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El Black Power en la Cuba de los sesenta y setenta. Conversación con Juan Felipe Benemelis. (Segunda Parte y final) Por : Alberto Abreu ¿Cómo se produce el ingreso de negros y mulatos en aquellos primeros años de la Revolución al cuerpo diplomático? Se debió a un nombramiento como Sub-secretario de Estado que tuvo efectos simbólicos, del negro guantanamero Carlos Olivares Sánchez, hombre de cultura enciclopédica, quien fue en la década de 1950 (conjuntamente con Juan René Betancourt y el eminente médico Silvano Herrera), un destacado luchador por que el negro cubano obtuviese la equidad política y económica. Se debe a Olivares, repito, que se pudieran nombrar cubanos negros y mulatos para cargos diplomáticos. Te voy a facilitar una crónica que refleja cómo era el horizonte político de esos años iniciales respecto al tema de la discriminación. En ese momento Carlos Moore resultó una de las víctimas directas.

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El Black Power en la Cuba de los sesenta y setenta. Conversación con Juan Felipe Benemelis. (Segunda Parte y final)

Por: Alberto Abreu

¿Cómo se produce el ingreso de negros y mulatos en aquellos primeros años de la Revolución al cuerpo diplomático?

Se debió a un nombramiento como Sub-secretario de Estado que tuvo efectos simbólicos, del negro guantanamero Carlos Olivares Sánchez, hombre de cultura enciclopédica, quien fue en la década de 1950 (conjuntamente con Juan René Betancourt y el eminente médico Silvano Herrera), un destacado luchador por que el negro cubano obtuviese la equidad política y económica. Se debe a Olivares, repito, que se pudieran nombrar cubanos negros y mulatos para cargos diplomáticos.

Te voy a facilitar una crónica que refleja cómo era el horizonte político de esos años iniciales respecto al tema de la discriminación. En ese momento Carlos Moore resultó una de las víctimas directas.

Juan Goytisolo, en una crónica publicada el 1 de junio de 2010, titulada “El Negrito retinto”, sintetiza pasajes del libro Pichón, de Carlos Moore, publicado por la Lawrence Hill Books de Chicago en 2009. En unos pasajes de la crónica, se destacan las primeras experiencias de Moore, del racismo de la cúpula dirigente revolucionaria, cuando con candidez buscaba la realidad de una política de equidad racial para Cuba. De Moore comenta Goytisolo: “Allí, la politización de los grupos más cultos que frecuentaba le indujo a remontarse a sus orígenes africanos y a embeberse en el contenido de las obras que los reivindicaban. En el National Memorial African Books de Harlem, leyó a Aimé Césaire y Frantz Fanon, el Soliloquio del rey Leopoldo de Mark Twain. Tras la independencia del Congo belga, Patrice Lumumba se

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convirtió en su héroe y la causa anticolonialista pasó a ser el objetivo que en adelante canalizaría sus energías. Moore entró así en contacto con los Black Muslims y su carismático dirigente Malcom X al tiempo que se enfrascaba en la lectura de Le Roi Jones y trababa amistad con Robert Williams, el líder negro entusiasta defensor de la Revolución Cubana”.

Apunta Goytisolo: “La llegada de Fidel Castro a Nueva York en noviembre de 1960 a fin de asistir a la Asamblea General de Naciones Unidas y su instalación en el hotel Teresa, en el corazón de Harlem, fueron decisivas en su adhesión al marxismo como instrumento eficaz para acabar con el racismo arraigado en la Isla. Carlos Moore acudió a saludar al Comandante, se relacionó con los representantes del Movimiento del 26 de Julio y prosiguió sus actividades políticas con los grupos radicales opuestos al imperialismo norteamericano. El asesinato de Lumumba y la frustrada invasión de Playa Girón le convencieron de que su puesto estaba en Cuba y aterrizó en La Habana con una carta de recomendación de Robert Williams en junio de 1961”.

Sobre el libro de Moore, comenta Goytisolo: “Pichón nos revela los sucesivos desencuentros entre el joven Moore y la ya poderosa burocracia comunista creada por el nuevo régimen: su busca de un empleo útil a la causa revolucionaria en el ICAP (Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos), y la fría acogida de sus dirigentes; la oferta del ahora exiliado Robert Williams de trabajar como locutor en la Radio Free Dixic, dirigida a los negros estadounidenses; su encuentro casual con el haitiano Marc Balin y, a través de él, con Walterio Carbonell. La relación con éste y su lectura de Cómo surgió la cultura nacional (a la que dediqué un ensayo incluido en El furgón de cola) serían decisivas en su defensa de las tesis negristas y su revisión retrospectiva del pasado cubano”.

“Moore descubre que la Revolución ha dejado de lado el problema racial: ya no hay blancos ni negros, sólo cubanos. Con la convicción de que Fidel ignoraba la magnitud del problema, viajó a Santa Clara a fin de entrevistar al recientemente fallecido Juan Almeida, el único dirigente cubano "de color". Su afirmación ante éste de que el racismo persistía en Cuba y sus quejas acerca del ICAP, suscita una respuesta inesperada del Comandante: o se calla o acabará frente a un pelotón de ejecución. De vuelta a La Habana, los burócratas del ICAP le someten a un verdadero interrogatorio policiaco: cómo conoció a Balín, cómo conoció a Carbonell... A continuación, Moore fue conducido a una celda de Villa Marista en donde se hacinaban los contrarrevolucionarios en espera de ser fusilados y permaneció veinte días en ella hasta ser liberado gracias a la intervención de Robert Williams”.

¿Puedes mencionar algunos nombres de quienes integraron este grupo Black Power?Éramos como podría decirte, más de treinta o cuarenta jóvenes y algunos veteranos Ya

algunos te los he referido en preguntas anteriores. Podría añadirte a Ramiro de la Cuesta, que es uno de los pocos hijos de mambises vivo; a Ernesto González, a Santiago Boullón, a Irmina Iglesias, la hija de Aracelio Iglesias que murió trágicamente en París, a Justo Fuente. También recorríamos el círculo de la artista haitiana Martha Jean Claude, defensora de la negritud, y de su compatriota el escritor René Depestre, el cual objetaba muchos puntos de la negritud, lo cual expuso en un ensayo en la revista Casa de las Américas.

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Autor: Juan Felipe Benemelis

Quiero recalcarte que Juan Domech, era de entre nosotros quien con más fervor defendía el tema de la negritud al estilo Césaire, Senghor. Había también una vertiente cultural de artistas de la plástica que reflejaban en sus obras el tema afro-cubano: como los escultores Queneditt, Cobas, Fowler. Me llama la atención ahora este hecho.

Entre otros lugares nos reuníamos en caso de un pianista, cerca del Hotel Nacional, que era conocido como “Mario el americano”; allí escuchábamos jazz y alternábamos con afro-americanos. O en mi casa que estaba detrás del cine Arenal, eso era todos los sábados por la

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noche. Otro hecho importante fue nuestra relación personal con líderes negros afro-norteamericanos como Williams del Partido Comunista (amigo de Carlos Moore), que se fue espantado por el racismo que había en la Isla, y que lo declaró luego públicamente; asimismo Brown, líder de las Panteras Negras, que también denunció en Estados Unidos el racismo en Cuba. Las discusiones y las conversaciones personales, con estos intelectuales y líderes negros internacionales fueron determinantes.

Sin embargo, en una entrevista anterior me hablas de lo fructífera que fue para Roberto Blanco y Argeliers León su experiencia en Ghana.

Roberto Blanco y Argeliers León visitaron Ghana cuando yo me desempeñaba como jefe de misión en ese país. Los llevé a conocer todo lo que tenía que ver con los ancestros y la historia africanos esclavizados en Cuba proveniente del Golfo de Guinea, especialmente los yorubas de Benín y Togo. Allí presenciaron espectáculos, rituales y demás expresiones culturales del reino Achanti. En el caso de Roberto Blanco, el viaje fue decisivo y de mucho impacto en su formación como director, sobre todo su encuentro con el maravilloso teatro de la etnia de los Fante. Recuerdo que permaneció con ellos durante meses. Lo que influenció mucho en su dramaturgia y estilo de trabajo.

Lo que más polémica despertó entre los funcionarios de la cultura en la Isla fue la puesta en escena de Lumumba, una temporada en el Congo, por el grupo Ocuje, dirigido por Roberto Blanco. El elenco estuvo compuesto casi en su totalidad por actores y actrices negras, entre ellos, Tito Junco, que hizo del personaje de Joseph Kasavubu, presidente del Congo. Tanto Armando Entralgo como yo estuvimos asesorando la parte histórica. Te puedes imaginar. Pero Roberto Blanco en aquellos años era un director de mucho prestigio.

Mira, después de mis regreso del África y mis relaciones con el viejo Fernando Ortiz, con José Luciano Franco, con Martínez Furé, que valoraban la herencia cultural africana en la Isla, cuál era mi sorpresa, y la de todos nosotros del grupo, ver cómo se desdeñaba la “música popular” y de los ritmos de origen africanos como el son, la rumba, el mambo, el chachachá, la salsa, el pilón, el Mozambique, el jazz afro-cubano (incluyendo la música afro-americana), y la preferencia por música europea, sobre todo de grupos españoles o italianos, y finalmente por una Trova que se inició sin raíces internas...

La intelectualidad “chic” criolla detestaba al Pello el Afrocán con sus 40 tambores. Ni que decir la reacción contra los Zafiro, por su gran parecido con el grupo afroamericano de los Platters. Miguelito Cuní, el sonero mayor, en el ostracismo de los bares de mala muerte. Ah…y el documental PM… Mira, casi nadie alude que la famosa reunión de los intelectuales en la Biblioteca Nacional se debió a un documental de negros, y que por tal, la intelectualidad ibero-habanera y el estamento político supremo, no podía admitir que la imagen de “negros marginales” corriese por el mundo. Había que invisibilizar al negro, esterilizar a la nación. Nada de Carnavales, ni los Alacranes ni Los Hoyos. Todo ello nos enfurecía por esa época.

En 1966 se denegó la celebración de los carnavales en toda la Isla, puesto que no se avenía a la nueva ética revolucionaria y no representaba al “Hombre nuevo” que construía el socialismo. Este “Hombre nuevo” no podía ser abakuá, no podía abrazar la fe de los orishas africanos, ni consultar el tablero de Ifá y, por supuesto, debía alejarse de la herencia africana enraizada en los carnavales.

Las asociaciones abakuá pasaron a ser vigiladas por el Ministerio del Interior, el cual emitió a principios de la década setenta, instrucciones que calificaban de “peligrosidad” las actividades de tales asociaciones. Tanto los órganos del Partido Comunista como de la Juventud Comunista recibieron seminarios en los que se analizaban la santería, el palo y el abakuá como manifestaciones cuasi delictivas y de necesaria vigilancia.

¿Cuánto fue la contribución a la construcción de tu identidad como intelectual de aquellas discusiones, lecturas, conversaciones, reuniones en casa de amigos y otras vivencias que propició el Black Power?

Estábamos ya en plena revisión de la percepción soviética y cubana de comunismo y socialismo, totalmente diferente a estos procesos nacionalistas en el tercer mundo. La postura del tinglado pro-comunista cubano de los sesenta sólo buscaba a los inexistentes grupos

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comunistas africanos y tildaba a los líderes nacionalistas de traidores y agentes del imperialismo.

El Black Power, tal como ahora lo veo desde mi experiencia y participación en él fue un proceso de concientización política, ideológica de la identidad racial negra, decisivo para mi formación como intelectual, que me dio nuevas perspectivas tanto en el plano teórico y de las ciencias sociales.

Muchos de nosotros fuimos testigos de las independencias de las antiguas colonias africanas. Participamos en este proceso como analistas políticos, diplomáticos, asesores y demás. Vimos desde adentro como se estaba produciendo el proceso de de-colonización africana. Y surgían las comparaciones con la descolonización en América Latina, y con el proceso por el cual transcurrió la nación cubana luego de la independencia y su entronque con una revolución que enarbolaba el marxismo: era algo inevitable. El proceso de descolonización que se estaba llevando allí era muy diferente al que tuvo lugar en Cuba… Que en realidad nunca encaró un proceso de descolonización de los valores sociales, éticos, educacionales, políticos y culturales de la ex metrópoli española. La descolonización africana afrontaba la creación de una nación, a partir de todos sus componentes étnicos y culturales, a la vez que un corte radical, digamos epistemológico a lo Althusser, con la ex metrópoli. Descansaba y profundizaba en lo interno, las raíces culturales africanas, admitía el tribalismo, al tiempo que desmontaba los patrones y los modelos culturales y de vida implantados por el colonialismo francés, e intenta construirse un modelo de nación propio.

Allí constaté que la idea del Estado-nación implantada en Cuba a la cañona, era una importación europea que chocaba con la realidad histórica y social, que marchaba en dirección contraria a la unificación de blancos, negros y mulatos en el poder político.

En la descolonización africana, los plantadores blancos en los distintos países, en su mayoría les fue compraba su propiedad y transferida a los africanos. Esto nunca ocurrió en Cuba, donde los grandes propietarios de tierra del período colonial, sobre todo en el azúcar, mantuvieron sus propiedades; es más, a los criollos que se alzaron en nuestras guerras de independencia nunca les fueron devueltas las tierras incautadas y cedidas a los españolitos. Por supuesto, los negros y mulatos nunca recibieron una pulgada de tierra en Cuba.

En Cuba nada de eso aconteció… Sólo se dio la transferencia del poder de una élite española ultramarina colonialista, a una élite criolla culturalmente española. De ahí que el negro, quedase excluido totalmente de la nación… De ahí que no se construyó una nueva nación… sólo hubo un cambio en los cargos políticos y quizás nuevos empresarios ibero-criollos y foráneos. Lo triste no era eso, sino que salíamos convencidos al ver lo que sucedía en África, que en el modelo republicano y marxista persistía tal bio-política.

Mira, entramos en contacto en la década 1960, con un continente que estaba en pleno debate sobre qué era la descolonización, sobre cómo construir una nación, sobre cómo se hacía el corte con la ex metrópoli, sobre cómo se concedía la equidad a las distintas etnias. Para asombro nuestro, y para nosotros, el “continente atrasado” nos (me) estaba dando lecciones sobre algo que acá pensábamos que habíamos superado. Y no era Ghana, o Senegal, o Tanzania, o Guinea solamente, para citar casos… lo mismo sucedía en Marruecos, en Argelia que estaba tan “afrancesada” como Cuba “españolizada”, y que sin embargo disolvió lo “afrancesado” y pese a los problemas que se le pueda señalar, quedó una nación puramente argelina, mientras nosotros teníamos y tenemos aún en nuestras espaldas a la “Madre Patria”…

Otro elemento que me abrió la visión para el tema racial en Cuba era que este grupo de antillanos alrededor del ghanés Kwame Nkrumah planteaba que el nacionalismo africano no podía estar limitado al África, puesto que tal nacionalismo, y la ideología de la conciencia y la emancipación política africana debía llevarse a todos los lugares del continente americano donde hubiese población afro-descendiente.

Mira, ahora hay términos que se manejan y que parecen novedosos, aportes de última hora: racialismo, colonialidad, etcétera. Pero ya nosotros habíamos desandado por tales conceptos, y no tenemos que aprenderlos repetitivamente pues ya entonces fueron producto de intensas discusiones y conceptualizaciones. No era nueva la consideración de que la colonialidad, es decir el blanco-supremacismo estaba involucrado en el poder político, en la cultura, en la sociedad y en las formas de conocimiento; en la versión canónica de las ciencias sociales y a su

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potencial colonizador. Iván César, a mi entender, fue el primer exponente más coherente del supremacismo blanco, ya desde entonces en todas las esquinas de La Habana.

Mientras Jesús Díaz se enzarzaba en una discusión sobre el criollismo del Cucalambé, y Norberto Fuentes hacía pininos con Condenados de Condado, me recuerdo que nuestro “grupo ambiente” reunidos tomando “coronilla”, discutíamos que no era posible abordar el tema del Estado y la nación, de la cultura y la sociedad en Cuba, en las Antillas y en América en general sin incluir el racismo, la etnicidad, la jerarquización social, la no descolonización y el criollismo-nacionalista. ¿En donde, en Cuba, en ese momento y fuera de nosotros, se estaba dando este debate seminal sobre la nación y su destino?

¿Te asombra entonces la gran reverencia de los cubanos blancos a la visita del Rey de España a La Habana, y que la Jota vuelva a ser popular? Sabes, nunca crecí con la admiración a la Gran Vía. Una vez te conté cuál sería mi asombro cuando, orientalito, llegué a La Habana con 14 años y comencé a oír eso de “la Madre Patria”. Luego me lo expliqué… la inyección de un milloncito de “galleguitos” durante la República, que alteró la demografía, la cultura, la política y la relación racial, y trajo una regresión del cubano blanco a ser nuevamente el criollo decimonónico entreverado Isleño-ibérico, sobre todo en el occidente de la Isla. Si la nación cuajaba, se descuajó entonces.

Mira, yo veo la tan manida “Revolución del 33 con su anti-imperialismo” como la acción de los “pichones de gallegos”, de primera generación en la Isla que reaccionaron visceralmente contra los viejos mambises. Pichones traumados por los barcos de palito hundidos en la bahía de Santiago de Cuba, y rasgándose las vestiduras ante USA. Eso lo notas en el exilio, donde el cubano blanco ha abrazado fervientemente a España, con tanto o más fervor que a la Isla de Cuba. Me comentaba Iván Cesar, siempre tan preciso, que la República de Cuba ideal la construyeron en el exilio de Miami… sin negros. Pero no vayas tan lejos… hubo un momento que muchos allá en la “nomenclatura” comentaban de dónde habían salido tantos negros. Es que son de la misma generación de posguerra, los del poder y los de la oposición exilada: anti-humanistas, anti-intelectuales, racistas. Ahí se demuestra la dicotomía de esa sección de nuestro país… y el hecho de que aún se hallan a mitad de camino en la nacionalidad. Sin embargo, el cubano negro o mulato sólo tiene como opción a la Isla de Cuba… y si está exilado es su única añoranza.

Mi bisabuela mambisa, manzanillera, escupía al suelo cada vez que se le mencionaba a España. A su marido, José Varona, el hijo de Bembeta Varona, el camagüeyano, se lo tiró el general español Fidel de Santocildes a la puerta de la caza hecho cadáver. Mi abuelo paterno, Jaime Benemelis fue un mambí orgulloso que no cobró la pensión; su esposa, mi abuela materna, Esperanza Vázquez, tuvo tia-hermanas que murieron de hambre en los campos de concentración de Valeriano Weyler. Mi abuelo materno, Felipe Paneque, fue aguador de la tropa de Antonio Maceo, y mi abuela materna, Exusperancia Varona fue mensajera de Bartolomé Masó. Herencia mambisa por los cuatro costados… y, por supuesto, aún esperando que “la Madre Patria” pida disculpas por la esclavitud y por los campos de concentración. Inglaterra, Francia, Portugal y Estados Unidos se han disculpado públicamente, históricamente, por su participación en los horrores de la trata y la esclavitud… pero los españoles…. Nada. Claro, los ibero-cubanos nunca se lo han exigido. Y te hablan de “esclavitud benévola”.

Claro, los criollos ibero-descendientes habían construido una nación, para ellos, a semejanza de ellos, y una república y varias revoluciones para ellos. El negro era una dependencia, no un componente en equidad.

¿Pero tengo entendido que trataron de organizarse a manera de un partido político? ¿Este gesto no te parece va más allá de un movimiento de toma de conciencia de una

identidad racial?En realidad, puedo ubicarlo en una fase intermedia. Había mucha indecisión, miedo a la

reacción oficial, que luego se confirmó. Por eso, más que un partido creo que fue un movimiento en gestación espiral. Recuerdo que por esa época, en la Universidad de La Habana, se intentaba también crear un partido trotskista aupado por Ernst Mandel, de la IV Internacional, que se hallaba en la Isla, y quien expresaba que esa idea había sido autorizada por la máxima autoridad del país. Y también había grupos informes de anarquistas, amén de la heterodoxia del

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Departamento de Filosofía. Había una cierta ebullición semi-subterránea, claro, producto de una coyuntura de fricción con el bloque soviético, que luego sufre una regresión tras el apoyo oficial a la invasión soviética a Checoslovaquia.

Mira, a principios de 1968 varios del grupo se muestran audaces, encabezados por Manuel (Manolito) Casanovas, sobre todo luego de largas deliberaciones con Walterio Carbonell. Se elaboraron varias propuestas para ser presentadas en un evento cultural y que fuesen consideradas por el Comité Central, una plataforma que apelaba a implementar un proceso de de-colonización cultural del euro-centrismo, de medidas para implementar la equidad racial en el Estado y la economía. Recuerdo que se encabezaba aquello con la consideración de que Cuba, desde la República y en aquellos primeros años de Revolución, no se había logrado tal equidad y que era un expediente a resolver. Esta era la demanda fundamental que hacía el documento. El manifiesto se centraba en cuestiones relativas a las trampas de la mulatez, la equidad. Estimábamos falsa la afirmación de que en Cuba habían entrado las ideas del movimiento de la negritud en las décadas de 1929-1939.

Sin dudas era un cuestionamiento a muchas figuras dirigentes que no escondían su racismo, como José Llanusa Gobel, y su grupo del “Vedado Tennis” encaramados en el Ministerio de Educación, en Cultura, en el Inder, en el Partido Provincial de La Habana; pero no había en nosotros el ánimo de una rebelión, pues pensábamos ingenuamente que habría recepción a estas ideas, dada su importancia. Asumir el rótulo de Black Power que fue haciéndose popular de boca en boca, era, por un lado, una forma de asumir la pertenencia a un estamento marginado racialmente, y por otra parte puede decirse que un modo simbólico de llamar la atención, de visibilidad como grupo. Lo que, también demuestra que se había llegado a un estado de asfixia en la búsqueda de un espacio para dialogar, para debatir el tema; queríamos escribir del mismo en revistas, publicar libros relacionados, transformar la cara visible en el cine y la televisión. Ese momento fue más neurálgico si lo comparamos con el de hoy en día. Lamentablemente, nosotros no logramos ningún espacio. Según se entiende esto actualmente.

Bueno, pero fueron otras bien diferentes las circunstancia. Además queda un legado. Ahora, perdona que te insista en esta pregunta: ¿Existió ese documento o manifiesto?

Sí, recuerdo que Manolito Casanova llegó una tarde en mi casa con el borrador. Eso fue meses antes del Congreso Cultural de la Habana de 1968. Walterio Carbonell estaba muy estimulado con este Congreso, pues había hablado con Carlos Franqui que simultaneaba este evento con la exposición, al cual le pareció muy buena la idea de debatir el tema racial en el mismo, y con la idea de crear una comisión para discutir el problema racial cubano. Me he enterado que también los que se hallaban en el circuito de la cultura tenían la misma intención, de presentar ponencias en ese Congreso.

Gracias a este fermento se logra publicar a autores como Frantz Fanón, El Chaka Zulú, versión de Thomas Mofolo y del cual escribí el prólogo, El bebedor de vinos de palma del escritor yoruba Amos Tutuola, etcétera. También la publicación del libro de Ives Lacoste sobre Ibn Jaldún, demostrando que un pensador genial norteafricano se hallaba a la altura de un Platón y de un Hegel, levantó numerosas ronchas… A ese libro también le hice un prólogo.

La publicación de autores africanos y afrocaribeños se debió a la insistencia por doquier de este grupo de historiadores, políticos, diplomáticos o ex diplomáticos afrocubanos. Pudimos lograr con Mireya Crespo, un número de la revista Pensamiento Crítico dedicado al África. Este número respondió a mis discusiones con Jesús Día y Mireya Crespo de la falta de espacio al tema negro, cubano o no; Jesús era más inclinado a darle cabida al tema y reconocía su importancia; en eso era una excepción en ese grupo. Yo les propicié varios textos de africanos que aparecen en ese número, como un discurso de Amílcar Cabral.

Se publicó incluso, si no me falla la memoria, un número completo de la revista Revolución y Cultura dedicado al Black Power. La asesoró Iván César y Ramiro de la Cuesta, y algunos de los que provenían del Minrex. El problema estribaba que los autores de los textos ya comenzaban a ser cuestionados, pues incluso Malcolm X había apuntado que en Cuba existía un régimen en el cual el blanco impedía que el negro ascendiese en la escala social y política. Asimismo, tanto Stokely Carmichael, como Rap Brown, Eldridge Cleaver y Robert Williams dejaban constancia del racismo existente en Cuba.

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Pero no todas las gestiones fueron fructuosas. Recuerdo que propuse a la editorial Ciencias Sociales la publicación del libro de Frank Snowden, Blacks in Antiquity, lo cual provocó una discusión-rechazo en el núcleo del Partido de la Editorial y una sanción para Lázaro Rodríguez, el redactor (negro) que lo había propuesto para el plan editorial. El libro fue calificado de “racista” porque demostraba la influencia africana negra en la cultura griega. Les dio el sambenito por el sacrilegio a la pureza racial greco-latina. Lo mismo ocurrió con la propuesta de que se publicase el libro Muntu, que describía los logros de la literatura africana contemporánea; no fue aceptado. Ni que decir que mis mamotretos sobre la historia de África nunca fueron considerados para su publicación, pese a las gestiones que en su favor siempre hicieron José Luciano Franco y Deschamp Chapeax.

En la década de 1970, incluso hubo un gran debate dentro de las instituciones y dentro de las estructuras oficiales, que encabezó Iván César Martínez, sobre la incorporación de negro al cuerpo diplomático y de comercio exterior, y otros “organismos estratégicos”.

Tengo entendido que el Congreso Cultural de La Habana del 68 fue un momento decisivo en este sentido.

En el Congreso Cultural de la Habana del 68 un grupo entre los que se encontraba Walterio Carbonell propone una comisión para el análisis de estos temas sobre la problemáticas históricas, políticas, culturales de la racialidad negra y sobre descolonización que fue rechazado por Conde, por orientación de Llanusa.

Recuerdo que Manolo Casanova llevaba una ponencia sobre el tema de la construcción nacional: cultura y religión. Santiago Boullon tenía otra.

Ivan César y yo habíamos conformado un texto donde se demostraba que el racismo en Cuba estaba basado en las estructuras de poder colonial que la elite nacional mantenía intactas desde los tiempos en que el racialismo era predominante a escala mundial, y que en el proceso que se estaba implementando en Cuba constituía el principal escollo para el desmantelamiento de la ideología de supremacía blanca; buscábamos demostrar que el racismo era más poderoso que el racialismo y el etno-centrismo, y lo más peligroso es que dentro de Cuba estaba tratando de adaptarse a las nuevas circunstancias. La de Walterio era sobre el XIX.

Tengo entendido que Walterio le planteó a Franqui la idea de llevar al congreso esta comisión de trabajo, pero Franqui no determinaba eso y se lo planteó a la gente de Llanusa.

El punto decisivo de esto se da entre la confrontación de Walterio con Fidel en la Universidad de La Habana. Lo presenciamos Iván y yo. Donde Walterio interpela a Fidel diciéndole: Fidel, los negros están igual que antes, no hay negros ministros, no hay negro en tal esfera. Fidel se enfurece.

La ingenuidad de todos nosotros en aquellos momentos residía en que pese a nuestro recelo ante el Estado supremacista, esperábamos la “concientización” en parte de la élite del poder.

Háblame de tu experiencia como diplomático en Ghana.Ahora cuando uno vuelve a mirar a aquellos años se da cuenta que todo se liga, que son

muchas las circunstancias, que unas veces para bien y otras para mal, confluyen. Allí residían Sam Nujoma quien era Presidente de la SWAPO, Amílcar Cabral, también Joshua Nkomo. Recuerdo que fue un mulato que trabajaba en Africa, en el Minrex, Zayas, quien trajo los libros del troskismo, el negrismo, aunque ya Walterio era un exponente de la negritud. Por otra parte no se puede olvidar, en este tema de la negritud, la influencia activa que tuvo las conversaciones y la presencia de Martha JeanClaud y la comunidad haitiana.

Depestre no estaba de acuerdo con el movimiento de la negritud. Incluso sacó un escrito en la revista Casa de las Américas donde criticaba a Senghor.

Conozco al grupo de George Padmore cuando llegan a Ghana.

¿Quiénes integraban el grupo de G. Padmore? ¿Qué propuestas novedosas encontrastes en ellos?

Me interesan la propuesta que ellos traen del comunismo como una reelaboración del marxismo que incorpore el tribalismo, y las problemáticas del negro. Esto era fundamental para

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lo antillano. Es decir Ghana era un enclave teórico, de pensamiento, donde confluían estas nuevas percepciones sobre raza y marxismo.

Mientras que en Cuba los negros provenientes del PSP no adoptan lo que en el resto del Caribe y en África se está problematizando. En el Caribe se estaba conformando una visión diferente, otra manera de leer e interrogar las intersecciones entre raza y marxismo. No prestar atención a esto fue un atraso para el pensamiento racial cubano. Si se hubieran profundizado e intentado dilucidar a su tiempo en estos conflictos teóricos ahora, a nivel de pensamiento, estaríamos en otro lugar.

Este grupo de teóricos en Ghana se nuclea en torno a Kwame Nkrumah quien fue el primer presidente de Ghana y una figura muy influyente dentro del Panafricanismo. En aquellos años Nkrumah había traído a como embajador del Brasil en Ghana a Danta, quien fue el primer diplomático brasilero negro.

Du Bois estaba trabajando en su enciclopedia africana. Tenía una oficina, en el palacio presidencial. Lo visité varias veces, y me contaba sus vivencias y percepciones sobre la discriminación racial en Cuba allá por los años veinte cuando estuvo de visita. Conocía perfectamente nuestra situación. El planteaba que la solución del racismo en América radicaba en África: en el conocimiento de los aportes de la civilización negra a la cultura occidental, que este reconocimiento ayudaría grandemente. Por esa era el precursor del Panafricanismo. Para él, el siglo XX era el del problema racial. En esto último tuvo razón. Du Bois, tenía una cultura enciclopédica. Estimaba que la revolución cubana se mediría a partir de lo que haría con el tema racial. Su tesis o método de lucha, que luego Nkrumah adopta, era la acción positiva. Era una propuesta de la lucha política, no violenta. La acción positiva privilegiaba el reconocimiento de la contribución histórica africana a la cultura universal. Martín Luther King un poco adopta esto.

Esta es la vertiente política del panafricanismo, la reivindicación. Corría por dos vertientes. No era solamente la negritud como remodelación de la personalidad negra en América. A diferencia de Senghor que planteaba que la negritud lo engloba todo. El plantea que había que añadir la acción positiva. Nkrumah lleva toda una acción positiva que lleva a cabo que se adopte la descolonización.

¿Qué recuerdos guarda de tus conversaciones con Frantz Fanon? Muy conocedor de las Antillas, influido por G. Padmore que era el padre de todos ellos. En

aquel entonces salía de su deslumbramiento del positivismo austriaco. Seguidor de Jung. Tenía una idea general de la situación racial en Cuba. Nunca advertí en él la intención de dictar pauta en este sentido. Consideraba que el síndrome era general a pesar de nosotros haber sido una colonia española. En aquellos momentos estaba muy envuelto en la lucha argelina. No veía en la Revolución Cubana como solución final para el problema de la discriminación racial. Un tipo muy culto y modesto. Hablaba un francés exquisito, también era antisoviético. Todo el grupo era. Muy consciente de que el stalinismo no era una aberración sino parte del sistema socialista y su dogmatismo filosófico.

Otra personalidad que me impactó mucho y al cual considero el intelectual más completo fue Jomo Kenyatta. Fue primer ministro y posteriormente presidente de Kenia entre 1964 y 1978. A pesar de que estaba alcoholizado. Pues durante el tiempo que permaneció preso los franceses le daban alcohol con agua. Era un gran etnólogo, muy versado en el análisis sobre las problemáticas de la propiedad y la tierra en África y su gran diferencia con Europa

Toda esta elite intelectual, que te acabo de mencionar estudió en las universidades europeas con dos o tres maestrías. Una muy superior, intelectualmente, a la latinoamericana. La revolución cubana, su modelo emancipatorio llega allí como la exportación de un modelo. Era algo que no entendieron los soviéticos. Y ellos por lo tanto se negaron. Es vital saber que la descolonización no fue lo mismo en América Latina que en África. Es la gran diferencia con el proceso de descolonización latinoamericano. En África no se buscó restablecer las formas de ciudadanías, ni estructura jurídicas, y de gubernabilidad, heredadas de la colonial. Sino que se buscaron otras más acordes con las realidades históricas y la idiosincrasia de los pueblos africanos. Sustentadas en un cuestionamiento de la noción de frontera geográfica, la revalorización de la personalidad de los jefes tribales. Y de la mujer africana. La mujer en

Page 10: El Black Power en la Cuba de los sesenta y setenta Web viewHabía también una vertiente cultural de artistas de la plástica que reflejaban en sus obras el tema afro-cubano: como

África como era la principal compradora y vendedora de los mercados influyen en los partidos políticos. Estos se organizan a partir y en torno de las mujeres que tienen el poder económico. Son las famosas mamis en Ghana. Otro aspecto importante en este proceso de descolonización en África fue el fuerte El debate sobre las lenguas. Y la enorme cantidad de escritores que surgen en ese momento. Esto, como es de suponer, produjo un corte epistemológico en la manera de pensar lo colonial.

¿Quisiera saber de tu amistad con Nelson Mandela? Cuando lo conocí aun no era la gran figura en que luego se transformó. Por aquellos años

era una figura muy controversial pues representa el lado opuesta al panafricanismo y la búsqueda de acción positiva que postulaba de Albert Luthuli, quien era la personalidad más famosa de África del Sur; había sido presidente del Congreso Nacional Africano (A.N.C.), y recibió en 1960, el Premio Nobel de la Paz. Mandela, en cambio, pertenecía al Partido Comunista Surafricano y lo cogen preso con dos bombas bajo el brazos. Era un hombre de una gran cultura, abogado, pero tenía el concepto de que la independencia debía darse por la vía armada. Lo que no fue así.