evidencia una notable manifestación de

insuficiencias metodológicas, en el desenvolvimiento de la investigación educativa en

Cuba, en los últimos años.

127

Las mismas están relacionadas –esencialmente– con la consideración de los rasgos

distintivos de los enfoques cuantitativos y cualitativos de investigación, junto al casi

inexistente empleo del enfoque mixto, así como con la utilización de la operacionalización

de las variables principales de la investigación y del análisis ascendente desde los datos,

por los mismos “caminos” por aquella trazados, además del empleo de ciertas modalidades

de validación de los supuestos teóricos obtenidos, en las fases iniciales del trabajo.

Realizada esta conclusión parcial, se pasará ahora al análisis de la segunda dimensión.

2.2. Retos referidos a la relación investigador-investigadores-sociedad

Los estudios realizados en esta otra dirección, aunque también apoyados en análisis

documentales, poseen la particularidad de constituir estudios de casos; esta variación ha

estado determinada –esencialmente– por las complejidades que entraña el análisis del

comportamiento de los individuos y de la comunicación entre ellos.

En la operacionalización realizada de la variable principal, el contenido de este segundo

epígrafe se corresponde con las sub-subdimensiones denominadas: “Construcción colectiva

del conocimiento” e “Impacto científico” (véase el Anexo No. 1). Bajo la primera

denominación se presentarán dos estudios de casos diferentes, uno referido a la

“comunicación de los resultados” y otro centrado en la “relación entre comunidades

científicas”, mientras que asociada a la segunda sub-subdimensión se describirá un tercer

estudio de casos, correspondiente al “tratamiento del concepto de impacto social en las

investigaciones educativas”.

Como en el capítulo anterior, se trata de estudios de carácter descriptivo, aunque debe

anticiparse que las tendencias identificadas aquí no se orientan por la evolución

128

cronológica, sino por las inclinaciones manifiestas –por las preferencias– de los

investigadores sometidos a estudio. En consecuencia, los datos obtenidos fueron

procesados con ayuda de los métodos del nivel teórico: analítico-sintético e hipotético-

deductivo, fundamentalmente; en el nivel empírico el análisis documental continuó siendo

–como ya señaló– el método principal.

En relación con los métodos matemático-estadísticos, se trabajó igualmente con recursos

de la Estadística Descriptiva, concretamente con tablas estadísticas y distribuciones de

frecuencias (absolutas y relativas), además de la determinación de medidas de tendencia

central (como el promedio). Al mismo tiempo, se laboró también con índices (básicamente

bibliométricos) y se emplearon determinados software de carácter específico, a los que se

harán referencias oportunamente.

Acerca de la subdimensión 2.1. Construcción colectiva del conocimiento

El primero de los estudios tiene que ver con los niveles de publicación y de reconocimiento

científico de los investigadores educativos cubanos (Torres, 2012d). Un apoyo importante

para su desarrollo se tuvo en el artículo de la revista Magis, de los autores chilenos J. J.

Brunner y F. A. Salazar, titulado: “Investigación educacional en Iberoamérica: entre la

invisibilidad y la medición” (Brunner-Salazar, 2012). En el mismo, los autores parten de

una declaración francamente alarmante:

“(…) si se atiene uno a la IE [investigación educacional] iberoamericana medida

según las bases de datos y procedimientos del método estándar, ella sería –para

todos los efectos prácticos– inexistente o, en cualquier caso, internacionalmente

invisible (…) del total mundial de artículos originados durante el período 1990-

129

2005 en el campo de la IE registrados en la WoS [Web of Science] solo un 3%

corresponde a la producción originada en los países de la región (…)” (Brunner-

Salazar, 2012, p. 561).

Sin embargo, el aporte principal proveniente de esa publicación se tiene en el hecho de que

el artículo incorpora un estudio comparativo de la producción científica de autores

iberoamericanos, aunque sin la inclusión de investigadores educativos cubanos (Brunner-

Salazar, 2012). De manera que se hizo la solicitud al Centro de Información para la

Educación [CIED] de que proporcionara datos bibliométricos de autores cubanos de

reconocida reputación en el campo educativo. De ellos, el optante realizó una selección de

cinco autores cubanos contemporáneos de prestigio, avalados por un considerable nivel de

producción científica y una visible ascendencia sobre investigadores educativos noveles.

Puesto que en el artículo de los autores chilenos (Brunner-Salazar, 2012) el estudio

comparativo de la producción científica de los treinta y seis investigadores

latinoamericanos seleccionados se realiza con el empleo de las estadísticas bibliométricas

proporcionadas por la base de datos de Google Académico –como ya se señaló, con una

metodología de citación flexible, a diferencia de las exigentes jerarquizaciones de Scopus

y WoS– se obtuvieron a partir de aquella los indicadores bibliométricos de los cinco

autores cubanos, haciendo posible una comparación justa con sus pares latinoamericanos.

Los parámetros en Google Académico de esos autores cubanos –identificados aquí como:

A, B, C, D y E– eran los siguientes al momento de la exploración.

130

Tabla 1: Datos bibliométricos en Google Académico de los autores cubanos (Fuente: Propia).

Es conveniente aclarar –en relación con los datos que aparecen en la tabla anterior– que el

índice h “[…] es el número más grande h tal que al menos h artículos fueron citados al

menos h veces. Por ejemplo, una publicación [un autor] con cinco artículos citados,

respectivamente, 17, 9, 6, 3 y 2 veces, tiene un índice h de 3” (Google Académico, 2012a).

En el ejemplo referido, nótese que el índice h no puede ser 4, pues no se tiene un cuarto

artículo que haya sido citado, al menos, cuatro veces. Por su parte, el índice i10 se refiere

al número de obras cuyo contenido ha sido citado cuando menos diez veces. En relación

con la última fila de la tabla, los estadígrafos referidos a los artículos y a las citas son

promedios; mientras que las cifras del índice h y del índice i10 son medianas.

El total de artículos registrados en la base de datos de Google Académico para los cinco

investigadores cubanos asciende a 112; se trata de una cifra próxima a los 160 registros

contenidos en la base de datos del CIED (sumando sus artículos/manuscritos, tesis y

libros). Al comparar la producción de esos investigadores educativos cubanos con sus

pares de otros países de la región se obtuvieron los siguientes resultados.

131

Tabla 2: Cantidad de publicaciones referidas y de citas por países (Fuente: Propia).

Es decir, el grupo de autores cubanos se ubica –lamentablemente– en el último lugar, tanto

en el número de publicaciones citadas como en el total de citas que han recibido sus

trabajos. El país más destacado es –por mucho– Brasil, seguido de Chile y México, aunque

realmente los representantes de España y Estados Unidos alcanzaron altos índices de

citación en sus obras, sobre todo si se tiene en cuenta que estos dos últimos países

estuvieron representados en el estudio –cada uno– tan solo por dos especialistas. En

términos de porcentajes, los autores cubanos proporcionan solo el 1,6% del total de

publicaciones citadas y el 1,1% del total de citas recibidas, contra un 30,4% y un 39,1%

respectivamente, proporcionado –por ejemplo– por Brasil (Torres, 2012d).

Este panorama a nivel de autores se comporta de manera similar en el caso de las revistas

científicas en ciencias sociales y humanísticas (entre las cuales se incluyen las

especializadas en investigación educativa) cuando se consultan las estadísticas en la base

de datos de Google Académico. De las 100 revistas de habla española con mejor ranking

allí recogidas (Google Académico, 2012b) solo aparece una revista cubana (en el puesto

132

29, con índice h5=13 y mediana h5=21, ambos correspondientes a los últimos cinco años);

la revista cubana visibilizada corresponde al ámbito de la Salud Pública.

En cambio, las revistas de otros países hispanos del campo educativo (donde predominan

los reportes de investigaciones educativas) alcanzan una apreciable representación en ese

selecto grupo de publicaciones, con algo más del 10% del total y la mejor ubicada de ellas

situada en el quinto puesto (con elevados índice h5=20 y mediana h5=25), superada solo

por dos revistas de Medicina y otras tantas de Psicología (Torres, 2012d).

Una búsqueda virtual en los ordenamientos realizados por SCImago reportará también que

para ese período solo una revista cubana especializada en investigación educativa punteaba

en la misma; se trata de la misma publicación del campo de la Salud Pública ya señalada,

con poco más de cien trabajos en los últimos cuatro años y tan solo dos citas en ese

período, lo que la ubica en el lugar 497 del Rankings SJR, entre las 573 revistas de

investigación educacional del mundo allí registradas (SCImago Research Group, 2012b).

Por otra parte, si el análisis comparativo relacionado con la producción científica se realiza

entre instituciones universitarias –y no entre autores, ni entre revistas científicas– entonces

la universidad cubana con mayor número de publicaciones en revistas científicas de la

región –a la altura de 2012– alcanzaba apenas el lugar 64 entre las instituciones de

educación superior latinoamericanas y el puesto 118 entre sus similares de toda

Iberoamérica, de acuerdo con el ranking latinoamericano elaborado por (SCImago

Research Group, 2012a). En el otro extremo, la institución cubana con menor número de

publicaciones científicas en ese período se ubicaba en los distantes lugares 908 y 1 040,

respectivamente. Algo similar ocurrió en el 2015 (SCImago Institutions Rankings, 2015).

133

En cambio, si se indaga por las instituciones cubanas que realizan investigación educativa,

entonces se verificará que solo clasifican dos prestigiosas universidades del país, aunque

con ubicaciones distantes, los lugares 1 912 y 3 205 respectivamente del ranking mundial;

ninguna de ellas está especializada en ciencias de la educación. En el caso del ranking

iberoamericano sí clasifica una de esa área, una universidad en ciencias pedagógicas,

aunque en el puesto 1 223 de los 1 401 registrados (SCImago Research Group, 2012b).

De este modo, puede concluirse que la tendencia apreciada apunta hacia un bajo nivel de

publicación de la investigación educativa cubana más allá de las fronteras nacionales

(Torres, 2012d), lo que resulta contradictorio si se tiene en cuenta que el país tiene en el

campo educacional –como se conoce– no solo una vasta obra social que exhibir, sino

además una clara visión de la necesidad y posibilidad de la conducción científica de los

procesos educativos (ICCP, 2012) y –en consecuencia– un desarrollo considerable de la

Metodología de la Investigación Científica (Díaz & Añorga, 2002) (Cerezal & Fiallo,

2004) (Martínez, 2005a) (Blanco, 2005) (Ruiz, 2005) (Núñez-Jover, 2007) (Pérez-

Rodríguez, García-Batista, Nocedo & García-Inza, 2009) (Guadarrama, 2012).

Como si no fueran suficientes las evidencias anteriores, en la literatura científica nacional

pueden encontrarse hallazgos similares, como los siguientes:

El estudio bibliométrico realizado por la habanera T. M. Rubio (2000) con la revista

“Varona”, una de las más prestigiosas del país en materia educativa, reveló que: “(…)

la producción científica plasmada por nuestros profesores es bastante pobre a lo largo

de esos años de edición de la revista, ya que solo el 0,27% de los 366 autores presenta

una producción más elevada (8 artículos)” (p. 2). Visto desde la arista de la

134

producción cooperada, la especialista observó que: “(…) predominan los artículos

escritos por un solo autor; es decir, sin coautor, y en el caso de los artículos escritos

con coautores, predominan los artículos con un coautor, para un 19,82%” (p. 4).

Mientras que desde la perspectiva de la producción por categorías docentes, señala

que: “Se observó que todos los profesores titulares han publicado al menos un artículo

en la revista [promedio de 1,34], cifra bastante baja (…) En el caso de las tres

categorías siguientes el promedio de artículos publicado es irrisorio ya que quedan

por debajo del 1% (sic)”. Por último, vistas las publicaciones por grados científicos y

títulos académicos, señala: “(…) nuestros doctores y máster (…) han publicado muy

poco, ya que solamente tienen registrados como promedio un artículo por cada autor

(…) [exactamente, entre los doctores han publicado] el 67,1% del total general (…),

mientras que en la categoría máster solo el 12,8% del total (…)” (p. 6).

Los resultados anteriores parecen ser consistentes con los encontrados –unos años

después– por el colectivo de investigadores liderados por L. Pérez-Lemus, quienes –en

lo relativo a la publicaciones referidas a la investigación educativa, en particular–

señalan que: “El tratamiento de la Investigación Educativa en esta etapa continúa muy

limitado, lo que contrasta con el fuerte movimiento que en esta dirección tuvo lugar en

la institución a finales de los años 90s y primeros del 2000 (…)” (Pérez-Lemus et al.,

2009, p. 26). En efecto, en el Anexo 2 de esta misma obra (p. 32) puede contabilizarse

–en el rubro de “investigación educativa”– tan solo seis artículos, entre las tres etapas

descritas, apenas el 1,4% del total de artículos publicados por la revista “Varona”.

135

Los cubanos R. G. Torricella y J. A. Araujo, en colaboración con el belga G. Van

Hooydonk, encontraron –a la altura del año 2000– que: “(…) la utilización del WoS en

la evaluación de las publicaciones [científicas] cubanas se ve muy limitada debido a

que el WoS solo procesa la Revista Cubana de Ciencia Agrícola entre las más de 200

publicaciones científicas seriadas cubanas activas (…)” (Torricella, Van Hooydonk &

Araujo, 2000, p. 2). En ese mismo artículo, declaran más adelante:

“El impacto acumulativo de los artículos publicados por cubanos y

referenciados en la Web of Science se puede considerar como bajo, entre 2,9

y 2,1 (…); un autor [cubano que] tiene valores de impacto acumulativo

mayores de tres, aporta a la elevación del impacto de la ciencia cubana,

mientras que aquellos con valores menores que dos, se lo restan” (Torricella,

Van Hooydonk & Araujo, 2000, p. 11).

Las habaneras Y. Rodríguez-Sánchez, Y. Rubio & E. Solórzano destacan en su artículo

“Las ciencias sociales en Cuba: una mirada desde una perspectiva métrica” que: “La

ausencia de un sistema de indicadores métricos que permita analizar el

comportamiento del desempeño científico de la ciencia cubana impide diagnosticar el

estado actual de las investigaciones que en el país se acometen (…)” (Rodríguez-

Sánchez, Rubio & Solórzano, 2007, p. 2). No obstante, al incorporar un grupo de

reconocidos indicadores bibliométricos y de software especializados a un estudio

diagnóstico, correspondiente a un proyecto de investigación del Instituto de

Información Científica y Tecnológica (IDICT) –y del cual resultó el artículo arriba

citado– concluyeron que:

136

“Resulta interesante y preocupante (…) [considerando] la función que

desempeñan los doctores en ciencias como investigadores altamente

calificados y experimentados, así como su responsabilidad como formador y

líder (sic) (…) que, en este caso, solo el 8% de ellos publicaran (…) más de

tres artículos durante los cinco años analizados, el 11% publicaran dos y el

78% solo un artículo” (Rodríguez-Sánchez, Rubio & Solórzano, 2007, p. 5).

El cubano R. Arencibia-Jorge y el español F. de Moya han reseñado –en un artículo

científico publicado en el 2008– que:

“(…) es insuficiente en el marco de las universidades [cubanas] la evaluación

de la producción científica de los investigadores y de su actividad, lo que

influye significativamente en el impacto y la visibilidad de los resultados

científicos y tecnológicos alcanzados por el MES, cuando se comparan con

los alcanzados por el sector universitario en los países industrializados y en

numerosos países de la región que han desarrollado políticas de evaluación

de manera sostenida” (Arencibia-Jorge & de Moya, 2008, p. 5).

La colombiana M. C. García-Cepero (2008) ilustra en la tabla 1 de su artículo en la

revista Magis, a partir de los análisis comparativos realizados por SCImago sobre la

base de los datos estadísticos proporcionados por la WoS, que en materia de

investigación educativa Cuba fue visibilizada –en el período comprendido entre 1990 y

2005– solo a través de 11 artículos científicos, los que representan solo el 0,5% de los

2 287 artículos acumulados por los diez países iberoamericanos estudiados.

Los holguineros E. Ortiz, M. V. González-Guitián, I. Infante & Y. Viamontes (2010)

explican que: “Dentro de las especialidades que integran las ciencias sociales, es en

137

las ciencias pedagógicas donde más doctores se forman anualmente, pero hasta ahora

no han sido evaluadas sus contribuciones científicas una vez presentadas y aprobadas

oficialmente mediante herramientas científicas (…)” (p. 280). Al realizar un análisis

con todas las tesis doctorales en ciencias pedagógicas realizadas en Holguín entre los

años 1988 y 2008, estos docente-investigadores detectaron que: “(...) el 78% [de los

doctorantes] no publicó en ninguna [revista arbitrada], el 19% uno o dos y el 3%, tres

o cuatro” (p. 283). A lo que añaden que:

“Para indagar las causas de estos pobres resultados se aplicaron entrevistas

individuales a los autores y tutores de las tesis y se constató que en la

mayoría de los casos sus intereses estuvieron en la presentación de eventos

científicos (…) y no en la publicación de artículos científicos en este tipo de

revista por el nivel de exigencia que plantean los árbitros para su aceptación

(…)” (Ortiz, González-Guitián, Infante & Viamontes, 2010, p. 283).

Por su parte, los docentes-investigadores villaclareños M. Pérez-Machín, Y. González-

Lugo & M. P. Fernández-Díaz (2011) insisten en que: “(…) es necesario aumentar el

número de trabajos [cubanos] de corte educacional que se publican en revistas de

impacto y en otras reconocidas bases de datos internacionales” (p. 3).

En cambio, los pinareños D. Mainegra & J. Miranda (2012) realizaron también un

estudio interesado en la comunicación de los resultados de la investigación educativa,

en el que “(…) se revisaron 16 informes de autoevaluación de universidades cubanas,

9 de Ciencias Pedagógicas (…) [encontrando que] En 11 (68,75%) de ellos se declara

como debilidad la escasez de publicaciones efectuadas por el claustro, tanto en libros

138

como en revistas de diverso formato” (p. 3). Al profundizar con la aplicación de

encuestas, detectaron que en el caso de su universidad:

“(…) los docentes usan como principal vía de publicación la participación en

el evento internacional Pedagogía, que les permite incluir en el CD de

memorias del certamen provincial y del nacional sus artículos, sin excepción

alguna, porque se trata de una publicación no arbitrada” (Mainegra &

Miranda, 2012, p. 4).

Los habaneros M. Keeling, L. Pérez-Lemus, C. Rojas & J. Chávez (2012), por su lado,

detectaron que en relación con el funcionamiento del centro de documentación:

“(…) no se realizan estudios de información que sirvan de base a los

investigadores para sus posteriores análisis (…) [a la par de que] aún se sigue

considerando insuficiente el impacto de los logros obtenidos y de la necesidad

de proyectar acciones pedagógicas que tributen al cumplimiento del papel

que debe desempeñar el sistema de información desde la actividad científica

educacional (…)” (p. 20).

En otro sentido, los camagüeyanos M. García-Céspedes, M. N. Montejo & B. M.

Carvajal (2014) recuerdan que: “Actualmente las universidades de ciencias

pedagógicas se encuentran en un proceso de acreditación de sus servicios, que incluye

la certificación de las revistas de ciencias de la educación editadas en los respectivos

centros (...)” (p. 76). Sin embargo, como ellos mismos apuntan, hasta la fecha: “(…)

solo un reducido número de revistas y colectivos universitarios han logrado tal

reconocimiento” (p. 76). Estos especialistas encontraron –como parte del estudio

bibliométrico realizado– que: “(…) solo 15 (51,7%) tesis de doctorados y 22 (0,5%) de

139

maestría, de las defendidas en el período [estudiado], aparecen referenciadas” (p. 82).

Al mismo tiempo, detectaron que: “Solo en un artículo se toma como referencia un

resultado de proyectos de investigación” (p. 82), y que: “Predominan las revistas

extranjeras consultadas en la Web. [Mientras que las] revistas pedagógicas nacionales

son prácticamente ignoradas, especialmente las ajenas a la institución (…)” (p. 82).

También los holguineros M. Cruz-Ramírez, M. Escalona, S. Cabrera & M. C. Martínez

(2014) han descubierto que: “(…), como regularidad, las publicaciones educacionales

cubanas de mayor visibilidad [en Scopus, de acuerdo con SCImago Journal & Country

Rank (SJR)] toman como referencia a la educación para la salud y la educación

médica (…)” (p. 3).

El cubano R. Arencibia-Jorge, el mexicano H. Carrillo y los españoles E. Correa, Z.

Chinchilla & F. De Moya, en un artículo recientemente publicado, han actualizado la

situación de las universidades cubanas en el último ranking iberoamericano de

instituciones académicas (Ranking IBE-2013); después de describir los resultados

alcanzados en cada uno de los ocho indicadores asumidos del Grupo de Investigación

SCImago, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC),

concluyeron que:

“(…) la investigación generada por la UMTZ [Universidad de Matanzas

“Camilo Cienfuegos”] ha consolidado su impacto sobre la comunidad

científica internacional durante las cinco ediciones del Ranking IBE y es hoy

la universidad cubana con resultados más sobresalientes (…),

independientemente de su retroceso en cuanto a volúmenes de producción. La

UH [Universidad de La Habana] y la UCLV [Universidad Central “Marta

140

Abreu” de Las Villas] se mantienen en la vanguardia (…)” (Arencibia-Jorge,

Carrillo, Correa, Chinchilla & De Moya, 2013, p. 188).

De manera que, considerando de conjunto los estudios de casos realizados en torno al tema

por el optante y estas otras evidencias anteriormente descritas, el autor de esta Tesis

concluye que un cuarto reto de la investigación educativa cubana actual consiste en la

necesidad de la elevación de la visibilidad internacional de los cubanos en este campo.

La otra sub-subdimensión a tratar en este epígrafe –como ya se anticipó– se refiere al tema

de la “relación entre las comunidades científicas” en el campo de la investigación

educativa, en Cuba. Se trata de un aspecto difícil de estudiar, puesto que –en rigor–

presupone la respuesta afirmativa a dos preguntas previas, lógicamente imbricadas.

En efecto, intentar una comparación entre las tendencias de citación de dos o más

colectivos de investigación requiere probar –primero– que esos grupos de profesionales

existen (y muestran cierta estabilidad en la producción intelectual, en torno a las temáticas

de interés, con el paso del tiempo), así como que tienen algunas líneas de investigación

afines; de otra manera la comparación no sería posible o estaría sesgada.

Para responder a la primera pregunta se realizó la identificación de varios líderes

científicos; o sea se verificó la existencia de profesionales de la educación que hayan

logrado aglutinar a su alrededor grupos de investigadores (o docente-educadores) que

compartan con ellos posiciones teóricas comunes en el campo de las ciencias de la

educación y que, en consecuencia, realizan en torno a ellas una actividad sistemática de

investigación y de producción científica (Torres, 2013a).

141

Para efectuar esa búsqueda se realizó un trabajo bibliométrico dirigido a la identificación

de autores con un elevado nivel de producción intelectual y de referencias bibliográficas

por parte de otros educadores con los que comparten espacios profesionales en el ámbito

de la investigación educativa. La principal fuente de datos utilizada fue el Centro de

Información para la Educación [CIED], aunque se complementó –en algunos casos– con

obras obtenidas a través de Google Académico. Los datos bibliométricos obtenidos se

organizaron en tablas de frecuencias y tablas dinámicas y se representaron en gráficos

estadísticos, en Excel (Torres, 2013a).

La respuesta a la segunda pregunta demandó de un esfuerzo mayor, pues se trataba de

encontrar entre los trabajos de los líderes y demás miembros de sus respectivas

comunidades evidencias de la construcción de sistemas teóricos (categorías, principios,

modelos, etc.) y metodológicos propios (enfoques investigativos, técnicas de investigación,

etc.), hasta verificar –posteriormente– si ellos eran afines entre sí (Torres, 2013a). En este

caso se trabajó con la modalidad de investigación cualitativa conocida como Teoría

Fundamentada (Rodríguez, Gil & García, 2006).

Durante el estudio de las obras consultadas se seleccionaron citas trascendentales para las

teorías científicas desarrolladas por cada una de las comunidades científicas sometidas a

estudio; dentro de esas citas se ubicaron códigos claves y con ellos se articularon familias

y redes, a partir de las cuales se generó un proceso de asunción hacia categorías más

generales, comparables entre sí con independencia de las particularidades de los

constructos teóricos de cada una de esas comunidades. Para efectuar esa compleja tarea se

142

utilizó el software Atlas.ti, versión Demo Win 6.1 (http://www.atlasti.com) (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010).

Finalmente, para determinar los niveles de reconocimiento mutuo que se tienen entre esas

comunidades científicas se retomaron los datos bibliométricos inicialmente trabajados, y

procesados con el software especializado NetDraw 2.125 (http://www.arschile.cl/ucinet).

Con su ayuda se pudieron ilustrar los niveles de intercambios (en términos de referencias

bibliográficas y citaciones) de los autores de las obras consultadas con las comunidades

seleccionadas (Torres, 2013a).

Los resultados obtenidos –al seguir los procedimientos anteriormente descritos– son los

siguientes. La consulta a la base de datos del CIED permitió identificar –al menos– tres

líderes científicos (denominados en lo adelante X1, Y1 y Z1, respectivamente). Se trata de

tres profesionales de la educación con una considerable producción científica, así como

una notable experiencia como tutores de tesis de doctorados y de maestrías (cuantificables

por el CIED –estos últimos– solo a partir del año 2 000).

Tabla 3: Producción científica y número de aspirantes defendidos de los líderes (Fuente: Propia).

Los mismos cuentan con la particularidad de disponer de una influencia en áreas

geográficas diferentes. Los líderes científicos Y1 y Z1 han desarrollado sus actividades

profesionales esencialmente en instituciones educativas situadas en regiones extremas del

143

país, distantes suficientemente entre sí como para no facilitar la superposición de

influencias. En cambio, X1 se había desempeñado –en el período previo a la realización de

este estudio de casos– en una entidad de alcance nacional, de modo que su accionar

profesional ha estado presente tanto en las regiones de influencia de Y1 como de Z1, de

forma natural (Torres, 2013a).

A continuación se pasó a seleccionar –de la misma base de datos del CIED– obras

científicas (artículos, manuscritos, libros y tesis) en los que esos líderes han intervenido

como autores únicos, coautores principales, coautores secundarios o tutores de Tesis. En

las mismas se computó el número total de referencias y citas individuales recibidas, así

como las referencias bibliográficas y citas de sus respectivos coautores y aspirantes.

Ambas se denominarán en lo adelante “referencias a la línea de investigación”.

Tabla 4: Cantidad de obras científicas y de referencias procesadas (Fuente: Propia).

Como puede apreciarse, el líder mejor registrado en las bases de datos del CIED es X1,

quien duplica –prácticamente– el número de obras de los otros dos líderes. Sin embargo,

X1 (y la línea que encabeza) reciben –proporcionalmente– menos referencias que las de los

otros dos. El líder y la línea mejor referenciada es –por mucho– la correspondiente a Y1.

Puede decirse –entonces– que el impacto (en términos de referencias recibidas) no

depende del número de obras publicadas, o al menos registradas en el CIED.

144

Sin embargo, la determinación de si realmente X, Y y Z constituyen comunidades

científicas en el ámbito de la investigación educativa (lideradas por X1, Y1 y Z1,

respectivamente) demanda también “pasar la prueba del tiempo”; es decir, se necesita

descartar que sus respectivas producciones [afines] constituyan solo un hecho efímero,

temporal. Para verificar el cumplimiento de esa condición se ordenaron cronológicamente

las referencias realizadas a sus respectivas líneas de investigación (en lo adelante,

identificadas también como: X, Y y Z); al agrupar aquellas según las etapas: 1990–1995,

1996–2000, 2001–2005 y 2006–2010, se obtuvieron los resultados reflejados en el

siguiente gráfico.

Figura 21: Referencias por líneas de investigación y períodos de tiempo (Fuente: Propia).

Como resultado de este otro análisis se aprecia que las líneas de investigación X, Y y Z se

han ido fortaleciendo con el paso del tiempo, con un incremento notable del número de

referencias recibidas desde la primera etapa (1990-1995) a la tercera (2001-2005). Hacia la

última etapa (2006-2010) se aprecia un ligero decrecimiento en el impacto de las

producciones científicas de las líneas X y Z, no así en el caso de la línea Y.

145

Resumiendo, se puede afirmar que existen al menos tres comunidades científicas en el país

–en el campo de la investigación educativa– identificadas por X, Y y Z y lideradas por los

profesionales X1, Y1 y Z1, respectivamente. Los registros de las obras consultadas en torno

a ellas revelan que sus producciones científicas son robustecidas por autores (o coautores)

de áreas geográficas diferentes del país. Por tanto, se admite como afirmativa la respuesta a

la primera pregunta formulada y se pasará –entonces– a dar respuesta a la segunda

pregunta, acerca de si esas comunidades científicas generan construcciones teóricas afines.

El proceso de asunción teórica se inició con el análisis de las obras consultadas, a través

de citas; sobre la base de ellas se pasó –gradualmente– a la precisión de códigos y a la

determinación de familias y redes, todo lo cual permitió identificar tres direcciones de

producción científica comunes a las comunidades científicas estudiadas. A esas tres

metateorías se les ha denominado: “Currículo”, “Didáctica” y “Postgrado”, en alusión a

los focos de atención de sus discursos teórico-metodológicos (Torres, 2013a).

En las representaciones de esas redes se ha denotado a cada nodo con un término afín,

seguido de la notación de la comunidad científica que lo aporta (X, Y o Z); los números

situados entre paréntesis reseñan la cantidad de referencias recibidas [grounded] y de

conexiones con otros nodos [density], en ese orden.

En el caso de la red “Currículo” –cuyo análisis, asistido por el software Atlas.ti, se

representa en la figura siguiente– intervienen nodos que aparecen representados en los

despliegues teóricos de las tres comunidades científicas sometidas a estudio. Destacan los

nodos: “proceso educativo”, “modelación”, “sistematización” y “teoría curricular”,

consistentes entre las tres, en cuanto a la cantidad de referencias recibidas [grounded].

146

Figura 22: Representación de la red “Currículo”, a través de nodos y conexiones (Fuente: Atlas.ti)

Análogamente, en el caso de la red “Didáctica” intervienen nodos representativos de los

desarrollos teóricos de las tres comunidades científicas consideradas. Destacan en esa otra

red los nodos: “didáctica”, “desarrollo de habilidades” y “proceso de enseñanza-

aprendizaje”, con consistencia también entre las referencias recibidas [grounded] por las

tres comunidades. Finalmente, en la red “Postgrado” intervienen –igualmente– nodos

provenientes de los despliegues teóricos de las tres comunidades científicas estudiadas;

destacan en esta otra red los nodos: “educación profesional”, “proceso educativo” y

“modelación”, también consistentes en relación con la cantidad de referencias recibidas

[grounded] de las comunidades científicas X, Y y Z.

Es decir, se pudieron encontrar tres direcciones de desarrollos discursivos (metateorías)

con nodos similares, e igual de fundamentados (en el sentido de la cantidad considerable

de referencias recibidas). Ello permite dar una respuesta afirmativa –también– a la segunda

pregunta; es decir, las tres comunidades científicas generan construcciones teóricas afines.

147

Se pasará –entonces– al análisis de la respuesta de la tercera interrogante, definitiva para la

validación o refutación de la hipótesis de investigación considerada (Torres, 2013a).

En el desarrollo de este otro análisis se hizo uso –como ya se señaló– del software

especializado NetDraw 2.125, el cual permite “mapear” las diferentes relaciones –aquí de

citación– entre las tres comunidades científicas estudiadas, además de hacerlo de forma

“dinámica”, o sea variando las condiciones para la representación de las relaciones.

En las imágenes devueltas por el software se enlazan mediante saetas las obras estudiadas

(las que aparecen representadas por círculos, con notaciones compuestas por la letra que

designa a la comunidad y una enumeración continua [por ejemplo: X1, X2, X3, etc.]) con

las comunidades a que se hace referencia (identificadas por cuadrados, que son denotados

por X, Y o Z, según el caso).

Al lado de cada saeta aparece la cantidad de referencias que realiza la obra a la producción

científica de esa comunidad, cantidad que se corresponde con el grosor de la saeta.

De este modo, cuando se asumen todas las referencias posibles (es decir, al menos una),

entonces –además de las múltiples auto-referencias que realiza cada comunidad– aparecen

representadas también referencias a las producciones de las dos comunidades restantes,

como puede apreciarse en la figura siguiente; ese es el caso de las nueve referencias que

realizan las obras X12, X1, X13, X5 y X6 a la producción de la comunidad científica Z, o las

doce referencias que hacen las obras Y5, Y7, Y6 e Y3 a la de la comunidad X.

148

No debe perderse de vista –sin embargo– que el número de referencias que realizan las

obras a la producción de su propia comunidad es mucho mayor que las que efectúan a las

de las restantes comunidades.

Figura 23: Interrelaciones entre las comunidades, con una o más referencias (Fuente: NetDraw).

Ahora bien, cuando se ajusta el modelo de relaciones bajo la condición de que las

referencias de cada obra hacia una comunidad no sean “ocasionales”, sino “algo

frecuente” –en el sentido de que sean dos o más las referencias por obra– se obtiene una

representación diferente, como se aprecia en la figura situada más abajo.

En la misma se reduce el número y grosor de las flechas que conectan las obras con

comunidades diferentes a la suya, sin que disminuya notablemente el número de auto-

referencias y –por tanto– el grosor de las saetas que van desde los círculos hacia sus

cuadrados respectivos; o lo que es lo mismo, sin que se reduzca sensiblemente la cantidad

de referencias de las obras hacia sus propias comunidades.

149

Así, se reducen a siete las referencias que realiza la comunidad X –a través de las obras

X1 y X13– a la producción científica de la comunidad científica Z, y a diez las referencias

que efectúa la comunidad Y –mediante las obras Y6 e Y3– a la de la comunidad X.

Figura 24: Interrelaciones entre las comunidades, con dos o más referencias (Fuente: NetDraw).

Esta tendencia se consolida si se modifica nuevamente el modelo de manera que las

referencias bibliográficas sean “frecuentes” –en el orden de cinco o más– obteniéndose

una representación más “cerrada” (de las comunidades en sí mismas), como se puede

apreciar en la figura que sigue a continuación.

Bajo esta nueva condición, en el modelo de relaciones se reducen notablemente las

conexiones entre las comunidades científicas (básicamente, a las ocho referencias de la

obra Y3 a la comunidad X), a la vez que se sigue mostrando sólida la identificación de los

autores con su comunidad (como, por ejemplo, las 59 referencias de la obra X1 hacia la

producción de X, o las 48 de Y7 a la producción científica de Y).

150

Figura 25: Interrelaciones entre las comunidades, con cinco o más referencias (Fuente: NetDraw).

Resumiendo lo descrito, los resultados de este otro estudio de casos –correspondiente a la

subdimensión 2.1– revela la existencia de una tendencia entre comunidades científicas

correspondientes al campo de la investigación educativa en Cuba a auto-referirse, más que

a tener en cuenta las producciones científicas de otras comunidades, con productos

investigativos afines (Torres, 2013a); algo contrario a lo deseado (Núñez-Jover, 2007)

(Guadarrama, 2012) (Lage, 2013).

A pesar de la importancia estratégica de este tema, hay que señalar que –a diferencia de lo

observado en torno a los retos anteriores– el análisis de su comportamiento en el país está

prácticamente ausente en la literatura nacional especializada. Posiblemente ello se deba a

la complejidad que entraña el establecimiento de un diagnóstico acerca de su estado. Aun

así, el análisis documental realizado proporcionó dos hallazgos en el ámbito nacional que

–al menos indirectamente– hablan a favor de los resultados obtenidos por el optante.

151

Uno de ellos lo proporcionan las especialistas cubanas Y. Rodríguez-Sánchez, Y. Rubio &

E. Solórzano (2007), quienes como resultado del estudio bibliométrico realizado con

publicaciones científicas impresas, editadas entre el 2000 y el 2005 por los Ministerios de

Educación y de Educación Superior, concluyeron que: “Existe poca colaboración

científica entre los centros docentes y de investigación (…) así como entre los

investigadores más productivos” (p. 1).

Empleando software especializados para mapear las redes generadas por los indicadores

bibliométricos controlados –en este caso, Ucinet 6– las investigadoras pudieron determinar

que: “El estudio de la colaboración de los autores más productivos demostró que existen

grupos fundamentales de trabajo (…) [y que entre ellos y los autores más productivos] se

establece un comportamiento binario” (p. 6). También concluyeron que: “(…) entre las

instituciones identificadas (…) existe poca cooperación” (p. 7).

Precisamente relacionado con la colaboración entre instituciones es que se proyecta el otro

hallazgo identificado. Se trata del ya referido trabajo conjunto del cubano R. Arencibia-

Jorge, el mexicano H. Carrillo y los españoles E. Correa, Z. Chinchilla & F. de Moya

(2013), en el que se resalta la ausencia de universidades en ciencias pedagógicas (cubanas)

en el análisis del comportamiento del indicador “colaboración internacional”, dentro del

informe del Ranking IBE-2013.

Como quiera, la amplitud de las unidades de análisis consideradas en el estudio de casos

practicado por este optante en relación con el tema, así como la disposición geográfica de

los mismos, unido a la inexistencia de ejemplos que prueben lo contrario en la literatura

nacional contemporánea, permiten señalar que los discretos niveles de colaboración

152

profesional detectados entre comunidades cubanas de investigación educativa

constituyen –asimismo– un quinto reto a enfrentar en la actualidad, en el país.

Acerca de la subdimensión 2.2. Impacto científico

A lo largo de la presente Tesis se ha estado señalando la importancia que tiene la

consideración de la relación investigadores-sociedad para lograr una correcta concepción

de la actividad científica. Desde la definición de investigación científica asumida, como

mismo la de investigación educativa, se ha destacado el carácter transformador de la

realidad –“para el bien social”– que deben poseer los productos de la investigación.

En consecuencia –y como se señaló con anterioridad– resulta razonable el valor que le han

estado adjudicando los investigadores (y los evaluadores de la actividad científica y

tecnológica) al concepto de “impacto científico” (Spinak, 1998) (Villaveces, Orozco,

Olaya, Chavarro & Suárez, 2005) (De Vito, 2006) (Olaya & Peirano, 2007) (Arencibia-

Jorge & Moya, 2008) (Lozano, Saavedra & Fernández-Franch, 2011) (Velasco, Eiros,

Pinilla & San Román, 2012) (Albornoz et al., 2012).

Correspondientemente, en la operacionalización realizada de la variable principal de la

Tesis se ha previsto un análisis del papel atribuido a esa categoría –en la actualidad– por la

investigación educativa en Cuba (véase el Anexo No. 1). Como en las situaciones

anteriormente tratadas –en este segundo epígrafe del presente capítulo– se describirán

también los resultados de un estudio de casos, realizado ahora en ese sentido.

Pero antes de presentarlos debe tomarse conciencia de que –hasta el momento– se ha

estado hablando de “impacto” en un sentido intuitivo. Es necesario –por tanto– asumir una

153

definición formal de su empleo en el campo de la investigación científica, antes de

continuar avanzado en el análisis.

Lo primero que se percibe cuando se revisa la literatura disponible es cierta evasión a la

definición del término, anteponiendo en su lugar las complejidades metodológicas de su

evaluación (Spinak, 1998) (Villaveces et al., 2005) (Albornoz et al., 2012) o las diferentes

maneras de operacionalizarlo (Olaya & Peirano, 2007) (Rodríguez-Sánchez, Rubio &

Solórzano, 2007) (Arencibia & De Moya, 2008) (Díaz, 2009) (EcuRed, 2013).

Otros autores –por su parte– aunque llegan a ofrecerla, le incorporan rasgos que no

constituyen atributos esenciales de él [como “beneficio”, “durabilidad”, “previsión”, etc.]

(Quevedo, Chía & Rodríguez-Batista, 2001) (Rodríguez-Batista, 2005) (Milanés, Solís &

Navarrete, 2010) (Lozano, Saavedra & Fernández-Franch, 2011), sobrecargando la

definición ofrecida, de forma contraria a lo demandado por la Lógica.

Si el concepto de “impacto” hace alusión al “(…) Efecto de una fuerza aplicada

bruscamente” o al “(…) Golpe emocional producido por una noticia desconcertante”

(Villaveces et al., 2005, p. 126) (Microsoft Corporation, 2009), entonces puede decirse

que el mismo se distingue por los atributos: “efecto” y “modificación palpable”. Visto así,

el concepto subordinado de “impacto de la investigación científica” bien puede ser

asumido como el conjunto de cambios objetivamente perceptibles producidos por la

difusión y/o introducción en la práctica de los resultados de dicha investigación científica

(Torres, 2013f).

El rasgo “objetividad” es asumido en esta propuesta de definición con el mismo

significado que le ofrece el materialismo-dialéctico e histórico al término: independiente

154

del nivel de conocimiento, del deseo y la voluntad de los interesados en el mismo (Lenin,

1972b) (Marx, 1972a). Por otra parte, el hecho de que la fuente de los cambios se ubique

en el empleo del resultado científico denota el interés –y la necesidad– de situar al

impacto más allá del acto investigativo mismo. De ser considerados estos dos aspectos,

pueden evitarse –cree este optante– sesgos conceptuales y metodológicos en torno al tema.

Al mismo tiempo, la definición ofrecida de “impacto de la investigación científica” le

plantea exigencias lógicas a la definición colateral de “evaluación del impacto de la

investigación científica”. La más importante de todas es que dicha evaluación demanda –a

su vez– la realización de un proceso investigativo, que sopese objetivamente su presencia.

En otras palabras, el impacto de la actividad científica no debe asumirse como un

supuesto per se, sino como una aseveración que también se comprueba científicamente; y

–en todo caso– presupone que se caracterice la magnitud de los cambios que produce, pues

no es cualquier efecto, sino un efecto razonablemente considerable (Torres, 2013f).

Hechas estas consideraciones teóricas en torno al concepto de “impacto científico”,

necesarias –cree este optante– para entender cabalmente los resultados del estudio de

casos realizados en esta otra dirección, se pasará a la descripción del mismo.

Para seleccionar los casos se efectuó –primero– un análisis del nivel de visibilidad

internacional alcanzado por determinadas líneas de investigación presentes en el quehacer

de la investigación educativa cubana, en la actualidad. Este paso previo se efectuó con la

asistencia del software especializado –propiedad de Tarma Software Research Pty Ltd.–

Harzing´s Publish or Perish, versión 4.0.18, así como de la ya referida base de datos de

Google Académico (Torres, 2013f).

155

Las líneas de investigación se seleccionaron sobre la base de los siguientes criterios:

Que respondieran a distintos Organismos de la Administración Central del Estado,

entre los que desarrollan procesos educativos de consideración.

Que alcanzaran representación nacional, abarcando instituciones educativas y

centros de estudio y de investigación tanto de la región occidental, como de la central

y oriental del país.

Que se encontraran incluidas en los programas científicos de eventos internacionales

sobre educación organizados en el país, como “Pedagogía” y “Universidad”.

Pudieron ser identificadas un total de 16 líneas de investigación diferentes, las cuales

aparecen recogidas en cada una de las tablas que se muestran más adelante. De ellas, 11

estaban mejor representadas en instituciones entonces correspondientes al Ministerio de

Educación, cuatro en centros adscritos al Ministerio de Educación Superior –al momento

del análisis– y una correspondía a la formación de personal del Ministerio de Salud

Pública. Es importante señalar que las denominaciones de algunas de ellas fueron dadas

por este optante, buscando el mayor ajuste posible al objeto de estudio que asumen en

común sus seguidores; en otras, la denominación proviene de los autores que la nutren.

Los primeros parámetros considerados constituyen indicadores bibliométricos básicos,

como la cantidad de documentos visualizados en línea y el número de citas recibidas por

ellos; los datos de la tabla correspondiente están expresados en frecuencias absolutas.

Como puede apreciarse, existen cinco líneas con niveles de visibilidad y de aceptación

marcadamente superiores a las restantes. En términos de documentos visibilizados

156

destacan, en orden descendente: "Educación Médica Superior", "Educación Ambiental",

"Yo, sí puedo", "Educación Avanzada" y "Pedagogía Cubana".

Tabla 5: Documentos visibles y citas recibidas, por líneas de investigación (Fuente: Propia).

Cuatro de ellas mantienen también una posición puntera en el importante indicador de total

de citas recibidas; no se mantiene en ese grupo avanzado la línea "Educación Ambiental" y

otras tres son desplazadas de su posición por la línea “Ciencias Tecnología y Sociedad”,

que pasa al segundo lugar de aceptación con tan solo 78 documentos, mostrando una

elevada productividad en términos bibliométricos.

Además de parámetros expresados en frecuencias absolutas se estudió el comportamiento

de los indicadores relativos a promedios. Los resultados aparecen en la tabla siguiente.

157

Tabla 6: Promedios de citas por año y por documentos y de autores por documentos (Fuente: Propia).

En el promedio de citas por año mantienen un comportamiento marcadamente superior a

la mayoría de las líneas consideradas, cinco de las seis ya resaltadas en los indicadores de

frecuencias absolutas, reafirmando un patrón de comportamiento, ahora en un indicador

que bien puede considerarse como de interés sostenido.

Sobresalen las líneas: "Educación Médica Superior", "Ciencia Tecnología y Sociedad" y

"Yo, sí puedo”; justamente esta última ha sido la que ha logrado –proporcionalmente–

mayor número de citas en años de existencia, pues se trata de una línea de muy reciente

formación. La línea "Educación Médica Superior" es la de mejor resultado en términos

absolutos. El promedio de citas por documentos habla a favor de las líneas que logran

158

mayor número de citas –aún con menos documentos visibilizados– por lo que suele ser

considerado un indicador de relevancia. Este hecho es contrario a la creencia de que

mucho publicar se traduce en más visibilidad.

En este caso, la línea "Ciencia Tecnología y Sociedad" es la más atractiva entre las

estudiadas, muy por delante de la hasta ahora puntera "Educación Médica Superior".

Merecen especial reconocimiento las líneas "Evaluación Educativa" y "Enfoque

Comunicativo", quienes muestran gran pujanza, con tan solo 40 y 20 obras visibilizadas,

respectivamente.

Por su parte, el indicador autores por documento puede ser considerado un referente de

nivel de colaboración o compromiso compartido entre los representantes de una misma

línea de investigación. De nuevo aquí "Educación Médica Superior" se sitúa a la cabeza,

seguida de otras cuatro líneas también destacadas: "Enfoque Holístico-configuracional",

"Acreditación universitaria", "Universidad Cubana" y "Dirección Científica de la

Educación", todas con dos o más autores por documentos, como promedio.

Finalmente, se realizó el ordenamiento de estas líneas sobre la base de dos importantes

índices bibliométricos, los índices h e índices g, como se aprecia en la tabla que sigue.

Igualmente aquí las líneas "Educación Médica Superior" y "Ciencia Tecnología y

Sociedad” mantienen una posición puntera, seguidas de: "Educación Avanzada", "Yo, sí

puedo" y "Educa a tu hijo", aunque también merece destacarse el valor del índice g de la

línea "Pedagogía Cubana". Otras líneas, de larga data y abundante producción científica

no obtienen –sin embargo– valores elevados en estos importantes indicadores de citación

159

de documentos. Es conveniente explicar que el índice g trata de mejorar el índice h

ponderando los documentos más citados.

Tabla 7: Comportamiento de los índices h e índices g, por líneas de investigación (Fuente: Propia).

Resumiendo lo analizado hasta aquí, puede señalarse que la tendencia consiste en la

concentración en solo unas pocas líneas de investigación del logro de un considerable

impacto científico (visto este a través de indicadores bibliométricos); lo común es la

existencia de marcados desniveles de visibilidad entre las líneas de investigación

estudiadas. A penas son cinco o seis las que logran mantener un comportamiento estable

entre los diferentes indicadores considerados.

160

Como también se ha podido apreciar, la obtención de lugares destacados no depende

mecánicamente –al parecer– del número de documentos producidos, ni de la cantidad de

investigadores implicados, ni siquiera de la trascendencia del objeto de estudio de la línea

de investigación. La clave parece estar asociada a la calidad de lo que se produce y en la

pericia y perseverancia de los investigadores para difundir adecuadamente sus resultados.

Ahora bien, en lo descrito hasta aquí –acerca del estudio realizado– se ha estado

asumiendo el concepto de “impacto científico” en un sentido genérico. Sin embargo, en la

literatura especializada suelen considerarse –bajo esa denominación– tres tipos diferentes

de “impactos”: uno académico (o sobre el conocimiento), otro tecnológico (o económico)

y uno social (Villaveces et al., 2005) (Rodríguez-Batista, 2005) (Lozano, Saavedra &

Fernández-Franch, 2011) (EcuRed, 2013).

De este modo, lo analizado ha sido –básicamente– el comportamiento del impacto

académico. Sin embargo, y atendiendo a la marcada influencia recíproca que existe entre

educación y sociedad, se debería prestar atención también al comportamiento del impacto

social de la investigación educativa cubana, en la actualidad. Se trata de una empresa

sumamente compleja; de hecho, ya se señaló que –en tanto estudio de evaluación de

impacto– la determinación del impacto social de un producto científico requiere del diseño

y ejecución de una investigación singular, bien apegada a las características muy propias

del área de influencia de aquel.

Una aproximación al tema –quizás visto como un estudio exploratorio– se podría tener si

se intentan determinar los efectos de la investigación educativa (de referencia) sobre

ámbitos situados más allá del impacto académico, como –por ejemplo– círculos

161

profesionales no propiamente docentes (culturales, económicos, de salud pública, etc.),

espacios de difusión situados fuera de las fronteras nacionales dentro de las cuales se

obtuvo el producto, o la referencia al resultado en otros idiomas, diferentes al del país

donde se produjo el mismo.

Siguiendo estos tres criterios de comparación se profundizó en el estudio de casos, ahora

restringido a tres de las líneas de investigación inicialmente consideradas; las mismas

serán identificadas en lo adelante como P, Q y R, respectivamente (Torres, 2013f).

La determinación de los niveles de emisión de referencias bibliográficas (tanto en forma

de citas como de obras) se realizó –por igual para cada línea– a partir de las 30 primeras

páginas-Web generadas por el buscador de Google Académico, atendiendo al

ordenamiento jerárquico –allí predeterminado– de mayor a menor número de citas

recibidas por los artículos relacionados con la temática que genera la búsqueda. Los

resultados obtenidos fueron los siguientes:

Según los ámbitos profesionales que hacen referencia a las líneas de investigación:

Tabla 8: Frecuencias de citación desde sitios educativos y no educativos (Fuente: Propia).

Mientras que la línea Q es referida desde sitios de dos ámbitos no educativos, la línea R lo

es desde tres y la línea P desde cuatro; además, con una ocurrencia mucho mayor en estas

dos últimas líneas que en la primera. Nótese que, salvo los sitios especializados en Salud

162

Pública, y parcialmente en los de Deporte, las líneas de investigación R y P superan en

frecuencia de referencias a la línea Q.

Según los países donde se difunden los resultados de las líneas de investigación:

Tabla 9: Frecuencias de citación desde sitios de diferentes países (Fuente: Propia).

La línea Q es referida solo 10 veces desde sitios no cubanos, mientras que la línea R lo es

89 veces desde sitios extranjeros y la línea P es referenciada 79 veces desde ellos. Nótese

que la línea Q recibe más referencias desde sitios cubanos, pero las líneas P y R la

superan en cantidad de referencias emitidas desde sitios de países extranjeros, incluyendo

algunos muy distantes como Japón, así como proveniente de organismos internacionales

(UNESCO, FAO, UNICEF, etc.).

Según los idiomas:

Tabla 10: Frecuencias de citación desde sitios de diferentes idiomas (Fuente: Propia).

Por último, y como expresión de un mayor alcance de sus obras, las líneas P y R han sido

referidas ambas en otros cuatro idiomas, además del Español, mientras que la línea de

investigación Q ha sido difundida solo desde sitios en este último idioma.

163

Puesto que la línea Q tiene un nivel de visibilidad mayor que el de P y R, el lector podrá

verificar que –de acuerdo con estos hallazgos– un mayor nivel de visibilidad (en tanto

impacto académico) no significa necesariamente un mayor impacto social (en el sentido

en que ha sido considerado en este estudio).

Resumiendo lo tratado este otro sub-estudio de casos, se aprecia una tendencia a la

diferenciación en los niveles de impacto científicos entre las líneas de investigación

identificadas, sin una relación directa entre el impacto académico y el social.

Llegado a este punto del análisis, se expondrán a continuación ciertas desviaciones que se

han venido detectando por el optante en torno al tema. Como en las ocasiones anteriores,

los casos estudiados serán identificados por términos genéricos (aquí: L, M, N y Ñ).

En el informe de investigación del caso L se señala: “(…) la evaluación de impacto se

concibe como un proceso para evaluar las consecuencias sociales (…) de las

intervenciones planteadas (políticas, programas, planes, proyectos), así como cualquier

proceso de cambio social invocado por dichas intervenciones (…)” (L, p. 40). La última

parte de la cita no parece ser un criterio apropiado; si la “intervención” (en la práctica

social) se realizó con un propósito determinado, entonces no debiera esperarse que

“cualquier proceso de cambio social” (no importa cuán relacionado esté o no el mismo con

el propósito) se constituya en indicador de impacto social de la intervención.

Más adelante plantea el caso L: “(…) evaluar el impacto del Programa en los sujetos

participantes significa conocer qué cambios en el desarrollo personal se producen en ellos

(…)” (p. 40). El Programa de referencia es de formación profesional, luego los cambios

logrados (aun siendo favorables y duraderos) son en los profesionales formados, no en la

164

sociedad; otra cosa sería poder probar que los resultados de la preparación profesional de

estos últimos –y solo ellos– producen cambios en un determinado sector social, sobre el

cual actuarán esos profesionales. Es decir, no cualquier impacto científico es un impacto

social, a la vez.

Una situación similar se presenta en el caso M, quienes plantean en el documento de su

autoría: “(…) se tuvo en cuenta para el fin antes mencionado [de evaluación del impacto

social de la intervención] diferentes actividades realizadas con los estudiantes y jóvenes

(…) con el objetivo de conocer su estado de ánimo, motivación, niveles de satisfacción con

la profesión, con la calidad de su preparación (…) [etc.]” (p. 17).

Si la formación se dirigió específicamente a esos estudiantes y jóvenes, no debieran

concebirse esos logros como un impacto científico de carácter social; bajo esa lógica todo

lo que se realice en materia educacional sería –al mismo tiempo– un impacto social; o sea

la investigación educativa tendría asegurada esa forma de impacto científico per se, lo cual

sería poco movilizador, en la práctica.

Pero en relación con este caso hay un aspecto más; el programa de referencia es el

resultado de la puesta en práctica de una determinada política educativa. Sin desconocer el

extraordinario esfuerzo profesional que entrañó su aplicación, no debiera olvidarse que el

“impacto social” es –de alcanzarse– un atributo de la investigación científica, no de la

política pública misma; es muy importante deslindar claramente qué cambios son

atribuibles a la implementación de la política (y, por tanto, dependientes de los recursos

humanos, materiales y financieros dispuestos allí a través de ella), y cuáles a un eventual

165

proceso investigativo desarrollado en torno a esa política pública (por ejemplo, la

implementación de cambios curriculares, de las concepciones pedagógicas, etc.).

Lamentablemente, esa concepción no parece presentarse solo a nivel de investigadores

(educativos); si se consulta el documento: “Indicaciones metodológicas para la actividad

de Programas y Proyectos de Ciencia, Tecnología e Innovación” (Ministerio de Ciencia,

Tecnología y Medio Ambiente, 2014), podrán encontrarse en su Anexo 16 varios

indicadores –asociados al rubro “Social”– que inducen a la idea de una evaluación de

impacto (social) a través de ciertos efectos de la implementación de políticas públicas.

En el reporte de investigación proporcionado por el caso N, por su parte, se pone de

manifiesto otro tipo de situación no deseable en relación con el tema del “impacto social”

de la investigación educativa. En el mismo se señala: “Teniendo en cuenta la relación

expresada con anterioridad entre calidad educacional, impacto social y satisfacción (…)

se concretaron las dimensiones, subdimensiones e indicadores de la variable ´satisfacción

del impacto social´ para la formación de doctores (…)” (N, p. 7).

Aun cuando la expresión ´satisfacción del impacto social´ se presta –ya, por sí misma– a la

confusión, lo preocupante aquí radica en la confianza prestada a la variable “satisfacción

[personal]” para emitir juicios de valor acerca del logro de un “impacto social”. Si la

investigación educativa se realiza –esencialmente– para perfeccionar el proceso de

formación de los seres humanos, hay otros muchos y más profundos “cambios” que

atender a escala social.

En ese sentido, han hecho observar atinadamente los docentes-investigadores avileños I.

Arnaiz & J. M. García-Rodríguez (2011):

166

“Generalmente en la práctica educativa, la evaluación de la medición del impacto en

la formación permanente se ha centrado en el primer tipo de evaluación [del nivel

de satisfacción de los asistentes]. Ello limita el conocimiento de la transferencia de

los contenidos asimilados al puesto de trabajo y sus resultados” (p. 6).

La última situación que se pretende ejemplificar –correspondiente a las consideraciones

realizadas por el caso Ñ– constituye una combinación de aspectos presentes en los ya

analizados casos L y M. Concretamente, se está queriendo hacer referencia a la asociación

de “impacto social” con implementación de políticas públicas, por un lado, y el empleo de

fuentes de información sustentadas en opiniones (valoraciones empíricas) sobre los efectos

alcanzados, por otro.

En el artículo científico elaborado por Ñ puede leerse:

“Los aspectos [evidencias de impactos sociales de la actividad de ciencia y tecnología]

relacionados con la educación se encuentran en la elaboración de software

educativo, las transformaciones en el proceso educativo en la enseñanza primaria y

secundaria y la municipalización de la enseñanza universitaria. La valoración

cuantitativa de estos impactos es compleja, incluso la cualitativa (…) Su aplicación,

no obstante, ha sido concretada en todos los casos a nivel nacional, habiéndose

desarrollado preliminarmente experiencias piloto con buenos resultados” (p. 163).

Lo interesante es que prácticamente todas las políticas educativas implementadas, y que el

caso Ñ asocia con impactos sociales de la actividad científica, tuvieron que ser retiradas o

modificadas, no precisamente por “buenos resultados”, como en sus experiencias-piloto.

Considerando todos los casos analizados en este tópico, este optante considera que

constituye un sexto reto, a enfrentar por la comunidad de investigadores educativos

167

cubanos actual, la revisión de las consideraciones teóricas y metodológicas

relacionadas con el concepto de impacto social de la actividad de ciencia y técnica.

Es cierto que se tienen buenos productos de naturaleza teórica en torno al mismo, tanto en

lo referido a la definición del concepto, como al diseño de modelos de evaluación (Añorga,

2000) (Añorga, 2004), e incluso de principios metodológicos a tener en cuenta para

encaminar el proceso de introducción de resultados científicos (Chirino, Vázquez, Del

Canto, Escalona, & Suárez, 2012) –que, como se sabe, constituyen premisa para el logro

de los impactos científicos– pero las evidencias presentadas muestran que no son

suficientes; se necesita continuar profundizando en el tema.

Si se realiza una mirada retrospectiva a las tres cuestiones analizadas en torno a esta

segunda dimensión de la variable principal del estudio, se puede concluir –entonces– que

la relación clave ˋinvestigador–investigadores–sociedad´ se encuentra –como mismo la

primera dimensión– lesionada. Visto en términos generales, se puede afirmar que la

variable “investigación educativa”, en su estado actual de desarrollo en el país, presenta

determinados aspectos afectados –vistos en esta Tesis como retos– que merecen ser

tratados por los integrantes de la comunidad cubana de evaluadores educativos.

168

CAPÍTULO 3.

APORTES AL TRATAMIENTO DE LOS RETOS

IDENTIFICADOS

169

“Es necesario conocernos para gobernarnos. Es necesario

estudiar la potencia de nuestra virtud, para no fiar de ella, ni

desconfiar, más de lo justo: - y las causas de nuestros defectos,

para irlos aminorando gradualmente con la aminoración de las

causas (…)” (Martí, 1891, p. 59).

3. APORTES AL TRATAMIENTO DE LOS RETOS IDENTIFICADOS

En el capítulo anterior se presentaron los resultados de un conjunto de estudios factuales

que permitieron caracterizar fenomenológicamente el estado actual de la investigación

educativa en Cuba y probar la existencia de un grupo de insuficiencias en el accionar

investigativo, que no se corresponden cabalmente con las posiciones epistemológicas y

sociológicas del materialismo-dialéctico e histórico, previamente asumidas en esta Tesis

como elementos constitutivos del marco teórico-referencial de la investigación.

En cuanto al primer ámbito de relaciones de la actividad investigativa, se identificaron

como retos de la investigación educativa cubana actual: la necesidad de un mejor ajuste a

los enfoques cuantitativo y cualitativo de investigación, a la vez que una mayor utilización

del enfoque mixto, el empleo combinado del recurso metodológico de operacionalización

de las variables principales de la investigación y el análisis ascendente hacia ellas desde

los datos, así como la validación de los productos teóricos obtenidos en la práctica

educativa, esencialmente.

En relación con el otro ámbito de relaciones analizado, se aislaron como retos de la

investigación educativa actual: la existencia de discretos niveles de visibilidad

internacional de la producción científica de autores cubanos de reconocido prestigio en el

campo de la investigación educativa, como mismo de las revistas científicas nacionales y

de las instituciones universitarias, la tendencia de las comunidades científicas cubanas de

170

investigación educativa a citarse frecuentemente entre sí, pero solo ocasionalmente a los

miembros de otras comunidades con líneas de trabajo afines, así como dificultades con el

tratamiento del concepto de impacto social de las investigaciones educativas cubanas.

En este tercer y último capítulo se expondrán los aportes del optante al tratamiento de los

retos anteriormente identificados, sobre la base de una actividad científica profesional

propia, ajustada a las posiciones epistemológicas y sociológicas del materialismo-

dialéctico e histórico, en relación con las ciencias.

También en este capítulo el optante socializará un conjunto de referencias teóricas y de

buenas prácticas desarrolladas por pares nacionales, las que fueron identificadas entre el

amplio arsenal de obras bibliográficas consultadas y las experiencias proporcionadas por

las producciones científicas de investigadores y colectivos de investigadores educativos

cubanos a las que se tuvo acceso, como parte del trabajo realizado por el autor en torno a

los dos primeros capítulos de la presente Tesis.

En consecuencia, en el capítulo predominará el trabajo con los métodos de investigación

analítico-sintético e hipotético-deductivo (entre los del nivel teórico), así como el de

análisis documental (del nivel empírico).

En el plano matemático-estadístico, se continuará laborando con el predominio de recursos

de la Estadística Descriptiva, aunque se describirán resultados científicos en los que se han

empleado novedosas técnicas del Análisis Multivariado, aplicadas a la investigación

educativa. No menos importante será la referencia a modalidades del enfoque cualitativo

de investigación, como la teoría fundamentada y los estudios etnográficos.

171

3.1. Aportes a la utilización de los enfoques cualitativo, cuantitativo y mixto

Se recordará que en el capítulo inicial se asumió –como parte del marco teórico-

referencial– que la investigación cuantitativa canónica es aquella en la cual el problema

científico y las hipótesis de investigación están claramente delimitadas desde el inicio del

proceso investigativo, se aplican instrumentos de investigación estructurados a un grupo

amplio y representativo de unidades de análisis, y los datos que tal administración genera

son procesados con recursos matemático-estadísticos y lógicos potentes, todo con el

propósito de obtener conclusiones referidas al comportamiento generalizable de los

atributos de interés, en el objeto o fenómeno de estudio de la investigación, previamente

estimado en hipótesis.

A diferencia de ella, en la investigación cualitativa típica las hipótesis de investigación y el

marco teórico-referencial suelen no aparecer claramente definidos desde el inicio de la

investigación, se utilizan instrumentos de investigación semi- o no estructurados a un

grupo relativamente reducido de unidades de análisis, y la interpretación de los datos que

la aplicación produce no son procesados necesariamente con modelos estadísticos

diseñados para proveer y asegurar generalizaciones altamente probables, puesto que de lo

que se trata es de describir el sentido que le atribuyen al objeto o fenómeno de estudio los

sujetos de la investigación, o la manera en que dicho objeto o fenómeno los modifica.

En el desarrollo de su actividad científica profesional, el optante se ha cuidado de

respetar la lógica propia de cada uno de estos dos enfoques de investigación, evitando

mezclarlos arbitrariamente. Solo en años recientes, tras las experiencias acumuladas en

investigaciones internacionales, y en los casos donde el alcance de la investigación

172

emprendida y la disponibilidad de los recursos materiales y humanos lo permitieron, este

autor los ha combinado, con ajuste al enfoque mixto de investigación.

Las formas iniciales del empleo de los enfoques cuantitativo y cualitativo en la obra

científica de este optante han sido los llamados “trabajos referativos” (o estudios teóricos)

y los “trabajos de campo” (o investigaciones aplicadas), respectivamente. En el primero de

los casos puede situarse, como ejemplo, el estudio bibliográfico que dio lugar al texto “El

arte de enseñar científicamente. Consejos útiles para docentes noveles” (Torres-Fernández,

2013g), un producto científico obtenido con el empleo de la modalidad de teoría

fundamentada, del enfoque cualitativo (Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006).

Este texto, merecedor de uno de los Premios de Ciencia e Innovación Educativa del

Ministerio de Educación en el año 2011, centra su atención en las principales acciones que

debe realizar un docente (preferentemente novel) en la conducción del proceso docente-

educativo, cuando se propone potenciar el máximo desarrollo –posible– de la personalidad

de sus educandos.

El contenido del libro es presentado en forma de espiral dialéctica, de tal manera que cada

epígrafe retoma lo esencial del antecedente y lo contrapone a exigencias pedagógicas más

elevadas, de lo que resulta la necesidad del empleo de recursos pedagógicos técnicamente

más elaborados. Es decir, se parte del tratamiento profesional de los aspectos más visibles

y generales del proceso educativo (como la comunicación con sus estudiantes en la

escuela), hasta llegar a cuestiones más específicas y profundas de aquel (como la

conducción de la actividad intelectual de los estudiantes hacia la conquista de la

independencia cognoscitiva).

173

Otro atributo esencial de esta obra científica es la sustentación de cada propuesta didáctica

del autor en postulados de orden psicológico y pedagógico proporcionados por educadores

cubanos contemporáneos; ello con la intencionalidad de fortalecer la visión de la existencia

y madurez de una pedagogía autóctona. Al cerrar cada acápite, además de los fundamentos

psicológicos y pedagógicos, se exponen evidencias empíricas obtenidas de informes de

investigaciones educativas, que respaldan los juicios emitidos por el optante en la obra.

Como se conoce, lograr este tipo de resultado requiere la consulta de una amplia

bibliografía sobre los temas a tratar, a manera de sustentación de las nuevas ideas

presentadas. Se necesita –en otras palabras– del logro de una saturación de datos (en este

caso, de naturaleza teórica) y la contraposición de ideas primarias, hasta lograr verificar la

convergencia de los criterios y, en consecuencia, la coherencia teórica en torno a aquellos;

es lo que comúnmente se busca realizar durante el proceso de conformación de un marco

teórico-referencial en las Tesis de maestría o de doctorado o en los reportes de resultados

de proyectos de investigación.

A los efectos de los propósitos fundamentales de la presente Tesis, los aportes del optante

en esta dirección radican en las técnicas consideradas para poder avanzar con eficacia en

estos casos, donde la modalidad investigativa esencial consiste en la teoría fundamentada

(Rodríguez-Gómez, Gil & García-Jiménez, 2006). Ya desde (Torres-Fernández, 1997) y

(Torres-Fernández, 2003), pero con mayor profundidad en (Torres-Fernández, 2013b), el

autor insiste en la necesidad de partir de la elaboración de un sumario analítico, a

manera de mapa conceptual, donde se puedan identificar previamente los puntos claves

174

del discurso argumentativo por los que se habrá de transitar, y en torno a los cuales se

deberá alcanzar, prioritariamente, la saturación de datos (aquí, de naturaleza teórica).

También se ha destacado en esas obras la conveniencia de organizar jerárquicamente el

sumario analítico, desde las ideas principales (clasificadores) hasta las secundarias

(sub-clasificadores, sub-sub-clasificadores, etc.). Entre los clasificadores y los diferentes

niveles escalonados de sub-clasificadores existe una relación de subordinación (de los

segundos en relación con los primeros), de manera que dispuestos todos en el sumario

analítico el mismo asuma una forma trapezoidal.

Es decir, cada acápite del documento científico en elaboración requerirá de un clasificador

principal que lo caracterice y de tantos sub-clasificadores como sean necesarios para

desplegar totalmente el primero, de manera lógica. Así, entre el cuerpo principal del

sumario analítico, constituido por los clasificadores y los sub-clasificadores de mayor

nivel jerárquico, y el índice del documento científico en elaboración debería existir una

relación biunívoca (de uno a uno en ambos sentidos). El sumario analítico supera al índice

del documento en el hecho de que alcanza un despliegue de componentes más preciso.

Figura 26: Fragmento de sumario analítico en forma trapezoidal (Fuente propia).

175

De este modo, cuando se extrae una unidad básica de información escrita de la bibliografía

consultada se obtiene una ficha de contenido, la que está titulada por el clasificador

correspondiente y uno o varios sub-clasificadores. Mientras más precisa (y por tanto, más

fragmentada) sea la clasificación de la información capturada, se podrá hacer un empleo

más oportuno y eficaz de ella al momento de proceder al cotejo (agrupación y

contrastación) de los disímiles puntos de vistas proporcionados por los diferentes autores

consultados, sobre un mismo tema. Esto es válido tanto para las fichas compuestas por

información textual, como aquellas cuyo contenido es recreado por el investigador, al

interpretar los datos capturados.

Disponer de un banco sustancioso y variado de fichas de contenido es esencial para

combatir el alineamiento que suele producirse a solo uno o a unos pocos autores, con el

consiguiente daño a la objetividad de la investigación científica, ya criticado durante el

capítulo anterior. Al extraer las fichas de contenido clasificadas y disponerlas sobre la

mesa de trabajo o sobre la pantalla del ordenador (si se ha optado por una base de datos en

soporte informático, en vez del tradicional tarjetero) se abre un abanico de opciones y

puntos de vistas diferentes que enriquecen notablemente el proceso analítico-sintético, eje

neural de toda actividad investigativa.

No se trata de un procedimiento algorítmico. La habilidad del investigador para

determinar la extensión óptima del despliegue de los clasificadores y sub-

clasificadores, necesarios para cubrir cada uno de los puntos de tránsito de su discurso

argumentativo, merece un entrenamiento relativamente prolongado. Ello incluye

también lo relacionado con la elaboración y empleo eficaz de las fichas bibliográficas

(Torres-Fernández, 2013b).

176

Figura 27: Ejemplo de fichero, en versión digital (Fuente propia).

Ahora bien, ubicar y clasificar la información textual no es suficiente para producir una

teoría fundamentada. Se trata, más que todo, de un acto productivo en el que –para poder

avanzar con pertinencia y eficacia– se requiere del apoyo de los argumentos de otros, bien

asumiéndolos, complementándolos o rechazándolos dialécticamente. Es por ello que en las

obras del optante en torno a esta modalidad investigativa (Torres-Fernández, 1997)

(Torres-Fernández, 2003) (Torres-Fernández, 2013b) se insiste en el desarrollo de otra

importante habilidad, que es la de la discriminación de las vías de avances en el

despliegue de los argumentos que va sosteniendo al discurso científico.

En ese sentido son posibles tres posiciones diferentes: o el investigador se identifica

totalmente con la posición de uno de los autores fichados, u opta por la articulación de una

nueva definición de concepto o por la formulación de un juicio diferente, cuando no se

aprecian coincidencias de posiciones sobre el tema entre los autores referenciados, o el

investigador explica su insatisfacción con las diferentes posiciones recopiladas y formula

en su lugar la suya, situación esta última que lo obligará a replantear la teoría pre-existente.

177

Figura 28: Alternativas para el avance en el discurso científico (Fuente propia).

Sobre la base de una de esas opciones, y apoyado esencialmente en la operación mental de

abstracción, es que podrá entonces el investigador avanzar en el despliegue de su discurso

teórico. Se hace evidente aquí la utilidad de las recomendaciones –antes referidas– acerca

de una amplitud razonable de la búsqueda de diferentes puntos de vista de autores de

prestigio, sobre cada uno de los componentes del sumario analítico; como también la

preparación para el manejo de los recursos y técnicas proporcionados por la Lógica.

Redactar un discurso científico –acto creativo aparte– es en sí mismo una habilidad

compleja y profesionalmente exigente; de modo que el axioma pedagógico de que `las

habilidades (como mismo las capacidades humanas) se desarrollan en la actividad y

solo en la actividad a la que van dirigidas´ desempeña también aquí un rol trascendental.

Un segundo ejemplo de empleo canónico del enfoque cualitativo se tiene en el “Estudio

diagnóstico del currículo actuante. Modalidad empírica” (Torres-Fernández et al., 2014),

uno de los trabajos científicos que han actuado como premisa esencial del proceso de

Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación, que actualmente se lleva a efecto

178

en el país. En el mismo trabajaron ciento treinta y dos investigadores de trece instituciones

diferentes del país, todos bajo la conducción metodológica del optante, en calidad de Jefe

de Proyecto de Investigación.

Este estudio etnográfico destaca por la aplicación combinada de las técnicas de entrevista

en profundidad, grupos focales, observación participante y revisión de documentos

(concretadas en catorce instrumentos de carácter semi-estructurado o no estructurado); la

misma proporcionó la notable cifra 3 561 registros, correspondientes a instituciones

escolares de los niveles educativos de pre-escolar, primaria, secundaria y preuniversitario,

provenientes de casi todas las provincias del país.

De ese total de datos, obtenidos sobre la base de una permanencia relativamente

prolongada de los investigadores en el campo, 876 correspondieron a fuentes orales

(entrevistas con agentes educativos), 1 045 a fuentes visuales (observaciones de procesos

educativos) y 1 640 a fuentes documentales (revisión de planes de clases de los profesores,

de libretas de los estudiantes, de horarios docentes, de actas de reuniones de colectivos

técnicos y de dirección, etc.).

De esta forma, otro elemento destacable en el proceder metodológico empleado consistió

en la capacidad para procesar semejante cantidad de datos factuales, sin perder de vista los

objetivos fundamentales de la investigación, ni el ajuste a la modalidad investigativa

seleccionada. Para lograrlo se realizó el análisis en paralelo de las representaciones del

comportamiento de los 75 indicadores asumidos, sobre la base de la utilización de una

escala ordinal (propia de datos cualitativos), y del contenido y significación personal de

los testimonios proporcionados (por los agentes educativos, en el caso de los datos

179

relativos a las fuentes orales, y por los investigadores de campo, en el caso de los datos

provenientes de fuentes visuales y documentales).

Claro que los ya referidos recursos de determinación de la saturación de datos (para

decidir cuándo abandonar el campo) y de la triangulación de fuentes (para verificar la

consistencia de los resultados) jugaron también un papel trascendental en el manejo

metodológico de esta modalidad, tan poco frecuentemente avizorada en el país.

Figura 29: Triangulación de datos cualitativos en una de las sub-dimensiones consideradas [más

íconos en una celda significa mayor frecuencia de procederes inapropiados] (Fuente propia).

Con relación a esta otra modalidad del enfoque cualitativo de investigación (conocida

como estudio etnográfico), los aportes del optante se encuentran –primeramente– en la

insistencia en explicar la lógica interna de la modalidad, en el sentido de destacar que

–aun conteniendo un trabajo de campo, como en las investigaciones del enfoque

cuantitativo– el propósito fundamental de ella radica en entender el sentido que le dan

los sujetos participantes al objeto de estudio, o la manera que este último afecta a

aquellos, en vez de la determinación de generalizaciones acerca del comportamiento del

180

objeto de estudio en muestras considerables (o en las poblaciones de donde ellas son

extraídas), como es típico en los estudios de campo del enfoque cuantitativo.

Desde (Torres-Fernández, 2010a) y (Torres-Fernández, 2010b), y con mayor profundidad

en (Torres-Fernández, 2016b), el optante ha venido señalando que la flexibilidad

metodológica que contemplan los estudios etnográficos (en comparación con sus similares

de carácter ex-post-facto y experimental, del enfoque cuantitativo) demandan de

instrumentos no estructurados (como la entrevista en profundidad, o la observación

participante), la selección de unidades de análisis no necesariamente aleatorias, ni

representativas de una población, y de un análisis de los datos capturados más de

naturaleza lógica que estadística (sin que ello signifique dejar de utilizar esta última), de

manera que la triangulación desempeñe un papel esencial para arribar a conclusiones

confiables.

Asimismo, otra aportación metodológica del optante consiste en la insistencia de la

necesidad de procesar considerables cantidades de datos factuales, sin perder de vista

los objetivos de la investigación, ni el ajuste a las particularidades de esta modalidad

investigativa (Torres-Fernández, 2010a) (Torres-Fernández, 2016b).

Ahora bien, así como se han mostrado algunas de las contribuciones de este optante –desde

su actividad científica profesional– al empleo canónico del enfoque cualitativo (a través de

las modalidades de teoría fundamentada y de estudio etnográfico), se ejemplificarán a

continuación otras dirigidas a la utilización clásica del enfoque cuantitativo de

investigación. Para ello se describirán dos ejemplos, uno relativo a un estudio de

investigación de naturaleza experimental y otro de carácter ex-post-facto.

181

El primer ejemplo se refiere al resultado científico “Estrategia pedagógica para el

mejoramiento del aprendizaje de la Matemática en los preuniversitarios habaneros”

(Torres-Fernández et al., 1999), un estudio realizado por encargo del Ministerio de

Educación –en el contexto de la implementación de política de integración de las

Direcciones Provinciales de Educación y las Universidades de Ciencias Pedagógicas, la

cual estuvo vigente en el país durante diez años, desde finales de los años ´90– y que fue

conducido por este optante, con la participación de otros catorce investigadores de dos

instituciones, la Dirección Provincial de Educación de la antigua provincia La Habana

(territorio representado en la actualidad por las provincias de Mayabeque y Artemisa) y la

Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, de la capital del país.

El estudio estuvo dirigido a probar la validez de la siguiente hipótesis de investigación:

“La utilización de una Estrategia Pedagógica, basada en la elevación de la calidad

del trabajo metodológico, la superación y la actividad de investigación de los

profesores de Matemática de preuniversitario, así como en el incremento del control

del proceso de enseñanza–aprendizaje de la Matemática y del proceso docente–

educativo, en general, en los preuniversitarios habaneros, genera un mejoramiento de

la calidad de los resultados del aprendizaje de la Matemática en los estudiantes de

ese nivel, y en particular de los bachilleres habaneros en las Prueba de Ingreso de

Matemática a la Educación Superior” (Torres-Fernández et al., 1999: 27).

En el orden metodológico, destacan en esta investigación los siguientes aspectos:

El establecimiento de un sustancioso marco teórico-referencial previo (constituido por

los temas: proceso docente-educativo, organización escolar, particularidades de la

182

enseñanza de la Matemática en el nivel medio y dirección científica del proceso

educativo).

La elaboración, sobre la base de los presupuestos teóricos anteriormente delimitados,

de una estrategia pedagógica dirigida a contrarrestar los bajos resultados –que

tradicionalmente había estado obteniendo la provincia– en las pruebas de Matemática,

de ingreso a la Educación Superior; la estrategia estuvo conformada por talleres

metodológicos municipales, un curso de superación profesional para docentes de

Matemática del nivel preuniversitario, la estimulación de actividades de investigación

pedagógica por los propios profesores en sus instituciones educativas, así como el

análisis con los docentes de Matemática de las clases observadas y con los directores

de los preuniversitarios visitados del cumplimiento del régimen del día y de la calidad

de la organización escolar.

La aplicación sistemática –por parte del equipo de investigadores– de un grupo de

instrumentos de investigación de carácter estructurado, especialmente concebidos para

valorar la calidad de la implementación de los componentes de la estrategia

pedagógica diseñada (encuesta y prueba de rendimiento profesional a docentes, guía

de observación de clases de Matemática, guía de observación del funcionamiento

interno de los institutos preuniversitarios, etc.), así como para evaluar los niveles de

rendimiento cognitivo en Matemática, de los estudiantes de los preuniversitarios

(pruebas académicas).

La captura y clasificación ordenada de los datos generados por la administración de

esos instrumentos de investigación utilizados, tanto para el control de la variable

183

independiente (la estrategia pedagógica) como el seguimiento de la variable

dependiente (rendimiento cognitivo de los estudiantes en Matemática).

La validación de la hipótesis de investigación prefijada, con la asistencia de los

recursos de la Estadística Descriptiva, tanto de carácter uni-variado como bi-variado

(Los resultados de las comprobaciones de conocimiento provinciales de Matemática,

pasaron en 10. grado de un 15,8% de aprobados al inicio del curso, a un 53,7% al

finalizar el mismo; en 11. grado los resultados se elevaron del 29,2% de estudiantes

aprobados a un 67,3% en iguales cortes evaluativos; mientras que los del 12. grado se

movieron de un 23,0% de aprobados –en septiembre– a un 61,6%, al concluir el

período lectivo; adicionalmente este grado terminal obtuvo un 59,4% de estudiantes

aprobados en la prueba de Matemática de ingreso a la Educación Superior, una cifra

superior –en diez puntos porcentuales– a la de la provincia en el curso anterior. En

cuanto a la asociación de la estrategia pedagógica aplicada y los resultados

académicos de los estudiantes, se verificó un nivel de correlación estadística medio-

alto, de 0,61; un valor considerable para las ciencias sociales.

Figura 30: Medidas estadísticas [media aritmética, desviación estándar y coeficiente de

correlación bivariado] de los componentes de la estrategia pedagógica (Fuente propia).

Este estudio científico constituye un ejemplo de investigación cuantitativa clásica, con la

particularidad de tener un carácter censal (pues se trabajó con toda la población de

184

institutos preuniversitarios, de docentes de Matemática y de estudiantes de ese nivel

educativo, de la otrora provincia de La Habana) y de constituir un pre-experimento (puesto

que no se dispuso de grupos de control, sino que todas las unidades de análisis actuaron

como grupos experimentales). Tanto el diseño metodológico, como la dirección científica

de esta mega-investigación estuvieron a cargo del autor de esta Tesis.

En relación con esta modalidad del enfoque cuantitativo de investigación, los aportes del

optante se encuentran centrados en la necesidad de elevar el rigor metodológico de la

actuación de los investigadores durante su empleo, en el sentido de cuidar –en todo

momento– la unidireccionalidad del eje directriz: diseño teórico-metodológico → marco

teórico-referencial → definición conceptual y operacional de las variables →

elaboración de los instrumentos de investigación → trabajo de campo → análisis de los

datos → elaboración de conclusiones y recomendaciones (Torres-Fernández, 2010a)

(Torres-Fernández, 2013a) (Torres-Fernández, 2016b).

También destaca la importancia atribuida por el optante a la formulación explícita de una

hipótesis general de investigación, teniendo en cuenta su carácter marcadamente

orientador en el diseño de un pre-experimento y, en particular, en la delimitación de la

variable de estímulo y de los momentos y formas de control de sus efectos en la población

seleccionada (Torres-Fernández, 1997) (Torres-Fernández, 2012a) (Torres-Fernández,

2012c) (Torres-Fernández, 2013b).

Asimismo, el optante señala la necesidad de elevar la preparación de los investigadores

educativos cubanos en la utilización de los métodos y procedimientos estadísticos, aún

a nivel descriptivo, para lograr interpretaciones adecuadas de los datos, cuando se utilizan

185

modalidades del enfoque investigativo cuantitativo (Torres-Fernández, 2010a) (Torres-

Fernández, 2012a) (Torres-Fernández, 2012c) (Torres-Fernández, 2016b).

Un segundo ejemplo de tratamiento canónico del enfoque cuantitativo en la investigación

educativa –esta vez con el desarrollo de un estudio explicativo no experimental, o sea

carácter ex-post-facto (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010)– se

tiene en el resultado de investigación “Estudio del impacto de los factores asociados al

aprendizaje en centros de referencia provinciales” (Torres-Fernández et al., 2007b), un

estudio de profundización que siguió al desarrollo del XII Operativo Nacional de la

Evaluación de la Calidad de la Educación en el país, y en el que participaron ochenta y

siete investigadores de doce instituciones diferentes, todos bajo la conducción

metodológica del optante.

En esta investigación se combinaron la evaluación del estado de la implementación de la

política educativa asociada al protagonismo territorial de los entonces llamados centros de

referencia provinciales (Gómez & Alonso, 2007), con la puesta en práctica de las primeras

metodologías de evaluación desarrolladas por investigadores del Instituto Central de

Ciencias Pedagógicas [ICCP], como parte de la articulación del Sistema Cubano de

Evaluación de la Calidad de la Educación [SECE] (Torres-Fernández et al., 2008).

Básicamente, el estudio investigativo consistió en la identificación de los factores

asociados al aprendizaje de la Matemática (la asignatura de más bajos resultados en todos

los niveles de enseñanza y provincias que participaron en el XII Operativo Nacional de la

Evaluación de la Calidad de la Educación, del año 2007), entre los noventa y dos

indicadores que integran las metodologías de evaluación del desempeño profesional del

186

docente y de evaluación institucional del SECE, que mejor explicaban las diferencias entre

los resultados académicos de los estudiantes de los once centros de referencias

provinciales integrantes de la muestra seleccionada, así como la determinación –hecho

nunca antes logrado en el país, para la Educación General– de la magnitud del impacto de

esos selectos factores asociados al aprendizaje sobre la variable-producto rendimiento

cognitivo en la asignatura de Matemática, para los 1 794 escolares cubanos participantes.

En el orden del proceder metodológico destacan –en la conducción de esta otra

investigación– los siguientes aspectos:

La determinación de un marco teórico-referencial de partida (centrado en las

particularidades de la Evaluación Educativa y en la definición y estudio de los factores

asociados al aprendizaje escolar).

La delimitación de un modelo de evaluación que especificara el alcance de las

variables de investigación a considerar (tanto explicativas, como explicadas); requisito

metodológico este muy propio de los estudios de Evaluación Educativa.

La consideración –implícita– de una hipótesis general de investigación que intuía que

aún en los centros de referencia provinciales (pilar del método de entrenamiento

metodológico conjunto) existían componentes de las políticas educativas en boga que

no estaban funcionando adecuadamente.

La determinación de una muestra estadística aleatoria, bi-etápica; primero con la

selección de once centros de referencias provinciales de igual número de territorios del

país [representativos de los tres niveles de enseñanza de la Educación General:

187

primaria (5 escuelas), medio-básico (3 secundarias básicas) y medio-superior (3 pre-

universitarios)], y después de 90 grupos docentes, hacia el interior de aquellos.

La aplicación a la muestra seleccionada de un conjunto de instrumentos de

investigación de carácter estructurado, prefijados por las dos metodologías de

evaluación relativas a las variables explicativas asumidas en el modelo de evaluación

(el desempeño profesional del docente y el funcionamiento interno de las instituciones

escolares).

La recolección, procesamiento y análisis estadístico de los datos generados por los

instrumentos aplicados. Dada la intencionalidad de determinar los factores asociados al

aprendizaje de la Matemática escolar que mejor explicaban las (notables) diferencias

en el rendimiento cognitivo de los estudiantes, de los grupos docentes e instituciones de

la muestra, así como la magnitud del impacto de los primeros sobre lo segundo, se

rebasó el nivel de trabajo bi-variado (correlación estadística) para realizar también un

procesamiento de los datos a nivel multi-variado. Así, se utilizó por primera vez en

estudios de investigación educacional no universitarios del país los potentes Modelos

Jerárquicos Lineales [HLM] (Murillo et al., 2007) (Tristán et al., 2008)

(OREALC/UNESCO, 2010) (Torres-Fernández, 2010d).

La validación de la hipótesis de investigación, al verificarse que –más allá de los bajos

niveles explicativos proporcionados por el análisis uni-variado de los resultados, y de

los discretos niveles de correlación bi-variada encontrados entre los indicadores de las

variables explicativas y la variable explicada, con apenas el 16% de la explicación de

del rendimiento cognitivo en Matemática– la corrida sucesiva de siete modelos

188

multinivel (el último suficiente, puesto que la diferencia de su razón de verosimilitud

con la del modelo nulo seguía una distribución χ2 con probabilidad cercana a cero)

permitió identificar cinco factores asociados al aprendizaje (uno del nivel estudiante,

tres del nivel áulico y uno del nivel escolar) que impactaban considerablemente en los

resultados del rendimiento cognitivo en esa asignatura. Contrario a la percepción

empírica predominante entonces, un deficiente diagnóstico cognitivo de los estudiantes

por los docentes y ciertos niveles de incumplimiento del programa de la asignatura en

las instituciones escolares resaltaron entre las variables de mayor carga explicativa de

los bajos resultados generales de Matemática en el XII Operativo Nacional de

Evaluación de la Calidad de la Educación (Torres-Fernández et al., 2007b).

Figura 31: Resultados del análisis multinivel, asistido del software MLWinN (Fuente propia).

La confirmación de la hipótesis de investigación se vio también reforzada por la

evidencia estadística –igualmente proporcionada por el análisis multinivel practicado–

de que apenas uno de los once centros de referencia provinciales estudiados (el

representado en el extremo derecho de la figura que sigue) tenía una alta probabilidad

189

de mejorar el rendimiento cognitivo de Matemática en el siguiente curso escolar, de

acuerdo con el gráfico de residuos de rendimiento medio proporcionado también por

el software especializado MLWinN. En cambio, algunos de esos centros continuarían

decreciendo –con una alta probabilidad– en el comportamiento de ese importante

indicador escolar (justamente aquellos cuyos gráficos se encuentran completamente

situados por debajo de la línea determinada por el valor 0 del eje vertical, en la figura

siguiente), salvo que se produjera en ellos una intervención pedagógica inmediata y

eficaz. Este hallazgo muestra –además– la capacidad de predicción futura que puede

lograr este tipo de investigaciones cuantitativas, un hecho anhelado en la investigación

científica.

Figura 32: Comportamiento prospectivo del rendimiento cognitivo en las unidades de análisis

estudiadas, de acuerdo con el análisis multinivel realizado (Fuente propia).

En relación con esta otra modalidad del enfoque cuantitativo de investigación, los aportes

del optante se focalizan igualmente en la necesidad de elevar el rigor metodológico de la

actuación de los investigadores, en esta ocasión con énfasis en la relación marco

190

teórico-referencial / hipótesis de investigación / variables-indicadores (Torres-

Fernández, 2010a) (Torres-Fernández, 2013b) (Torres-Fernández, 2016b).

Asimismo, el optante resalta la posibilidad y conveniencia de incorporar métodos y

procedimientos de la Estadística del nivel multivariado, los que permiten –por un

lado– determinar la magnitud del impacto de ciertas variables sobre otras, además de

realizar análisis proyectivos, ambos de mucha importancia –como se conoce– en la

aplicación de las ciencias (Torres-Fernández, 2010a) (Torres-Fernández, 2012a) (Torres-

Fernández, 2012c) (Torres-Fernández, 2013a) (Torres-Fernández, 2016b).

Para concluir con los aportes de este autor –desde su actividad científica profesional– al

tratamiento de este primer reto identificado, se ilustrará la incorporación del enfoque mixto

en el desarrollo de su desempeño como investigador. A manera de ejemplo, se describirá

la actuación del optante en la conducción de la investigación titulada “Evaluación de la

efectividad de la Maestría en Ciencias de la Educación de amplio acceso” (Torres-

Fernández et al., 2010).

Este estudio, realizado también por encargo de la dirección del Ministerio de Educación,

contó con la participación de sesenta y seis investigadores de diecisiete instituciones

diferentes, y fue organizado y conducido metodológicamente por el autor de esta Tesis. La

investigación consistió en la verificación in situ de las transformaciones producidas en la

actuación profesional de una representación de sus egresados, así como de los cambios

producidos en las instituciones escolares donde ellos laboraban, sobre la base de los

objetivos declarados en el programa de este estudio de postgrado y de los impactos

esperados como resultado de su desarrollo.

191

De acuerdo con las proyecciones realizadas en dicho programa académico y los resultados

de estudios de evaluación de impacto del mismo en algunas provincias del país, se partió

de la formulación de la siguiente hipótesis de investigación: “(…) la realización de la

Maestría [en Ciencias de la Educación de amplio acceso (MCEaa)] tiene un marcado

efecto, tanto sobre el desarrollo profesional de sus graduados como sobre el

funcionamiento general de las instituciones educativas donde ellos laboran” (Torres-

Fernández et al., 2010: 4).

Ya se ha anticipado que este estudio investigativo se abordó desde el enfoque mixto. Puede

decirse que su concepción se corresponde con la modalidad de “Diseño de triangulación

concurrente” (DITRIAC), en la que:

“(…) el investigador pretende confirmar o corroborar resultados y efectuar

validación cruzada entre datos cuantitativos y cualitativos, así como aprovechar las

ventajas de cada método y minimizar sus debilidades (…) De manera simultánea

(concurrente) se recolectan y analizan datos cuantitativos y cualitativos sobre el

problema de investigación aproximadamente en el mismo tiempo. Durante la

interpretación y la discusión se terminan de explicar las dos clases de resultados, y

generalmente se efectúan comparaciones de las bases de datos” (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010, p. 570).

En términos de representación gráfica, el diseño mixto específico DITRIAC sería como el

que se muestra en la figura siguiente. Sobre la base de esas referencias generales, el

optante indujo a los miembros del equipo de investigación a la toma de las siguientes

decisiones metodológicas:

192

Figura 32: Representación gráfica del diseño de triangulación concurrente (Fuente: Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2010).

Estudio teórico previo del Programa de la Maestría en Ciencias de la Educación de

amplio acceso (MCEaa), para precisar sus objetivos, módulos y perfil del graduado;

así como también de reportes de investigaciones cubanas recientes acerca de la

evaluación de impacto de estudios de postgrado, todo ello con el propósito de efectuar

una sistematización de lo realizado en esa dirección.

Precisión, sobre la base de lo anterior, de la hipótesis de investigación y delimitación

de la variable principal del estudio, así como su definición teórica y operacional.

Como resultado de ese trabajo se definió conceptualmente la variable “Efectividad de

la Maestría en Ciencias de la Educación de amplio acceso (MCEaa)”,

operacionalizada a través de dos dimensiones, diez sub-dimensiones y sesenta

indicadores.

Elaboración de los instrumentos de investigación, sobre la base de los indicadores

anteriormente obtenidos. Para la modalidad cualitativa se diseñaron cuatro guías de

entrevistas en profundidad (dirigidas a graduados de la maestría, a directores y

193

educadores de las instituciones donde ellos laboraban, a familiares de los estudiantes de

esas instituciones y a miembros de la comunidad donde estaban enclavadas,

respectivamente), una guía de observación participante (encaminada al monitoreo de

quince actividades pedagógicas diferentes, que iban desde la preparación metodológica

de los docentes, hasta el receso de los estudiantes), así como dos guías de revisión de

documentos (referidas a doce tipos diferentes de textos, entre los que se encontraban:

los planes de clases de los profesores, las libretas de los estudiantes, las tesis de

maestría de los graduados, los registros de observaciones de clases y de visitas de

control a las instituciones, el convenio colectivo de trabajo, etc.). Para la modalidad

cuantitativa, además de la utilización de los datos generados por los instrumentos

anteriores, con la incorporación de una escala ordinal a cada uno de sus reactivos, se

utilizaron registros de datos de otros importantes aspectos de la actividad educacional

(como son: los resultados académicos de los estudiantes de las instituciones de la

muestra, en Matemática y Lengua Española, el nivel educacional y la ocupación

laboral de los padres de los estudiantes, la titulación y los resultados científicos de los

docentes, el hábitat de las instituciones, el estilo de dirección predominante en ellas,

entre otros).

Selección de las unidades de análisis del estudio. La muestra fue seleccionada de entre

la población de instituciones educativas del país con graduados de la MCEaa, al

momento de iniciarse el curso escolar 2009-2010. Ante la imposibilidad de disponer de

los recursos materiales y humanos suficientes como para operar con una muestra

estadística representativa de la población, se optó por la selección de una muestra

ecológica, que es aquella que se propone una varianza considerable de las unidades de

194

análisis, a partir de maximizar el número de condiciones que se ponen de manifiesto en

el contexto socio-educativo donde ellas se encuentran; en cambio, los sujetos, procesos

y documentos escogidos dentro de las instituciones educativas elegidas sí se

seleccionaron de forma aleatoria. En total, se trabajó con treinta instituciones escolares

(tres círculos infantiles, dieciséis escuelas primarias, dos escuelas especiales, cinco

secundaria básicas, dos institutos preuniversitarios y dos institutos politécnicos), las

que cubrieron todas las provincias del país.

Recolección ordenada de los datos generados con la administración de los instrumentos

de investigación utilizados. Desde la perspectiva cualitativa se efectuaron 845

entrevistas, 434 observaciones de procesos y 1 545 revisiones de documentos. En

cambio, desde la arista cuantitativa se acopiaron 3 013 registros de educandos, 95 de

docentes y 26 de instituciones (para un total de 3 013 registros); adicionalmente, se

construyeron 12 índices estadísticos. Hacia el interior de la matriz de datos generada

desde esta otra perspectiva, se realizó un proceso de impugnación de los datos perdidos

(missing), para lo cual se utilizaron medidas de tendencia central (medias o medianas,

según el caso).

Análisis estadístico y lógico de los datos recolectados. Desde el enfoque cualitativo se

trabajó con la triangulación de fuentes (orales, visuales y documentales), sobre la base

del empleo de una escala ordinal (propia de datos cualitativos), la cual reflejaba la

frecuencia de ocurrencia de situaciones no deseadas, en torno a los indicadores de la

variable considerada. Así, ¤ significaba “algo frecuentemente afectado”, ¤¤ indicaba

195

“frecuentemente afectado” y ¤¤¤ hacía alusión a un suceso “muy frecuentemente

afectado”; el símbolo "–" refería que el indicador no pudo ser evaluado por esa fuente.

Además de la triangulación de la información obtenida desde los diferentes tipos de

instrumentos y de fuentes, un componente esencial del análisis de los datos –desde la

perspectiva cualitativa– consistió en el estudio de los testimonios acopiados; ellos

revelaban la carga emotiva que acompañaba a los informantes (bien entrevistados, bien

aplicadores) al relatar los hechos estudiados.

Figura 33: Ejemplo de análisis de triangulación de fuentes (Fuente: propia).

Un ejemplo de testimonio es el siguiente fragmento de información registrada:

“En lo personal he crecido por el reconocimiento que recibo por parte de mis

compañeros y los padres, que cuando supieron que yo era Máster se pusieron

muy contentos. En lo profesional conozco nuevos conceptos y definiciones; me

siento más comprometida con la institución, me incluyo en todas las actividades

del centro y me siento implicada en las tareas que se orientan” (Torres-

Fernández et al., 2010: 4).

196

En cambio, el procesamiento de los datos desde el enfoque cuantitativo comenzó con la

búsqueda de variables emergentes entre la gran masa de datos primarios, a través del

proceso estadístico de análisis factorial exploratorio, para el que fue utilizado el método

de ejes principales y el procedimiento de rotación Ecuamax, todo con la asistencia del

software Statistic 6.0. Las características de los datos acopiados permitieron la

extracción de cuatro factores comunes.

Figura 34: Representación de los cuatro factores extraídos (Fuente: Statistic 6.0).

Las diez variables que cargaron dichos factores fueron las que se utilizaron en la

especificación del modelo general, correspondiente al método multivariado

seleccionado para avanzar en la verificación o rechazo de la hipótesis de investigación

prefijada: el método de las Ecuaciones Estructurales (Torres-Fernández, 2010c). Esta

otra parte del procesamiento estadístico se realizó con el software especializado Amos

7.0, del paquete estadístico SPSS (Amos Development, 2010).

197

De las diez variables que cargan los cuatro factores extraídos, cinco corresponden a los

educadores (edad, experiencia docente, estudiar la maestría, el índice de conocimientos

profesionales [integrado por los indicadores: (1.1.1) conocimiento profundo del

contenido, (1.1.2) de la pedagogía y la didáctica, (1.1.3) de los fundamentos de las

transformaciones de la educación y (1.1.4) sobre los métodos y técnicas de la

investigación educativa], y el índice de satisfacción [compuesto por los indicadores:

(1.5.1) auto-conocimiento de sus potencialidades y seguridad, (1.5.2) satisfacción con la

actividad que realiza y (1.5.7) motivación por dar continuidad a su superación)] (Torres-

Fernández et al., 2010).

Las otras cinco variables tomaron sus valores de cualidades de las instituciones

educativas, como: el estilo de dirección [índice estadístico construido con los

indicadores: (2.1.3) protagonismo de los cuadros de dirección en el desarrollo del

potencial científico, (2.2.1) existencia de proyectos educativos específicos, (2.3.1)

utilización de métodos participativos que posibiliten la obtención de consenso en la

toma de decisiones y (2.3.2) misión y metas compartidas con el colectivo pedagógico)] y

los procesos educativos [índice estadístico compuesto por los indicadores: (2.3.5)

planificación, organización, ejecución y control de los procesos: docente-metodológico,

científico-metodológico, educativo y político-ideológico].

También se consideraron las variables: relaciones con la comunidad [índice estadístico

conformado con los indicadores: (2.4.1) relación con las organizaciones políticas y de

masas y (2.4.5) participación de los padres en las actividades escolares y

extraescolares)], estrategias y sistematización [índice estadístico integrado por los

198

indicadores: (2.5.1) sistematización en la dirección del trabajo metodológico y (2.5.4)

estrategia metodológica para lograr los objetivos priorizados)], así como colaboración

y relaciones inter-personales [índice estadístico integrado por los indicadores: (2.5.15)

relaciones interpersonales y (2.5.17) actitud de colaboración y cohesión de los

profesores].

En el modelo se relacionaron estas diez variables con la de aprendizaje del educando

(promedio de las puntuaciones de Matemática y Español en las pruebas finales o de

nivel, además de las calificaciones en el área de desarrollo intelectual, en el caso de los

niños de los Círculos Infantiles). También se consideraron otras once variables,

correspondientes a los residuos de las anteriores. Se verificó que el modelo estaba

identificado, como se establece para la segunda fase del trabajo con ecuaciones

estructurales (Torres-Fernández, 2010c).

A continuación se pasó a la tercera fase: la estimación del modelo. Como resultado de ello,

se obtuvieron los signos y valores absolutos de los coeficientes estimados. Posteriormente,

se verificó la obtención de resultados positivos en el proceso de evaluación de las

estimaciones y del modelo, contenido de la cuarta y última fase del trabajo con los Modelos

de Ecuaciones Estructurales (Torres-Fernández, 2010c).

¿Y qué información proporcionó la estimación del modelo? Pues que la mitad de los

coeficientes de las variables que lo integraban constituían valores negativos o nulos, y que

el resto representaban magnitudes muy pequeñas. En otras palabras, que prácticamente

todas las variables contenidas en la modelación (tanto individuales, como grupales) no

impactaban considerablemente el rendimiento cognitivo de los educandos.

199

Figura 35: Resultados del análisis con las ecuaciones estructurales (Fuente: Amos 7.0).

Adicionalmente, hay que tener presente que otras importantes variables de los educadores

(titulación, calidad del control del proceso pedagógico [1.2.6] y utilización de resultados

científicos en la práctica educativa [1.3.4]), y de las instituciones (educaciones, hábitat y

estabilidad del consejo de dirección [2.5.18] y del claustro [2.5.19], así como la

responsabilidad ante el estudio [2.5.13] y la participación en concursos de conocimientos

[2.5.11]) no pudieron ser incluidas en el modelo de ecuaciones estructurales, pues no

pasaron la prueba previa del análisis factorial exploratorio, por estar pobremente

correlacionadas con las otras variables consideradas en este análisis cuantitativo.

Sin embargo, la mayor utilidad metodológica de los resultados de los análisis lógicos y

estadísticos efectuados con los datos, desde ambos enfoques investigativos, consistió en la

200

coincidencia del cuestionamiento al cabal cumplimiento de la hipótesis de investigación

general inicialmente prefijada, es decir, en la verificación de una triangulación concurrente.

En relación con la utilización del enfoque mixto de investigación, los principales aportes

del optante –desde el desarrollo de su actividad científica profesional– radican en la

difusión de sus posibilidades de aplicación en la investigación educativa (Torres-

Fernández, 2013b) (Torres-Fernández, 2016b) y, especialmente, en su concreción en el

ámbito nacional, como acaba de ilustrarse (Torres-Fernández et al., 2010).

Aunque igualmente presentes en el tratamiento de los otros dos enfoques investigativos

referidos con anterioridad (el cualitativo y el cuantitativo), cabe destacar –aquí, también–

las aportaciones del optante a la preparación de los investigadores noveles en el

desarrollo de las habilidades para la captura de información, específicamente en lo

relativo a la codificación de los datos factuales y a su tabulación electrónica; así como en

las habilidades para el procesamiento de la información, con énfasis en la combinación

de modelos estadísticos multinivel y en el contraste de las conclusiones a que se arriban en

cada enfoque investigativo, por separado (Torres-Fernández, 2013b).

En el Anexo No. 5, presentado al final de esta Tesis, el lector podrá encontrar una

sistematización de los ejemplos seleccionados para ilustrar sus aportes metodológicos

en torno a este primer reto, y el alcance de su influencia entre investigadores educativos

nacionales.

Como se ha señalado, las indagaciones efectuadas por este optante en torno al contenido de

los dos capítulos anteriores han permitido identificar además –bien en calidad de premisas

201

teóricas apropiadas o bien en la condición de buenas prácticas– las contribuciones de

otros investigadores educativos cubanos al tratamiento de los retos identificados.

En lo que a este primer reto concierne, caben mencionar las alertas realizadas –desde la

teoría– por investigadores destacados, como: J. Cerezal & J. Fiallo (2004), N. de Armas

(2005), A. Blanco (2005), M. Martínez-Llantada (2005b), M. Silva (2005), I. Nocedo et al.

(2009), G. Pérez-Rodríguez, G. García-Batista, I. Nocedo & M. L. García-Inza (2009) y P.

Guadarrama (2012). En sus obras pueden encontrarse claras apelaciones a la importancia

de la formulación de hipótesis generales de investigación, a la distinción de las técnicas y

métodos de investigación a emplear de acuerdo con la lógica de cada enfoque investigativo,

a las particularidades del análisis de los datos en el enfoque cuantitativo y cualitativo

respectivamente, y a la posibilidad y conveniencia del empleo del enfoque mixto en la

investigación educativa.

En el orden práctico, destacan como buenas prácticas –para el enfoque cuantitativo– los

reportes de investigación del avileño A. D. García-Gutiérrez (2005), así como el reporte –

para el enfoque cualitativo, en la modalidad de autobiografía o, si se quiere, de

sistematización de experiencias– de la holguinera I. M. Daudinot (2006), entre otros; en

cuanto a la selección del enfoque mixto se recomienda la tesis doctoral del habanero M.

Hernández-Nodarse (2010), aun cuando en la memoria escrita de la investigación

practicada no se discuten ampliamente los testimonios recogidos en su Anexo 29, entre

otros aspectos perfectibles.

202

3.2. Aportes al empleo combinado de la operacionalización de las variables y del

camino ascendente desde lo datos

Otro reto de la investigación educativa cubana actual –que afloró en el capítulo anterior–

es el referido al tratamiento del par dialéctico: operacionalización de las variables

principales–camino ascendente desde los datos. En el desarrollo de su actividad científica

profesional –especialmente de los últimos años– el optante ha tomado conciencia de su

existencia y de los efectos nocivos de su desatención y ha intentado incidir

sistemáticamente en la modificación de esa tendencia negativa (Torres-Fernández,

2012b). Ejemplo de ello puede apreciarse en la organización y desarrollo del resultado

investigativo titulado “Estudio diagnóstico del currículo en la Educación Técnica y

Profesional” (Torres-Fernández et al., 2013). Se trata de un mega-estudio encomendado

por la dirección del Ministerio de Educación; el mismo estuvo compuesto por dos

modalidades que fueron trabajadas simultáneamente (teórica y empírica). La investigación

fue conducida por el optante y contó con la participación de ochenta y ocho investigadores

de veinticinco instituciones, representativas de ocho provincias del país.

El propósito fundamental de la misma consistió en valorar la calidad del diseño del

currículo vigente –entonces– para la Educación Técnica y Profesional, así como la

efectividad de su implementación en la práctica escolar, de acuerdo con las demandas

sociales y ministeriales planteadas para ese subsistema del Sistema Nacional de Educación.

La modalidad empírica de la investigación se realizó en las provincias de Pinar del Río, La

Habana, Cienfuegos, Camagüey y Santiago de Cuba. En cada uno de esos territorios se

seleccionaron seis institutos politécnicos, correspondientes a las familias de

203

especialidades: Contabilidad, Construcción Civil, Agropecuaria, Mecánica Industrial,

Explotación del Transporte y Agronomía. Para la modalidad teórica se seleccionaron

equipos de expertos evaluadores de las provincias de Villa Clara, Holguín y Guantánamo,

responsabilizadas con el estudio de los currículos de Explotación del Transporte, Mecánica

Industrial y Construcción Civil, en ese orden.

Para dar cumplimiento al objetivo de investigación se asumieron un grupo de decisiones de

carácter metodológico, ajustadas a los propósitos, alcance y condiciones de la

investigación. Esas decisiones fueron las siguientes:

Desarrollar un estudio esencialmente cualitativo, de carácter etnográfico, con una

triangulación de fuentes y la combinación de técnicas de investigación (básicamente:

entrevistas en profundidad, observaciones participantes y revisiones de documentos),

superando así el nivel opinático de recolección de la información.

Presentar los datos atendiendo a dos aspectos esenciales: las tendencias del

comportamiento de las variables estudiadas (en términos de frecuencia de la ocurrencia

de los estados no ideales del comportamiento de sus indicadores) y la declaración de

testimonios representativos de tales tendencias.

Utilizar, al inicio, una escala dicotómica para la evaluación de los indicadores

utilizados (con las categorías “se logra” y “no se logra”) y, posteriormente, una escala

ordinal para delinear la tendencia en sus respectivos comportamientos, (calificadas

como: “algo frecuentemente no logrado”, “frecuentemente no logrado” y “muy

frecuentemente no logrado”).

204

Realizar un proceso de análisis-síntesis final, sobre la base de un recorrido ascendente,

desde los datos hacia el problema científico, de manera que se va ya calificando el

comportamiento de los indicadores, las dimensiones y las variables respectivamente, y

se formulen a partir de ellas las conclusiones generales y las recomendaciones para

estudios futuros.

Como resultado del trabajo de campo, se acopiaron 43 registros para la modalidad teórica

y 1 526 registros para la modalidad empírica del estudio (765 provenientes de fuentes

orales, 197 de fuentes visuales y 564 de fuentes documentales).

En cuanto a los aportes del optante al tratamiento del reto, merecen ser destacados –desde

el desarrollo de su actividad científica profesional– los siguientes aspectos de carácter

metodológico:

– Una adecuada operacionalización de las macro-variables trabajadas en el estudio.

En general, es aconsejable para ello partir de asumir las características esenciales de

la variable, contenidas en su definición conceptual, como un primer nivel de

división de la misma (Torres-Fernández, 2012b) (Torres-Fernández, 2014a) (Torres-

Fernández, 2015a).

– Una estrecha vigilancia de la consideración de cada indicador por más de un

instrumento de investigación y –de ser viable– por más de un tipo de fuente de

información. De esta manera, se reducen las posibilidades de la falta de criterios en

torno a alguno de los indicadores previstos, al analizar los datos, y se refuerza la

calidad metodológica de la operacionalización de la variable y de la emisión de juicios

205

valorativos sobre esta última, tras el análisis ascendente desde los datos (Torres-

Fernández, 2012b) (Torres-Fernández, 2014a) (Torres-Fernández, 2015a).

Figura 36: Ejemplo de operacionalización de una variable (Fuente: Torres-Fernández et al., 2013).

– Una estrecha relación entre los indicadores y los reactivos respectivos en los

diferentes instrumentos de investigación (Torres-Fernández, 2012b) (Torres-

Fernández, 2014a) (Torres-Fernández, 2015a). Es por ello que –en las últimas

investigaciones desarrolladas– se ha insistido con el equipo de investigadores en la

conveniencia de colocar al lado de cada reactivo de los instrumentos el código del

indicador con que se corresponde (Torres-Fernández et al., 2010) (Torres-Fernández

et al., 2013) (Torres-Fernández et al., 2014).

206

Figura 37: Ejemplo de verificación de la representatividad de los indicadores por instrumentos

[EP: entrevista en profundidad, OP: observación participante y RD: revisión de documentos]

(Fuente: Torres-Fernández et al., 2013).

– Una valoración gradual de los componentes operacionales de la variable a partir

de los datos obtenidos, primero a nivel de indicadores y después por dimensiones (o

subdimensiones) (Torres-Fernández, 2014a) (Torres-Fernández, 2015a).

Figura 38: Ejemplo de codificación de los reactivos, según los indicadores correspondientes

(Fuente: Torres-Fernández et al., 2013).

207

Dando continuidad a lo iniciado, este caso se incorpora a la sistematización de los

ejemplos seleccionados por el optante para ilustrar sus aportaciones metodológicas y del

alcance de su influencia en lo relativo al trabajo con este reto (véase el Anexo No. 5).

En cuanto a las contribuciones de otros investigadores educativos cubanos a su

tratamiento, cabe destacar –desde lo teórico– el realce de la operacionalización de las

variables contenido en las obras: (Álvarez de Zayas, 1995), (Campistrous & Rizo, 1999),

(Cerezal & Fiallo, 2004), (Blanco, 2005), (Añorga, Valcárcel & Che-Soler, 2008),

(Bermúdez & Rodríguez-Rebustillo), (Pérez-Rodríguez, García-Batista, Nocedo & García-

Inza, 2009), (Nocedo et al., 2009), (García-Batista, 2009b), (ICCP, 2012), (Guadarrama,

2012) y (Linares & Santovenia, 2012); así como las apelaciones al análisis ascendente

desde los datos, apreciables en los documentos: (Pérez-Rodríguez, García-Batista, Nocedo

& García-Inza, 2009) y (Valledor et al., 2009).

También merecen ser resaltados –en calidad de buenas prácticas– los tratamientos de

operacionalizaciones de variables expuestos en la tesis de doctorado de la habanera M.

Leyva (2012), en la de la también habanera M. Martínez-Quijano (2007) y en la tesis de

Maestría de la villaclareña L. Bravo (2010); mientras que en lo relativo al análisis

ascendente desde lo datos, sobresale lo descrito en la tesis de doctorado de la avileña M.

B. Fabá (2008) y de la artemiseña D. Vázquez (2014).

3.3. Aportes al tratamiento de la validación práctica en las investigaciones aplicadas

Un tercer reto de la investigación educativa cubana actual identificado por el optante –y

descrito también en el capítulo anterior– es la tendencia al debilitamiento de la validación

en la práctica educativa de las investigaciones de carácter aplicado. Análogamente a los

208

retos anteriores, el optante ha asumido como una prioridad potenciar el papel de la

validación en la práctica a lo largo del desarrollo de su actividad científica profesional

(Torres-Fernández, 1997) (Torres-Fernández, 2010a) (Torres-Fernández, 2012a) (Torres-

Fernández, 2012b) (Torres-Fernández, 2012c) (Torres-Fernández, 2013b) (Torres-

Fernández, 2013c) (Torres-Fernández, 2013e) (Torres-Fernández, 2014a) (Torres-

Fernández, 2014c) (Torres-Fernández, 2015a) (Torres-Fernández, 2016a).

Para ilustrar esa conducta profesional se expondrá como un primer ejemplo el resultado

científico “Metodología de Evaluación Institucional” (Torres-Fernández & Galdós, 2007),

quien obtuviera el Primer Premio de Ciencia e Innovación Educativa del Ministerio de

Educación, en el año 2005. Se trata de una de las tareas de investigación del Proyecto

Asociado “Construcción de un Sistema Cubano de Evaluación de la Calidad de la

Educación”, del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP); la misma fue

conducida por el optante –en su triple condición de jefe de la tarea de investigación, del

Proyecto de Investigación y del Programa al que se encontraba asociado este– y contó con

la participación de otra investigadora del Proyecto de referencia, aspirante del optante.

La investigación estuvo encaminada a diseñar y validar una metodología de evaluación de

uno de los más complejos ámbitos del Sistema de Evaluación –entonces– en construcción,

el referido al funcionamiento de las instituciones escolares. Una metodología de

evaluación está conformada por un conjunto de instrumentos de evaluación y por

indicaciones de cómo aplicarlos homogéneamente, así como por orientaciones acerca de

cómo procesar los datos generados con la administración de aquellos, hasta arribar a un

209

juicio valorativo sobre el objeto evaluado y a recomendaciones para lograr su mejora o

perfeccionamiento (Torres-Fernández et al., 2008).

Se trataba de una tarea metodológicamente compleja, pues el resultado esperado debía

cumplir –simultáneamente– las exigencias de rigor científico y racionalización de los

recursos materiales y humanos requeridos durante el acto evaluativo (Torres-Fernández et

al., 2008). Del proceder metodológico seguido destacan los aspectos siguientes:

La determinación de un abarcador marco teórico-referencial de partida (centrado en los

ámbitos, modelos y características esenciales de la Evaluación Educativa, así como de

las particularidades de la dirección y la organización escolar).

Descripción y análisis de las diferentes vías para la determinación de metodologías de

evaluación educativa y la sustentación de la selección de aquella donde se obtienen las

variables principales a partir de mediciones directas en la práctica educativa.

Aplicación de doce instrumentos de evaluación cuyos reactivos responden a un criterio

maximal, en cuanto al número de variables primarias asumidas (exactamente 76

macro-variables, de las que se derivaron 538 indicadores; ellas abarcaron cuatro

niveles jerárquicos: estudiantes, aulas, escuelas y Sistema Nacional de Educación).

Selección de una muestra de tipo ecológica; es decir, de carácter intencional, pero

buscando una marcada variabilidad, en cuanto al hábitat (megaciudad, urbano, rural),

el tamaño (grande, media, pequeña) y el rendimiento académico (alta, media, baja).

Aplicación de los instrumentos de evaluación previstos en las diez escuelas

seleccionadas a lo largo del país, así como la organización de los datos capturados.

210

Utilización del recurso estadístico multivariado denominado Análisis Factorial, para

lograr una reducción sensible del número de variables primarias, a la vez que se

identificaban las variables que disponían de una elevada capacidad explicativa del

buen funcionamiento de las instituciones escolares. Para realizar esta labor se empleó

primero el método de extracción de factores, conocido como de ejes principales, y

después el método de rotación de factores, denominado Equamax; el procesamiento se

realizó con ayuda del software Statistic 6.0.

Interpretación de los resultados estadísticos, contrastándolos permanentemente con las

premisas pedagógicas asumidas en el marco teórico-referencial; el software consideró

válidos los valores correspondientes a 691 estudiantes, una muestra apreciable, e

identificó seis factores con valor propio de consideración, con una explicación

conjunta de alrededor del 50% de la varianza de los datos.

Figura 39: Gráfico de sedimentación generado por el Análisis Factorial realizado, donde se

aprecian que los seis primeros factores cuentan con valores propios de consideración

(Fuente: Torres-Fernández & Galdós, 2007).

211

Identificación de los 36 indicadores que cargaron los seis factores con mayores

valores propios (Factor 1: Relaciones interpersonales y trabajo metodológico, Factor

2: Actuación didáctica en la clase, Factor 3: Condiciones físicas de la escuela, Factor

4: Relaciones entre los agentes educativos y la Planificación de las tareas, Factor 5:

Actividad académica, y Factor 6: Trabajo del Director).

Reconstrucción del sistema instrumental con los 36 indicadores de mayor capacidad

explicativa del buen funcionamiento de las instituciones de la muestra, ahora

conformado por solo cuatro instrumentos de evaluación, además aligerados (entrevista

al director de la escuela, guía de observación del funcionamiento general de la

institución escolar, cuestionario a los docentes y guía de observación de clases).

Completamiento de la metodología de evaluación institucional, añadiendo criterios

para la aplicación homogénea de los cuatro instrumentos y de orientaciones para la

obtención de un índice general evaluativo del centro y de un cuerpo de

recomendaciones para la mejora escolar, sobre la base de los datos generados por los

primeros.

Ahora bien, se necesitaba también de una prueba de suficiencia; es decir, la verificación de

si la reducción a solo 36 indicadores era adecuada. Para ello se continuaron seleccionando

factores con valores propios considerables (catorce en total) y, entre ellos, los indicadores

de mayor carga (haciendo ahora un total de 51 indicadores). Ello condujo a una

ampliación de los reactivos de los cuatro instrumentos asumidos. En síntesis, se dispuso

entonces de dos versiones de metodologías de evaluación institucional (una constituida

solo por 36 indicadores, y otra compuesta por 51 indicadores).

212

Con ellas se pasó a la instrumentación de ambas metodologías en dos de las seis escuelas

de la muestra seleccionada. Esta acción permitió no solo el análisis de la factibilidad de los

cuatro instrumentos de evaluación (en sus dos versiones), sino además la ejecución del

proyectado estudio de suficiencia.

Al procesar los datos capturados con la nueva aplicación –en las dos escuelas– se pudo

apreciar que los valores obtenidos en la variante ampliada (de 51 indicadores) reflejaban

una mayor variabilidad –dispersión– en los resultados de las evaluaciones de las escuelas,

que con la variante reducida (de 31 indicadores); también, el índice general evaluativo del

centro se correspondía menos con las puntuaciones de los factores referidos a la dirección

del proceso de enseñanza- aprendizaje en la variante ampliada, que en la reducida.

Un análisis estadístico inferencial, realizado a través de la Prueba de Diferencias de

Medias, indicó –con un nivel de significación de 0,05; o sea con un 95% de confianza– que

no existen evidencias suficientes para hablar de diferencias significativas entre las

puntuaciones obtenidas por las dos variantes aplicadas de la metodología de evaluación.

Para mayor consistencia, al comparar los índices generales de ambas variantes con los

resultados de las pruebas académicas –adicionalmente aplicadas a estudiantes de 4to. y

6to. grados de ambas escuelas– se apreció una mayor correspondencia de estos con el

índice general en el caso de la variante reducida, tanto en Matemática como en Lengua

Española, en los dos grados.

Todos estos análisis, efectuados sobre la base de la verificación de las propuestas diseñadas

en la práctica escolar misma, refuerzan la tesis de que eran suficientes los 36 indicadores

inicialmente obtenidos para realizar una evaluación institucional de calidad, lográndose así

213

la doble exigencia de obtener un recurso de evaluación educativa que fuera científicamente

riguroso y que –al mismo tiempo– demandara una cantidad razonable de recursos

materiales y humanos (Torres-Fernández & Galdós, 2007).

Constituyen aportes del optante al tratamiento de este tercer reto –además del arriba

referido, en relación con la prioridad dada a la validación en la práctica de los

supuestos teóricos– los siguientes elementos de carácter metodológico:

– Asumir la construcción de un producto científico a partir de combinar dos

exigencias metodológicas difíciles de simultanear: un elevado rigor científico y –al

mismo tiempo– una demanda razonable de recursos materiales y humanos.

– Optar por la vía de determinación de una metodología de evaluación educativa a

través de la obtención de las variables principales del producto mediante mediciones

directas en la práctica educativa.

– Utilización del concepto de muestra ecológica en el ámbito nacional, conveniente

para el estudio de componentes del proceso educativo en un número elevado de

instituciones escolares o en grandes poblaciones estudiantiles.

– Empleo del método de Análisis Factorial como un recurso para reducir el número

de variables escolares en estudio, entre una cantidad elevada de variables primarias.

El procedimiento utilizado por el optante en este resultado científico sirvió de referente

metodológico a cuatro aspirantes a doctorado en ciencias pedagógicas, quienes lo

replicaron exitosamente en otros niveles y tipos de enseñanza (Companioni, 2007)

(Lorenzo, 2008) (Galdós, 2009) (Marrero, 2009).

214

Otro ejemplo de estudio científico desarrollado, en el que se pone de manifiesto el papel

otorgado a la práctica educativa, como principal vía para la confirmación de supuestos

teóricos, en el marco de investigaciones de carácter aplicado, es el denominado “Informe

del XII Operativo de Evaluación de la Calidad de la Educación Primaria” (Torres-

Fernández et al., 2007a).

Se trata de un macro-estudio de alcance nacional en el que participaron trescientos setenta

investigadores, de treinta y un instituciones diferentes, dirigidos metodológicamente todos

por el optante. El mismo se propuso dos objetivos de investigación fundamentales: evaluar

el comportamiento del rendimiento cognitivo de estudiantes de 4to. y 6to. grados en las

asignaturas de Matemática, Lengua Española, Historia y Ciencias Naturales, y comparar

los resultados de ese Operativo Nacional de Evaluación de la Calidad de la Educación con

los resultados del Operativo realizado en el 2005, “(…) a fin de constatar la evolución del

aprendizaje en el nivel educativo” (Torres-Fernández et al., 2007a: 1).

En relación con el proceder metodológico empleado para desarrollar el estudio, cabe

destacar los siguientes aspectos:

La elaboración de los instrumentos de evaluación del desempeño cognitivo de los

estudiantes, en la modalidad de Bloques Incompletos Balanceados (BIB); la utilización

de esa modalidad presupone que cada estudiante de la muestra responda un cuadernillo

compuesto por dos bloques de quince preguntas cada uno. La mayoría de los reactivos

de los bloques son preguntas de selección múltiples, mientras que tres de los reactivos

del cuadernillo son preguntas de desarrollo. Los cuadernillos administrados abarcan

215

de conjunto seis bloques; de esta manera se logra una mejor representación de las

principales exigencias curriculares de la asignatura en el grado.

La confección de otros instrumentos de investigación complementarios, como una

encuesta a los docentes, para la posterior determinación del índice de certeza del

diagnóstico del maestro (ICEDIM), y una guía de revisión de libretas de los

estudiantes en las asignaturas de Lengua Española y Matemática.

La determinación de la muestra óptima para el estudio nacional, calculada dentro del

marco muestral con un nivel de significación del 0,05 y una precisión del 3%; una vez

obtenido el tamaño de la muestra nacional, se calcularon los tamaños de muestras

provinciales, de forma proporcional a su matrícula; como resultado de ese proceso se

precisó que se requerían 28 608 estudiantes (entre los dos grados) y 353 escuelas.

La confección de un instructivo general con las pautas organizativas del estudio:

declaración del perfil de los orientadores nacionales y los territoriales, además de sus

funciones, la caracterización de los diferentes grupos de trabajos requeridos en las

fases de trabajo de campo y de captura, procesamiento y análisis de los datos,

descripción general de los instrumentos de investigación a aplicar, declaración de las

muestras provinciales por grados, planteamiento del cronograma de trabajo en los

territorios (incluyendo el desarrollo de los seminarios de preparación de los

aplicadores, tribunales de calificación de las preguntas de desarrollo y de los

digitadores de los datos), así como las regulaciones y formularios a emplear en la

devolución de los datos al Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP), para su

depuración, unificación y procesamiento final. La elaboración de este complejo y

216

minucioso documento estuvo a cargo del optante –como era usual– en su condición de

conductor general del estudio.

La elaboración, revisión y reproducción de los instructivos específicos de cada grupo

de trabajo (orientadores territoriales, directores de escuelas y aplicadores, miembros

de los tribunales de calificación de cada asignatura evaluada, y digitadores).

El desarrollo del trabajo de campo y monitoreo de su funcionamiento desde la sede

central del estudio, en el Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP); además de

las aclaraciones de dudas y atención a reclamaciones de los tribunales provinciales.

La recepción en la sede central de todos los datos recopilados en los territorios, al

regreso de los orientadores nacionales; la depuración de los duplicados y missing, así

como la compactación de las bases de datos y el procesamiento final de sus datos,

hasta la redacción del informe final del estudio, de conjunto con otros investigadores.

En lo que a este ejemplo se refiere, se pueden resaltar –además de ponderar la práctica

escolar– los siguientes aportes del optante al tratamiento de este tercer reto:

– La insistencia en la determinación de una muestra óptima, como recurso necesario

para arribar a conclusiones veraces, sobre la base de los procesamientos docimológicos

y estadísticos empleados para interpretar los datos, y –al mismo tiempo– no elevar

innecesariamente los costos del estudio, de por sí excesivos.

– El minucioso proceso de organización del trabajo de las diferentes comisiones y

grupos de trabajos, requeridos para que un estudio de esa magnitud fuera realizable en

la práctica escolar, sin propiciar un debilitamiento del rigor científico, ni afectar –más

217

allá de lo necesario– el funcionamiento de las estructuras de dirección territoriales y de

las escuelas de la muestra.

En cuanto a las contribuciones de otros investigadores educativos cubanos al tratamiento

de este tercer reto, se puede destacar –en el plano teórico– referencias contenidas en las

obras: (Álvarez de Zayas, 1995), (Addine & Blanco, 2001), (Cerezal & Fiallo, 2004),

(Ruiz, 2005), (De Armas, 2005), (Núñez-Jover, 2007), (Pérez-Rodríguez, García-Batista,

Nocedo & García-Inza, 2009), (Nocedo et al., 2009), (Linares & Santovenia, 2012),

(Guadarrama, 2012) e (ICCP, 2012).

Por su parte, en el plano fáctico pueden resaltarse –en calidad de buenas prácticas– el

desempeño del espirituano L. Lima (2001), quien para precisar los indicadores de su

propuesta de variante metodológica para el desarrollo de la independencia cognoscitiva

empleó el Método Delphi –por demás, con más de una ronda de consulta a los expertos–

pero previó también a la realización de una constatación en la práctica educativa de su

propuesta teórica. Un ejemplo similar se tiene en la tesis doctoral del camagüeyano F. J.

Hurtado (2005), quien utilizó el Método Delphi para precisar la estructura operacional de

la habilidad de procesar datos cuantitativos en clases de Matemática del nivel medio

básico, pero no obvió pasar a la validación en la práctica de su propuesta didáctica.

Merece también ser destacada la actuación de la habanera A. O. González-Urra (2000),

quien refiere en su tesis de maestría la incidencia de ciertas peculiaridades de la unidad

cognitivo–afectiva y de las condiciones de vida y de educación de los niños sobre los

mecanismos de producción de alteraciones en su conducta, pero para probar la validez de

218

ese juicio desarrolló un estudio de casos y verificó la consistencia de los datos acopiados

mediante una triangulación de fuentes.

Como en el caso del tratamiento de los dos retos anteriores, ha sido incorporado a la

sistematización de los ejemplos seleccionados y del alcance de su influencia en otros

investigadores, el trabajo del optante en este tercer reto (véase el Anexo No. 5).

De esta manera, se cierra el análisis con los tres retos identificados en torno a la primera

dimensión de la variable principal del estudio. A continuación se avanzará hacia el

tratamiento de los relativos a la perspectiva de la investigación como una institución social.

3.4. Aportes a la visibilidad internacional de los investigadores educativos cubanos

Otro reto de la investigación educativa cubana actual identificado –y expuesto en el

capítulo anterior– fue la presencia de un insuficiente nivel de visibilidad internacional de

las producciones de autores nacionales y de las revistas e instituciones científicas cubanas

relacionadas con la investigación educativa. Como en el caso de los retos anteriores, el

optante ha intentado sistemáticamente de contrarrestar esa limitación, a lo largo del

desarrollo de su actividad científica profesional (Torres-Fernández, 2012b) (Torres-

Fernández, 2013b) (Torres-Fernández, 2013c) (Torres-Fernández, 2014b) (Torres-

Fernández, 2014c) (Torres-Fernández, 2015a) (Torres-Fernández, 2015b) (Torres-

Fernández, 2016a).

Las aportaciones del optante al tratamiento de este cuarto reto identificado devienen de

dos direcciones diferentes: de una parte desde su propia actuación personal y, de otro lado,

de su incitación a la producción científica por otros investigadores educativos cubanos.

219

En efecto, el optante ha logrado acumular a lo largo de estos más de treinta y cinco años de

desempeño profesional –e incluso, desde antes de obtener el grado universitario– una

elevada producción de artículos y textos científicos, que se encuentra ya próxima al

centenar de publicaciones; como se ha señalado con anterioridad en esta Tesis, varios de

ellos han sido premiados por entidades nacionales de prestigio. Al mismo tiempo, junto

a las sistemáticas presentaciones en eventos científicos y al desarrollo de la actividad

académica de postgrado, algunas de esas publicaciones lo han hecho merecedor de la

condición de peer reviewer de varias revistas científicas nacionales e internacionales

en el campo de la investigación educativa.

Si bien las aportaciones anteriores constituyen potencialidades para el enfrentamiento al

reto de referencia –dado que el mismo ha sido formulado en términos de visibilidad

internacional– una contribución más evidente del optante en esa dirección se tiene en los

indicadores bibliométricos que se exhiben actualmente –por ejemplo– en Google

Académico, en el que puede apreciarse un total de citas recibidas de 1 016 (620 en los

últimos cinco años), un índice h=12 (con valor 9 en los últimos cinco años) y un índice

i10=15 (con valor 8 en los últimos cinco años).

En ese sentido, cabe destacar la estrategia seguida por el optante de publicar también en

revistas y editoriales internacionales, así como de seleccionar las revistas nacionales

con altos niveles de visibilidad internacional, lo cual ha probado ser un recurso eficaz en

la intención –y en el compromiso con el país– de elevar la visibilidad internacional de la

producción científica nacional asociada a la investigación educativa, aun cuando ello

220

entraña –como se conoce– someterse a criterios más rigurosos de los jueces y los editores

de esos espacios publicitarios.

También ha ayudado al enfrentamiento de este cuarto reto –desde la modesta contribución

del optante– el publicar con autores de reconocido prestigio internacional, como son

los casos de los cubanos V. Reigosa, M. Valdés y A. Lage, en “Basic Numerical

Capacities and Prevalence of Developmental Dyscalculia: The Havana Survey”, un

artículo publicado en la revista del “primer nivel” Developmental Psychology, de la

prestigiosa America Psychological Association (APA), o del español J. F. Murillo y del

peruano S. Cueto, en el texto “Investigación Iberoamericana sobre Eficacia Escolar”,

editada por el Convenio Andrés Bello (CAB), una institución iberoamericana del ámbito

de la educación y la cultura.

Figura 40: Comportamiento del perfil bibliométrico del optante en “Mis Citas de Google

Académico” (Fuente: © Google).

En relación con la otra dirección señalada –la incitación a la producción científica de otros

investigadores educativos cubanos– el optante, desde su condición de Jefe de uno de los

221

Programas Ramales del Ministerio de Educación –entre el 2005 y el 2012– y, actualmente,

como Jefe del único Programa (Nacional) de Ciencia, Tecnología e Innovación de

Educación aprobado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, ha

trabajado por estimular la socialización de los resultados científicos generados por los

Proyectos Asociados a ambos Programas, a través de la gestión de una Lista de

Discusión y la emisión de un Boletín Mensual, el cual cuenta –desde hace varios años–

con un espacio digital en el sitio-Web de CubaEduca, el Portal Educativo Cubano.

Figura 41: Vista del espacio digital del Boletín Mensual de la Lista (Fuente: CubaEduca).

Sus más de diecisiete mil visitas recibidas es un indicador de la popularidad alcanzada por

este recurso, diseñado para mantener actualizados a los miembros de las decenas de

Proyectos Asociados a ambos Programas, a la vez de un primer nivel de socialización de

las mejoras prácticas acumuladas en el quehacer científico de la línea de investigación, sin

el rigor que presuponen las revistas científicas de nivel.

222

En lo relativo a las contribuciones de otros investigadores educativos cubanos al

tratamiento de este cuarto reto, pueden ser referidas –desde lo teórico– las obras: (Díaz &

Añorga, 2002), (Rodríguez-Ortega, Castellanos-Noda, Estévez & Arroyo-Mendoza, 2005),

(De Vito, 2006), (Núñez-Jover, 2007), (Arencibia-Jorge & De Moya, 2008), (Pérez-

Machín, González-Lugo, & Fernández-Díaz, 2011), (Keeling, Pérez-Lemus, Rojas &

Chávez, 2012), (Guadarrama, 2012), (Linares & Santovenia, 2012), (Rodríguez-García,

2013) y (IDICT, 2014).

Mientras que desde el nivel práctico cabe resaltar los trabajos de: R. G. Torricella, G. Van

Hooydonk & J. A. Araujo (2000), T. M. Rubio (2000), O. Varela (2005), Y. Rodríguez-

Sánchez, Y. Rubio & E. Solórzano (2007), L. Pérez-Lemus et al. (2009), E. Ortiz, M. V.

González-Guitián, I. Infante & Y. Viamontes (2010), D. Mainegra & J. Miranda (2012), R.

Arencibia-Jorge, el mexicano H. Carrillo y los españoles E. Correa, Z. Chinchilla & F. De

Moya (2013), M. García-Céspedes, M. N. Montejo & B. M. Carvajal (2014) y M. Cruz-

Ramírez, M. Escalona, S. Cabrera & M. C. Martínez (2014). Tanto unos como otros, son

trabajos donde –esencialmente– se llama la atención sobre la necesidad de atender a la

situación creada, en torno a la socialización de las producciones científicas cubanas.

Como para el tratamiento de los tres primeros retos, el optante ha elaborado una

sistematización de las acciones realizadas –ahora, en esta otra dirección– y del alcance

de su influencia sobre otros especialistas (véase el Anexo No. 6).

223

3.5. Aportes al fortalecimiento de la relación entre comunidades cubanas de

investigación educativa

Un quinto reto de la investigación educativa cubana actual identificado por el optante –y

descrito en el capítulo precedente– consiste en la existencia de discretos niveles de

colaboración profesional entre comunidades cubanas de investigación educativa.

Análogamente a los retos anteriores, el optante ha realizado ingentes esfuerzos por

contrarrestar esa situación en el contexto de su actividad científica profesional,

especialmente en los últimos años, con el ascenso a funciones de dirección de la ciencia

(Torres-Fernández, 2012e) (Torres-Fernández, 2013a) (Torres-Fernández, 2013b) (Torres-

Fernández, 2013c) (Torres-Fernández, 2014b) (Torres-Fernández, 2014c) (Torres-

Fernández, 2015a) (Torres-Fernández, 2015b) (Torres-Fernández, 2016a).

Los aportes del optante al tratamiento de este quinto reto se inician con la defensa del

principio de que todos los investigadores educativos cubanos –no importa dónde se

encuentran geográficamente ubicados, ni qué nivel de acceso a la bibliografía básica de la

línea de investigación disponen– tienen el mismo derecho de beneficiarse de las

publicaciones y presentaciones de los resultados científicos afines.

En efecto, apenas el optante asumió la responsabilidad de Jefe del Programa Ramal de

“Evaluación de la Calidad de la Educación” –como ya se ha señalado, en el año 2005–

tomó conciencia de las marcadas diferencias en las posibilidades de acceso a la

información científica de avanzada de los miembros de los Proyectos de Investigación

Asociados, especialmente desventajosas para los ubicados en regiones apartadas del país.

Fue así que se decidió articular la ya referida Lista de Discusión, que operó al inicio como

224

una “lista de distribución” en vez de un espacio para el debate científico, como se logró

después.

Consiste en una postura más ética que metodológica, pero ya el optante ha señalado la

indisoluble unidad dialéctica que le atribuye a la relación entre estas dos aristas de la

actividad científica, especialmente en el seno de una sociedad como la cubana (Torres-

Fernández, 2013b).

Otro importante esfuerzo del optante en la dirección del enfrentamiento a este quinto reto

ha consistido en la promoción de debates científicos entre los suscriptores de la Lista de

Discusión, que con el paso del tiempo no se ha limitado a los miembros de los Proyectos

Asociados, sino que ha incorporado a especialistas de otras líneas de investigación, como

mismo a profesionales situados fuera de las fronteras nacionales. Se trata de la modalidad

denominada Seminario Científico On line, una forma de interacción telemática y

asincrónica sumamente ventajosa, a la vez que ajustada a las actuales condiciones

económicas del país, emergentes después de iniciado el llamado “Período Especial”.

Los Seminarios Científicos On line comienzan con la presentación –por parte de los

interesados en la presentación de temas científicos afines a la línea del Programa– de sus

tesis fundamentales sobre un tópico, el cual se le conoce como “documento-base”;

seguidamente se debaten esas posiciones entre todos los interesados por espacio de unas

tres o cuatro semanas; por último, se aplica una encuesta de cierre –de carácter anónimo–

para que se pueda conocer –con el mayor número de participantes posibles– las tendencias

de aceptación o de distanciamiento de las tesis originalmente presentadas; los resultados

225

generales son publicados para el conocimiento de todos. El optante ha desempeñado

usualmente la función de organizador general de estas actividades.

Figura 42: Vista del sitio administrativo de la Lista de Discusión (Fuente: CubaEduca).

Ahora bien, más allá de la distribución de versiones digitales de materiales de utilidad para

los suscriptores de la Lista de Discusión y de la organización de Seminarios Científicos On

line asociados a ella, los esfuerzos más estratégicos del optante –en relación con el

tratamiento de este quinto reto– han estado dirigidos al intento de la conformación de

una comunidad nacional de investigadores educativos, con una sólida preparación en

materia de investigación científica, una alta disposición al debate científico y una

apertura crítica a otras perspectivas relacionadas con los temas tratados bajo la

denominación de investigación educativa, incluyendo las provenientes de otros países y

regiones del orbe.

Para enfrentar semejante desafío el optante no solo ha creado, sostenido y desarrollado la

Lista de Discusión, los Seminarios Científicos On line y los Boletines Mensuales, sino que

también se ha esforzado por replicar los contenidos principales de las actividades

realizadas en las redes sociales.

226

Así, la Lista de Discusión tiene asociada a ella –desde hace varios años– tres páginas

comunitarias en Facebook, con una cantidad no despreciable de seguidores (“Evaluación

Educativa en Cuba”, con 290 fans; “Didáctica de la Matemática Elemental”, con 331 fans;

y “Didáctica de la Lengua Española y la Literatura”, con 5 736 seguidores). Al mismo

tiempo, las publicaciones que se efectúan en esas páginas de Facebook tienen una

replicación en Twitter.

Figura 43: Vista de una de las páginas comunitarias de Facebook asociadas a la Lista de

Discusión (Fuente: Facebook).

Otro enlace en las redes sociales de la Lista se tiene en el Blog “Investigación Educativa”

de Google, creado más recientemente por el optante. Como sus similares de Facebook y

Twitter, el Blog de Google ha constituido un espacio virtual donde se publican las

principales actividades que realizan los suscriptores de la Lista de Discusión, e incluso han

propiciado debates científicos e intercambios de criterios entre cibernautas y suscriptores

de la Lista, en los que el optante se ha ocupado personalmente de realizar el enlace entre

227

unos y otros, transfiriendo la información vertida desde los sitios de las redes sociales de

referencia a la Lista, y viceversa.

Vale destacar que el Blog de Google, a pesar de su reciente creación –en comparación con

sus similares de Facebook y Twitter– ha alcanzado ya elevados niveles de visibilidad, con

más de mil ochocientas visitas en seis años (1 028 desde los Estados Unidos de América,

398 desde Cuba, 175 desde la República Bolivariana de Venezuela, 43 desde Francia, 40

desde Colombia, 35 desde Perú, 29 desde México, 26 desde Brasil, 23 desde República

Dominicana, y 16 desde Irlanda).

Figura 44: Vista de las estadísticas del Blog “Evaluación Educativa” (Fuente: © Google).

Ahora bien, la creación y fortalecimiento de una comunidad nacional de especialistas de la

investigación educativa requiere no solo la generación de nuevos conocimientos sobre la

línea, sino también la creación de un espacio –al menos virtual– donde colocar y hacer

accesible esa información científica; de modo que el optante se ha visto también en la

necesidad de lograr la disposición de un repositorio digital, al alcance tanto de los

228

suscriptores de la Lista de Discusión, como de los seguidores de sus actividades en las

redes sociales. El mismo está disponible en los servidores de Rimed, la intranet del

Ministerio de Educación, con acceso desde la página principal de CubaEduca; el link de

enlace con el repositorio se titula “Evaluador e Investigador Educativo”.

Figura 45: Vista parcial de la página principal de CubaEduca con el link de acceso al repositorio

de la Lista de Discusión (Fuente: CubaEduca).

En cuanto a las contribuciones de otros investigadores educativos cubanos al tratamiento

de este quinto reto, merecen ser resaltadas –en el plano teórico– las referencias contenidas

en las obras: (Guadarrama, 2012), (Núñez-Jover, 2007) y (Lage, 2013). En cuanto a las

contribuciones desde la práctica, apenas se encontraron referencias indirectas a la

situación descrita por el optante en torno a este reto en (Rodríguez-Sánchez, Rubio &

Solórzano, 2007) y (Arencibia-Jorge, Carrillo, Correa, Chinchilla & De Moya, 2013).

Como en el caso del reto anterior, los resultados del trabajo realizado en este otro reto han

sido añadidos a la sistematización de las acciones realizadas por el optante y del

alcance de su influencia, (véase el Anexo No. 6).

229

3.6. Aportes al tratamiento del concepto de impacto social en la investigación

educativa cubana

Finalmente –como se explicó en el capítulo anterior– también fue identificado un sexto

reto de la investigación educativa cubana actual, consiste en la necesidad de una revisión

de las consideraciones teóricas y metodológicas relacionadas con el concepto de impacto

social de la actividad de ciencia y técnica. Como en los retos anteriores, el optante ha sido

cauteloso con la utilización de dicho concepto en los marcos de su actividad científica

profesional (Torres-Fernández, 2013b) (Torres-Fernández, 2013c) (Torres-Fernández,

2013f) (Torres-Fernández, 2014b) (Torres-Fernández, 2014c) (Torres-Fernández, 2015a)

(Torres-Fernández, 2015b) (Torres-Fernández, 2016a) (Torres-Fernández & Lorenzo,

2015).

Para ilustrar los aportes del optante al tratamiento de este sexto reto se tomará como

ejemplo su participación en el estudio investigativo “Evaluación de los impactos del

proceso de perfeccionamiento de los servicios de Educación y la reorganización de su red

de centros, con énfasis en zonas montañosas y rurales de difícil acceso” (Martín et al.,

2014).

Se trata de una investigación realizada por encargo de la Comisión Permanente para la

Implementación y Desarrollo de los acuerdos del 6to. Congreso del Partido Comunista de

Cuba, a través de la Comisión de Ciencias Sociales, del Consejo de Ciencia y Tecnología.

En la misma participaron doce investigadores de seis instituciones diferentes. En su

desarrollo el optante se desempeñó como jefe de la tarea de investigación referida a la

elaboración de los instrumentos de investigación.

230

El estudio tuvo como propósito fundamental “(…) valorar cuál ha sido el impacto social

que han tenido los cambios aplicados por el MINED y el MES, en relación con el proceso

de [reordenamiento de la red escolar]” (Martín et al., 2014, pp. 2-3). La política de

reordenamiento de la red escolar –de reciente aplicación– contempló básicamente: la

eliminación de escuelas primarias con matrículas de 1 a 5, la creación de centros mixtos,

la reducción de centros internos, la modificación de la política en la continuidad de

estudios postsecundarios, la reducción de sedes universitarias y la integración de

instituciones universitarias.

La investigación se desarrolló en catorce municipios de cinco provincias del país y se

utilizaron como fuentes de información a familiares de los educandos, representantes de las

comunidades, funcionarios de los organismos implicados, directivos del gobierno de los

territorios, documentos con indicaciones del Ministerio de la Agricultura sobre el Plan

Turquino y las estadísticas de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

La categoría fundamental de la investigación es la de “impactos sociales del

reordenamiento de la red escolar”, definida en su informe final de la siguiente forma:

“Se asume (…) como impactos sociales del reordenamiento de la red escolar a los

efectos, directos e indirectos, que a escala individual, familiar, institucional,

comunitaria y nacional han producido los cambios estructurales y funcionales del

sistema de instituciones educativas de diferentes niveles y tipos de educación, en

correspondencia con el desarrollo económico y socio-demográfico de las áreas de

residencia de sus educandos” (Martín et al., 2014, p. 3).

231

La tarea de investigación de elaboración de los instrumentos de investigación –cuya

conducción estuvo a cargo del optante, como se señaló anteriormente– contempló la

definición conceptual y operacional de la variable principal del estudio, la formulación de

hipótesis de trabajo y la construcción de los reactivos de los instrumentos, además de la

revisión sistemática del cumplimiento del requisito de la triangulación metodológica,

como ya se explicó en relación con el tratamiento a otro reto.

Al comenzar a dar los primeros pasos en esa dirección se hicieron visibles determinados

obstáculos de naturaleza metodológica. Hay que tener presente que los atributos de la

definición de la variable principal: (i) “efectos directos e indirectos”, (ii) “[efectos] a

escala individual, familiar, institucional, comunitaria y nacional”, (iii) “[efectos] que han

producido los cambios estructurales y funcionales del sistema de instituciones educativas”

y (iv) “[efectos] en correspondencia con el desarrollo económico y socio-demográfico de

las áreas de residencia de sus educandos”, si bien se corresponden con la noción de

impacto científico (pues todos hacen referencia a un efecto producido por una variable

sometida a estudio), son lo suficientemente generales como para propiciar cierta

incertidumbre, al intentar avanzar en el proceso de operacionalización de esa variable.

Se tomó conciencia de que era necesario un recurso de apoyo más. Fue en ese contexto que

el optante hizo énfasis en la conveniencia de la formulación de hipótesis de trabajo al

diseñar investigaciones que manejan el concepto de impacto social, como un

componente metodológico que impulsa la búsqueda de una mayor precisión. En efecto, la

exigencia de formular hipótesis de investigación –sobre la base y en los límites del marco

teórico de referencia, previamente asumido– permite visibilizar mejor las dimensiones que

deben conformar la variable impacto social de cierto objeto de estudio.

232

Por ejemplo, la hipótesis de trabajo: “El reordenamiento de la red escolar produce un

incremento de la baja laboral del personal docente” (Martín et al., 2014, p. 34), induce a

la idea de considerar una dimensión de la variable “Impactos sociales del reordenamiento

de la red escolar” que podría ser denominada “Movilidad social”, de la cual “Fluctuación

laboral” constituiría una de sus subdimensiones.

Asimismo, la hipótesis: “La reducción de escuelas de 1 a 5 estudiantes en zonas

montañosas y rurales de difícil acceso disminuye la retención escolar”, sugiere la

consideración de una dimensión de la variable principal denominada “Desarrollo

educacional”, que incluya como una de sus subdimensiones a la “Retención escolar”.

Un segundo aporte del optante –en relación con este sexto reto– fue el cuidado de evitar

que se le atribuyan a las investigaciones los impactos sociales que corresponden a la

política social que estudia, pues es esta última –en definitiva– quien los genera, al ser

aplicada. Este tema fue discutido en el capítulo anterior, y no por evidente debe ser

desatendido. El entusiasmo y los deseos naturales de los investigadores de impactar –con

sus resultados científicos– sobre el ámbito en que ellos tienen utilidad inmediata (el

educativo, en este caso) pueden inducir a la realización de declaraciones precipitadas. No

debe olvidarse –en ese sentido– que la prueba del logro de impactos sociales de la

introducción de los resultados de una investigación educativa pasa por la realización de

otra investigación; una específica de evaluación de impactos científicos.

En relación con las contribuciones de otros investigadores educativos cubanos al

tratamiento de este sexto reto, es conveniente destacar –desde lo teórico– las referencias

contenidas en las obras: (Añorga, 2000), (Quevedo, Chía & Rodríguez-Batista, 2001),

233

(Añorga, 2004), (Rodríguez-Batista, 2005), (Núñez-Jover, 20007), (Rodríguez-Sánchez,

Rubio & Solórzano, 2007), (Escalona, 2008), (Arencibia & De Moya, 2008), (Díaz, 2009),

(Milanés, Solís & Navarrete, 2010), (Lozano, Saavedra & Fernández-Franch, 2011),

(Arnaiz & García-Rodríguez, 2011), (Chirino, Vázquez, Del Canto, Escalona, & Suárez,

2012), (Núñez-Jover, 2013), (Núñez-Jover & Montalvo, 2013), (Lage, 2013) y (EcuRed,

2013).

A nivel práctico, el optante desea resaltar las notables contribuciones de los investigadores

cubanos que han nutrido –esencialmente– las líneas de: “Educación Médica Superior”,

“Educación Avanzada”, “Ciencia, Tecnología y Sociedad”, “Yo, sí puedo”, “Educa a tu

hijo” y “Educación ambiental”, más que todo por los resultados alcanzados en la dirección

de la producción de impactos científicos, como se describió en el capítulo anterior.

Finalmente, y puesto que para ilustrar el tratamiento de este último reto se ha utilizado un

noveno ejemplo de investigación científica, se han incorporado sus datos a la

sistematización de los ejemplos seleccionados y del alcance de su influencia sobre

otros investigadores, que venía elaborando el optante desde los primeros retos (véase el

Anexo No. 5).

234

“(…) Criticar, no es morder, ni tenacear (…) es señalar con noble

intento el lunar negro y desvanecer con mano piadosa la sombra

que oscurece la obra bella (…)” (Martí, 1879, p. 94).

CONCLUSIONES

El minucioso análisis realizado, de los cuantiosos datos bibliográficos y factuales acumulados

a lo largo de la investigación que sustenta la presente Tesis, le ha permitido al optante arribar

a las conclusiones generales siguientes:

El materialismo-dialéctico e histórico constituye el fundamento –no solo epistemológico

sino también sociológico– más acabado e ineludible de la investigación educativa.

Desde la perspectiva epistemológica, el materialismo-dialéctico e histórico provee a la

investigación educativa de los recursos metodológicos cardinales de la práctica como

fuente primaria del conocimiento y como criterio superior de su validez, así como de la

aprehensión dialéctica de ese conocimiento, a través de un proceder problematizador,

gradual e intenso. Desde la arista sociológica, el materialismo-dialéctico e histórico

provee a la investigación educativa del reconocimiento de la existencia de una estrecha

relación entre la ciencia y la sociedad, en la que la primera de esas entidades constituye

una institución clasista, capaz de generar –no obstante– una subcultura propia, que

demanda una activa comunicación interpersonal e inter-institucional, apoyada en

publicaciones y debates científicos, como mismo en una sólida formación axiológica y

ética de sus practicantes. Estas premisas teóricas generales encuentran manifestación

singular en determinados procederes metodológicos que le son afines.

Los juicios anteriores son aplicables no solo a la definición de investigación educativa

–como concepto subordinado al de investigación científica– sino también a las relaciones

235

claves del proceso investigativo; concretamente, las de: investigador–objeto de estudio e

investigador–investigadores–sociedad, que son esenciales para desarrollar un proceso de

perfeccionamiento de la investigación educativa en Cuba.

La revisión del concepto de investigación educativa –a la luz de los fundamentos

teóricos de las ciencias asumidos– señala la necesidad de una reformulación de su

definición. En la misma destacan como atributos esenciales los de: (i) proceso

profesional, (ii) crecimiento del conocimiento sobre el acto educativo, (iii) propósito de

transformación para el bien social, y (iv) alcance de la mayor objetividad posible.

Por su parte, el examen de las relaciones claves del proceso investigativo –sobre esas

mismas bases– reveló la existencia en el desarrollo actual de la investigación educativa

cubana de seis situaciones que no son coherentes con los fundamentos epistemológicos,

sociológicos y metodológicos de la actividad de ciencia y técnica del país; las mismas han

sido descritas en esta Tesis como retos a asumir por la comunidad científica nacional.

El rasgo común y distintivo de los seis retos identificados es la tendencia al

debilitamiento del rigor metodológico en los últimos años, en el quehacer investigativo

educacional del país. La combinación previsible de los efectos de las dificultades

contenidas en esos desafíos –de no recibir una intervención rápida, consciente y colectiva

de la comunidad científica nacional, o al menos de sus líderes más destacados– apuntan a

una peligrosa agudización de la situación.

El optante –consciente de los obstáculos creados– ha venido realizando una actividad

científica deslindada de las incoherencias metodológicas identificadas. La brújula

236

principal de esa actuación profesional la ha encontrado en los fundamentos epistemológicos

y sociológicos aportados por el materialismo-dialéctico e histórico y en las posiciones

metodológicas de la investigación científica que son afines con ellos.

Más allá de su desempeño individual como investigador, el optante ha venido realizando

un trabajo sistemático y creciente –en los últimos años– de enfrentamiento a los retos

observados, en los marcos de su actividad científica profesional. Esa actuación la ha

desplegado a través de una labor formativa con otros investigadores y mediante la

difusión de los resultados científicos a numerosos especialistas, dentro y fuera de Cuba.

Para ello ha emprendido diversas iniciativas –desde lo formativo y desde lo ético– que en

número de treinta y nueve han sido descritas en esta Tesis como aportes del optante al

tratamiento de los retos identificados. Solo en los nueve ejemplos descritos –apenas una

fracción de las muchas investigaciones científicas en las que ha intervenido– el optante ha

podido incidir sobre más de setecientos investigadores nacionales provenientes de

decenas de instituciones diferentes, mientras que las acciones realizadas en la dirección

de la difusión y los intercambios científicos le han permitido al optante alcanzar a más

de veintiséis mil especialistas (entre suscriptores, seguidores y estudiosos de su obra).

Sobre la base de estas razones, el optante considera que se le ha dado cumplimiento al

objetivo general trazado y se ha validado la hipótesis de investigación inicialmente formulada.

237

“Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es

necesario” (Martí, 1880, p. 193).

RECOMENDACIONES

En correspondencia con los análisis practicados y con las conclusiones a las que se ha

arribado, el optante considera oportuno formular recomendaciones en dos direcciones

diferentes. Una de ellas se refiere a la conveniencia de favorecer el proceso de socialización

de los resultados aquí obtenidos, el cual desplegará el optante en lo adelante; en ese sentido,

se agradecerá el apoyo que puedan brindar las instituciones oficiales y los profesionales de la

investigación interesados en esta obra científica.

La otra dirección meditada se refiere a la atención futura de los problemas abiertos

identificados a lo largo del proceso investigativo desplegado; el optante considera como tales

las situaciones siguientes:

­ La eventual generalización –más allá de la subpoblación estudiada– de la tendencia

observada en relación con el pobre o nulo crecimiento del número de referencias

bibliográficas empleadas en los reportes científicos nacionales; lo que –de verificarse–

desembocaría en un séptimo reto a enfrentar, de acuerdo con el marco teórico-referencial

asumido.

­ La comprobación del probable carácter generalizado –entre los investigadores educativos

cubanos– de la creencia de que “el tamaño de una muestra estadística es proporcional al

de la población de la que se extrae”, entre otras concepciones erradas presumiblemente

existentes en relación con las muestras estadísticas.

238

­ La suposición formulada por el optante de que el hecho de que las pruebas de hipótesis

proporcionan juicios generalizables en la investigación social, pero solo sobre la base de

la consideración de unas pocas variables (a diferencia de los juicios valorativos

proporcionados por los métodos del Análisis Multivariado), son la causa fundamental de

que –hacia mediados de los años ´90– casi todas las Tesis defendidas consideraran como

válidas las hipótesis de investigación asumidas, creando un rechazo hacia ese importante

recurso metodológico de la investigación científica, entre los investigadores educativos

cubanos.

­ La verificación de la hipótesis del optante –subyacente en la Tesis– de que las marcadas

limitaciones creadas como consecuencia del “Período Especial”, como mismo la postura

epistemológica asumida por una parte de los investigadores educativos cubanos –ante la

apertura metodológica originada con el incremento del intercambio científico con sus

pares latinoamericanos, esencialmente– son causas directas del condicionamiento

histórico de la aparición de los retos identificados.

239

BIBLIOGRAFÍA

1. Addine, F. (2010). La Didáctica General y su enseñanza en la Educación Superior

Pedagógica. Aporte e impacto (Compendio de los principales resultados investigativos

en opción al grado científico de Doctor en Ciencias). La Habana, Cuba: Universidad de

Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.

2. Addine, F. & Blanco, A. (2001). Acerca de la orientación y asesoría del trabajo científico

de maestrantes y doctorantes. La Habana, Cuba: Universidad en Ciencias pedagógicas

Enrique José Varona. (Versión digital)

3. Addine, F., García Batista, G. & Castro, O. (2007). Maestría en Ciencias de la Educación:

reto a la universalización del postgrado. La Habana, Cuba: Ministerio de Educación.

4. Albornoz, M. et al. (2012). El estado de la ciencia. Principales Indicadores de Ciencia y

Tecnología Iberoamericanos/Interamericanos 2012. (Recuperado del sitio de internet

de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología Iberoamericana [RICYT]:

http://www.ricyt.org)

5. Álvarez de Zayas, C. M. (1995). Metodología de la investigación científica. Santiago de

Cuba: Universidad de Oriente. (Versión digital)

6. Álvarez-Gayou Jurgenson, J. L. (2003). Cómo hacer investigación cualitativa.

Fundamentos y metodología. Barcelona, España: Paidós.

7. Amin, M. & Mabe, M. (2000). Impact factors: use and abuse. Perspectives in Publishing

(1)1, 1-6. (Recuperado de http://www.medicinabuenosaires.com/demo/revistas/ vol63-

03/4/Impact%20factors-use%20and%20abuse.pdf)

8. Amos Development (2010). Tutorial: Get Running with Amos Graphics. (Recuperado de

http://amosdevelopment.com)

9. Ancízar, R. & Quintero, J. (2000). Investigación pedagógica y formación del profesorado.

Revista Iberoamericana de Educación. De los lectores. (Recuperado de

http://www.rieoei.org/deloslectores/054Ancinar.pdf)

10. Añorga, J. (2000). Evolución de los modelos de evaluación para la modelación de la

evaluación de impacto de la Educación Avanzada. La Habana, Cuba: Universidad de

Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.

11. ________ (2004). Modelo de evaluación de impacto de los programas educativos. Revista

Varona, 2004 (38). (Recuperado de http://www.revistavarona.rimed.cu)

12. ________ (2012). La Educación Avanzada y el mejoramiento profesional y humano (Tesis

de Doctor en Ciencias). La Habana, Cuba: Universidad en Ciencias Pedagógicas

Enrique José Varona.

240

13. Añorga, J. & Valcárcel, N. (1998). Estrategia para la elaboración de tesis. Maestría y

Doctorado. Sucre, Bolivia: Universidad de Sucre. (Versión digital)

14. Añorga, J., Valcárcel, N. & Del Toro, A. J. (2007). Modelo de Evaluación de Impacto de

Programas Educativos. Revista ASTRA. (Recuperado de http://www.cepi.us

/adastra/index.php/AD_ASTRA/article/view/13/9).

15. Arencibia Sosa, V. et al. (2007). Investigación Educativa: Contribución a la solución de

los problemas de la teoría y la práctica pedagógica. La Habana, Cuba: Instituto

Pedagógico Latinoamericano y Caribeño.

16. Arencibia Jorge, R. & De Moya, F. (2008). La evaluación de la investigación científica:

una aproximación teórica desde la Cienciometría. Acimed 17(4), 1-27. (Recuperado de

http://scielo.sld.cu)

17. Arencibia Jorge, R., Carrillo, H., Correa, E., Chinchilla, Z. & De Moya, F. (2013). La

investigación científica en las universidades cubanas y su caracterización a partir del

ranking de instituciones de SCImago. Universidad Ð La Habana, 2013 (276), 163-192.

18. Arnaiz, I. & García Rodríguez, J. A. (2011). La medición del impacto de la superación

profesional de los docentes. Una alternativa para su perfeccionamiento. Educación y

Sociedad, 1-11. (Recuperado de http://www. revistaedusoc.rimed.cu)

19. Arroyo Vázquez, N. (2004). Métodos y herramientas para la extracción de datos en

Cibermetría. El software académico y comercial (Tesis Doctoral). Salamanca, España:

Universidad de Salamanca.

20. Asamblea Nacional del Poder Popular (2009). Constitución de la República de Cuba. La

Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación.

21. Baxter, E. (2005). El proceso de investigación en la metodología cualitativa. El enfoque

participativo y la investigación-acción. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G.

(Comp.), Metodología de la investigación educacional. Desafíos y polémicas actuales

(pp. 94-108). La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación.

22. ________ (2007). Educar en valores. Tarea y reto de la sociedad. La Habana, Cuba:

Editorial Pueblo y Educación.

23. Begoña, D. & Quintanal, J. (2012). [Coords.] Fundamentos básicos de metodología de la

investigación educativa. Editorial CCS. España, pp.11-30 (Recuperado de

http://www.dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=499085)

24. Bermúdez, R. & Rodríguez Rebustillos, M. (2001). Psicología del pensamiento científico.

La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

241

25. __________________________________ (2008). Una aproximación más a la

epistemología lógica y metodología de la investigación educacional. Revista

Pedagógica Universitaria, 13(3), 1-22. (Recuperado de http://www.cvi.mes.edu.cu)

26. Bernal, J. D. (2008). La ciencia en la historia (Tomo 2). La Habana, Cuba: Editorial

Científico-Técnica.

27. Bisquerra, R. (1989). Métodos de la investigación educativa. Guía práctica. Barcelona,

España: Ediciones CEAC.

28. Blanco, A. (2003a). Epistemología de la educación. Una aproximación al tema. En: A.

Blanco (Ed.), Filosofía de la Educación. Selección de lecturas (pp. 46-55). La Habana,

Cuba: Editorial Pueblo y Educación.

29. _________ (2003b). Fundamentos filosóficos de la educación. En: A. Blanco (Ed.),

Filosofía de la Educación. Selección de lecturas (pp.15-18). La Habana, Cuba:

Editorial Pueblo y Educación.

30. _________ (2005). Hipótesis, variables y dimensiones en la investigación educativa.

Martínez Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.), Metodología de la investigación

educacional. Desafíos y polémicas actuales (pp. 134-143). La Habana, Cuba:

Editorial Pueblo y Educación.

31. Bravo, L. (2010). El desarrollo de la imaginación en los niños/niñas del grado

preescolar de la ENU Pepito Tey (Tesis de Maestría). Santa Clara, Cuba: Universidad

de Ciencias Pedagógicas Félix Varela.

32. Briones, G. (1996). Metodología de la investigación cuantitativa en las ciencias sociales.

Bogotá, Colombia: Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior

[ICFES].

33. Brunner, J. J. & Salazar, F. A. (2012). Investigación educacional en Iberoamérica: entre la

invisibilidad y la medición. Revista Internacional de Investigación en Educación

Magis, 4(9), 559-575. (Recuperado de http://www.javeriana.edu.co/magis)

34. Bruns, B. & Luque, J. (2014). Profesores excelentes. Cómo mejorar el aprendizaje en

América Latina. Washington: Grupo del Banco Mundial. (Recuperado de: http://

www.bancomundial.org/content/dam/Worldbank/Highlights%20&%20Features/lac/LC

5/Spanish-excellent-teachers-report.pdf)

35. Cabezas, A. & Delgado, E. (2012). ¿Es posible usar Google Scholar para evaluar a las

revistas científicas nacionales en los ámbitos de Ciencias Sociales y Jurídicas? El caso

de las revistas españolas. EC3 Working Paper 3. (Recuperado de

eprints.rclis.org/16888)

242

36. Campistrous, L. & Rizo, C. (1999). Indicadores e investigación educativa. Desafío Escolar

9(2), 38-49.

37. ______________________ (2001). Sobre las hipótesis y las preguntas científicas en los

trabajos de investigación. Desafío Escolar 5(2), 3-7.

38. Cárdenas González, M., Arteaga, S., Padilla, Y., Echeverría, I. & Santana, G. (2005). El

pensamiento de Fidel Castro sobre educación. La Habana, Cuba: Editorial Academia.

39. Carnoy, M. et al. (2007). Cuba´s Academic Advantage. Why Student in Cuba do better in

School. Stanford, USA: Stanford University Press.

40. Castañeda, A. E. (2013). Pedagogía, tecnologías digitales y gestión de la información y el

conocimiento en la enseñanza de la ingeniería. La Habana, Cuba: Félix Varela.

41. Castellanos, B. (1998). Investigación educativa. Nuevos escenarios, nuevos actores,

nuevas estrategias. La Habana, Cuba: Centro de Estudios Educacionales. Universidad

en Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona. (Versión digital)

42. Castellanos, B., Llivina, M. J., Valladares, G. & Hernández, R. (2005). Aproximación a un

marco conceptual para la investigación educativa. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza,

G. (Comp.) Metodología de la investigación educacional. Desafíos y polémicas

actuales (pp. 49-67). La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación.

43. Castro Alegret, P. L. (1997). El desarrollo de una concepción materialista histórica en la

Psicología Cubana. La Habana, Cuba: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

(Versión digital)

44. Castro Ruz, F. (1960). Discurso pronunciado en el acto celebrado por la Sociedad

Espeleológica de Cuba, en la Academia de Ciencias. (Recuperado de http://www.

cuba.cu/gobierno/discursos/1960/esp/f150160e)

45. ________ (2005). La educación constituye nuestro escudo invencible. Recopilación de

discursos del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz sobre la educación (2001-2003). La

Habana, Cuba: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado.

46. Cerezal, J. & Fiallo, J. (2004). Cómo investigar en Pedagogía. La Habana, Cuba: Pueblo y

Educación.

47. Chacón, N. (2002). Dimensión ética de la educación cubana. La Habana, Cuba: Pueblo y

Educación.

48. _________ (2011). El enfoque ético, axiológico y humanista aplicado a la educación

(Compendio de obras en opción al grado científico de Doctor en Ciencias). La Habana,

Cuba: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

243

49. Chacón, N. et al. (2003). Indicadores de la Profesionalidad Pedagógica del docente en los

diferentes escenarios de la formación. Resultado de Investigación. La Habana, Cuba:

Universidad en Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.

50. Chávez, J. (2001). La investigación científica desde la escuela. Desafío Escolar 2(5), 34-44.

51. ________ (2005). Aportes y compromisos de la metodología de la investigación científica

en Cuba. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.), Metodología de la

investigación educacional. Desafíos y polémicas actuales (pp. 9-14). La Habana, Cuba:

Pueblo y Educación.

52. Chávez, J. & Pérez-Lemus, L. (2005). Enfoque actuales de la investigación científico-

educativa. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.), Metodología de la

investigación educacional. Desafíos y polémicas actuales (pp. 41-48). La Habana,

Cuba: Pueblo y Educación.

53. ________________________ (2012). Cultura Científica e investigación educativa.

Revista Mendive, 41(11). (Recuperado de http://www.revistamendive.rimed.cu)

54. Chía, J. & Escalona, C. I. (2009). La medición del impacto de la ciencia, la tecnología y la

innovación en Cuba: análisis de una experiencia. Revista Iberoamericana de Ciencia,

Tecnología y Sociedad, 5(13), 83-96. (Recuperado de http://www.revistacts.net)

55. Chirino, M. V. (2005). La formación inicial investigativa en los Institutos Superiores

Pedagógicos: Sistema de alternativas metodológicas. La Habana, Cuba: Academia.

56. __________ (2009). El método científico y los métodos de investigación en educación. En

García-Batista, G. (Comp.), El trabajo de diploma. Presentación oral y escrita (pp.81-

83). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

57. Chirino, M. A., Vázquez, J. P., Del Canto, C., Escalona, E. & Suárez, C. (2012).

Concepción teórico-metodológica de la introducción de resultados científicos. La

sistematización como vía para aportar recomendaciones a directivos e investigadores.

La Habana, Cuba: Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona. (Versión

digital)

58. Colectivo de autores del Instituto Superior de Ciencia y Tecnología (2010). El marxismo y

la ciencia. En García-Batista, G. (Comp.), Fundamentos de la investigación educativa.

Maestría en Ciencias de la Educación. Materiales básicos y guías de estudio (pp. 31-

36). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

59. Companioni, I. (2007). Metodología de Evaluación Institucional para Escuelas Especiales

de Retraso Mental (Tesis Doctoral). Santa Clara, Cuba: Universidad en Ciencias

Pedagógicas Félix Varela y Morales.

244

60. Cook, T. D. & Reichardt, Ch. S. (2005). Métodos cuantitativos y cualitativos de

investigación evaluativa (5ta. Edición). Madrid, España: Ediciones Morata.

61. Cruz Ramírez, M. (2009). El método Delphi en las investigaciones educacionales. La

Habana, Cuba: Academia.

62. Cruz Ramírez, M. & Campano, A. E. (2007). El procesamiento de la información en las

investigaciones educacionales. La Habana, Cuba: Educación Cubana.

63. Cruz Ramírez, M., Escalona, M. & Téllez, L. (2014). Cualidad y cantidad en las

investigaciones educacionales. Algunas reflexiones sobre su integración. Revista

Didasc@lia: Didáctica y Educación, 5(2), 203-222. (Recuperado de http://revistas.

ojs.es/index/php/didascalia/article)

64. Cruz Ramírez, M., Escalona, M., Cabrera, S. & Martínez, M. C. (2014). Análisis

cienciométrico de las publicaciones educacionales cubanas en WoS y Scopus (2003-

2012). Revista Española de Documentación Científica, 37(3), 1-15. doi:

10.3989/redc.2014.3.1119

65. Daudinot, I. M. (2006). Evolución de la concepción pedagógica acerca de las aptitudes

intelectuales (Tesis Doctoral). Holguín, Cuba: Universidad de Ciencias Pedagógicas

José de la Luz y Caballero.

66. Day, R. A. (1996). ¿Cómo escribir y publicar trabajos científicos? Washington, D. C.,

Estados Unidos de América: Organización Panamericana de la Salud.

67. De Armas, N. (2005). Etapas de análisis y valoración de los resultados de la investigación.

En Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.), Metodología de la investigación

educacional. Desafíos y polémicas actuales (pp. 200-208). La Habana, Cuba: Pueblo y

Educación.

68. __________ (2014). La sistematización de resultados de investigaciones sobre una

temática específica. Propuesta de una metodología. Revista Varela, 1(37), 1-10.

(Recuperado de http://www.revistavarela.rimed.cu/index.php/numeros-de-la-revista/50-

revista-34-actividad-cientifica-y-resultados)

69. Delors, J. et al. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la

Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI. (Recuperado del sitio en

internet de la UNESCO: http://unesdoc.unesco.org/ulis/cgi-bin/ulis.pl?catno =109590&

set=0054359C0B_3_2&gp=1&mode=e&lin=1&ll=1)

70. De Vito, E. L. (2006). Algunas consideraciones en torno al uso del Factor de Impacto y de

la Bibliometría como herramienta de evaluación científica. Revista Argentina de

Medicina Respiratoria, (1), 37-45. (Recuperado de http://www.ramr.org.ar/ archivos

/numero/ano_6_1ago_2006/mere-1.pdf)

245

71. Díaz, C. & Añorga, J. (2002). La producción intelectual: proceso organizativo y

pedagógico. La Habana, Cuba: Universitaria.

72. Díaz, M. (2009). Situación de las metodologías para la medición de la ciencia, la

tecnología y la innovación en América Latina. Acimed 9(14), 1-7. (Recuperado de

http://scielo.sld.cu)

73. Dorta, P. & Dorta, M. I. (2013). Hábitos de publicación y citación según campos

científicos: Principales diferencias a partir de las revistas JCR. Revista Española de

Documentación Científica,36(4),1-14. doi: 10.3989/redc.2013.4.1003

74. EcuRed (2013). Impacto Social de la Ciencia y Tecnología. EcuRed [versión electrónica].

La Habana, Cuba. (Recuperado de http://www.ecured.cu)

75. Egaña, E. (2003). La Estadística: herramienta fundamental en la investigación

pedagógica. La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

76. Engels, F. (1972a). Dialéctica de la Naturaleza. En Dirección Política de las FAR (Ed.),

Selección de textos. Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir I. Lenin (Tomo I) (pp.

193-230, 252-263). La Habana, Cuba: Ciencias Sociales.

77. _________ (1972b). Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. En

Dirección Política de las FAR (Ed.), Selección de textos. Carlos Marx, Federico

Engels, Vladimir I. Lenin (Tomo II) (pp. 3-25). La Habana, Cuba: Ciencias Sociales.

78. _________ (1972c) Carta de Engels a H. Starkenburg, 25 de enero de 1894. En Dirección

Política de las FAR (Ed.), Selección de textos. Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir

I. Lenin (Tomo I) (pp. 246-250). La Habana, Cuba: Ciencias Sociales.

79. Escalona, A. & Ramos, H. (2012). La evaluación de impacto del resultado científico

´Compendio de ejercicios para evaluar la calidad del aprendizaje en la Educación

Primaria´. Revista Electrónica Educación y Sociedad, 10(2), 1-11. (Recuperado de

http://www.revistaedusoc.rimed.cu)

80. Escalona, E. (2008). Estrategia de introducción de resultados de investigación en el

ámbito de la actividad científica educacional (Tesis Doctoral). La Habana, Cuba:

Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

81. Escalona, E. et al. (2011). ¿Investigar para transformar? Una interrogante

contemporánea. La Habana, Cuba: Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño.

82. Fabá, M. B. (2008). Estrategia de capacitación a directivos de la escuela primaria para la

evaluación de la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje (Tesis doctoral). Ciego

de Ávila, Cuba: Universidad en Ciencias Pedagógicas Manuel Ascunce Domenech.

246

83. Fariñas, G. (2005). Desafíos de la investigación educativa: presente y futuro. En Martínez

Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.), Metodología de la investigación educacional.

Desafíos y polémicas actuales (pp. 1-8). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

84. ________ (2007). Psicología, Educación y Sociedad. Un estudio sobre el desarrollo

humano. La Habana, Cuba: Félix Varela.

85. Fernández Cano, A. (1995). Métodos para evaluar la investigación en Psicopedagogía.

Madrid, España: Editorial Síntesis, S. A.

86. Fernández González, A. M., Castellanos, B., Llivina, M. J., Arencibia-Sosa, V. &

Hernández, R. (2005). La investigación educativa desde un enfoque dialéctico. La

Habana, Cuba: Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño.

87. Ferrer, M. T. et al. (2008). Modelo de evaluación de impacto social y pedagógico de la

formación emergente en los maestros primarios (Informe de Investigación). La Habana,

Cuba: Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.

88. ______________ (2011). Evaluar el impacto pedagógico profesional en los jóvenes

maestros: un reto para la pedagogía cubana. La Habana, Cuba: Instituto Pedagógico

Latinoamericano y Caribeño.

89. Fiallo, J. (2001). Algunos criterios para evaluar la eficacia y calidad de las investigaciones.

Desafío Escolar 2(5), 50-57.

90. Figueras, E. R. (2009). Consideraciones sobre la ética profesional del científico. Revista

Varela 1(24), 1-7. (Recuperado de http://www.revistavarela.rimed.cu/index.php/

numeros-de-la-revista/50-revista-24-actividad-cientifica-y-resultados)

91. Figuerola, M. C. & Corral, R. (2013). Formación investigativa en centros científicos.

Apuntes desde el análisis histórico de su actividad en psicología. Revista Cubana de

Educación Superior 2003 (3), 91-101.

92. Fuentes, H. C. (2008). La formación de profesionales en la contemporaneidad.

Concepción científica holística configuracional en la Educación Superior. Santiago de

Cuba, Cuba: Universidad de Oriente. (Versión digital)

93. ___________ (2009). La concepción científica Holística Configuracional. Una

alternativa en la construcción del conocimiento científico. Su aplicación en la

formación de los profesionales de la Educación Superior en la contemporaneidad

(Tesis de Doctor en Ciencias). La Habana, Cuba: Universidad de Ciencias Pedagógicas

Enrique José Varona.

247

94. Galdós, S. A. (2009). Metodología de Evaluación Institucional para las Escuelas

Especiales de Trastorno de la Conducta (Tesis Doctoral). La Habana. Cuba: Instituto

Central de Ciencias Pedagógicas.

95. Gallardo, O. (2003). Modelo de formación de competencias investigativas para

investigadores profesionales (Tesis Doctoral). Holguín, Cuba: Universidad de Ciencias

Pedagógicas José de la Luz y Caballero.

96. García Batista, G. (2009a). La formación investigativa en las carreras pedagógicas. En

García Batista, G. (Comp.), El trabajo de diploma. Presentación oral y escrita (pp. 19-

46). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

97. _________________ (2009b). ¿Qué errores se cometen frecuentemente en el trabajo de

diploma? En García Batista, G. (Comp.), El trabajo de diploma. Presentación oral y

escrita (pp. 107-113). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

98. _________________ (2009c). Glosario de términos. En García Batista, G. (Comp.), El

trabajo de diploma. Presentación oral y escrita (pp. 133-165). La Habana, Cuba:

Pueblo y Educación.

99. _________________ (2010). La formación investigativa del educador. Aportes e

impactos (Compilación de resultados investigativos para optar por el grado científico

de Doctor en Ciencias). La Habana, Cuba: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

100. García Batista, G. & Addine, F. (2005). La práctica pedagógica y la profesionalidad del

docente. La Habana, Cuba: Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño.

101. García Batista, G., Lanuez, M., Martínez-Llantada, M., Hernández Ciriano, I. & Addine, F.

(2010). Bases de la investigación educativa y sistematización de la práctica pedagógica.

En García-Batista, G. (Comp.), Fundamentos de la investigación educativa. Maestría en

Ciencias de la Educación. Materiales básicos y guía de estudio (pp. 115-202). La

Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

102. García Cepero, M. C. (2008). Panorama de las publicaciones seriadas y producción

académica en el área de la Educación Iberoamericana. Revista Internacional de

Investigación en Educación Magis, 1(1), 13-30. (Recuperado de http://www.

javeriana.edu.co/magis)

103. García Céspedes, M., Montejo, M. N. & Carvajal, B. M. (2014). Estudio bibliométrico del

contenido de ciencias pedagógicas en el corpus de la revista Transformación. Revista

Transformación, 10(2), 75-85. (Recuperado de http://www.ucp.cm.rimed.cu

/uzine/transformacion)

248

104. García Gutiérrez, A. D. (2005). Metodología para contribuir al perfeccionamiento del

ambiente pedagógico en la secundaria básica (Tesis Doctoral). Santa Clara. Cuba:

Universidad de Ciencias Pedagógicas Félix Varela Morales.

105. García Ramis, L. (2001). Consideraciones acerca de la calidad y efectividad de las

investigaciones pedagógicas. Desafío Escolar 2(5), 45-49.

106. _____________ (2005). Aspectos metodológicos de las relaciones entre el objeto y el

problema de la investigación. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.),

Metodología de la investigación educacional. Desafíos y polémicas actuales (pp. 86-

93). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

107. Girado, V. C. et al. (2007). Primer impacto de la maestría en ciencias de la educación en

Ciego de Ávila. Revista Electrónica Educación y Sociedad. (Recuperado de

http://www.revistaedusoc.rimed.cu)

108. Gómez, L. I. & Alonso, S. H. (2007). El entrenamiento metodológico conjunto. Un método

revolucionario de dirección científica educacional. La Habana, Cuba: Pueblo y

Educación.

109. González Ochoa, E., Armas, L. Cantelar, B. & Cantelar, N. (2006). Bases para abordar la

valoración del impacto social de un programa cubano de maestría en epidemiología.

Revista Cubana de Higiene y Epidemiología, 44(1). (Recuperado de http://scielo.sld.cu/

scielo.php? script=sci_arttext&pid=S1561-30032002000100004&lng=es)

110. González Urra, A. O. (2000). Estudio de las vivencias afectivas en escolares de 7 a 11

años que presentan Retardo en el Desarrollo Psíquico (Tesis doctoral). La Habana,

Cuba: Universidad de La Habana.

111. Google Académico (2012a). Acerca de Google Académico. (Recuperado de http://scholar.

google.es/intl/es/scholar/about.html)

112. _______________ (2012b). Sugerencias de la búsqueda avanzada de Google Académico.

(Recuperado de http://scholar.google.es/intl/es/scholar/refinesearch.html)

113. _______________ (2012c). Citas de Google Académico. (Recuperado de http://scholar.

google.es/intl/es/scholar/citations.html)

114. _______________ (2012d). Publicaciones principales. Estadísticas de Google Académico.

(Recuperado de http://scholar.google.com/citations?view_op=top_veneues&hl=es)

115. Gorski, D. P. et al. (1970). Lógica. Ciudad de México, México: Grijalbo.

116. Guadarrama, P. (2012). Dirección y asesoría de la investigación científica. La Habana,

Cuba: Ciencias Sociales.

249

117. Guerra, K., De Zayas, M. R. & González, M. V. (2013). Análisis bibliométrico de las

publicaciones relacionadas con proyectos de innovación y su gestión en Scopus, en el

período 2001-2011. Acimed (Recuperado de http://www.rcics.sld.cu/index.php /acimed/

rt/printerFdriendly/124/322)

118. Guzmán, M. & Guzmán, N. (2001). Metodología evaluación de impacto. Santiago de

Chile, Chile: Ministerio de Hacienda. División de Control de Gestión.

119. Hernández Asensio, R. (2014). ¿Quién escribe más y sobre qué? Cambios recientes en la

geopolítica de la producción científica en América Latina y el Caribe. Lima, Perú: IEP

(Recuperado de http://www.iep.org.pe/bibliotecavirtual.html)

120. Hernández Fernández, H. (2005). Una mirada didáctica a la centralidad de la investigación

en las maestrías del área de ciencias pedagógicas. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza,

G. (Comp.), Metodología de la investigación educacional. Desafíos y polémicas

actuales (pp. 220-225). La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación.

121. Hernández Fernández, H. & García Batista, G. (2005). Ideas y reflexiones para el

desarrollo y la evaluación de habilidades investigativas. En Martínez-Llantada, M. &

Bernaza, G. (Comp.), Metodología de la investigación educacional. Desafíos y

polémicas actuales (pp. 220-225). La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación.

122. Hernández Ortíz, M. G. (2001). Proyecto educativo con enfoque integrador para el

vínculo escuela-familia-comunidad (Tesis doctoral). Camagüey, Cuba: Universidad de

Camagüey.

123. Hernández Nodarse, M. (2010). Estrategia para la transformación de las concepciones y

prácticas evaluativas de los profesores de la Escuela Internacional de Educación Física

y Deporte (Tesis doctoral). La Habana, Cuba: Escuela Internacional de Educación

Física y Deporte.

124. Hernández Sampieri, R., Fernández Collado, C. & Baptista, M. P. (2010). Metodología de

la investigación (Quinta edición). México D. F., México: McGraw-Hill.

125. Hernández, H. & Castellanos, A. V. (2006). Estrategia para la proyección del impacto.

Revista Cubana de Educación Superior 25(1), 81-90.

126. Herrero, V., Arboledas, L. & Legerén, E. (2014). Universidades y Google News:

visibilidad internacional a través de medios de comunicación online. Revista Española

de Documentación Científica, 37(3). doi: 10.3989/redc.2014.3.1130

127. Hurtado, F. J. (2005). La habilidad de procesar datos cuantitativos en la enseñanza de la

Matemática de la secundaria básica (Tesis doctoral). La Habana, Cuba: Instituto

Central de Ciencias Pedagógicas.

250

128. Instituto Central de Ciencias Pedagógicas [ICCP] (2012). Pedagogía (3ra. edición). La

Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

129. Instituto de Información Científica y Tecnológica [IDICT] (2014). Cartera de productos y

Servicios. La Habana, Cuba: Instituto de Información Científica y Tecnológica

(Recuperado de http://www.idict.cu)

130. Instituto Superior de Ciencia y Tecnología (2010). El marxismo y la ciencia. Papel de los

trabajadores de la ciencia en la batalla de ideas. En García-Batista, G. (Comp.),

Fundamentos de la investigación educativa. Materiales básicos y guía de estudios.

Maestría en Ciencias de la Educación (pp. 31-36). La Habana, Cuba: Pueblo y

Educación.

131. Jara, O. (2003a). ¿Qué es sistematizar? En Asociación de Pedagogos de Cuba [APC] (Ed.)

Sistematización (pp.5-9). La Habana, Cuba.

132. _______ (2003b). ¿Cómo sistematizar? En Asociación de Pedagogos de Cuba [APC]

(Ed.) Sistematización (pp.18-39). La Habana, Cuba.

133. Jaramillo, H., Lugones, G. & Salazar, M. (2001). Normalización de Indicadores de

Innovación Tecnológica en América Latina y el Caribe. Manual de Bogotá. RICYT-

OEA. (Recuperado de la página en Internet de la Red Iberoamericana de Ciencia y

Tecnología en: http://www.ricyt.org)

134. Keeling, M., Pérez Lemus, L., Rojas, C. & Chávez, J. (2012). La actividad científica

educacional de docentes e investigadores desde el centro de documentación e

información pedagógica de la UCP Enrique J. Varona. La Habana, Cuba: Universidad

de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona. (Versión digital)

135. Lage, A. (2013). La economía del conocimiento y el socialismo. La Habana, Cuba:

Academia.

136. Landreani, N. F. (1990). Métodos cuantitativos versus métodos cualitativos: Un falso

dilema. Ciencia, Docencia y Tecnología 1(1). (Recuperado de http://www.

revistacdyt.uner.edu.ar/articulos/descargas/cdt25_landreani.pdf)

137. Lau, F. (2008). Modelo de evaluación del desarrollo curricular de la formación emergente

de maestros primarios (Tesis Doctoral). La Habana, Cuba. Universidad de Ciencias

Pedagógicas Enrique José Varona.

138. Lenin, V. I. (1972a). Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. En Dirección

Política de las FAR (Ed.), Selección de textos. Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir

I. Lenin (Tomo I) (pp. 69-75). La Habana, Cuba: Ciencias Sociales.

251

139. __________ (1972b). Materialismo y Empiriocriticismo. En Dirección Política de las FAR

(Ed.), Selección de textos. Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir I. Lenin (Tomo I)

(pp. 129-192 y pp. 305-3463). La Habana, Cuba: Ciencias Sociales.

140. __________ (1981). Obras Completas (Tomo XXXVIII). Moscú, Rusia: Progreso.

141. Leyva, M. (2012). Modelo para el diagnóstico psico-pedagógico integral de escolares con

indicadores de retraso mental en el centro de diagnóstico y orientación (CDO) (Tesis

de doctorado). La Habana, Cuba: Centro de Referencia Latinoamericano para la

Educación Especial.

142. Libera, B. E. (2007). Impacto, impacto social y evaluación del impacto. Acimed 15(3).

(Recuperado de http://bvs.sld.cu/revistas/aci/vol15_3_07/aci05307.htm)

143. Lima, L. (2001). Variante metodológica para el desarrollo de la independencia

cognoscitiva en las clases de Educación Laboral (Tesis doctoral). La Habana, Cuba:

Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

144. Linares, M. P. & Santovenia, J. R. (2012). Buenas prácticas. Comunicar e informar. La

Habana, Cuba: Academia.

145. López Sierra, H. E. (2007). El debate entre modernidad/postmodernidad y su impacto en

las teorías y ciencias sociales contemporáneas. En Torres Rivera, L. M. (Ed.), Ciencias

Sociales. Sociedad y cultura contemporánea (3ra. edición) (pp. 386-513). Ciudad de

México, México: Thomson.

146. Lorences, J., Guelmes, E. L. & Salmerón, E. (2009a). Materialización sistemática de los

principios, leyes y categorías del materialismo-dialéctico en el proceso de investigación

educativa. Revista Varela 1(24) (Recuperado de http://www.revistavarela.rimed.cu

/index.php/numeros-de-la-revista/50-revista-24-actividad-cientifica-y-resultados)

147. ___________________________________ (2009b). La concepción dialéctico-

materialista de los métodos en la investigación pedagógica. Revista Varela 1(24).

(Recuperado de http://www.revistavarela.rimed.cu/index.php/numeros-de-la-revista/50-

revista-24-actividad-cientifica-y-resultados)

148. Lorenzo, R. (2008). La Evaluación Institucional de las Escuelas Secundarias Básicas

(Tesis Doctoral). Holguín, Cuba: Universidad en Ciencias Pedagógicas José de la Luz y

Caballero.

149. Lozano, J., Saavedra, R. M. & Fernández Franch, N. (2011). La evaluación del impacto de

los resultados científicos. Metodologías y niveles de análisis. Humanidades Médicas

11(1), 99-117. (Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S1727-

81202011000100007&script=sci_arttext 9)

252

150. Machado, E. F. (2008a). Transformación-acción e investigación educativa (Tomo 1) (Libro

presentado en opción al grado científico de Doctor en Ciencias). Camagüey, Cuba:

Universidad de Camagüey.

151. ___________ (2008b). Textos y contextos de la investigación educativa. Pedagogía

Universitaria 13 (1), 83-104.

152. ___________ (2008c). El problema científico-educativo. Estudio liminar desde una

perspectiva marxista. Pedagogía Universitaria 13 (1), 115-149.

153. Machado, E. F. & Montes de Oca, N. (2008a). Acerca de los llamados paradigmas de la

investigación educativa: la posición positivista. Pedagogía Universitaria 13 (1), 1-18.

154. _____________________________ (2008b). Acerca de los llamados paradigmas de la

investigación educativa: la posición teórico-metodológica fenomenológica,

intuicionista, pragmática y existencialista. Pedagogía Universitaria 13 (1), 19-52.

155. _____________________________ (2008c). Acerca de los llamados paradigmas de la

investigación educativa: la posición teórico-metodológica marxista humanista.

Pedagogía Universitaria 13 (1), 53-82.

156. _____________________________ (2008d). Los niveles del método científico: una

polémica actual y necesaria de la investigación educativa. Pedagogía Universitaria 13

(1), 105-114.

157. _____________________________ (2008e). El potencial científico de la investigación

educativa: sus dimensiones esenciales. Pedagogía Universitaria 13 (1), 150-155.

158. Mainegra, D. & Miranda, J. (2012). Una propuesta para mejorar la comunicación de los

resultados de la investigación educativa en la UCP ´Rafael María de Mendive´ en

publicaciones de diverso formato. Mendive, 41. (Recuperado de

http://www.revistamendive .rimed.cu)

159. Marrero, F. R. (2009). Concepción teórico-metodológica de evaluación para los Institutos

Preuniversitarios en el Campo (Tesis Doctoral). Holguín, Cuba: Universidad de

Ciencias Pedagógicas José de la Luz y Caballero.

160. Martí, J. (1879, 21, junio). Echegaray. Fragmentos del discurso que Martí pronunció sobre

las obras de Echegaray en el Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa. En Obras

Completas de José Martí (2001) [CD-ROM]. La Habana, Cuba: Centro de Estudios

Martianos.

161. ______ (1880, enero). Lectura en la reunión de emigrados cubanos, en Steck Hall, Nueva

York. Folleto. En Obras Completas de José Martí (2001) [CD-ROM]. La Habana,

Cuba: Centro de Estudios Martianos.

253

162. ______ (1883, noviembre). Escuela de electricidad. La América. En Obras Completas de

José Martí (2001) [CD-ROM]. La Habana, Cuba: Centro de Estudios Martianos.

163. ______ (1886, 14, noviembre). Cartas de Martí. La Nación. En Obras Completas de José

Martí (2001) [CD-ROM]. La Habana, Cuba: Centro de Estudios Martianos.

164. ______ (1891, 25, noviembre). Un libro del norte sobre las instituciones españolas en los

estados que fueron de México. El Partido Liberal. En Obras Completas de José Martí

(2001) [CD-ROM]. La Habana, Cuba: Centro de Estudios Martianos.

165. ______ (1893, 28, enero). Ciegos y desleales. Patria. En Obras Completas de José Martí

(2001) [CD-ROM]. La Habana, Cuba: Centro de Estudios Martianos.

166. Martín, J. L. et al. (2014). Evaluación de impactos del proceso de perfeccionamiento de

los servicios de educación y la reorganización de su red de centros, con énfasis en

zonas montañosas y rurales de difícil acceso. La Habana, Cuba: Instituto Central de

Ciencias Pedagógicas.

167. Martínez Escoda, E. C., López, J. & Salustio, O. (2013). Procedimiento para la

autoevaluación del impacto social de los programas de formación doctoral en el

contexto y alcance de la UCP José Martí Pérez. Camagüey, Cuba: Universidad de

Ciencias Pedagógicas José Martí Pérez. (Versión digital)

168. Martínez Llantada, M. (2005a). Introducción. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G.

(Comp.), Metodología de la investigación educacional. Desafíos y polémicas actuales

(pp. i-vi). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

169. __________________ (2005b). Los métodos de investigación educacional: lo cuantitativo

y lo cualitativo. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.), Metodología de la

investigación educacional. Desafíos y polémicas actuales (pp. 109-143). La Habana,

Cuba: Pueblo y Educación.

170. Martínez Quijano, M. (2007). La competencia tutoral de los docentes de la educación

media en la formación de profesores generales integrales en el contexto de la

universalización pedagógica (Tesis de doctorado). La Habana, Cuba: Universidad de

Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.

171. Marx, C. (1972a). Tesis sobre Feuerbach. En Dirección Política de las FAR (Ed.),

Selección de textos. Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir I. Lenin (Tomo I) (pp.

101-104). La Habana, Cuba: Ciencias Sociales.

172. ________ (1972b). De las palabras finales a la segunda edición alemana del primer tomo

del Capital. En Dirección Política de las FAR (Ed.), Selección de textos. Carlos Marx,

Federico Engels, Vladimir I. Lenin (Tomo I) (pp. 235-240). La Habana, Cuba: Ciencias

Sociales.

254

173. ________ (1973) El Capital (Tomo I). La Habana, Cuba: Ciencias Sociales.

174. Marx, C. & Engels, F. (1972). Manifiesto del Partido Comunista. En Dirección Política de

las FAR (Ed.), Selección de textos. Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir I. Lenin

(Tomo I) (pp. 251-299). La Habana, Cuba: Ciencias Sociales.

175. Matos, E. C. & Cruz, L. (2012). El taller de socialización y valoración científica en las

Ciencias Pedagógicas. Transformación, 8(1), 10-19. (Recuperado de http://www.ucp.

cm.rimed.cu/uzine/transformacion)

176. Mendoza, L. L. (2001). Modelo para la dinámica de la motivación en el proceso docente-

educativo (Tesis de Maestría). Santiago de Cuba, Cuba: Universidad de Oriente.

177. Mesa, N. (1997). La preparación de los alumnos para la actividad científica (Tesis

Doctoral). Santa Clara, Cuba: Universidad en Ciencias Pedagógicas Félix Varela

Morales.

178. Microsoft Corporation © (2009). Diccionario de la Real Academia Española [DRAE]

[versión electrónica]. Redmond, EE. UU.

179. Milanés, Y., Solís, F. M. & Navarrete, J. (2010). Aproximaciones a la evaluación de

impacto social de la ciencia, la tecnología y la innovación. Acimed 21(2), 162-283.

(Recuperado de http://scielo.sld.cu)

180. Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente [CITMA] (2014). Indicaciones

Metodológicas para la actividad de Programas y Proyectos de Ciencia, Tecnología e

Innovación. La Habana, Cuba: Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

181. Ministerio de Educación Superior [MES] (2012). El ranking SCImago-Scopus por dentro.

La Habana, Cuba: Ministerio de Educación Superior. (Versión digital)

182. Moñux, D. et al. (2003). Evaluación del impacto social de proyectos I+D+I: guía práctica

para centros tecnológicos. España: CARTIF y Universidad de Valladolid.

183. Murillo, J. F. et al. (2007). Investigación Iberoamericana sobre Eficacia Escolar. Bogotá,

Colombia: Convenio Andrés Bello.

184. Nocedo, I. et al. (2009). Metodología de la investigación educacional. Segunda Parte. La

Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

185. Núñez Jover, J. (1991). Filosofía, ciencia y desarrollo social en América Latina (Tesis

Doctoral). La Habana, Cuba: Universidad de la Habana.

186. ____________ (2007). La ciencia y la tecnología como procesos sociales. Lo que la

educación científica no debiera olvidar. La Habana, Cuba: Editorial Félix Varela.

255

187. ____________ (2010). Conocimiento académico y sociedad. Ensayos sobre política

universitaria de investigación y postgrado. La Habana, Cuba: UH.

188. ____________ (2013). La ciencia universitaria en el contexto de los cambios en el modelo

económico y social: lecciones del pasado y miradas hacia adelante. Universidad Ð La

Habana 2013 (276), 98-123.

189. ____________ (Coord.) (2014). Universidad, conocimiento, innovación y desarrollo

local. La Habana, Cuba: Félix Varela.

190. Núñez Jover, J., Montalvo, L. F. & Figaredo, F. (Comp.) (2008). Pensar. Ciencia,

Tecnología y Sociedad. La Habana, Cuba: Félix Varela.

191. Núñez Jover, J. & Montalvo, L. F. (2013). Política de ciencia, tecnología e innovación en

Cuba: trayectoria y evaluación. Universidad Ð La Habana 2013 (276), 15-33.

192. Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Organización de las

Naciones Unidas para la Educación y la Cultura [OREALC/UNESCO] (2001). Primer

estudio internacional comparativo sobre lenguaje, matemática y factores asociados,

para alumnos del tercer y cuarto grado de la Educación Básica. Informe Técnico.

Santiago de Chile, Chile: Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de

la Educación.

193. _______________ (2008). Los aprendizajes de los estudiantes de América Latina y el

Caribe. Primer reporte de los resultados del Segundo Estudio Regional Comparativo y

Explicativo. Santiago de Chile, Chile: Salesianos Impresores, SA.

194. _______________ (2010). Reporte Técnico. Segundo Estudio Regional Comparativo y

Explicativo. Los aprendizajes de los estudiantes de América Latina y el Caribe.

Santiago de Chile: OREALC-UNESCO. (Versión digital)

195. _______________ (2013). Situación educativa de América Latina y el Caribe. Hacia una

educación de calidad para todos al 2015. Santiago de Chile: OREALC-UNESCO.

196. Olanda, B. et al. (2013). Elementos básicos de la investigación cualitativa. Hidalgo,

México: Universidad Pedagógica Nacional-Hidalgo. (Recuperado de http://upnmorelos.

edu.mx/2013/ documentos-descarga-2013/Antologia_LIE)

197. Olaya, D. & F. Peirano (2007). El camino recorrido por América Latina en el desarrollo de

indicadores para la medición de la sociedad de la información y la innovación

tecnológica. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad 3(9).

(Recuperado de http://www.revistacts.net/)

198. Ortiz, E. (2015). Problemas que afectan la calidad de las tesis doctorales en Ciencias

Pedagógicas. Pedagogía Universitaria 20(2), 23-38.

256

199. Ortiz, E.; González- Guitián, M. V. & Viamontes, Y. (2007). Impacto de las tesis

doctorales en ciencias pedagógicas en el territorio holguinero. Pedagogía Universitaria

12(5), 5-6.

200. ___________________________________________________ (2008). Impacto de las

tesis doctorales en ciencias sociales en el territorio holguinero. Congreso Internacional

Universidad 2008. Ministerio de Educación Superior. La Habana, Cuba.

201. Ortiz, E.; González- Guitián, M.; González, C. & Infante, I. (2009). Indicadores para

evaluar el impacto científico de las tesis doctorales en ciencias pedagógicas. Pedagogía

Universitaria 14(2), 86-87.

202. Ortiz, E., González Guitián, M. V., Infante, I. & Viamontes, Y. (2010). Evaluación del

impacto científico de las tesis doctorales en Ciencias Pedagógicas mediante indicadores

cienciométricos. Revista Española de Documentación Científica 2(33). (Recuperado de

http://redc.revistas.csic.es/index.php/redc/article/viewArticle/555 )

203. Ortiz, E.; González- Guitián, M. V.; Infante, I.; Reyes, N. & Viamontes, Y. (2013).

Sistema de indicadores para la evaluación sistemática del impacto de las tesis

doctorales en ciencias pedagógicas. Orientaciones metodológicas para su ejecución.

Informe final de Proyecto de investigación. La Habana, Cuba: Dirección de Formación

de Profesionales. Ministerio de Educación Superior.

204. Partido Comunista de Cuba [PCC] (1975). Resolución sobre Política Educacional. Tesis y

Resoluciones. Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba. La Habana, Cuba:

Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

205. ____________________________ (1986). Programa del Partido Comunista de Cuba. La

Habana, Cuba: Editora Política.

206. ____________________________ (2011). VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.

Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución. La Habana,

Cuba: Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

207. Pérez Abril, M. (2010). Explicitar las posturas, los enfoques y las palabras: elementos para

pensar la escritura de un artículo, desde la voz de los evaluadores expertos. Magis.

Revista Internacional de Investigación en Educación 3(5), 21-52. (Recuperado de

http://www.javeriana.edu.co/magis)

208. Pérez Jacinto, O., Crespo, T., Arnaez, I. & Hernández, R. (2011). Los diseños estadísticos

en las investigaciones educativas. La Habana, Cuba: Instituto Pedagógico

Latinoamericano y Caribeño.

209. Pérez Lemus, L. et al. (2009). Aproximación al etudio de los aportes del ISP ´Enrique José

Varona´ a la obra educacional de la Revolución Cubana. La Habana, Cuba: Academia.

257

210. Pérez López, C. (2004). Técnicas de análisis multivariante de datos. Aplicaciones con

SPSS. Madrid, España: Pearson Educación, S. A.

211. Pérez Machín, M.; González Lugo, Y. & Fernández Díaz, M. P. (2011). Análisis

bibliométrico sobre la visibilidad científica y el factor de impacto en ciencias de la

educación. Edumecentro, 3(3). (Recuperado de http://www.revedumecentro.sld

/cu/index.php/edumc)

212. Pérez Maya, C. et al. (2005). La interdisciplinariedad en el logro de las competencias de

investigación en el postgrado. Vivencia. En Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G.

(Comp.), Metodología de la investigación educacional. Desafíos y polémicas actuales

(pp. 209-219). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

213. Pérez Pérez, Y., Pérez Pérez, A. P., Pérez Guzmán, D. & González, J. C. (2013). La

reflexión epistémica como rasgo trascendente del pensamiento científico en el proceso de

construcción del conocimiento. Revista Cubana de Educación Superior 2003 (3), 39-46.

214. Pérez Rodríguez, G., García Batista, G., Nocedo, I. & García-Inza, M. L. (2009).

Metodología de la investigación educacional. Primera Parte (Tercera re-impresión).

La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

215. Pérez Travieso, Y. (2008). Modelo de evaluación de impacto social del proceso de

habilitación pedagógica intensiva en el mejoramiento profesional y humano de los

maestros primarios (Tesis Doctoral). La Habana, Cuba: Universidad de Ciencias

Pedagógicas Enrique José Varona.

216. Pino, R. E. (2009). Fundamento martiano de la investigación educativa con enfoque

dialéctico-materialista en Cuba. Revista Varela, 1(24). (Recuperado de

http://www.revistavarela.rimed.cu/index.php/numeros-de-la-revista/50-revista-24-

actividad-cientifica-y-resultados)

217. Pita, S. & Pértegas, S. (2002). Investigación cuantitativa y cualitativa. Cad Aten Primaria

9, 76-78. (Recuperado de http://www.fisterra.com/mbe/investiga/

cuanti_cuali/cuanti_cuali.asp)

218. Pontifica Universidad Javeriana (2013). Normas APA (6ta. Edición). Cali, Colombia.

(Recuperado de http://portales.puj.edu.co/ftpcentroescritura/Recursos/

Normasapa.pdf).

219. Pupo, R. (1990). La actividad como categoría filosófica. La Habana, Cuba: Ciencias

Sociales.

220. _______ (2006). El hombre, la Actividad humana, la Cultura y sus mediaciones

fundamentales. (Presentación de resultados en opción al grado científico de Doctor en

258

Ciencias) La Habana, Cuba: Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de la

Habana.

221. Quevedo, V., Chía, J. & Rodríguez-Batista, A. (2001). Midiendo el impacto. Revista de

Ciencia, Innovación y Desarrollo, 7(1) ,13-18.

222. Reigosa, V. et al. (2011). Basic Numerical Capacities and Prevalence of Developmental

Dyscalculia: The Havana Survey. Developmental Psychology 48(1), 123-135 (doi:

10.1037/a0025356).

223. Rivera, A. (2007). Las ciencias sociales en el mundo contemporáneo. En Torres Rivera, L.

M. (Edit.), Ciencias Sociales. Sociedad y cultura contemporánea (3ra. edición) (pp. 2-

53). Ciudad de México, México: Editora Thomson.

224. Rizo, C. & Campistrous, L. (2001) Sobre las hipótesis y las preguntas científicas en los

trabajos de investigación. Desafío Escolar 2(5), 3-7.

225. Rodríguez Batista, A. (2005). Impacto social de la ciencia y la tecnología en Cuba: una

experiencia de medición a nivel macro. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y

Sociedad 2(4), 147-171. (Recuperado de http://www.revistacts. net)

226. Rodríguez, E. (2013). La revisión editorial por pares: rechazo del manuscrito, deficiencias

del proceso de revisión, sistemas para su gestión y uso como indicador científico. Acimed

24(3). (Recuperado de http://www.rcics.sld.cu/index.php/acimed/rt/

printerFriendly/420/319)

227. Rodríguez García, P. L. (2013). El camino hacia la visibilidad de las ciencias médicas

cubanas. Carta al Editor. (Recuperado de http://www.rcics.sld.cu/index.php/

acimed/rt/printerFriendly/499/324)

228. Rodríguez Gómez, G., Gil, J. & García Jiménez, E. (2006). Metodología de la

investigación cualitativa. La Habana, Cuba: Editorial Félix Varela.

229. Rodríguez Sánchez, Y., Rubio, Y. & Solórzano, E. (2007). Las ciencias sociales en Cuba:

una mirada desde la perspectiva métrica. Acimed 16(6).( Recuperado de http://bvs.sld.cu

/revistas/aci/vol16_6_07/aci081207.htm)

230. Rodríguez Ortega, A. G., Castellanos Noda, A. V., Estévez, M., & Arroyo Mendoza, M.

(2005). Acerca del proyecto de la investigación y la elaboración del informe final. En

Martínez-Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.) Metodología de la investigación

educacional. Desafíos y polémicas actuales (pp. 170-199). La Habana, Cuba: Pueblo y

Educación.

259

231. Roméu, A. (2010). El enfoque cognitivo, comunicativo y sociocultural de la enseñanza de

la lengua: periodización y aportes (Tesis de Doctor en Ciencias). La Habana, Cuba:

Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.

232. Rosell, Y. (2011). Estudio de los Sistemas Gestores de contenido: Una mirada a la

productividad en el campo de la Web de la Ciencia. Revista Ciencias de la Educación,

42( 2), 25-34. (Recuperado de http://www.cinfo.idict.cu/index.php/article/download/

306/301)

233. Rubinstein, S. L. (1979a). El desarrollo de la Psicología. Principios y métodos. La

Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

234. ______________ (1979b). El ser y la conciencia. La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

235. Rubio, T. M. (2000). Análisis de algunos indicadores bibliométricos aplicados a la revista

Varona. (Recuperado de http://www.bibliociencias.cu/gsdl/collect/eventos/

index/assoc/HASHO147.dir/doc.pdf)

236. Ruiz Aguilera, A. (2005). Fundamentos de la investigación educativa. En M. Martínez-

Llantada & G. Bernaza (Comp.), Metodología de la investigación educacional. Desafíos

y polémicas actuales (pp. 15-40). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

237. _____________ (s/f) Investigación Educativa. La Habana, Cuba: Instituto Central de

Ciencias Pedagógicas. (Versión digital)

238. Ruiz Bolívar, C. (2008). El enfoque multimétodo en la investigación social y educativa: una

mirada desde el paradigma de la complejidad. Teré. Revista de filosofía y socio-política

de la educación 8, 13-28. (Recuperado de http://www.unesr.edu.ve)

239. Sabino, C. (2007). El proceso de investigación. Una introducción teórico-práctica. Caracas,

República Bolivariana de Venezuela: Panapo.

240. Sánchez, D. (2012). La elaboración de tesis doctoral en las universidades de habla hispana:

dificultades y planteamientos de mejora. Revista Iberoamericana de Educación, 60(3).

(Recuperado de http://www.rieoei.org/deloslectores/5089Schez.pdf)

241. Sandoval, C. A. (1996). Investigación cualitativa. Bogotá, Colombia: Instituto

Colombiano para el Fomento de la Educación Superior.

242. San Martín, D. (2014). Teoría fundamentada y Atlas.ti: recursos metodológicos para la

investigación educativa. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 16(1).

(Recuperado de http://ridie.uabc.mx/vol16no1/contenido-sanmartin.html)

243. Sanz, E., García, C., Serrano, A. E., Efraín, P. & De Filipo, D. (2013). Rankings nacionales

elaborados a partir de múltiples indicadores frente a indicadores sintéticos. Revista

Española de Documentación Científica, 36 (3). doi: 10.3989/redc.2013.3.1.023

260

244. Sañudo, L. (2010). Espacio Iberoamericano del conocimiento. La producción y uso del

conocimiento educativo. Jalisco, México: CEB/ISIDM/Secretaría de Educación de

Jalisco. (Recuperado de http://www.adeepra.org.ar/congresos/Congreso%20

IBEROAMERICANO/EIC/ R0896_Sanudo.pdf)

245. SCImago Journal & Country Rank [SJR] (2012a). Country Search. (Recuperado de la

página en Internet de SCImago en http://www. scimagojr.com)

246. _______________________________ (2012b). Journal Ranking. (Recuperado de la página

en Internet de SCImago en http://www. scimagojr.com)

247. SCImago Institutions Rankings [SIR] (2012). Ranking Iberoamericano. (Recuperado de la

página en Internet de SCImago en http://www.investigacion.universa.net/

siriberoamericano/index.jsp)

248. ______________________________ (2015). Ranking Iberoamericano. (Recuperado de

la página en Internet de SCImago en http://www.Scimagoir.com/pdf/iber_new/

SIR%20Iber%20205%20HE.pdf)

249. SCImago Research Group [Ri3] (2012). Ranking Iberoamericano de Instituciones e

Investigación. (Recuperado de http://www.investigacion.universa.net/isi/isi.jsp)

250. Sierra, R. A. (2003). Modelación y estrategia: algunas consideraciones desde la perspectiva

pedagógica. En García Batista, G. (Comp.), Compendio de Pedagogía (pp. 311-328). La

Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

251. Silva Ayçaguer, L. C. (2013). Hacia un avance cualitativo en las revistas médicas cubanas.

Editorial. Acimed 24(3). (Recuperado de http://www.rcics.sld.cu/index.php/acimed)

252. Silva Rodríguez, M. (2005). Pedagogía, tablas de contingencia y validación de hipótesis

científico-pedagógicas. En Martínez Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.), Metodología

de la investigación educacional. Desafíos y polémicas actuales (pp. 144-169). La

Habana: Pueblo y Educación.

253. Slafer, G. A. (2009). ¿Cómo escribir un artículo científico? Revista de Investigación en

Educación 6, 124-132. (Recuperado de http://webs.uvigo.es/reined)

254. Solórzano, R. (2005). Modelo para evaluar el impacto social de la alfabetización (Tesis

Doctoral). La Habana, Cuba: Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José

Varona.

255. Spiegel, M. R. (1971). Teoría y problemas de Estadística. La Habana, Cuba: Ciencia y

Técnica.

256. Spinak, E. (1998). Indicadores cienciométricos. Artigos 27(2), 141-148.

261

257. Tapia, B. (2007). Ciencias sociales y otras formas de conocimiento. En Torres Rivera, L.

M. (Edit.), Ciencias Sociales. Sociedad y cultura contemporánea (3ra. edición) (pp. 54-

146). Ciudad de México, México: Editora Thomson.

258. Tejada, R. (2011). La evaluación del impacto formativo en contextos educativos

universitarios. Didasc@lia 2(4). (Recuperado de http://revistas.ojs.es/

index.php/didascalia/article/view/403)

259. Torres Fernández, P. A. (1997). ¿Cómo redactar una Tesis? Recomendaciones generales.

Potosí, Bolivia: Asesores Bioestadísticos.

260. ________________ (2003). ¡Tutor!... ¿Qué hago para redactar? Desafío Escolar 1(1), 61-69.

261. ________________ (2004). ¡Tutor!... ¿Por qué tantos problemas en mi borrador? Revista

Digital de la Asociación de Pedagogos de Cuba, 3 (Recuperado de http://www.apc.

rimed.cu/revistas/revistas.htm)

262. _______________ (2008). ¿Qué estamos haciendo en Cuba en Evaluación Educativa?

Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa 1(1), 110-123. (Recuperado de

http://www.rinace.net/riee/numeros/vol1-num1/art8.pdf)

263. ________________ (2009). ¡Tutor!... ¿Puedo finalmente escribir? En G. García Batista,

(Comp.), El trabajo de diploma. Presentación oral y escrita (pp.57-70). La Habana,

Cuba: Editorial Pueblo y Educación.

264. ________________ (2010a). La Investigación Cuantitativa. Boletín Mensual El

Investigador Educativo, 1(6). (Recuperado de http://www.cubaeduca.cu /index.php?

option=com_content&view=article&id=1632:esenciales-en-la-educacion&catid=2:

uncategorised)

265. ________________ (2010b). La Investigación Cualitativa. Boletín Mensual El

Investigador Educativo, 1(7). (Recuperado de http://www.cubaeduca.cu

/index.php?option= comcontent&view =article&id=1632:esenciales-en-la-

educacion&catid=2:uncategorised)

266. ________________ (2010c). Modelos de Ecuaciones Estructurales (Primera Parte).

Boletín Mensual El Investigador Educativo, 1(10). (Recuperado de http://www.

cubaeduca.cu/index.php?option=comcontent&view= article&id=1632:esenciales-en-la-

educacion&catid=2:uncategorised)

267. ________________ (2010d). Modelos Jerárquicos Lineales (Primera Parte). Boletín

Mensual El Investigador Educativo 1(9). (Recuperado de http://www.cubaeduca.cu

/index.php?option=com_content&view=article&id= 1632:esenciales-en-la-

educacion&catid=2:uncategorised)

262

268. _________________ (2012a). El tratamiento de la confirmación práctica en las

investigaciones pedagógicas nacionales actuales. ¿Cómo andan las cosas? Ciencias

Pedagógicas. 2012(2). (Recuperado de http://www.cienciaspedagogicas. rimed.cu)

269. ________________ (2012b). El instrumentalismo en la investigación educativa: error de

paralaje de la actividad científico-pedagógica. Ciencias Pedagógicas 2012(3).

(Recuperado de http://www.cienciaspedagogicas.rimed.cu)

270. ________________ (2012c). ¿No a los experimentos pedagógicos? ¿Entonces, qué?

Mendive 2012(41), 29-39. (Recuperado de http://www.revistamendive.rimed.cu)

271. ________________ (2012d). La visibilidad internacional de los resultados de la

investigación educativa: ¿Cómo estamos los cubanos? Transformación 2012(8), 114-

128. (Recuperado de http://www.ucp.cm.rimed.cu/uzine/transformacion)

272. ________________ (2012e). La Evaluación Educativa: ¿ciencia de la educación? Pistas

para la valoración epistemológica de disciplinas emergentes. La Habana, Cuba: Instituto

Central de Ciencias Pedagógicas. (Inédito)

273. ________________ (2013a). Comunidades cubanas de investigación educativa:

¿intercambio o desconocimiento? Un estudio de casos. Transformación 9 (1), 1-13.

(Recuperado de http://www.ucp.cm.rimed.cu/uzine/transformacion)

274. ________________ (2013b). La formación del investigador novel. Dilemas actuales en las

ciencias pedagógicas. La Habana, Cuba: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

(Inédito)

275. ________________ (2013c). Logros y retos de la investigación educativa cubana actual. En

Araiza, M. J. (Presidenta) 1er. Congreso Internacional de Investigación Educativa.

Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México.

276. ________________ (2013d). ¿Es el acto educativo un objeto de estudio fácil de investigar?

Boletín Mensual El Investigador Educativo 1(1) (Nueva época). (Recuperado de

http://www.cubaeduca.cu/index.php?option=com_content&view=article&id=1632)

277. ________________ (2013e). La investigación educativa. Definición y fundamentos.

Boletín Mensual El Investigador Educativo, 1(2) (Nueva época). (Recuperado de

http://www.cubaeduca.cu/index.php?option=com_content&view=article&id=1632)

278. ________________ (2013f). El impacto de la investigación educativa cubana actual. Un

estudio de casos desde la bibliometría. Mendive 12(45). (Recuperado de

http://www.revistamendive.rimed.cu)

279. ________________ (2013g). El arte de enseñar científicamente. Consejos útiles para

docentes noveles. La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

263

280. ________________ (2014a). Retos de la investigación educativa cubana actual (Primera

parte). Boletín Mensual El Investigador Educativo, 2(1) (Nueva época). (Recuperado de

http://www.cubaeduca.cu/index.php?option=com_content&view=article&id=1632)

281. ________________ (2014b). Retos de la investigación educativa cubana actual (Segunda

parte-Final). Boletín Mensual El Investigador Educativo, 2(2) (Nueva época).

(Recuperado de http://www.cubaeduca.cu/index.php?option=com_content&view=

article&id=1632)

282. ________________ (2014c). Evaluación de la Educación Superior en la diversidad, retos y

desafíos. En Sánchez, O. (Presidente). 4to. Coloquio Internacional de Educación y

Sociedad. Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, México.

283. ________________ (2015a). Tendencias y restos de la investigación educativa cubana

actual. En Velázquez, E. E. (Presidenta). Pedagogía 2015. Encuentro Internacional por

la unidad de los educadores. Ministerio de Educación, La Habana, Cuba.

284. ________________ (2015b). Tendencias y retos de la investigación cubana actual. En Pla,

R. M. (Presidente). XI Simposio Pedagogía. Universidad Máximo Gómez Báez. Ciego

de Ávila, Cuba.

285. ________________ (2016a). Tendencias y retos de la investigación cubana actual. En

Alarcón, R. (Presidente). Congreso Internacional Universidad 2016. Ministerio de

Educación Superior. La Habana, Cuba.

286. ________________ (2016b). Acerca de los enfoques cuantitativos y cualitativo en la

investigación educativa cubana actual. Atenas 2(34), 1-15.

287. Torres-Fernández, P. A. & Galdós, S. A. (2007). Metodología de Evaluación Institucional.

La Habana, Cuba: Editorial Academia.

288. Torres Fernández, P. A., León, T., Puig, S. & Viera, L. (2012). Aportaciones del sistema

cubano de evaluación de la calidad de la educación. La Habana, Cuba: Instituto

Central de Ciencias Pedagógicas.

289. Torres-Fernández, P. A. & Lorenzo, R. (2015). ¿Cuán visible es la producción científica

de la educación cubana actual? Didasc@lia 6(4), 213-222.

290. Torres Fernández, P. A. et al. (1999). Estrategia pedagógica para el mejoramiento del

aprendizaje de la Matemática en los preuniversitarios habaneros. La Habana, Cuba:

Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.

291. _______________________ (2007a). Informe del XII Operativo Nacional de

Evaluación de la Calidad de la Educación Primaria. La Habana, Cuba: Instituto

Central de Ciencias Pedagógicas.

264

292. _______________________ (2007b). Estudio del impacto de factores asociados al

aprendizaje en centros de referencia provinciales. La Habana, Cuba: Instituto

Central de Ciencias Pedagógicas.

293. _______________________ (2008). Sistema cubano de Evaluación de la Calidad de la

Educación. La Habana, Cuba: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

294. _______________________ (2010). Evaluación de la efectividad de la Maestría en

Ciencias de la Educación de Amplio Acceso. La Habana, Cuba: Instituto Central de

Ciencias Pedagógicas.

295. _______________________ (2013). Estudio diagnóstico del currículo en la Educación

Técnica y Profesional. La Habana, Cuba: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

296. _______________________ (2014). Estudio diagnóstico del currículo actuante.

Modalidad empírica. La Habana, Cuba: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

297. Torres Rivera, L. M. (2007). Viviendo en sociedad. En Torres Rivera, L. M. (Edit.),

Ciencias Sociales. Sociedad y cultura contemporánea (3ra. edición) (pp. 224-315).

Ciudad de México, México: Editora Thomson.

298. Torricella, R. G., Van Hooydonk, G. & Araujo, J. A. (2000). Estudio bibliométrico sobre

la presencia de los autores cubanos en el ´Web of Science´. DataGramaZero. Revista

de Ciência da Informaçâo, 1(4). (Recuperado de http://www.brcpci.ufpr.br/

documents.php?ddo=0000001218&dd1=5465a)

299. Tristán, A. et al. (2008). Análisis Multinivel de la Calidad Educativa en México ante los

datos de PISA 2006. Ciudad de México, México: Instituto Nacional para la Evaluación

de la Educación.

300. UNESCO (2005). Educación para todos. El imperativo de la calidad. Resumen.

(Recuperado de la página en Internet de la Organización de las Naciones Unidas para la

Educación y la Cultura en http://www.efareport.unesco.org)

301. ________ (2011). Panorama regional: América Latina y el Caribe. Paris: UNESCO

(Recuperado de la página en Internet de la Organización de las Naciones Unidas para la

Educación y la Cultura en http://www.efareport.unesco. org)

302. Vaccarezza, L. S. (1998). Ciencia, Tecnología y Sociedad: el estado de la cuestión en

América Latina. Revista Iberoamericana de Educación 18, 13-40. (Recuperado de la

página en Internet de la OEI en http://www.oei.es)

303. Valle, A. D. (2012a). El concepto de resultado de investigación pedagógica. Mendive

11(41). (Recuperado de http://www.revistamendive.rimed.cu)

265

304. _________ (2012b). La investigación pedagógica. Otra mirada. La Habana, Cuba: Pueblo

y Educación.

305. Valledor, R. F. et al. (2009). Una concepción de la investigación educacional. En García,

G. Batista (Comp.), El trabajo de diploma. Presentación oral y escrita (pp. 94-106). La

Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

306. Varela, O. (2005). La información científica en la investigación educativa. En Martínez-

Llantada, M. & Bernaza, G. (Comp.), Metodología de la investigación educacional.

Desafíos y polémicas actuales (pp. 68-85). La Habana, Cuba: Pueblo y Educación.

307. ________ (2013). Problemas científicos actuales de la educación. Mirada epistemológica

desde la pedagogía y la psicología y su impacto en el diseño de modelos educativos

universitarios (Compendio de resultados de investigación en opción al grado científico

de Doctor en Ciencias). La Habana, Cuba: Universidad de Ciencias Pedagógicas

Enrique José Varona.

308. Vasilachis, I. & Pérez-Abril, M. (2012). Investigación, epistemología e identidad en

Latinoamérica. Entrevista a Irene Vasilachis de Gialdino. Magis, Revista Internacional

de Investigación en Educación 4 (9), 513-523. (Recuperado de http://www.javeriana.

edu.co/magis)

309. Vázquez, D. (2014). Concepción didáctica para la dirección de la actividad científico-

investigativa en la formación inicial profesional del psicopedagogo (Tesis doctoral). La

Habana, Cuba: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

310. Velasco, B., Eiros, J. M., Pinilla, J. M. & San Román, J. A. (2012). La utilización de los

indicadores bibliométricos para evaluar la actividad investigadora. Aula Abierta, 40(2),

75-84. (Recuperado de http://www.dialnet.unirioja.es/serbvelt/articulo?codigo=3920967)

311. Villaveces, J. L. et al. (2005). ¿Cómo medir el impacto de las políticas de ciencia y

tecnología? Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad 2(4), 125-146.

(Recuperado de http://www.revistacts.net/)

266

ANEXOS

Anexo 1. Operacionalización de la variable principal

Figura 46: Operacionalización de la variable “Comportamiento de la investigación educativa”.

267

Anexo 2. Composición de la población seleccionada de informes de investigación

Figura 47: Reportes de investigación, por territorios.

(Leyenda: PR: Pinar del Río, AT: Artemisa; LH: La Habana, MY: Mayabeque, MT: Matanzas, VC: Villa

Clara, CF: Cienfuegos, SS: Sancti Spíritus, CA: Ciego de Ávila, CM: Camagüey, LT: Las Tunas, HO:

Holguín, GR: Granma, SC: Santiago de Cuba, GT: Guantánamo, IJ: Municipio Especial Isla de la Juventud)

Figura 48: Reportes de investigación, por instituciones.

Figura 49: Reportes de investigación, por usuarios de los resultados.

268

Anexo 3. Guía de revisión documental utilizada con los informes de investigación

1. Número de Identificación: ______ 2. Año de su aprobación: _______

3. Título de la obra: ___________________________________________________

4. Institución autorizada: _______________________________________________

5. Provincia: _________________________________________________________

(PR: Pinar del Río, AT: Artemisa; LH: La Habana, MY: Mayabeque, MT: Matanzas, VC:

Villa Clara, CF: Cienfuegos, SS: Sancti Spíritus, CA: Ciego de Ávila, CM: Camagüey,

LT: Las Tunas, HO: Holguín, GR: Granma, SC: Santiago de Cuba, GT: Guantánamo, IJ:

Isla de la Juventud)

6. Tipo de resultado: Tesis de Maestría (1) Tesis de Doctorado en una especialidad (2)

Tesis de Doctor en Ciencias (3) Resultado de Proyecto de Investigación (4).

7. Número de páginas del informe: _____ 8. Número de obras consultadas: _____

9. Tipo de estudio: Familiarización (0) Descriptiva (1) Correlacional (2) Explicativa (3)

10. Enfoque de investigación: Cuantitativo (1) Cualitativo (2) Mixto (3)

11. Declara hipótesis de investigación: No (0) Sí (1)

12. Formula preguntas científicas: No (0) Sí (1)

13. Declara idea a defender: No (0) Sí (1)

14. Utiliza muestra estadística: No (0) Sí (1)

15. Realiza diagnóstico: No (0) Sí (1)

16. Realiza operacionalización de variables principales: No (0) Sí (1)

17. Utiliza el camino ascendente en el análisis de los datos: No (0) Algo (1) Bien (2)

[Bien: Si se realizan valoraciones en torno a uno de los niveles jerárquicos considerados en la

operacionalización de la variable principal y se emite un juicio valorativo final sobre el

comportamiento de esta última, a partir de los anteriores.] [Algo: Si se realizan valoraciones solo

en torno a algunos de los niveles jerárquicos considerados en la operacionalización de la

269

variable principal y/o no se emite un juicio valorativo final sobre el comportamiento de esta

última, a partir de los anteriores.] [No: Cualquier otra situación.]

18. Emplea la modelación como fin último: No (0) Sí (1)

19. Tipo de validación final que realiza: Solo teórica (0) Método Delphi (1) Consulta a usuarios (2)

Taller de socialización (3) Pre-experimento (4) Cuasi-experimento (5)

Experimento “puro” (6) Estudios de casos (7) Otras formas de contrastes

con la práctica (8) Consulta a Expertos, no del tipo Delphi (9) Método

Delphi más aplicación en la práctica (10)

20. Realiza algún estudio de factibilidad: No (0) Sí (1)

21. Emplea el recurso de la triangulación: No (0) Sí (1)

22. Utiliza la Estadística Descriptiva: No (0) Sí (1)

23. Utiliza la Estadística Inferencial: No (0) Sí (1)

24. Utiliza el Análisis Multivariado: No (0) Sí (1)

25. Declara una muestra aleatoria: No (0) Sí (1) No lo precisa (2) La muestra coincide

con la población (3) No utiliza muestras (4)

26. Declara la intención de validar el resultado: No (0) Sí (1)

27. Número de referencias bibliográficas que declara: _______

28. Organismo u organización que fungirá como usuario: __________________

29. Emplea instrumentos estructurados: No (0) Sí (1)

30. Emplea instrumentos no estructurados o semi-estructurados: No (0) Sí (1)

270

Anexo 4. Ejemplo de resultados de la revisión documental de los informes de investigación, en la población seleccionada

271

Anexo 5. Sistematización de los ejemplos de investigaciones seleccionadas para ilustrar los aportes del optante al tratamiento

metodológico de determinados retos y del alcance de su influencia entre investigadores educativos nacionales

Título del resultado

científico

Responsabilidad

del optante

Total de

investigadores

Total de

instituciones

Enfoque

metodológico Modalidad

Aportes metodológicos del

optante resaltados

“El arte de enseñar

científicamente. Consejos

útiles para docentes

noveles” (Torres-

Fernández, 2013g)

[Premio de Ciencia e

Innovación Educativa del

Ministerio de Educación

en el año 2011]

Autor 1 1 Cualitativo Teoría

Fundamentada

Necesidad de la elaboración de un

sumario analítico previo.

Conveniencia de la organización

jerárquica del sumario analítico,

en forma trapezoidal.

Importancia de disponer de un

amplio y variado banco de fichas

bibliográficas y de contenido.

Entrenamiento en la

determinación de la extensión

óptima del despliegue de los

clasificadores y subclasificadores.

Desarrollo de la habilidad para la

discriminación de las vías de

avance en el discurso

argumentativo.

Búsqueda de diferentes puntos de

vistas de autores de prestigio.

Preparación para el manejo de

recursos y técnicas

proporcionadas por la Lógica.

Realce del papel de la actividad

para el desarrollo de habilidades

investigativas.

272

“Estudio diagnóstico del

currículo actuante.

Modalidad empírica”

(Torres-Fernández et al.,

2014)

Jefe de Proyecto 132 13 Cualitativo Estudio

Etnográfico

Énfasis en la lógica interna de la

modalidad, a diferencia de las

modalidades análogas del enfoque

cuantitativo.

Insistencia en la necesidad de

procesar cantidades considerables

de datos factuales, sin perder de

vista los objetivos de la

investigación, ni el ajuste a las

particularidades de la modalidad.

“Estrategia pedagógica

para el mejoramiento del

aprendizaje de la

Matemática en los

preuniversitarios

habaneros” (Torres-

Fernández et al., 1999)

Jefe de Proyecto 15 2 Cuantitativo Experimental Énfasis en el cuidado de la

direccionalidad del eje directriz

propio del enfoque investigativo.

Importancia del reconocimiento

explícito de una hipótesis de

investigación.

Necesidad de una mejor

preparación de los investigadores

en el manejo de los recursos

proporcionados por la Estadística.

“Estudio del impacto de

los factores asociados al

aprendizaje en centros de

referencia provinciales”

(Torres-Fernández et al.,

2007)

Jefe de Proyecto 87 12 Cuantitativo Ex-post-facto Necesidad de elevar el rigor

metodológico durante el empleo

de la modalidad, con énfasis en la

relación marco teórico-

referencial/hipótesis de

investigación/variables-

indicadores.

Conveniencia de la utilización de

los recursos del Análisis

Multivariados.

273

“Evaluación de la

efectividad de la Maestría

en Ciencias de la

Educación de amplio

acceso” (Torres-

Fernández et al., 2010)

Jefe de Proyecto 66 17 Mixto Diseño de

triangulación

concurrente

Difusión de las posibilidades de

aplicación del enfoque mixto en la

investigación educativa.

Concreción del enfoque mixto en

el ámbito investigativo nacional.

Necesidad de la preparación de

los investigadores noveles para el

desarrollo de habilidades para la

captura y el procesamiento de la

información.

“Estudio diagnóstico del

currículo en la Educación

Técnica y Profesional”

(Torres-Fernández et al.,

2013)

Jefe de Proyecto 88 25 Cualitativo Estudio

Etnográfico

Adecuada operacionalización de

las marco-variables trabajadas, a

partir de asumir las características

esenciales de la variable,

contenidas en su definición

conceptual.

Consideración de cada indicador

por más de un instrumento de

investigación, y por más de una

fuente de información.

Énfasis en la estrecha relación

entre los indicadores y los

reactivos correspondientes en los

instrumentos de investigación,

colocando al lado de cada reactivo

el código del indicador

respectivo.

Valoración gradual de los

componentes operacionales de la

variable, a partir de los datos.

274

“Metodología de

Evaluación Institucional”

(Torres-Fernández &

Galdós, 2007)

[Premio de Ciencia e

Innovación Educativa del

Ministerio de Educación

en el año 2005]

Jefe de Proyecto

Asociado y Jefe

de Programa

Ramal.

Co-autor

2 1 Cuantitativo Ex-post-facto Potenciar el papel de la

validación en la práctica.

Asumir la construcción de un

producto científico a partir de

combinar dos exigencias

metodológicas difíciles de

simultanear, en pos de su utilidad.

Optar por la vía de la

determinación de una

metodología evaluativa a través

de mediciones directas en la

práctica educativa.

Utilización del concepto de

muestra ecológica en el ámbito

nacional.

Empleo del método de Análisis

Factorial, como recurso para

reducir el número de variables

escolares.

“Informe del XII

Operativo Nacional de

Evaluación de la Calidad

de la Educación

Primaria” (Torres-

Fernández et al., 2007)

Jefe de Proyecto 370 31 Cuantitativo Ex-post-facto La insistencia en la determinación

de una muestra óptima en los

estudios aplicados de gran

envergadura.

El minucioso proceso de

organización del trabajo de

campo en estudios aplicados de

elevado nivel de complejidad.

275

“Evaluación de impactos

del proceso de

perfeccionamiento de los

servicios de Educación y

la reorganización de su

red de centros, con

énfasis en zonas

montañosas y rurales de

difícil acceso” (Martín et

al., 2014)

Jefe de Tarea de

Investigación

12 6 Mixto Diseño

exploratorio

secuencial

Énfasis en la conveniencia de la

formulación de hipótesis de

trabajo al diseñar investigaciones

que manejen el concepto de

impacto social.

Evitar que se le atribuyan a las

investigaciones los impactos

sociales que corresponden a la

política social que se estudia.

Total de resultados

científicos ejemplificados:

9

Total de

ejemplos con

protagonismo del

optante:

9

Total de

investigadores

participantes:

783

Total de

instituciones

intervinientes:

108

Total de

enfoques

metodológicos:

3

Total de

modalidades:

6

Total de aportes metodológicos

del optante resaltados:

31

276

Anexo 6. Sistematización de las acciones realizadas por el optante en función del tratamiento de los retos relacionados con la

socialización y el intercambio de resultados científicos y del alcance de su influencia sobre otros especialistas

Iniciativa del optante Función del optante Alcance de la influencia del optante Aportes del optante resaltados en las iniciativas

Co-gestión del sitio-Web

“Mis Citas” de Google

Académico.

Co-gestor 1 016 citas Elevada producción de artículos y textos científicos,

varios de ellos premiados por entidades nacionales.

Obtención de la condición de peer reviewer de varias

revistas científicas nacionales e internacionales.

Edición del Boletín

Mensual de la Lista de

Discusión de evaluación e

investigación educativa.

Editor, autor y

co-autor

17 315 visitas Estimular la socialización de resultados científicos a

través del Boletín Mensual “Evaluador e Investigador

Educativo”.

Gestión de la Lista de

Discusión de evaluación e

investigación educativa.

Gestor 340 suscriptores Defensa del principio de que todos los investigadores

educativos cubanos tienen el mismo derecho a

beneficiarse de las publicaciones y presentaciones de los

resultados científicos afines.

Promoción de debates científicos entre los suscriptores de

la Lista de Discusión.

Esfuerzos por la conformación de una comunidad

nacional de investigadores educativos, con una sólida

preparación metodológica, una alta disposición para el

debate científico y una apertura a otras perspectivas.

Gestión de páginas

comunitarias asociadas a

la Lista de Discusión en

Facebook y Twitter.

Gestor y autor de

Notas

6 357 seguidores Replicación del contenido de las principales actividades

realizadas por la Lista de Discusión en las redes sociales

Facebook y Twitter.

277

Gestión del Blog

“Investigación

Educativa” en Google.

Gestor y autor de

Entradas

1 813 visitas Replicación del contenido de las principales actividades

realizadas por la Lista de Discusión en Blogger de

Google.

Total de iniciativas del

optante:

5

Total de acciones

con protagonismo del

optante:

5

Cantidad de alcances logrados como

resultado de las iniciativas del optante:

26 841

Total de aportes del optante resaltados en las

iniciativas referidas:

7