al-hulal al-mawshiyya fi dhikr al-akhbar al-marrakushshiyya (español)

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Al-Hulal al Mawsiyya, translated by Ambrosio Huici Miranda (1952)

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I I

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I N S T I T U T O G E N E R A L F R A N C O D E E S T U D I O S E I N V E S T I G A C I Ó N H I S P A N O - Á R A B E

A M B R O S I O H U I C I M I R A N D A

C O l K C r Ó N D i CRÓNICAS Á R Á B f S DE LA RfCONQli iSTA

T O M O I

"AL-HULAL AL MAWSIYYA" C R Ó N I C A Á R A B E D E L A S D I N A S T Í A S

A L M O R Á V I D E , A L M O H A D E Y B E N I M E R Í N

(TRADUCCIÓN ESPAÑOLA)

19 5 2 EDITORA MARROQUÍ

T E T a A N

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' A L - H U L A L A L M A W S I Y Y A *

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A M B R O S I O H U I C I M I R A N D A

"AL-HULAL AL MAWSIYYA" e

C R O N I C A A R A B E D E L A S D I N A S T I A S

ALMORAVIDE, ALMOHADE Y BENIMERIN

(TRADUCCION ESPAÑOLA)

1 9 5 1

EDITORA MARROQUÍ

T E T u A N

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EDITORA MARROQUÍ • MOHAMMED TORRES, I7 * TETUÁN

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dan Vuan Hu&wy can ai máa aghadao

ia. A . <H.

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P R O L O G O

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Al - H u l a l A l - M a w s i y y a » , crónica a n ó n i m a de autor espa­ñ o l c[ne vivía en tiempos de MuKammad V de Granada,

a íjuien elogia en la In t roducc ión de su obra, terminada el a ñ o 783 de la H e é i r a —28 marzo l 3 8 l a 16 marzo idSz— es u n centón curioso y ab iéa r rado en cfue su compilador, sin preocuparse mucKo de las diferencias de estilo, n i del valor histórico de sus fuentes. Ka yuxtapuesto pasajes importantes tomados de los autores mejor informados y conocidos, como I b n al-jSayrafi, I b n ^alrfb al-$ala, A b ü Ya l iya fe. al Yasac, al-Bayda(l, I b n al-Qattan y otros, con cartas oficiales falsif i­cadas, testimonios de personajes inventados por el autor y leyendas ridiculas de oriéen, al parecer, oriental.

Aunque por el t í tu lo pudiera creerse (jue se trata de una Historia de M a r r á k u s , la capital de Marruecos, es en realidad u n resumen de los Kecbos del Imperio a lmorávide y de los principios del imperio almobade, basta "Abd a l - M u ' m i n inclusive, para convertirse lueéo en u n relato brevísimo de la ac tuación de los demás califas almohades y acabar en una escueta lista de los sultanes benimerines, hasta A b ü Tásu f in cAbd al-Rahman b. ' l i m a r en 783 - l 3 8 l .

E r l primer historiador europeo c[ue ut i l izó los materiales de esta crónica fué Conde, quien se valió de una t raducción española , que, sin citarla, inserta i n extenso en los capítulos I X a I / V T I I de la tercera parte de su «His tor ia de la domina­ción de los árabes en Kspaña» . Como Dozy hace observar, esa t ranscr ipción l i teral de una t raducción muy superior a las

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c(ue Conde kacía por su cuenta o empleaba en otros pasajes de sus otras, l ibran a su nar rac ión del período a lmorávide y de los principios del almoliade de los mucKos y crasos errores en c(ue tan frecuentemente incurre. G. Jacíjueton, en su trabajo sobre «Les arckives espaénols du éouvernement éenéra l de TAlécrie», páés- 98 - 109, da cuenta de una traduc­ción española de a l -Hula l , contenida en los folios 380 a 529 del Reé i s t ro 1.686; coteja al azar cuatro pasajes de Conde con los correspondientes de esa versión y demuestra íjue aquellos son una mera t ranscr ipción de éstos. Hubiera consultado con éus to esa t raducción para verificar su fidelidad y para valerme de ella, si acaso estaba kecba sobre u n manuscrito de diferente famil ia c[ue los c(ue Ke tenido a m i dispo­sición; pero el arabista por tugués Dav id Lopes, en «Los árabes en las obras de Alexandre Hercu lano» , páé . 25 - n . - 1, después de decir í}ue esta t raducción existía en la Biblioteca Nacional de Madr id , seéún Pons Boiéues , «Ensayo bio-biblioéráfico sobre los bistoriadores y éeoérafos a ráb iáo -espafíoles», páé- 394, añade (íue desapareció de ella y (Jue lo mismo sucedió con la copia existente en los arcbivos de Arée l , s egún informe del gobierno francés.

Después de Conde Ka sido Dozy el cjue más uso Ka becbo de a l -Hu la l . A d e m á s de recurrir a él, como a una de sus fuentes en la «His tor ia de los musulmanes de E s p a ñ a » , passim, publicó el próloéo y el fragmento relativo a los abbadíes y a la invas ión de los A lmoráv ides en su «Scr iptorum arabum loci de abbadidis», I I , 182 y siéts. M á s tarde, en sus «Récberckes sur Tbistoire et la l i t térature de l 'Espaéne pen-dant le moyen aée», publicó u n estudio sobre la expedición de Alfonso el Batallador a Anda luc í a , traduciendo y publ i ­cando en parte los textos correspondientes de a l -Hu la l y de I b n al-Jatib,^ cuya fuente común es I ba a l -§ayra f i en su « A n w a r a l -Ya l íyya f i A jbá r a l -Dawla t al - Murab i t i yya» (Las luces brillantes sobre las noticias del imperio a lmorávide) .

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T a m b i é n se ka servido de a l - H u l a l para sus monoéraf ías sobre los sucesos de Granada en 1162, la toma de Barbastro y la expedición de Yüsuf I a Portugal y su muerte en la c a m p a ñ a de San ta rén ; «Réckercbes», 3.a edic, I , 37l y I I , 338, 341, 449, 468, 478 y 479.

A m a r i , en su «Apéndice alia Biblioteca arabo-sicula», bizo un breve extracto de a l -Hu la l . Codera lo consul tó en su «Decadencia y desaparición de los a lmorávides en E s p a ñ a » , y, finalmente, Lévi Provengal Ka citado, refiriéndose a la edición de T ú n e z , todos los pasajes relacionados con sus «Documents inédi ts d'bistoire a lmobade» .

Dos ediciones del texto árabe se Kan becbo kasta boy, la primera en T ú n e z , el a ñ o 1329 de la H é é i r a —1910—, por el erudito tunecino al-Basir a l -Für t i , cjue, como él mismo con­fiesa, no pudo disponer más cjue de u n solo manuscrito completo y de algunos f raémentos de otro. Su edición es a todas luces inaceptable y el texto resulta en muckos pasajes inintel iáible por sus muckos errores y lagunas. At r ibuye la obra arbitrariamente a I b n al-Jatib, con cuya biografía la encabeza.

1. S. Alloucke publicó en 1936, en la colección de textos árabes del «Ins t i tu t des Hautes Ktudes Marocaines», otra edición, para la cual se valió de u n ms. (jue le proporcionó Lévi Provengal, de otro de la Universidad de Argel—n.ü 1.132 —y de los dos fragmentos publicados por Dozy en sus «Loci de abbadidis» y en las «Réckercbes». La edición de Alloucke está kecka con escrupuloso cuidado y da un texto inteligible y aceptable en casi su totalidad.

Es lás t ima, sin embargo, que sólo consultase los manus-cristos existentes en el Nor te africano y no pusiese a contribu­ción los varios (Jue se encuentran en las Bibliotecas europeas, de los cuales tenía noticia por la In t roducc ión de Dozy a su fragmento en « Loci de abbad id i s» . Y o , al kacer esta t raducción, ke seguido su texto, cuya paginación señalo

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al mareen; pero Ke tenido, además , a la vista y los Ke aprovecKado para muckas variantes, adiciones y correcciones, los mss. de Pa r í s , de LisBoa y de ErVora, descubierto éste por Dav id Lopes, cine tuvo la áent i leza de proporcionarme copia de los tres.

L a lista de mss. de a l -Hu la l , de (jue tendamos noticias es: 1.° Pa r í s , BiW. N a t . «Anciens Fonds» , n.0 825; 2.° Leyden, n.0 24, I ; 3.° Madr id , Acad. de la His t . Col . G a y a n é o s ; 4.° Arée l , B ib l . Musée, n.0 1.132; 5.° T ú n e z , Mezquita a l -Z a y t ü n a ; 6.° Arée l , propiedad de Lévi Proven^al; 7.° Lisboa, Acad. de Ciencias, Gab. V . E . I I , n.0 5; 8.° Evora, n.0 C X V I ; 9. ° T e t u á n , propiedad de u n funcionario del Consulado de E s p a ñ a , seéún R . Basset, en su «Not ice sommaire des manus-crits orientaux de deux bibliotkecíues de Lisbonne», páé . 13; 10. ° Tremecén, propiedad de S i H a r y á w i , seéún Codera, en su «Misión kis tór ica en Arée l i a y T ú n e z » , páé . 14.

Finalmente, el editor de T ú n e z babla de unos f raémentos cuya importancia y localización ignoramos y de u n manus­crito completo cíue le sirvió para su edición y (jue verosímil­mente no será otro cíue el seña lado con el n.0 5, como de la Mezquita a l - Z a y t ü n a de acjuella ciudad.

Hora es ya de cjue los cultivadores no arabistas de nuestra bistoria medieval puedan disponer de esta fuente en una lengua europea. E n a l -Hula l , como en tantas otras produc­ciones de los cronistas árabes, no contemporáneos de los sucesos cíue narran, encon t ra rá el erudito referencias y datos exactos e interesantes, copiados al pie de la letra de autores de fama acreditada, cuyas obras se ban perdido; pero a l mismo tiempo t ropezará con leyendas tendenciosas, diálogos y cartas inventados burdamente, becbos deformados y cifras hiperból icas .

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E n la época de las Cruzadas, en c(ue el Is lam se vio atacado con violencia, tanto en Oriente como en Occidente, sintieron los musulmanes el afán de exaltar Kasta la exage­ración los éxitos de sus armas. La caída de Toledo y la desesperada si tuación de los reyes de taifas ante el poder y las ambiciones de Alfonso V I , así como los éxitos iniciales de las Cruzadas, Hicieron ver a los musulmanes, en la persona de Yüsuf h. Tasufin, el héroe providencial c(ue acudía a defender el I s l am y lo salvaba en u n momento crítico.

E l cronista de al H u l a l , siéti iendo el ejemplo del autor a n ó n i m o de «a l -Muér ib can sira mal ik a l -Maér ib» «Lo admi­rable en la vida del rey de Occidente» (Yüsuf b. Tasufin) y tomando de él a l é u n a s de sus ficciones, nos ofrece en torno a la venida de los A lmoráv ides a al-Andalus y a su tr iunfo en 2alaca, toda una serie de cartas cruzadas entre Yüsuf, los reyes de taifas y Alfonso V I , apócrifas, redactadas en u n estilo Kueco, carente mucKas veces de sentido, llenas de errores éramat icales y, tan desaprensivas, c[ue en a l é u n a de ellas l leéa Alfonso V I a llamarse a sí mismo ki jo de SancKo. E l sueño de Alfonso y su interpretación, invento oriental, los testimonios de personajes inexistentes, como el Garc ía , primo de Alfonso, la descripción arbitraria de la batalla y las cifras exageradís imas de combatientes y de muertos cristianos, todo ello Kace cine esta parte de a l -Hu la l , en £jue la pas ión ka enturbiado tanto sus mejores fuentes, Kaya de ser sometida a una severa crítica para despojarla de todas sus inconéruen-cias y desatinos.

Afortunadamente no ocurre lo mismo con el resto de su nar rac ión . K l relato de la expedición de Alfonso el Batallador a A n d a l u c í a es tan minucioso como exacto. E n el capítulo ííue dedica a a l -Mahdi de los Almohades y a su reforma

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reliéíosa, aunq[tie fantasea a léo en los diálogos ¿le sus escenas, dá muchos pormenores interesantes de oréanizac ión y las citas de las obras de I b n T ü m a r t son autént icas . E l primero y fracasado sitio de Marrakus, la victoria a lmorávide de al-Buliayra y la táctica de IBn Hamusk, c[ue dá ocasión a ella, merecen especial atención. Las campañas de T á s u f i n en al-Andalus, en vida de su padre ^ A l i , cjue tantas l a é u n a s p o d r í a n llenar, aquilatando y ampliando las enfáticas narra­ciones de la Crón ica del Emperador, es tán envueltas en una oscuridad, quizá deliberada, para atenuar los fracasos que alternaban con los éxitos del A l m o r á v i d e , y su texto es m u y defectuoso en cuanto a lugares y fechas. E n el reinado de cAbd a l - M u ' m i n son muy diénos de estudio la táctica almohade en l a batalla de M i n d á s , el relato de la toma de Marrakus y la curiosa información sobre l a manera cómo ' A b d a l - M u ' m i n formaba a los hafices para hacer de ellos sus funcionarios civiles y los oficiales de su ejército. Finalmente, anécdotas suyas como la del león y el zorzal, sirven para darnos m á s luz sobre el ambiente de la corte del M i r a m a m o l í n y para demostrar la falsedad con que el R a w d al-Qirtas rebaja su carácter hasta hacerle recurrir a una ridicula super­chería para loérar el poder.

Hasta ahora se ha tenido esta Crónica por a n ó n i m a ; el ún ico dato que, sobre la probable identificación de su autor ha encontrado I . S. Allouche, f iáura en l a obra moderna t i tulada «al-Sacáda al-abadiyya f i l ta ' r i f b i m a s á h i r al-b.adrat a l -mar r ákus iyya» , de I b n al-Muwaqqit , que cita, como una de las fuentes que ha utilizado, a a l -Hu la l , cuya paternidad atribuye a A b ü cAbd A U á h M u ^ a m m a d i b n Abi-1-Macali i b n a l - S a m m á k a l -Ma láq i , nombre que no figura en n í n á ú n repertorio bibliográfico.

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N o será esta t raducción todo lo perfecta <}ue yo Rubiera deseado, n i t endrá todo el complemento de erudición y de notas explicativas cjue la h a r í a n m á s ú t i l para una labor de divuléación; pero s í rvame de disculpa el aislamiento (jue me rodea en esta ciudad, donde nadie más cultiva estos trabajos y las dificultades con qíue tropiezo para disponer de los indispensables libros de consultas, sobre todo de los extran­jeros ( l ) .

Valencia, 1 diciembre de 1948.

( l ) K n la Colección de Crónicas árabes de la Reconcjuista, cuya t raducción al español encabezo con esta de «Al - H u l a l a l -maws iyya» , be traducido todas las poesías con c(ue sus autores las adornan; pero releyéndolas lueéo y meditando sobre su carácter e importancia, me he convencido de que son perfectamente inút i les para los investigadores y eruditos no arabistas, que Kan de recurrir a estas traducciones.

Las poesías a que me refiero puede asegurarse que, casi en su totalidad, no tienen m á s importancia que la del estilo, la prosodia y la rima, y estas cualidades, lo mismo que el lugar que ocupan en el Parnaso árabe, sólo pueden apreciarlas e interesarse en su estudio los arabistas especializados en la poesía arábiga. Traducidas al español , no son para el erudito y el investigador no arabista m á s que «verba et voces» consa­gradas a la adulac ión cortesana o al elogio hiperbólico de sus destinatarios, así que sólo daré una referencia de su tema y de los datos interesantes que ofrezcan, si contienen alguno.

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K n el nombre de Dios, clemente y misericordioso y la oración de Dios sobre nuestro señor M u k a m m a d y su familia.

E L L I B R O D E L A S T U N I C A S , R E C A M A D A S E N E L R E L A T O D E L A S N O T I C I A S

D E M A R R Á K U S

A labanzas a Dios, cine diriée los acontecimientos, seéún su voluntad y predest inación, el q[ue abre las puertas

de su bienestar al c(ue se lo pide y confía en él; la oración y l a salud sobre nuestro señor y dueño Mul iammad, su enviado, eleáido entre sus servidores y su mediador, el buen étiía del mundo, el mandado a i luminar y confirmar la verdad; l a complacencia (de Dios) sobre su famil ia y sobre sus compa­ñeros , íJUe lo acogieron y le ayudaron y trabajaron por su Konra y exaltación y lucharon con sus vidas preciosas por cortar los males del poli teísmo y estirparlos.

Nuestros votos por esta autoridad suprema mahometana, de Mubammad, el su l t án nasri ( l ) , luchador en la ¿ u e r r a santa, (jue ha hecho feliz al Is lam con el auáu r io de / su p.V intel iáencia y la bondad de su gobierno, con el don de l a victoria, q|Ue lo acompaña en sus estancias y en sus viajes.

A h o r a bien, cuando le ocurrió en estos tiempos, a l a capital, Marrakus, lo qtue cayó sobre ella, con el asedio, el ataque y las perturbaciones, y cuando la éente, a l conocer los acontecimientos de cada día se apenaba por las muchas

( l ) Muh.ammad V de Granada.

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calamidades ctue sobrevenían ( l ) : he a(íuí (jue la re l íá ión, éracias al Dios único, y las almas no se resistieron a preocu­parse de su fe y los musulmanes, donde quiera c(ue estén, son hermanos y especialmente en esta pen ínsu la y allende el Estrecho, y sus corazones no están dispersos, gracias a Dios , y sus propósi tos son de ayudarse mutuamente con el socorro y protección de Dios y sus personas se dir iéen a combatir a los pueblos infieles.

Dios prolongue (la durac ión) del Is lam con la conserva­ción de nuestro señor, el i m á n , el á r a n califa, el refugio i nv io ­lable, el q[ue sostiene las carcas y todo lo garantiza, el ííue distribuye a todos el reconocimiento de sus éracias, y le h a á a t r iunfar en la tierra por medio de sus ánéeles celestes con su éenerosidad y bondad.

He reunido en este trabajo u n extracto de sus principales sucesos (de Marrakus) y una enumerac ión de los ataques, en sus asedios y demás acontecimientos grandes, de las batallas dignas de consideración, desde cíue la fundaron sus habitantes

p.V y se delineó su emplazamiento / y comenzó a amurallarse y edificarse; (después) de recordar al <jue decidió c[ue se l a tomase por asiento de su poder, recordaré lo c(ue ocurrió durante las dos dinast ías , la de los Almoráv ides l amtumíes y la de los Almohades m u m i n í e s (de la famil ia de 'Abd. a l -M u ' m i n ) y de sus guerras y combates y sus encuentros y sucesos; y, en relación con ésto, menc ionaré los hechos memorables ocurridos en esta pen ínsu l a (de al-Andalus) y lo sucedido, entre tanto, en al-Magrib, de destrucción de edificios y conquistas de ciudades, y sitios del cjue fué sitiado y triunfos del ctue t r iunfó.

Dios r e ú n a a la comunidad musulmana en el reposo de su misericordia y nos guíe por el camino del para íso por su gracia y bondad.

( l ) Sitio de Marrakus en l 3 8 l por Abu-l-cAbbas, su l t án mer in i de Fez, que la tuvo cercada cinco meses.

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He abreviado todo ésto, por miedo a la prolij idad, y lo he seleccionado de u n n ú m e r o de obras reunidas de los grandes sabios. He colocado cada suceso en su tiempo, rela­cionado con el nombre de su su l t án y be dirigido las noticias de sus reyes con el mejor plan, libando y clasificando los dicbos ordenadamente.

Me be l imitado en la bistoria del imperio excelso ya'qrabi, mar in i (Benimer ín) a dar las f ecbas, sin noticias, buscando la concisión e i nc l inándome a la brevedad, aunque, por esta concisión, no refiera los becbos de todos los califas.

Sin embarco, no prescindiré de citar versos y transcribir las epístolas cortas e insertar las novedades, qíue admiran por su fuerza, y las exhortaciones, q[ue medita el (jue las oye, y la descripción de los hechos, / cine aclaran lo tíue les siéue, y lo p . l c[ue les antecede y se le pintan al hombre las batallas y sus estratagemas, de modo cjue el <iue no las ha presenciado, personalmente, parezca <íue las presencia. Para el intel iéente, si mira con su talento los hechos humanos y se le proponen en f iéura de combate y luchas, es como si lo viera con sus ojos; se le presentan los sucesos con la m á s clara luz y crece con este conocimiento su experiencia y su práctica; se adquiere habilidad y háb i t o , se disminuye la preocupación de los asuntos é^aves y se sobrepone con el curso de los días a lo difícil y a lo fácil.

S i no es por la historia se perdería el esfuerzol de los gobernantes d is t ináuidos y no serían las acciones loables las cjue los diferenciasen de los perversos; se i gno ra r í an los imperios y mor i r í a el recuerdo de los primeros (tiempos). E n conservarlo está la consideración y la exhortación y la adver­tencia, y el lector adquiere prudencia e inspi rac ión y dá en el blanco con la flecha bien dir ié ida.

Todo esto sirve como in t roducción a las noticias (¿ne voy a exponer; pero, ahora, al llegar a este punto de m i trabajo.

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tenéo (jue proponer su t í tu lo . Lo Ke llamado «E-l l ibro de las p.o túnicas / recamadas» ( l ) en el relato de las noticias de Mar ra -

kus (2). R u e é o a Dios cjue me diri ja por el buen camino y me

facilite m i deseo y m i propósi to , porgue él es el (íue responde a los rueéos y (íue éa ran t i za la buena marcba de los asuntos^ Alabado sea; no bay m á s Dios (Jue él, el grande, el excelso, el élorioso, el señor de la majestad.

N O T I C I A D E L A G E N E A L O G I A D E L O S M U L A T T I M Ü N ( 3 ) Y C O M P E N D I O D E L A S H I S T O R I A S D E S U S P R I M E R O S P R I N C I P I O S

Los m u l a t t i m ü n (velados) se remontan a L a m t ü n a y son los bijos de Lamt. Lamt, G u d d á l , Lamt y Massüf son del

(1) O túnicas de t isú, como interpreta Garc ía G ó m e z en su t raducción de la Ep ís to la de al-Saq[undi, «Eloéio del Is lam Españo l» , páé- 112. «Al-wasy» es una especie de tela de seda de diferentes colores, recamada a veces con oro, Dozy, «Sup-plément aux dictionaires árabes», I I , 8o9.

(2) Marrakus, con la rara variante de M a r r ü k u s , (Jue Lévi -Proven?a l ba encontrado en las «Memorias del rey Z i r l cAbd Al láb» , «a l -Andalus» , I V , pág. 107 y n.a 10 ó la de M a -r rák i s , (Jue da a l - N á s i r i en su «Isti(l¡sa», trad. Co l in en los «Arcbives Marocaines», X X X I , pá¿ . 143 y n.a 3, ba dado en español «Marruecos», cine en vez de referirse a la ciudad, solamente como en árabe, se aplica a todo el país. E l nombre Marrac(uex c[ue se da babitualmente a la capital es u n éa l i -cismo. E l fonema M a r r ü k u s concuerda mejor fonét icamente con la vocalización española .

(3) Las Almoráv ides eran llamados al M u l a t t i m ü n (los velados con el l i tám) y su uso se general izó tanto en el Sabara <jue, seéún a l -Bakr i , todas las tribus del desierto usan el

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linaje de ^inKaya ( l ) . Lamt es el abuelo de L a m t ü n a ; Guddal, de G u d d á l a ; Lamt, de Lamta y, Massüf, de Massüfa . Cruzan el desierto en sus marcKa y no permanecen en u n sitio, n i residen en una ciudad. Recorren el desierto, en una extensión de dos meses de anclio por otros dos de la réo , entre las tierras del S u d á n y las del Islam. Son musulmanes cjue siguen la «Sunna» del Profeta (2) y hacen la é^terra santa a las demás taifas del S u d á n .

Dice A b ü cAl)d A l l á k b. Y a k y á al Z u h r i (jue las éentes del S u d á n , cuya capital es Gana (3), k a b í a n profesado desde m u y anticuo el cristianismo, kasta q[ue el año 469—5 Agosto 1076 a 24 Julio 1077— se islamizaron de buena fe, cuando salió

nic[ak —velo de mujer— encima del l i t ám, de modo c(ue no aparece (de su rostro) sino el fi lo de la mirada y no se desprenden de este velo en n i n é ú n caso y no lo reconocen a uno sus vecinos o parientes, si no está velado; y lo mismo en los combates, si es muerto a l é u n o y pierde su velo, no se le conoce cjuien es, kasta q[ue vuelve a ponérsele el velo: y se les ka kecko más necesario q[ue su (propia) piel. A todos los demás kombres qfue no siétien su moda, los l laman en su l enéua «bocas de moscas». A l - B a k r i , «Descript ion de FAfricjue septentr ionale», trad. Slane, paé* l7o.

(1) S iéo la lectura de los ms. de Pa r í s , Lisboa y Evora, mucko m á s correcta cíue la de Alloucke. E l texto de éste, dice: Relato de la causa de la salida de los Lamtun í e s y compendio de sus noticias anteriores. Estos Lamtun íe s se remontan a L a m t ü n a y son los kijos de Lamt. Lamt, Guddala y Lamta son del linaje de los § i n k á y a y cruzan el desierto.

(2) Sunna —costumbre, modo de portarse, precepto—. L a sunna del Profeta, siénifica a la vez los actos y éestos de Mukammad, sus palabras y su aprobación muda de lo qíue otros kicieron en su presencia. Al-sunna lleéó a ser la palabra propia para señalar la práctica y la teoría de la comunidad de los musulmanes ortodoxos. «Knciclopedie de Tls lam», I V , 548.

(3) Ciudad del S u d á n , koy desaparecida. H a y varias opiniones sobre su si tuación; unos la colocan en el A w k a r ,

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del desierto el emir A b ü YaKyá, Rijo del emir A b ü Bakr h. ' l i m a r , al L a m t ü n i ( l ) .

N o tienen L a m t ü n a y los bereberes más relación qne las de los matrimonios. Los ^inliayas kacen remontar su éenea -loéía a Himyar . Salieron al Yemen y se fueron al desierto y habitaron en a l -Maér ib .

La causa de esta emiéracion fué c[ue a uno de los reyes de los T a b á b i ' a (2) cjue no tuvo i é u a l entre los reyes, sus antecesores, n i le alcanzó n i n é u n o en vir tud, n i en el esplen­dor de su reino, después (Jue razió y castiéó a sus enemiéos

P'A I y venció a los árabes y a los pacanos y oscureció a todos los pueblos c[ne Kubo antes de él, le comunicaron unos historia­dores de las vicisitudes de los tiempos *y de la bajada de los libros (revelados por Dios a sus Profetas) (jue Dios enviar ía u n enviado (Jue sería el sello (ú l t imo) de los profetas y c[ue lo m a n d a r í a a todos los pueblos (3).

a 35o kms. al N . del N íáe r ; otros m á s cerca de ese río y no lejos de T imbuc tú . E^ra la capital de u n é^an imperio neé ro , descrito por a l -Bakr i . cAbd A l l á b , sucesor de I b n Yasin, se apoderó de A w d a é u s t , entre Siyilmasa y Gana, en la frontera Nor te del reino de Gana, en 1054, y lueéo A b ü Bakr, tras quince años de guerras, se apoderó de Gana, en 1076, mientras Yüsuf b. Tásu f in concjuistaba a l -Maér ib . «v. E/nciclopedie de l l s l a m » , 11. 148 y 535.

(1) Ms . de Lisboa A b ü Zakariya* b. ' l i m a r , (2) Nombre común a los antiguos reyes del Yemen.

Sobre sus leyendas véase I b n J a ldün , «Prolegómenos», I , 19» trad. de Slane. La casa de la Meca, en q[ue nació Maboma, se llamaba dar al-Tababi'a,

(3) Mss. de Par í s , Lisboa y í /vora . La lectura de A l l o u -cbe es incorrecta, como se desprende de su mismo texto. Dice: y los libros bajados (revelados) por Dios a su Profeta —sobre él la oración y la salud—y c[ue Dios enviar ía u n enviado c ue sería P á é . 8.

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E l lo creyó y tuvo por cierto lo cine kab ía de suceder y dijo: Testifico que AKmad (Mukanimad) es el enviado de Dios y compuso unos versos cfue empiezan:

«Certifico que A k m a d es el enviado de Dios, creador de la vida.

Su pueWo, que se l l amó en los libros el pueblo de AKmad, es el mejor de los pueblos ( l ) y si m i vida alcanza la suya, seré su visir y su primo, etc.

L a composición es m u y l a réa y su kistoria famosa.

Lueéo se fué al Yemen y l l amó a la éente de su reino para lo que él creía; pero no le respondió , sino u n ¿ t u p o de H imyar . Cuando la éente inf ie l venció a la creyente y los que le siét i ieron a este rey quedaron o muertos o desterrados o per­seguidos y fugitivos, se velaron el rostro, a modo de las muje­res de aquel tiempo, y huyeron para salvarse y se dispersaron por el mundo, víct imas del cautiverio.

Esta fué la causa de la salida de los antepasados de los m u l a t t i m ü n del Yemen, como se ka dicko, y que fuesen ellos los primeros en usarlo (2). Lueéo fueron emié r ando de u n país a otro y de u n sitio a otro, en el transcurso de los días y de los tiempos, kasta que llegaron a a l -Maé r ik extremo, país de los bereberes, y en él se establecieron. E l velo fué el adorno con que Dios los d is t inguió y por su medio los salvó de sus ene-

(1) Este secundo verso sólo f iéura en el ms. de Lisboa. (2) Seéu imos la lectura de los mss; de Evora y Lisboa.

E l de Pa r í s , dice: la causa de la salida de los mula t imun (vela­dos). Al loucke: la causa de la salida de la «velación» de los m u l a t t i m ü n . P á é . 8.

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p.^ miéos ; les é^s tó y lo adoptaron, y fué / su atavío y el de sus descendientes y no se Kan desprendido de él kasta el presente ( l ) .

N O T I C I A D E L P R I N C I P I O D E S U I M P E R I O

E N E L S A H A R A Y E N A L - M A G R I B

Se cuenta q[ue el motivo de cfue salieran del desierto, para KaBitar en a l -Maé r ib , fué qtue uno de los jefes de Guddala (2), llamado Yakyá. b. I b r á k i m , cumplió la pereér inación y pasó , a su regreso, por la ciudad de a l - Q a y r a w á n el a ñ o 44o —16 jun io 1048 a 4 junio 1049—. Acud ió en ella a las sesiones del maestro alf acjuí A b ü I m r á m , el de Fez (3), el cual le preguntó por su cábila y por su pa ís . Le dijo cjue era sakariano de la cá-

(1) E l l i t am es u n trozo de tela c(ue cukre la boca y con el cual los beduinos se cubren la parte inferior de la cara, la boca y, a veces, parte de la nariz. Este velo protegía de u n modo muy práctico los o réanos de la respiración contra el calor y el frío, así cerno contra el polvo. Permi t ía , t ambién , el enmascarar el rostro y escapar a las venganzas (Jue seéu ían a los asesinatos. V . «Encyclopédie de l ' I s lam», I I I , 29.

(2) Yakya b. I b r á k i m , emir de Sinkaya, qfue abdicó en favor de su k i jo I b r á k i m b. Y a k y á , antes de emprender su viaje a la Meca, lleéó a a l - Q a y r á w a n el 430 —3 Oct. 1038 a 22 septiembre 1039—. «El Car tás» , trad. Hu ic i , páé- 122.

(3) A b ü I m r á n Musa b. A b i Hayy , que fué de Fez a establecer en a l - Q a y r á w á n para oír a l sabio A b ü - l - H a s a n al-Qabasi; fué lueéo a Baédád , donde acudió a las lecciones del alfaq[uí y cadí A b ü Bakr, el médico, y aprendió mucko con ál. Volvióse después a a l - Q a y r á w á n y en ella permaneció kasta su muerte, ocurrida el 13 de R a m a d á n del año 43o—8 jun io 1039—. I d . i d . páé . 123.

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H l a de Guddala ( l ) , una de las ramas de $ ín l i aya . E l alfacíuí le preguntó <íué escuela escogía en sus doctrinas. Le respondió: « N o tenemos n i n g ú n conocimiento de las ciencias n i seguimos la doctrina de ninguna escuela, porgue estamos en el desierto aislados y no llegan a nosotros m á s (Jue algunos comerciantes ignorantes, a quienes lleva el negocio de comprar y vender, y <íue no son instruidos (2).

Kntre nosotros Kay gentes ávidas de aprender el A l c o r á n y de adquirir la ciencia y deseosas de instruirse en las leyes de la religión, si encontrasen el camino para ello. Q u i z á tú , loK, señor!, nos proporciones uno de tus discípulos que venga con nosotros a nuestro país para (lúe nos enseñe la rel igión».

E l alfacíuí A t ü cImrán a l -Fás i le dijo: «Te lo preporcio-naremos, si Dios c(uiere». Expuso el caso a sus discípulos; pero ninguno lo aceptó por la mucka distancia y por el ais­lamiento del desierto. Entonces el a l fa^uí le indicó a uno de los alfacjuíes de a l -Magrib extremo, cjue kabitaba en el Sus y se llamaba W a k á k h. Z a l w á n (3), conocido / por su bondad p. \. y piedad, con (Juien ten ía trato y correspondencia. Le escribió sobre el caso y le ins tó a dedicarse a él.

(1) N o se conoce entre ellos cultivo, n i siembra, n i pan. Su única riqueza son los rebaños y viven de su carne y de su lecbe. Se pasa la vida de algunos de ellos sin (Jue vean pan n i lo coman, a no ser cjue pasen por ellos comerciantes del país del Islam o del S u d á n y les den pan o les regalen karina. A l - B a k r i . pág. 164.

(2) Variantes: W a y á y , W a g á g . Las tres consonantes y, g y k se intercambian con frecuencia, como Ka^ ocurrido en Senegal, derivado de S i n b á y a , en Guddala por Yuddala y en Guzzula por Yuzzula . Conde, en su «Dominac ión de los árabes en E s p a ñ a » , I I , 101, lo l lama A b ü Izacj y la edición de T ú n e z , B ü Y á y .

(3) Ms . de Lisboa: a uno de sus discípulos, alfaíjuí de los Masmudíes .

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Cuando el citado Y a k y á fc. I b r á k i m lleáó a visitarlo y le entreáo la carta, lo recibió con agasajo y Konra y le escoéió a tino de sus compañeros llamado cAbd A l l a k b. Yas in el Yazzu l i ( l ) , discípulo del jeíjue Sayyidi W a k á k b. Z a l w á n y lo m a n d ó en su compañía . Kn t ró en el desierto kasta las tierras de G u d d á l a con Y a k y á b. Ib rak im, a l - L a m t ü n i . H a b í a estado antes en al-Andalus, en tiempos de los reyes de taifas, por espacio de siete años (2), leyendo el A l c o r á n y adquiriendo mucka ciencia. Lueéo se fué con él a la cábila de G u d d á l a , en a l - M a é r i b extremo.

Se alebraron y se le reunieron unos setenta jeques de sus alf acjuíes y éente buena, para que los instruyese en la rel igión; se le aficionaron mucko y se unieron a él, con á t a n respeto y honra, sin separarse durante mucko tiempo (3). Se le j u n t ó

(1) Le elíéió W a y á y , entre sus compañeros , uno llamado ' A b d A l l á k b. Y á s i n cuya madre se llamaba T i n I z á m á r i n de la éente de G u d d á l a , de la aldea llamada Timámaná .wt , en el linde del desierto de la ciudad de Gana. Lle^ó con él a su l uéa r y se reunieron para aprender de él y someterse a él unos sesenta kombres. Raziaron a los B a n ü L a m t ü n a y los cercaron en una m o n t a ñ a suya, los derrotaron y colocaron, como bo t ín , lo que les cocieron de riquezas y no cesa su causa de fortale­cerse. Nombra ron su jefe a Y a k y á b. cUmar b. T a l á y y á y i n , y A b d A l l á k b. Yás in , su étiía, se abs tenía de comer sus carnes y de beber su lecke, porque sus bienes no eran puros, y sólo se alimentaba de la caza del campo. A l - B a k r i , páé . 165.

(2) Ms. Pa r í s : nueve. (3) Le obedecieron kasta que le acusaron de cosas que

son larcas de contar. Encontraron algunas contradicciones en sjas juicios y se levantó contra él u n alf aquí de ellos, llamado Y a w k a r b. S a k k á n , con dos de sus notables, a uno de los cuales le llamaban l y á r y al otro I n t a k k w á ; lo destituyeron del gobierno y del consejo y le quitaron la (adminis t rac ión de la) kacienda pública; lo expulsaron, derribaron su casa y saquearon lo que k a b í a en ella de muebles y utensilios. Se fué temeroso de las cábilas de $ i n k á y a , kasta llegar a cono-

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un é r a n n ú m e r o , kasta c(ue ' A t d A l l a K h. Yas in m a n d ó a las cábilas de Guddala i r a raziar a L a m t ü n a y la atacaron, Kasta c[ue entró en la invocación de cAbd A l l á k h. Yas in y con él atacaron a las demás tribus del desierto y les Kicieron la éuerra .

Creció el poder de Guddala y aumen tó su prestiéio, y ellos obedecían sus órdenes y se somet ían a sus juicios. Se diriéió a L a m t ü n a y se sometieron a su obligación y el más sumiso fué el emir de L a m t ü n a , A b ü Z a k a r i y y á ' Y a b y á b. cUmar ( l ) .

Cuando el emir se pon ía al frente del ejército an tepon ía al jec[ue A b ü / Mukammad cAbd A l l á h b. Yasin, (Jue era en p. ^ verdad el emir y el c(ue mandaba y probib ía , aunque él les decía: «Yo sólo soy el maestro de vuestra religión».

H a b í a junto a L a m t ü n a una m o n t a ñ a , en la q[ue v iv ían cábilas bereberes (¿ne no eran musulmanas. Las invi tó el jeíjue a adoptar la rel iéión, pero se neéaron , y entonces aconsejó a l

cimiento de W a y á y lo (jue bab í a becko con cAbd A l l á k y les kizo saber cfue el c(ue se opusiese a las órdenes de cAbd A l l á k Quedaba fuera de la comunidad (excomulgado) y era lícito el matarlo. Le ordenó volver a ellos; volvió, m a t ó a los cjue se k a b í a n levantado contra él y ma tó , además , u n á^an n ú m e r o de los (Jue lo merecían por su conducta y libertinaje. A l - B a k r i páé . 165.

( l ) Kra Y a k y á b. ' l i m a r el kombre m á s adicto a cAbd A l l á k b. Yasin y el más sumiso a lo íjue él mandaba. Dicen muckos íjue cAbd A l l á k le dijo en una de acuellas éuerras : « O k , emir: H a y (}ue correéirte». Y a ^ y á le contestó: «¿Kn íjué lo ke merecido?»/ A b d A l l á k le dijo: « N o te lo contaré kasta c(ue te corrija y tome la justicia de Dios en t í». Le obedeció el emir en ésto. Le impuso u n castiéo corporal y le dió el alfac(uí unos éolpes de lá t iáo . Lueéo le dijo: «Kl emir no entra en la batalla personalmente, porgue su vida es la vida de sus soldados y su perdición la de ellos», a l -Bakr i , p. 166. Lo desnudó y le dió veinte azotes. « E l Car tás» , trad. H u i c i , páé . 128.

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emir A h ñ Z a k a r i y y á ' Ya l iya fc. 'Umar <lue los raziase. F u é éste contra ellos, con la t r ibu de L a m t ü n a , cjue eran entonces unos mí l caballeros: los derrotaron y cautivaron y se repartie­ron sus riquezas. Separaron el cjuinto del bot ín , y se dice cine este fué el primero que repart ió a los L a m t u n í e s en su desierto.

Perecieron muckos de ellos en esta batalla y entonces el jeque A b ü Mul iammad ' A b d A l l á b b. Yas in los l l amó almo­rávides ( l ) al ver su é r a n resistencia y su hermoso valor con­tra los poli teístas.

Dice A b ü ' A b d A l l a h , al Bakr i , que los Lamtun íes en sus batallas t en ían una energía y u n valor que no se veía en otros y que por eso conquistaron la tierra. Kra su combatir sobre camellos más que a caballo, en su m a y o r í a a pie, mante­niéndose firmes, l ínea tras l ínea y los bombres de la primera l ínea t en í an en sus manos lanzas la réas . Preferían la muerte a la derrota y era muy mal considerado el fuéitivo del com­bate (2).

Cuando el jeque A b ü Mubammad cAbd A l l á b b. Yas in vió la elevación de L a m t ü n a y su consaérac ión a la ét ierra

p. \V santa, quiso ennoblecerlos y darles el dominio / de a l -Maér ib .

(1) A l - M u r á b i t t ü n , especie de monjes é^erreros , que v iv ían en u n r ibá t o convento m á s o menos fortificado-De ak í se deriva «morabi to» en español y «marabout» en francés.

(2) Combaten a caballo y sobre camellos; pero la mayor parte de sus soldados son infantes en filas. £ n manos de la primera f i la bay lanzas l a réas para atravesar y berir; las filas que le siguen llevan jabalinas; cada bombre tiene cierto n ú m e r o de ellas para arrojarlas y no sucede que fallen y no b a é a n daño . Tienen u n bombre, al que ponen delante de cada f i la con una bandera en su mano, y ellos se mantienen firmes mientras ella está enbiesta y, si la inclina a tierra, se sientan todos y quedan m á s fijos que una m o n t a ñ a . N o persiétien al que kuye ante ellos. A l - B a k r i , páé-166.

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Por eso les dijo: «Habé i s soportado todas las penalidades y hateis KecKo tr iunfar a la re l ié ión del enviado de Dios; habéis conquistado todo lo c(ue hab ía delante de nosotros y ahora conquistaréis , si Dios quiere, lo que está a vuestra espalda» ( l ) .

Les ordenó el salir del desierto e i r a S iy i lmása (2) y a l Dar 'a (3) cuyos habitantes obedecían entonces a los emires m a é r a w a s de Z a n á t a y era su emir M a s ' ü d b. W a n ü d i n b. J a r z ü n b. Falfül , el Ha2:rayi.

Después de exhortarlos a someterse y de que no contesta­ron a su demanda, los atacaron con u n é r an ejército. Vencieron y entraron en Siy i lmása , apoderándose de ella, que estaba m u y poblada, y sosteniendo muchos combates con los m a é r á w a s .

Lueéo el emir A b ü - Z a k a r i y y á c Yabya b. cUmar, con su imam el jeque A b ü Muhammad cAbd A U a h b. Y á s i n y u n ejército poderoso de L a m t ü n a , Masüfa , Lamta y H a z r á y a se

(1) Los a lmorávides v iv ían de cara al Sahara, donde t en ían su campo de acción, y de espalda a l D a r á n (Atlas) , que ahora van a conquistar. Conde traduce: «dejaréis a vuestra espaldas los estorbos que se os ofrezcan en la virtuosa senda, que debéis seéuir para alcanzar el paraíso» P á é . l72 .

(2) Ciudad hoy desaparecida, situada al S. S. O. de Tremecén, en la actual reé ión de Tafilel t , sobre el río de su nombre, afluente del M u l u y a .

(3) E l Dar'a, hoy Dra, es el m á s la ráo de los ríos marro­quíes; se forma en el Atlas , cruza el A n t i - A t l a s por el desfila­dero de Tarea, lueéo el Yabal Bani , por u n secundo desfiladero, y penetra en el desierto, donde su corriente se ext inéue, hasta llegar a su desembocadura, a 60 k i lómet ros al S. O. del Cabo N u n . E l territorio de su curso medio es uno de los m á s fértiles y ricos de Marruecos. Véase «Encyclopédie de ITslam». 1,1.107.

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dirigió a la región del Dra a, donde se encontraron con las tropas de G u d d á l a . Fué muerto el emir A b ü Zakariy-yá* Y a k y á h. cUmar y con él mucka éente ( l ) .

Después de ésto, nombró el jeq[ue A b ü Mubammad ' A b d A l l a h h. Y á s i n a su hermano el emir A b ü Bakr b. U m a r (2) y lo reconocieron L a m t ü n a y las demás cábilas de los velados y la éente de Siyilmasa y del Dra'a y sus regiones.

Entonces se dirigió al país de los masmudíes , en dirección a A é m a t , y se le sometieron U r i k a , H a y l á n a y Hazmira .

Lleéó a A é m á t (3) el año 450-28 febrero 1058 a 16 febrero 1059. Le salieron al encuentro los jeques masmudíes y se le sometieron. Se instaló en A é m a t de U r i k a y la kizo su resi-

p. \r dencia con el imam cAbd A l l á k b. / Yasm. Este se dirigió lueéo al país de T á m a s n á , para apaciét iar los y excitarlos a la obediencia; pero estaban en él los B a r é a w á t a s (4) c[ue lo ata­caron y lo mataron (5).

(1) Atacaron los almorávides la ciudad de Siyilmasa, después que conminaron (a aceptar su doctrina) a sus kab i -tantes y a su emir M a s ' ü d b. W a n ü d i n , a l M a é r á w i . N o les contestaron a lo que quer ían y les atacaron con u n ejército cuyo n ú m e r o era de 80.000 camellos de silla. Mataron a Mas 'üd , saquearon la ciudad y dejaron en ella una é t i a rn i -ción. A l - B a k r i , páé- 167.

(2) «El Car tás» , trad. H u i c i , páé . 130, da una vers ión distinta, pues dice: M u r i ó el emir A b ü 2acaria Yak ia b. cOmar en la éuer ra santa, en el S u d á n , y el alfacjuí 'Abdala b. Yas in n o m b r ó en su l u é a r a su kermano Abubequer b. 'Ornar, el Lamtun i , en el mes de M o k arrem del a ñ o 448—21 marzo a 19 abri l 1056—.

(3) E l emir de los a lmorávides kasta koy, año 460 —1068— es A b ü Bakr b. cUmar y su poder está disperso y no aunado: su sitio es el desierto. A l Bakr i , páé- 170.

(4) «El Car tás» dice que los a lmorávides entraron en A é m a t el año 449-10 marzo 1057 a 27 febrero 1058; detúvose en ella cAbdala b. Y á s i n cerca de dos meses, para que desean-

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C A U S A S D E L A D E M A R C A C I Ó N D E L A C I U D A D / p. o D E M A R R A K U S Y D E S U C O N S T R U C C I Ó N Y D E L A E L E C C I Ó N D E S U E M P L A Z A M I E N T O ( i )

L a causa fué, seéún cuentan muclios sabios kistoriadores, <ÍUe cuando el emir A b ü Bakr h. cUmar h. I b r a k i m b. T ü r -(juit (2), a l Lamtüni^ sal ió del J.esierto con los l amtun í e s y se estableció en A é m a t de U r i k a (3), creció mucho la poblac ión y pusieron en estrecbez sus habitantes.

sa rán los a lmorávides; lueéo los condujo a raziar Tadla: la tomó y ma tó a los Beni-I f rén (Jue encontró en ella, se apoderó de Luent, el M a é r a u a , y lo ma tó ; de all í pasó a Tamasna, la ¿ano y supo (Jue en sus playas v iv ían los b a r é a w a t a s en é r a n n ú m e r o y que eran idóla t ras infieles. Traduc. Huíc i , páé . La capital de Tamasna es Salé .

(5) A l - B a k r i le dedica u n capítulo, con datos muy inte­resantes sobre su religión, recibidos de u n embajador ba r éa -wata con (Juien t ra tó en Córdoba , páé . 134.

(1) La edición de Alloucbe y los mss. de P a r í s y Evora ponen la fundación de M a r r á k u s antes c(ue los orígenes y formación del imperio a lmorávide . Sólo el ms. de Lisboa sigue el orden cronológico, (pie be aceptado.

(2) E l ms. de P a r í s n . 825, de la Bib . Nationale, vocaliza Tuariq[uit.

(3) I d . E n A g m á t y en K i k . L a meseta calcárea de K i k es la cjue separa la l lanura de M a r r á k u s del pasillo c(ue une el valle del W á d i Rgaya a l del W á d i Naf is . Vide H . Basset y H^Terrasse, «Sanctuaires et Forteresses a lmohades», p. 31. E l A g m á t de hoy es una gran aglomeración de campos, huertas y casas de adobes con abundante riego y mucho arbolado. Es uno de los paisajes m á s j b o n i t o s de la región. A dos o tres k i lómet ros de ella está U r i k a , pueblo grande con u n importante «melláh» judío . Antes de la fundación de M a r r á k u s , A g m á t y Naf is eran los principales centros de la comarca. E l ú l t imo emir de Agmat , Lagut o Lakut ,

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A l verse con ac(uella molestia se íjuejaron los jeques de U r i k a y H a y l á n a al emir A t ü Bakr h. cUmar de la fatiga e incomodidad c[ue k a b í a n caído sotre ellos, y se lo repitieron una y otra vez hasta c(ue lo determinaron por f i n a decirles: «señaladme sitio para construir una ciudad, si Dios quiere».

Convinieron todos en cine se construyese entre los t e r r i -p .^ torios de H a y l á n a y de Hazmira; / se lo comunicaron al emir

A t ü Bakr y le dijeron: «Te Kemos elegido, loh emir!, u n sitio desierto, l lano y espacioso c[ue conviene a t u p ropós i to . £ 1 r ío Naf is forma sus jardines y la tierra de D u k k á l a es su ¿ ranero ( l ) ; las riendas del D a r á n (el At las ) es ta rán en manos de su emir». Y le aconsejaron trasladarse al l lano de M a r r á k u s .

marido de la célebre Zaynalb, k u y ó a T á d l á al ser conquistada en 449 por los a lmorávides . La «madrasa» de A é m á t contiene mucKos sepulcros y entre ellos — dice la «E/ticyclopédie de l ' I s lam». I . 186 — l iabr ía que buscar quizá el del infortunado Mu ' t amid de Sevilla, que al l í m u r i ó en el destierro; pero a l -Maqqár i , en su «AzKár a l -R iyád» , páé- 297, dice que estaba en sus afueras y cita las palabras de I b n al-Jatib sobre su visita: me detuve ante la tumba de a l -Mu' tamid que estaba en el cementerio de A é m á t , en u n mont ícu lo de tierra. A siete u ocbo k i lómet ros de A ^ m á t - a n U r i k a se encuentra A é m á t - an W a i l á n , que d i s t inéuen claramente al - B a k r i p. l53, y al-Baydaq, p. 70 del texto y 113 de la trad. en «Docu-ments inédits d'bistoire a lmobade» por E . Levi-Provenfal.

( l ) K n la edición de Alloucbe se lee: «faddán» y u é a d a , medida superficial de tierra o yunta de bueyes; mientras que el ms. de Lisboa da la variante «farrán», bornero (panadero). E n confirmación de esta lectura vemos en las «Memorias» de al-Baydaq que los S i n b á y a de T i séa r t , cuando cAbd a l - M u ' m i n iba a sitiar a M a r r á k u s , le enviaron una espié^ de t r iéo con el s iéuiente mensaje: «Apresúra te a apoderarte del t r iéo de los D u k k á l a antes de que entre en M a r r á k u s , porque, si no, no t o m a r á s nunca la ciudad». Levi-Provenfal. «Docs. Inéd.» páé* 167.

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A l oír ésto, A b ü Bakr m o n t ó a caballo acompañado de su éente, los velados y de los jeq[ttes m a s m u d í e s y de los notables del país . Se dirigieron con él al emplazamiento de Marraktis , íjue era u n despoblado, donde no b a b í a m á s <jue gacelas y avestruces y no crecían m á s <íue lotus y colo^uintos ( l ) .

Sucedía ésto el a ñ o 462 — 20 oct. 1069 a 8 oct. 107o —. Se t ras ladó a aíjuel l lano y encontraron en su planicie (Jue los atrajo la bondad de sus abundantes pastos para sus camellos y é a n a d o s y se apresuraron a levantar sus casas antes de amurallarla (z) .

(1) L l eéa ron todos juntos basta el bosque y l lanura en cine abora está la ciudad de Marruecos; estaba este boscjue desierto y no babitaban entonces en él sino leones, t iéres, cabras montesas, avestruces y otras fieras, y no nac ían en acuella tierra sino adelfas, espinos y otros rúst icos arbustos. Conde, páé . 173.

(2) Este sitio era antes una espesura babitada por bereberes, a (Juienes Yüsuf b. Tasufin lo compró por setenta dí rbemes. Levan tó all í una pequeña mezquita de ladrillos cocidos, y los bereberes siguieron por orden suya viviendo all í y levantaron cbozas de ramas. E l Zercjuesi. «Tar i j a l -dau la ta in» , trad. F a é n á n , páé* 8. « E l C a r t á s » atribuye a Yüsuf la fundación de M a r r á k u s , auncjue fué m á s bien el continuador de las obras y dice: C o m p r ó el sitio de la ciudad de M a r r á k u s a sus poseedores masmudíes , p lan tó en él sus tiendas y edificó u n oratorio y una alcazaba pequeña para a lmacén de sus riquezas y armas, sin rodearla de murallas. A l comenzar la obra del oratorio se ciñó y t rabajó en el mortero y en la obra con sus manos, entre los trabaja­dores, por bumildad y penitencia. Lo construido por Yüsuf lleva boy el nombre de «Sur al Ja i r» (muro del bien) al norte de la aljama de la K u t u b í a . Cuando subió al poder su bijo cAl i , cons t ruyó los muros en ocbo meses, el a ñ o 526 —1132—. Después se consaéró a a é r a n d a r l a y embellecerla el A m i r a l - M u ' m i n i n , Yacjüb a l - M a n s ü r . «El Car tás» , trad. H u i c i , páé . l 4 l . A l - I d r i s i dice, t ambién , (Jue M a r r á k u s fué fundado

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Estando allí el emir A b ü Bakr, ocupando a la éente en la construcción de las casas, le lleéó u n enviado de L a m t ü n a , del desierto, para Kacerle saber q[ue la t r ibu de G u d d á l a los raziaba y (Jue estaban en continua revuelta. Dejó en su l uéa r a su primo Yüsuf b. T á s u f i n en a l - M a é r i b y él se volvió al desierto para socorrerlos y tomar venganza de sus enemigos.

N O T I C I A D E Y U S U F B. T A S U F I N

Su éenealoéía es: Yüsuf b. T á s u f i n b. I b r á b i m b. Tawa-riqíuit ( l ) b. Wartacjatan b. M a n s ü r b. Ma§ála b. Manya b. I n b á l i al-jSinbáyi (2), a l -H imyar i ; en I b r á b i m está su entronque con sus dos primos, los emires anteriores a él, A b ü Z a k a r i y y á ' y A b ü Bakr, bijos de ' l i m a r b. I b r á b i m b. Tawa-ricjuit.

Su kunya (3) (prenombre) fué: A b ü Yac<lüb. Sus Kijos fueron: Sir, q[ue m u r i ó sin descendencia en vida de su padre.

a principios del 47o —1077— por Yusuf, después de comprar su terreno a las éentes de A é m á t , por una suma de dinero. P á é . 67.

(1) Alloucbe: Türcjuit. Ms. Lisboa: Turc(üt. (2) Ms . Lisboa: b. Tamzi t al - S a n b á y i . Mss. P a r í s y

Evora: b. Tami t —Tamnit— b. W a n m a l i . (3) « K u n y a » indica, propiamente kablanda, una desig­

nac ión por metominia; pero es en realidad u n té rmino técnico para el becho de nombrar a u n bombre — y t amb ién a una mujer — seéún su bijo pr imogéni to , o sea, A b ü manera de nombrar cine no falta casi nunca en los nombres propios árabes y c(ue, incluso, en mucbos casos es la única conocida. Esta costumbre se funda en el valor q[ue los pueblos semíticos atribuyen a los bijos, sobre todo a los varones. La « K u n y a » puede aplicarse t ambién a otras relaciones, por ej. particula­ridades o defectos físicos, como A b ü Sama, el de la verruáa; A b ü Bard'a, el de la albarda, o sea, el jorobado. Véase « E n c y -clopédie de L ' I s l am». I I . 1184.

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IbraKim, cAl i su sucesor, A h ñ TaKir T a m i m y A h ñ - h l S í n i z z : sus visires; su pariente por afinidad, Sir b. A b i Bakr a l -L a m t ü n i . Su califato fué de treinta y cuatro a ñ o s en a l -Maér ib , desde (jue lo n o m b r ó para sustituirle / su primo el p . ^ emir A b ü Bakr b. cUmar, al irse al desierto, hasta (jue mur ió ; en el Andalus reinó veintisiete años , desde (jue destronó a cAbd AlláK b. B u l u é á i n , basta su muerte.

Cuando su primo el emir A b ü Bakr b. cUmar se dirigió al desierto, seáún kemos dicko m á s arriba, le dejó el mando de a l - M a é r i b , como su lugarteniente, y al dividir el ejército en tres partes, le cedió u n tercio de los l amtun íe s , l levándose él los otros dos tercios e in te rnándose en el desierto. Sucedió ésto en el año 463 — 9 oct. 1070 a 28 sept. 107l —.

A l (juedarse Yüsuf b. Tásu f in encargado del gobierno, como rey, se dedicó a construir el castillo llamado Qasr al^^ayar ( l ) , en el l lano de M a r r á k u s : lo amura l l ó , le puso puertas, lo fortificó y lo embelleció (z) .

E l año 464 — 29 sept. 107l a 16 sept. 1072 — se robusteció su autoridad y creció su poder. C o m p r ó cierto n ú m e r o de esclavos negros y envió t ambién a al^Andalus c(uien le com> prase una partida de esclavos extranjeros, a los cuales dió monturas, y llegó a tener 25o jinetes comprados con su dinero y unos 2.000 negros, a los cuales t amb ién dió caballos.

(1) Llamado m á s comúnmen te Dar al-bayar, el castillo o la casa de piedra. Ks el palacio fortaleza íjue A l i b. Yüsuf b. T á s u f i n cons t ruyó con piedra, llevada de la cercana colina de Igl iz , en medio de la ciudad y en la (Jue se encerraba el palacio real. E n sus inmediaciones establecieron los almoha­des grandes depósitos de agua, cuando hicieron su conducción a la ciudad. A l - I d r i s i , pág. 69 del texto y 79 de la trad. de Dozy. La contradicción entre a l - H u l a l y alí 'Idrisi, respecto al cons<* tructor de Dar al-hayar, se debe probablemente a (jue Yüsuf emprendió las obras y su hijo cAl i las acabó.

(2) Ms- de Lisboa.

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y así se robusteció sti éua rd ia y creció su poder. Impuso este a ñ o una pesada contr ibución a los judíos , para con ese dinero realizar sus planes.

E l a ñ o 465 — l 7 sept. 1072 a 5 sept. 1073 — Ue^ó el emir A b ü Bakr h. cUmar del desierto y volvió a a l^Maér ib , ¿.eso pués de Kaber vengado a su pueblo y kaber arreglado con su juicio los asuntos c(ue se k a b í a n perturbado ( l ) .

A c a m p ó en las afueras de A g m á t , rodeado de su ejército p. \0 y se entrevistó con su primo Yüsuf b. Tásu f in cine 1 se k a b í a

apoderado del reino y a cjuíen k a b í a obedecido a l - M a é r i b . Supo q(ue pensaba en independizarse.

Muckos de los compañeros , tjue k a b í a n llegado con él, se adelantaron a M a r r á k u s para ver su construcción y saludar a su emir Yüsuf b. Tásuf in . H a b í a n oído! des su potencia y de su gran liberalidad y de sus bondades con sus compatriotas y conocidos. Se reunieron con él muckos de los recién llegados y ordenó q[ue se diese a cada uno, con arreglo a su categoría y según su clase, vestidos preciosos y caballos lucios, sumas considerables y esclavos equipados (2).

Cuando el emir A b ü Bakr b, cUmar observó la s i tuación de su primo |Yüsuf b. T á s u f i n y conoció su amor al poder y cine se kab í a a t ra ído los án imos de sus acompañan tes con sus generosidades, perdió la esperanza de reinar en al^Magrib y le pidió (jue le señalase u n día para entrevistarse con él.

Sal ió el emir Yüsuf b. T á s u f i n con sus tropas y esclavos y lo encontró a medio camino entre A g m á t y M a r r á k u s , a nueve millas de esta ú l t ima (3). Le sa ludó sin descabalgar.

(1) Ms . de Lisboa. (2) I d . id. : en vez de esclavos equipados, dice: esclavas

rollizas. ( l ) L a distancia entre A g m á t U r i k a y M a r r á k u s es de

doce millas, según a l - Idr is i , pág ina 67 del texto y 77 de la t raducción.

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a pesar de no ser esta su costumbre con él antes ( l ) . Lue^o se apearon los dos y se sentaron sobre un albornoz y por eso se l l amó acjuel l lano « O llano del a lbornoz», y así se|le conoce basta el día de boy.

K l emir A b ü Bakr b. cUmar se admi ró al ver la grandeza de su reino y el n ú m e r o de sus soldados y las comodidades (jue t en ían sus tropas. H a b l ó con él de lo c(ue cjuiso y lueéo le dijo: «Yüsuf, t ú eres m i primo y m i bermano y no encuentro c(uien éobierne a l - M a é r i b , sino tú , n i (juien lo merezca más / íjue tú . Y o no puedo prescindir del desierto y sólo be venido para saludarte y entreéar te el poder, concertarme contigo en t u país y volverme al desierto, residencia de mis bermanos y sede de nuestro poder». Yüsuf b. Tásu f in le dió las éracias por ello y lo a labó. Hizo acudir a los jeques de L a m t ü n a y a los notables del reino, a los emires de los masmudíes y a los escribas y testiéos y a nobles y plebeyos y se compromet ió ( A b ü Bakr) por u n acta[a dejarle el gobierno del interior de a l -Maér ib . Se levantó y el emir Yüsuf b. Tasufin lo despidió. E l emir A b ü Bakr se volvió a su residencia de A á m a t y Yüsuf b. Tásuf in a su capital, M a r r á k u s .

Cuando lleéó a ella le m a n d ó los regalos c[ue le bacía , entre los c(ue destacaban: 25.000 dinares de oro acuñado; 70 caballos, de los cuales 25 aparejados con arreos dorados; 7o espadas, de las cuales 20 decoradas y 5o lisas, sin adornos; 20 pares de espuelas doradas; l5o m u í a s y mulos escoéidos; 100 turbantes cortos y 400 bonetes (cbecbías) (2); 100 éuiffáras (capas o mantos); 200 albornoces entre blancos brillantes.

(1) Este proceder de Yüsuf con su primo A b ü Bakr fué inspirado por Z a i n á b , <íue fué la fautora de su felicidad. « E l Car tas» . P á á s . 137 y l 4 l .

(2) E l ms. de Lisboa y la t raducción de Conde: cuatro­cientos (turbantes) del Sus.

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neéros y rojos, y 1.000 piezas de rasan (l ino) ( l ) y 200 piezas de askari (z) y 700 alcjuiceles tlancos y teñidos y 200 caftanes (3) de distintas clases y colores y 200 aljubas y 52 aljubas de

p.\Y p a ñ o y 7 banderas é randes , una de ellas / de tela de vestido;, 20 esclavas víréenes y l5o criados (esclavos) (4) y 10 libras de áloe tierno y de ellas 2 de algalia y 5 bolsas (5) de almizcle oloroso y 2 rotles (libras) de á m b a r perfumado y l 5 rotles de á m b a r éris y, además , en vacas y carneros, t r iéo y cebada, lo <lue sería la réo de referir. Le escribió, disculpándose ante él y roéándole cjue aceptase los reáalos, y le dijo: «Todo esto es muy poco para lo cjue se te debe» (6).

(1) Los manuscritos dan las variantes «rasán», de la ctue Dozy, en su «Supplement», sólo dice (Jue es una clase de tela y no encuentra m á s cita qíue esta de a l -Hula l ; o «Kat t án» , l ino .

(2) Variante: sakri. Dozy, en su «Supplément aux dic-tionaires árabes», I I , páá. 777, da saká ra , plural saká ' i r , saco; y el Vocabulario de Pedro de Alca lá lo traduce por mocKila-taleéa o, simplemente, por ta leéa.

(3) La edición Al loucke da «san», c(ue no tiene siénifi--cado apropiado.

(4) Al loucke: cien criados y cincuenta y u n criados. E r l ms. de Evora: cien criados y cincuenta criados.

(5) Al loucke lee « Q u w á l i y » , sin sentido a nuestro pare­cer. EJ ms. de Pa r í s , « N u b á i y » , bolsas de almizcle. £,1 ms. de­Lisboa, cincuenta en vez de cinco.

(6) L a t raducción de (Jue se valió Conde, dice, seáún él: veinticinco m i l escudos de oro finísimo, setenta caballos éene -rosos, de los cuales los veinticinco iban encubertados con caparazones y jaeces á^iarnecidos de oro de marti l lo; asimismo setenta espadas, las veinte con étxarniciones de oro y las demás de plata; ciento cincuenta acémilas escogidas; cien t u r ­bantes preciosos y cuatrocientos de los del Sus; cien vestidos con cabritillas finas; setecientas mantas de vestir coloradas y blancas y de otros colores, al uso de los lamtuníes ; doscien­tas cincuenta aljubas de escarlata y setenta ropas de paño fino para defenderse del aéua; veinte esclavas doncellas, blancas

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Se alegró con ello el emir A b ü Bakr y dijo: «Es u n é r an bien, éracias a Dios, c(ue no salga el reino de nttestra casa y no cese de estar en nuestras manos» . Repa r t i ó entre sus hermanos actuellos regalos; se volvió al desierto y permaneció en él tres años .

K l emir Yüsuf h. Tásu f in siguió enviándole regalos y presentes, Kasta c(ue los negros del S u d á n , sus vecinos en el desierto, lo mataron en una de las guerras cfue sostuvo con ellos, y se apoderó del poder Yüsuf h. Tasufin, adueñándose de él en el Magr ib y en el Sahara ( l ) .

E l a ñ o 466 —6 sep. 1073 a 26 agosto de 1074— t o m ó el emir Yüsuf h . T á s u f i n la ciudad de Mecjuinez y se retiró de ella con mucha riqueza de los almacenes de los ^anatas.

E l a ñ o 467 —27 agosto 1074 a l 5 agosto 1075— t o m ó la ciudad de Fez. E ran sus emires a l - F u t ü t y su hermano el zaná t a , llamado D a v m á s , hijos de H a m á m a y nietos de Z i t i h. cAtiya, a l -Magrawi .

E l a ñ o 468 — 16 agosto 1075 a 4 agosto 1076 — conquisto a Tremecén, cuyo emir era a l -cAbhás h. Y a h y á , el z aná t a .

Yüsuf se llamaha «emir» solamente; pero cuando creció su reino y se extendió su dominio, se reunieron los jeques de su cáhila y los principales del reino y le dijeron: «Tú eres el califa (lugarteniente) de Dios en este Magrib y tienes derecho a llamarte m á s c[ue emir, por lo cual te llamaremos E m i r de los Creyentes ( A m i r a l - M u ' m i n i n ) » .

y hermosas, y ciento cincuenta esclavas negras; diez libras de palo de Indias aromát ico , del m á s suave y fragante olor; cinco saquillos de almizle de lo m á s fino; dos libras de ámbar ; (juince de canfora y de algalia, y u n rebaño de vacas y carne­ros, con muchas cargas de trigo y cebada, «Dominac ión de los árabes en E s p a ñ a » . I I . 242.

( l ) Ms. de Lisboa.

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p.\Y «Líbrenos Dios, les respondió, / de llamarnos con ese nombre, c(ue sólo usan los califas a tas íes , miembros de la ilustre famil ia , qfue Ka reinado en las ciudades saéradas . La Meca y Medina. Y o sólo soy su servidor y el sostén de su invocación».

«Ks preciso», le contestaron, u n nombre para cíue te d is t inéas por él».

Después de a l éunas dilaciones ( l ) aceptó el t í tulo de « A m i r a l -musl imin wa N á § i r a l -d in» « E m i r de los musul­manes y defensor de la religión», y así se le proclamó en la oración en los almimbares y se roéó por él en los dos países (al-Andalus y a l -Maér ib ) (2). M a n d ó a sus secretarios cine escribiesen a todo el país sobre este asunto, con el siáuiente texto:

« E n el nombre de Dios clemente y misericordioso; la oración de Dios sobre nuestro señor Mul iammad y sobre su famil ia y compañeros y salud completa. De l emir de los musulmanes y defensor de la rel igión Yüsuf b. Tásu f in a los

(1) Mss. de P a r í s y Lisboa. L a palabra «dilaciones» falta en la edición de Allouche.

(2) La edición de T ú n e z da unas veces a Yüsuf el t í t u lo de « A m i r a l -mus l imin» , y otras el de « A m i r a l - m u ' m i n i n » , y en textos tardíos , copias y traducciones descuidadas se observa esa vacilación, (jue ka becbo a Menéndez Pidal, en su interesante y apasionado estudio sobre el Cid , l lamar a Yüsuf «Ami r a l -mu 'min in» y decir cjue los príncipes a lmorávides usaron probablemente los dos t í tu los . «La E s p a ñ a del Cid», I , 364. Yusuf y sus sucesores a lmorávides sólo se l lamaron A m i r a l -musl imin, y los almohades todos se in t i tu la ron A m i r a l -mu 'minin . La diferencia, razonada por el mismo Yüsuf, es tan grande o mayor, aunque de otro orden, c(ue la (jue Kay entre rey y emperador, y si las crónicas españolas no hacen esa dist inción, no puede decirse lo mismo de los propios interesados, de las monedas y de las fuentes á rabes autorizadas.

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jeclues, a los notables y al pueblo de ta l ( l ) . Que Dios los cont inúe Konrando con su temor y los conserve en su adrado».

«La salud sobre vosotros y la misericordia de Dios y su bendición». Y después: « H o n r a Dios a la gente c(ue alaba y da gracias, el dador de una vida fácil y otorgador del auxil io; y la oración por nuestro señor Mubammad, el enviado con la luz de la revelación y la invocación».

« O s escribimos desde nuestra residencia excelsa, Mar ra -kus, (Jue Dios la conserve, a mediados de Mubar ram del a ñ o 466 (2) — 20 sept. 1073 — para deciros (jue a l concedernos Dios l a gran conquista y revestirnos con sus dones manifiestos y secretos, el manto del bienestar y guiarnos a nosotros y a vosotros bacia la ley de nuestro profeta Mubammad, el elegido y honrado —la oración de Dios m á s perfecta sobre él y el m á s completo saludo —, hemos juzgado íjue debíamos apropiarnos este t í tu lo para distinguirnos por él de los demás emires de las cábilas, o sea el de « E m i r de los musul ­manes y defensor de la religión».

A s í q[ue «el tjue se dir i ja a la Majestad / excelsa y elevada, p.\^ q[ue se le dir i ja con este nombre (3), si Dios quiere, cíue es el que concede el auxil io con su liberalidad y su gloria. Sa lud» .

Su emblema era: «Kl reino y la grandeza son de Dios» . Dice el autor de estas letras: E n tiempos del califa

a l - N á s i r l i d i n A l l á h (el defensor de la rel igión de Dios) cAbd a l - R a h m á n b. Muhammad, octavo califa omeya, en a l -Anda-lus, pasó lo mismo, o sea, (jue se l l amó « E m i r de los creyentes

(1) E l ms. de Lisboa y la t raducción de Conde: a los grandes y nobles de nuestros reinos y estados y a todas las familias. « D o m i n a c i ó n de los árabes». I I , 252.

(2) Ms . de Lisboa: 469. Conde: 468. (3) Allouche lee: el q[ue predicjue el se rmón ( j u t b a )

elevado y excelso, que lo predique con este nombre. La lectura h.adrata (majestad) cíue seguimos es la de los mss. de Lisboa, Evora y Pa r í s .

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y defensor de la rel ié ión de Dios» . Se adjudicó estos dos nom­bres, después de pasados dieciséis años de su califato. Sucedía esto el año 3l6 —25 feb. 928 a 13 feb. 929 ( l )— ; supri­mió la invocación del nombre del emirato, después de Kaber seguido el camino de sus padres, desde q[ue subió al trono basta esa fecba.

A l crecer su v i r tud y pasar los días en su servicio y acos­tumbrarse las almas a su esplendor, a su dulzura y a la grandeza de sus cualidades y al renombre de su memoria, a menudo algunas éentes virtuosas y reflexivas le dieron este nombre, antes dec[ue él lo adoptase, y se lo aplicaron al dirigirse a él mucbos de sus cortesanos en sus escritos y en sus versos.

F u é creciendo esta costumbre y se le dió ese t í tulo en todos los elogios y se le aplicó por todos los c[ue se le acer­caban, basta cjue se vió obligado a llevarlo y reservárselo, para c(ue no pareciese una falta suya el rechazarlo. Le repugnaba el oponerse a sus padres, c(ue se b a b í a n abstenido de usarlo; pero le a rgüye ron con lo c(ue bab í a becbo Dios con S a l o m ó n , a quien dió m á s sabidur ía cíue a su padre.

Dir ig ió una carta sobre ello a sus gobernadores de todas las reéiones de al-Andalus y m a n d ó emplear esos t í tu los , a l d i r i -

p. X' ¿írseles / por escrito o al escribirla él e invocarlo con ellos en los almimbares de sus provincias y les exbor tó a fijarlos en sus estandartes y banderas y en su tiraz (2) y en los dinares y dírbemes.

(1) E n los mss. 326. Véase Lévi-Provengal , « I / E s p a é n e musulmane an Xeme siécle», páás . 45, 46.

(2) Palabra tomada del persa, q[ue en su origen siénifica «bordado», y después el vestido del soberano o de u n personaje importante, adornado con bordados artísticos y sobre todo con tiras de escritura bordadas, en las ílue se inscribía el nombre del monarca, sus t í tu los y su emblema. A s í se dis t inguía el príncipe q[ue llevaba esos vestidos y t ambién el personaje a cjuien el soberano los regalaba para honrarlo o para darle u n alto cargo en el reino. V . «E/ncyclopédie de l ' I s lam», I V , 825.

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Se cursó esta orden y se cumplió Kasta el f i n de su reinado y fué una costumbre cíue subsist ió en sus Kerederos. E l docu­mento <lue dirigió a los gobernadores de al-Andalus es ( l ) :

«Kn nombre de Dios misericordioso y clemente». Y luego: «Tengo más derecho q[ue el (jue más y soy m á s digno de adju­dicarme este bonor, y no Kay dones de Dios (Jue no baya unido a los (Jue nos ba concedido y con los (Jue ba ilustrado nues­tras buellas y ba elevado nuestro poder basta él y nos ba facilitado el obtenerlo y ba allanado en nuestro reinado sus propósi tos y ba divulgado por las regiones nuestro elogio y ba elevado en el país nuestro gobierno y ba elevado la espe­ranza de los mundos en nosotros y los ka vuelto de su desvío bacia nosotros y los ba consolado con lo (Jue bay de bueno en nuestro reinado.

»Alab ELtizas a Dios, dispensador de sus bienes a las gentes virtuosas, por lo c(ue nos ba concedido. Hemos pensado (íue nuestra invocación sea: « E m i r de los creyentes y defensor de la religión», y (Jue la correspondencia que dirigimos y la íjue se nos dirige, sea con ese ( t í tulo) , porgue todo el (jue sea llamado con este nombre, fuera de nosotros, es u n plagiario y un intruso y se apellida sin tener derecbo a ello, y bemos sabido q[ue el abandonar este nombre firme es u n derecbo (Jue bemos descuidado y u n nombre que bemos abandonado. Manda, pues, al predicador de t u localidad (Jue lo emplee y encabeza con él los escritos q[ue nos dirijas, si Dios quiere. Sa lud».

/ U n a ñ o , después de ésto, salió t ambién otro decreto suyo p.X\ y envió una carta para q[ue en toda alocución dirigida a él se emplease el «ba» (la tercera persona, é l ) , propia del

( l ) I b n I d á r i , en su «Bayán» I I , 212, reproduce esta misma carta con pequeñas variantes, (Jue rectifican el texto de a l - H u l a l y (Jue no ba tenido en cuenta Alloucbe.

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ausente, en vez del «kaf» (tú) ctue es propia de aq[uel a cjuíen se Kabla (seétinda persona), para distinéuir así entre él y el cine estaBa debajo de él; y (Jtte esto lo emplease la éente del reino en los escritos diriéidos a él; para engrandecer su poder y maénificar su estado. Y se siátiio esta costumbre.

Dice el autor: «Si seguimos de este modo (dando detalles),, se sale del plan previsto de la brevedad». Vuelvo, pues, al camino en (Jue estaba de dar a conocer las noticias del emir Yüsuf b. Tásufin ( l ) .

E l año 470 —25 jul . 1077 a 13 ju l . 1078— se dedicó a renovar su ejército y aumentarlo y envió (emisarios) al desierto a Lamtüna, Massüf a, Guddála y a otras (tribus) para hacerles saber lo c(ue Dios le babía becko conquistar de al-Magrib y cómo se le babía sometido su é^nte y los-animaba a venir. Acudieron en éran número y los hizo gobernadores y puso a los notables en la dirección de los neáocios; ganaron ritluezas y dominaron a las gentes; se mul­tiplicaron en todas partes y los elevaron el tiempo y las circunstancias; crecieron sus ejércitos y se engrandeció el reino de Yüsuf b. Tásufin.

Reunió este año un séquito de Gazzüla, Lamta y de las p.VV cábilas zanatas / y masmudíes, una gran multitud, y los llamó

al-^asam —su séquito—. Reunió otro grupo de extranjeros y de los que tenían acceso a él y de sus privados, y este grupo más numeroso (que el anterior) los llamó «los entrantes» y entre los dos grupos se le reunieron unos tres mi l caba­lleros (z) .

(1) E l ms. de Evora da aquí las conquistas de Fez y Tremecén, y el texto de Alloucbe las da antes de la proclama­ción de Yüsuf y aquí.

(2) En ésto no Kizo más que imitar la organización militar de los califas de Córdoba, que disponían de un cuerpa de mercenarios, basam, compuesto principalmente de esclavos.

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E l a ñ o 474 —11 junio 108l a 3 l mayo 1082— l leéóle una embajada del Andalus, para Quejarse del (daño) c(ue les hacía el enemigo y les prometió ayudarles y socorrerlos y los despidió para su país . Entre los (Jue le escribieron estaba a l - M u t a w a k k i l cala A l l a K 'Umar b. al-Muzaffar Mubammad b. cAbd A l l á b b. Mubammad b. Musl ima, conocido por I b n al-Aftas, cjue Kabía tenido mucba correspondencia con el rey de Galicia. Durante su reinado h a b í a n llegado los musul­manes a u n estado de (é ran) debilidad y a q[ue se apoderase de sus tierras el enemiáo. E l rey de Galicia hab í a escrito a a l - M u t a w a k k i l una carta amenazándo le con truenos y rayos y le exigía el paáo de u n tr ibuto cada año .

A la cual contestó a s í : « N o s ha Ueéado el escrito del jefe de los cristianos, contrario a los decretos y juicios del A l t í ­simo y Todopoderoso, el cual truena y re l ampaéuea y junta una vez y lueéo dispersa y nos in t imida con sus soldados numerosos y su s i tuación dominante. Si supiera tjue Dios dispone de soldados con los cuales hace tr iunfar a la palabra del Is lam y hace br i l la r la rel ié ión de nuestro profeta M u b a m ­mad; poderosos contra los infieles hacen la éuer ra santa en el camino de Dios y no temen; se conocen por su piedad y se humi l l an con el arrepentimiento. / Si br i l la del lado de los p . ^ cristianos el re lámpago es por permis ión de Dios, para íjue conozca a los creyentes y para íjue Dios d is t inéa a los malvados de los buenos y conozca a los impíos .

»La per turbación ctue t ú llevas a los asuntos debilitados de los musulmanes es por las culpas cjue han cometido y por su desgraciada desunión , y si se uniese nuestra palabra con los demás reyes (musulmanes), sabr ías (lué daños te hac íamos

comprados en las fronteras cristianas o hechos prisioneros en los expediciones de los corsarios andaluces. Eran su éuard ia pretoriana. Vide Levi-Provenfal, « I / E s p a é n e musulmane au Xéme siécle», páá . 130.

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éus ta r , como los que trabaron tus padres de los nuestros. N o dejaremos de Hacerles saborear en la muerte los éolpes de los tormentos, como lo verás y lo oirás .

»Kn cuanto a l paéo del dinero, nos lo éna rdamos ; en el pasado, Almanzor impon ía una contr ibución a t u antepasado y éste le reéalaba su Kija con tesoros q[ue le enviaba cada a ñ o . E n cuanto a nosotros, si Kan disminuido nuestras defensas y nos faltan los socorros de las criaturas, no Kay entre nosotros y tú u n mar, cjue atravesemos, n i u n obstáculo «Jue venzamos, sino las espadas c[ue p r o b a r á n su f i lo en los cuellos de t u pueblo y el verduéo q[ue verás en tus días y en tus nocbes. E n Dios y en sus ándeles señalados confiamos contra t i y buscamos auxil io; sólo a Dios buscamos y £ 1 es nuestro único refuéio.

» N o nos espera m á s cíue una de dos cosas buenas: o la victoria sobre vosotros, ¡y cíué mayor gracia y don!, o el mar­t i r io en el camino de Dios y , con él, ¡(jué paraíso! E n Dios está la compensación de lo (Jue Kas arruinado y el precipicio que corta lo cine has avanzado y q(ue te separa de lo c[ue kas preparado» ( l ) .

Después de ésto, cuando arreció el perro enemigo sobre el país del Islam, escribió a l - M u t a w a k k i l 'ala A l l á k b. al-Aftas al emir de los musulmanes (Yüsuf) pidiéndole socorro cuando el enemigo in ten tó someterlo. E l texto de la carta fué redactado por él mismo.

«Pues to (jue la luz de la buena dirección es t u ¿u ía y el camino del bien es t u camino y ha bri l lado en probidad t u conocimiento y se han afirmado en la ét terra santa tus pro­pósitos y se ha verificado la noticia de cine t ú eres el m á s noble

( l ) Todas estas cartas, inventadas para excitar el ardor de los musulmanes, son falsas. Su tono y su estilo son com­pletamente impropios del siélo V de la Hé^ i r a y de los reyes de Taifas.

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defensor del Is lam y el m á s poderoso para atacar a los po l i ­teístas, fué necesario el llamarte y pedirte socorro contra la enfermedad creciente, al abarcar los males a toda la pen ínsu la . Las tandas del enemigo están a punto de apoderarse de toda ella; sus kostilidades y la pres ión del perro (cristiano) y sus males se han suavizado con es t ra taéemas y con la entrega de dinero que sale de todos los tesoros y suaviza todo apuro. N o Kan cesado en su proceder de perseéuir y atacar y , nosotros, en el de socorrer y someternos, Kasta <íue faltaron los bienes y las adcjuisiciones y se lleáó en lo externo y en lo interno al acotamiento, y se convencieron de la debilidad de las dádivas y se acrecentaron sus deseos de conquistar las ciudades y se encendió en todas partes su fueéo y corrió la sanére de los musulmanes por sus espadas y sus lanzas, y los c(ue se l ibraron de la muerte, humillados y despreciados» cayeron en sus manos prisioneros y los atormentaron con diversas clases de tormentos y suplicios y pensaron en apo­derarse de todo, seéún sus deseos, y se acercaron a dominar lo que esperaban, y , vive Dios, cfue a los musulmanes entonces los rodeó la mentira en vez de la verdad y vence al t a w t i d (la doctrina de la unidad de Dios) el pol i te ísmo y domina a la fe la incredulidad y no se apiada de este sufrimiento n i n g ú n auxiliador, sino el c[ue socorre a la rel igión oprimida y el c[ue protege a lo sagrado íjue Ka sido profanado y nosotros acudi­mos a Dios por lo (Jue Ka alcanzado a su trono de mal y a su nobleza de Kumillación, porgue es u n daño que no tiene igual. Y antes de ésto no te Ke Kablado de lo ocurrido a la ciudad de Coria ( l ) . Dios la restituya, que Ka sido una catástrofe

( l ) Tanto énfasis en ponderar la pérdida de Coria, como una gran catástrofe, es una prueba m á s de la falsedad y ana­cronismo de esta carta. Coria cayó en manos de Alfonso V I al entregarse Toledo y adelantarse la frontera a la l ínea del Tajo y nadie l loró con especial dolor la pérdida, puesto que el espanto por la caída de Toledo Kacía olvidar los demás duelos.

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para la P e n í n s u l a con su abandono y para los musulmanes de ella con su emíéración y no cesó esta per turbación de aumentarse y el daño de crecer, Kasta (Jue se cumplió el des­tino, y se redoblaron los males y cayó en manos del enemigo una ciudad magnífica, cjue tiene sobre sí una fortaleza que excede de los l ímites de las fortalezas por sus fortificaciones y defensas y que es como el centro en el círculo de la ciudad que la rodea por todas partes y se orienta por ella en la tierra el lejano y el cercano y akora no es m á s que un alma temerosa y u n soplo de vida débil, del que se apoderará el enemiáo politeísta y el tirano Kipócrita, si no os adelantá is presuroso con vuestra éente y la formáis y sostenéis con la caballería y la infanter ía y corréis bac ía ella con las tropas pesadas y liáeras; y no os exborto a la éuer ra santa con citas del l ibro de Dios (el Alco rán ) , porque vos estáis muy dispuesto a ello, n i con las tradiciones del profeta, porque vos estáis muy bien orientado en su conocimiento.

Esta nuestra carta para vos la lleva el jeque alfaquí elo­cuente ( l ) , que la explicará y comentará y, conocedor de su sentido, él lo aclarará e i l umina rá , porque él se diriée a vos

Cuando tomaron los a lmorávides a Zur i t a recobraron Coria, que les fué entregada en 1113 por los malos bombres que se decían ser cristianos y no lo eran, seéún la crónica del Empe­rador, y sólo en l l42 , t ras un la réo sitio, la tomó Alfonso V I I , y sus habitantes, después de implorar el socorro de Tásu f in b. ' A l i , tuvieron que capitular por bambre y evacuarla. E l falsario que redactó la carta y la a t r ibuyó al rey de Bada­joz, no s int ió n i n g ú n escrúpulo en argumentar con lo ocurrido en 1142, como si bubiese tenido l u é a r antes de 1086 y sirviese para decidir a Yüsuf a pasar a a l -And alus.

( l ) N o da el nombre del portador por no atreverse quizá a inventarlo.

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especialmente y se Ka tomado esta fatiéa, esperando el premio. He confiado en su clarividencia y ke tenido fe en la elocuen­cia de su lenéua. Salud (l).

Cuando lleéo esta carta al Amir al-muslimin, Yüsuf h. Tásufin, le contestó, prometiéndole el pasar para ayudarle contra el enemigo.

Kl año 475 —1 junio 1082 a 20 mayo 1083— (2) / envió al p.^ Andalus (órdenes) a fin de comprar municiones y armas y se le compró muchas de ellas. Este año se dedicó a adquirir arreos de guerra, tomar las armas, reclutar tropas y elegir Konvbres, con lo cual lleáó su ejército a contar doce mil caba­lleros, todos ellos valientes y escoéidos. Pasó al Andalus cuatro veces.

PRIMERA TRAVESÍA

Su primer paso fué el año 479 —18 abril 1086 a 7 abril 1087—. Ello fué cfue, cuando la éente del Andalus supo de su fuerza y sus preparativos y disposición para la guerra santa, le envió una embajada de notables c(ue le informó de su estado y de las incursiones del enemiéo. Cuando el tirano Alfonso, el año 478 —29 abril 1085 a l 7 abril 1086— se apoderó de Toledo y conq[uistó sus provincias y se las apropió, creció el

(1) Esta carta de al-Mutawakkil a Yüsuf no figura en las ediciones de Allouche y de Túnez. Se encuentra en los mss. de París, Lisboa y Evora, traducida a su modo en el texto de Conde: « Dominación de los árabes en España», I I , 254. Dozy la transcribió, tradujo y comentó en la primera edición de sus «Réchercbes», páés. 182 a 194.

(2) Ms. de París. La edición de Allouche no da la fecha y, en su luéar, dice : «Vuelve la historia al emir Yusuf ibn Tasufin. Cuando le visitó la embajada de al-Andalus, se^ún hemos referido antes, envió, etc.», páé. 24.

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temor en el Anclalus y arreció el pánico, y c(uedó fronterizo del país de a l - M t r t a m í d b. cAKbad ( l ) , aspiró a apoderarse de toda la pen ínsu la y temieron su poder los reyes (de taifas), porgue Toledo era el centro de su circunferencia. Kscribió a al-Muctamid cala AlláK A b ü - l - Q á s i m h. 'A tbad , pidiéndole (Jue entregase sus dominios a sus enviados y éo t e rnado re s

p.^o e insist ía / en su demanda y exteriorizaba su aleáría por el t r iunfo.

Le escribió así: «Del emperador, señor de las dos rel ié io-nes, el rey noble Alfonso, bijo de Sandio (2) a a l -Mu' tamid b i - l l áb : cjue Dios dir i ja sus consejos y su mirada hacia la rectitud. La salud sobre t i del excelso rey, a quien Kan enno­blecido las armas y en cuya morada Ka brotado todo lo deseado por el empuje de la lanza en el que la lleva y por la espada en el brazo del que la esérime,

»Ya babéis visto lo que Ka caído sobre Toledo y sus te r r i ­torios y lo que les sobrevino a sus Kabitantes en el asedio con lo que ocurrió estos años ; entregasteis a vuestros Kermanos y perdisteis vuestro tiempo en la vida cómoda. E l precavido es el que previene su espíri tu antes de caer en el lazo.

»Si;no por el pacto anticuo celebrado entre nosotros, cuyas c láusulas guardamos y en cuyo cumplimiento nos esforzamos, ya nos Kubiera lanzado contra vosotros el empuje de nuestra resolución. H a llegado el enviado de l a éuer ra y su Keraldo; pero las advertencias cortan las excusas (3) y no se apresura sino el que recela que se le pase la ocasión de lo que ansia o el que teme no loérar la conquista a que aspira.

(1) Para todo lo referente a a l -Mu' tamid y a la conquista de al-Andalus por los a lmorávides , véanse los tres vo lúmenes de Dozy: «Scr iptorum arabum loci de abbadidis», y el tomo I I I de su «His tor ia de los musulmanes en Kspaña» , 3.a edic.

(2) Alfonso mismo se l lama aquí , Kijo de SancKo. (3) E n el texto de D o z y : «los destinos se cortan con las

excusas».

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»Hemos dado nuestra carta para t i al conde A l v a r Fáñez , cjue va con instrucciones para 'recocer a los descarriados ( l ) como tú y buen criterio para administrar t u país y tus hom­bres con lo (jue conviene implantar en lo (Jue se ha deshecho y es valioso y para mejorar, no para descomponer. T ú tienes discernimiento para saber lo c(ue te viene y vista para lo c(ue lleéa detrás. L a salud sobre t i , que te sirva y acompañe a t u derecha y entre tus / manos» .

Cuando esta carta lleéo a a l -Mu ' tamid b. Abbad, la con­testó de su mano, en verso y en prosa, como s i á u e :

—«Los nobles rechazaron el oprobio : nuestra deuda contigo es lo <jue te debemos de deséracias (2).

—»Te propusimos la paz (Jue t ú rechazaste; después de ello te combatiremos m a ñ a n a y tarde.

—»Al láh es m á s alto que t u cruz; abroquélate contra el escuadrón que te deshará en el combate.

—»Neéro se oculta su sol en su ocaso y corren sus l áé r ímas por la efusión de sanére (3).

— » N o hay entre nosotros m á s que el combate; la lucha que saca chispas al pedernal de la paciencia en la oscuridad (4).

—»Avanza , pues; si te encuentras con las lanzas azu­les, verás en t u mejilla las h inchazones» .

(1) Manuscrito de Lisboa. (2) Dozy traduce el secundo hemistiquio de este verso :

«tibí debita solvemus strenue pugnantes» —te pagaremos las deudas, luchando valientemente—. «Loci», 11, 186, n ú m . 8.

(3) «Nié ro» —propter densissimum pulverem— «dum sol i n proelii campo occidere videtur et propter effusum san-áu inem lachrymas fundit . I d . id.».

(4) « bel lum quod i n tenebris milites ad perseveran-t iam provocat. I d . id.»

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Con m-acKos más versos; y lueéo a ñ a d i ó : «Del rey vencedor por el favor de AlláK a l -Mu' tamid

cala AlláK Mukammad h. a l -Mu' tadid b í - l lák A b i A m r ü h. 'ABbád, al injusto opresor Alfonso, Li jo de Sancko, q[ue se Ka apellidado a sí mismo rey de reyes y se Ka llamado señor de las dos religiones, cuyos t í tulos y proclamación ( l ) corte Dios. La salud para el cjue siéue el buen camino». Y lueéo : «Kn cuanto a lo primero c[ue Ka empezado a proclamarse señor de las dos rel iáiones, los musulmanes son más d iénos de este t í tulo , porgue a lo ííue ellos Kan conquistado de reé io-nes de este país y a la é t andeza de sus aprestos bélicos y a los tributos del reino, no alcanza vuestro poder n i los conoce vuestra religión. Solamente era u n sueño de dicKa, del <jue Ka

p.^y KecKo despertar / t u preéonero y la bondad de tus principios Ka descuidado el proceder recto. La cabalgadura que montamos no la puede suprimir la astucia. Te ofrecimos la copa de la paz y dijiste luego (Jue no.

» í N o te avergüenzas de mandarnos entregar el pa ís a tus Kombres? Nosotros nos admiramos de t u precipitación en una idea c(ue no tiene justificación y c(ue no se apoya bien. T u vanidad en lograrlo la Ka detenido el destino y te Kas engañado a t i mismo con el peor de los engaños . Sabes que nosotros tenemos n ú m e r o y preparación bélica y miras justas y disponemos de soldados curtidos, de infantes astutos y de defensores valientes el día en que se encuentran los comba­tientes. Son Kombres que se abroquelan con la paciencia, abo­rrecen la pobreza (2) y ofrecen sus vidas a l f i lo de las espadas.

»Les anuncia la muerte el dormir en despoblado y mueven el molino del tiempo con las ruedas de su decisión y se curan del golpe de los demonios con los sellos ( l a energ ía ) de sus propósi tos . H a n preparado para t i y para t u pueblo una resis-

(1) Ms . de Lisboa. (2) AlloucKe: «la tumba» .

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tencia o réan izada por la u n i ó n y unas lanzas aáudas cine ha afilado el ckocjue. E n verdad, de lo aterrecido sale lo amado y el arrepentimiento de la precipitación en el mal . Te Kas repuesto de un descuido c(ue ka durado mucho. Has desper­tado de u n sueño, cuya seguridad se h a h í a renovado. Como h a h í a entre tus antepasados antiguos y los nuestros honrados una mano ayudadora o una calma feliz, (el violar la) i n o es u n oprohio cuyo poder conoces y cuya extensión verificas?

»Los (Jue te han llevado a pedir lo (Jue no conseguirás, / son ¿ente como locos; no os combat i rán a todos sino en pue- p . ^ hlos fortificados y tras muros qtue creerán ser fortalezas í}ue detienen (al enemíéo); los imperios no se transfieren.

» H a h í a entre vosotros y nosotros una paz, (jue se debería conservar y proteéer. Pedimos a Dios perdón, por lo (}ue hemos hecho en nosotros y en ellos de debilidad y abandono (en manos) de sus enemigos. Alabanzas a Dios, (Jue ha hecho de nuestros castiéos t u afrenta y abyección, mayores <lue la muerte. A Dios pedimos auxil io contra t i y no nos detendre­mos en i r a combatirte, íjue Dios proteée a su religión noble, aunque la ataquen los infieles. La salud para el c[ue conoce l a verdad y la siétte y se aparta de lo falso y de sus enéaños» .

Le aconsejaron a I b n ' A b b á d sus privados c(ue se arre­glase con Alfonso, mediante la entrega en cada caso de una suma convenida y se neáó a pagarla por la debilidad del pa ís y porgue la ¿ente h a b í a emigrado de él; impuso a la ¿ente de Sevilla unas carcas con las c(ue se empobreció la m a y o r í a y emié ra ron los demás ( l ) . Le llegaron los embajadores de Alfonso, y con ellos el judío I b n Salib, para cobrar el dinero de las parias, seéún su costumbre, de cada año . Acamparon

( l ) Esta pobreza, alegada acíuí para justificar la ruptura con Alfonso, está en manifiesta contradicción con la esplen­didez desplegada lueéo por el Mu ' t amid al recibir a los almo­rávides.

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fuera de Sevilla y les envió al-Mu'tamid h. cAWbacl el dinero convenido con alétmos jeques de Sevilla entre ellos Ibn Zaydün y otros.

Cuando lleáaron a sus tiendas y sacaron el dinero con­tante y los linéotes, el judío les dijo: «Vive Dios (jue no le

p.V^ tomaré / esto q(ue kay c(ue pesar y comprobar (los lingotes) y no tomaré sino el oro acuñado ( l ) , así (lúe este año no le tomaré, sino las ciudades del país». Y añadió más insultos de palabra y de mala educación.

Lleéó esta noticia a al-Muctamid, y llamó a sus esclavos y a algunos de sus soldados y les mandó ir a matar al judío y aprisionar a los cristianos cfue estaban con él. Se Kizo lo mandado y cuando lleéó esta noticia a Alfonso, juró con los más é^aves juramentos, cjue no levantaría la mano de él, cjue reuniría tantos soldados cristianos, como los cabellos de su cabeza, y cjue llegaría con ellos al Estreclio.

Era ésto el año 477 —10 mayo 1084 a 28 abril 1085 —. Salió Alfonso con un ejército innumerable y devastó el Axarafe ( 2 ) grandemente, lo (juemó y pasó por él, dirigién­dose al castillo de Tarifa; se paró en la playa del Estrecko y las olas batían las patas de su caballo, para cumplir su juramento (3).

Escribió al emir Yüsuf b.Tásufin lo siguiente: «Del emir de las dos religiones, Alfonso, bijo de Fernando (4), al emir

(1) E l sentido de la frase parece claro; pero las palabras (jue empleó el autor no tienen esa significación exacta en los diccionarios árabes. Vide Dozy, «Loci», I I , 174, n. 96.

(2) Alloucke lee «Levante», en contradicción con todo el sentido de la frase.

(3) Ms. de Lisboa. (4) AKora se da a Alfonso, su verdadero padre. E l autor

de al-Hulal n i siguiera se Ka fijado en la incongruencia de Kacer a Alfonso unas veces kijo de su kermano Sancko y otras de su padre Fernando y copia las cartas apócrifas con la mayor despreocupación.

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Yüsuf h. Tásuf in» . Y lueéo: « N o se oculta al que tiene ojos c(ue t ú eres el emir de la re l iá ión musulmana, como yo soy el emir de la cristiana. Tampoco ignoras a cjue estado Kan l le­gado vuestros caudillos en al-Andalus, en cuanto a descuido, abandono y neél iéencia para sus subditos y entreéa a la molicie. Y o los Kumil lo , destruyo sus casas, rompo sus velos, mato a sus jóvenes y cautivo a sus hijos.

» N o tienes excusa si te n ieéas a socorrerles, si se te pre­senta esta ocasión / para curar esta pena suya. Vosotros creéis p. q(ue Dios os Ka obligado a cada uno de vosotros a lucKar contra diez de los nuestros y c(ue vuestros muertos van al para íso y los nuestros al fueáo (del infierno).

»Noso t ros creemos c(ue Dios nos Kace venceros y nos ayuda contra vosotros y c(ue no podéis defenderos n i sois capaces de resistir. Hemos sabido c[ue estás preparado para venir y no sé si es c[ue la cobardía te retrasa o si es mentira lo c(ue se refiere de t i . S i es (jue no puedes pasar el estrecKo, envíame las naves c(ue tienes para (Jue yo lo pase Kacia t i y te ataque en el l u á a r (jue prefieras. Si tú nos vences, este ( l ) bot ín pasa rá a t i y esta riqueza se presentará a tus manos, y si yo te venzo, tendré la supremacía y completaré mis dominios y Dios cumpl i rá sus desiénios».

O emir de los musulmanes Yüsuf b. Tásu f in m a n d ó c(ue se escribiese al dorso de la carta: « T u contestación, loK, A l f o n -sol, es lo cine verás y no lo cíue oirás» (2), y añad ió u n verso de A b ü - l - T a y y i b a l -Mutannabi :

— « N a d a de escritos, sino las espadas y las lanzas; nada de embajadores, sino el ejército numeroso» (3).

(1) Ms . de Lisboa. (2) I d . i d . (3) K l mismo clicKé, con l iéeras variantes, sirve para

otra carta cine I b n a l - A t i r atribuye a Alfonso V I I I , dirigida

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Y se lo envió con su embajador. Cuando le Ueéó la res­puesta se asustó con ello y quedó estupefacto y vió lo que lo destruiría; pero se le pasó el estupor y elidió entre someterse o perecer (l).

Antes de ésto, cuando vió Ibn 'Abtád que sus cosas iban mal y que Alfonso se disponía a ir contra él, se aconsejó con sus cortesanos y los notables del reino, sobre pedir auxilio al

P-r\ emir de los musulmanes, Yüsuf b. Tásufin, / y le aconsejaron que lisonjease a Alfonso, rey de Castilla, y le pidiese un pacto e kiciese la paz con él, en las condiciones a que se Ueéase y como se pudiese, porque ésto era preferible a traer a los almorávides (2).

a Yacqüb al-Mansür, antes de la batalla de Alarcos. Véase «Annales», trad. Faénan, páá- 6o9. Al-Nuwayri la reproduce también, copiándola de Ibn al-Atir.

(1) Ms. de Lisboa. (2) Al-Nuwayri, edic. Gaspar Remiro, en su artículo

sobre los almorávides, atribuye la iniciativa de esta decisión a los alfaquíes. Dice que reunidos en Córdoba, ciudad que corría inminente peligro de caer en manos de Alfonso, y ha­biendo invitado a al-Muctamid, a quien pertenecía la ciudad, deliberaron sobre el medio más eficaz para librarse de las manos de los cristianos. En un principio se propuso solicitar el auxilio de las tribus árabes de Ifriqiya; pero esta proposi­ción fué descebada por temor a que esas tribus, una vez llegadas a España, dado su estado de barbarie y ferocidad, se entregasen al saqueo en los países musulmanes, en lugar de salir a campaña contra los cristianos. Entonces se pensó en llamar a Yüsuf, a quien su bravura y religiosidad y sus recien­tes victorias le Kacían sumamente querido de los alfaquíes. De grado o por fuerza, al-Muctamid puso en conocimiento de los oíros príncipes de la España musulmana el parecer más aplaudido en la antigua corte del califato y todos lo aceptaron como bueno. Gaspar Remiro, «Murcia musul­mana», p. 131.

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I/ueéo se vió a solas con su ki jo y keredero, al-Rasid A b ü - l - H a s a n cUbayd A l l á h , y le dijo: «¡Oh, XTbayd Al lak! , nosotros en este Andalus somos extraños , entre el mar tene­broso y el enemíéo criminal , y no tenemos ayuda n i protección sino en Dios, porcfue en nuestros kermanos y vecinos, los reyes del Andalus, no ténemos provecho n i esperanza n i ayuda n i defensa, si nos sobreviene una desgracia y nos coée u n enemigo pesado ( l ) . Este maldito Alfonso Ka tomado Toledo de manos de I b n D a - l - N u n , después de siete años , y la Ka convertido en sede de la infidelidad y aKora levanta su cabeza Kacia nosotros y , si nos ataca con sus ejércitos, no nos dejará Kasta tomar Sevilla. Por eso creemos (jue debemos enviar a ese saKariano, rey del M a é r i b , a pedirle cjue pase (a la P e n í n s u l a ) , para alejar de nosotros a ese perro maldito, ya <íue nosotros no podemos Kacerlo por nosotros mismos. Se Kan perdido los tributos (cjue r e c a u d á b a m o s ) , se Kan desperdigado nuestros soldados y nos odian los nobles y el pueblo».

Su Kijo al-Rasid le dijo: «¡OK, padre, vas a meternos en el Andalus a (juien nos despoje de nuestro reino y desKaéa nuestra unión!». Le contestó: «¡Hijo mío! N o se oirá de m í jamás , vive Dios, (íue Kaya KecKo de al-Andalus / la sede de la p . ^ infidelidad y no la dejaré a los cristianos para ííue no se lance la maldic ión contra m í en los almimbares del Islam, como se Ka lanzado contra otros. Prefiero, por AlláK, apacen­tar camellos y no cerdos».

Su Kijo le dijo: « H a z , padre, lo (íue Dios te dicte». Le res­pondió : « N o me inspira Dios ésto, sino porgue es lo mejor y lo más conveniente para nosotros y para todos los musul­manes» . Y a cont inuac ión entabló correspondencia con él.

( l ) Dozy lee: «y si nos sobreviene una deséracia y nos coée u n enemiéo pesado» sobreentendiendo: se acabó. N o terminando la frase por no emplear la palabra fatal.

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pidiéndole socorro y animándole con sus cartas, unas de su pluma y otras de sus secretarios. De su puño, es la siéuiente:

«Kn el nombre de Dios clemente y misericordioso, y la ora­ción de Dios sobre nuestro señor Mubammad y sobre su familia.

»A su majestad el Imam, Abü Ya'cjüb Yüsuf b. Tásufin, emir de los musulmanes y defensor de la religión, vivificador de la invocación califal para el Imam, emir de los creyentes ( l ) , de parte del que se mantiene en la grandeza de sus mayores y participa de su consideración, el c[ue se engrandece con lo que Dios la Ka engrandecido con su poder generoso, el (Jue es fuerte con su fortaleza, el c(ue se ka consagrado a su mayor gloria y el que confía en Dios y en su superioridad, Mutam-mad b. cAbbad.

»La salud de Dios, generosa, se singularice en la majestad elevada, grande, celeste y la misericordia de Dios y su bendi­ción. Escribe, el que confía en la generosidad de su poder, desde Sevilla el 1.° de Yumáda al-üla del 479 —15 Agosto

P-TT 1086—. Fortifique Dios al emir de los musulmanes / y le ayude y auxilie por él a la religión. Entre nosotros, los árabes de este Andalus, se kan deskecko las cábilas, se ka disuelto su unidad y se kan perdido sus genealogías. A l cortarse el cre­cimiento de nuestras familias somos ya en ella (la península) «su'üb» (2) y no cábilas, bandas dispersas sin parentesco ni amistad.

(1) E l Ami r al-Mu'minin al-cAbbási, de quien se reco­noce como subordinado Yüsuf. Todo este párrafo es la direc­ción y encabezamiento de la carta.

(2) Los «sucüb», en contraposición a las cábilas, indican ordinariamente las tribus no árabes. En España, los «su'üb» ya aceptaron por completo la civilización árabe y se enorgu­llecieron de su conocimiento de la lengua y de su ortodoxia; pero reckazaban la superioridad de la raza árabe. Ello impli­caba una especie de nacionalismo. «Encyclopédie de l'Islam». I V , 4l0. Nuestro autor parece darles el sentido de agrupa­ciones sin la cokesión e importancia de las cábilas.

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» H a n dismint i ído nuestros auxiliares y han aumentado los <íue se alearan de nuestro mal; nos Ka dominado este ene­migo criminal, el maldito Alfonso; ka caído sobre nosotros con su ejército y nos Ka pisoteado. Ka cautivado a los musul­manes. Ka tomado el país , fortalezas y castillos, y ninguno de nosotros, los andaluces, tiene fuerza para socorrer a su vecino y a su Kermano; aunque, si cjuisieran, lo Karían* Pero el aire y el a é u a (de esta tierra) se lo impiden y así se Ka empeorado la s i tuación y se Ka perdido la esperanza.

»Vos, cuyo poder Dios fortifique, sois el señor de H i m y a r y su rey mayor y su emir y jefe y a vos acudo con mis preocu­paciones. Pido socorro a Dios y a vos; imploro de vuestra santidad, el (jue paséis a Kacer la éue r ra santa a este enemigo inf ie l y vivifiquéis la ley del Is lam y defendáis la rel igión de MuKammad, soKre K l la oración y la salud.

»Si lo Kacéis, tendréis ante Dios una recompensa gene­rosa y u n premio grande. N o Kay poder n i fuerza, sino en Dios alto y grande. L a salud generosa soKre vuestra Majestad excelsa y l a misericordia y la bendición de Dios».

De las cartas, l l amándo lo , redactadas por sus secretarios es la siguiente, debida a la pluma del Vi s i r secretario A b ü Bakr b. / a l -Yadd (1): p . r í

«Al rey fortalecido por la v i r tud de Dios, el emir de los musulmanes y defensor de la rel igión y caudillo de los almo­rávides, A b ü Yacq[üb Yüsuf b. Tásuf in , por quien Dios Ka alumbrado al país y Kermoseado con su esplendor a los sol­dados y a las caravanas.

»Del rey favorecido por la gracia de Dios, que se acoge a su misericordia, a l - M u tamid'ala Al láK MuKammad b. "Abbád, que saluda a la Majestad, cuya prosperidad se Ka renovado y cuya protección se Ka difundido». Y luego: «Dios Ka fortalecido

( l ) MuKammad b. cAbd A l l a K , alfaquí tradicionista, sevillano, nacido en 496 y muerto en 586.—B. A . H . I I I , 88.

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a su re l ié ión con la unanimidad, y la concordia y ka prohibido los caminos de la desun ión y los llamamientos de la discordia; ha favorecido a sus fieles con u n nuevo poder (el a lmorávide) y con u n pueblo qtue posee é r a n valor y nos ha concedido el conocimiento de t u esfuerzo y de t u celebrada éenerosidad. Te ha colocado, como una misericordia cuya l luvia vivifica la morada de la ley y te ha creado, como escala y medio para el bien.

» H a caído sobre el Islam una desgracia, qfue hace olvidar todas las demás preocupaciones y ha borrado las otras calamidades con su neéro áolpe. A este enemigo lo incitó a concjuistar el país la división, la separación y la discordia (nuestra), por lo cual no dormía descuidado. E l se fortifica y nosotros nos debilitamos; él se une y nosotros nos desuni­mos y nos dormimos, olvidados del curso de los tiempos y de la pérdida de la seguridad.

»]Sros han llegado sus rayos y truenos ( l ) y sus amenazas y exiéencias de q[ue le entreguemos los alminares y las torres y los mihrabes y mezquitas, para plantar en ellos las cruces

p.^o e introducir a los monjes. Lo que / le incitaba a ello es su enriquecimiento con nosotros tranquilamente y su opulencia a lo largo y a lo ancho, extendiéndose a lo que se le ocultaba y estableciendo entre nosotros su morada.

»Dios le consolidó u n reino y Dios se lo deshizo (2) con t u guerra santa, defendiendo su derecho y luchando. E l te auxil ia con el bien que te envía, para que defiendas su alminar y mantengas su luz y su fuego. T ú tienes soldados de Dios, que compran el paraíso con su vida y van a la lucha con sus armas. Si quieres este mundo, sus frutos están cercanos y los jardines elevados y las fuentes corrientes.

(1) Repite la metáfora de la carta de I b n abAftas a Alfonso. Nueva prueba de su artificiosa redacción.

(2) Allouche: sakara por sakaza.

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y si ciñieres el otro (mundo), la áue r ra santa no se calma y el combate corta y separa los cuellos. E ste para íso lo ha puesto Dios bajo la sombra de vuestras espadas y de todos vuestros actos. Confiamos en Dios y en sus ándeles y en vosotros contra los infieles.

»Como dice Dios, y E l sea alabado, (Jue es el m á s noble de los cfue dicen: «Combat id los , c(ue Dios los castigará por vuestras manos y los a t ravesará y os da rá la victoria sobre ellos y curará los pecbos del pueblo fiel ( l ) . Dios nos reúne con la palabra (doéma) de la unidad, para c[ue la defendamos y en la éracia del Is lam para c(ue participemos de ella y en su misericordia, para cine la comentemos y la divulguemos.

»La salud continua y abundante y la misericordia y ben­dición de Dios sobre el emir de los musulmanes y defensor de la religión».

Cuando llegaron estas cartas al emir de los musulmanes Yüsuf b. Tásuf in y se convenció de / su necesidad y conoció V'X"\ el sentido de lo c[ue se le recordaba en ellas, las comunicó a sus hermanos y primos y les dijo: « í Q u e os parece lo <lue escribe este hombre?».

Estos a lmorávides eran gente del desierto, (Jue nunca h a b í a n visto u n cristiano, n i h a b í a n tomado parte en otras guerras c[ue las tenidas entre ellos, y deseaban guerrear y entrar en al-Andalus. A s í <íue, cuando su imam les pidió con­sejo sobre el caso, le dijeron: « A y u d e Dios al emir de los musulmanes. Respecto a lo cine nos has indicado de socorrer a ese hombre, es deber de todo m u s u l m á n , cine cree en Dios y en su profeta, y es lo m á s conveniente el auxiliar a su hermano m u s u l m á n ; y no disminuye nuestro deseo de i r contra el ene­migo, por el hecho de cine entre este vecino y nosotros, haya un curso de agua (Jue nos separe. Por lo tanto tú verás, ya q[ue el asunto corresponde a Dios y al emir de los musu lmanes» .

( l ) A lco rán , I X . l 4 .

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Después de ésto se aisló con uno de sus secretarios, 'Abd ai-Raiman h. Asbat, c(ue era andaluz, de Almería, y le pidió su opinión. £ 1 le respondió: «El asunto corresponde a Dios y a vos». «Bueno», le replicó, «pero di lo (íue te parece». Le con­testó: «es deber de todo musulmán ayudar a su hermano, el musulmán, y socorrerlo; pero tenéo una palabra c(ue indica­ros». «Di lo <lue tienes que decir, ok, 'Abd al-Rakmán». Le dijo: «iDios ayude al emir de los musulmanes! Sabéis cjue al-Andalus es como una isla (península), cortada por el mar,

P-TY y los musulmanes (sólo) pueblan / tina octava parte de ella y los cristianos las otras siete partes. Por lo estrecha y poco penetrable es una prisión, para el cjue entra en ella, porcjue no puede salir, sin permiso de su señor.

»Si pasas (el estrecho) y llecas a ella, no has conseáuido nada; porgue no tienes con ese hombre, c[ue te ha llamado, lazos viejos ni amistad seguida. Y se teme cine, si Dios cumple el desiénio del enemigo, te coja en ella. Kl caso es como ves y tú decidirás. Escríbele cjue no puedes pasar, si no te da Aláeciras, para q[ue coloques en ella a tus fieles y a tus solda­dos y esté el paso en tus manos siempre cíue quieras». Le dijo: «Tienes razón, cAbd al Rahmán; me has advertido una cosa en la <lue no había pensado. Escríbeselo».

Y le escribió como siéue: «En el nombre de Dios clemente y misericordioso; la oración de Dios sobre nuestro señor Mubammad y su familia y salud cumplida. Del emir de los musulmanes, defensor de la reliéión, acostumbrado a la invocación del emir de los creyentes Cabbási); al emir honora­ble, apoyado en el socorro de Dios, alí«Muctamid cala Alláh Abü-l-Qásim Muhammad b. cAbbád; cjue Dios perpetúe su honor, fortificándolo y concediéndole lo q[ue le aérade. La salud y la misericordia y la bendición de Dios sobre ti.

Y lueéo: «Nos ha lleéado tu noble y excelente carta y nos hemos informado de lo q[ue contiene sobre tu petición de

P-TA (lue te auxiliemos y sobre / la aflicción de cjue nos hablas y la

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poca defensa de tus vecinos. Nosotros (seremos) la mano derecha para tu izquierda y estamos preparados para defen­derte y socorrerte, como es nuestro deber, seéún la ley y el libro de Dios. Pero no podemos pasar, si no nos entreéas Aljéeciras, para q(ue sea nuestra y esté en nuestras manos el paso, cuando (Jueramos. Si te parece ésto (bien) atestíáuanoslo y envíanos el compromiso y nosotros iremos tras de tu carta, si Dios (juiere. Salud».

Cuando lleéó esta carta a Ibn 'Abbád le dijo su hijo al-Rasid: «Padre, <ino ves lo c(ue pide?»; le respondió: «Hijo mío, es poco, comparado con el auxilio (c[ue traerán) a los musulmanes». Reunió Ibn cAbbad al cadí y a los alfatjuíes y escribió en presencia de acuella asamblea el compromiso de ceder Aléeciras a Yüsuf b. Tásufin y entregársela y se lo envió. Era entonces éobernador de Aléeciras su Kijo Yazid, al-Rádi, y le ordenó abandonarla y marcharse (l).

(l) Después de conquistado al-Maárib, lo dividió en pro­vincias, que dió a sus hijos y a los emires de su pueblo y a sus parientes. Entonces lo llamó al-Mu tamid b. 'Abbad a la éuerra santa; pero se le excusó con la posición del Háyib Suküt en Ceuta. Insistió Ibn 'Abbád en sus cartas, ofrecién­dole su colaboración. Envió (Yüsuf) contra ellos al caíd $álib b. 'Imrán con un ejército lamtuni. Le salió al encuentro Suküt al-Háyib a la vista de Tánéer y fué derrotado y muerto. Su hijo Piyá' al-dawla se encerró en Ceuta. Síéuió Yüsuf con­quistando al Rif, Gomara, Uxda, Tremecén y Orán hasta Aréel, y al perderse Toledo, volvieron los musulmanes a pedir a Yüsuf que cumpliese su promesa de socorrerlos contra los cristianos y, entonces, envió a su hijo al-Mu 'iz con un ejército almorávide contra Ceuta, llave del Estrecho. La sitió por tierra y las escuadras de Ibn cAbbad la bloquearon por mar. La asaltaron en Rabi al-ajir del año 476. Lueéo pasó Ibn cAbbad el mar, implorando su socorro y el de los almorávides y lo encontró en Fez, preparándose para la áuerra santa y destituyó a su hijo al-Radi de Aléeciras, para dársela como apoyo (estribo) en la átterra santa. Ibn Jaldün. «cIbar». I , 242.

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Cuando le lleéó el documento y la carta, asegurándole el paso, reunió sus tropas, mandó llamar por el país a sus sol­dados y marckó a Ceuta, donde se detuvo e hizo pasar a su ejército, kasta cjue no c[uedó ninéuno. Lueéo pasó él y desem­barcó en Aléeciras.

Cuando supo Ibn 'Akbad c(ue Yüsuf kabía pasado, pre­paró grandes regalos y presentes espléndidos, <lue reunió con mucka diliéencia (l). Una vez desembarcado en Al eciras, se

p.-^ apresuró Yüsuf b.Tásufin / a construir los muros y a restaurar lo cjue se kabía deteriorado de los fuertes; cavó un foso a su alrededor, la llenó de víveres y armas y dispuso en ella una áuarnición escoéida de sus mejores soldados y los domicilió en la ciudad.

De allí se marckó a Sevilla y al-Muctamid le salió a reci­bir a una jornada de Aléeciras. Le saludó y se dispuso Ibn cAbbad a besarle la mano; pero él se adelantó a abrazarlo, le preguntó cómo estaba y se explayó con él en la conversación. Le deseó bien con su saludo Ibn cAbbád. Llegaron sus reáalos y alcanzaron a todo el campamento, a pesar de su árandeza. Cabalgó Ibn cAbbad y dió la vuelta al campamento, inspec­cionando las tropas y vió cjue eran unos soldados escoéidos y cjue parecían aleares y no dudó de (jue a tal ejército no le faltaría la bendición (divina) y de que el maldito Alfonso sería, sin duda, derrotado, como lo fué. Dió émcias a Dios, lo alabó y lo adoró, prosternándose, y tocó con su cabeza la tierra, kumillándose ante Dios.

Salió el ejército para Sevilla, entre ¿randes presentes y reéalos continuos y forraje abundante, kasta c(ue llegaron

(l) Y le mostró de atenciones y konores más de lo cjue imaéinaba el emir de los musulmanes, y le presentó de regalos, ofrendas y tesoros reales, lo c(ue no pensó Yüsuf cine tuviese un rey. Y ésto fué lo primero cíue le suéerió la idea de apode­rarse de la península de al-Andalus. Al-Marrákusi, «Mu'yib», páé- 91.

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a Sevilla y descansaron en ella tres d ías . (De allí) salieron para la ciudad de Badajoz. Yüsuf h. Tasufin escribió a los demás emires del Andalus , convocándolos para la guerra santa y l l amándo los a reunirse con su ejército.

Acudieron el emir al-Mu?affar ' A b d A l l a k k B u l u é é i n h . Bádis h. H a h h ñ s , señor de Granada, y sus dependencias, y su Kermano al-Mustansir Tamin , señor de Málaga ; el señor de Almer ía , al-Muc-tasim b i - l l ak A h ñ ¡ Y a t y ^ Mukammad p. ^. b. Macn b. ^umádib» le contestó y excusó, alegando <jue el enemiéo se le hab ía peéado (metiéndose) en el castillo de L i y i t (Aledo) del distrito de Lorca. Se le unieron ( también) los cjue llegaron (tanto) de jefes y soldados (como) de tropas l iáeras de voluntarios para la áuer ra santa. Se les r eun ió , asimismoi a l - M u t a w a k k i l b. al-Aftas a tres jornadas de Badajoz y se excedió en los reéalos (íjue les hizo) y el forraje y la amplia hospitalidad. H a b í a habido antes de ésto, entre el emir de los musulmanes, Yüsuf b. Tasufin, y Alfonso, rey de Castilla, una correspondencia, cuyo recuerdo sería l a réo y no de este luéa r .

Antes de su salida de Toledo, tuvo el maldito Alfonso una visión, u n mes antes de la batalla de Zalaca, en la cine, una noche, vió en sueños cjue él montaba u n elefante y (jue llevaba al costado u n tambor, c(ue tocaba; se despertó lleno de sobresalto ( l ) .

Cuando amanec ió , envió por los obispos de los cristianos y los rabinos de los jud íos , y les dijo: «He tenido una visión, q[ue me ha asus tado». Les contó lo ocurrido y les dijo: « N o me ha asustado y preocupado, sino el q[ue el elefante no es de nuestro país y no lo hemos visto nunca, así cjue <ide dónde nos

( l ) Este sueño y sus absurdas interpretaciones proceden de Oriente, donde se inventaron para adornar con prodigios la victoria de Zalaca. A d e m á s de nuestro autor, recogen la leyenda I b n a l - A t i r y a l - N u w a y r i . V . Dozy, «Loci de Abba-didis», I I , 243, n . 65 y I I I , 229. He seguido en el relato el orden de los mss. europeos, (Jue difiere del de Allouche.

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viene? En cuanto al tambor, no es instrumento (de éuerra) nuestro, ni adorno nuestro, así cjue «ide dónde nos viene? Buscad, por lo tanto, la interpretación de esta visión y expli­cádmela, porgue me ka atemorizado lo cjue he visto en ella».

Sus sacerdotes y los rabinos le dijeron: «lOh, reyl, tu visión indica (jue derrotarás a todos los musulmanes, éanarás todas sus ricjuezas, saquearás su campamento, conquistarás su país y volverás a tu patria glorioso y vecendor. El elefante,

P'ÍV / (jue montatas, es el rey <iue viene, señor de la tierra érande, qfue Ka convenido contigo (en venir) a encontrarte; lo montas con repuánancia y lo desprecias. Se te Ka representado con un elefante, por su érandeza y ser el elefante del desierto, es como este refiriéndose al emir de los musulmanes Yüsuf h. Tásufín, que está personificado en él».

El rey les dijo: «Mi alma me explica, y es verídica, que vosotros con vuestra interpretación de mi sueño, estáis en lo falso y no conocéis nada». Entonces volvió su cabeza Kacia el ¿rupo de musulmanes que asistían a su asamblea, de los que se Kabían quedado viviendo en su país, y les dijo: «íSabeis de alguno délos sabios musulmanes?» Le contestaron: «Sí; Kay aquí un musulmán virtuoso y sabio, que se llama MuKammad b. cIsá, al-Maéámi, que lee el Alcorán en su mezquita». Les dijo a alétmos de ellos: «Id en su busca y traédmelo».

Fueron y le dijeron: «El rey te llama». Les dijo: «íPara qué me necesita?» Le dijeron: «Ha tenido una visión que le Ka asustado, y se la Kan interpretado los sacerdotes cristianos y los rabinos judíos; pero no le satisface su interpretación, ni lacree verdadera». «Vive Dios—les contestó—, que no iré nunca a ver a un infiel». Le dijeron: «Dios te éuarde de su ira». El les dijo: «Dios es mi guardián y mi protector y el bien y el mal (están) en sus manos». Insistieron en que fuese y él se neéó. Volvieron a Alfonso y éste les dijo: «¿Dónde está e] Kombre que Kabéis ido a buscar?». Le dieron buenas palabras y lo excusaron, diciéndole: «¡OK, rey!, ese Kombre es un devoto

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penitente y entre nosotros los musulmanes, los hombres pia­dosos no ven ((jue sea conforme) a su religión el acudir a las puertas de los reyes. Si le parece al rey / transmitirnos sus p. ^ palabras para (Jue tendamos de él una respuesta clara». Lo hizo y les dijo: «He visto ésto y ésto», y les contó su visión.

Fueron al alfatíuí Ihn cAbd Alláh, al Maéami, y lo en­contraron cine estaba leyendo el Alcorán en su mezquita, dentro de Toledo, con los alfac(uíes musulmanes (jue se habían quedado en ella. Le contaron la visión y le dijeron: «Inter­prétala tú mismo, para cjue nos des su explicación». £ 1 alfac(uí les dijo: «La cosa es sencilla. Sabed c(ue lo derrotarán los musulmanes con una veréonzosa derrota y c[ue saldrá de ella fuéitivo con un número pequeño de sus compañeros. La de­mostración de ello está en el libro de Dios glorioso cuando dice: «<i No ves lo c(ue hizo tu señor con los compañeros del elefante?» <iNo cambió su artificio en encaño y envió contra ellos una bandada de pájaros, c(ue los apedreaban con piedras de arcilla? (l). Con él siénifica el Creador a Abráha, el abisinio.

»En cuanto al tambor, c[ue golpeaba, es de la palabra divina (la frase): Si se toca el tambor, será entonces un día duro para los infieles, no suave» (2). Volvieron a él y le contaron la interpretación cjue les dió (el alf aqfuí), con lo cual se irritó su rostro y dijo: «Por la religión del Mesías q(ue, si miente, haré con él un ejemplo». Lle^ó la noticia al alfacjuí, al-Maéámi, c(ue dijo: «iVive Dios!, c(ue no podrá contra una hormiéa sino con el permiso de Dios y por su decreto. Yo confío en Dios, mi señor, y no hay poder sino en él, excelso y árande».

Pero Alfonso, el maldito, olvidó esta visión, coéió sus tropas y se preparó para el encuentro con los musulmanes; se cuidó / de los preparativos y salió con 80.000 caballos, de los p.a

(1) Alcorán, CV, 1-3. (2) Alcorán, LXXIV, 8-10. Cuando se sople en

trompeta.

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cuales 40.000 vestían adarbas. Había 24.000 caballeros musul-manes entre acorazados y sin coraza; los almorávides y la áente del Maérib eran tinos 24.000.

Cuando acamparon los musulmanes en las afueras de Badajoz, acampó Alfonso en el llano de Zalaca, a cuatro parasanéas de Badajoz (l). Yüsuf b. Tasufin le envió una carta, en la cjue con arreglo a lo prescrito en la Sunna, le proponía, o entrar en el Islam o paéar el tributo o la áuerra. De sus párrafos es lo (jue siéue: «Hemos sabido, ¡ob, Alfonso!, (jue aspiras a encontrarte con nosotros y cjue desearías tener naves, con las cuales pasar bacía nosotros; pero ya nosotros bemos pasado bacia tí y Dios nos ba reunido en este sitio a vosotros y a nosotros. Ya verás los resultados de tus votos, porgue lo c(ue imploran los infieles, sólo conduce a la perdición» (2).

Cuando lleéó la carta a Alfonso y oyó lo c[ue le babía escrito el emir de los musulmanes, se aéitó el mar de su indig­nación, aumentó su tiranía y su infidelidad y dijo: «¡Una carta como ésta es la c[ue me diriée a mí, cuando yo y mi padre cobramos los tributos de la ¿ente de su religión, desde bace 80 años! Juró cjue no se movería del sitio en (Jue acampó. Que él

p. í\ se dirija bacia mí, / en esta llanura, porcjue no me éusta encontrarlo cerca de una ciudad, cJUe lo proteja, o de un castillo en el cual se defienda y no satisfaga yo mi sed de matarlo, ni loáre mi esperanza con él; está entre nosotros y él este llano extendido».

(1) Sobre su localización, a unos Quince kilómetros al N. de Badajoz, junto al río Guerrero, (Jue desagua en el Guadiana, paralelo al Bótoa - Gévora, véase Martínez y Martínez, «Historia del Reino de Badajoz durante la domi­nación musulmana», pá^s. 155-188, y Seybold, «Die éeoérap-biscbe laáe von Zallaka-Sacralias-1086-und Alarkos-ll95-en Révue Hispanic(ue, XV, año l9o6, páé. 645.

(2) Alcorán, XL, 53.

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El enviado hizo saber al emir de los musulmanes su plan orgulloso y lo cine mostraba su tiranía y soberbia. I/ueéo escribió al emir de los musulmanes arteramente, diciéndole: «Mañana es viernes y no queremos combatiros ese día, porgue es vuestra fiesta; lueéo viene el sábado, c[ue es la fiesta de los judíos y ellos son muy numerosos en nuestro ejército y hemos tenido necesidad de acudir a ellos; lueéo el domingo es nuestra fiesta. Nosotros honramos estas fiestas y (cjueremos) (jue el encuentro sea el lunes». El emir de los musulmanes dijo: «Dejad al maldito c(ue ba a lo (Jue prefiera».

Cuenta Abü Mubammad cAbd al~A.ziz b, al-Imám (l), uno de los privados de al-Muctamid b. cAbbad y dice: «Estuve en su ejército, cuando se dirigía con Yüsuf b. Tasufin al en­cuentro de Alfonso, bijo de Fernando, rey de Castilla, en la campaña de Zalaca, c[ue fué la primera campaña c(ue empren­dieron los almorávides en el Andalus. La áente bacía las jor­nadas, según las jornadas del emir de los musulmanes / Yüsuf p. o b. Tasufin y acampaban, cuando él, haciéndole de vanguardia en atención a su edad y la grandeza de su reino y sus abundan­tes equipos, por la bondad de su consejo y la perfección de su inteligencia.

»Oímos su tambor cjue sonaba y se preguntó al emir de los musulmanes: ¿Quién se adelanta al enemigo? Entonces al-Mutamid b. 'Abbad mandó a su astrólogo, (Jue verificase la subida del tiempo (el horóscopo) y la estudiase. Encontró, con arreglo a lo c(ue se deduce de los principios de esta ciencia, la indicación de c(ue el resultado sería contrario a los musul­manes y (Jue el éxito y la victoria serían para los politeístas.

»Se atemorizó al-Muctamid con ésto y le repugnó manifes­társelo al emir de los musulmanes, por la aversión de Yüsuf

(l) Debe ser el padre de Abü-l-Hasan cAlí b. cAbd al-cAziz b. al-Imám al-Ansari, c(ue fué visir del gobernador de Granada, cUmar b. Yüsuf b. Tasufin. Vide García Gómez. «Libro de las Banderas», pág. 201.

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a los augurios de las estrellas y a sus manifestaciones y a su ciencia y no podía a l - M u t a m i d (con este pretexto) resistirse a auxiliarle y a trasladarse con él.

Mientras él meditaba todo ésto, ke aqtuí cjue se callaron las voces y se calmó el ruido y lleáo q(uien anunc ió (Jue el emir de los musulmanes empezaba a mudarse de sitio. A l cabo de u n rato, el mismo día, volvieron a oírse las voces y a sonar los tambores. I b n cAbbad m a n d ó a su as t ró ­logo (Jue volviese a tomar el Koróspoco y cjue lo examinase. Lo encontró el más a propósi to y el m á s feliz, con clara indicación de la victoria de los musulmanes y de la derrota de los poli teístas, ta l como sucedió. Se admi ró de ello y de la buena fortuna de Yüsuf b. Tasufin y dijo: «Esto es lo becbo para ellos y lo procurado para su causa, inspirados como es tán por la rectitud, éstos son a los íjue siéue el éxito y les sirve la

P'l"\ dicka, / y todo ésto por la voluntad de Dios y su presciencia y la eficiencia de su juicio. Le escribió desde el ya citado campamento estos versos:

— « C a m p a ñ a cjue te ba sido bendecida y a la cual va unida una victoria cercana. Q u é bermosa es t u espada. —¡Pues es la cólera

contra la rel iéión de la cruzl —No bay duda, será una jornada, bermana

de la jornada del pozo» ( l ) .

Como si él bablase de lo oculto. F u é la derrota del maldito el viernes, 12 de rayab del a ñ o 479 —23 octubre 1086—.

A l llegar el viernes, se preparó el maldito para encon­trarse con los musulmanes y coéerlos por sorpresa, a t ra ición. Sub ió a una colina, con u n é rupo de sus capitanes, para

(1) Vide «Loci» I I , 245, n.0 70.

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inspeccionar el número de sus soldados; le admiró el ver su multitud y el brillo de sus adarbas y le dijo a su primo García: «Kste día venceremos a los musulmanes». «Si se te Ka predes­tinado ésto», le contestó García. «Seré el vencedor, se me kaya predestinado o no», contestó Alfonso. A lo cual su primo (añadió): «No asistiré Koy contigo a este encuentro». Se disculpó con sus Kombres, cjue eran unos mil caballeros (l). Entonces (Alfonso) se adelantó con su ejército, dirigiéndose al campamento de los musulmanes. Llegaron los adalides de Ibn cAbbád, cfue gritaban y decían: «Los cristianos (vienen) a nuestro alcance». La éente estaba tranquila y convinieron en c(ue al-Mu'tamid b. 'Abbad fuese en el centro de la van­guardia y al-Mutawakkil b. al-Aftas en el ala derecka y la gente de Levante de akAndalus en / la izquierda y el resto de p.£Y los andaluces en la zaga. Los almorávides y la gente del Magrib (quedaron) emboscados y separados para salir por todas partes durante el combate.

Cuando supo Ibn cAbad el avance del traidor, se apresuró a montar a caballo sin séquito ni preparación, y lo envolvió la caballería del enemigo como una inundación y lo cubrió como las tinieblas de la nocke. Creyeron cine era una rotura (Jue no se podía reparar. Se encontró en su camino con el ejército de Ibn cAbbád (formado) por la gente de Sevilla y de su territorio. Sobrevino entre ellos una lucka áspera y los sevillanos llevaron la peor parte. Llamó Dios a sí a las almas, a las cjue mostró su misericordia y les adjudicó el paraíso. Salió de ella Ibn 'Abbád con (varias keridas) y demostró ese día gran valor. Kntonces improvisó unos versos en alakanza de la batalla, en los (Jue cita a su kijo Z i n al-dawla al-Mu'alli Abü Hasim:

(l) No kay c(ue decir cjue este episodio del primo García es una pura invención del autor.

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— « A b ü H á s i m I me éo lpea ron las espadas y q[ué Kermosa fué m i paciencia en este ardor.

- » M e acordé de t u persona durante él y no me indujo su amor a Kuir» ( l ) .

Entonces el ejército de los musulmanes se arrepint ió (de sus culpas) y cayeron sobre el campamento de Alfonso con empuje decidido. Kstaba, entre tanto, el emir de los musulma­nes, Yusüf h. Tásuf in , desprevenido, sin saber lo <lue ocurría , porgue su campamento estaba alejado del de I b n cAbbad,

p. £X basta «Jue / le envió I b n cAbbad su secretario, I b n a l Qa§ i ra (2). Le informó y Yüsuf m o n t ó a caballo. Le rodearon los notables de L a m t ü n a y los grandes de 3inbaya con el resto de su ejército y se dirigió con ellos al campamento del tirano.

C a y ó sobre él y le peáó fueéo; tocó sus tambores (3) y retembló con ello la tierra y respondió el eco de la comarca. Palpitaron sus corazones y se estremecieron sus en t rañas ;

(1) Véase Dozy, «Loci» I , 3l7. (2) Mubammad b. S u l a y m á n , tjue mur ió en M a r r á k u s

en 5o8 —7 junio 1114 a 26 mayo l l l 5 — l o c o y muy viejo. Era sevillano y muy culto. B . A . H . I I , n ú m . 1137.

(3) Menéndez Pidal, q[ue con su a^udo talento y erudi­ción ka i luminado tantos aspectos de la bistoria del si^lo x i , cree ver en los tambores a lmorávides la señal de una nueva estrateéia, el empleo de masas compactas, bajo continuas señales de mando, táctica qtue desconcierta a los caballeros cristianos al verse inferiores ante u n guerrear m á s sólido y más estable, cuyo cbocjue no podían resistir. «La E s p a ñ a del Cid», páé . 36l . Sin embaréo , el C id y sus caballeros superaron esa táctica y vencieron siempre a los a lmorávides , sin (lúe Menéndez Pidal nos proponga otra explicación cjue el éenio mi l i ta r del Cid. E l ataque m u s u l m á n , incluso el a lmorávide , era mucbo menos eficaz, como expone con é r an claridad I b n J a l d ü n , y la estrategia de los soldados de Yüsuf y de AJbd a l - M u ' m i n está explicada por nuestro H u l a l y por a l -Bakr i , sin c(ue baya nada en ella c(ue supere a la cristiana.

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vieron el fueéo cine ardía en su campamento y les lleéo el érito por la pérdida de sus bienes y tiendas y perdieron el ánimo. Volvieron las riendas y se encaminaron al campa­mento; se entrechocáronlos dos bandos y se mezclaron los con­tendientes, arreciaron los encuentros y crecieron los atacjues.

La batalla éiraba alrededor del maldito: fueron deshechas las cabezas de sus hombres y de sus principales caudillos y él se vió atacado por la caballería musulmana a derecha e izquierda. Llamó a sus soldados y a su guardia y a sus esclavos, para q[ue se apearan de sus caballos y se metieran en la contienda. Pero Dios auxilió a los musulmanes y metió el pavor en los corazones de los politeístas, cine se encontraron entre el ejército de Ibn 'Abbád y el de Yüsuf b. Tágufin.

Kntre tanto, alcanzó al tirano Alfonso un joven neéro, c(ue blandía un puñal al que los bereberes llaman al-atas. Le cortó los lazos de su adarba (l) y le atravesó el muslo y un trozo de su silla. Alfonso solía decir después de ésto: «Me alcanzó un esclavo ne ro y me hirió en el muslo con una

El valor fanático de los lamtuníes, su enorme superio­ridad numérica y la facilidad con cine, gracias a ella, podían ejecutar la maniobra favorita de los norteafricanos en todas las épocas, el envolvimiento por las alas y el ataque a reta-éuardia, explican cumplidamente las érandes victorias almo­rávides y almohades. Kl Cid nunca se dejó desbordar por las alas, y en las Navas de Tolosa la posición de los cristianos (Mesa del Rey) hizo imposible el envolvimiento. En Zalaca, en Fraéa y en Alarcos, mientras una parte del ejército musul­mán aceptaba la lucha frontal y era vencido, otra parte, la más considerable, atacaba por la espalda y asaltaba los cam­pamentos cristianos, provocando el pánico y la derrota.

(l) O el extremo de la adarba, donde lleéa al muslo-La palabra es oscura y no hay lectura fija de ella. El hecho parece cierto, pues al exhumarse los restos de Alfonso, en 1910, se comprobó la exóstosis bien marcada que aparece en la tibia izquierda, en la parte superior de la cara interna. Ballesteros, «Historia de España, I I , 324.

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é u a d a ñ a , c(ue hizo correr m i sanére». Se imaé inó cfue al-atas era una g u a d a ñ a , por ver (Jue era curvo. H u y ó ante él y las

P'IH espadas de los musulmanes / le siguieron Kasta forzarlo a refugiarse en una colina alta, donde se l ibraron por las dificultades cjue ofrecía el subir a ella.

La rodeó la caballería; pero el emir de los musulmanes, Yüsuf b. Tásuf in , les dijo: «Kl perro, si es acosado, no Kay duda cine morderá . Dios Ka salvado a los musulmanes de sus daños y no kan sido mucbos éstos, sino muy pocos; pero sí nos lanzamos sobre ellos resis t i rán con la mayor energía; así es c(ue dejadlo y vigilad su s i tuación ( l ) .

Cuando cerró la nocKe, kuyeron, y al amanecer del sábado no se encontró su rastro. Kntonces volvió riendas el emir de los musulmanes y acampó con su éente en su campamento. Des t ruyó Dios con su cortante espada aq(uel poder y desbarató acuellas multitudes de politeístas, y no se salvaron m á s c(ue los compañeros de Garc ía , el ííue se excusó de combatir, c(ue eran unos 400, y Kuyeron con el tirano (Alfonso).

Fué esta expedición, llamada la batalla de Zalaca, la c a m p a ñ a en la (Jue Dios Kizo tr iunfar a la rel igión del Islam, auxil ió a sus afiliados y alivió su pena. N o Kubo en a l -Andalus batalla mayor (jue ésta: fueron muertos unos 300.000 cristianos (2).

(1) A l - B a k r i confirma esta costumbre, pues dice: «al (Jue Kuye ante ellos no lo persiguen». P á é - 166. Las razones de Yüsuf y su prudencia son la mejor prueba de (Jue el ejército de Alfonso, aunque derrotado, no sufrió grandes bajas. F u é esta la primera batalla campal c[ue ganaron los musul­manes, después de las victorias de Almanzor , y cuando ya se creían irremediablemente perdidos; de aKí c(ue exageren su importancia con tanto énfasis.

(2) Los cronistas musulmanes tardíos , como «al H u l a l » , exageran sin pudor la cifra de las bajas cristianas. « E , l Car tás» , trad. H u i c i , pág. l52, dice: «EJ ejército cristiano se componía de ocKenta m i l caballos y doscientos m i l peones, y todos murieron sin salvarse más c(ue Alfonso con 100 caballeros».

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7? •

Dice el alfaíjuí A b ü Y a k y á h. al-Yasa': «Me contaron varios de los cjue asistieron a esta batalla, (}ue se encontraron en ella cristianos con ada réas reforzadas, a c(uienes las espadas cortaron por el medio, a pesar de su espesor. Cuenta el alfa<juí A b ü M a r w á n al-cUdri, cjue fué de los <lue asistieron a esta batalla y c(ue estuvo investido de autoridad en estos asuntos, (jue se dedicaron los musulmanes en el campo de batalla a cortar las cabezas de los cristianos / y reunieron ta l p. o. n ú m e r o de ellas, c[ue las amontonaron en montones (tan altos) como alminares elevados.

Se buscó la m á s l a réa de las lanzas cjue Kabía en el campamento, y se alzó, apilando las cabezas a su alrededor y la cubrieron. Se dice cjue el n ú m e r o de las cabezas q[ue se reunieron en manos de I b n cAbbad lleéó a 24.000.

Cuando acabó la é^nte (de loárar ) esta victoria, coáió I b n cAbbád u n trozo de papel, de u n dedo de ancbo y (sólo) escribió en él dos l íneas a su Kijo al-Rasid, en Sevilla, comu­nicándole la á r a n victoria. £ 1 texto del escrito era: «A m i k i jo al RaSid: (Jue Dios lo conserve. Sabe (Jue se Kan encontrado las tropas musulmanas con el tirano y maldito Alfonso y Dios Ka dado la victoria a los musulmanes y Ka derrotado por su medio a los poli teístas. Gracias a Dios, señor de los mundos. Comunica ésto a los qtue estén delante de t i , de nuestros Kermanos los musulmanes. Salud» ( l ) .

K r a ésto al atardecer del viernes. A t ó el papel al ala de una paloma c[ue Kabía llevado consiáo para este menester. La éente en Sevilla, desesperaba de lo cjue iba a ser de ellos (ac(uel d ía) . Lleéó la paloma el mismo viernes y se leyó el

( l ) Esta misma carta la da el autor del « R a w d al-mictár»; pero con otro texto mucKo m á s largo y retórico. «Loci», I I , 248, y aun es m á s extensa la cine da I b n al-Jatib, «id., id.» l76: prueba de cjue por lo menos dos de ellas son falsas y de de redacción moderna, si no lo son las tres. Dozy «Hist . de los musul .» . I I I , 129, 2.a edic.

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mensaje a la éente , en la mezcjuita de Sevilla, (con lo cual) se éeneral izó la a leér ía y se mult ipl icaron los votos (de éracias) . Luego llegaron las cartas explicando la brillantez de esta victoria insigne. A l - M u ' t a m i d h. 'Abbad, al M u t a w a k k i l b. al-Aftas, al Muzaffar cAbd A l l á k b. B u l u é é i n y todos los reyes (Jue asistieron a esta batalla escribieron cartas a sus países comunicándoles cómo Dios bab ía ensancbado los pecbos y con ella bab í a sacado la tristeza de los corazones, y notif icándoles el bot ín c[ue Dios les bab ía concedido,

p.c>\ Lo c(ue escribió / a l - M u t a m i d a la capital, Sevilla, y a las demás provincias fué redactado por el secretario A b ü cAbd A l l á b b. A b d al-Barr, a l - N a m i r i ( l ) ; de los párrafos de su carta es lo (Jue s iéue :

« C u a n d o lleéo el viernes, 12 de rayab de 479 —33 octubre 1086—, Dios nos preparó y facilitó los medios y nos abrió la puerta de la dicba y de las conquistas- Nos ba mostrado su afecto el aceptador del arrepentimiento y el perdonador de la falta. Nos encontramos con el tirano opresor, a cuya llamada respondió la muerte y cuyos esfuerzos Ka bumillado nuestra concordia, después cjue t raicionó su principio y se le escapó su f i n .

« H a b í a m o s convenido con él en encontrarnos en su ter r i ­torio; pero él vino (antes, al nuestro,) y la violación del conve­nio ar ras t ró la cola del vestido de su í énomin ia .

»Cont ra el desbonrado testifica acuello que le bace caer y la t ra ic ión nos enseña que es u n cebo para el mismo que se la propone. Nos a leáramos de que empezase con la traición, que lo derr ibó, y que corriese por los senderos de u n camino que no lo lleva a buen f i n . Nos convencimos de que era la vanguardia de una victoria que se adelantaba y los bienes de una dicba que exbalaba su perfume. E l tr iunfo no oculta

( l ) Era A b u Mubammad y no A b u cAbd A l l a b y bacía ya cinco años que bab ía muerto. Véase Dozy, «Loci», I I I , 230.

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sus indicios y a la fortuna no la encubren sus túnicas. Se reconciliaron los hermanos musulmanes y se abrazaron con humildad y equidad.

»Se arrastró por los llanos la cola de las mallas y partici­paron las lanzas en los hechos de los brillantes sables (l). Cuando se ensombreció la noche de la éuerra y se perdió en tierra el agua de su aurora, y tuvo sed, surgió el alba de la dicha y prosperó y éritó al que se acercaba: "Salud. Amanece, amanece" (2). Lueéo salió su sol por oriente y se perdieron los infieles y se quemaron, porque bajo él no había cubierta que cubriese sus rayos / y tapase sus destellos.

»Cuando se ordenaron las cabezas, rodeadas las de los jefes por las de sus subordinados, estuvimos a la sombra entre continuas nieblas; aquéllo era como un sueño extraordinario de un durmiente. Al subir los almuédanos a los montículos que hicieron las manos de los valientes con los cadáveres secados por los sables cortantes que les iban al alcance con sus terrores, divuláaron palabras puras a los oídos, con las cuales se curó lo que estaba en ellos sordo, y a los cerebros, que se arrepintieron de lo que se habían propuesto (mal).

»Se refrescaron los ojos, se ensancharon los pechos y se iluminó toda la tierra con esta luz, y ésta es la conquista de las conquistas —así Dios os asista—, que ha surgido entre las manos de los que la han conseáuido con un auxilio (de Dios) que no se puede contrarrestar. Al principio, el encuentro fué desfavorable para los musulmanes y Dios decretó que fuesen mártires en él los que se preocuparon con su deseo (los que

(1) Dozy, que ha hecho resaltar las muchas faltas de sintaxis y de sentido que llenan la carta, dice, a propósito de estas frases huecas y ampulosas: «Sed operam et oleum perdimus, si istiusmodi ineptum falsarium, qui ne lin^uam quidem tenebat, emendare volumus». «Loci», I I I . 233.

(2) Dozy traduce: «et clamabat: "propinqua est salus, surée", id., id.».

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ansiaban loérar lo) . Lueéo descendió su cuckillo (de Dios) y las espadas de los musulmanes se desposaron con los cuellos de los infieles y les Kicieron poseer a las víréenes a quienes guardaban las cámaras de los yelmos, y los velos de las deséracias las cubrieron a los ojos de los cobardes. N o Kay dote sino el (Jue reciben de la nobleza de las almas, c(ue Kan extremado su obediencia y Kan ido atentas kacia el bien; Dios les Ka distribuido su bo t ín y les ba prometido la victoria y se lo ba cumplido.

«Recibid este favor con gratitud, como lo recibimos nos­otros y decid: "Gracias a Dios, Señor de los mundos, por el don (Jue nos ba becbo al amanecer y a l atardecer. K l lo mejo­rará con su ayuda y lo dupl icará con su auxilio y su direc­ción. Sa lud».

Cuando / Dios realizó esta conquista éloriosa y este becbo bermoso, se alzaron los musulmanes con todo su bo t ín y duró el contarlo varios días. Se llenaron sus manos de abundantes despojos y numerosos cautivos y se enricjuecieron con lo cjue lograron en armas: riquezas, espadas guarnecidas y collares de oro y plata.

Fué un día como no se bab í a conocido otro desde el día de Y a r m ü k ( l ) y de Q á d i s i y a (2); una victoria como no bubo otra mayor y una jornada como no bubo otra más éloriosa.

E l día de Zalaca consolidó los cimientos de la reliéión, después <jue b a b í a n vacilado, volvió las tinieblas de la justicia a su oriente y desapareció el aboéo de al-Andalus con este respiro. Se d is t inéuieron en ella los caudillos del Andalus y Dios premió al emir de los musulmanes y defensor de la religión, A b ü Y a ^ ü b Yüsuf b. Tásuf in , con el mayor premio de los musulmanes al bacer buir a la a fon í a y dar respiro

(1) K n cjue fué desbecbo el ejército bizantino de Heraclio, año 634 de Cristo.

(2) La victoria q[ue abrió a los árabes las puertas de Persia, año 637.

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en el a h o é o ( l ) , y concedió a esta pen ínsu la el socorro y se personó para responder a sus llamadas y para conservar su sanére y aleéró al íjue se entristecía, hasta que fueron derrota­dos por él los poli teístas y t r iunfó la causa de Dios contra la voluntad de ellos.

Dice Muhammad h. al-Jalaf (2): « C u a n d o a c a t ó (Yüsuf ) con la empresa de Zalaca y la éente de al-Andalus se volvió a sus tierras, le lle^ó una noticia cjue le afligió y una nueva cjue le afectó: la muerte de su hijo A b ü Bakr Sir. Se apresuró a volver a la otra ori l la del Estrecho y acabó con el enemiéo de la rel ié ión y lo cortó. Este es el resumen del relato de su primera t ravesía a a l - A n d a l u s » .

S E G U N D A T R A V E S Í A / p. ^

F u é su segundo paso el año 48l —28 marzo 1088 a l5 marzo 1089—. Su causa la expone el visir A h ü Bakr h. cUc(áh, que dice: «Dos años después de la batalla de Zalaca le llegó al emir de los musulmanes, Yüsuf b. Tasufin, en su capital, M a r r á k u s , una embajada de notables andaluces de la éente de Valencia, Murcia , Lorca y Baza, y se le quejaron de lo que les ocurr ía con el Campeador, uno de los reyes cristianos.

(1) Dice «El Car tás» que los cristianos quedaron tan humillados (en Zalaca) que no volvieron a levantar cabeza en cerca de sesenta años . Trad. H u i c i , páé . l52. Buena prueba de ello es que, apenas repasó Yüsuf el Estrecho, los castellanos acometieron con mayor br ío a los principados de Levante, e instalados en Aledo, llevaron la desolación a los distritos de Lorca, Murcia y A lmer í a . La s i tuación se hizo tan insos­tenible que a l - M u t a m i d tuvo que i r a Marruecos a implorar auxilio y , a los dos a ñ o s de Zalaca, volvía Yüsuf a al-Andalus para emprender la fracasada campaña de Aledo.

(2) Véase Pons Boiéues , páé . 4o5.

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c(ue Kabía sitiado a Valencia, siete años , hasta tomarla; se le quejaron t ambién de lo ocurrido a la éente de Murcia y su distrito, Lorca y Baza, con el asunto de Aledo, c(ue era un castillo fuerte, en la cima de una m o n t a ñ a escarpada, a media jornada de Lorca.

»Lo ocupó el enemigo y sus columnas iban hacia Levante y hacia Poniente, pues estaba en medio del país m u s u l m á n . N o cesaron los notables de al-Andalus, de ac(uella región, de reiterarle sus cjuejas, hasta cfue les promet ió pasar a soco­rrerlos cuando se confirmase la decisión. Entonces I b n cAbbad salió de Sevilla con su secfuito y pasó el mar para ver a Yüsuf b. Tasufin.

»Lo encontró en el r ío Sebú; lo recibió para la entrevista con semblante abierto y pecho franco y con honores, y le dijo: "4 C u á l es la causa c(ue te ha movido a pasar el mar para vernos y por qué no me has escrito sobre t u necesidad?". Le contestó: "He venido por consideración, defensa y celo de la reliáión. Dios ha puesto é randes bienes en tus manos y t u

p.oo fortuna es m á s / é r ande <jue el objeto de m i visita. Se han agravado los daños de los cristianos, cfue se han apoderado del castillo de Aledo y han aumentado sus males sobre los musulmanes, por estar en medio de sus tierras, y no hay éuer ra santa cuyo premio sea mayor n i cuyo peso en la balanza (de Dios) sea m á s érande"».

Recibió el emir de los musulmanes su demanda con agrado y le prometió pasar el mar con sus tropas. Lo incitó (al M u tamid) a hacerlo, se aseguró con u n pacto (jue le firmó y, entonces, se dirigió a su capital, Sevilla; envió cartas a todas las clases sociales de al-Andalus para (jue se preparasen y aumentasen la fabricación de flechas, de jabalinas, bom­bardas y otras armas ( l ) .

( l ) Apenas hace falta advertir c(ue nuestro autor ha caído en u n grave error al atribuir al siglo x i unas mác(uinas llamadas r a á d á t (tronadores) c(ue entraron en uso en el siglo xm y siguientes. Dozy. «Loci de Abbadid is» , I I , 202.

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Cuando tuvo en orden sus asuntos y ap lanó su s i tuación y cumplió en ésto su deseo, tuvo noticia de cine llegaba el emir de los musulmanes, (Jue Kabía pasado el mar y se hab í a establecido en Aláeci ras . F u é I b n cAbbad a verlo, seéún su costumbre, con todas las honras y el respeto (Jue podía.

E l emir de los musulmanes escribió a los reyes de al-Andalus , invi tándoles a i r con él a la áuer ra santa y ci tándolos en el castillo de Aledo. P a s ó por M á l a g a y reclutó a su señor al-Mustansir b i - l l áh T a m i m b. Bu luéé iu b. Bádis ; lo alcan­zaron t ambién al-Mu2:affar cAbd A l l á h b. Bulugé in , señor de Granada, y al-Mucta!SÍm b. $ u m á d i h , de Almer ía , y acu­dieron los caudillos de al-Andalus de Segura, Baza, J a é n y de todas partes.

L leéa ron carpinteros, a lbañi les y herreros de Murc ia y se estableció el campamento, rodeando al castillo de Aledo, en cuyo interior h a b í a m i l caballeros cristianos y doce m i l infantes ( l ) . C o n t i n u ó y a u m e n t ó la Ueéada de la éente <lue acudía y se sucedieron los ataques al castillo noche y día . Cada uno de los emires / de los musulmanes combat ía en su p. 0^ día con sus caballos y peones, por turno, y du ró ésto u n mes.

Conferenció al-Muctamid con Yüsuf b. Tásu f in y les hizo desesperar (de tomarlo) lo cíue veían de su fortificación, defensa y aspereza, ya (Jue, aun sin muros, sería muy difícil

( l ) La cifra de doce o trece m i l defensores de Aledo es a todas luces exagerada. N o cabían en u n castillo roquero, metido en pleno país enemiéo . Es t ambién falso <lue Alfonso, durante el asedio, llenase de nuevo el castillo con innume­rables ¿entes. A l acercarse Alfonso a Aledo, se ret iró Yüsuf a la sierra de Tirieza, a l oeste de Totana, para esperar a los cristianos; pero enseguida cambió de parecer y, por Lorca, se dirigió a Almer ía , enojado con los emires andaluces cjue no acudieron al sitio de Aledo y aun con los (Jue acudieron, por las continuas intrigas y cjuerellas, con las (Jue impidieron la pronta y feliz t e rminac ión de la campaña .

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asaltarlo contra los (Jue lo defendían, y qttie no podr í an tomarlo; sino con u n lar^o asedio y cortándoles los víveres.

Kntre los caudillos de al-Andalus cjue k a b í a n Helado estaba I b n Rasicf, señor de Murcia , c(ue se kab ía alzado en ella contra al^Mu' tamid h. cAbbád. Este se íjuejó al emir de los musulmanes, Yüsuf h . Tásu f in contra I b n Rasicj: le recordó cómo se le hab ía sublevado y le acusó de c[ue entre­gaba sus tributos al tirano Alfonso para conéraciarse con él. Yüsuf hizo presentarse a I b n Rasicí y pidió a los alfacjuíes u n dictamen sobre este asunto.

E l juicio fué contrario a I b n RasicJ, y Yüsuf b. Tásu f in m a n d ó cogerlo y entregarlo a I b n cAbbad; pero le probib ió matarlo. I b n cAbbád lo cargó de cadenas. A l momento, los amigos y parientes y todas las tropas de I b n Rasic( Kuyeron a Murcia y se rebelaron e impidieron cine se aprovisionase el campamento, con lo cual se per turbó su si tuación, sobrevino la carestía, subieron los precios y la gente se vió apretada ( l ) .

Entre tanto, la gente del castillo pidió auxil io a su rey, el cual reunió tropas y se dirigió al castillo con innumerables gentes. Entonces se decidió Yüsu f b. Tásu f in a abandonar (el cerco) del castillo y prepararse para el encuentro con Alfonso; se retiró con sus tropas a Tirieza, cjue era u n sitio de agua y fruta (2) y le pareció (Jue Alfonso, si llegaba.

(1) Convinieron los reyes de taifas en cortar los aprovi­sionamientos a sus ejércitos y campamentos y empeoró su relación con ellos. Los alfacjuíes y la gente del Consejo de al-Magrib y de al-Andalus le dictaminaron (fatwa) cjue los destituyese y les arrancase el poder y le llegaron sobre lo mismo dictámenes (fatwas) de los sabios del Trácí, como Algacel y a l -Tur tü s i . I b n J a l d ü n , «Tbár», pág. 244.

(2) La sierra de Tirieza, al oeste de Totana, tiene de notable su figura en forma de caballón, enteramente aislada. Madoz.

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se ilusionaría con la salvación de su éente y abandonaría / p.oy el castillo, cesando en sus daños y <lue lo más oportuno (sería) dejarle el camino libre (l).

Cuando lleéo el maldito al castillo encontró a su éente hambrienta, que no podía conservarlo; lo quemó y sacó a su guarnición (2).

Separó Yüsuf b. Tasufin de su ejército un cuerpo de unos 4.000 caballos y lo envió a Valencia; en pos de él envió un ejército é ande al mando de Mubammad b. Tasufin, hacia las partes de Valencia y él se fué de allí a al-Maárib. Moviéronse todos, al moverse él, y se volvieron a sus países.

Este es el resumen de su seáunda travesía a al-Andalus»

TERCERA TRAVESÍA

Fué su tercera pasada el año 483 — 6 marzo 109o a 22 febrero 109l — y su causa fué que, cuando estaba sobre el castillo de Aledo, se le transmitieron unas palabras de los reyes de al-Andalus que le preocuparon e irritaron su ánimo contra ellos, haciéndole volverse a al-Maérib.

(1) Sobre la campaña de Aledo véase las «Mémoires du roi ¿iride 'Abd Alláh», por Lévi-Proven?al, al-Andalus 1936, I , 79.

(2) El sitio de Aledo lo pone Dozy en el verano de 1090 —mediados de 483—, pues fija la seéunda llegada de Yüsuf a al-Andalus en principios del 483. En cambio. Codera, apo­yándose en «al-Hulal, Rawd al-Qirtás y Kitab al-iqtifá», hace salir a Yüsuf de Aléeciras para Aledo en rabí primero de 48l —mayo-junio 1088—. Menéndez Pidal, que ha contrastado las discrepancias de éstas y otras fuentes árabes y cristianas y que aduce los dos únicos testimonios coetáneos, da por cierta la fecha de 1089. «La España del Cid, I I , 773».

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Cuando vieron claro su cambio y c(ue se desviaba de ellos, miró cada cual por sí mismo con la mayor decisión; el primero (jue se dis t inguió en ésto y lo demostró y se esforzó en ello fué al-Muzaffar cAbd A l l a k b. B u l u é é i n b. Badis. Llegaron sus noticias a Yüsuf b. Tasufin y a u m e n t ó su ira y su enojo contra él ( l ) .

Cuando desembarcó en Algeciras, fué a verlo I b n cAbbad y lo recibió con la acostumbrada reverencia; se preocupó de

P-&\ aáasajar lo y konrarlo, comunicándole / las noticias del emir cAbd A l l a b b. Bu luéé ín . Se ind ignó contra él, lo odió y de­puso de M á l a é a a su bermano al-Mustansir T a m i n b, B u l u -éé in . Se dirigió a Granada y sal ió a recibirlo al-Muzaffar, a las afueras de la ciudad; lo sa ludó, se le apeó y entró con él en Granada y le entregó el poder. Yüsuf se dedicó a pacifi­carla y arreglar sus asuntos y luego lo llevó a él y a su ker-mano al-Mustansir T a m i n a a l - M a g r i b y los domicil ió en Agmat .

Las noticias de este emir, cAbd A l l a b b. Buluggin, se en­cuentran completas en el l ibro, c(ue compuso sobre el reino de su gente (2).

Al-Muc tamid b. cAbbad y A l - M u t a w a k k i l b. al-Aftas se le presentaron en Granada y lo felicitaron por lo cine se le bab í a arreglado de los reinos de Granada y Málaga ; pero él no les aceptó (sus felicitaciones) y se desvió de ellos; por lo cual se marcbaron a sus países.

(1) Se retrajeron los reyes de taifas de ir a su encuentro, pues notaron su an t ipa t ía bacia ellos, por lo cjue le comuni­caban sus súbdi tos sobre las injusticias, exacciones e impues­tos ilegales; se enojó contra ellos y prometió suprimir las aduanas e imponer la ccjuidad. Cuando pasó el Estrecko, se abstuvieron de i r a recibirle, excepto I b n 'Abbád , cjue se apre­suró a i r a su encuentro y lo excitó contra la mayor í a de ellos. I b n J a l d ü n « Ibar», I , 244.

(2) Publicado por Lévi-Provengal en «Al - A n d a l u s » , volúmenes I I I , fase. 2.° y I V , fase. 1.°

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se ar rep in t ió de Kaber llamado a Yusuf h . Tasufin a al-Andalus y dijo a su aliado a l - M u t a w a k k í l h. al-Aftas: «Vive Dios c(ue no Kay duda de c(ue nos Kará heher el mismo cáliz c[ue Ka Kecho heher a cAbd A l l á k h. B u -luéé in» . Cuando volvió I b n 'Abbad a Sevilla, se puso a repa­rar los muros y a kacer el puente. Su Kijo A b ü - l - H a s a n 'Ubayd Al láK al-Rasid le dijo: «¿No te decía, ¡ok, padre!, (Jue este sakariano nos eckaría de nuestra tierra, si nos lo t ra ías acíuí?». Le contestó: «Hijo mío : no sirve la previsión contra el dest ino».

K l a ñ o 484 — 23 fekrero 109l a 11 febrero 1092 — se dirigió Y ü s u f k . Tasufin a Ceuta para pasar sus ejércitos lemtunies a al-Andalus, con el propósi to de destronar a los reyes de taifas y sitiarlos en sus ciudades. U n a vez establecido en Ceuta, / m a n d ó reconstruir la mezquita mayor y ampliarla, p.o^ Se ampl ió kasta dominar el mar y cons t ruyó su nave mayor. M a n d ó t ambién construir el muro inferior del puerto y se dedicó a pasar (el ejército).

D i ó su mando a su primo el emir Sir I b n A b i - B a k r y le ordenó i r a sitiar a I b n 'Abbád , en Sevilla, con instrucciones para cjue, cuando acabase con él, se dirigiese a los dominios de a l - M u t a w a k k i l b. a l -Af ta s . Puso a A b ü eAbd A l l á k b. a l - H á y y al frente de su segundo ejército y le m a n d ó sitiar a al-Fatk, el apodado a l - M á ' m u n , k i jo de a l -Mu ' tamid b- 'Abbad, en Córdoba . D i ó a A b ü Zakariya* b. W á s i n ü otro tercer ejército y le ordenó sitiar a a l-Mu' tasim Mukammad b. M a ' n b. ^ u m á d i k , en A lmer í a . Puso a G a r r ü r a l -Hasimi a la cabeza del cuarto ejército, con orden de sitiar a Yazid a l - R á d i , k i jo de a l - M V t a m i d b, 'Abbad, en Ronda.

T r a n s p o r t ó los ejércitos y se fué cada uno al sitio a cjue se le m a n d ó , y él se c(uedó en Ceuta, esperando sus noticias y observando lo c(ue ocurría con ellos. Es bien sabido lo cjue les pasó en al-Andalus, al apoderarse de sus ciudades y con-cjuistar sus reinos; pero no es éste el lugar para referir sus noticias, dado nuestro propósi to de abreviar la nar rac ión .

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N o cfuedó en al-Andalus poder independíente , sino el de los B a n ü H ü d , porcjue al-Mustacin bí-llaK A b ü Yacf ar Afetmad h. a l - M u tamin bi-lláK A b i - l - H a y y á y Yüsu f h. al-MtKjtadir t í - l l áK A b i Ya'far h. al-Mustacin b i - l l ák S u l a y m á n h. M u -kammad fe. H ü d , el Yudami , se levantó en su tierra, en el Levante de al-Andalus, y tenía entonces en su mano (todas)

p. \ I las provincias de la frontera superior: Zaragoza, Tudela, Calatayud, Daroca, Huesca, Barfeastro, Lérida, Balaguer ( l ) . Fraga, Medinaceli y Guadalajara, con lo cjue de ellas depende. Fortificó su país , dominó a sus súfeditos, fué temido su poder y no entrafea en sus tierras, gracias a ello, ninguna desgracia.

Con todo esto liacía regalos al emir de los musulmanes y le escribía y le decía en sus cartas: «Noso t ros estamos entre vosotros y el enemigo (cristiano) como u n muro, para <jue no lleguen a vosotros sus daños y para impedir cfue seáis Kerído. Nos liemos contentado con vuestra paz; contentaos vosotros con ella, de vuestra parte, además de lo cjue os ofrecemos de tesoros preciosos». Le envió su Kijo cImád a l -Dawla Afeü M a r w á n cAfed a l -Ma l ik y Yüsuf fe. Tásu f in le concedió lo íjue deseaba; en su contestación le decía: «Del emir de los musul­manes y defensor de la religión, Yüsuf fe. Tásu f in a a l -Mus-tacin b i - l l ák AKmad b. H ü d , a cjuien Dios ayude siempre. Desde la capital, M a r r á k u s , donde se leen el versículo de tu nobleza y las glorias de tus antepasados. Nosotros alabamos a Dios con todas las acciones loables y le pedimos nos lleve por el más recto camino y le rogamos nos dé las m á s kermosas ventajas y los propósi tos de m á s éxito. Rogamos por nuestro señor y dueño Mul iammad, el más puro de sus amigos y el sello de sus profetas. K n cuanto al c(ue está con nosotros, c(ue Dios te ayude por t u excelencia noble y por t u gloria pura y por t u residencia conocida, le tenemos u n

( l ) Conde lee «Helga», vol . I I , pág. 3l9.— David López transcribe ^ ¿ L del Ms. de Lisboa.

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amor puro y una adhes ión por la éracia de Dios sana. Nos Ka llegado el vás taéo del señorío de la nobleza, de la conside­ración y de la bondad, A b ü M a r w a n ' A b d A l l a h , t u k i jo por el nacimiento / y la éenealoáía e k i jo nuestro por el car iño p.^\ y la proximidad; c(ue Dios aumente en él el consuelo de tus ojos y la aleéría de t u alma; y con él (KanJ leáado) tus priva­dos, los dos visires, A b ü - l - A s b a é y A b ü cAmir, q[ue Dios los Konre con su piedad y a ambos los acoéimos conforme a su dignidad y con la benevolencia debida a su mandador, y les dimos la bonra debida a su categoría; nos entregaron de t u parte tu carta noble y excelsa, recibida con aleéría, y después nos informamos de ella en presencia de los dos personajes y atendimos toda la explicación de sus manifestaciones en resumen, y les Kemos dado una contestación (Jue kan com­prendido, así como les kemos expuesto nuestros propósi tos , y lo vieron claro. E/n suma, el acuerdo y la a r m o n í a para emprender lo cfue agrade a Dios y seguirle, si él lo cjuiere, y salud».

A s í (Juedó I b n H ü d libre de cuidados, reckazando a los cristianos con (la amenaza de) los musulmanes y reckazando a los musulmanes con los cristianos, por su posición entre ellos y el país de los francos y de los normandos. Los francos, pocos años antes de esta época, salieron de la Tierra Grande (el continente) a al-Andalus con una é^an mul t i tud , q[ue no la podía contar sino Dios, e invadieron las fronteras de Zara­goza y atacaron y mataron y cautivaron y concjuistaron a Barbastro por asalto y mataron en ella cerca de 40.000 entre jinetes y peones y esclavizaron a las mujeres y a los n iños ( l ) .

L a recobró de sus manos al-Muq[tadir b i - l lák I b n H ü d y se la t o m ó por asalto y no se salvaron de sus kabitantes, sino muy pocos. Se cuenta c(ue reunió para su conquista unos seis m i l arqueros con arcos de pie.

( l ) Véase Dozy: «Réckerckes», I I , 339.

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Dice a l -Bakr i ( l ) c[ue, a l volver de concítiistarla, entró en p.^Y Z a r a é o z a / con cerca de cinco m i l cautivos e innumerables

caballos y adarbas (2). Cbn esta conquista cjue ocurrió por mano de él, loéró I b n H ü d é r a n fama. H a c í a regalos m a é n í -ficos y presentes a Yüsuf b. Tásuf in , de los rubíes y perlas cjUe llegaron a sus manos procedentes de I^bál a l -Dawla A b ü - 1 -Hasan cAli b. al-Mu'afa(l b i - l lab Ab i - l -Hasan cAli b. M u y á -Kid a l -cAmir i , señor de Denia y su región; se apoderó de ellas, cuando comjuistó a Denia y lo expulsó de ella. Sucedió cfue en Siria (3) kubo u n Kambre muy grande y una escasez muy fuerte de víveres y Denia en el levante de al-Andalus era muy fértil y enviaba desde el puerto (4) de Denia a Siria una nave grande (5) cargada d granos y volvía llena de tesoros y grandes regalos.

Cuando se apoderó al-Muc[tadir de los dominios de a l -Mu'afací cayó en sus manos lo <lue se Ka referido y se lo apro­pió y reunió en su poder lo cjue no tuvo n i n g ú n otro rey de al-Andalus.

(1) AlloucKe: al-Baraki , pág. 6 l . (2) La cita de a l -Bakr i es más exacta y completa en el

« R a w d al-mictar», c(ue dice: «entró en taragoza con cerca de cinco m i l cautivas escogidas, cerca de m i l caballos y m i l adar­gas y mucbas ricfuezas, vestidos preciosos, pertreckos y armas. La conquistó el 8 de yumada a l -ü lá del año 457 —17 abr i l 1065 —. Por ésto se t i tuló al-Muc(tadir b i - l lab . Lo <íue du ró su ocupación por los cristianos fué nueve meses». E-dic. Lévi-Provenf al, pág. 41 del texto, 52 de la trad. EJ ms. de Lisboa y AlloucKe: «con cerca de cinco m i l caballos y lo (Jue no se puede contar de adargas».

(3) AlloucKe: Egipto. (4) AlloucKe: enviaba I b n Musa desde Denia, pág. 62. (5) Naves cargadas. Ed ic ión de T ú n e z , pág. 55. Sobre

la toma de Denia por al-Mucítadír I b n H ü d , véase «Les m é -moires du ro i Ziride AJbd AllaK» en al-Andalus, año I V , fase. I , pág. 42 y sus citas en la n . 29.

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Dice el autor: Si seéttimos así la narración, nos salimos del plan propuesto; vuelvo, pues, al relato de Yüsuf h. Tásufin y a terminar la Kistoria de las veces (Jue pasó a al-Andalus, y después de ello volverá a Rabiarse de Marrákus y de sus cosas.

CUARTA TRAVESÍA

Fué su cuarta travesía el año 496 — l5 octubre 1102 a 4 octubre 1103—. La bizo para inspeccionar el país y ocuparse de / sus mejoras. Iban con él sus dos bijos, los emires Abü-1- p.^ TaKir Tamim y Abü-l-Hasan cAli, éste era el menor en edad, y de él dijo uno de los poetas andaluces palabras en c(ue alababa su éloria:

—Aunque en la edad se le cuente el secundo a cAli; en la éloria se le cuenta el primero.

—Como vosotros son las manos, cuyos bijos (los dedos) son iguales; pero se distinguen los meñic(ues por las joyas.

Cuando recorrió el país e inspeccionó sus regiones, las comparó a un águila diciendo: su cabeza es Toledo y su pico Calatrava y su pecbo Jaén y sus garras Granada y sus alas, la derecba, el poniente y la izcjuierda el levante. Dice el autor: la explicación exacta de su situación y la semejanza con un balcón (l) indica bien claro c(ue la comparación se refiere a la política de su gobierno y a la consideración de su situación.

El año 495 —26 octubre 1101 a 14 octubre 1102 — nombró beredero al emir Abü-l-Hasan; el c(ue redactó el documento

(l) Primero la compara con un águila y luego con un sacre o balcón.

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del nombramiento fué el visir alfacíuí A b ü Mukammad h. ' A t d a l -Gafü r ( l ) , prodigio de elocuencia, con la cual éu iaba y era un imam ilustre, a íjuien elevó la ciencia y la liberalidad, y en el p ináculo de la áloria era la cumbre del buen camino.

Texto del nombramiento: «Glor ia a Dios, íjue favoreció a sus devotos con el envío de su luéar ten ien te y ba puesto el imamato, como causa de l a concordia. La oración de Dios sobre nuestro señor MuKammad, su profeta noble, cjue u n i ó los corazones discordes y bumi l l ó a sus pies la ¿ lor ia de los reyes orgullosos — y luego —. K l emir de los musulmanes

p.-^ y defensor / de la religión, A b ü Ya'cfüb Yüsuf b. Tásuf in , cuando Dios le dió el gobierno de mucbos de sus devotos cre­yentes temió c[ue el día de m a ñ a n a le pidiesen cuentas de cjue los Kubiese dejado abandonados sin nombrar «íuien lo sus­tituyese. ;

Dios ba mandado <lue se bagan recomendaciones en asunto de menos trascendencia y lo señaló entre las cosas m á s importantes, cuanto más en estos grandes asuntos, <íue bacen relación al bien de los nobles y del pueblo. £ 1 emir de los musulmanes, con arreglo a lo (Jue le obliga este precepto y ba-biéndolo escogido Dios para mirar por estos asuntos excelsos del mundo lo c(ue ba agudizado sus lanzas (2) y ba afilado sus armas ba encontrado a su bijo, el emir noble, Abü-l-Hasan» el más dispuesto para ser elevado y glorificado, el m á s noble por sa naturaleza y el m á s preciado por su poder, como ba demostrado en lo q[ue ba gobernado; y lo ba llamado al puesto a c(ue ba sido llamado, después de consultarlo con la gente de consejo, cercanos y lejanos, a quienes agradó lo cjue le agradó

(1) I b n Sacid en el «Libro de las Banderas» cita unos versos suyos y dice cjue era bijo de A b ü - l - Q á s i m ibn cAbd a l - G a f ü r , que t ambién fué ká t ib de cAli b. Yüsuf. Véase edición Garc í a Gómez , pág. 133.

(2) Mss. de Pa r í s , Lisboa y Evora.

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a él y lo elidieron para lo c[ue él lo eliéíó y lo juzgaron diéno de reéir lo cine se le dio a reéír ( l ) . Lo kizo presentarse, po­niéndole las condiciones convenidas entre ellos y el elegido; las aceptó y le gustaron y respondió a l ser llamado, después de pedir inspi rac ión a Dios, en cuya mano está el bien y el auxil io, q[ue concede a (Juien cree en él y se lo agradece. Después de ésto, le dirigió una alocución y preceptos, cuyos consejos sobrepasan la meta m á s lejana. A l f i n de las condi­ciones y como afianzamiento de los compromisos, se escribió el testimonio ante el sustituto y el sustituido, con la aproba­ción del imamato de ambos para los lejanos y cercanos y se supo a ciencia cierta lo q[ue se le ordenaba en esta disposición. £ r a ésto el ano 495 — 25 oct. 1101 a 14 oct. 1102 —. Entre las condiciones c(ue, para nombrarlo beredero, le puso / su p.^o padre, fué el equipar 17.000 caballos en al-Andalus, dis t r i ­buidos en las regiones consabidas, o sea, 7.000 en Sevilla, 1.000 en Córdoba , 1.000 en Granada, 4.000 en Levante y , el n ú m e r o restante, en las fronteras de los musulmanes para la defensa y protección de los castillos opuestos al enemigo.

K n esta travesía kizo su viaje por la ciudad de al-Yusana (Lucena) ciudad m u y fuerte, cuyos muros eran de los m á s elevados y <jue estaba babitada sólo por judíos . La causa de pasar por ella fué cjue uno de los alfacjuíes de Córdoba en­contró u n volumen compuesto por I b n Masarra, el m o n t a ñ é s , de Córdoba (2), en el (Jue se refiere una tradición, c(ue la remonta a l Profeta, según la cual los judíos se obligaron, si llegaba el siglo v de la era mahometana y no les venía u n profeta suyo, como esperaban, a islamizarse forzosamente.

(1) Acjuí parece terminar la cita del texto de la procla­mación.

(2) E r l célebre filósofo I b n Masarra, cjue en una de las ermitas de la sierra de Córdoba adoctrinaba a sus discípulos. Véase A s í n : « A b e n m a s a r r a y su escuela», pág. 32.

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porc(ue encontraron en la Tora cjue Dios dijo a Moisés: «El profeta, el enviado cuyo nombre es Mukammad, no Kay duda c(ue por su medio aparecerá la justicia y la luz continua hasta la lleéada de la kora». Los judíos pensaron cíue sería uno de los suyos y cfue no vendría hasta los principios del siélo v y c[ue si no, sería éste (Muhammad). Kl citado alfacjuí cordobés elevó el caso al emir de los musulmanes, cjuien pasó por la ciudad, para ver lo que hacía con ellos. Se dice que les sacó una suma de dinero por esta causa y que el cadi Ahü cAhd-Allah Muhammad b. cAli b. Hamdin b. al-Taálibi,

p.-\ consiguió de Yüsuf la demanda / de ellos, de dejarlos (en paz). Con esta anécdota tiene relación lo que se cuenta de uno

de los emires de Bahrayn, que cuando fué nombrado gober­nador, reunió a los judíos de toda su provincia y les dijo: «iQué decís de Jesús, hijo de María?». Contestaron: «Lo ma­tamos y lo crucificamos». Les dijo: «<iPaáásteis el precio de su sanére?». «No; por Dios». «Pues no saldréis hasta que lo paéuéis». Y les impuso 10.000 dinares. Ksto es lo que me con­taron de su historia y de la solución de su asunto.

VIDA DEL EMIR DE LOS MUSULMANES YÜSUF B. TÁSUFIN

Fué un hombre virtuoso, bueno, piadoso, inteliéente, hábil, emprendedor; todo lo que su ojo veía, lo hacían sus manos (l), magnánimo, inclinado al bien y a la justicia, y muy temeroso de Dios; la mayor de las penas que imponía

(l) Allouche da la variante: comía (solamente del pro­ducto) de lo que hacían sus manos. Páé. 66.

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era el encarcelar por muclio tiempo (l); Konraba a los alfa-(juíes y enérandecía a los sabios, les presentaba los asuntos, los resolvía seáún sus consejos y decretaba, (aun) contra sí mismo, de acuerdo con los informes — fatwas — de ellos. Al-Andalus, durante su tiempo, fué feliz y celebrado por las comodidades de la vida y su inmejorable estado y no dejó de tener abundancia y protección basta cjue él murió.

La éuerra santa babía cesado, bacía 79 años, desde los tiempos de los 'ámiríes (la familia de Almanzor) / basta cjue p. y él entró en al-Andalus y puso al frente de ella a los jeques almorávides. Eran un pueblo a (juien babía formado el desierto, (jue tenían una intención pura, no viciada por la vida ciudadana ni por el trato con éente baja (2). Dice Ibn al-Yasac (3): Su oréanización en al-Andalus bacía que no diesen a cada caballero otra cosa cjue cinco dinares al mes, además de su suministro y el pienso de su caballo; a ac[uel que se distinguía por su bravura, sus servicios y su valor.

(1) Caso muy extraño en un país y en una época en que se derramaba la sanére con tanta facilidad. «En al-Magrib extremo, sobre todo en el Atlas y el Süs, se mata a un bombre como a un gorrión. ¡Cuántos ban sido muertos por una palabra dicba! ¡Se ¿lorian de ello!». Al-cUmári; «Masálik», páé. 140. Al-Marrákusi lo confirma, y dice que cuando estuvo en el Süs, la facilidad de derramar sangre lo llenó de estupor. «Mu'yib», pág. 137.

(2) No conocen la agricultura, ni la siembra ni el pan; sus riquezas son los ganados y su sustento es la carne y la lecbe. Al-Bakri, pág. 164.

(3) Celebrado autor nacido en Valencia, katib o secre­tario de los reyes del Levante de España, que en 56o —1164— emprendió un viaje a Oriente, donde murió en 575 —1179—. Dejó escrito un libro titulado: «El que babla claramente sobre las noticias de las excelencias de la gente de Occidente». Véase Pons: «Historiadores y Geógrafos arábigo-españoles», pág. 242.

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lo Konra tan con el mando ele una localidad de la c(ue sacase su provecko. Dejaron las fronteras del lado de los enemiéos (cristianos) al mando de los andaluces, porgue éstos conocían mejor su s i tuación y sab ían mejor encontrarse (lucKar) con el enemiéo y Kacer alearas; no daban su gobierno sino a ellos y los trataban bien. Cuando recibieron caballos de a l -Maé r ib , los enviaron a la éente de las fronteras. A l acercarse su f i n , dió a su Kijo y beredero, A b ü - l - H a s a n cAl i , tres órdenes: la primera, cine no inquietase a la éente del D a r á n , n i a los masmudíes c(ue ba b í a tras esa m o n t a ñ a (el Atlas) n i a los musulmanes ortodoxos; la secunda, que tuviese paz con los B a n ü - H ü d y q[ue los dejase interpuestos entre él y el país de los cristianos, y la tercera, que premiase a los que obrasen bien de la éente de C ó r d o b a y les perdonase sus culpas. M u r i ó en el mes de rabi ' secundo ( l ) del a ñ o 500 — diciembre 1106 — y fué enterrado en su alcázar de la capital, M a r r á k u s , y estuvieron presentes a su muerte sus kijos el emir A b ü Tab i r T a m i n y A b ü - l - H a s a n cAl i , con los que asistieron de sus familiares de ^ i n b á y a y sus parientes de L a m t ü n a .

Fué arrebatado (por la muerte) man ten iéndose en el pro­pósito esforzado de defender la rel iéión, bacer br i l lar la palabra (revelada) y sostener el Is lam (2).

(1) Ms. de Lisboa: en Mubar ram. (2) A l morir , en 500 de la H é é i r a —sept. 1106—, dejaba

a su hijo A l i u n imperio inmenso, que comprendía la mayor parte del Afr ica Septentrional, toda la E s p a ñ a musulmana y las Baleares. Los rudos ^ i ^ ^ y a » habituados a las priva­ciones y fatigas de la vida del desierto, transportados brusca­mente por los favores de la suerte a las regiones fértiles del T e l l aréel ino y de Anda luc í a , se ab l anda r í an pronto a l con­tacto con unas riquezas y u n bienestar que, basta entonces, b a b í a n ignorado. Llegaron a al-Andalus en una época en que la literatura, la poesía y los placeres del espíri tu h a b í a n sustituido, hacía mucho tiempo, al amor de la éuer ra y a la sed de conquistas. Esta s i tuación facilitó, sin duda, su esta-

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Dice MuKammad / h. al-Jalaf en el «Bayan al-wádiK»: pAK «La manifes tación clara» ( l ) : Lo íjue daba mayor consuelo a las almas y apagaba el fueéo del daño era su previsión Ker-mosa y su juicio claro al transmitir el poder, durante su vida, a su Kijo el emir A b ü - l - H a s a n , (jue t ambién tenía una inte-liéencia sólida y una vis ión kermosa. Santifique Dios el espíri tu de ambos y refresque sus sepulcros».

A q u í acaba su cuarta travesía, explicada con brevedad, y el extracto de sus noticias. Abora vuelvo al conocimiento de la bistoria de su bijo y sucesor, de los acontecimientos que le ocurrieron después de él (de su padre); cont inuac ión de las novedades de Marrakus y de las noticias de esta ciudad, con la durac ión de su asedio.

blecimiento en el país; pero fué t ambién la causa de su ruina. Su brusco contacto con una civilización tan refinada y para la cual no estaban preparados los perdió, como b a b í a n per­dido, unos ocbo siglos antes, a los vánda los , sus predecesores, en esa misma tierra del Afr ica septentrional. Los a lmorávides duraron menos de u n siélo en a l -Maér ib . A Bel.: «Les Benou G b a n y a » , p á é . V I I .

( l ) Mubammad b. Jalaf b. Isma' i l al-iSadafi, conocido por I b n cAlqama, nacido en Valencia en 428 — 1036. N o se conoce de él más que esta obra, titulada, seáún I b n al-Abbar « A l - B a y á n a l - W á d i b f i - l - M u l i m m a l - Q á d i b » (Descr ipc ión clara del accidente infausto), que versa sobre la conquista de Valencia por el Cid . M u r i ó en 5o9 - l l l 5 . Véase Pons, páé . l75.

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E L E M I R D E L O S M U S U L M A N E S C A L I B. Y Ü S U F

Su prenombre fué: A b ü - l - H a s a n . Sus Kijos fueron ( l ) : Tásuf ín , su sucesor en el trono; A b ü Bakr Sir, cjue mur ió sin sucesión en vida de su padre y fué llamado B a k ü r (el precoz), era muy impetuoso y valiente y su padre lo tuvo preso y ake-rrojado en Aléeciras basta c[ue mur ió ; le nació cuando ten ía (cAli) diez y seis años (2); A b ü Hafs;cUmar, el mayor;Tamim;

(1) E l texto de Alloucke, por no kaber consultado los mss. de la familia europea, está muy alterado y manco en u n pasaje tan oscuro e importante como éste; dice así: Su k ü n y a : A b ü - l - H a s a n . Sus kijos: Tásuf in , su sucesor y A b ü Bakr, a cjuien se le l l amó Bakür ; era muy impetuoso y valiente. L o encarceló su padre aberrojado en Aléeciras , basta q[ue mur ió . Le nació, siendo él de diez y seis años; y A b ü Hafs ' A b d a l -Kabir e Ib r áb im , el c(ue bizo la peregrinación e Isl iai l y T a m i m el cine se sublevó contra su sobrino Ib rab im y fué muerto en A w á n y D ü d y D á ü d y cUmar, el menor, cine fué el más pequeño de todos en edad. P á é . 68.

(2) Este pasaje, muy alterado en varios mss., ba dado luéa r a las m á s diversas interpretaciones. Dozy, «Loci de Abbadid i s» , L 18 y 19 nts., lee: A b ü Bakr (Sir) se elevó en dignidad durante su vida y se juzéó u n león, pues era violento y valiente; su padre lo encarceló, cargado de cadenas, en Algeciras, basta (Jue mur ió (ícíuién?) o u n bijo (íue ten ía (según uno de los códices) de diez y seis años de edad. Le pa­rece t amb ién muy oscuro a Codera: «Fami l ia real de los Beni-texufin», pág. l 7 , y lo sume en u n mar de dudas, pues lo interpreta como si Sir bubiese muerto a los diez y seis años y bubiese sido proclamado príncipe beredero a los cinco años . E l texto, rectificado con la lectura de diversos mss., dice cía-

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ItráKim, el <lue hizo la peregrinación; Ismael, el (jue se stiblevá contra su sotrino Ibráhim y fué muerto en Arwan (l); Dawüd: cUmar el menor; Mazdali y Bíntiyán, ctue fué el más pequeño de todos. Su madre fué una cristiana llamada Fad al-frusn. Sus visires fueron Yintan (2) h. cUmar y después, al fin de sus días, Is acj h . Yintan h. cUmar h. Yintan.

P' H No bien lleéó a los dieciocho años ya brilló su piedad, / su capacidad y su inteliéencia y se admiraron en él sus mucKas notabilidades: se le dió la inspección de las injusticias y recla­maciones y la áente se aprovecbó de su actuación en tales asuntos y en todos los demás. £ra, por su naturaleza y por su nacimiento, como un adivino que da noticias extraordinarias.

Cuando 'Ali b. Yüsuf sucedió a su padre, se compenetró profundamente con los neéocios, actuó a la perfección y se propuso planes nobles en el camino de la éloria; amó a los nobles, dió caréos a los sabios y elegía a los virtuosos. Era muy limosnero, muy justo y éeneroso en las dádivas; Dios lo revistió de respeto e infundió en los corazones su amor. Se le aéruparon las éentes y se unificó la palabra.

Lo proclamó su kermano, el emir Abü-l-Tabir Tamim» c(ue era mayor cine él en edad. Fué el primero en emplear a los cristianos en al-Maárib. Les dió caballos y los Kizo recaudadores de los impuestos ilegales (no contenidos en el

ramente (Jue Sir tuvo el sobrenombre de Bakür, el precoz (compárese con albacora, breva, biéo precoz), por Kaber nacido cuando su padre tenía sólo diez y seis años y cjue, por becbos <lue iénoramos, fué encarcelado en Aléeciras, donde murió. Lo cual confirma Ibn al-Jatib, al decir (Jue murió de un modo deniérante. «Ibáta», I , 279.

(1) Alloucbe: Awan. Ms. de París: Yuáz; id. Lisboa: Awar; id. Fvora: Arwan. Consta por al-Baydaé c[ue fué muerto en el lyilliz de Marrakus.

(2) Alloucbe y el ms. de Kvora: Bintyan; Codera leet Tiyan, en el ms. de Cayancos. Levi-Provengal en las «Memo­rias de al-Bayda<I»: Yintan.

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Alco rán ) ; era piadoso, alfacjuí, <Jue honraba a los sabios y entregaba los asuntos a los alfacjuíes ( l ) ; razió en persona el país de los cristianos, devastó la mayor parte de la región de Toledo y sitió la ciudad de Talayera. P a s ó a al-Andalus durante su reinado y durante el de su padre. Durante el suyo pasó cuatro veces.

P R I M E R A T R A V E S Í A

Fué su primer paso el a ñ o 500 — 2 sep. 1106 a 21 aéosto 1107 —, después de suceder a su padre, para examinar sus asuntos y enderezar sus perturbaciones. Se ins ta ló (2) en Aléeci ras , a donde acudieron los cadíes y alfacjuíes de a l -Andalus , / sus jecjues y notables, sus literatos y poetas; les p.Y* hizo grandes donativos y satisfizo a l demandante en su demanda (3).

(1) C o n t i n u ó A l i la t radic ión de su padre en insistir en la ¿uer ra santa y atemorizar al enemigo y defender el pa ís . Fué bermosa su conducta, buena su intención; continente y muy alejado de la injusticia, de modo cjue se le debía contar entre los ascetas y devotos m á s bien cine entre los reyes y los conquistadores. F u é muy dado a los alfacjuíes, y si nombraba a alguno de sus cadíes, lo compromet ía a que no resolviese n i n g ú n asunto, n i decidiese u n juicio en cosas pequeñas n i grandes, sino con asistencia de cuatro alfaquíes. Y los elevó a una s i tuación tan alta como no la b a b í a n logrado desde el principio de la conquista de al-Andalus. A l - M a r r á k u s i : «Mu'yib» , pág. 122.

(2) Alloucbe lee «ib.tafala» por «ibtalla», que es la verda­dera lectura dada por el ms. de P a r í s .

(3) E l ms. de Evora: «y agradeció a todos los literatos su cortesía».

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SEGUNDA TRAVESÍA

Fué el año 5o3 — 3l julio 1109 a 19 julio 1110 — para Kacer la étierra santa, defender la reliéión y élorificar la palabra (revelada). Se dirigió a Toledo y acampó a sus puertas, cruzó la Almunia famosa de sus afueras y sus soldados se esparcieron por acjuellas reéiones y asolaron el país, y los politeístas se refuáiaron en su kuída en los castillos y se defendieron en los alcázares fortificados. Sitió a Talayera y la tomó por asalto (l). No Kubo otra razia como ésta por su fuerza y sus victorias, por sus armas y por su número.

( l ) Codera encuentra confusa la cronoloéía de esta cam­paña por querer compaginar lo imposible, o sea, que A l i saliese de Ceuta el l5 de mukarram de 5o3 —14 aéosto 1109— y que, a los dos días, el 16 de agosto, tomase a Talavera. Se obstina en aceptar la era 1147 para su toma; siendo así que esa campaña sólo tuvo lugar al año siátiiente, como lo con­firman los mismos Anales Toledanos al decir: «Poso el rei Ali sobre Toledo e tóvola cercada VIII días. Era 1148 —agosto de 1110 —». En el Nuzm al-Yuman encuentro los siguientes datos inéditos, únicos en aclarar y fecbar esta campaña: «Año 5o3. cAli b. Yüsuf llega con un gran ejército ante Talavera a media mañana del jueves, 13 de mubarram de este año —13 agosto 1109—. Mantiene la vigilancia esa nocbe y el viernes se libran violentos combates. Es difícil el acceso a la ciudad, porque el río está represado junto a los muros. Los musulmanes rompen la presa y se aleja el río de la muralla. La gente se lanza al ataque, arengada por el cadí Ibn Hamdin. Al bundirse. la presa y disminuir el agua, frente a la puerta, el sábado —14 agosto — la asaltan los musulmanes; matan a los cristianos y libertan a los cautivos. Algunos cristianos se encastillan en la alcazaba basta que, al verse apretados, se pusieron el litám (sic) y salieron a caballo perseguidos por los musulmanes».

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T E R C E R A T R A V E S Í A

E l año 5 l l — 5 mayo 111? a 23 abril 1118 — tomó la ciudad de Coimtra y asoló el país del politeísmo (l) con tm ejército innumerable y sus efectos fueron muy grandes. Su actuación en ella fué considerable y su curso en ella distinéuido y su tiempo sonriente (2).

C U A R T A T R A V E S Í A

Pasó el año 5l5 — 22 marzo 1121 a 11 marzo 1122 — a consecuencia de los sucesos ocurridos en Córdoba (3). Fué ello cjue los cordobeses Kabían recibido por Gobernador al emir Abü Yahya b. Ruada, y lo (Jue ocurrió entre ellos

(1) E l Cbronicon Lusitano da más pormenores de esta expedición y dice: En la era l l 5 5 — año 1117 — el rey de los sarracenos, cAli, bijo de Yüsuf, viniendo de ultramar con un éran ejército, sitió a Coimbra (babiéndosele) reunido a la vez todo el ejército del lado de acá del mar, cuyo número era tan incontable como las arenas del mar y sólo Dios lo conocía. Sitió a Coimbra veinte días, atacándola a diario fuertemente con todo el ejército; pero por la voluntad de Dios no pudo bacer daño y la ciudad c[uedó ilesa, así como sus babitantes. «España Saérada», t. X I V , páé. 420 de la 2.a edición. La fecba 22 de junio de l l l 7 , correspondiente al 18 de safar de 5 l l , la fija el «Cron. Conimbricense»: En la era l l 5 5 , sitió el rey cAli a Coimbra, el diez de las calendas de julio y estuvo allí tres semanas». «Id.», t. X X I I I , páé- 33l .

(2) Ms. de Lisboa. (3) Vuelve Codera a verse embarazado con la cronoloéía

de esta cuarta venida de cAli a al-Andalus, (jue pone en 5 l3 o (juizá a principios de 5l4, y le parece (íue prolongó su estancia basta el 5 l5 , en cjue se vuelve a Marruecos, aunque tropieza con la dificultad de c[ue en 5 l4 tuviese en Marrákus su entre-

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y él mot ivó la sublevación y kubo entre los corcloteses y los p. Y\ a lmorávides , cine estaban en ella, grandes revueltas;/saquearon

sus viviendas y sus casas de campo. Cuando lo supo el emir de los musulmanes, cAli h . Yüsuf h. Tásuf in , alistó soldados y reunió a los §inliayás, zanatas, masmud íe s y a diversos bereberes y pasó a al-Andalus con un ejército como no b a b í a n reunido otro los a lmorávides antes. A c a m p ó en las afueras de Córdoba; pero le cerraron las puertas y fortificaron algunos puntos de sus barrios, preparándose para la lucKa. Pidieron u n fatwa (dictamen) a sus sabios; los cuales dictaminaron q[ue se le bab ía presentado (a cAli) la verdad y se le bab ía demos­trado la causa de lo ocurrido entre los a lmorávides y la gente de Córdoba; (Jue ellos no b a b í a n tenido la iniciativa y q[ue les fué preciso defender a sus familias, sus vidas y sus baciendas; íjue el cjue empieza es m á s culpable porcjue, cuando se avanza a satisfacer su apetito y a seguir los planes de los perturbados, es necesario lucbar por el b o é a r y defender la propiedad, basta clue Dios lo remedie.

Cuando se pro lonéó su asedio, se acercaron a él los p r i n ­cipales y los jefes de Córdoba y le recordaron el precepto de su padre, el emir de los musulmanes, de cine premiase las buenas acciones de la éente de Córdoba y les perdonase sus culpas. Recayó el acuerdo de (jue le pagasen en dinero la compensación por lo cine se despojó a los a lmorávides , y se conformaron unos y otros ( l ) .

vista con a l -Mabdi . Los mss. europeos cine be consultado y las ediciones africanas de T ú n e z y de Alloucbe seña lan clara y u n á n i m e m e n t e el año 5l5, y así pudo ' A l i recibir a a l -M a b d i en 5l4 y no prolongar en 5l5 su estancia en Córdoba m á s de lo necesario para acabar con la revuelta y volverse a a l -Maér ib , al saber cjue a l -Mabdi se bab í a sublevado. «Decad. y desap,», páé . 236.

( l ) Se^ún I b n a l - A t i r , la rebelión de los cordobeses tuvo luéa r en 5l3 —13 abri l 1119 a 1 abri l 1120 — o en 5 l4

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Mientras estaba en ésto le lleéó la noticia de la apar ic ión de a l - M a k d i en el Sus extremo ( l ) y se volvió a al-Maérib» como se expondrá después, si Dios cjuiere.

E l año 5 l 2 — 24 abr i l 1118 a 13 abr i l 1119 — le lleáó la parta del califa cabbasi de Bagdad, cuyo texto es: «De ' A b d A l l á h , Abü- l - cAbbas , A b m a d al-Mustazbir b i - l l áb ( 2 ) ,

— 2 abri l 1120 a 21 marzo 1121 — y fué ocasionada por la insolencia de u n esclavo neéro del gobernador a lmorávide , A b ü Bakr Y a b y á , contra una cordobesa, el día de la Fiesta de los Sacrificios —2 marzo 1121—. Se produjo u n tumul to y una pelea y como el gobernador no aceptase la demanda de condenar a muerte al ne^ro, fué asaltado el palacio y ex­pulsados los a lmorávides de la ciudad. A . l i b. Yüsuf pasa el Kstrecbo en 5 l5 —22 marzo 1121 a 11 marzo 1122— con u n é r a n ejército y sitia a Córdoba , c[ue capitula con la ún ica con­dición de indemnizar los bienes de los a lmorávides saqueados durante la revuelta.

(1) A l - S ü s al A<isá es la región del sur de Marruecos, íjue forma una l lanura triangular de unos 200 k i lómetros de l a réa por unos 4o a 100 de ancba, con una superficie de unos 20.000 k i lómetros cuadrados. Ksta l lanura, l imitada al Oeste por la costa del At l án t i co , se extiende entre las ú l t imas ver­tientes del G r a n Atlas , al Norte , y las del A n t i - A t l a s al Sur, y se va estrecbando basta la u n i ó n de las dos cadenas. L a r i eáan el W á d i Süs y sus afluentes. «Kncyclopédie de F l s l am» , I V , 596.

(2) Se sucedieron las derrotas de los cristianos a manos de los a lmorávides varias veces y se in t i tu ló A m i r a l -musl imin y escribió a al-Mustazbir, al-cAbbási, califa en su tiempo de Baádad , y le envió a ' A b d A l l á b b. Mubammad b. al-cArabi, al-Mucáfari , el sevillano, y a su bijo el cadí A b ü Bakr, c[ne estuvieron muy corteses y elocuentes en sus palabras y pidie­ron al califa cjue lo invistiese sobre a l - M a á r i b y al-Andalus, como lo bizo, seéún se contiene en u n escrito del califa sobre ello, cíue circula entre las manos de la ¿ente . Y reéresaron con la investidura del califa y su concesión de lo c[ue estaba a su caráo de regiones y provincias. Y le escribieron el imam.

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K m i r de los creyentes, al caudillo del imperio "abbasi y jefe de sus ejércitos en a l - M a é r i b , cAli b. Yüsuf h. Tasufin, a íjuien Dios mejore su asistencia»; y después: «Alabanzas a Dios,

P'7V principio de toda palabra y rector de todo lo Kecbo; / K l es el poseedor de los dones y virtudes, el é rande , el excelso. La oración de Dios sobre nuestro señor y dueño Mubammad, el favorecido con la revelación, cjue disipó de los pueblos las tinieblas y los sacó del error; protegió con él lo sagrado, cjue estaba profanado; a r rancó de los corazones las espinas cjue crecieron, después q[ue Quedaron estériles, y revistió la religión, después q[ue sólo bab ía pecados en la superficie desnuda del mundo, y sobre sus esposas y descendientes, mientras se suce-dían las tardes y las m a ñ a n a s . Dis t ingu ió a al-cAbbas b. cAbd a l -Muta l ib , t ío del Profeta y beredero del califato, bermano uterino de su padre, el feliz, el puro, el (Jue se manifiesta a los primeros y a los ú l t imos por la oración, Que anuncia las lluvias primaverales y trae consiéo la abundancia. Los dones de Dios sobre el emir de los musulmanes, son inalienables sus favores, para él completos y preciosos y la excelencia del Is lam creciente y el r a n é o de la verdad muy amplio y los jardines de la equidad frondosos y las fuentes del derecbo abundantes y su cuidado de los subditos es con arreglo a l a Que exi^e su finalidad y su deseo; se mella en ellos el fi lo de los días si afila su corte; la victoria se bab i túa a sus banderas y el t r iunfo siá^e a sus soldados, los enemiéos son la mies de sus espadas y el rebaño perseguido por la muerte; su a é r a -decimiento a Dios por el Gobierno Que le ba dado es el a é r a -decimiento Que predice su abundancia y atestigua un beneficia Que no perece.

Alcacel y al cadí A b ü Bakr a l -Tu r tü s i , excitándole a ser justo y permanecer en el bien y d íc taminándole sobre el asunto de los reyes de taifas por el juicio de Dios. I b n J a l d ü n í «cIbar», I , 245, 6.

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Se Ka presentado a su Majestad, el E m i r de los creyentes, t u carta ilustre para comunicar el secreto impreso en el carácter de la rel iéión, cjue se manifiesta en t u adkes ión con el cable seguro de Dios a su obediencia, (jue r ieéa con las nubes del cielo t u vida, cjue i lumina sus l á m p a r a s con la pureza de tus costumbres. / E n cuanto a lo c(ue bas loé rado de tropas nume- P-Yr rosas y de t u perseverancia en la éuer ra santa, para suprimir l a suciedad de los infieles, en el pa ís c(ue rodea al tuyo, pues t ú y tus éentes sois del partido de Dios y el partido de Dios es siempre vencedor. Toma la piedad por apoyo y la justicia por faro y el l ibro de Dios y la sunna del Profeta por em­blema, desembaraza al Is lam y, a los musulmanes de las acometidas de las éentes y coloca tus lanzas en las ¿ a r é a n t a s de los enemigos de Dios, los infieles; publica t u invocación a l E m i r de los creyentes en lo alto de los almimbares y serás el vencedor de los enemiéos y el ilustre. La salud contiéo y con los cjue es tán contigo y son obedientes, salud (Jue é u í a a l l u é a r alabado y los é u a r d a a la sombra de la misericordia bien definida, y la misericordia de Dios y su bendición.

Se escribió esta carta en nombre del califa viéésimo octavo de los califas abbasíes , Que era Abü- l - cAbbás , A b m a d a l -Mustazbir b i - l l áb b. cAbd A l l á b , al-Mucjtadi bi-amr A l l á b b. a i -Da j i ra Mubammad b. a l -Qa ' im bi-amr A l l á b b. a l -Q á d i r b i - l l áb Abü- l - cAbbás Abmad , bijo del emir Isbá.q[, b i jo del imam al-MucJtadir Abü-1 -Fad l Yacfar, bi jo del i m á n a l -M u t a w a k k i l cala A l l á b A b ü - 1 - F a d l YVfar , bijo del i m á n a l - M u t a s i m bi- l lab A b ü Isbácj Mubammad, bi jo del i m á n al-Rasid b i - l l áb A b ü Ya'far H á r ü n , bijo del i m á n a l -Mabdi b i - l l áb A b ü cAbd A l l á b Mubammad, bijo del i m á n a l - M a n s ü r b i - l l áb A b ü Yacfar cAbd A l l á b b. Mubammad b. cAli b. cAbd A l l á b b. a l -cAbbás . Dios se complazca en todos ellos.

Sucedió en el califato a su padre y se le proclamó en Samarra. Durante su califato conquistaron los cristianos / P-Yl a Je rusa lén y algunos luéares de Siria, y (Juedó en sus manos

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noventa y t i n años , Kasta cjue la l ibró su nieto el i m á n al-Nasir l i d i n A U á K A b ü - l - ' A b b a s AKmad, ki jo del i m á n al-Mustanyid b i - l lak Abü- l -Mu^a f f a r Yüsuf, k i jo del i m á n al-Mustazkir b i - l lák Abü-l- 'AWbás. E,sto ocurrió por mano de su éobe rna -dor en Eé ip to , el su l t án ^a lá l i a l -d in (Saladino) A b ü - 1 -Muzaffar Yüsuf h. A y y ü b . F u é recobrada el a ñ o 582 — 13 de marzo de 1187 a 11 marzo 1188—.

He indicado ésto para dar a l é ú n conocimiento de este califa 'abbasí , c(ue escribió al emir de los musulmanes cAl i b. Yüsuf b. Tásuf in , y abora vuelvo a las noticias cine me be propuesto dar ( l ) .

E l año 5 l9 —7 febrero 1125 a 26 enero 1126— pasó el cadí A b ü - 1 - W a l i d b. Rusd a M a r r á k u s y lo recibió el emir de los musulmanes, cAli b. Yüsuf, con agasajos y konras. Fué su

p.yo paso a la capital / M a r r á k u s para kablar con el emir de los musulmanes, cAli b. Yüsuf, sobre la s i tuación de al-Andalus. E l cadí le expuso la s i tuación de al-Andalus y el daño cau­sado por los cristianos, sometidos a un pacto (los mozárabes) y lo c(ue k a b í a n t ra ído y descargado sobre ella, al l lamar a I b n Rudmir y al reforzarlo y aprovisionarlo contra los m u ­sulmanes y cómo en ésto k a b í a n roto el pacto y se k a b í a n salido de la protección. Su opinión fué acoéida y le kizo un dictamen (fatwa) para cjue fuesen desterrados y expulsados de su patria, y este era el castigo más liéero cjue se les imponía . Exp id ió sus órdenes a todo al-Andalus para trasladar violen­tamente a los mozárabes a la región de M i k n á s a (Mecjuinez) y Salé y a otros sitios de a l -Maér ib . E l sentimiento los a p l a n ó y el camino (con sus molestias) se los comió (2).

(1) E l texto de Alloucke coloca acjuí la noticia del amu-rallamiento de M a r r á k u s , (jue repite lueéo, después de la expedición de Alfonso, el Batallador. Lo único (Jue ac(uí añade es: R e u n i ó artífices y obreros y se acoplaron todas las partes íjue se kicieron del antemural.

(2) E l ms. de Evora, cjue añade algunos pormenores en este párrafo, lo coloca con más lóáica, después de la expedi­ción de Alfonso, el Batallador.

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Este año 5 l9 —7 a t r i l 1125 a 26 enero 1126— salió el t irano I b n Radmir kacia el país de los musulmanes en al-Andalus y le sopló el aire de la victoria ( l ) . E l l o fué íjue los mozárabes de l a región de Granada y de otras le escribieron y menu­dearon entre ellos las cartas y acudieron los enviados a su campamento, para excitar su deseo de entrar en Granada. Cuando él se retrasó, le d i r ié ieron u n reéistro, (jue comprendía unos doce m i l bravos de sus combatientes, y le notificaron con ésto q[ue los cjue le nombraban Ies eran conocidos perso­nalmente por la cercanía de su residencia y q[ue a ú n en la leja­n í a bab ía quienes ocultaban su buella y c(ue se descubrir ían cuando se presentase en persona a / ellos. Excitaron su am- p . y i bición y provocaron su avidez, a n i m á n d o l o con la descripción de Granada y sus ventajas sobre las demás regiones y su mucba abundancia en t r iéo, cebada y l ino y sus muckas ric(uezas en seda, v iñas , aceite y las diversas clases de fruta y las mucbas fuentes y ríos, la fortaleza de su alcazaba y lo sumiso de sus subditos y la buena disposición de la capital bendita, q[ue desde ella se domina a las demás regiones, y c[ue para los reyes, se^ún la Kistoria, era la espina dorsal de a l -

( l ) Dozy, (Jue ka consagrado u n capítulo de sus « R é -ckercbes», 3.a edición, I , 348, a esta expedición de Alfonso, el Batallador, Ka reunido y acoplado las dos narraciones de a l -H u l a l a l -Mawsiyya, ms. de Leyden, n. 24, fols. 37 r. - 38 v. y de la Ibata de I b n al-Jatib, ms. G a y a n é o s , fols. 8 r. - 9 v . L a edición de E l Cairo, I , 20 a 24, reproduce todo este pasaje, pero con mucbos errores, sobre todo en los nombres de luga­res, por no baber consultado el texto de Dozy. Las dos es tán sacadas de la «His to r i a de los almorávides», t i tulada « A l -A n w á r al-yal iyya f i ajbár al dawlat a l -muráb i t iyya (Las luces brillantes en las noticias del imperio a lmorávide) , por I b n al-^ayrafi , c[ue fué ká t ib o secretario del príncipe A b ü Mukammad b. Tasufin, gobernador de al-Andalus desde 520 kasta 55l o 32. Véase «Pons» . Páé - 24o.

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Andalas (la jorota) y no acabaron kasta lograr su decisión (l). Kliáió, reunió y equipó 4.000 caballeros, c(ue escoció de Aragón con sus escuderos, y se comprometieron y juraron por el Kvangelio q[ue no abandonaría nadie a su compañero. Salió de 2 a r a é o z a a fines de sa'ban de este año (2) y pasó por Valencia, donde estaba el jec(ue Abü Mukammad Badr b. Warcja, con una tropa de almorávides, y la atacó por al^ún tiempo. Entonces le Ueéó éran número de cristianos mozára­bes, q[ue enérosaron su ejército y le enseñaron el camino y lo dirigieron por donde mejor podia dañar a los musulmanes y favorecerlo a él. Pasó por Alcira y la atacó; pero perdió en ella y no éanó nada. Lueéo marckó de allí a Denia y la atacó la nocKe de la fiesta del Fitr (3) de este año — 3 l oct. 1125 — y cruzó Levante de etapa en etapa y de jornada en jornada, lanzando alearas contra todos los castillos por los (Jue pasaba. Atravesó el desfiladero de Játiva kasta llegar a Murcia (4). Lue o pasó por el río Almanzora. Lue o subió a Purcbena.

p.yy Lueéo se detuvo en Wádi /Táyala (el río Tí jola) (5) ocko días.

(1) La dulzura de sus campesinos, la cortesía de sus ciu­dadanos, la kermosura de sus nobles y de sus mujeres. Aére-éaron cjue esta ciudad bendita, una vez conquistada, sería el punto de partida para conquistar otras y que, como se leía en las kistorias de la provincia, kabía sido llamada por los reyes la joroba (la mejor parte) de al-Andalus. «Réckerckes», I , 353. 3.a edic. Para los árabes la joroba del camello es lo mejor de él.

(2) Docy traduce «a principios de sa'ban» —primeros de septiembre de 1125—; pero su texto árabe dice claramente «munsalaj» (a fines). «Réckerckes», I , 353. Kn cambio, la edición de El Cairo dice: a principios. Tomo I , 21.

(3) Fiesta de la ruptura del ayuno, al acabar el mes de Ramadán.

(4) Y, después, a Vera ( no lejos del mar ). Ibn al-Jatib. (5) Tíjola está entre Purckena y Serón. El río de que

aquí se trata no lleva akora ese nombre. Dozy «ibid».

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Lueéo se diriéíó a Baza y c(uiso apoderarse de ella, por estar en una l lanura y no tener la m a y o r í a de sus barrios murallas; pero Dios no se lo permit ió . Lueéo se diriéió a Guadix, el viernes 1.° de dü-l-cja'da —4 dic. 1225—, y la atacó por el lado da los cementerios kasta el lunes —7 dic.—, y salió el martes —8 dic.— para el Sened ( l ) , donde puso unas emboscadas. Lueéo levantó el campamento del Sened, el miércoles — 9 — y acampó en la aldea de G a y á n a (Graena) (2); atacó (a Gua­dix) por el Poniente y estuvo sobre ella cerca de u n mes. Dice el autor del l ibro «Las luces bri l lantes» (3): Se descubrió el complot de los mozárabes de Granada para l lamarlo y se divulgaron sus preparativos para recibirlo. E/l Gobernador de la ciudad pensó en encarcelarlos; pero fué incapaz de kacerlo y ellos iban por todos los caminos a su campamento (del Batallador).

Gobernaba al-Andalus por entonces A b ü - l - T á b i r T a m i m b. Yüsuf y tenía su residencia en la capital. Granada; se agruparon alrededor de él las tropas musulmanas y lo socorrió su bermano, el emir de los musulmanes, desde a l - M a é r i b con u n ejército numeroso y formaron como u n c in tu rón alrededor de Granada, cine era como el centro del círculo. Se movió I b n Radmir de Guadix y acampó en la aldea de Dayma — Diezma — y la éente de Granada rezó la oración del temor (4), el día de la fiesta del sacrificio, 10 de dü-1-b.iyya —

(1) La palabra «sened» designa «la vertiente de una sierra o cordillera». La vertiente norte de Sierra Nevada, a l sur de Guadix, se llamaba el Sened de Guadix. «Récber-cbes», 3.a edic. I , 345.

(2) Lueéo acampó en la aldea de Alcázar ; I b n al-Jatib. S e é ú n M á r m o l , A lcáza r es una de las nueve aldeas del Sened. «Id., id.».

(3) I b n al-v>ayrafi. (4) Es la oración ordinaria; pero m á s abreviada en casos

de é r a n peliéro.

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7 enero 1226— sobre las armas y apercibidos. N o lleéó Ibr t Radmir a Granada kasta (Jue tuvo 50.000 kombres. L u e é o acampó en W á d i Fardas —el río Farres— el día del sacrificio — 7 enero 1226 — y de allí pasó a acampar en al-MazucJa ( l ) y lueéo sobre Granada. A c a m p ó en la alquería a l - N i b a l

P'YA —Nibar— y estuvo / en ese campamento unos diez días (2); pero no consiguió nada por la continuidad de las lluvias y el mucbo Kielo, sólo c[ue los mozárabes le llevaban los víveres. Levan tó el campo y renunció a Granada (3) y se fué por la aldea de M a r a s á n a (Maracena) a Binus (Pinos) (4) y de al l í

(1) K l ms. de a l -Hula l , de Dozy — Leyden —, £9a jU o '¿$2jb\'J el de G a y a n é o s , ¿9jj .U j los de Lisboa y Fvora y el texto de Alloucbe, ¿9jjU. K n todo caso, no se puede identificar el nombre.

(2) I b n al-Jatib añade: A l día siéniente, al mediodía» divisaron las tiendas de los cristianos en N i b a l — N i b a r —, al este de la ciudad. Se luckó durante a l é ú n tiempo a dos parasan^as de Granada; se evacuaron los suburbios ( las aldeas próx imas ) y la éente se agolpó en la ciudad. D o z y traduce: «el populacko kab í a ya abandonado la ciudad y los demás kabitantes se agolpaban en las calles». Lo cual, además de no responder al texto, implica el contrasentido de (Jue la ¿ente — baja — se lanzase fuera de la ciudad por miedo a l Batallador, (Jue raziaba la veéa.

(3) I b n al-Jatib a ñ a d e : «el 26 de dü- l -k iyya de 5 l9 — 23 enero 1126 —, después de kaber reprendido a los cíue lo k a b í a n llamado y, sobre todo, a su jefe I b n a l -Cal lás ; se excu­saron, porgue con su lentitud y paradas dió tiempo kasta cine l l eéaron los soldados y sobre ellos caería el exterminio de los musulmanes. Seéún Orderico V i d a l , unos diez m i l mozá rabes con sus familias consiáuieron de Alfonso el permiso para trasladarse con él a A r a g ó n . «Réckerckes», 3.a edic. I , 356»

(4) Pinos-Puente, íjue en el siélo xiv llevaba el nombre CUi —Puente Pinos— y se kizo famoso en las ú l t i m a s

guerras de castellanos y granadinos, era u n arrabal de l a ciudad. «Réckerckes», id . , i d .

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pasó a al-Saka ( l ) , donde entró en la región de Alca lá la Real, Kasta L u k (Lucjue), Baena y Ecija. Lueéo se desvió Kacía Cabra y Lucena, y las tropas musulmanas perseéu ian a su retaguardia, luchando con él y venciéndolo. E l emir Afcü-l-T á k i r lo s iéuió, kasta q[ue se encontraron en los alrededores de a l -Yasána (Lucena), en el l u é a r conocido por A r i n z u l (Arn iso l ) (2). Desearon i r contra él y trabaron el combate al principio del día, lo cercaron y le cocieron cierto n ú m e r o de tiendas; cuando lleéó la bora del mediodía se a r m ó con su adarba y dispuso sus ¿entes para el combate, les confió cuatro banderas y fueron divididos en cuatro columnas; se lanzaron sobre los musulmanes, después cjue éstos se descuidaron y dispersaron, y tuvieron una mala idea (al acampar) donde acamparon y los coéieron desprevenidos. Dios permit ió en sus juicios ííue fuese una derrota lastimosa para los musul­manes y se apoderó de su campamento (3). De all í se fué hacia la costa (4) y, cruzando el Icflim y las Alpujarras, pasó

(1) T o p ó n i m o desconocido. (2) Zu r i t a lo l lama «Aringol». I b n a l -Warran escribe

«Arnisuel» y los Anales Toledanos «Aranzue l» . H o y es «Anzu l» , despoblado, a tres leguas de Lucena. Id . , p. 357.

(3) I b n al-Jatib añade: « C u a n d o cayó la nocbe, m a n d ó su emir levantar las tiendas, desde una hondonada, donde estaban, a una altura; pensaron mal los musulmanes, se per­tu rbó la s i tuación y h u y ó la éente; saqueó el enemiéo el cam­pamento y no entró en él, sino muy de noche». La batalla de A r n i s o l se dió el 9 de marzo de 1126; miércoles, l 5 de safar de 520, s eéún I b n a l - W a r r á n . Orderico V i d a l dice: Reconoció t a m b i é n las regiones lejanas, hasta Córdoba , y permaneció en acjuellos lugares —de la campiña de Córdoba— seis semanas con el ejército. I d . 358.

(4) Ms . de Pa r í s : Lue^o I b n Radmir fué hacia la costa y cruzó el I ^ l i m (la antigua provincia de Regio, (Jue compren­día M á l a g a y Archidona) y las Alpujarras, cuyos habitantes no lo esperaban. Id . , i d .

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por el río M o t r i l (valle de Lecrín) , de lardos desfiladeros y de paso defendido, y dicen q[ue, cuando cruzó por él, dijo en su l enáua a uno de sus érandes : «¡Qué sepulcro, si encontrásemos (Juien nos ecKase tierra desde arriba!».

Lueéo se desvió Kacia la derecha, Kasta l leéar al mar de Bal ís —Yélez M á l a é a — y cons t ruyó allí una barca pecíueña, en la Que se le coéió pescado, como si fuese u n voto c(ue cum-

P«Y^ plía o una señal cjue dejaba al Que le sucediese. / Lue^o volvió a Granada y p lan tó su campamento en la aldea de D i l a r (a tres pa rasanáas al sur de la ciudad). Lueéo pasó a la aldea de Hamdan — A l b e n d í n — y bubo é randes combates entre él y las tropas musulmanas. A l cabo de dos días se t r a s l adó a la vega ( l ) y la caballería del ejército m u s u l m á n iba en su seguimiento (2) y acampó en la fuente de Atsa (3) (nombre dudoso) con el m á s completo orden de la batalla y teniendo precaución de Que se pudiese aprovecbar la ocasión contra él. Luego se fué por Barrabalat (Bercbules, La Alpujarra) y de al l í a al-LiQün (Al icún) (4) y de allí a Guadix; b a b í a n sido muertos de sus capitanes y siguió las etapas bacia Levante y pasó por Murcia , bacia el desfiladero de Já t iva (5).

Lntre tanto, las tropas musulmanas le iban pisando la retaguardia y los asaltos se le repet ían y la peste se cebaba en él, basta Que llegó a su pa ís , orgulloso con lo Que bab ía con­seguido en su expedición, de derrotar a los musulmanes y

(1) Los granadinos t en ían sobre este lugar una t radic ión Que aguardaban se cumpliese. Dice I b n al-$ayrafi Que se i n ­dica en algunos libros de adivinación esta l lanura con la letra Que corresponde a los buér fanos y las viudas y este día se debía realizar. Pero Dios lo evitó. I b n al-Jatib.

(2) Ms . de Lisboa. (3) Id . , i d . Latsat. (4) A l i c ú n de Ortega, partido judicial de Guadix. (5) Alloucbe: al norte.

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devastar el pa ís y por lo muclio qfue Kabía cautivado y rotado. Auncjue no tomó n í n é ú n l u é a r amurallado, n i grande n i pe-cjueño, solamente saqueó las casas de la campiña de a l -Andalus y Borró sus trazas ( l ) . D u r ó su estancia en el país de los musulmanes, entre la ida y la vuelta, u n año completo y tres meses.

Cuando se descubrió a los musulmanes la t raición de sus vecinos los mozárabes , (Jue fué la causa de esta aventura, se alarmaron y se les i r r i t a ron los corazones y tomaron con ellos precauciones y el cadi A b ü - 1 - W a l i d h. Rusd creyó c(ue Kacía una obra meritoria y se molestó en pasar (a a l -Maér ib ) y visitó a cAli b. Yüsu f b. Tásu f in en su capital, M a r r á k u s , y le expuso la s i tuación de al-Andalus y lo cíue k a b í a n tramado los mozárabes y lo cíue le k a b í a n acarreado al l lamar a los cristianos y cómo / k a b í a n violado el pacto y se k a b í a n salido p.j^, de la protección; recibió con aé rado sus manifestaciones y le pidió u n dictamen (fatwa) y le aconsejó el desterrarlos de sus casas, siendo éste el m á s l iéero castigo cjue les podía imponer, seéún su parecer. C A l i ) dictó u n decreto sobre ello al país de al-Andalus, para í}ue fuesen deportados los mozárabes a las regiones de Metjuínez y Salé y otras, allende el Estrecko, y fué deportado a a l -Ma^r ib u n é r a n n ú m e r o de ellos.

Vuelve la na r r ac ión a la parte de M a r r á k u s . % l emir de los musulmanes, cAl i b .Yüsuf b. Tásuf in , comenzó en y u m á d a primero de a ñ o 520 — mayo-junio 1126 — (2) a amurallar M a r r á k u s y a construir su mezquita y su alminar y resul tó

(1) I b n al-Jatib aéreéa: Y él veía a su ejército deskecko y fugitivo sin kaber luckado, y casi kab ía exterminado la muerte a todas sus tropas. Orderico V i d a l lo confirma, en parte, diciendo: Pues, cuando volvieron los aragoneses, encon­traron todo el país completamente despojado de bienes, y antes de llegar a sus propios lares se vieron muy apurados por la excesiva penuria y kambre.

(2) Ms. de Evora.

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todo lo cíue ss Kízo de una solidez eterna. Se cons t ruyó en ocKo meses, a pesar de su grandeza y su perímetro. Se cuenta c(ue se éastó, en solo el muro interior, 70.000 dinares de oro. E l que le aconsejó amurallar M a r r á k u s fué el cadi A b ü - 1 -W a l i d h. Rusd, cuando la aparición de a l -Makd i contra él en a l -Maér ib . La causa de su amurallamiento fué c(ue, cuando apareció a l -Makd i y se extendió, pidió dictamen a los alfa-cjuíes de a l -Maé r ib y de al-Andalus sobre su caso y, entre ellos, al cadi A b ü - l - W a l i d h. Rusd ( l ) sobre construir los muros en aq[uel sitio y le dictaminaron c[ue se protegiese él y a los (Jue habitaban allí con él.

K l cadi A b ü - e l - W a l i d b. Rusd se dirigió a M a r r á k u s por dos asuntos: el primero la salida de los mozárabes de a l -Andalus, por lo (}ue se les descubrió de su ayuda a I b n Radmir y de su llamamiento, seéún lo c(ue antecede, y el otro por la dest i tución de su Kermano el emir A b ü - l - T á b i r T a m i m del gobierno de al-Andalus para sustituirlo por otro (2).

Cuando estaba el emir de los musulmanes cAli b. Yüsu f p.X\ en a l -Maá r ib , en su capital, M a r r á k u s , / le aconsejó la éente

del reino cjue pidiese el reino a los B a n ü - H ü d en el oriente de al-Andalus. «La ley divina te l lama a que b a á a s por apo­derarte de su país , porque están en paz y amistad con los crist ianos». Siátiió su consejo y les envió el emir I b n T i f i l w i t

(1) E n 520 rodeó a M a r r á k u s de murallas, cons t ruyó el depósito de a^ua, la mezquita catedral y el palacio real; gracias a él las casas cubrieron una extensión de siete millas. Ed 2erquexi «Tari j a l -dawla tayn» . Trad. Faenan, páé- 8.

(2) M á s que de su desti tución debió tratar de su sustitu­ción, pues ese año 520 mur ió Tamim, y cAli envió en su l uéa r a su hijo Tásuf in . Salió Abü-1-Walid de Córdoba el 3o de marzo de 1126 y volvió a ella el 16 de junio; a fines de ese mes r eanudó sus lecciones, basta el l 7 de ju l io en que cayó enfermo. M u r i ó el 28 de noviembre del mismo año 1126. Dozy: Id . , id . , páé . 362.

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con un ejército a lmorávide . Cuando oyó de su llegada I m a d al-dawla A b ü M a r w á n ' A t d a l -Mal ik , se fortificó en su país y le envió una carta a M a r r á k u s . De sus párrafos es ésto:

«Al -Mus t a ' i n b i - l lák kab ía escrito a tu padre el emir de los musulmanes, Yüsuf h. Tasufin, pidiéndole la invocación en su favor y le suplicó la paz y el auxil io contra el enemiéo y (juedamos él, y nosotros con él, tranquilos al abr iéo de las molestias de la éuer ra y gozamos de la luz de la paz y del Buen camino, que br i l la en Oriente, e insistimos en su procla­m a c i ó n y su imamato en esta región. Lueéo nos sobrevino de t u parte una deséracia negra que empezó a presentarse y u n viento, mejor dicko, un Kuracán, que dirigió a nosotros su soplo y no podemos entregaros las manos, para que nos do­minen las vilezas y se consolide en nuestra s i tuación la bajeza, con el desprecio y el desorden; no Ka precedido de nosotros a vosotros mal manifiesto de palabra y no be ordenado n i be causado a t u vecindad n i razia n i d a ñ o , sino que se desbordó bacia vosotros nuestra incl inación y nuestra palabra e i m ­ploró vuestra benevolencia en todos los casos. Tenéis en los Kecbos de vuestro padre el emir de los musulmanes, u n ber-moso ejemplo, y los días entre nosotros y él fueron bermosos; y si Dios quiere realizar algo en sus criaturas no bay oposi­ción a su voluntad y no se pueden evitar sus castigos. Y ense­ñ a r á la demostración de este juicio ante vosotros lo malo de sus consecuencias y su grande importancia y efecto en la corrupción. Dios es el que define quién es el que ba deseado (ésto) y empezado la per turbación entre nosotros y ba persis­t ido en su deseo. Dios nos basta y es suficiente. / Sa lud» . P-KX

Cuando llegó el escrito de Imad al-dawla A b ü M a r w á n ^ b d a l - M a l i k b. H ü d , lo estudió el emir de los musulmanes cAl i b. Yüsuf y escribió al emir A b ü Bakr b. T i f i l w i t , man­dándole abstenerse de invadir su país . Llególe la carta y ya los subditos lo b a b í a n introducido en Zaragoza, bistoria que es larga de contar ( l ) .

( l ) Véase Codera: «Decad. y desap.», págs. 12 y 254.

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A l - M a K d i apareció contra cAli , el año 5 l4 — 2 abr i l 1120 a 21 marzo 1121 —; fué el principio de su apar ic ión en M a -rrakus. H a b í a llegado a ella de Oriente, seéún se cuenta, en su luéar , en este l ibro. Dice I b n Buyayr: Er i t ró I b n cAbd A l l á k b. T ü m a r t , el llamado a l -Makd i , en la mezquita mayor de Marrakus, u n viernes, e Kizo las éenuflexiones en la primera fila, cerca del almimbar. U n o de los éua rd i anes de la mezquita le dijo: «Este es el sitio del emir de los musu lmanes» . Le con­testó: «Las mezquitas son de Dios», y leyó los versículos (l)» Cuando lleéó el emir de los musulmanes, A . l i b. Yüsuf, para sentarse en su sitio, se levantaron los (Jue estaban allí pre­sentes y a l -MaKdi se q[uedó sin levantarse. U n a vez terminada la oración, se ade lantó a l -Mabdi para saludarlo y le dijo entre otras cosas: «Cambia lo reprobado en t u país, porgue se te pedirá cuenta de tus subditos». N o le contestó el emir de los musulmanes, cAl i b. Yüsuf; pero cuando entró en su palacio le envió a decir: «Si necesitas aléo, se cumpl i rá» . Le contestó: « N o necesito nada n i pretendo nada, sino cambiar las cosas reprobadas» (2).

(1) De esta sura o capí tulo del Alcorán , cjue es l a L X X I I , 18.

(2) Cada bistoriador m u s u l m á n se Kace eco de una leyenda y relata a su modo la entrevista de a l -Makd i con A l i b. Yüsuf. Al-Baydaq[, de (Juien, como acompañan te de a l -M a k d i se podía esperar una información m á s exacta, nos pinta una escena ridicula, a m a ñ a d a , en tiempos de A b d a l -M u ' m i n y dice c[ue a l -Makd i fué a la mezquita el viernes y q[ue encontró a cAli sentado sobre la éuifara (manto) de I b n Tayzamt. Sus visires, íjue estaban de pie a su alrededor, dijeron a a l -Makdi : «Desea el califato para el emir». ««íDónde está el emir? —les respondió— «sólo veo esclavas veladas». Cuando oyó ésto cAl i b. Yüsuf se cjuitó el velo de la cara y dijo: «Tiene razón». Cuando lo vió el Impecable, le dijo: «El cal i ­fato pertenece a Dios y no a t i , ¡ok, A l i b. Yüsuf!». Lueéo le dijo el Impecable: «¡Ok, ' A l i ! , levántate de esa tela teñ ida para ser u n imam de justicia y no te sientes sobre una éuifara teñida». La retiró y la dió a su dueño y le preguntó : « í Q u é

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^Entonces ordenó a los alfacíuíes íjue KaHasen con él y cine probasen su estado y cjtié / ciencia tenía . Kstaba entre p . ^ f ellos A h ñ cAbd AlláK M á l i k h. W u b a y b , el andaluz ( l ) . H a b l ó con ellos sobre mucbos temas y les discutió las cues­tiones científicas, para cuya importancia no bay sitio en este compendio (2). Cuando volvieron a l emir de los musulmanes les preguntó sobre lo cjue b a b í a n aver iéuado de su estado. Le dijeron: «¡Ob, emir de los musulmanes! este bombre re­vuelve a las éentes; conviene apresarlo y separarlo del pueblo». M a l i k b. W u b a y b le dijo: «Dios te conserve; pon a este tombre en una bab i tac ión de bierro y si no, gas tarás contra él una babi tac ión llena de oro». U n o de los alfacjuíes le dijo: «Dios te éuarde ; a este bombre mételo en cadenas, porcjue si no, su propósi to es bacerte oir los tambores (de la éuer ra ) . Estaba en Marrakus, entre los jeques a lmorávides , el visir B in tyan b. cUmar, cjuien le dijo: «¡Ob emir de los musul­manes! éste ((jue te aconseja encarcelarlo) tiene en poco el poder del reino con relación a ese débil bombre; déjalo seguir su camino» (3). Sal ió a l -Mabdi entonces para A é m a t y en

(tiene) su t i n t e?» . «Se ba compuesto —le contes tó— con deyecciones». Kntonces salió el Impecable a la puerta de la mezquita y se sentó basta (jue salió la éente, y entró con los alfac[uíes en la discusión basta derrotarlos por completo. «Mémoires de al-Baydacj», páé . 67 del texto y 108 de la trad.

(1) A b ü cAbd A l l á b M á l i k b. Wubayb , filósofo y as­t rólogo de origen sevillano, citado y alabado por a l -M a r r á k u s i : « a l - M u y i b » , páé . 132. Véase t ambién Dozy: «His t . de los musul .» , I I I , 157, 2.a edic.

(2) Mss. Lisboa y Evora. La ciencia (al-cilm) es aííuí ún i camen te la teología.

(3) S e é ú n las Memorias de al-Baydací, lo (Jue le dijo Y i n t á n b. ' l i m a r fué: «¡Ob, emir de los musulmanes! ¿Qué se dirá de t i en el país? Que encarcelas a u n bombre cjue conoce a Dios y (Jue es el (Jue mejor lo conoce entre la éente de la t ierra». Se enojó cAl i b. Yüsuf y se salió de la r eun ión . Se levantó Y i n t á n b. T i m a r y se lo llevó a su casa. Lév i -Proven^al: «Docs. inéd.», páé . 68 del texto y 110 de la trad.

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ella difundía la ciencia y les predicaba, Kasta c[ue lo expulsó el señor de A é m a t y lo desterró al Sus al'Aclsa el año 5 l5 — 22 marzo 1121 a 11 marzo 1122 —. La áente lo siéuió y se le juntaron los bereberes, cjue le consultaban los asuntos de la rel igión, basta (jue le sucedió lo q[ue contaremos.

Cuando marcbó el emir de los musulmanes, cAl i b. Yüsuf, de Marrakus para pasar a al-Andalus y examinar lo ocurrido entre los cordobeses y los a lmorávides , subió I b n T ü m a r t a l At las y de allí se dirigió a su país, H a r é a , en el S ü s a l -Aíjsá ( l ) ; se le reunió la éente de su cábila y de otras y se aseéuró de contar con ella, y con la defensa (lo áspero) del

P'AÍ luéar , porgue nadie puede l leéar a él, sino / por u n camino, (Jue sólo puede seguir u n jinete en pos de otro, ya (Jue se cerraba su brecba con el m á s pecjueño é rupo de bombres, gracias a lo abrupto del terreno. A l l í estuvo a l -Mabdi , mientras estaba el emir de los musulmanes en al-Andalus. Cuando se d ivuléó su noticia y le siguió la ¿ente, se a l a rmó ' A l i b. Yüsuf b. Tásu f in y escribió a su gobernador del Süs , A b ü Bakr a l -Xamtün i , q[ue preparase una estratagema para cocerlo; pero no pudo (2). A l - M a b d i , entonces, tomó precau­ciones y se guardó; el complemento de sus noticias llegará lueéo al tratar de él.

(1) H . Basset y H . Terrasse, en sus «Sanctuaires et for-teresses a lmobades», localizan a H a r é a en el valle superior del actual W á d i Rgaya; pero Lévi -Provenfa l sigue el parecer de R. Montagne y la coloca en la vertiente norte del A n t i -At las , al sur del W á d i Süs , y justifica su emplazamiento. «Docs. inédits», pág. 55, n . 2. E l itinerario seguido por cAbd a l - M u ' m i n para visitar la «cueva santa» de a l -Mabdi , en Harga, según su carta oficial en (Jue lo detalla, confirma ple­namente este aserto. Véase Lévi-Proven?al : «Trent sept lettres officielles a lmobades», pág. 8 l y siguientes.

(2) Nuestro autor confunde ac[uí la topografía de Harga^ en el A n t i - A t l a s , con la de T inmal l a l , en el At las , y parece ignorar q[ue a l -Mabdi pasó tres años en su tierra natal, Harga, antes de trasladarse al lugar m á s seguro de T inmal la l .

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Los asuntos del emir de los musulmanes, cAli h. Yüsuf, se perturbaron desde la apar ic ión de a l - M a l i d i contra él y ya no se le enderezaron kasta cine m u r i ó .

AKora expondré los principios de a l -MaKdi y lo (Jue ocurrió en su tiempo. Y vuelvo a acabar el reinado del emir de los musulmanes, cAli h. Yüsuf h. Tasufin.

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N O T I C I A D E L A A P A R I C I Ó N D E A L - M A H D l Y P R I N C I P I O S D E S U P O D E R

Su éenealoéía: era Mul iammad h. cAhd A l l á h h. (Ahd a l - R a k m á n h . H ü d b. Já l íd b. Tamam h. cAdnan h. Safwan h. Sufyán h. Y á b i r h. Y a k y a b. cAta b. R iya l t b. Y a s á r b. a l -cAbbas b. Mul iammad b. al-Hasan b. cAl i b. A b i T á l i b ( l ) .

Confirma esta éenealoéía A b ü cAli b. Rasicí, en el «Arbo l de las éenealoéías de los califas y emires», y la corrobora I b n al-Qattan y la extracta A b ü M a r w a n b. $akib al-$ala / (2). P-A0

(1) Sobre las diversas éenealoéías de a l -Mabdi , cberi-fianas y bereberes, véase la bibl ioérafía completa en Lévi-Provengal, «Docs. inéd.», páé- 3 l , n. , y la carta en (Jue se demuestra, con numerosos ejemplos, (íue n i la ascendencia ilustre, n i siguiera el parentesco con el Profeta, l ibran de los castiéos eternos. Lo cual parece una contestación a los c(ue p o n í a n en duda la filiación fat imí de a l -Mabdi y de "Abd a l - M u ' m i n . I d . id. , p. 25.

(2) Hubo u n A b ü cAli al-Hasan ibn RasicJ, autor del «Ki táb al-cumda», y de a l - U n m ü d a y , nacido en Masila en 390 = 1000 (o en 37o = 98o) y muerto en Sicilia en 456 = 1064 (o en 46o = 107o). Véase «El l ibro de las Banderas» , de E m i l i o G a r c í a G ó m e z , páé . 101; pero el H u l a l se refiere a otro A b ü cAli b. Rasicí muy posterior, autor del «Arbol de las éenealoéías de los califas y los emires», íjue t amb ién cita I b n J a l d ü n en sus P ro leéómenos , I , 8, de la trad. «E l Rawd a l -Qi r t á s» cita dos veces a u n I b n Ralic(, autor del «Mizan al cilm» o a l -a lam, páés . 185 y 264, con datos cine se refieren basta al añ^o 646 == 1248. I b n a l - Q a t t á n es el autor del « N a z m a l - Y u m á n » , cuyo tomo X I I I — años 500 a 533 de la Hééi ra— tiene en publicación Lévi -Provencal . Para I b n $ál i ib a l -§alá , cuyo « M a n n b i l - imáma» está p róx imo a editarse. Vide Pons, n ú m . 199.

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Su ktmya — prenombre — era A b ü cAbd A l l a K . A su padre se le llamaba T ü m a r t ( l ) y A m é a r y A s a i ü , cuyo siénifícado en la l enéua beréber es «la luz», porgue encendía las l ámparas de la mezquita. Cuando fué proclamado por la áente, se le denominó a l -Mabdi . Dice I b n a l - Q a t t á n (2): «Salió a l -Mabdi de su patria, H a r é a , cábila al sur (3) del Sus al-acjisá, en busca de la ciencia, el año 500 —25 septiembre 1106 a 21 aéosto 1107—. P a s ó a al-Andalus y desde el puerto de A l m e r í a fué en una nave a Siria, donde estudió con el imam A b ü cAbd A l l a b al-Hadrami, en E-éipto con el imam A b ü -1-Walid al-Ttir tusi (4) y en Bagdad con el imam A b ü H á m i d Algacel (5). Su l ibro « Ibyá ' ' u lüm al-din» (La vivificación de las ciencias de la religión) lleéó a a l -Ma^rib y a al-Andalus y los alfac(uíes de Córdoba lo examinaron y censuraron en él algunas cosas». Dice I b n a l -Qat tan: «Y sobre todo I b n Hamdin , cjue se excedió en ésto, basta declarar infiel a todo el cjue lo leía y obraba con arreglo a él; excitó sobre ello a l S u l t á n y pidió testimonio a los alfacjuíes, c(ue convinieron en

(1) Para la interpretación de T ü m a r t , véase Lévi -Provencal. «Docs. inéd.», páé- 45, y «Cbronicjue anonyme» , páé- 12. Slane da una interpretación falsa al decir c(ue T ü m a r t es, en beréber, el pequeño T imar . Hubo otro Mubammad b. cAbd A l l á k b. T ü m a r t , andaluz, muerto en 39l de la Hé^ i r a , teólogo, sufí, autor de u n « K u n z al u lüm» (Tesoro de las ciencias ). Vide le «Livíe de I b n Toumer t» , páé . 103.

(2) A m ^ á r es, en beréber, el equivalente del árabe «jecjue». (3) Alloucbe lee: «cábila» del Süs al-a^sá. Pero los

mss. de Lisboa y Evora dan la variante «cjibli», meridional, lo cual sirve para confirmar la localización de H a r é a , dada antes.

(4) A u t o r de la «Lámpara de los príncipes», traducida por M . Ala rcón .

(5) Goldziber, en su « Introduct ion au Libre de M o -bammed ibn Toumer t» , páé . 8, ba demostrado la falsedad de las relaciones entre a l -Mabdi y Alcacel.

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(Juemarlos. cAl i h. Yüsuf aceptó su dictamen y m a n d ó Que­marlos, como se kizo, en Córdoba . Escr ibió al resto del país mandando Quemarlos y se propagó la Quema a los ejemplares Que aparecieron de él en a l - M a é r i b en este tiempo, y se dice Que esta Quema fué la causa de la pérdida de su reino y de la disgregación de su poder» ( l ) .

Cuenta I b n jSákib al-$ala, t omándo lo de A b d A l l á b b. A b d al -Ral iman al-cIráQui, viejo jeQue habitante en Fez. Di jo éste: «Es t aba en Bagdad, en la escuela del jeQue, el imam A b ü H á m i d , Algacel, u n Kombre de barba espesa y con una tela de lana (a modo de turbante) en la cabeza. E n t r ó en la escuela / se presentó al jeQue A b ü H á m i d y le sa ludó. — í D e p.^>\ dónde eres ?— (2) p reguntó Algacel. — De al-Magrib a l -AQSá—, respondió. — ¿ H a s estado en Córdoba? . —Sí. — ¿ Q u é tal sus alfaQuíes? —Bien. —¿Les ba llegado el Libro de l a V i v i -ficación? —Sí. — Y ¿Qué dicen de él? E l kombre se calló avergonzado. Ins is t ió para Que le dijese lo Que kab ía ocurrido; bajó la cabeza y le contó lo de la Quema de su l ibro, tal como kab ía sucedido. Se i n m u t ó su rostro y extendió su mano para invocar, y los discípulos le decían: «así sea». Di jo : «Dios mío, destruye su reino, como lo destruyeron ( m i l ibro) y acaba con

(1) Codera señala el período del 500 al 5o7 como las feckas límites dentro de las cuales se Quemaron en al-Andalus los libros de Algacel. Decad. y desap., pág. 2l5. A s í n , en su « A b e n m a s a r a y su escuela», pág, 109, puntualiza según el folio 34 del ms. C C I I de la Colección G-ayangos de la Aca­demia de la Historia, Que la fecka de la Quema fué el 503-1109. E n efecto, I b n a l - Q a t t á n confirma Que la Quema oficial tuvo lugar solemnemente, con asistencia de todas las persona­lidades de la ciudad, en el patio de la mezQuita de Córdoba , junto a la puerta de Poniente, con u n ejemplar encuadernado Que previamente se roció con aceite, en los primeros días del a ñ o 5o3 —empieza el 3 l de Julio de 1109—. « Ñ a z m a l - y u m á n » , fo l . 6 r .

(2) Literalmente : ¿ De dónde es el kombre ?

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su imperio como lo cjuemaron». Entonces Abü ' A h d AlláK h. Tümart al-Süsi, el llamado al-Makdi, le dijo: «¡Ok, imam!, pide a Dios (Jue ponéa ésto en mis manos»; pero no le klzo caso. Días después lleáó a la reunión otro jec(ue del mismo tipo y le preguntó el jecjue Akü Hámid, y le contestó lo mismo de antes : Hizo la misma invocación (Jue la otra vez y al-Makdi le dijo: «Por mi mano, si Dios cjuiere». Dijo : «¡Dios mío! realízalo por su mano». Acoáió Dios su rueéo y salió Akü cAkd Allák b. Tümart de Bagdad; se fué a al-Maárib y supo c[ue la invocación del je^ue no sería reckazada y le sucedió lo cine se contará ( l ) .

Cuando lleéó a al-Makdiya, corriéió en ella lo ilícito y se dió cuenta de él a al-'Aziz k. al-Násir, (Juien pensó en cocerlo; pero kuyó al-Makdi a Buáía. Lleéó su noticia a Ibn Hammad, su señor; pero él se ocultó y salió de ella para el Rikat de Mallála. Por entonces, cAkd al-Mu'min k. ' A l i iba con su tío, siendo un joven apuesto, de aventajada kermosura,

P'AY (Juien lo llevaba a Oriente / con el f in de kacerle adquirir ciencia. Se dirigió con él a al-Makdi y se sentó con él. Este le preguntó su nombre. Le contestó: «cAbd al-Mu'min b. cAli». Le preguntó por su país, y le dijo: «Del distrito de Tremecén». — i Eres de Tayra ? — Sí. — Y <i a dónde Quieres ir ? (2) — Quiero viajar a Oriente para adquirir ciencia (3). Le dijo a l -Makdi: «La ciencia cjue buscas en Oriente la kas encon-

(1) Poco después de la muerte de al-Makdi, cuando la Ik-ya' y el nombre de Alcacel se difundieron por todo el Maéríb y al-Andalus, los cronistas tardíos, tan aficionados a los diálogos patéticos como a las epístolas falsas, no pudie­ron explicarse los éxitos prodiáiosos y la áloria de al-Makdi sino relacionándolos con la ciencia y santidad de Aléacel y justificándolos con su bendición.

(2) Mss. de Lisboa y Evora. (3) Ms. de Evora.

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trado en Occidente (en a l -Maér ib )» , y no lo dejó kasta cjue le leyó u n l ibro en el c(ue se dice: « N o se levan ta rá el poder, con el cual se ha de vivificar la religión, sino por ' A b d al M u ' m i n ( l ) , l á m p a r a de los unitarios (los a lmohades)» (2). Se ííuedó con él estudiando en el R i b á t de Mal l á l a kasta qne salieron los dos de ella para W á n s a r i s (3) y desde al l í le acompañó A b ü Mukammad al-Basir. Se trasladaron a Fez y lue^o salieron de ella para la capital, M a r r á k u s , y de al l í se fué a H a r á a , su país , del Sus al-Aíjsá, como se ka dicbo antes (4).

Cuando estuvo en el Süs al-Ac[sa, kabiéndole seéuido muckos bereberes, se levantó en el mes de R a m a d á n del año 5l5 —13 nov. a 1Z dic. 1121 — como predicador y dijo:

(1) T a m b i é n para explicarla fortuna de cAbd a l - M u ' m i n recurren los cronistas cortesanos a koróscopos y predicciones y aseguran cjue en el l ibro de Yafr leyó a l -Makd i las señas de cAbd a l M u ' m í n y su predest inación para ser el fundador del imperio. Pero el kecko es c[ue cAbd a l - M u ' m i n siéue al p r i n ­cipio a a l -Makdi , sólo como u n joven y entusiasta discípulo. Al -Bas i r es el verdadero lugarteniente de I b n T ü m a r t ; el que pasa revista —tamyiz— a los partidarios y el que manda el ejército que es derrotado en la Bukayra de M a r r á k u s en 524. A l mori r en esa batalla al-Basir con otros cuatro de los diez compañeros y destacarse cAbd a l - M u ' m i n por su valor y pericia en la retirada, pasa a ocupar el primer l uéa r y acaba por recocer la sucesión de a l -Makd i .

(2) De wal j id , uno, viene el t awkid , la unidad absoluta (de Dios), y de ak í a l - m u w a k k i d ü n , los unitarios, los almo-kades.

(3) I /Ouarsenis actual. (4) Las memorias de al-Baydaq, publicadas por Lévi-

Provengal en sus «Docs. inéd.», páés . 5o y siés. del texto y 75 y siés. de la trad., dan la relación m á s detallada del i t ine­rario de a l -Makd i , desde su estancia en Buá ía kasta su procla­mac ión en T inma l l a l .

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«Gloría a Dios, cine Kace lo (Jue cfuiere y realiza lo c(ue desea; no Kay cluíen resista a su mandato n i se oponga a su juicio. La oración de Dios sobre nuestro señor Mukammad, enviado de Dios, el q[ue anunció al imam a l -Makdi , el c(ue l lenará la tierra de equidad y justicia, como se llenó de injusticia y opre­sión; lo enviará ( l ) Dios para borrar lo falso con la verdad y para cjue sustituya la ecjuidad a la injusticia; a l - M a á r i b extremo será su patria (2) y su tiempo el f in de los tiempos y el nombre es el nombre y la áenealoéía la áenealoéía y el becbo el becbo». Dice el imam A b ü Y a b y á b. al-Yasac: «Oí al califa cAbd a l - M u ' m i n cjue decía: "Cuando acabó el imam a l -Mabdi este sermón, corrieron a él diez de sus seáui-

P-XA dores y discípulos, I y yo era uno de ellos, y le dijimos: «¡Ob, señor: esta descripción no se encuentra más (Jue en t i ; y t ú eres a l -Mabd i» . Y a cont inuación lo proclamamos, como los compañeros del Profeta proclamaron a éste, de modo cjue fuesen una sola mano para lucbar y defenderle". Lo procla­maron sus diez compañeros bajo un algarrobo y les siguieron lueáo los bereberes en la proclamación (comprometiéndose) a lucbar por él y a consagrarle sus vidas (3). Les bizo ver lo íjue ésto supon ía de sufrimientos, pruebas y lucbas y rebeliones y se comprometieron a ello, sus diez compañeros , (jue eran: cAbd a l - M u m i n b. cAli , cl lmar b. cAl i A z n á é , I s m a i l b. M a j -lüf, A b ü I b r á b i m , Isma' i l b. M ü s á , A b ü Y a b y á , A b ü Bakr

(1) Mss. de Lisboa y Evora: lo ba enviado. (2) E l texto de Alloucbe dice «su a lmunia» ; el ms. de

Lisboa, «su luéar» . (3) La proclamación de_Ibn T ü m a r t , como a l -Mabdi ,

la f i jan todos los autores en l y i l l i z de los H a r é a . Las «Me­morias» de al-Baydac( son las únicas q(ue la ponen en T i n -mal la l y ésto sólo en el texto, páé . 73, porcjue lueéo en la cro­nología f inal la dan en el l y i l l i z de H a r é a . La fecba fijada por todos es R a m a d á n de 5l5. Sólo I b n § á b i b al-jSalá e I b n Rasic( la seña lan en R a m a d á n de 5l6.

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h. Tanyi t , A b ü cAbd A l l a k b. S u l a y m á n , cAbd AlláK b. M a l -wiyá t , A b ü Hafs cUniar h. Y a k y á a l - H i n t á t i y A b ü M u -Kammad ' A h d A l l a k al-Basir ( l ) .

Los l l amó «los compañeros», lueáo de proclamarlo como a l -Makdi ; los s i ¿meron en esta defensa cincuenta hombres, cíue se l lamaron «la éente de los cincuenta». Lueéo los siguie­ron otros setenta y los l l amó «la ¿ente de los setenta» (2); señaló a los citados compañeros suyos con esta dist inción y les concedió favores y konores, cine los exaltaron, y consul­taba los asuntos importantes con los diez compañeros , sin cine asistiesen otros. Si era a l é ú n asunto menos importante convocaba a los cincuenta, y si era a ú n menos árave kacía asistir con ellos a los setenta. Lo proclamó la éente de H a r é a , T inmal l a l , H i n t á t a , Gadmiwa, H a s k ü r a y i!Sinkaya; lo pro­clamaron con arreglo a lo q[ue les prescribió y se comprome­tieron a defenderlo y les p romulgó / la guerra contra L a m t ü n a ; p . ^ kizo cjue sus partidarios se preparasen para las guerras y y puso al frente de cada diez u n jefe y los organizó en

(1) EJ ms. de £ v o r a altera el orden de este modo: ' A b d a l - M u ' m i n b. cAl i , A b ü Mukammad cAbd A l l a k al-Basir, Isma ' i l b. Musa, 'Umar b. " A l i Aznag, I s m a i l b. Majlüf, A b ü Ib rak im, A b ü Y a k y á , A b ü Bakr b. Tabajtit, A b ü cAbd A l l a k b. S u l a y m á n , A b ü cAbd A l l a k b. M a l w i y á t y A b ü Hafs cUmar b. Y a k y á a l - H i n t á t i y añade A b ü Iskacj I b r a k i m b. Isma' i l a l -Hazrayi y A b ü Muk.ammad A b d a l - W á k i d a l -Hadr i .

(2) E l grupo de los setenta no figura en el extracto del «Ki táb a l -Ansáb» (Libro de las Genea logías ) , publicado por Levi-Provengal en sus «Docs. inéd.», ííue tanta luz arroja sobre la organización almokade creada por a l -Makdi . Sospe-cko cjue este grupo no es más cjue la suma de los cincuenta, m á s los diez de la Y a m á ' a , más los componentes del A k l a l -dár o séquito particular de I b n T ü m a r t , (jue kacen u n total de unos setenta.

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clases (l). La primera era la de los diez compañeros ya citados; la seéunda, la éente de los cincuenta; la tercera, la de los setenta; la cuarta, los tálibes; la Quinta, los Káfices, o sea los menores de los tálibes (z); la sexta, la éente de la casa (de al-Mahdi) (3); la séptima, la ¿ente de Haréa; la octava, la de Tinmallal; la novena, Gadmiwa; la décima, la éente de Gan-fisa; la undécima, la éente de Hintáta; la duodécima, los solda­dos (4); la décimatercera, los campeones y los arqueros (5).

(1) Kn los extractos del «Kitáb al-Ansáb» (Libro de las Genealogías) se detallan, con larcas listas de nombres, todas las cateéorías de la organización c(ue al-Mahdi dió a su secta y al imperio (Jue sobre ella se fundó. Levi-Proven?al, «Docs. inéd.», páés 25 y si ts.

(2) Los bafices eran los cine sabían de memoria el Alco­rán y las obras de al-Mabdi. Los talibes (o tolbas, seéún el plural árabe) eran los c[ue, además, tenían conocimientos teológicos y literarios, o sea, los sabios y eruditos, ííue a su vez se subdividían en dos érupos, talibes en general, repartidos por todo el imperio, y talibes de la corte, aéreáados al sécjuito del Califa.

(3) Abl al-dár o séquito particular de al Mabdi. Kl «Kitáb al-Ansab» da la lista completa de los veinte jeques c(ue la componían, varios de los cuales pertenecían al mismo tiempo al «Consejo de los diez» o al de los «Cincuenta». Lévi Provengal. «Docs. inéd.», páé- 43.

(4) E,l yund o tropas reéulares se reclutaba, se^ún el «Kitáb al-ansáb», entre los babitantes de Aémát y de otras ciudades.

(5) La «Crónica anónima» cita sólo a los éuzát —cam­peones— y no a los arqueros, y añade cjue los éuzát son los jóvenes, los servidores más pequeños. Seéún el «Kitab al-ansáb», pertenecían a las once tribus más importantes. Dozy los designa como la éttardia personal del califa. «Supp. aux Diction. árabes», I I , 212. Más adelante, al tratar del asedio de Marrákus, dice los étizát, esto es, los arqueros, y también el ms. de París dice los éuzát, (Jue son los arqueros.

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Cada clase de éstas tenían su oréanizacion, en la <jue no se mezclaban los demás, ni en el viaje ni en las estancias, y no acampaba cada clase, sino en su sitio, sin salirse de él (l).

Loéró imponer su desiánio y se mantuvieron así todo el tiempo de su vida. Lo primero c(ue hizo al mandarlos fué redactarles un libro, c(ue tituló «La unidad» (al-Tawbid), en lenáua beréber, (dividido) en siete partes (bizb) (2), seéún el número de días de la semana, y les mandó leer una parte cada día a continuación de la oración de la mañana, después de acabar con la parte del Alcorán, y en él se contiene el cono­cimiento de Dios y los demás doémas, como la ciencia de los decretos de Dios, de la predestinación, la fe en lo cjue es propio de Dios, lo (jue es imposible en EÁ y lo (Jue es posible y lo c[ue debe kacer un musulmán para imponer lo ortodoxo y probibir lo ilícito y el bermanarse entre sí para ello. Les escri­bió (otro) libro c(ue intituló «Los Doémas» / y otro cjue llamó p. c\. «El Imámato» (3); y los dos están en las manos de las áentes, basta abora, y otros, además de esos dos, en árabe y bere-

(1) Toda esta enumeración de las categorías almobades está tomada de la «Crónica anónima», cuyos fraémentos publicó Lévi-Provengal en el tomo I I de «Mélanées René Basset», páé. 34o del texto y 36l de la trad. Al llegar a la cateéoría duodécima cine la «Crónica anónima» señala para al-Qabáil —las tribus pequeñas o agrupación de áentes pro­cedentes de las diversas tribus (lúe no se sometieron a al-Mabdi en sus principios— al-Hulal la salta y da ese luéar a los éuzát, con lo cual sólo enumera trece categorías, mientras en la «Crónica anónima» fiéuran catorce.

(2) El Alcorán está dividido en sesenta partes, llamadas liizb, cjue se recitan una por la mañana y la siguiente por la tarde, de modo (Jue se acabe todo el libro en un mes.

(3) Mss. de Lisboa y Evora, Alloucbe lee : el imanato, o sea, la fidelidad.

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ber (l). Era el más elocuente de los kombres en las dos lenguas (árate y beréber) y en beréber les trasladó exkortacíones y ejemplos (o semblanzas clásicas árabes, (Jue eran edificantes) y les aclaró sus propósitos; se atrajo las almas y arrastró los corazones, facilitándoles el conocimiento por sí mismo y por los principales de sus compañeros.

Cuando el emir cAli b. Yüsuf no pudo apresarlo, envió un ejército para combatirlo al mando del éobernador del Sus, Abü Bakr, al-Lamtüni. Cuando se acercó, no pudo alcanzarlo, por las mucbas éentes (Jue le seguían; envió detrás otro ejército mayor, al mando de su bermano, el emir Abü Is iác( Ibrábim: cuando se encontraron con ellos, vieron sus mercenarios —al basam—, lo c(ue los asustó, y se desbandaron ante ellos sin lucbar y desaparecieron éran número de soldados (almo­rávides) y se apoderó (al-Mabdi) de su campamento.

Dice Ibn Buyayr: «Cuando Ali b. Yüsuf supo esta derrota y q(ue los Hintáta se le oponían y eran partidarios de al-Mabdi, se empeñó en enviar un ejército grande al mando de Sir, al-Lamtüni, b. Mazdali y lo derrotaron y mataron a mucbos de los íjue iban con él (2). Después de esta derrota

(1) Su^doctrina, con un apéndice cjue le dió Yüsuf I , a fines de Sacban de 579 —dic. 1183—, está tomada de un ms. dictado por 'Abd al-Mu'min y se publicó con el título de « Le livre de Mokammed ibn Tumert», en Aréel, 1903. Goldziker estudió sus doémas y sus orientaciones en la introducción a ese libro y en sus «Materialen zur Kentnis der Almokaden Beweéuné», Zeitsckrift der deutscken Moréen-landiscken Gesselsckaft, tomos XLI y LUI.

(2) Los cronistas árabes son muy imprecisos sobre las campañas de al-Makdi y su conquista del Gran Atlas en los nueve años c(ue duró su gobierno. Al-Baydac(, en sus «Memo­rias», y la «Crónica anónima» son las fuentes cjue dan más pormenores de las nueve operaciones defensivas contra los almorávides, así como de sus expediciones ofensivas para ir sometiendo a las cábilas masmudíes y de las campañas de propaganda con c(ue, por medio de sus misionero , difundía su doctrina y atraía adeptos a su causa. Levi-Provenfal, «Docs. inéd.», páés. 119 y 222 de la trad. y 84 y 132 del texto.

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preguntó a l -Mahdi a sus compañeros sobre los L a m t ü n a : —<Qué dicen de nosotros? Le dijeron: —Nos apellidan jaríyíes. Y Ies dijo: —Llamarles antropomorfistas y zarayines ( l ) ; y les escribió a l -Makd i una carta de su p u ñ o y letra y de su redac** ción, cuyo texto es: «Al pueblo (Jue Ka arrastrado S a t a n á s y a íjuien odia el Misericordioso; la éente de la opresión y la injusticia, subditos / de la t i ran ía , L a m t ü n a : —y después— P« Os mandamos lo cjue nos mandamos a nosotros mismos, sobre temer a Dios, el ¿ rande , y á t ia rdar su obediencia; el mundo está creado para perecer y el para í so para el (jue teme a Dios y los tormentos para los rebeldes. Tenemos nosotros el deber de imponeros la «sunna» , y si la cumplís , estaréis en paz, y si no, acudiremos a Dios para combatiros hasta borrar vuestras Kuellas y destruir vuestras casas, de modo cjue lo poblado <luede desierto y lo nuevo viejo. Esta carta íjue os

( l ) Durante la novena expedición de al-MaKdi, estando en A s a d r a m - a n - a l - G u z á y , a donde fué con sus almohades, les preguntó c[ué les decían, al oírles hablar con los enemigos. —Nos han dado u n apodo— contestaron. — Y <icómo os han apodado? —Nos dicen «jariyíes» (herejes). Se nos han adelan­tado en injuriar; si hubiese sido para bien, se hubieran abs­tenido y no se nos hubieran adelantado. —Apodadlos voso­tros, porgue Dios dice en su l ibro : « S i alguien se enemista con vosotros, enemistaos con él», etc. Llamadlos vosotros antropomorfistas «a l~muyyas imün». Lévi-Provengal , «Docs . inédits», pág. 77 del texto y 125 de la trad. N o se conocía el origen y significado de zarayines y se han sugerido varias et imologías de él, re lac ionándolo con z a r a y ü n , sarmiento, por ser los a lmorávides saharianos muy enjutos y sarmentosos, dada su vida en extremo sobria del desierto, y de za ráy ina se ha hecho sarracenos. I b n Q a t t á n nos lo explica satisfactoria­mente: entre los a ñ o s 5 l5 y 5l8, cuando a l -Mahdi estaba en l y i l l i z , al insultar los almorávides a los almohades l l a m á n ­dolos jariyíes, herejes, hizo c[ue los suyos los llamasen za rá -yina, nombre de u n pájaro de vientre negro y alas blancas, por parecérseles los a lmorávides , c(ue se vest ían de blanco y t en í an el corazón negro. Fol . 380.

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escribimos es una excusa y una advertencia, porgue se excusa el cjue advierte, y la salud sobre vosotros, salud de la "sunna" y no la salud del consentimiento» ( l ) .

Dice (al-Baydac[): « N o cesó el emir de los musulmanes, cAli h. Yüsuf, de organizar la ¿guerra contra los compañeros de a l -Makd i por todos lados y de enviar para combatirlos ejércitos y columnas y les mandaba c(ue se establecieran en las localidades de la éente de las m o n t a ñ a s , íjue les obede­cieran y (jue se mantuviesen allí muclio tiempo, lucbando con ellos y combatiendo y gastando sus haciendas, con la espe­ranza de cíue entregasen su é^an mal (a l -Mabdi) . Duraron estas étierras con ellos y sus aflicciones la mayor parte de su reinado, y todo ejército c[ne mandaba volvía derrotado, y entró en los corazones de sus soldados el miedo y los cubrió el temor y el pánico».

Dice ' A b d A l l a b b. Abmad , a l -Zubr i : « E s t a b a presente en Marrálcus cuando se dedicaba el emir de los musulmanes, cAli b. Yüsuf, a dir igir un ejército a la m o n t a ñ a en que esta­ban los almohades y dió su mando a su hermano el emir noble A b ü - l - T á h i r T a m i m (2). Sal ió con u n é r a n ejército, y cuando subía por las estrechuras de la m o n t a ñ a y por las cumbres de aquellos despeñaderos, se cerraron sobre ellos las bocas (salidas) de aquellas m o n t a ñ a s y volvieron las espaldas de noche, derrotados, sin lucha, y se lanzaron a t rás con sus

p. <\Y caballos / y personas y entraron sus fuéit ivos (en M a r r á k u s ) con el emir A b ü - l - T á h i r Tamin , Ksta derrota fué en las cer-

(1) N o sabemos si esta carta es o no apócrifa. Lévi-Provéngal , en sus «Docs. inéd.», páá» 19, ha publicado otra, que seéuramente es falsa, pues no sólo da en su encabe­zamiento a a l -Mahdi una ¿enealoéía calí, sino que, además , alude sibilinamente a la batalla de Alarcos. Véase «ibidem» otra carta de a l -Mahdi al su l t án a lmorávide cAl i b. Yüsuf, que debe ser tan autént ica como las otras dos.

(2) K l héroe por fuerza de Uclés .

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canias de «Kik» ( l ) y se éeneral ízó y los almokades se esfor­zaron en su seéuimíento , Kasta l leéar a las cercanías de la m o n t a ñ a de U r i k a al sur de A á m a t .

Sal ió contra ellos el ejército de L a m t ü n a con Bati a l -L a m t ü n i y muclia éente de A é m a t y de otros sitios; lo deslu­cieron los almoliades y fué muerto en la refriega el citado Bat i a l - L a m t ü n i y muckos individuos de A ^ m a t y de otras partes.

A l - M a k d i se K a t í a trasladado a Tmmal l a l , cuando vió sus defensas y la tondad de su posición y dis t r ibuyó su tierra y sus casas entre sus compañeros , cuya kistoria es l a réa de explicar. Rodeó la ciudad con u n muro, cjue cercaba sus hondonadas y cons t ruyó en la cumbre de la m o n t a ñ a u n muro y aisló en su cresta u n castillo (2), de donde se descubría lo (Jue kay detrás de la m o n t a ñ a . N o se conoce ciudad m á s fuerte cjue T i n m a l l a l (3). N o puede entrar en ella u n jinete, sino por

(1) Lar^a meseta calcárea, £}ue separa el l lano de Marra-leus del pasillo q(ue une el valle del W á d i R é a y a al del W á d i Nafis .

(2) Seéún al-BaydaíJ, hizo construir después de la del rrota de al-Bukayra una atalaya —«Bury Tizaf», torre de-viéía— donde colocó un observador con u n tambor, para dar la alarma si el enemiéo se presentaba. Páé - 80 del texto.

(3) A l - I d r i s i , autor contemporáneo , cine acabó su obra en 548 —a mediados de enero de 1154— dice: « £ n sus cum­bres (Gran At las) se encuentran más de setenta fortalezas y castillos, entre los cuales se cuenta uno, tan fortificado, como pocos entre los castillos del mundo, por su construcción y defensas. Ks tá en lo más alto de la m o n t a ñ a , y por su fuerza y solidez puede defenderse con cuatro bombres ííue lo tengan e impidan la subida basta él, porejue esa subida es por u n sitio estrecbo de difícil acceso, cjue se parece a una escalera de mano, y una bestia cardada no sube basta él sino con penas y fat iéas. E l nombre de este castillo es T á n m a l l a l t . Era la sede del m a s m ü d i Mubammad b. T ü m a r t cuando apareció en a l -Maé r ib . A u m e n t ó sus defensas y murallas y lo bizo depósito de sus riquezas y en él está su sepultura, porejue así lo m a n d ó . Cuando mur ió en la M o n t a ñ a de las Estrellas —

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Levante o por Poniente. Por Poniente va el camino de Marra-kus, en cuya parte m á s ancKa sólo puede i r u n jinete a sus ancKas y en lo más estrecko tiene q[ue descabalgar por miedo a despeñarse. Y lo mismo por Levante, sólo <lue el camino está kecho en el corazón de la m o n t a ñ a y l iay, bajo el cjue lo cruza, despeñaderos, y encima despeñaderos y kay pasos Ke-ckos de madera, y si desaparece a l é ú n madero nadie puede pasar. Su extensión, tal como la describimos, es de una jornada.

Esta m o n t a ñ a es el D a r á n (Atlas) , (jue está siempre cu­bierta de nieve; su longitud alcanza, empezando en el mar extremo (At lánt ico) , basta cerca de Tremecén, cincuenta días

P-^r de camino, y empalma con ella, por / el lado de Tremecén, otra m o n t a ñ a q[ue acaba junto a Gabes, y la región de al-Hamma, con una longitud de dos meses.

Cuando se estableció a l -Mabdi con sus compañeros en T inmal l a l , bab ía en M a r r á k u s u n bombre de al-Andalus, llamado a l -Fa lák i , el Andaluz, c(ue era arrojado y saéaz sal­teador de caminos. Le perdonó el emir de los musulmanes, cAl i b. Yüsuf, y por medio de él aseguró las fronteras de M a r r á k u s , y lo primero (Jue le bizo fué los castillos, con los <Jue cerró los caminos del Atlas , por donde se tenía el miedo de su bajada a los llanos y les impidió bajar sobre ella ( l ) .

Yabal a l - K a w á k i b — los masmud íes lo trasladaron a él y lo enterraron en el castillo. Su sepulcro es Koy u n luéa r de pere-ér inac ión para los masmudíes , a donde se acude de todo el país . Sobre el sepulcro bay una construcción en forma de cúpula elevada; pero sin dorados n i adornos. Todo conforme a la ley». P á é . 64 del texto.

( l ) Al-Baydaq[ da una lista detallada de veinti trés for­talezas tomadas a los a lmorávides por los almobades. Dice íjue las construyeron en lugares rodeados de m o n t a ñ a s y las guarnecieron con infantes y caballos para fortificarse en ellas contra los almobades. A l - F a l á k i , después de levantar la l ínea de castillos en la vertiente norte del At las , s iénió lucbando contra los almobades basta (Jue se sometió con sus partida­rios a cAbd a l - M u ' m i n en el l y i l l i z de H a r é a , en 535 — l 7 de aéosto 1140 a 5 agosto l l 4 l — . «Id. id.», p. 219.

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S I T I O D E M A R R Á K U S P O R A L - M A H D l

Cuando se divxdéó el reconocimiento de a l -Makd i y se propaéo su obediencia, crecieron sus partidarios y se repitieron sus victorias sobre los a lmorávides , una vez tras otra, escribió a todos los almohades una carta de su p u ñ o y letra i nv i t án ­doles a i r a él y m a n d á n d o l o s presentárseles en T inma l l a l ( l ) ; Helaron con la mejor preparación y grandes equipos y se reu­nieron ante él unos 40.000, parte de ellos jinetes, y la m a y o r í a infantes. D i ó su mando al jecjue A b ü Mubammad al-Basir, uno de sus diez compañeros , y no fué con ellos porcjue cayó enfermo; bajaron de la m o n t a ñ a con dirección a M a r r á k u s ( l ) .

Salieron contra ellos los a lmorávides , con m á s de cien m i l bombres, entre jinetes y peones. Los almohades los derro­taron y entraron en la ciudad en el peor estado y murieron muchos de ellos por la espada y por la apretura de las puertas.

Sitiaron / a M a r r á k u s por espacio de 4o días; se sucedie- 5M1 ron los combates y se encendió su fueéo, todos los días , con ataques y derrotas y pasto de cadáveres paralas aves de rap iña . Los sitiados eran unos 40.000 jinetes, y los infantes en

( l ) Tenemos una extensa carta de a l - M a h d í a la comu­nidad almohade, publicada por Levi-Proven^al, id . id . , p. 1 del texto y 1 de la trad; pero en ella se l imi t a a justificar, desde el punto de vista doémát ico , su é^terra a los a lmorávides , a persuadirles de su ortodoxia y a inducirlos a la práctica de las buenas obras.

( l ) La batalla de al-Buhayra y el asedio de M a r r á k u s fueron precedidos por una revista de todas las fuerzas almohades —tamyiz—, cine duró cuarenta días, y en el curso de la cual al Basir, luéar teniente de a l -Mahdi , hizo una terr i­ble depuración de todos los disidentes. Este acto dió luéa r a una leyenda recocida por « R a w d al Qi r t á s» , y los enemigos benimerines del imperio almohade, en la (Jue se presenta a a l -M a h d i y a su luéar ten ien te como dos impostores, c(ue recurren a una v i l superchería para desembarazarse de sus enemiéos.

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número c(ue sólo el Creador puede contar. Durante el asedio K a t í a u n Kombre de los jefes de las fronteras de al-Andalus, (Jue se llamaba ' A b d AlláK h. Hamsak, ( l ) del é rupo del jec(ue A b ü Iskacj, y estaba en M a r r á k u s , con la éente de la ciudad, durante el sitio, con 100 jinetes de sus compañeros de a l - A n -dalus. U n día le dijo al emir de los musulmanes, cAl i b. Yüsuf: «no Kacemos otra cosa (íue estar bajo el cerco» (2). R i ó s e el emir de los musulmanes de su dicKo y lo tomó a bien y como una tonter ía de u n Kombre bajo (3) y le dijo A b ü M u t a m m a d (4): «Se cree (íue (5) la lucba con los almobades es como la lucba de las fronteras con los cristianos», y le dijo, I b n H a m ­sak: «lOK, emir de los musulmanes!, tenía en m i pa ís , en al-Andalus, conmigo una tropa de ellos y aprendimos su ligereza y su valent ía en el combate. E l estar así no es conve­niente; tenéis mucbos ¿nzat , es decir, arqueros, y si os fijáis en los demás, todos son inút i les , cjue se están mirando unos a otros y sólo se puede bacer ésto con pocos y no con muchos. Pido a Dios y a su Majestad (íue me mandé i s con 300 jinetes y saldré con ellos». Se lo autor izó y salió I b n Hamsak, con los ctue se le unieron de sus compañeros de al-Andalus, para

(1) E l texto de Alloucbe no vocaliza este nombre y pudiera leerse y transcribirse Hamusk, re lac ionándolo , por ser andaluz, con el famoso I b r á b i m b. Hamusk, yerno del rey de Murcia, I b n Mardanis; pero el ms. de I b n Q a t t á n , fo l . 5o, lo vocaliza como lo be transcrito y no deja luéa r a dudas.

(2) Ms . de Pa r í s : no se nos reprocha sino el permanecer (inactivos) sitiados.

(3) Mss. de P a r í s y Evora. (4) B. W á n ü d i n , el ctue lueéo m a n d ó el ejército c(ue

derrotó a los almobades en la Bub.ayra. (5) Ms. de Evora: se cree.

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luckar con los almohades. Observó sus maneras y cómo luckaBan y vió (Jue t en ían / unas lanzas muy laréas ; entonces P-H6 aconsejó a los suyos (Jue acortasen sus lanzas y c(ue las kicie-ran <le unos seis codos ( l ) y avanzó contra ellos al amanecer, y no lleéó el medíodía , cuando entró con unas 300 cabezas. Cuando entró con las cabezas se a n i m ó la ¿ente de M a r r á k u s y dió cuenta de ello al emir de los musulmanes.

Entonces ordenó al ejército salir y dió su mando al jecjue A b ü Mukammad b . W á n ü d i n , y en el encuentro, qtue tuvieron, afianzó Dios los pies délos a lmorávides y fueron derrotados los almoKades y demás masmüdíes y fueron muertos ese día m á s de 40.000 y no se salvaron de ellos sino unos 400, entre jinetes y peones (z) . F u é muerto el caudillo del ejército almobade, el jecíue A t ü Mu^ammad al-Basir, uno de los diez compañeros de al-MaKdi. Kste día se dis t inguió cAbd a l -Mu 'min proteáiendo a los derrotados y defendiendo el terreno de los fugitivos.

Los a lmorávides los persiguieron desde M a r r á k u s kasta A é m a t y se esforzaron en matarlos, de modo cjue no se salva­ron sino muy pocos. Cuando l leéaron los fugitivos a a l -Makd i y entre ellos cuatro de sus compañeros y ' A t d a l - M u ' m i n con ellos, lo encontraron en T inma l l a l enfermo. Les dijo: «íSe ha salvado ' A b d a l -Mu 'min?» Le contestaron c[ue sí. «Si vive cAbd a l - M u ' m i n —dijo— nuestra causa se ba salvado».

Dice ésto I b n ^ á b i b a l - ^a l á con otros y refiere (jue el partido de a l -Mabdi , de los almohades, en sus guerras con los a lmorávides , les causó unas cuarenta derrotas, hasta íjue en

(1) K l Ms . de P a r í s añade , como aclaración: palmos. (2) Sobre esta batalla y sobre al-Basir y la sangrienta

depuración (Jue lle v ó a cabo entre las tribus almohades antes de conducirlos al desastre de la Bu^iayra, véase Lév i -Proven-gal: «Docs. inéd.» págs . 28, 35-36, 78-79 del texto y 4l-42, 53 y sigts. y 127-28 de la t raducción.

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P'T\ ésta fueron ellos los derrotados ( l ) y fueron en ella muertos / (casi) todos, no salvándose sino muy pocos. De esas campanas tomó a l -Mal id i parte en cuatro y Dios les concedió la victoria a él y a los almokades <jue con él iban y no dejó de volver a su residencia de T inma l l a l , triunfante y vencedor, de sus expedi­ciones.

Después de ésto, al arreciar la enfermedad de a l -MaKdi , salió de su casa para despedirse de sus compañeros , (Jue se reunieron para oír su palatra y presenciar su despedida. Les dijo: «Vuestro compañero se va de vosotros». L a ée^te l loró y se despidió de él. Lueéo se metió en su casa y siguió la enfer­medad (su curso) Kasta q[ue m u r i ó , el lunes, 14 de r a m a d á n , del año 524 —22 agosto 1130—(2). La durac ión de su mando, desde su proclamación Kasta (jue mur ió , fué de 8 años , 8 meses y 13 días (3). Cuando m u r i ó , sus compañeros ocultaron su

(1) Los almokades, cjue envalentonados por sus pequeñas victorias defensivas en la m o n t a ñ a , ta jaron al l lano para sitiar a M a r r á k u s , sufrieron una tan completa derrota c[ue, Kasta pasados diecisiete años , no se atrevieron a volver a sitiarla, después de Kaberse apoderado de todo el norte de Marruecos y de á r a n parte de Arée l ia . A la derrota almoKade debieron contribuir eficazmente los cont inéentes del Garb, (Jue no qui ­sieron entrar en M a r r á k u s con las demás tropas a lmorávides (Jue acudieron a defender la capital y c(ue, s i tuándose en el flanco de los almoKades, en la BuKayra, debieron decidir la batalla al Kacer su salida el ejército a lmorávide , animado por el éxito de I b n Hamsak.

(2) La muerte de al-MaKdi la f i jan todos los Kistoria-dores árabes en 524, porpue si bien es verdad cjue I b n J a l d ü n en su «cIbar», 1,162, da la fecKa de 522, en cambio, en la p á é i n a 247 del mismo volumen, da el 524, y en la páé . 302, en que no indica el año , pone su muerte a los cuatro meses de la derrota de al-BuKayra, que tuvo luáa r en 524.

(3) Seéún ésto, Kabría sido proclamado el 1 de mu^ia-rram de 5 l6 —12 marzo 1122— fecKa que coincide con la dada por I b n $áK ib al-$ala y por I b n Rasiq.

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muerte y no la supo nadie kasta c(ue pusieron al frente, después de él, a 'ABd a l - M u ' m i n h. cAlí, como se verá ( l ) .

Dice el escritor de este l ibro; yo citaré aíjuí a léo de sus palabras, de las q[ue consta c[ue él compuso en a l é u n a de sus obras y entre ellas dijo:

«Sabe, Dios nos éuíe a nosotros y a t i , íjue todo el c(ue tiene uso de r a z ó n está obligado a aprender, q[ue Dios es único en su imperio, cjue creó al mundo en su totalidad, el alto y el bajo y el trono y la silla y los cielos y l a tierra y lo cjue bay en ellos y entre ellos. Todas las criaturas es tán sometidas a su poder; no se mueve u n á tomo , sino con su permiso. N o tiene administrador en la creación, n i socio en el reino. Es el viviente cine existe por sí mismo; no le alcanza n i el sopor n i el sueño; conoce lo oculto y lo atestiguado; no se le esconde nada, n i en la tierra n i en el cielo. Conoce lo cine bay en la tierra firme y en el mar y no cae una Koja sin íjue lo sepa, / n i P'^Y un é r ano en las oscuridades de la tierra, n i nada tierno, n i nada seco, c[ue no esté en el l ibro manifiesto. Abarca todas

( l ) Al-Marra lcus i extracta u n se rmón apócrifo, para justificar con u n mandato de a l -MaKdi la elección de cAbd a l -Mu 'min . S e é ú n ésto, pocos días antes de su muerte convocó a l -MaKdi a los supervivientes del Consejo de los Diez y a los del Consejo de los Cincuenta, e incorporándose en su cama les bizo u n sermón, en cjue, después de alabar a Dios y al Profeta y a los primeros califas por su ortodoxia, expone cómo, a la perversión c(ue sobrevino en el Is lam, siéuió la reforma del tawbid almobade. Les promete todos los bienes cíue a r r eba ta rán a los a lmorávides y lueéo de recomendarles la u n i ó n como único medio de conservar su poder, les dice: (Jue Ka elegido por sucesor a cAbd a l - M u ' m i n , por sus excelentes cualidades, y después de baberlo probado en todas las ocasio­nes imaé inab les . «Obedecedlo, mientras él obedezca, como espero, a Dios» . Eaitonces lo proclamaron los almobades e I b n T ü m a r t los bendijo y les pasó la mano por la cara y el pecbo uno a uno. A s í se decidió el mando de cAbd a l -Mu 'min . « M u yib», páá. l 4 l .

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las cosas con su ciencia y cuenta el número de todas las cosas; Kace todo lo (jue quiere; puede lo cjue desea; suyo es el reino y la riqueza y la éloria y la permanencia; suyo el juicio y el destino; tiene los nombres kermosos; no kay cjuien se resista a sus decretos, ni Kay q[uien se oponga cuando da; kace en su reino lo c(ue quiere y juzáa a sus criaturas como lo desea; no espera premio ni teme castigo; no Kay derecko contra Kl ni juicio contra £ 1 ; todo don de E , l es éracioso y todo castigo suyo es justo; no se le pregunta (pide cuentas) de lo cjue ka kecko y a ellos les son pedidas. E,xistente antes que las criaturas, no tiene antes ni después, ni encima ni dekajo, ni derecka ni izquierda, ni delante ni detrás, ni todo ni parte, ni se dice cuándo fué, ni dónde fué, ni cómo fué; fué sin espacio; ka kecko Kl el espacio y ka dirigido el tiempo y no está sujeto al tiempo, ni se limita al lugar; no lo alcanza la imaginación y no lo califica la inteligencia, ni lo atarea la memoria, ni se representa en el alma, ni se lo figura la imaginación, ni se determina por la razón; no lo alcanzan las presunciones ni los pensamientos. No kay nada como El; es el que oye y el que ve (l).

De las invocaciones que solía usar es: «Ok, Dios mío, ayúdanos a obedecerte y cumple en nosotros tu gracia; aumén­tanos tus favores y bondades; confírmanos en tu religión kasta que te encontremos y tú te contentes con nosotros por tu misericordia; ¡ok, el más noble de los nobles! ¡Ok, Dios mío!, sostennos y no nos abandones, dirígenos y no nos extravíes y mantennos en lo que tú quieres y te gusta, donde

(l) Todo este párrafo está tomado literalmente del libro de Ibn Tümart, «A'azzu má yutlab», pág. l 4 l y l42 de la edi­ción Lucíani. Es el credo Caqida) popular que todo el mundo, kombres y mujeres, libres y esclavos debían leer, aprender y entender so pena de muerte. Ha sido traducido al francés por M. Henri Massé, en el «Memorial Henri Basset», t. I I , página 105 y siguientes.

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Quiera cjue estemos; a y ú d a n o s en persistir en t u justicia / y en la observancia de t u fe y en el cumplimiento de t u pacto, por P-^A tu bondad, ¡oK, el m á s misericordioso de los misericordio­sos! ( l ) .

De sus vérsos es lo c(ue dijo de su califa y sucesor en el poder cAl>d a l - M u m i n K cAl i (2):

«Se Kan reunido en t i cosas en cjue te distingues y todos nosotros (estamos) contigo aleares y contentos; los dientes reidores y la mano generosa y el pecKo abierto y el rostro r isueño».

A l f i n de su invocación solía decir: «¡Ok, Dios mío!, tú (íue conoces nuestras faltas, perdónalas ; t ú conoces nuestras necesidades, l lénalas ; t ú conoces a nuestros enemigos, l íbra­nos de sus daños , porgue basta contigo como amíáo y defen­sor» (3).

Se acabó la noticia de a l -Mabdi y vuelvo a terminar con el reinado de los musulmanes, A l i b. Yüsuf y con los sucesos de sus días .

Cuando se le perturbaron sus asuntos con la apar ic ión de a l -Mabdi y de cAbd al-Mucmin, su sucesor, no se le ade­rezó nada basta (jue m u r i ó , pues ya la s i tuación de los almo­hades crecía y su estado se engrandecía. Se encendió el fueáo de las revueltas en a l - M a é r i b y se caldeó en su calor el busca­dor de beneficios y é^stó de ellas todo el c[ue iba a la perversión.

(1) Ksta invocación está tomada de la «Crónica a n ó n i ­ma», publicada por Lévi - Provengal, en «Mélanées Rene Basset», t . I I , páé» 355 del texto y 386 de la trad.

(2) Mss. de P a r í s y de Evora. Alloucbe Ka leído: lo c(ue dijo sobre A b ü cAbd a l - M u ' m i n .

(3) Mss. de Pa r í s , Lisboa y Evora. Alloucbe da este párrafo antes de los versos. T a m b i é n esta invocación se en­cuentra en la «CKronic(ue almoKade anonyme» , publicada por Lévi-Provengal en «Mélanées R e n é Basset», I I , 355.

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Por causa de esta revuelta se continuaron las ¿tierras, se elevaron los precios, se sucedieron las sediciones, se generalizó la esterilidad y disminuyeron (las rentas de) los impuestos y creció para la éente del Islam el sufrimiento en los dos países (al-Maérib y al-Andalus) y fué preciso llevar defen­sores de al-Andalus a al-Maértb y se transportaron a éste muckas de sus armas y pertrechos y fué ésto la mayor perdi­ción para al-Andalus y la perturbación de su estado.

Los cristianos se esforzaron en atacar las partes de al-A n dalus cuando supieron <íue los emires de al-Maárib no

p.^ podían/ defenderse, por la revuelta qtue los consumía, tanto, (Jue se apoderaron de la mayor parte del país.

Kl Islam había estado en ella glorioso y la infidelidad humillada y la tributación elevada desde c[ue la dominó Yüsuf b. Tásufin hasta q[ue, con la salida de al-Mahdi, se* maleó la situación, aumentaron las desgracias y los terrores Cuando la situación de los dos países lleéó a ser lo c(ue se ha dicho, se reunieron los almorávides y adoptaron el acuerdo de q[ue se nombrara heredero del emir de los musulmanes, cAli b. Yüsuf, a su hijo, por su autoridad y valor y por el peso de su inteliéencia y por la solicitud ííue demostró en al-Andalus castigando al enemiéo. Lo proclamó heredero y le dió el mando del ejército y la dirección de la éuerra contra los almohades (l). Cuando vió el emir de los musulmanes 'Ali

(l) Dice al-WarracJ en el «Kitáb ai-miabas»: «Kl año 522 — 6 enero a 24 dic. 1128 — el emir cAli b. Yüsuf nombró su heredero a su hijo el emir Sir y le confió el gobierno para el resto de su vida y nombró a su hijo Tásufin gobernador de al-Andalus, dándole el mando de Granada y Almería y lueéo,

. además, el de Córdoba. Se ocupó (Tásufin) de mejorar a Gra­nada y le ayudó el cielo a vencer las dificultades y le sirvió la fortuna, c(ue lueéo le abandonó y se apartó de él en sus éuerras con los almohades. Tuvo árandes batallas con los cristianos. Le preocupó ésto a su hermano Sir, heredero del

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h. Yüsuf el fin a cjue iban stts asuntos, se afliéió tanto c[tie le acometió una enfermedad, a consecuencia de la cual tuvo c[ue éuardar cama, y se fué aéravando tanto cjue murió de ella.

Su reinado fué de treinta y seis años y siete meses. Fué su muerte en Marrakus, en rayab del año 537 — 20 enero a 18 febrero 1143 —. Mandó (Jue se le enterrase entre los sepulcros de los musulmanes y no se publicó su defunción basta tres meses después. Le sucedió su bijo.

trono de su padre, a c(uien se lo comunicó diciéndole: «El po­der cíue me bas concedido no va bien con Tasufin, porgue él ba conseguido más fama y alabanzas q[ue yo; ba eclipsado mi nombre y se ba atraído a toda la ¿ente del reino, y así no tenéo nombre ni fama». Su padre lo contentó, destituyendo a Tasufin del gobierno de al-Andalus y mandándole ir a la capital. Partió de al-Andalus a mediados del año 53l—marzo-abril 1157—. Lle^ó a Marrakus y estuvo a las órdenes de su bermano Sir y asistió a la puerta de su palacio, como uno de sus bayibes. Pero decretó Dios la muerte del emir Sir de un modo feo. Su padre sintió éran pena por su pérdida. Era muy querido de su madre Qamar, c(ue por él causó la destitución y obscurecimiento de Tasufin. Cuando murió el emir Sir, su madre aconsejó al padre CAli) q[ue se nombrase (beredero) al bijo (de él) Isbacj, a c[uien ella tenía é^an afecto, porgue lo babía criado al morir su madre y lo babía adoptado. cAli le dijo: «Es muy pequeño y no tiene discernimiento; pero reuniré a la éente en la mezquita, a nobles y a plebeyos, y les daré cuenta (de la muerte de Sir) y si me dejan la elección a mí baré lo cfue me bas aconsejado». Reunió a la ¿ente y le expuso el caso. Todos le dijeron a una voz: «Tasufin». No pudo en buena política contradecirlos y le dió el mando después e ins­cribió su nombre en los dinares y dírbemes, con el suyo propio. Le encardó la administración de los asuntos del éo-bierno. Confirmó ésto escribiendo a todo el país y a al-Anda­lus y a al-Maérib para que lo reconociesen. Le llegaron las proclamaciones de todas partes. Pero lueéo se lanzaron sobre él los ejércitos de los almobades, que salieron contra él y se acabó su suerte y se malearon sus días y se le torcieron los asuntos, al revés de lo que Dios le babía concedido en

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EL EMIR DE LOS MUSULMANES ABU MUHAMMAD TÁSUFlN B. cALl B. YÜSUF

Su kunya — pronombre — era Abü MuKammad. Sus kíjos: su keredero Ibrakim; tuvo varios visires almorávides. En las éuerras y campañas (Jue tuvo con los almoKades, durante el reinado de su padre y durante el suyo, / en c[ue lo vencieron las tropas de 'Abd al-Mu'min, después de la muerte de al-Makdi, éstas avanzaban una vez tras otra, sin q[ue se les opusiese resistencia, y el ejército de Tasufin se dispersó.

No pasó a al-Andalus durante su reinado, por estar ocupado en la guerra contra los almohades; pero Kajbía estado

al-Andalus». Ibn al-Jatib, «Ib-áta», edic. El Cairo, I , 278. Dice Abü Marwan al-Warrací: «El emir Ali h . Yüsuf esperó de su hijo Tasufin lo (Jue no le facilitó el destino y lo auguró mal y se decidió a destituirlo y nombrar (en su luéar) heredero a su hijo más pecjueño IshacJ y envió a llamar al éobernador de Sevilla para ponerlo de jecíue (tutor) de su hijo; pero le lleáaron noticias ííue lo alarmaron mucho y envió apresuradamente contra el enemigo a Tasufin con los arma­mentos (íue le facilitó y le envió refuerzos hasta el día siete, antes de acabar rayab del año 537 — 12 febrero 1143 —. Era inclinado al camino de los mustac(uimin —los (íue obran con rectitud— y a los libros de los muridin —ascetas entre los sufíes—. Se dice cjue no bebía nada embriaéador, no oía a es­clavas cantoras y no se daba nunca a los placeres propios de los reyes». «Iháta», edic. El Cairo, I , páá. 288. Ibn al-Qattán puntualiza aun más los hechos con estos datos inéditos, folio 83 v.: «Sir, por c(uien su padre cAli sentía éran debilidad, y a o(uien nombró heredero del trono, a pesar de su ineptitud, fué asesinado el ultimo día de ¡safar del año 533 —5 noviem­bre 1138—. No valía para nada: entró disfrazado en casa de su hermano cUmar, en busca de la mujer de éste, y fué herido con la herida c(ue aceleró su muerte. Sus padres se afliéieron mucho. El 8 de rabic secundo fué proclamado heredero Ta­sufin — 8 diciembre 1138 —».

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en ella, cuando su padre lo nombró su gobernador. Era va­liente y esforzado, buen jinete y de Kermosa fiéura y marchaba siempre por el camino de la ley, siguiendo las huellas de su padre y de su abuelo (l). Cuando lo nombró su padre gober­nador de al-Andalus fortificó los castillos, aseéuró las fron­teras, envió espías al (país) enemiéo; seleccionó las tropas, de modo cine no se conseguía preeminencia con él, sino por el esfuerzo y el valor; los montó a caballo, les proporcionó armas y aumentó los medios de vida; amplió el número de arqueros y les dió caballos; reforzó su moral y se ocupó, du­rante su permanencia en ella, de las expediciones y de tomar parte en la éuerra. Derrotó a ejércitos, conc[uistó castillos, lo temió el enemiéo y siempre salió vencedor y volvió glorioso; arregló sus asuntos con energía y se éanó los afectos de los subditos con su justicia y los corazones de sus soldados con su equidad (2).

Hizo expediciones célebres y dió batallas memorables. Voy a indicar aléo de ellas y de lo c(ue hizo en al-Andalus. Una fué la célebre campaña de la reéión de Badajoz, cerca de Zalaca, luéar del atacjue en (Jue su abuelo cayó sobre el étan

(1) Mss. de Lisboa y Evora. (2) Párrafo tomado de Ibn al-$ayrafi, q[ue Ibn al-Jatib

reproduce en su «IljLáta», y añade a continuación: «El año 523, el l 7 de dü-l-hiyya, tomó Tasufin el gobierno de Granada. Fortificó los castillos, aseguró las fronteras y envió espías. Se fué a la explanada del alcázar y levantó pabellones y casas c(ue dedicó a depósitos de armas y cuarteles para la á^arni-ción. Hizo acueductos, fabricó escudos, tejió adarbas, pulió lanzas y espadas, preparó caballos, levantó mezquitas en las fronteras y se construyó una para sí en el alcázar. Señaló sesiones para estudiar las injusticias y leer las demandas y dar las contestaciones y dictar las sentencias y honrar a los alfa-c(uíes y a los tálibes y todas las semanas dedicaba un día a las controversias. Su visir, al-Zubayr b. cUmar al-Lamtüni lo elogia mucho». «Ihata», ed. El Cairo, I , 279.

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tirano Alfonso, kijo de Fernando, como referimos antes ( l ) . Kilo fué c(ue el emir Tasufin tuvo noticia de qtue los grandes y caudillos de los cristianos organizaron un ejército, en (Jue se contaban por miles sus valientes y sus campeones renom­brados, y se diriéieron hacia Badajoz, exploraron sus pasos

P* \-\ y devastaron su tierra; fué contra / ellos y se encontró con ellos cerca de Zalaca. Cuando se vieron los dos bandos y se plantaron los dos campamentos y se montaron las monturas, se ordenaron las filas y cada Kombre ocupó su puesto. Kn el centro, con el emir Tasufin, estaban los almorávides y las gentes de los voluntarios, precedidos de las banderas blancas enhiestas con inscripciones del Alcorán; en las dos alas (2), los ¿randes del reino y los defensores de la invocación, de los valientes de al-Andalus, precedidos de estandartes rojos con versículos pavorosos, y a los lados la ¿ente de las fronteras y los veteranos aáuerridos; en la vanguardia, los notables de zanáta y los érupos de la guardia personal (hasam), ¿ente de propósitos firmes y de perspicacia seéura, con las banderas artísticas y los emblemas en alto. Se encontraron los dos ejércitos y arreciaron los éolpes y las heridas; volvieron los infieles las espaldas y apretaron en la huida; los siguieron los

(1) Es la campaña emprendida por la milicia de Sala­manca, cjue la «Crónica del Emperador» cuenta con mucha retórica y poca precisión, sin fijar fechas. Atribuye la derrota de los salmantinos a su soberbia y a la falta de un caudillo <íue los éuiase. Véase edición Hu id , p á é . 3 l l . E l«Rawd al-Qir-tás», pág. 168, la fija en el 520 H . , el mismo año de la venida de Tasufin a al-Andalus y la localiza en Fahs al-Sábab. Debe ser Fa^s al-bac[ár o Fahs al-ballüt, donde estaban Hisn al-bac(ár y Acjabat al-bacjár —la cuesta de los bueyes— íjue domina el valle profundo del Guadiaro, camino de Badajoz, en la zona de los Pedroches, prov. de Córdoba.

(2) Ibn al-Jatib dice, copiando a Ibn al-$ayrafi, «en la zaga», lo cual es más lógico, pues el mismo Hulal dice (lúe en las alas estaban las gentes de las fronteras.

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musulmanes, matando y cautivando, y volvió Tásufin a Cór­doba élorioso y vencedor. Fué ésto el año 528 —1 nov. 1133 a 21 oct. 1134— (l).

Otra áran campaña suya fué la del Yabal al Qasr (2). Los cristianos reunieron numerosos soldados y grandes tropas y devastaron el país y cautivaron a los adoradores de Dios q[ue encontraron. Convocó el emir Tasufin a los caudillos de los almorávides y los consultó sobre ir al encuentro del enemigo. Le dijeron: «La dinastía es nuestra; en cuanto a abandonarla o defenderla, ninguno se nos adelantará en ir (3) contra nuestro enemigo, y si caemos mártires, el poder

(1) La descripción de este combate está tomada también de la obra de Ibn al-^ayrafi, sin citarla. Ibn al-Jatib la repro­duce en su «Ikáta», ed. Kl Cairo, I , 282, y añade c(ue Tásufin volvió a su tierra en el mes de yumáda, sin puntualizar si fué el primero o el seéundo, ni fijar exactamente el año. Del contexto parece deducirse íjue fué el 528, o sea, marzo-abril de 1134. Ibn al-Qa^tán, en el tomo XIII de su «Nazm al -yuman», fol. 77 r. y v., confirma la fecba de esta campaña —año 528—, y añade c[ue Tasufin, gobernador a la sazón de Granada, salió con sus tropas y se reunió en Jerez con las de Sevilla y Tavira. Acamparon los musulmanes en al-Nakkár con el propósito de combatir al día siguiente. Los cristianos se adelantaron a atacarlos esa nocbe y se diriéieron a la tienda de Tásufin; el pánico se apoderó de los musulmanes, (Jue huyeron a favor de las tinieblas. Pero un pequeño é m p o resistió con Tásufin y un jefe cristiano fué abatido; el campa­mento musulmán se mantuvo firme y los fugitivos regresaron a él. Tásufin se diriáió al castillo de Qa§ras — Cáceres ?— y lueéo regresó a Córdoba. Los cristianos, con el botín kecbo, volvieron a su país.

(2) Codera, en los «Beni Texufín», páé. 25, traduce la Montaña del Alcázar, sin poder localizarla. Conde coloca esta campaña en la sierra de Alcaraz y añade cíue, además de Kacer mucbos prisioneros, libertó a millares de cautivos mu­sulmanes y reconquistó treinta castillos de los buenos de F spaña. «Dominación árabe», páé- 212.

(3) Mss. de Lisboa y Fvora. AlloucKe: se excusará.

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será para (Juien Dios cjuiera después» . Lueéo l l amó a los árabes, y le dijeron: «Lánzanos contra el enemigo y no envíes a nadie con nosotros y Dios verá nuestra actuación ». Luego

P- \ • V llamo a los zaná tas / y a los mercenarios —Kasam—, y le dijeron: « N o Kay más respuesta q[ue los KecKos. Nuestras condiciones son c(ue alimentes a nuestros huér fanos y la recompensa de Dios es buena» . Les concedió lo cjue les agradó y fortificó sus propósi tos . Sal ió con todos a la guerra santa y volvió a él cjuíen le informó q[ue los cristianos se Kabían dirigido a encastillarse en Yabal al-Qasr ( l ) . Se encaminó a la m o n t a ñ a , a la (Jue se pegó la caballería , cjue subió a ella y se l anzó desde ella; se t rabó combate con los cristianos y los a temorizó el becko y se desbandaron, sin seguir camino y los cogió el golpe y la berida por espacio de varias millas y cayó la muerte sobre la mayor í a y b u y ó u n pequeño n ú m e r o y se llenaron las manos de los musulmanes con sus cabalgaduras y armas y se soltaron los grillos de los cautivos y se volvieron los ganados a su tierra y esta victoria casi superó a todas las anteriores en desarraigar su poder.

EJ emir Tásuf in volvió luego a C ó r d o b a y le bizo Dios un bonor cíue pocas veces se repite.

Infl igió una derrota a los cristianos; después de una lucba incierta y para contener a l enemigo íjue bubo entre las dos partes, lo a b a n d o n ó la mayor í a de los (Jue estaban con él; él resistió decidido y aguan tó en la defensa y no bubo comba­tiente más inquebrantable y enérgico al comienzo de este pánico. Cuando se acabó el combate lo felicitó el alfacjuí escri­tor A h a Bakr b. al-Sayrafi (z) por haberse salvado, con un

(1) ^Mss. de P a r í s , Lisboa y Kvora. Alloucbe: a u n cas­t i l lo de Yabal al-Qasr.

(2) E l ms. de P a r í s y el texto de Alloucbe dan la va­riante errónea : A b ü Z a k a r i y á ' b. a l - A r a b i ; I b n J a l d ü n , en cambio, le da su verdadero prenombre.

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poema ííue copiamos lueéo, y lo previno contra las traiciones de la énerra. y le informó sobre sus leyes y lo qfue conviene nacer en ella. He pensado ponerlo en este l ibro, por lo cjue engloba de la táctica de las étierras y por stt relación con este pasaje: Este / es el mencionado poema —cjasida—, c(tie em­pieza así ( l ) :

—¡Ob! el rey c[ue se vela (almorávide) el cjue de vosotros es el béroe (más) valiente y m á s temido

—el cíue, si lo envuelve la es t ra taéema del enemiéo en la y todos se dispersan, él no tiembla [ oscuridad

—avanzan los jinetes y las beridas los desvían de él y los consterna el pa^o (cjue les dan) y se vuelven

—y la nocbe, al golpear de los cascos entre ellos se bace la m a ñ a n a , c[ue br i l la sobre las cabezas de los éue -

[rreros —por cuarenta cjue volvieron las bridas, avanzaron dos m i l ,

m i l sin cascos y otros m i l cubiertos de cascos —si no por los bombres, como m o n t a ñ a s , cine se opusieron,

no sería esta corriente de las cjue se cortan —se arrojan sobre las lanzas, como si fueran camellos sedientos

y las puntas (de las lanzas) el abrevadero —y en las tinieblas del combate y sobre las cimas de las colinas

bay para ellos una estela cfue se abre paso entre las lanzas —y resistió y los pies resbalan y los sables

rodean a las tiendas y las puntas (de las espadas) se quiebran; —cjue no le sea penoso (ésto) al emir, porcjue son ardides

: de las éuerras y toda éuerra tiene ardides —cada día trae su experiencia y su práctica

y las pruebas en los cjue son como tú aprovecban.

( l ) H a é o una excepción en m i propósi to de no traducir las cjasidas, cjue son paros ejercicios de retórica árabe, y publico ésta porgue confirma y explica la c a m p a ñ a del año 528 — 1138—tal como la expone I b n Qattan y por los datos de orden mil i tar (Jue en ella se encuentran.

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—Oh el m á s valiente de los héroes en la nocke de ayer; Koy eres por la experiencia más valiente.

—Tú eres u n rey cjue a pesar de ser pequeño tiene vista secura y las lanzas se desvían.

—te ofrezco de la erudición del combate u n juicio sobre él, del cjue los reyes de la é^erra , como tú, están ávidos.

P« \ . l / - N o porgue yo sea más entendido en él, sino porgue es una advertencia cjue conviene y aprovecha a los creyentes.

—Rodéate de u n foso, si plantas el campamento, ya persigas vencedor o seas perseguido

—y guárda te de las mentiras de las atalayas, porgue el mentiroso no tiene juicio en lo cjue hace

—y si te resguardas en ésto no h a h r á para el enemigo una ocasión o una oportunidad deseada,

—guerrea con <íuien tema tus castigos para hacer frente a lo [cjue temes

y con el cíue aspira a la generosidad de t u mano —antes de la lucha d ispón t u ejército bien extendido

donde el sostenerse y el moverse sea más amplio —guárdate de colocar a los soldados en estrechura, de modo

cíue la caballería se meta entre los peones y se mezcle —fortifica tus alas y está en su centro

y pon delante de t i a los c(ue sean valientes de entre ellos —vístete con vestido cjue no sea vistoso

y (Jue no atraiga hacia t i al enemigo —ataca de modo c(ue descargues en la estrechez del combate

una estratagema de (Jue te aproveches y te enriquezcas; —evita las celadas de los cristianos en el encuentro con ellos

y desliza t u celada tras ellos cuando te defiendes; —no cjuede un río detrás de t i , cuando

te encuentres con el enemigo, y el caso ha de ser duro; —dispón el combate con el enemigo al atardecer

y detrás de t i (deja) u n desfiladero, q[ue sea muy defendido;

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-acomételo el primero con u n terror del c(tie no se recobre, después del avance, y el desbaratado se desplome

-y si te rodean los kombres en la pelea, cercándote, las puntas de las lanzas ensanchan (el círculo)

-de modo íjue si se te hace difícil y no te queda sino el caballo encabritado y te defiendes

- / y ves el fueéo de la áuer ra que arde en las lanzas P- \.í> y su humo que sube de sus hierros,

-entonces excita a todo aquel que juzéas mejor para que ten^a el l uáa r más alto;

-cuidado te enojes, si se retrasa a l é ú n é rupo , que promet ió cumplir y defender en la asamblea;

-el desviar el rostro de ellos es el más amargo castiéo para los corazones y el más doloroso

-ellos son nobles, y ícómo se compagina el acto hermoso de ellos y t u i ra éolpeadora?

-tropiezan los corceles y todo doctor sabio se equivoca y se mellan las espadas cortadoras

-< cómo os atemorizasteis, ¡oh, hijos de Sinháya! , cuando erais vosotros el objeto del atemorizado ?

-No sois vosotros sino leones velados; cada uno en todo lo á rande destacándose

-í qué d a ñ o se ha hecho a vuestro señor con la injusticia, al no reuniros vosotros a su alrededor y agruparos !

-él es u n ojo al que no cubren vuestros párpados y u n corazón que han abandonado los costados -este hecho que os ha ocurrido es vergonzoso y es el más vergonzoso para los hombres

- i acaso no tuvo su abuelo Yüsuf suerte en todo y v i r tud avanzadora que no era rebatida ?

-y i acaso no tuvo su padre cAli fortuna y tuvo en todos los cuellos el lazo que no fué desatado ?

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—os retrasasteis de Tásu f in y no cesan sus Bondades de apresurarse a todos vosotros

—temió al enemiéo, pero fué compasivo con vosotros; os dormisteis y sus párpados no se durmieron

—y es u n prodigio cjue él con su edad es el m á s inteligente y decidido en la é^erra y el m á s robusto

P* / - y perdonó porgue el perdón es su naturaleza y para cast iéaros, si Quisiese, kab ía en vosotros lu^ar.

— O k , Tásuf in , recibe la excusa de t u ejército por esa noche y por el destino q[ue no se puede evitar;

—el atacjue del enemiéo se extendió y a temorizó al avanzar y pasó despreciándolos, pero él de t i tuvo temor,

—cuántas fueron tus batallas en su país y se volvieron de ellas sus más insignes humillados y afrentados

—tu salvación es la mayor éracia, en la (jue está la satisfacción y el contento de la victoria

—a todos felicito y no singularizo a nadie en esta éracia, con ella se aplaca la sed de los costados

—estuvo la derrota a punto de suceder y entonces hubieran temblado el l lano y las altas m o n t a ñ a s

—y hubiera caído en al-Andalus una deséracia cfue no hab r í a en ella voz c[ue se alzase para alabar a Dios;

—pero no dejó Dios perderse t u esfuerzo, porgue es u n esfuerzo con el c(ue el Islam no se pierde;

— te confiamos al Misericordioso en depósito y él conserva todo lo q[ue se le confía ( l ) .

( l ) Conde da la traducción de esta poesía en verso, con ampulosas amplificaciones. «Dominac ión de los árabes», I I , 393. I b n J a l d ú n reproduce en sus «Proleéómenos», edic. de £ 1 Cairo, páé- 172-3 del texto, I I , 35 de la trad., veintiuno de estos versos, aunque no en el mismo orden, y con a l é u n a s variantes.

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Kl emir Tástifin kizo mucKas expediciones en al-Andalus y su ejército fué muy numeroso y sus banderas victoriosas. Pero cuando se enérandeció el poder de los almohades en al-Maérib, lo llamó su padre de al-Andalus, y era ésto el año 532 —19 de sept. 1137 a 7 sept. 1138— y lo proclamó Keredero el año 533 —8 sept. 1138 a 27 agosto 1139— (l) y le encardó la defensa del país y la dirección de la éuerra y tuvo con ellos muckos encuentros, la mayoría desfavorables (2). Cuando murió su padre y le sucedió y crecieron los subditos de cAbd al-Mu'min, acampó éste en las montañas de Tadla y Go­mara (3), matando y saqueando, y siguió en su avance por los montes c(ue Kay entre Fez y Tremecén, enviando algaras a diestra y siniestra. El emir Tásufin lo siguió y los almoha­des iban por las montañas fortificadas, donde / los víveres P* \ «V eran abundantes (4) y Tasufin acampaba en los llanos con su

(1) Kstas dos fecKas no las dan ni en el texto de Allou-cbe ni el ms. de París. En cambio, se encuentran en los mss. de Lisboa y Kvora, donde falta todo lo relativo a la derrota de Tásufin y la poesía de Ibn al-$ayrafi. Ibn al - Qattan concreta la fecba de su vuelta al-Magrib. Cruzó el Estrecho a principios de yumáda primero del 532 — mediados de enero del 1138 — y entró en Marrákus el 1.° de rayab — 13 marzo 1138—; fol. 81, v.

(2) Fué gobernador general de al-Andalus desde 522 basta 532, en c[ue su padre Ali lo llamó a al-Magrib para ponerlo frente a cAbd al-Mu'min.

(3) Los pormenores de la gran expedición de los siete años, cfue cAbd al-Mu'min emprende en 535, saliendo del Atlas para conquistar al-Magrib, se encuentran en las «Me­morias de al-Baydací», publicadas por Levi-Proven?al, «Docu-ments inédits», pág. 88 del texto y 143 de la trad.

(4) cAbd al-Mu'min maniobraba por las montañas, por-cjue aun no era bastante fuerte para medirse en batalla campal con Tásufin y no porgue allí encontrase más víveres. Al-Bay-da<j dice todo lo contrario: la cebada entre nosotros (los almohades) llegó entonces a valer tres dinares la libra (ratl)

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ejército y no encontraba entre los bereberes c(uíen siéniese en su amistad y lo auxiliase y se uniese a él, y ésto por causa de sus deséracias y del acabamiento de su imperio y de sus auxiliares.

cAbd al-Mu'min se trasladó a las montañas de Gomara y lo siáuió Tasufin. Lueáo, de las montañas de Gomara, se fué a las partes de Tremecén y lo reconocieron la mayoría de los zanatas (jue Kabitan la región de Tremecén, y acampó en la cumbre de la montaña cjue la domina (l); ocupó sus barran­cos y desde allí iba su caballería por donde cjuería. Dice Abü cAli al-Asiri (2): Le lleéó al emir Tasufin un ejército del rey de Ifricjiya, Abü Hammád, el SinKayi, para socorrerlo y auxiliarle (3); cuando llegó a ella, avanzó a su encuentro con su éente y se llenó el llano de Tremecén de caballos y peones, sólo cine los desastres se le presentaban y anuncia-

y llegó la leña a valer en el campo de Tasufin un diñar la libra (ratl). Id. id., pág. 9 l texto, 148 trad. Los soldados de Tasufin se vieron obligados a quemar los pivotes de sus tien­das y las vigas de sus casas. Una mujer envió a Tasufin un gran plato cubierto con una tel a; creyó cjue era fruta y no era sino carbón, de lo que se alegró. Levi-Proven?al: «Notes d'Kistoire almokade», en Hespéris, 1930, pág. 5 l del texto y 7 l de la trad-

(1) Kn la Gruta de los Reidores, entre las dos rocas del monte Tirni, contiguo a ella, como puntualiza Ibn Jaldün. Id. id., I , 247. Se trata de los contrafuertes rocosos que al-Bakri llama Yabal Tarni (Tirni).

(2) Literato nacido en Tremecén en la primera mitad del siglo vi; murió en 569 —1173-74—. Su obra «Nazm al-la'áíi fi futüb. al-amr al-cali» (Kl collar de las nocbes en las conquistas del emir excelso), es la fuente que aquí cita al-Hulal.

(3) En las «Notes d'bistoire almokade» se reproduce con más detalles esta cita de al-Asiri, añadiendo que TáKir b. Kabbáb mandaba el cuerpo expedicionario de Bugía y que, indignado, al ver la inacción de Tasufin, subió solo a atacar a los almohades en su posición dominante, y fué derrotado.

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t a n el derrumbamiento de su imperio. Se establecieron los §inliáyas en su campamento y Tásu f in los h o n r ó y aéasa jó . Los almohades, entre tanto, miraban lo que hac ían y no los a temorizó su caso n i los amedren tó su á r a n n ú m e r o . Subieron contra ellos u n día, por el lado, al-cUbbad, y los almohades cayeron sobre ellos y los derrotaron y mataron a muchos de ellos ( l ) .

Kntre tanto, escribió Tásuf in a las provincias pidiéndoles socorro; le l leéó el ejército de S iy i lmása y las tropas de soco­rro de Bué ía y lle^ó de al-Andalus su hijo el emir A b ü Ish.ácl I b r á h i m b. Tásuf in . Su padre lo proc lamó heredero el a ñ o 538 —16 junio 1143 a 3 ju l io 1144—. T e n í a consigo unos cuatro m i l caballos cristianos. Se le reunieron los ejércitos ya cita­dos en Tremecén, y m a n d ó íjue se prepararan para pasar revista los soldados y los qfue h a b í a n acudido y las demás delegaciones. / Pasaron y desfilaron y la gente se admi ró de su P* \.A mul t i tud y de sus preparativos y armas y de su espléndido atavío, tanto, <lue creyeron no haber visto otro igual por su hermosura y su n ú m e r o y perfección.

Se alinearon los ejércitos desde Báb a l - Q a r m á d i n (puerta de los Tejeros), hacia el lado unido a la falda de la m o n t a ñ a , y éste fué el ú l t imo ejército que formaron los a lmorávides .

Dice I b n al-Yasa: «Me contó m á s de uno de los almoha­des y me dijo: "Cuando bajamos de la m o n t a ñ a de Tremecén, dir igiéndonos al país de los zanatas; nos siguieron los almo­rávides y nos encontramos con ellos. Hicimos, dice, u n cercado cuadrado en el l lano y pusimos a cada uno de sus cuatro lados una fi la de hombres con lanzas largas y corazas

( l ) A l BaydacJ dice en su l ibro: « C u a n d o llegó la me-halla de Bugía, la derrotaron los almohades entre «las dos rocas» y la puerta de la ciudad. Su jefe envió entonces a decir a cAbd a l - M u ' m i n cjue se adher ía en secreto al «tawhid» y le promet ía abrirle la ciudad de Bugía, etc., y así sucedió». «Notes d'histoire a lmohade» , pág. 5 del texto y 24 de la trad.

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defensivas, y detrás de ellos los de las adarbas y javalinas formando la secunda línea, y detrás de ellos los de las Kondas con piedras en ellas, y detrás de ellos los arqueros con arcos de pie (l), y en medio la caballería. Cuando los atacata la catallería almorávide, ésta no encontraba sino lanzas laréas enfiladas, javalinas, piedras y saetas voladoras. Cuando no podían con la defensa y se volvían, salía la caballería de los almobades por los caminos cjue kabía dejado y por brechas <lue kabían preparado, y alcanzaba al <lue alcanzaba, y si vol­vían a la caréa sobre ellos, entraban en el bosque de lanzas". Fué llamado este día el día de Mindás. Cayó en él, del ejército almorávide, lo (Jue no se puede contar, y en este día se mani­festó el poder de cAbd al-Mu'min y aumentaron sus seguidores».

De lo cjue más le ayudó contra los almorávides fué el levantamiento de la éente de al-Andalus contra ellos, / porgue la vaciaron de defensores y de armas, y la descomposición más érande entre los almorávides fué el abolir una orden (sustituyéndola) por otra, porgue un día escribían una cosa y al día siéuiente otra y sus soldados y subditos se burlaban de ellos (2).

Tásufin construyó una fortaleza en las cercanías de Orán, a orillas del mar, la fortificó y la tomó como refugio. Avisó

(1) Alloucke lee «nufus al-riyal» (almas de los kom-bres) en vez de «acjwás al-aryul».

(2) Durante esta lar a campaña de (siete) años, se suce­dieron las guerras en el país de los almorávides Se produ­jeron odios y disensiones entre las cábilas de Lamtüna y de Masüfa , subieron los precios, invadió el kambre el país, disminuyeron los impuestos con esta rebelión, aumentaron las exacciones en las dos orillas (del Estrecko) y el enemigo cristiano arreció sus éolpes contra todas las reéiones de al-Andalus cuando se enteraron de la debilidad del poder en al-Maérib y de cjue estaba ocupado en guerrear con los rebel­des, a los c[ue se kabía empujado a la revuelta. Lévi-Proven?al: «Notes d'kistoire almokade», páé. 52 del texto y 7l. de la trad»

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al caíd ele la escuadra en Almer ía , A b ü ' A b d AlláK b. M a y -m ü n , c(ue le equipase diez naves de ¿tierra, c[ue estuviesen en el puerto de este castillo, preparadas para lo cjue pudiera ocu-rrir le y si la necesidad le obligase a pasar a al-Andalus, (poder) bacerlo ( l ) .

T ra s l adá ronse almobades y a lmorávides de la parte de Tremecén y acampó A b d a l - M u ' m i n en la m o n t a ñ a cjue do­mina a O r á n ; le siétiió Tasufin con su ejército y acampó en las afueras de O r á n . Se atacaban cada día y duró ésto entre ellos muebos meses, no cesando los almobades de crecer y br i l lar cada día y los a lmorávides de decaer, sin conseétiir n i n g ú n objetivo n i realizar n i n g ú n plan. Cuando permaneció Tasufin en O r á n y se per turbó su s i tuación con la perturba­ción de la ruina y fueron todos sus asuntos bacia el desorden y se vió estrecbado y conoció la decisión de los almobades contra él, desesperó de la vida y se vió forzado al asedio, des­pués de baberse debatido en ¿tierras cuatro años y nueve meses, sin descansar en ninguna ciudad, n i reunirse con padre n i con bi jo .

Sa l ió de O r á n para esconderse y ocultarse y dejó sus tiendas y sus tropas en la zona de O r á n , yéndose fuera de ella / al castillo cíue cons t ruyó a la ori l la del mar; iban con él p. \ \ • los ín t imos de su séquito para buscar el arreglo de su situa­ción y aguardar a las naves cine esperaba de al-Andalus-Lo supieron los almobades, cercaron el castillo por todas par-

( l ) Acud ió el almirante con sus diez galeras; pero no pudo salvarlo. N o bay <íue confundir a este almirante con el general — caíd — A b ü Mubammad M a y m ü n b. cAl i b. H a m d ü n , visir de Bugía , (jue después de ser derrotado en a l -Sa j ra tán , envió, al llegar al l lano de Argel , su sumis ión a cAbd a l - M u ' m i n , y cuando éste llegó el año 547 a Bugía, se la rendió y recibieron él y los suyos importantes cargos almobades. Lévi-Provengal : «Trent sept lettres a lmobades» , págs. 17-22 del texto y 27 de la trad.

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tes y le prendieron fueéo. A l cerrar la nocKe, salió Tásufin buscando su salvación y montó en su yeáua, llamada «Arra-yana» ( RayljLana ), (ue era célebre por su velocidad; pero se despeñó por un precipicio de mucka altura, creyendo (Jue era tierra llana y seguida. Cuando amaneció, fué encontrado en lo más bajo del precipicio muerto de esta manera ( l ) .

E l ejército almorávide no se enteró de ésto; se les cortó el aéua y la mayoría de ellos murieron de sed y se descargó la espada sobre los supervivientes en la mañana del día de la ruptura del ayuno del año 539 — 27 marzo 1145 —, a los tres días de la muerte de su emir Tásufin (2). La duración de su reinado fué, desde la muerte de su padre, de dos años y dos. meses. Fué muerto en el mes de ramadán del año 539.

E L E M I R D E L O S M U S U L M A N E S I B R Á H I M B . T Á S U F I N

Su prenombre fué Abü Isbáíl; no tuvo descendencia; sus. visires fueron varios jecjues almorávides. Su padre lo nombró heredero del trono, cuando estaba en Orán, y lo envió a M a -

\\\ rrákus, / acompañado por un érupo de lamtuníes; hizo esto un mes antes de su muerte. Se le proclamó en la capital, Ma-

(1) Los almohades, que a la mañana siguiente lo encon­traron muerto al pie del acantilado, le cortaron la cabeza y se la entregaron a cAbd al-Mu'min, (Juien la hizo embalsamar y la mandó a Tinmallal como prueba de su triunfo. Al-Mucyib acoge otra versión a la c[ue no da crédito: « Cayó — dice — al mar, de donde lo sacaron los almohades, lo crucificaron y luego lo quemaron». Pág. 146 del texto.

(2) Tres días sin agua parece muy corto plazo para (jue la mayoría de los sitiados muriesen de sed. E l c(ue tomó a Orán fué el famoso Abü HafiS Umar In t i , que pasó a cuchillo a todos los almorávides que encontró en la plaza. «Docs.inéd.>v pág. 96 del texto y 16o de la trad.

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m rralrus, a la muerte de su padre en O r á n . Se le opuso su tío Iskacj b. A l i y violó su reconocimiento, p roc lamándose a sí mismo ( l ) . Sobrevino la discordia y la oposición entre ellos, kasta (íue se de r rumbó su imperio y los vencieron los almo­hades; no se le enderezó el reino por baberse apoderado los almobades de la mavor parte del país de a l -Ma^r ib .

Cuando entró cAbd a l - M u ' m i n en O r á n se marcbó ense­guida a Tremecén y se apoderó de ella, t o m á n d o l a por asalto, ma tó a sus babitantes y cautivó a sus mujeres. Cada almo-bade entró por el sitio junto al cual se bailaba y cocieron en ella riquezas incontables. Refiere I b n al-Yasac qfue lleéó el n ú m e r o de muertos a cien m i l o más (2). Después de tomarla permaneció en ella siete meses y, desde allí , se marcbó bacia a l -Maé r ib y acampó ante la ciudad de Fez (3), donde estaba

(1) N o eran nuevas sus aspiraciones al trono. Su ber-mano mayor Sir, beredero del trono de cAl i b. Yüsuf, fué asesinado en 533. Inepto para todo y disoluto, entró disfrazado en casa de su otro bermano, cUmar, en busca de la mujer de éste, y sucumbió a las beridas c(ue recibió al ser sorprendido. L a madre de Sir t ra tó entonces de imponer a Isliaqt como pre­sunto beredero; pero no lo consiáuió por la oposición de los a lmorávides . « N u ^ m a l -yumán» , fol . 85.

(2) M a t ó a los (jue encontró en el barrio de T a é r á r t , donde se alojaba la guarn ic ión a lmorávide. S e é ú n otra vers ión, no fué tan fácil la toma de Tremecén; su resistencia y el t ra­bajo posterior de o réan iza r la adminis t rac ión del M a é r i b central hicieron (íue cAbd a l - M u ' m i n se detuviese allí siete meses, antes de emprender la marcba bacia Fez, donde se b a b í a n refugiado los jefes a lmorávides buidos de O r á n y de Tremecén.

(3) Antes de llegar a Fez t o m ó a Uxda y a A^arsif-Guersif. Parece ser cjue, en su ferviente devoción por a l -Mabdi , (Juiso seéuir la misma ruta de su maestro cuando volvió de Oriente, y así se justifican las supuestas predicciones cfue a l -BaydacJ atribuye a a l -Mabdi , sobre las etapas c(ue más ade­lante bab ía de cubrir A .bd a l - M u ' m i n .

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uno de los Kijos de cAli h. Yüsuf y su administrador y almo­jarife era A t ü Mukammad al Yayani . Se le reunieron en ella delegaciones de todas partes y apretó su asedio. Permanec ió s i t iándola unos seis meses; sus katitantes lo combat ían en las afueras de la ciudad.

Lo m á s érave con que los dañó fué el río c[ue cruza la ciudad de Fez. Lo represó contra ellos y m a n d ó a la éente que juntase l eña y madera y cjue levantasen la tierra sobre eso„ poniendo una presa encima de otra, Kasta cine se estancó el a é u a y desapareció el r ío, Haciéndose todo el l lano u n mar, pues fué levantándose el nivel del a é u a Kasta formarse u n laéo por el que se deslizaban las naves. Se valió para esto de

\\X la mul t i tud , / de instrumentos y de personas de que d isponía y de lo amplio de la l lanura. Lueéo se der rumbó la presa y cayó sobre ellos la muralla de la ciudad. cAbd a l - M u ' m i n quería entrar en ella; pero le resistieron los babitantes de Fez entre las ruinas de la mural la y lo combatieron t ambién desde fuera de ella ( l ) . Cuando se les pro longó el asedio, su almo­jarife a l -Yayani (2) se dirigió ocultamente a cAbd a l - M u ' m i n ,

(1) Fste relato está inspirado en al-Baydaq, quien da a l éunos pormenores omitidos por a l - H u l á l . cAbd a l - M u ' m i n acampó en Yabal al-card, cortó todos sus árboles, y con ellos bizo una empalizada tras la cual const ruyó u n muro para fortificar su campamento. Lueéo qui tó esa empalizada, y con sus troncos represó el río desviándolo bacia las murallas de la ciudad. La puerta «bab al-silsila» se der rumbó y el a á u a entró en Fez; pero su gobernador, al-$abrawi, salió con su guarn ic ión y no dejó la mural la basta baberla reparado. «Docs. inéd.», páé- 100 del texto y 164 de la trad.

(2) L a biografía de este personaje, oriundo de Jaén , que da I b n a l - A b b á r en su « H u l a t a l -S iyará» , fué publicada por M . J. Mül l e r en su «Beitraée zur Gescbicbte der westlicben Arabe r» , páés . 3 l5 - l8 del texto, y reproducida por Lév i -Provengal en «Docs. inéd.», páás . 146-48 del texto y 223-26 de la trad.

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le pidió el aman y lo introdujo en la ciudad por la Puerta de las Conquistas (bab al-futüb). Hizo ésto porque el gober­nador almorávide le pidió dinero y lo apremió sobre ello, no disponiendo de medios para dárselo. Entonces tramó un ardid para introducir a cA,bd al-Mu'min y sacar de ella a su señor.

Se apoderaron los almobades de Fez y partió cAbd al-Mu'min para Salé. Antes Kabía enviado seis mil jinetes de Racjüna, Mikláta, Zanáta y Gaznaya a sitiar a Mequínez. Levantaron un muro contra ella y les cavaron un foso a sus habitantes cjue, como si estuviesen en una prisión, no podían salir de ella ni por levante ni por poniente. Los cercaron con ese muro y dejaron en él puertas, por las que entraban a combatir a sus habitantes. cAbd al-Mu'min los dejó ante ella y se mar­chó a Salé. Cuando lleéó la conquistó al momento; la tomó antes de acampar y se le sometió su alcazaba, construida por por el emir Tásufin, como un ribát, y emprendió la marcha hacia Márraktis (l). Después de prepararse para ello con el mayor cuidado. Estaba en Marrakus el hijo de Tasufin, que le sucedió en el mando, como se expondrá en su luéar, si Dios quiere.

(l) Seéún al-Baydaq, Abd al-Mu'min, en vez de ir a Salé y, desde allí, siéuiendo la ruta del litoral, diriéirse a Marrakus, tomó el camino de Tádla; pero una vez llegado al Umm Rabi , fué a Azammür, donde convocó a los dukkála y, cruzando el Tansift, se encaminó hacia Marrakuá. Cuando aún estaba sitiando a Mequínez, a primeros de mayo, los isin-haya de Tisgart le enviaron un mensaje, acompañado de una espiga de trigo: «Apresúrate —le decían— a evitar que el grano de los dukkála sea llevado a Marrákus, porque de lo contrario no te apoderarás jamás de ella». Y, en efecto, lo impidió, pues tras de someter a los dukkála, ya a mediados de junio — 1 de muharram del 54l — estaba sitiando a la capital.

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/ R E L A T O D E L S I T I O D E M A R R Á K U S

E n mukarram del año 54l —empieza el 13 de junio de 1146— se dirigió CAM a l - M u ' m i n a la capital, Marrakus^ sede del califato de los almorávides , y llegaron sus ejércitos a ella. A c a m p ó en la m o n t a ñ a cercana a ella, c[ue se l lama l y i l l i z , y es una m o n t a ñ a pequeña en la (Jue edificó una ciudad para apoyarse en ella, así como una mezquita y u n alminar alto, desde el (Jue se dominaba Marrakus.

Guando acabó de fundar la ciudad y se ins ta ló cada cábila en el sitio que se le señaló, avanzaron todos bacia MarrákuüL Les bab ía puesto unas celadas ( l ) y él permaneció en el obser­vatorio viendo su actuación. Los almobades se les declararon en derrota, a r ras t rándo los bacia las celadas, y cuando llega­ron a las cercanías de la ciudad que Kabía construido cAbd a l - M u ' m i n en la citada m o n t a ñ a y éste supo que la mayor í a de la éente de Marrakus, tanto jinetes como peones, kab í a salido, m a n d ó tocar los tambores y salieron las celadas, muriendo de la ¿ente de Marrakus u n n ú m e r o incalculable. La espada persiguió a los demás basta las puertas y se mata­ron unos a otros en las apreturas. Se les prolongó el asedio, se forzó el empuje contra ellos y por la mul t i tud de los caba­llos y peones les faltaron los víveres y se agotaron sus alma­cenes, basta que se comieron sus cabalgaduras y murieron por bambre cerca de 120.000 personas. Cuando se pro longó el asedio y se agravó su si tuación, perecieron de bambre basta

( l ) A l - B a y d a q , testigo presencial, no menciona para nada estas celadas; dice que al llegar los almobades ante M a ­rrakus sus babitantes salieron a recbazarlos. Durante cinco días se trabaron combates y, sobre todo, en el quinto, los a lmorávides tuvieron grandes pérdidas . Y a no intentaron m á s salidas y, además , empezaron las defecciones, como la del jefe IsKáq b. Y i n t a n y sus partidarios, que salieron de la ciudad y se declararon almobades.

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comer cadáveres; los presos se comieron unos a otros y falta­ron todos los animales y el t r iéo por completo. / Se registraron los almacenes y no se encontró en ellos nada. Fallaron entonces las tropas l amtun íe s en la defensa y en la resistencia por la escasez del n ú m e r o y de los pertrechos, así como por la mucKa estrechez y aéobio . Fué tomada Marrakus entonces, seéún se va a explicar.

E l l o fué al llegar el sábado, 18 de s a w w á l del año 54l — 24 marzo 1147— seéún el relato de I b n al-Yasa', c[ue dice: «Me contó quien me merece confianza que, cuando quiso Dios que fuese tomada, los soldados cristianos, que estaban dentro de la ciudad, trataron con cAbd a l - M u ' m i n y le pidieron el aman; se lo dió y convinieron con él en entrarlo por la Puerta de A ^ m á t » .

Dice al-Baydaq: « M a n d ó cAbd a l - M u ' m i n bacer escalas para los muros y las dis t r ibuyó entre las cábilas que rodearon la ciudad. F n t r ó H i n t á t a por el lado de la Puerta de D u k k á l a y 3 i n b á y a y los esclavos del Majzen por la Puerta de los T i n ­toreros (bab a l - D a b b á é í n ) . E n t r ó H a s k ü r a con otras cábilas por el lado de la Puerta de A é m á t y coronaron los muros.

» T o m a d a la ciudad al asalto, se defendió el emir A b ü I s b á q ( l ) I b r á b i m b. T á s u f i n con los a lmorávides y u n é rupo

( l ) A l - H u l a l confunde a A b ü I sbáq I b r á b i m , bijo de Tasufin, con su tío I sbáq , bermano de Tásuf in . Los almoha­des, ante la gravedad de las circunstancias, destituyeron a A b ü I sbáq I b r á b i m por sus pocos años y su manifiesta incapacidad y proclamaron a I sbáq , cuya candidatura bab ía fracasado en 537. U n o y otro debieron ser sacrificados al rendirse M a r r á -kus, aunque la víctima m á s destacada fué Isbaq, por ser el que ocupaba el trono. Al -Baydaq dice de él que era u n mucha­cho pequeño, confundiendo, al parecer, su edad con la de su sobrino, a quien sus t i tuyó , más que nada, por su niñez . Isl^áq, aunque joven, no podía ya ser u n n i ñ o , pues hacía ocho años que se hab í a querido declararlo príncipe heredero, en compe­tencia con su hermano Tásuf in , y contaba a la sazón dieci­seis años .

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de personalidades en el alcázar conocido por Alcázar de Pie-dra ((Ia§r al-l ayar), que es un castillo fuerte. Duró la lucKa desde el amanecer Kasta empezar a declinar el sol; pidieron el aman y no se les atendió (l). Fueron asaltados y se sacó al emir Abü Iskacj y con él a cierto número de emires y de sus Kijos y a los lamtuníes (Jue estaban con ellos y los llevaron al luéar conocido por lyilliz. Cuando el emir Abü cIsKac( lleéó ante cAbd al-Mu'min lo trató con suavidad y se compadeció de él por su poca edad; pensó en perdonarlo y encarcelarlo; pero le dijo un almoKade: «Acaso Quieres criar un cackorro de león?». Cuando avanzó el emir Abü Isliaq[ se puso a roéar a 'Abd al-Mu5 min c[ue lo dejase (vivir); pero el emir Sir b. al-Hayyáy, íjue era uno de los jeques almorávides, le escupió en la cara y le dijo: ««íAcaso ruecas a tu padre o a (juien se com­padezca de ti? Ten paciencia como la tienen los bombres» (2). Fué muerto, así como todos los (Jue fueron sacados con él. Dice Ibn al-Yasac: «Se mató ese día, según tengo por cierto, cerca de 70.000 kombres, y duró la matanza de los ciudada­nos tres días».

La duración de su reinado fué desde (jue murió su padre Kasta la toma de Marrákus, dos años y algunos días; fué su muerte en sawwál del año 54l —marzo 1147—. Con su muerte se derrumbó el imperio de la gente del velo —litám—. El reino

(1) La beroína de esta última e inútil resistencia fué Fannü, hija de Timar b. Yintán. Combatió vestida de bombre con un ardor que maravilló a los almohades, aun sin saber que era una doncella, hasta que fué muerta.

(2) Al-Hulal, al citar y seguir a al-Baydaq en su relato,, introduce algunas variantes, debidas quizá a Ibn al-Yasac. Según al-Baydaq, el príncipe es Isháq y no Abü Isháq Ibrá-him, y el paje Talha y no el emir Sir es el que le reprocha su debilidad, sin que indique que le escupiese en la cara. Al-Nu-wayri añade otro rasgo al cuadro: Sir llamó a cAbd al-Mu'min impío, sin temor de Dios y sin fe.

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es de Dios, el único , el s u t y u é a d o r . Se cuenta cine el maestro A h ñ CAW A l l á k k W a r d i vio en sueños , poco antes de desnacerse el imperio de los a lmorávides , a uno c(ue decía:

¡OK, descarriado!, ¡ay de t i ! , no duermas, porgue Dios tiene en las criaturas u n poder sólido. Y es necesario cjue perezcan por el poder cjue los d a ñ a pues Kan cometido u n crimen contra el juez de los

[Kumanos.

D i j o uno de los c(ue conocen la adivinación: «La ruina del imperio de los B a n ü Tasufin, conocidos como «los almo­rávides», fué como u n collar cjue se desgrana; lueéo se ensucia, y donde c[uiera cjue cjuede a léo de él es despreciado». Dice el cadí A b ü Bakr h. a l - 'Arab i , en su l ibro «Al -AKwád i f i sarg­al -Ti rmid i» (1 ) , ( e l dispuesto a explicar a al - T i r m i d i ) : «Los a lmorávides se levantaron para proclamar la verdad y defender la rel iéión; fueron los protectores de los musulma­nes/, cine alejaron de ellos a los enemigos e hicieron la éuer ra p. ^ ^ santa en su favor. Si no tuvieran los a lmorávides otro méri to n i otra preeminencia n i otro crédito q[ue la batalla de Za.la.ca. — la ííue hizo olvidar las éuer ras de los antiguos y la de Daljis y a l -Gubrác con los Banu W á ' i l (2) — sería ésto, en verdad, una de sus mayores élor ias y de sus empresas m á s meritorias.

(1) Esta obra no figura entre los pocos t í tulos cine se conocen de A b ü Bakr al-cArabi. Véase Pons y Buigues, pág ina 216.

(2) D á b i s es el nombre de u n caballo c(ué fué la causa de una guerra de cuarenta años entre las dos tribus de a l - G u b r á ' y los B a n ü W á ' i l .

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F u é su duración, desde el principio de su apar ic ión, setenta años , y en al-Andalus, cincuenta y seis. Alabado sea a<luel cuyo reino no se altera, n i perece su imperio; no Kay m á s Dios cjue A l l a k ; E l es el alto, el é rande . Versificó el alfacjuí A b ü Tá l i b cAbd al-Yabbar al-SaíJüri en la a r y ü z a del imperio a lmorávide, y di jo:

Y cuando cjuiso Dios auxiliar a la rel iéión, pidió la éente socorro a I b n Tásuf in . Y les vino como la m a ñ a n a tras las tinieblas, presuroso, como el a é u a cjue conserva la vida al moribundo. V i n o A b ü Ya'qtüb como u n águi la y desenvainó la espada sobre los cuellos. Y cont inuó la marcba basta balaca y lo condujo a ese día lo c(ue lo condujo. Q u é bermosa fué esa batalla c(ue se alzó para socorrer a la religión en viernes. Se de r rumbó para el politeísta all í su trono, del cjue no podía prescindir Alfonso. Y cont inuó la cosa en orden y se extendió la protección de Dios sobre el Islam. Y descendió sobre el enemiéo lo desagradable y estuvo seéura la comunidad como en los primeros Y abora la caballería de Dios va por tierra [tiempos, del enemigo tarde y m a ñ a n a .

p . / Lueéo m a n d ó cAli b. Yüsuf, c(ue escoéió imi tar la norma de su padre. Y después de ésto, el león Tásuf in , (jue desbizo la injusticia consolidada en su reino. Y vinieron las revueltas y las desgracias y dictaron leyes a su éente las pasiones. Y Dios está en emboscada para los c(ue les sucedieron; É l es en íjuien se espera para recbazar sus males.

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E L C A L I F A A B D A L - M U ' M I N B . c A L l

Su genéaloéía ( l ) : CAM a l - M u m í n h. cAli h. Majlüf h.Yala. h. M a r w a n b. Naisr b / A l i h. al-amir A b i M ü s á V A M AlláK h . YaKyá h. W a r z a y i é h. Mazfü r 1?. I n ü r b. Matmat h . H a w d í y b. Qays b. ' A y l á n b. Mudar . A s í dan su áenea lo -é ía mucbos de los cíue se ocupan de este asunto. Cuenta alguno de ellos c(ue la copió en esta forma de u n escrito de su nieto el Sayyid A b ü Mubammad ' A b d a l -Wabid . Su pre-nombre fué A b ü Mubammad, y los almohades lo t i tu laron califa, A m i r a l - M u ' m i n i n . Sus hijos varones fueron unos setenta. Sus visires: el Sayyid Abü_Hafs 'Umar; cAbd a l -Sa lám a l - K ú m i y el secretario A b ü Ya'far b. cAtiya al - Q u d á i . Y a ha precedido su menc ión y la de su investidura a l tratar de a l -Mahdi .

/ Cuando m u r i ó a l -Mahdi (2), según se expuso antes, deli­beraron los <íue quedaron de sus compañeros , (Jue eran cuatro, sobre c(uién sería su imam después de él, y recayó su acuerdo en cAbd a l - M u ' m i n , por haber sido testigos de cómo lo en­grandecía a l - M a h d i en presencia de sus compañeros y de todos los almohades y de cómo lo recibía y se alegraba con

(1) Sus genealogías, pues son varias, han sido todas falsificadas, gracias al deseo de hacer del califa un árabe puro y de emparentarlo con el Profeta. I b n J a l d ü n desmiente categó­ricamente el pretendido origen árabe, tanto de A b d a l - M u ' m i n como de I b n T ü m a r t , y afirma cjue eran, sin duda alguna, de origen beréber.

(2) Sólo cinco personas, según al-Baydací, asistieron a la muerte de a l -Mahd i y la ocultaron durante tres años , repre­sentando la farsa de asegurar £}ue su imam seguía enfermo, y reuniéndose junto a su sepulcro, f ingir (jue lo consultaban y recibían sus órdenes, incluso para salir a campaña contra los a lmorávides . U n a de esas cinco personas era su hermana Zaynab, cjue ocultó el hecho a su propio marido. «Docs. inéd.», pág. 8 l del texto y l 3 l de la trad. « N a z m a l -yumán» , fo l . 43.

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sus palabras. Convinieron en eleéirlo a él ( l ) y lo pusieron al frente y se alzó entre ellos como su jefe, ocupándose de sus asuntos y rigiendo su reino. Y a se ka referido aléo de lo cjue ocurrió entre él y los a lmorávides . Cuando se completó su acuerdo de ponerlo al frente el a ñ o 524, y lo reconocieron los Cincuenta y los demás almoKades, se aconsejó con ellos sobre hacia c(ué parte sería su primera expedición y convinieron en dirigirse a T a d l á y su región (2). Se dirigió a ella y le obedeció.

(1) T a l unanimidad y la preelección de A b d a l - M u ' m i n , atribuida a I b n T ü m a r t , fueron inventadas m á s tarde, cuando el califa estaba en el apoéeo de su poder. E l primer luéa r t e -niente de a l -Mabdi fué al-Basir; al morir el imam y no ponerse de acuerdo sobre u n sucesor m a s m ü d a , cUmar Asnaé» l i m a r I n t i e I s m a i l , a l -Hazrayi convinieron en elegir a cAbd a l - M u ' m i n , ext raño al At las . E l cjuinto miembro de los Diez, I b n a l -Malwiya , no íjuiso reconocerlo y, lueéo al sublevarse, fué muerto.

(2) Esta af i rmación la repiten el Rawd al-Qirtas y el cIbar. "Abd a l - M u ' m i n no pensó en salir del Atlas kacia el norte basta varios años después, e I b n a l - Q a t t á n , (Jue es el cjue m á s pormenores da sobre la actuación de los almohades en el a ñ o 526, acoée con u n J la expedición a Tádlá , y no da n i n -é ú n pormenor sobre ella o, mejor dicho, los da; pero apl icán­dolos a los ya láwa , subtribu h a s k ü r a , cíue vivía en pleno G r a n At las . Si se ha de tomar por Tád l á la actual Qasba T á d l á y su región, hay c[ue rechazar el hecho como falso. D e b í a haber una localidad, Tád lá , en el Gran Atlas , capital de los h a s k ü r a , contra la cual y contra los hazraya, habitantes t ambién del Gran Atlas, hace ' A b d a l -Mu 'min su c a m p a ñ a este a ñ o 526 y consiéue íjue ambas cábilas se le sometan. M á s tarde, el año 631, primavera del 1234, el califa al-Rasid emprende también una campaña contra los h a s k ü r a del norte del At las y su capital, Tád lá ; y los h a s k ü r a del sur, los y a l á w a , y los m á z a l a del Atlas , para socorrer a sus hermanos del norte, tratan de cortarle el paso, avanzando hacia M a r r á k u s y obl igándole a retroceder apresuradamente. «Bayán almoha-de»; ms. Ful ton, fo l . 68; ms. Col in , fo l . 172.

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y desde allí fué al D a r á y la concjtiistó. Desde el mo­mento de su emirato no cesaron de crecer los asuntos de los almohades y de engrandecerse su s i tuación. Triunfaba cada día sobre los a lmorávides , Kasta que sucedió lo expuesto antes, de apoderarse ellos del país de a l -Maé r ib , sitiar a la capital, Marrakus, y tomárse la lue^o, seéún se confirmó en su luéar .

Dice I b n $á l i ib al-jSala: « C u a n d o acabó ' A b d a l - M u ' m i n de tomar a Marrakus y de entrar en ella, regresó a su campa­mento y puso bombres fieles —amines— en sus puertas, por espacio de dos meses, y reun ió su bo t ín y sus ricjuezas, que repar t ió entre los almobades. Les dis t r ibuyó sus casas y se vendieron las familias de Marrakus y sus bijos se vendieron como esclavos, excepto Zaynab, bija de Yüsuf, a la cjue se p rob ib ió vender, por la posición de su marido el emir Yabya b. Isbacj / a l -Masüf i , conocido por W a n z a m á r ( l ) , porgue dejó su cábila y entró en el partido — invocación — de cAbd a l -M u ' m i n ; fué t ambién exceptuada del bo t ín su casa».

Se apoderó cAbd a l -Mu; m i n , en los almacenes de cAli b. Yüsuf y en los tesoros de los l amtun íe s , de lo cjue no puede describir la lengua y no Ueéa a explicar la descripción. Q u e d ó Marrakus tres días sin cíue entrase en ella n i saliese nadie; los almobades se n e é a r o n a entrar en ella, porgue a l -Mabdi solía decirles: « N o entréis en ella basta que la purificjuéis». Les preguntó cAbd a l - M u ' m i n a los alfacjuíes sobre ésto y le dijeron: «Ed i f i cad vosotros otra m e z q u i t a » . Fué así y cons t ruyó el califa cAbd a l - M u ' m i n en la casa de piedra

( l ) Cuando cAbd a l - M u ' m i n sitiaba a Fez, Y a b y á b. Isbác(, llamado A n i m a r por al-BaydacJ y por I b n a l - Q a t t á n y no W a n z a m á r , después de abandonar aTasufin en O r á n y bu i r al desierto, se presentó al califa con u n grupo de sus contri-bules, Masüfa . Llegaron todos velados por el l i tám; pero a l acercarse a Fez se lo quitaron y adoptaron la indumentaria almobade y se sometieron. « Notes d bistoire a l m o b a d e » , página l 5 .

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otra mezquita, en la cjue oró los viernes ( l ) y emprendió la construcción de la rtiezcjuita aljama y derribó la cine Kabía en la parte baja de la ciudad, edificada por A l i h. Yüsuf. Cuando acabó cAbd al - M u ' m i n su construcción, hizo en ella u n pasadizo —sábat— (2) por el c(ue se entraba en ella desde el a lcázar y desde ella al a lcázar sin q(ue lo viese nadie. Se t ras ladó a ella u n almimbar grande, íjue se kizo en el Andalus, con extremada perfección. Sus paneles eran de áloe y de sánda lo rojo y amaril lo y sus cbapas de oro y plata, e bizo una macjisüra —cercado— de madera, de seis lados, (jue tenía una extensión de más de m i l pies (3).

(1) H . Basset y H . Terrasse en sus «Sanctuaires et for-teresses a lmobades» , páé . 103, afirman c(ue cAbd a l - M u ' m i n bizo arrasar el palacio real a lmorávide —Dar al-bayar— y (jue en su solar cons t ruyó una mezquita. Apoyan esta afir­mac ión en este texto de a l -Hula l ; pero el decir c(ue el califa cons t ruyó en Dar al-bayar otra mezquita, no (juiere siánifi-car cjue mandase derribar el palacio, sino ííue dentro de su recinto o a su lado edificó esa mezquita, cjue sería pec(ueña y casi para su uso particular, ya (Jue lueáo emprendió la cons­trucción de la mezquita catedral. Que no se derribó el Dar al-bayar, sino (Jue lo tomó cAbd a l - M u ' m i n para su residencia, nos lo dice claramente I b n Sáb ib al-Sala en su « M a n n b i l I m a m a » , fo l . 47, al bablar de la convivencia de Yüsuf I y de su bermano uterino A b ü H a f s en el palacio de su padre, AJbd a l - M u ' m i n , en esa Dar al-bayar.

(2) A imitación del cíue bizo en la mezcjuita de Córdoba el califa omeya cAbd A l l á b , uniendo directamente el palacio con la mezquita, mediante u n pasadizo cubierto —sábat— clue cruzaba sobre u n arco de la calle del puente, a la altura de un piso, y desembocaba en una sala p róx ima al m i b r á b , separada por una puerta, de la macjsüra, en cjue- el príncipe hacia sus oraciones. I b n I d á r i , «Bayán». I I , 158/253 - 4:246/381. seéún Lévi-Provengal : «L 'Kspaéne musulmane au X siécle», pág ina 213-

(3) Basset y H . Terrasse ban descrito minuciosamente en su obra «Sanctuaires» esta joya incomparable del arte m u s u l m á n andaluz. «La cbaire de la kotobiya», pág inas 254 y siguientes.

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E l encaréado de la construcción fué un hombre de Málaga , llamado a l -Hayyay Vis, cine es el c[ue edificó Gibraltar, en tiempos del califa ' A b d a l - M u ' m i n , ta l como está koy. E l m é ­ri to de esta macjsüra es c(ue se hizo con u n mecanismo / con P* \V-el c(ue se levantaba a su salida —del palacio— y se bajaba a su entrada. K i l o es c[ue se Kizo a la derecha del miKrab una puerta, dentro de la cual está el almimbar y a su izcjuierda otra puerta, dentro de la cual hay una habi tac ión , donde es tán los mecanismos de la macjsüra y del almimbar y por ella tenía cAbd a l - M u ' m i n su entrada y su salida. Cuando se acer­caba el tiempo de dirigirse a la mezquita, el viernes, se p o n í a n en marcha los mecanismos, después de (Juitar los tapices del sitio de la mac(süra y se alzaban sus costados al mismo tiempo, sin sobrepasar el uno al otro en lo m á s m í n i m o . L a puerta del pulpito —almimbar— cjuedaba cerrada, y cuando se levantaha el predicador para subir a él se abr ía la puerta y salía el pulpito de u n solo empuje del mecanismo y no se le oía ruido n i se veía su dispositivo.

Dice sobre ésto el secretario A b ü Bakr b. M u y i r a l - H i m -ya r i a l -F ih r i en una (jaisida laréa:

Unas veces es para el (Jue tiene dentro u n cerco como si fuese uno de tantos muros. Y es a veces para ellos u n escondrijo, como si fuese uno de tantos secretos. Y como si conociese la d ién idad de la persona sale a su encuentro en cierta medida. Y si se apercibe cjue el emir la visita al levantarse él, se levanta ella para la visita Se muestra él y se muestra ella y se oculta ella, después de él, y ella es como los halos para las lunas llenas.

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E l califa cAbd al-Mu3 m i n p lan tó fuera de Marrakus u n ja rd ín de tres millas de lar^o y de una ancliura aproximada; en él Kabía toda clase de frutas apetecibles y llevó a él el a é u a desde A é m á t y perforó muckos manantiales. Dice I b n a l -

\ \ \ Yasac: « N o salí yo de / Marrakus el año 543 —1148— ( l ) sin cjue este ja rd ín , cjue p lan tó , produjese por la venta del aceite y de las frutas 30.000 dinares mumin í e s , a pesar de la baratura de la fruta».

Cuando llevó a cabo la conc(uista y se le consolidó la si tuación, se le alzó u n sublevado en el país del Sus, cjue era Mubammad b. cAbd A l l a k b. H ü d al-Massati y cjue se llamaba a l -Hadi , a r roéándose la buena dirección, a imi tac ión de a l -M a b d i MuKammad b. T ü m a r t . Era batanero en el mar de Salé. La ¿ente acudió a él de todas partes, se le reunieron en masa y voló su fama por las reéiones (2). Lo reconocieron

(1) La fecba es falsa. Habiendo entrado cAbd a l - M u ' m i n en Marrakus, casi a fines del 54l, no Kabía tenido aun tiempo para dedicaree a embellecer su capital; absorbido como estaba por la organización de su recién concjuistado imperio y por l a dura c a m p a ñ a del 542 para reprimir la rebelión éeneral pro­movida por al-Massati. Pero, aunque Kubiera tenido tiempo y vaéa r para esa obra, el j a rd ín o parque no podía en tan escaso tiempo dar esas espléndidas coseckas. A l - Baydacj afirma cjue sólo el año 552 bizo plantar ese kuerto. U n reye­zuelo de Guadix, Abmad b. M i l b á n , q[ue se Kabía enriqfuecido, dedicándose a la agricultura en é t ande escala, acosado por I b n Mardanis, rey de Murcia, se pasó a los almobades en 546 y se encaréó lueéo de formar este parque, de plantarlo y de irrigarlo. I b n al-Jatib, «A 'mal a l - A l a m » , edic. Lév i -Proven-£al, 304; Cordera, «Decadencia y desaparición de los a l m o r á ­vides», páé- 133.

(2) L a rebelión se inició en el valle del Sus, en la zona costera ocupada por los éazzüla ; u n vulgar perturbador del m á s bajo origen, sin condiciones para encauzar y dir iéir u n movimiento de esa envergadura, loéró poner al borde de la ruina, y a raíz precisamente de su espectacular tr iunfo f ina l , a la reforma almobade, (Jue tras veinticinco años de incesante batallar se kab ía impuesto por el terror y la crueldad en todo a l - M a á r i b .

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incontables pueblos y se extendió su proclamación por todo el país de la ori l la de allende el EstrecKo, Kasta no quedar en ella m á s c[ue M a r r á k u s y Fez. Se le opuso a cAbd a l - M u ' m i n el resto del país , c(ue reckazó la invocación de los almokades y se desbacía y derrumbaba la causa por la (Jue lucbaron durante veinticinco años . E n v i ó cAbd a l - M u ' m i n contra él su ejército, que fué derrotado por al-Massati, y volvió a cAbd a l - M u ' m i n desbecbo y puesto en fuga. Le envió otro ejército, a cuyo frente puso al jeque A b ü Hafs ' l i m a r b. Yabya a l -H i n t a t i , y con él fueron contingentes de almobades, de arque­ros, de cristianos y de otros soldados regulares. Se prepararon para su encuentro en el Sus con extremada preparación y fue­ron derrotados y muertos el rebelde y mucbos de sus soldados ( l ) . Después de ésto se le arregló el reino en al-Magrib a cAbd a l - M u ' m i n y a con t inuac ión atacó a la cábila de D u k k á l a . Se acogieron a la or i l la del mar unos 20.000 caballos y 200.000 infantes; fué contra ellos cAbd a l - M u ' m i n con innumerables gentes de a caballo y a pie y con arqueros. / Los de D u k k á l a

( l ) Dos fecbas se dan para esta batalla. I b n J a l d ü n , «cIbar», 1.308, la coloca en d ü - l - b i y y a del 54l —mayo del 1147—. E n cambio, el « R a w d a l -Qi r t á s» , pág. 120, dice que A b ü Hafs salió de Marálcus el 1.° de dü-l-qacda del 542 —24 de marzo de 1148— y que la batalla se dió en dü - l -k iyya de ese a ñ o , o sea, entre el 22 de abri l y el 21 de mayo. I b n J a l d ü n merece en general m á s crédito que el « R a w d a l -Qi r t á s» ; pero, en este ¿aso, hay mucbos motivos para no seguir esa regla. Tomada M a r r á k u s el l 8 de s a w w á l del 54l —24 marzo 1147—, no queda materialmente tiempo para todos los sucesos que ocurrieron en ese intervalo. Otra prueba de que la segunda batalla del W á d i Süs se dió a fines del 542, la tenemos en la embajada sevillana, presidida por I b n a l - 'Arabi , que fué reci­bida por cAbd a l - M u ' m i n , después de vencer a a l -Massá t i , a fines del 542 —el día de los sacrificios— 10 de dü- l -b iyya , según el « R a w d a l - Q i r t á s » , ya que esa embajada se despidió en los primeros meses del 543, y consta que I b n a l - A r a b i m u ­rió en Fez al regresar a al-Andalus en rabic I o I I de ese a ñ o .

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no tenían arcjueros, y cuando se alinearon y se prepararon para el combate los atacó Abd al-Mu'min por otro lado del cine se habían ímaéínado; se desbizo su formación y dismi­nuyó su muchedumbre; salieron del sitio abrupto en (jue estaban y los empujó la espada basta el mar y fueron muertos la mayoría de ellos en el aéua. Fueron coéidos sus camellos y ganados y riquezas, se cautivó a sus bijos y se Ueéó a vender una mujer por un dírbem y un muchacho por medio (l).

Cuando se le arregló el reino en al-Maérib le Ueáó el reconocimiento de algunos lugares de al-Andalus, y el primero cjue le lleéó y la primera embajada (jue se le presentó fué la de la éente de Sevilla, y por ésto se interesaron por ella durante su gobierno y la hicieron su capital en al-Andalus. £ntre los componentes de la embajada figuraban el cadí Abü Bakr b. al-cArabi al-Mu'afiri, el predicador Abü cUmar b. al-Hayyáy, el secretario Abü Bakr b- al-Yadd, Abü-l-Hasan al-Zuhri, el historiador Abü-l-Hasan b. áhib alj§ala, Abü Bakr al-Sayra, al-Bayi, al-Hawzani, Ibn al-Qadi Sarit, cAbd al"cAzi2 al-§adafi, Ibn al-Sayyid, Ibn al-Záhir y otros nota­bles sevillanos de acjuella época. Les concedió audiencia y se adelantó el cadí Abü Bakr b. al-cArabi y pronunció un discurso elocuente c[ue agradó al califa cAbd al-Mu'min; luego le siguió

(l) Apagado con facilidad el foco inicial de acjuel gran incendio, fueron Abd al-Mu'min y su lugarteniente, Abü Hafs, reduciendo y castigando a todos los disidentes, hasta clue no (juedó más cjue un núcleo de resistencia, al íjue hacía peligroso el valor, la audacia y el renombre del gran caudillo almorávide al-Sahrawi — el hijo de la sahariana —. cAbd al-Mu'min decidido a acabar con él: ordenó una movilización general y se dirigió al territorio de Dukkála. El encuentro no tuvo las proporciones desaforadas cjue le atribuye al-Hulal. Los jeques de Dukkála y al-$ahráwi, convencidos de íjue no podían resistir, huyeron hacia el Süs, y al-Sahrawi se refugió en el Sahára; cAbd al-Mu'min batió, razzió y dispersó a los desorganizados dukkála y vendió las mujeres c[ue les cogió.

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el alfacjuí A b ü Bakr h. a l -Yadd con u n secundo discurso en el que estuvo muy bien y muy acertado. Le entregaron el reconocimiento de la éente de Sevilla, atestiguado con sus firmas; se lo recibió y a labó su proceder. Lueéo , el califa cAbd a l - M u ' m i n preguntó a I b n al-cArabi por a l -Mabdi , si lo bab ía visto o lo bab í a encontrado en las sesiones de A b ü H a m i d al-Gazali, en Bagdad. Le d i jo : / « N o lo encontré y solamente oí bablar de él» y <Jue el jecjue —al -Gazá l i— solía decir: « N o bay duda de su aparición». E n los días de esta embajada en­fermó I b n al- A r a b i y, al volver de ella, m u r i ó —Dios se apiade de él— y fué enterrado en el cementerio de Fez ( l ) .

Cuando se le completó a cAbd a l -Mu 'min el reino de a l -Maé r ib , emprendió los trabajos de l a expedición a Ifricjiya para apoderarse del reino de los emires B a n ü H a m m á d $ i n -b á y a s . R e u n i ó a todos los almobades y salió de Marrakus; se detuvo en Ceuta, aparentando el cruce del Kstrecbo, bacia al-Andaltts, para la éuer ra santa. Convocó a los personajes de al-Andalus y se informó de sus asuntos. Lueéo par t ió de ella aparentando volver a la capital, Marrakus. Entretanto, dividió su ejército en tres cuerpos y envió uno de ellos a a l -Andalus, con su bijo al-Sayyid A b ü Haf§ , y regresó él con los otros dos. Dice el imam A b ü Yabya b. al-Yasa', t o m á n ­dolo de (Juien lo verificó, q(ue las tiendas del Sayyid A b ü Hafs sub ían en esta ocasión a 60.000. Cuando cAbd a l -Mu; m m lleéó a T á n é e r , se encaminó bacia Alcazarqtuivir, dejó la c iu­dad de Fez a la derecba y fué, a campo traviesa, al Este (2).

(1) Esta escena es una m á s de las inventadas para exal­tar a a l -Mabdi . I b n al 'Arab i , (Jue bab ía ido a Oriente con su padre, estudió con a l - T u r t ü s i y con a l -Gazá l i ; pero al morir su padre en Ale jandr ía , en 493, regresó a al-Andalus, siete años antes de que a l -Mabdi emprendiese su viaje, i C ó m o podía , por lo tanto, baber oído bablar de él en Bagdad?

(2) E l « R a w d a l -Qi r t a s» y el «Kamil» dan aproximada­mente el mismo itinerario; pero, en cambio, aI-Baydac( dice que al salir de Salé pasó por al-Ma'mura, el Hib t , el valle del W a r é a y M a s ü n , para de allí, a campo traviesa, llegar por sorpresa a Bué ía .

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Su preéonero preéonó: «¡ O h , hombres! E l de vosotros (íue hahle una palahra, (jue indicjue hacia dónde es este viaje, será paéado con la espada» ( l ) . Lueéo marchó hacia Buéía , apre<-surándose en la marcha, y no se enteró el señor de Buéía , a l -'Az íz h i - l l ah Y a h y á b. N á s i r , de la dinas t ía de los B a n ü H a m m á d , hasta cine le lleéó su gobernador de Argel , c[ue hab ía salido de ella al tomarla los almohades. H a b í a habido correspondencia y tratos entre cAbd a l - M u ' m i n y M a y m ü n ,

P* \Xi visir / del señor de Buéía . Cuando supo de él cjue llegaba, le abrió las puertas de Bué ía y h u y ó I b n Hammad de su alca­zaba a Constantina, donde lo sitiaron los almohades, y r i n ­diéndose por capitulación, fué con el califa cAbd a l - M u ' m i n a la capital, M a r r á k u s , c[uien lo ins ta ló en casa y le as ignó aldeas y permanecieron él y sus hijos honrados y bien pro­vistos hasta c(ue fallecieron.

Cuando se domicilió I b n H a m m á d en M a r r á k u s , se oscu­reció y fué iénorado y se dedicó a la caza e hizo redes de hierro para la caza del león. Regalaba lo cíue cogía al califa ' A b d a l - M u ' m i n y éste le recompensaba por ello. Cogió u n día u n cachorro de león y se lo presentó al califa en su sa lón. M a n d ó soltarle las l i éaduras y el cachorro fué entre la éente, atravesando sus filas hasta cine lleéó ante el califa y se a é a -zapó, c(uedándose quieto sin moverse de su sitio. Coincidió con ésto el reéalar le ese mismo día un zorzal, c(ue hablaba

( l ) Y esta amenaza no fué vana. E n una de sus etapas, a l acampar con todas sus tropas, los esclavos neéros se entre-é a r o n a unos jueéos o ejercicios militares, y uno de ellos, entusiasmado, dijo: «Así haremos, ¡oh amir a l -Mu'minin! , en Bugía , si Dios Quiere». Esto bastó para mandarlo matar en el acto.

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una especie de palabras e improvisó el secretario A h ñ cAli a l - A s i r i unos versos, describiendo el caso y di jo ( l ) :

Se famil iar izó el cachorro alegremente con el león y a l ver la semejanza con su padre se dirigió a él. K invocó el pájaro el auxilio —de Dios— para vos y cumpl ió con vuestro derecKo, cuando acudió. H i z o el Creador Kablar a sus criaturas con testimonios, pues todo le atestigua — q[ue tú te mantienes en el poder para él después cjue se Ka prolongado para los hombres el plazo

f de espera.

Se apoderó cAbd a l - M u ' m i n de Ifriíjiya, puso a su frente al jec(ue A b ü Mubammad b. A b i / Hafs y se volvió a la capital Marrakus, logrando una conquista qfue no tiene iéua l .

Era el califa ' A b d a l - M u ' m i n bondadoso con quien se le adher ía , conocedor del valor de las ¿entes, estimador de los

( l ) Este episodio tan verosímil lo presenta el « R a w d a l -Qi r t á s» como una absurda superchería con la que se hace proclamar a cAbd a l - M u ' m i n por los reacios masmudas. Véase H u i c i : «La historia y la leyenda en los orígenes del imperio almohade, a l -Anda lu s» , X I V , fase. 2.°, páés . 339 y siguientes. Al -Baydaq cita los mismos versos; pero los aplica a otra anécdota: « U n león, que Tasufin llevaba consiéo, se escapa con su cadena hasta el campo almohade; el califa hace que le den de comer, t omándo lo por u n feliz augurio, y al día si­guiente el león se vuelve espontáneamente a su dueño»; para adornar más la escena recoce el dicho de que el león se paró y agazapó ante cAbd a l -Mu 'min , y entonces a l -As i r i impro­visó los versos relativos al león; pero no los relativos al pájaro. «Docs. inéd.», páés . 96-97 del texto y 156-57 de la trad.

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méritos de los sabios, colocaba a las personas en sus puestos y los ordenaba. Educó a los báfices en el aprendizaje del libro «al-Muwatta'»; cjue es el libro «Lo más noble <iue se busca» (l) y otras obras de al-Mabdi. Los introducía cada viernes, des­pués de la oración, dentro del alcázar y se reunían con él los háfices, cjue eran unos tres mil, de la misma edad, masmudíes y de otras cábilas. Se propuso instruirlos rápidamente y pre­pararlos para lo q(ue Quería. Los coáía un día para aprender a montar a caballo, otro para nadar en la Bubayra, cjue bizo fuera de su jardín y era cuadrada, de unas trescientas brazas en cuadro. Un día los coéía para cíue remasen en cárabos y barcas cíue les construyó en esta Bubayra. Se educaron en estas enseñanzas, unas veces con premios y otras con castigos, y sus éastos y todo su aprovisionamiento eran de cuenta del califa, lo mismo (Jue sus caballos y pertreckos.

Cuando cumplió este propósito con ellos, sustituyó con ellos a los jeques masmudíes en el mando de las provincias y en la política. Dijo: «Los sabios son antes cíue vosotros», y les entreéaron el poder; pero los retuvo con ellos en el con­sejo (2). Se le presentaron entonces trece de sus Kijos, cjue todos

(1) Al-Hulal confunde e identifica el libro de Málik b. Anas, del (Jue Ibn Tümart bizo una edición o comentario, con el «A'azzu ma yutlab» ( Lo más noble que se busca ), que son las enseñanzas de al-Mabdi, recoéidas por AJbd al-Mu'min y editadas por Luciani, en Aréel, 1903, con el título «Le livre de Mobammed Ibn Toumert, Mabdi des almohades», al (Jue I . Goldziher puso una maéistral introducción, comen­tando y explicando el carácter de la reforma almobade.

(2) Estos interesantes datos sobre la educación dada por cAbd al-Mu'min a los báfices, que iban a ser sus inmediatos colaboradores, los toma al-Hulal del «Nazm al-yumán»; pero pasa por alto otros no menos interesantes y hasta abora iné­ditos. Kl año 55l , cuando ya se decidió a dar a sus kijos el gobierno de las provincias de su imperio, llevó a Marráleus a los kijos de los más distinguidos káfices de Córdoba, Sevilla,

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eran Káfices, calígrafos, y en todos ellos se cumplían las condiciones para c(tie los había educado, teniendo unas cuali­dades loables. Le aconsejaron los jecjues / c(ue los promoviese a gobernar y le dijeron: «¡Oh, Ami r al-Mu'minin!, tus hijos son los primeros c[ue deben ser promovidos». Mostró resis­tencia y no cesaron en ello hasta <lue les dio los gobiernos de las provincias. Puso a cada uno de ellos en una provincia — iíjlim — y puso a los hijos de los jecjues bajo sus órdenes ( l ) . Dió al Sayyid Abü Hafs ' l imar el gobierno de Tremecén y envió con él al jec(ue Abü Muhammad b. Wánüdin y al secretario Abü-l-Asbaé b. cAyyas para todo lo relativo a la educación y la enseñanza. Nombró al Sayyid Abü Said cXItman para Granada y envió con él al jecjue Abü cAbd Al lah b. Sulaymanyal secretario Abü-l-Hasan b. Harüdis. Al-Sayyid Abü Muhammad cAbd Al lah lo hizo gobernador de Bugía y envió con él al jecjue Abü Sa id Yajluf b. al-Husayn y al secretario Abü Bakr b. Hubays. Dió el de Fez a Abü-l-Hasan y envió con él al jeque Abü Ya'cjüb Yüsuf b. Sulayman y al secretario Abü-l-cAbbás b. Madá. Knvió a cada uno de estos con el f in de que los acostumbrasen y enseñasen.

Fez y Tremecén. De Sevilla se le enviaron cincuenta jóvenes con los maestros Abü-l-Hasan y Abü Bakr al-Has§án. Fueron recibidos y agasajados en la capital por el visir Abü Ya'íar b. cAtiya, quien les enseñó el ceremonial con que a los tres días se presentaron al califa. Durante seis meses estudiaron la doctrina almohade —el tawhid— la Muwatta' del imam y la colección de tradiciones de Muslím. Examinados y es­pléndidamente premiados, los devolvió a sus padres en Sevilla, acompañando a su hijo Yusuf, cuando le dió el gobierno de Sevilla y Córdoba.

( l ) Sobre estos nombramientos y la génesis de tan impor­tante decisión, que aunque no lo dice al-Hulal, fué corolario de la designación de su primogénito Muhammad, como prín­cipe heredero, con lo cual se establecía el régimen dinástico, véase Lévi-Pro ven gal, ;<Trent sept letres officielles almoha­des», págs. 55 a 66 del texto y su tradc. y comentarios en «Hesperis», l 9 4 l ; fase, único, págs. 35-38.

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N O T I C I A D E L A M A R C H A D E L C A L I F A

' A B D - A L - M U ' M I N A A L - M A H D I Y A

Era su costumbre en sus viajes el partir después de la oración del amanecer, lueéo de tocar el tambor érande de forma redonda, cuya circunferencia era de c(uince codos, keclio de madera oscura dorada. Cuando se daban en él tres éolpes, se sabía (Jue era el tambor de la marcba y la áente partía. Se oía a una distancia de media jornada, desde un luéar / elevado, un día sin viento. Llegaron sus tropas, en esta expedición, a 75.000 jinetes y los infantes a 500.000 ( l ) . Estaba el ejército dividido en cuatro cuerpos y cada uno tenía un día señalado para él y la aéuada en <lue kabía de acampar; su costumbre diaria era de bacer la marcba basta la bora de comer y de acampar lueéo, descansando basta el otro día. Hizo el trayecto de Salé a Túnez en seis meses, siendo una distancia de setenta días para un jinete desembarazado.

Cuando montaba a caballo, se le reunían los personajes del reino y bacían votos por él: la éente le precedía, y marcba-ban delante de él unos cien jinetes a cierta distancia, con el ejemplar del Alcorán de 'Utmán b. cAffan, cfue es el que tenía 'Abd a l -Rabmán b. Mubammad, uno de los califas omeyas en al-Andalus y cjue estaba en tiempo del Califa cAbd al-Mu'min en la Mezquita de Córdoba; se le envió y lo llevaba consigo (2). Gastó en él érandes sumas y le bizo una caja admirable, cine forró con plancbas de oro y lo incrustó con rubíes rojos. Lo más extraordinario de él era una pezuña roja de rubí, q[ue

(1) Una prueba más de la babitual exaéeración de los cronistas árabes en las cifras, criticada ya por Ibn Jaldün en sus «Proleéómenos».

(2) Sobre la autenticidad de este Alcorán y sus vicisitu­des, véase Casanova: «Mobammed et la fin du monde», p. l 3 l .

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tenía la forma de una pezuña de caballo (l). Tenía perlas preciosas, esmeraldas y todos los tesoros, (Jue llegaron a poder de los almorávides, de los Banü Hammád $inKáyas, de los Banü Hüd y de los Banü Abbád. Cuando lo terminó le hizo una litera en <íue era llevado sobre tm camello de raza y, sobre la litera, babía cuatro banderas rojas. Lo seguía él, y su bijo el Sayid Abü Hafs iba detrás de él y detrás de AbüHafs los demás bijos, sólo c(ue el más cercano / a él era el Sayyid Abü cAbd P* \Xk Alláb, beredero del trono, sin cjue a su lado fuese ninguno (2). Lueáo lo seguían las banderas y los tambores y detrás de él iban los altos funcionarios del reino y en pos de ellos la áente sin atropellarse entre sí. Cuando Ueéaba el tiempo de acampar, acampaba cada cábila en su emplazamiento y con su orden sin adelantarse nadie a su turno. Tenían una disposición conocida, cuyo étiía era la alabanza a Dios, y su defensor el miedo y en su campamento Kabía todos los oficios, y todo lo (¿ne necesita el viajero se encontraba entre ellos.

Cuando acampó ante Túnez le enviaron sus babitantes a pedir el aman y se lo dió para sus vidas y para sus bijos; pero no para sus bienes. Eavtró el ejército en la ciudad y se pusieron todas sus riquezas bajo registro y se vendieron sus

(1) Al-Mucyib dice que estos tesoros procedían de dona­tivos y tributos del rey de Sicilia; Ibn $áb.ib al-salá, en cambio, afirma q[ue la famosa Pezuña del caballo, babía sido de al-Yis Ilamadwayb b. Alomad b. Tülün, señor de Egipto, y c[ue los azares de la fortuna la llevaron a manos de los califas almo­hades; al-Mann bi-l-imáma, fol. 1S2.

(2) EJ texto de Alloucbe está alterado. Dice: seguía —al Alcorán cAbd al-Mu'min— y detrás de él iba su bijo el Sayyid Abü Haf§, solo (jue el más cercano a él entre ellos era el Sayyid Abü cAbd Alláb y sus bijos detrás de su bermano Abü Hafs, beredero del trono, iban a su lado. Además de la incoberencia de la frase, bay cjue bacer observar cjue Abü Haf§ era sólo visir de cAbd al-Mu'min, y su presunto bere­dero era el príncipe Abü cAbd Alláb Muliammad.

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bienes ( l ) . Construyó en lo más alto de ella una alcazaba» cuyas torres eran triangulares, con un antemural del mismo tipo c(ue separaba de la ciudad al (Jue vive en ella.

Partió de Túnez en dirección a al-Mabdiya, de la q[ue se babían apoderado los cristianos el año 543 —1148—. La tomó el señor de la isla de Sicilia, así como a Sfax: entró también en Bona y otras ciudades de acjuella costa, que volvieron a poder de los musulmanes por mediación del Califa fAbd al-Mu'min, el año 545 —ll5o— (2). Se detuvo en ella seis meses y siete días y babía en su interior tres mil francos. N o se puede atacar a al-Mabdiya desde el mar y sólo se puede atacarla desde tierra, por el Norte, en un sitio estrecbo, (jue estaba fortificado con un muro, a lo ancbo del cual pueden i r dos jinetes. Les llegaron / cien naves de la isla de Sicilia con víveres y pertrecbos: salió contra ellas el caíd Abü 'Abd Allab b. Maymün con la escuadra de al-Andalus y de al-Maérib y se situó ante la puerta del arsenal. Como no bay entrada a la

(1) Seéún al-Bayda(í la plaza ofreció enseguida su sumi­sión; seéún al-Mucyib, fué tomada por asalto, y seéún al-Nuwayr i Ueéó a Túnez al mismo tiempo cjue cAbd al Mu'min una escuadra de sesenta naves. J&stablecido el bloqueo por mar y tierra, el califa exilio la rendición, qfue fué recbazada y se lucbó denodadamente el primer día; pero al lleéar la nocbe una deleéación de notables salió a capitular. Durante los tres días (jue cAbd al-Mu'min permaneció en la ciudad invitó a cristianos y judíos a islamizarse y los qíue se neéaron fueron ejecutados. Faenan: «Annales», páé. 585.

(2) La fecba es errónea. E l 12 de rayab del 554—30 julio l l 5 l — o sea a los (Juincedías de baberse presentado ante Túnez, acamparon los almobades ante al-Mabdiya. U n mes más tarde la escuadra siciliana trató de desbloquear y abastecer la plaza; pero, derrotada por las naves almobades, tuvo (Jue retirarse. Los sitiados, al acabárseles los víveres, capitularon por bambre, a fines de dü-l-biyya —11 enero 1160— y el día de la 'asüra del 555 —21 enero— bizo 'Abd al Mu'min su entrada triunfal en la ciudad.

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ciudad, sino por esta puerta, coéieron a muckos de ellos, y cuando se prolongó el asedio, salieron a él ocko notables cris­tianos y le dijeron: «iok Amir al-Mu'minin! tú eres el cine se encuentra en nuestros libros, c[ue te apoderarás de la tierra. Nuestro objeto es salir del país con nuestras ricjuezas y fami­lias y te dejaremos la ciudad». Les escribió el aman sobre ésto y salieron por mar a Sicilia, y entró el Califa cAbd al-Mu'min en al-Makdiya el año 555 —1160—. Se le sometieron todas las provincias de Ifriíjiya; nombró sus éobernadores para ac(uellas regiones y se volvió a al-Maárib. Cuando lleéó a la ciudad de Fez se dirigió desde ella a Ceuta y pasó a al-Andalus.

SU T R A V E S Í A A A L - A N D A L U S

E l año 555 — 126o — desembarcó en Gibraltar y mandó construir el castillo c[ue bay allí, tal como está hoy. E l delineó su perímetro por su mano y encargó de su construcción al Sayyid Abü Sa'id, señor de Granada, y uno de los c(ue lo edificaron, y a quienes se consultó fué el I layy Ya'is, el inge­niero. Durante su estancia en Gibraltar envió 18.000 jinetes del ejército cjue tenía allí a la tierra del enemigo ( l ) ; le llega-

( l ) Durante su campaña de Ifriíjiya y ante las alarman­tes noticias (Jue recibía de los ataques de Ibn Mardanis e Ibn Hamusk, <lue con sus auxiliares cristianos se babían apode­rado de Jaén y de Carmona, sitiaban a Córdoba, casi despo­blada, y amenazaban a Sevilla, mandó reparar y ampliar las fortificaciones de Gibraltar y se decidió a pasar a al-Andalus e inspeccionar sus asuntos. Permaneció dos meses en ella, durante los cuales las delegaciones de todo al-Andalus, con sus poetas y oradores, lo envolvieron en las nubes de su incontenible adulación. Parece falsa la afirmación del Huí al, corroborada por el «Rawd al-Qirtás», de cjue en esos dos meses de invierno —mediados de noviembre a mediados de enero— ordenase cAbd al-Mu'min bacer una expedición por tierras de Badajoz.

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ron delegaciones de todas partes de al-Andalus y se extendie­ron los poetas en sus composiciones y los oradores en sus

P« \X'' discursos. En / la delegación de Granada fiéurafea el visir Abü Yacfar h. Sa'id al-cAnyisi, (Jue era joven, en compañía de su padre y de sus Kermanos. Kntró con ellos ante el Califa y recitó una (jasida de la q[ue es ésto:

Habla, porcfue atiende a tus palabras el siélo y nadie más c(ue tú puede koy prohibir ni mandar. Desea todo lo ^ue Quieras, porgue será un Kecho y se realizará y no Kay tierra n i mar cjue se escape. Te basta este mar como buen auéurio, pues ha recibido la tierra <íue lo pisa, (jue es tu ejército

[ inmenso. Y no es su voz sino un saludo repetido a t i y con la noticia de tu aproximación se aleara Se conmueve por encontrarse contíéo; al <íue amanece oponiéndose al poder no lo honra el poder. Aérada a la éente de al-Andalus su auéurio y le ha confirmado ésto la noticia y el escrito. Y no fué Táriq[ sino el q[ue abrió este camino y no le fué a Ibn Nusayr esto de auxilio Los dos la prepararon para íjue desciendas en su horizonte como aparece al completarse el halo la luna llena.

Cuando pasó a la otra orilla del Estrecho, marchó a Ma-rrákus y se le completó con el reino de I f riíjiya una extensión de cuatro meses, desde Oriente a Occidente, desde Trípoli hasta el Sus al-A<í§a y desde el Sur hasta el Norte, en el sitio más ancho, o sea, desde Córdoba a Siyilmása, veinticinco días^

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Fué la duración de su reinado de treinta y tres años, ocko meses y veinticinco días, desde la muerte de al-Makdi (l).

Cuando lleéaron / los contingentes de Lamta al llano de Marrákus con el emir Abü Isliatí Ibrakim h. Istac( h. Amir al-Muslimin cAli h . Yüsuf y los derrotaron los almokades y les cocieron más de ockenta mil camellos, le felicitó el almo­jarife Abü Mutiammad 'Abd Allak al-Yayani con unos ver­sos, cine empiezan:

Se nos kan iluminado los días y se suceden los éxitos y estaban antes los rostros del siélo negros y sombríos.

y le respondió el califa cAbd al-Mu'min:

Es una victoria, cuyos prodigios no descubre la explicación; alcanzó a los antropomorfistas el golpe de su rigor y nos llegó con ella la noticia de súbito sobre la ruina de un pueblo c[ue se kabía anunciado la

[ mañana.

Murió en Rabát al-fat i, junto a Salé, el año 558 —ll53 — y fué trasladado a Tinmallal y enterrado a la puerta del sepulcro de al-Makdi. Dios se apiade de ambos (2). Le suce­dió su kijo.

(1) Nada dice al-Hulal de la intensa actividad de cAbd al-Mu*min en los treinta meses <lue aun vivió, ni de sus gran­des preparativos para llevar un poderoso ejército a al-Anda-lus y acabar con la pesadilla de Ibn Mardanis. La sorpresa de Granada, la derrota de Mary al-ruc(q[ad y la victoria de la Sabika, el 27 de rayab — 12 julio 1162 — le kicieron acelerar sus preparativos; pero cuando ya estaba dispuesto a cruzar el Kstrecko, murió en yumada I I del 558 — mayo 1163—.

(2) Con el final del reinado de cAbd al-Mu'min pierde ya casi todo su interés la narración de al-Hulal, como ya anuncié en el prólogo, pues se kace cada vez más concisa al

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EL CALIFA YÜSUF B. ABD AL-MU'MIN

Su prenombre fué Atü Y&ciñh y se intituló Amir ai-Mu'-minin h. Amir al-Mu'minin; tuvo dieciocko kijos varones, el mayor de los cuales fué Y&cíñh al-Mansür, su sucesor. Sus visires: su Kermano el Sayyid Abü Hafs y Abü-l-cAla Idris h. Yamic. Pasó a al-Andalus dos veces durante su califato» Kl fué el (jue mandó construir la mezquita aljama de Sevilla

WX y su alminar / el año 572 —1176-1177—; lo terminó su kijo Yac iñh al-Mansür, después de él; edificó también el arsenal de construcción en Ceuta, tal como Koy está. En su seéunda travesía a al-Andalus, el año 58o —1184— arrasó el país del oeste y sitió a Santarén. Mandaron sus ejércitos su Kermano uterino Abü Hafs y Abü Sa'id. Dió a sus Kijos los éobiernos de al-Andalus y reinó desde Trípoli Kasta Alcira en al-Anda­lus. En su tiempo, el año 57l —1175 - 1176— hubo peste en al-Andalus y murieron en ella, de los Kijos del califa cAbd al-Mu'min, el Sayyid Abü Imrán, y lueéo su Kermano el Sayyid Abü Sa'id; lueéo el Kermano de ambos el Sayyid Abü Zakariyá', señor de Buéía, y el jeíjue Abü Haf§ cUmar b. Yaliya al-Hintati, antecesor de los reyes Kafsíes y el cadí Abü Yüsuf Hayyáy b. Yüsuf.

Fué su califato de veintidós años, diez meses y doce días. Nació en Tinmallal el año 533 —1138-1139— y murió en el río Tajo, al regresar de su expedición a Santarén, sobre el lomo de su cabalgadura; fué trasladado a Rabát al-fatK de Salé y allí fué enterrado: lueéo fué trasladado a Tinmallal y fué sepultado junto a su padre: Dios se apiade de ambos. Se ocultó su muerte Kasta su llegada a Sevilla y reinó después de él

tratar de los siéuientes califas almoKades y acaba por ser una simple lista sucesoria de los sultanes benimerines. No Kace más excepción cíue con al - Ma'mün, cuya repudiación del doéma almoKade trata con aléuna extensión, y con el sultán Abü Yüsuf b. Ya^áb b. Abd al-Haíjcí.

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E L C A L I F A Y A Q Ü B A L - M A N $ O R

Su prenombre fué Abü Yüsuf y se intituló al-Man§ür H-llak. Sus Kijos varones fueron ocbo: sus visires, su Kermano A t ü 'Ahá. Allak, Abü cAli h. A h i Zayd al-Hintati y Abü Yakyá h. al-Sayyid / A b i Mu^amniad b. al-Sayyid Ab i Haf?. Su califato duró catorce años, once meses y cuatro días.

SU PASO A A L - A N D A L U S

Pasó durante su califato dos veces: en la primera, tomó la ciudad de Silves y arrasó el país del politeísmo; en la secunda travesía, el año 59 l —1195—, fué la derrota érande de los cristianos, como no se conoce otra iéual. Fué la íjue se llamó batalla de Alarcos. Mandó a su secretario Abü-1-Fadl b. A b i -l-Tábir, íjue fuese breve en la carta oficial de esta victoria y <lue imitase en ella las cartas de los compañeros del Profeta, Dios se complazca en todos ellos. Fué esta batalla el año 59 l . Duró su reinado catorce años; cuando se acercó su muerte, reunió a sus Kijos y a los almohades y les hizo recomenda­ciones como éstas : «os recomiendo el temor de Dios y os recomiendo a los huérfanos y a la huérfana». Le dijo el jeque Abü MuKammad cAbd al-Wáliid, Kijo del jeque Abü Haf§ Mu^iammad b. Yabya al-Hintáti: «íob señor y dueño nuestro! Quiénes son los huérfanos y la huérfana?». Dijo: «los huér­fanos son los habitantes de al-Andalus y ella —la península— es la huérfana. A y de cfue descuidáis lo c(ue conviene de forti­ficar sus muros, defender sus fronteras, ordenar sus soldados y cuidar de sus subditos. Sabed —Dios os ilustre— c(ue no hay en nuestra alma nada más árande que su preocupación. Si Dios nos prolongase / la vida en el califato no nos deten- P* \ ? i dríamos en hacer la guerra santa a sus infieles, hasta volver

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a Kacer de ella la morada del Islam. Nos ahora la confiamos a Dios y a la bondad de vuestro cuidado por ella. Mirad por los musulmanes y llevad las leyes por sus caminos rectos».

Murió en Marrákus en rabi'al-awwal del año 595 —enero 1199— y fué enterrado en la capital Tinmallal, junto a su padre y su abuelo. Reinó después de él su Kijo.

MUHAMMAD AL-NA§IR LI-DlN ALLAH

Su prenombre fué Abü 'Abd Allab; se intituló al-Na§ir li-din Allab. Tuvo tres hijos, el mayor de los cuales fué Abü Ya' ub Yüsuf al-Mustan§ir, su sucesor. Sus visires: elevó al visirato a un hombre oscuro, llamado Ibn Sana. Su califato fué de (Juince afios, cuatro meses y dieciocho días. Kl es el qtue dió el gobierno de Ifriíjiya al jecíue de los almohades, Abü Mubammad cAbd al-Wáhid, hijo del jeciue Abü Hafs Umar b. Ya!hyá al-Hintati, abuelo de los actuales reyes.

SU PASO AL ANDALUS

Fué el año 6o7 —1210— y permaneció en ella dos años. Tomó el castillo de Salvatierra y en el mes de §afar del año 6o9 —julio 1212— sufrieron él y los musulmanes la derrota árande, en cjue pereció la gente de al-Maérib y de al-Andalus, famosa con el nombre de derrota de al-'UcJáb, A raíz de ella

\c> regresó a la capital / Marrakus y se entristeció por su causa profundamente, siendo la causa de su muerte en Marrakus en sa'bán del año 6 l0 —17 diciembre 1213 a l 5 enero 1214—. Le sucedió su hijo.

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YÜSUF A L - M U S T A N S I R B I -LLAH

Su prenomtre fué Abü Yac^ül); se intituló al-Mustan§ir t i - l lak; no tuvo descendencia. Su visir fué el jecjUe cAbd Al lah h . Wánüdin . Fué proclamado a los diez años de edad y duró su califato ¿iez años, cuatro meses y dos días. £ n su tiempo estuvo tranquilo el país de al-Andalus y el de Ifric[iya, sin discordias ni reBeliones. No Kizo ninguna expedición, (Jue se recuerde, n i campaña (Jue se celebre; no salió de la capital Marrákus, sino para ir a la ciudad de Tinmallal, seéún la cos­tumbre de ellos de visitar la tumba del MaKdi. Sus días fueron tran<luilos, sin q[ue hubiese en ellos ninguna revuelta érande. Su reinado fué el f in de la érandeza del imperio de los almo­hades. Murió en la capital, Marrákus, en dü-l-hiyya del año 620 —enero 1224—. Reinó, después de él, el tío de su padre.

EL CALIFA ABO MÁLIK ABD AL-WÁHID B. YÜSUF B. CABD AL-MU'MIN

Su prenombre fué Abü Malik. Duró su reinado ocho meses y nueve días. Se rebeló contra él cAbd Al lah , hijo de su hermano Ya'íjüb al-Mansür. Firmó su renuncia al califato / en sa'bán del año 621 —18 agosto - l 5 septiembre 1216—. Dice al-Malla^ii, al citarlo, (jue sus votos eran oídos por Dios, y a él se le atribuye el alcázar de Nayd en Granada y la Casa Blanca contigua a él. Murió a los tres días de abdicar del califato y reinó después de él su sobrino.

EL CALIFA ABÜ MUHAMMAD ABD ALLAH AL-ÁDIL B. YACQÜB AL-MAN^ÜR

Su prenombre fué Abü Mu^ammad; se intituló al-cAdil bi-llah. Fué su califato de tres años, ocho meses y nueve días. Murió el año 624 —1227— y le sucedió su hermano.

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EL CALIFA AL-MA'MÜN ABÜ-L-'ALÁ' IDRIS B. YACQOB AL-MAN^ÜR

S\x prenombre fué Abü-l-'Ala*, se intituló al-Ma'mün y duró su califato cinco años y tres meses. Tenía un alma érande; era sabio, escritor, literato, diserto y elecuente; poseía valor, juicio y decisión; sólo (Jue su reino se veía estreckado por Abü ^akariya YaKya h. al-Naisir y no tuvo arreélo con con él de ninéún modo. Sus hijos fueron: Abü MuKammad 'Abd al-Wakid al-R asid, q(ue le sucedió, 'Abd al-'Aziz, 'Utmány AbüHasan'Ali, <íue sucedió a sukermano al-Rasid. Sus visires: Abü ^akariya' h. Abi-l-Gamr. Cuando estuvo

\f Y en al-Andalus de éobernador / tuvo muchas batallas. El cons­truyó el alcázar del Sayyid, en Málaga, cjue lleva su nombre, el año 633 —1223— y él aconsejó y dispuso toda la construc­ción. El es el íjue mandó suprimir el nombre de al-Makdi en la ceca y demás y en la jutba —sermón del viernes— y supri­mir también el nombre de todos los almohades en todo lo c(ue se hacía hasta entonces en el imperio de los almohades.

Escribió sobre ésto una carta de su letra y redactada por él y la envió al país (l). De su texto es ésto: «Del Amir al-Mu'minin a los tálibes, los nobles, los personajes y el pueblo y a los q[ue están con ellos de los almohades: Inspíreles Dios el aáradecimíento por sus grandes beneficios y no los prive de encontrar el lado bueno de los tiempos y la salud. Os escribi­mos —escríbaos Dios una conducta bien diriéida y una dicha vivaz y un espíritu sano, íjue no cese de mantenerse en la obediencia— desde la capital Marrakus, q[ue Dios proteja. La verdad tiene una lengua sonora y una espada cortante, y un decreto q[ue no es rechazado y una puerta cjue no se cierra y una protección sobre los países c[ue se dispone a bo­rrar la hipocresía; y después de ésto, lo c[ue os ordenamos es

(l) Siéo, para la traducción de esta carta, el texto del Bayan almohade, ms. Fultón, fol. 60, y ms. Colin, fol. 147-8, mucho más correctos que los seguidos por Allouche.

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el temor de Dios, el érande, y el pedirle socorro y el confiarse a él. Sabed cjue nosotros hemos rechazado lo falso y kemos publicado la verdad y cjtte no hay otro Mahdi cjue Jesús, hijo de María, el cual solamente se llamó al-Mahdí, porgue habló de la buena dirección; y esta innovación —almohade— la hemos suprimido y Dios nos ayuda en la misión de qne nos hemos encardado. Hemos anulado el epíteto de la inmunidad, en el (Jue no se mantiene la inmunidad, y por eso le hemos suprimido su marca, (Jue se borra y cae y no se conserva. Nuestro señor al-Mansür había pensado en declarar lo cJUe nosotros ahora declaramos y en remendar para la comunidad el roto <lue / nosotros hemos remendado; pero no tuvo éxito su esperanza y no le dió plazo para suprimirlo su muerte, y se presentó ante su Señor con una intención verdadera y con una conciencia pura. Si la inmunidad no se confirma, entre los sabios, a los compañeros del Profeta, <c[ué pensar de c(uien no sabe con (Jué se coée su Libro? Fuera con ellos, q[ue se extra­viaron y han extraviado a los demás y por eso perecieron y resbalaron y no tienen argumento en este éran camino. ¡Dios mío!,diriée, porgue nosotros nos desentendemos de ellos como se desentiende la éente del paraíso de la éente del in­fierno, y nos acoéemos a ti para librarnos de su causa deshecha y de su actuación perversa, porgue ellos tienen el doéma de la ¿ente del infierno y nosotros decimos sobre ellos lo <lae dijo nuestro Profeta —sobre él la más noble oración y el saludo—: «Señor, no dejes en la tierra a ningún vivo entre los infieles» (l). Y la salud». La envió a las regiones de su reino y es famosa.

En el mes de ramadán del año 627 —5 abril a 4 mayo de 1130— mató al-Ma'mün en Marrákus, por una fatwa —dicta­men— del cadí al-Mukidi, un número incontable de sus adversarios, q(ue violaron su reconocimiento, y se llevó a la capital, Marrákus, cuatro mil cabezas suyas cortadas o más, seéún se dice. Contó el Sayyid Abü Zayd, hijo del Sayyid Abü 2 a c a r i y á ' , (Jue le lleéó una carta de al-Ma'mün; refírién-

(1) Alcorán, LXXI, 27.

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dolé cfue el número de catezas cortadas era catorce mil (l). Fueron coleadas en los muros de Marrákus en el tiempo de los más fuertes calores y kabló con él su secretario, el alfac(uí Alm Zayd al-Fazázi, sotre el Quitarlas y acaBar con los olores desagradables en la ciudad. Al-Ma'mün le contestó: «AÍJUÍ Kay locos; estas cabezas son una advertencia para ellos: son perfume para los q[ue nos aman y una cosa repugnante para los (íue nos odian». De lo íjue versificó al-Ma'mün, al matar­los, es ésto:

W1 / Gente de éuerras y de perdición entre los Kombres se emparentan en el parecido con el cabra-kiéo. En su perdición está el bienestar de los demás al ser cortados y coleados en los árboles. Sus cabra-biéos son una advertencia, al ser vistos sobre los troncos de las palmeras y en la cresta de los muros (2). Si se extendiese la misericordia de Dios a todas las criaturas no serían en su mayoría de la áente del infierno.

Murió en Marrákus en dü-l-Kiyya del año 629 —octubre 1232 — (3).

(1) Al - Hulal, como al-Rawd al - Qirtás, confunden y exaéeran lastimosamente los bechos. Al-Ma'mun, después de derrotar a Yabyá en las cercanías de la capital y entrar en ella vencedor, se venéó de los jeques perjuros y mandó matar a un centenar de los más responsables, ue fueron enterrados en una fosa común, en el otoño-invierno del 626 —1228—.

(2) La supresión del tawbid y del mabdismo, a princi­pios del 62? —febrero 12¿5o— movió a los almobades de Yal yá a bajar del Atlas y atacar al apóstata; pero fueron fácilmente vencidos, y en una tercera batalla cfue les dió al-Ma'mün en el llano de Wawanzart, en ramadán de ese año —julio-aéosto 1230— les hizo más de 4.000 bajas, cuyas cabezas coleadas en las almenas de Marrákus y su bedor dieron lugar a la frase y los versos de al-Ma mün,

(3) No es verdad; murió a orillas del Umm Rabí, camino de Marrákus, el 29 de dü-l-biyya —16 octubre 1232—.

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EL CALIFA YAHYÁ B. AL-NÁ$IR

Era Kijo de Abü 'AW AlláK Mukammad h. Ya'cjüb al-Mansür. Su prenombre era Abü Zakariyá'; se intituló al-Mu'tasim bi-llák. Fué su duración de nueve años, y todo su tiempo fué de desaprobación; no se le enderezaron los asuntos sino unos dos años. El año 629 —1230— se encontró con al-Ma'mün Abu-FAlá' en las cercanías de Marrakus (l); fué denotado y Kuyó a la montaña. Murió en el desfiladero de Abd Allak entre las ciudades de Fez y Taza, en sawwal del año 633 —13 aéosto a 10 septiembre 1236—. Le sucedió

EL CALIFA ABD AL-WÁHID B. AL-MA'MÜN IDRIS B. YAQÜB AL-MAN$0R BI-LLÁH

Su prenombre: Abü Mubammad. Se intituló al-Rasid, y fué su califato de diez años, cinco meses y nueve días. Murió en Marrakus el año 64o —diciembre 1242—. Reinó después de él / p. \ i .

EL CALIFA ABO-L-HASAN cALI B. AL-MA'MÜN A B I - L - ALÁ IDRIS

Su prenombre fué Abü-l-Hasan y se intituló al-Sa'id. Fué su reinado de cinco años, ocho meses y veinte días. En su tiempo fué la aparición del sultán Abü Yabya Yaémurasan b. Zayán, en Tremecén. Se diriéió contra él con los ejércitos ma ribíes y lo sitió en la montaña de Taméarüt en la región de Tremecén. Por casualidad se encontró con él el sultán Abü Yabyá, de súbito, y bajando contra él de la montaña aprove-cbó un descuido y lo mató; su ejército se desbandó. Murió en §afar del año 646 —junio 1248—.

(l) Las derrotas de Yakya por al-Ma'mun fueron tres, en los años 626 y 627 y no en 629.

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EL CALIFA UMAR AL-MURTADÁ

Era Kijo del Sayyid Abü IbraKim IsKacJ h. Amir al-Mu'~ minin Abi Ya'cjüb Yüsuf b. cAbd al-Mu'min. Su prenombre fué Abü Hafs y se intituló al-Murtacfa. Duró su reinado dieciocbo años, nueve meses y veintidós días. En su tiempo se apoderó el emir Abü Yabya b. cAbd al-Haq[c[ de la ciudad de Ta a y también de la ciudad de Fez. En la misma época se sublevó en Ceuta el alfacjuí Abü-l-Qásim, bijo del alfacíuí sabio Abü-1-Abbás al-cAzfi al-Lajmi, el año 647 —1249—. Su

\ 1 \ padre el Sayyid IsKac( / b. Yüsuf es el íjue construyó el alcázar del Sayyid, (Jue es un alcázar érande, a orillas del río Genil, en las afueras de Granada, y también construyó el ribat delante de él, el año 6l5 —1218—. No bizo en su reinado ninguna expedición, más (Jue la visita al sepulcro de al-Mabdi en Tinmallal, seéún la costumbre de sus antepasados. Era muy sabio y literato y poseía una bermosa escritura. De sus versos es ésto :

No es la vida sino muy corta y le lle^ó a mi alma la separación del cuerpo. Invoqué a Dios implorando ííue mejore en mí lo (Jue se Ka corrompido. Y (Jue mejore mi alma y sus cualidades y (jue aleje de ella la bipocresía y la envidia. El mercado de la bipocresía tiene mucba demanda y el mercado de la pureza está desierto.

Lo depuso su sucesor y buyó de la ciudad de Marrákus a Azemmür, donde fué coéido y asegurado, basta (Jue envió por él su sucesor y fué muerto en el camino; su sepulcro es conocido. Murió en §afar del año 665 —septiembre 1266—.

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EL CALIFA 'ABÜ-L- ALÁ IDRlS

Se llamó el <ltie confía en Dios, el que se apoya en él. Era Kijo del Sayyid Abü cAbd AllaK MuKammad, kijo del Sayyid Abü Hafs cUmar, Kijo de cAbd al-Mu'min. Su pre-nombre era Abü-l-'Ala', y fué llamado Abü DaWbüs, porgue en al-Andalus no se separaba del dabbüs —la maza—, hacién­dose famoso por ello. Se intituló «el c[ue confía en Dios y el <íue se apoya en él». Su reinado, desde ííue se instaló en la sede del califato en Marrákus, fué de dos años, / once meses y diez días. Sus días fueron de disturbios, por los mucKos cfue se le opusieron. El fué el cjue tuvo presos a los kijos de 'limar al-Murtadá, mientras vivió; cuando murió, los sacó de la cárcel el sultán Abü Yüsuf YacLüh h. 'Abd al-Ha<3c[, q[ue se apoderó de su reino y los hizo pasar al-Andalus y se estable­cieron en Sevilla con Alfonso, señor de Castilla. Lueéo se trasladaron a Granada, llamados por el sultán Abü-l-Yuyüs Nasr, hijo del sultán Abü cAbd Alláh MuKammad, el año 712 — — . Los acoéió muy bien y honró su morada y les concedió propiedades y les aseguró sus rentas, <lue han seéuido corriendo para lo cfue (uedó de su descendencia hasta esta época. Murió en Marrákus en mubarram del año 668 —sep­tiembre 1269—. Con su muerte se derrumbó el imperio de los almohades Banü cAbd al-Mu'min, en el Maérib, y se borró su huella. Se cuenta cjue un hombre santo, en Buéía, recitó en sueños estos dos versos. Se fechó acjuel día y se encontró í}ue era el día de la muerte de Abü Dabbüs; son:

El reino de los Banü Mu'min éobernó y su altura superó a las estrellas. Considerad, mirad y decid: alabado sea atíuel cuyo reino no perece.

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Dice el visir Abü-l-Hasan h. Sa'id: «Cuando se apoderó la ruina y la destrucción de la mayoría de las casas de Ma-rrákus con la continuada revuelta y el derrumbamiento del

p. imperio almoKade, se encontró / en uno de sus palacios escrito con carbón: He pasado por las Kuellas de sus casas y las Ke llorado; su emplazamiento era un llano desierto. Y ke recordado la marcKa de la injusticia en sus patios y Ke conocido cjue el tiempo Ka sido justo con ellos.

Coéí un resto de tiza, blanca y escribí debajo:

«Lo siento por ellos y después de ellos por los ííue se les parecen ¡por Dios!, dime si entre los Kombres Kay cambio. íQuién es respondido cuando pide un favor? tiacaso el (jue es agraviado por el tiempo es lueéo desagraviado? Si aléuno de ellos fué injusto «cuántos nobles Kubo entre ellos (lúe eran bondadosos?».

Compadézcase Dios del considerado Ibn Sa id y le agra­dezca sus éxitos en favor de sus amibos. Fué su duración desde la aparición de al - MaKdi Kasta la muerte de Abü Dabbüs, ciento cincuenta y dos años. Alabado sea aqíuel cuyo reino no perece y cuyo poder no se acaba. No Kay más Dios que él. Le sucedió en el mando

E L S U L T A N A B U Y U S U F Y A Q U B B. A B D A L - H A Q Q

Era Kijo de MaKyü b. A b i Bakr b. Hamáma b. Mu^iam-mad b. Karnát b. Wartáyin b. Majüj b. Waydiy b. Fátin b. Iddar b. Ijfat b/Abd AlláK b.Wartanid b. al-Mu izz b. Ibrá-Kím b. Sayib b. Wánis b. Islitan b. Masri b. Zakyá b.Warsik

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h. Zanát h. Yána b. Yakya h . Tamzit h. Daris. / Kste, llamado Yalüt, fué el primer rey de los bereberes; era Kíjo de RayiK b. Ma'dis al Abtar b. Qays b. cAylán b. Mudar b. Nazár b. Ma'd b. 'Adnan. Se apoderó del reino de los almobades y se extendió su árbol sobre la tierra; beredó él su poder y fué su entrada en Marrákus el día de la 'Asura del año 668 —9 de septiembre 1269—, cuando le lleéó el reconocimiento de sus nabitantes, sólo cjue se trasladó de ella a la ciudad de Fez y la Kizo sede del califato y residencia del emirato. Fué su duración desde el principio de su aparición, veintiocbo años, seis meses y veintidós días. Antes de él ocuparon el emirato sus tres hermanos, el emir Abü Sa'id 'Utmán, el emir Ma arüf ( l ) Mubammad y el emir Abü Yakya. Sus bijos fueron Abü Málik cAbd al-Wábid, su heredero del trono, (Jue murió en vida de él sin descendencia; Abü Yacc(üb Yüsuf, qfue gobernó después de él; Abü Zayan Mandil; Abü Salim Ibrakim, (}ue también murió en vida suya sin descendencia, y Abü cAmir 'Abd Allak, <lue pereció en la ¿tierra (Jue kubo entre él y al-Murtada. Cuando murió el emir Abü Sa'id Utman y fué elevado Yacc(üb al emirato sobre los benimerines, al matar los riyák a su padre y a su hermano Idris, salió con los benime­rines para atacar a los árabes riyá!ti y juró cjue no los dejaría kasta (jue matase por su mano a cien de sus más nobles jeques. Mató un éran número de ellos.

E,l primero cine lo reconoció de la éente de al-Maárib fué Hawára y Raétaéa, lue¿*o Tesül y Miknása, lueéo Butüya, lueéo Fistála, lueéo Sadráta, lueéo Baklüla / y Madyüna. Kstos fueron los cine se adelantaron a reconocerlo. Les impuso el «jaráy» —contribución territorial— y les puso «káfices». E,ra esto el año 6 l4 —12l7—. Hizo paces con Fez, Taza, Meíjuínez y Alcázar íjuivir por sumas señaladas, cjue le paéasen cada año. Continuó así su situación kasta íjue lo acometió

( l ) Al-Dajirat al-Saniya le llama siempre Abu-1-Macarif.

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un extranjero, (Jue kabía criado de pequeño, Kíriéndolo con un puñal en la ¿ar^anta. Murió al punto, el año 638 —1Z40— y fué su emirato sobre los benimerines y las campiñas de al-Ma^rib, desde la muerte de su padre, el emir Abü MuKam-mad cAbd al-Ha(Ic[, veintitrés años y siete meses. En cuanto al emir Abü Ma'arüf Mukammad, se le adhirieron los jeques de los benimerines, al ser muerto su bermano Abü Sa'id cUtmán, le juraron obediencia y el guerrear al q[ue él guerrease y kacer la paz con cfuien él la biciese. Se le enderezó el mando de ellos y siguió la conducta de su hermano. Conquistó mucho en las montañas y campiñas de al-Magrib; fué sagaz y valiente; no cesó en sus días de guerrear, conociendo los ardides de las guerras y sus engaños. Era, como dice el autor de la aryüza:

Entonces gobernó después de él, Mukammad, ííue estaba bien orientado en los asuntos. Y no solía cesar en la lucka, persistiendo en la guerra y el ataque. ¡Con cuántos ejércitos y cuántos contingentes

[se encontró; y con cuántos grupos grandes de soldados! Y a todas las tropas q[ue vinieron de Marrakus las anictuiló con las guerras y el asalto. E n sus días y en sus nockes kabía keridas, pero él era ayudado y auxiliado.

/ N o cesó de luckar con los ejércitos almokades y de kacerlos volverse derrotados. Al-Sa'id envió contra él, en su tiempo, un fuerte ejército de veinte mi l almokades, árabes^ kasküra y caídes cristianos; se encontraron los dos bandos en Abü Niyas, en la región de Fez. Hubo entre ellos grandes combates, desde el principio del día basta su fin, <lue acabaron con la muerte del emir Abü Ma'arüf. Lo mató el jefe de los cristianos en el combate y fueron derrotados los benimerines.

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cuando murió el emir Abü Ma'arüf, al anochecer del viernes, 9 de yumada al-ajira del año 642 —12 noviembre de 1244—. Kl emir, Aí?ü Bakr A h ñ Yahyá, sucedió al emir Abü Ma'arüf; su madre era una mujer libre de los cAbd al-Wádi. E,ra ambi­dextro; lanzaba dos lanzas a la vez. Cuando le sucedió a su kermano lo (Jue le sucedió, la primera cosa q(ue bizo fué reunir a los jeíjues benimerines y repartirles lo que tenía en su poder en al-Maérib; instaló a cada cábila en una de sus regiones y le concedió la tierra en que se instaló y de que se babía apoderado. Acampó en Zarnün y desde él atacaba a Mequínez basta que la tomó el año 643 —1245—. El año 646 —1248— se apoderó de la ciudad de Fez, después de la muerte de al-Sa id. Fué su muerte el año 656 —1258—; enfermó en Fez y fué enterrado dentro de la Puerta de al-Yiziyin, del barrio de al-Andalus, frente al sepulcro del santo jeque, Abü Mu-bammad al-Fistáli. Fste es el resumen de las noticias de estos tres emires. Dios se apiade de ellos; / su padre, el emir, Abü P- \1Y Mu ammad 'Abd al-Haqq, se alzó con el poder de los beni­merines. Pasó a al-Andalus cuatro veces.

SU PRIMERA TRAVESÍA Fué el año 674 —1275-1276—; pasó desde Alcazarseáuir;

este año fueron muertos los judíos de Fez y se empezó a cons­truir la ciudad nueva en las afueras de Fez; es la ciudad blanca, que se terminó en dü-l-liiyya del ano 677 —1278—.

SEGUNDA TRAVESÍA El año 676 —1277-78—; pasó de Alcazarseéuir a Tarifa,

diriéiendose a la ciudad de Sevilla; marcbó bacia ella por el lado de Ronda e iban con él en esta expedición sus dos bijos, los emires Abü YVqüb y Abü Zayan; entraron en las aldeas del Axarafe.

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T E R C E R A T R A V E S Í A

E l año 68l —1282—. Empezó entonces la construcción de la muralla de al-Binya, en Al^eciras, y se entrevistó en al-Sajra, con el señor de Castilla, (íuien le roéó le ayudase contra el cjue se le kabía sublevado de la ¿ente de su reino.

P. UA / C U A R T A T R A V E S Í A

E l año 684 —1285—; pasaron con él sus dos Kijos, los emires Abü Ya'cíub y Abü Zayán Mandil. Sitió en esta tra­vesía la ciudad de Jerez, por espacio de cuatro meses ( l ) . Murió en al-Binya, de la ciudad de Aléeciras, en mub.arram del año 685 —marzo 1287—. Fué trasladado a Salé. Le sucedió su hijo

E L S U L T Á N A B O Y A Q Ü B Y Ü S U F

Era hijo de Abü Yüsuf Ya'cjüb b. c Abd al-Ha(}cl. Reinó once años y nueve meses y medio. Sus hijos fueron Abü Salim, Abü Hámicí cAbd Alláh, Abü Sircan Mas'üd, el c(ue murió en Tánéer, y cAbd al-Mu'min. Pasó a al-Andalus el año 690 —129l— y sitió a Vejer (2). Había pasado a ella con su padre.

(1) E l texto de Allouche añade: y ésto ocurrió el año 685. Lo cual se contradice con lo que siéue, ya que él mismo dice que murió el sultán a principios del año 685. E l ms. de París intercala: «y en su tiempo, el año 686, se construyó la éran noria sobre el río de Fez». Lo cual tampoco concuerda con el resto del pasaje. E l Rawd al-Qirtás, aclara que esa noria empezó a hacerse en rayab del año 685 y empezó a funcionar en §afar del año 686; todo después de la muerte del sultán. P á é - 148, nota 3 de mi trad.

(2) Allouche: al-Buliayra. Los mss. de Lisboa y Evora dan la lectura correcta, que confirma el Rawd al-Qirtás: desembarcó en Tarifa en la última semana de ramadán del 690 —septiembre de 1291—; lueéo salió arazzíar al país cristiano, acampó sobre el castillo de Vejer y lo asedió durante tres meses. Id., id., páé- 393.

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Sitió a Tremecén con laréo y célebre asedio y ante ella murió en dü-l-c[acda del año 7o6 —junio l3o7—. Fué trasladado de ella a Salé, y le sucedió su nieto

EL SULTÁN ABU TABIT CAMIR Era hijo del emir Abü cAmir 'Atd Alláh, Kijo del sultán

A b ü Yacqüb Yüsuf, hijo del sultán Abü Yüsuf Ya'cjüb h. cAbd al-Haq[c(. Se le proclamó en Tremecén, después de sobrevenir una discordia / y disputa (Jue acabó con la muerte de cierto p. número de sus personajes. Reinó un año y tres meses. Murió a los veintiún años, en la región de Tánger, en §afar del año 7o8 —julio - aéosto 1308— y fué enterrado en su alcazaba» lueéo fué trasladado a Sala —Salé— y enterrado en ella junto a su abuelo Abü Ya'cjüb.

EL SULTÁN ABU-L-RABF SULAYMAN Era Kijo del emir Abü cAmir A.bd Alláb, Kijo del sultán

Abü Ya'qüb; pasó a él el reino después de su bermano y fué proclamado en Tánéer. En su tiempo, el año 709 -—1309— volvió Ceuta al dominio de los benimerines. Reinó dos años, cuatro meses y veintitrés días. Murió en Taza, el primer día de rayab del año 7 l0 —24 noviembre 1310—, y está enterrado en el patio de su mezquita. Le sucedió su tío

EL SULTAN ABU SAID CUTMAN Hijo del sultán Abü Yüsuf Ya'cjüb b. cAbd al-íia(íq[;

nació en vida de su abuelo, el año 674. Reinó veinte años y medio. Murió en dü-l-qfa'da del año 73l — octubre-noviem­bre 1330— en las afueras de Fez, a raíz de su llegada de Tre­mecén. Le sucedió su Kijo

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E L S U L T Á N A B U - L - H A S A N

Reinó veinte años y cuatro meses. Murió en la montaña P« 1^. de Hintata, / de la región de MarrakuS, el último día de ral>ic

al-awwal del año 752 —21 agosto l35 l—. Le sucedió su hijo

E L S U L T Á N A B U I N A N FARIS

Se intituló «el cjue confía en Dios, Amir al-Muminin». Reino siete años y nueve meses. Murió el 24 de dü- l - t iyya del año 759 —24 noviembre 1358—.

E L S U L T Á N A B U B A K R

Reinó siete meses y veinte días. Le sucedió

E L S U L T Á N A B O SÁLIM I B R Á H l M

Hijo del sultán Abü-l - t lasan, se intituló al-Mustacin t i - l l ah . Reinó dos años, tres meses y cinco días. Murió en dü-l-ííada del año 762 — octubre l 3 6 l —. Le sucedió su hermano

E L S U L T Á N A B O Á M I R T Á S U F I N

Hijo del sultán Ahü - 1 - Hassan; reinó tres meses. Le sucedió su sobrino

E L S U L T Á N A B O Z A Y Á N M U H A M M A D

Hijo del emir Abü cAbd al-Rahmán Ya'^ub, hijo del sultán Abü-l-Hasan. Reinó unos cinco años y murió el año 768 —1366-67— y le sucedió su tío

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/ E L S U L T Á N A B Ü F Á R I S CABD A L - A Z I Z p- \ ^

Era Kijo del sultán Atü - l -Hasan y reinó unos cinco años. Murió en Tremecén en el mes de rabí' al-awwal del año 773 —12 septiembre a 11 octubre l 37 l—. Le sucedió su Kijo

E L S U L T Á N M U H A M M A D A L - S A l D

Tenía cinco años de edad y reinó dos años. Fué depuesto en muKarram del año 776 —junio 1374— y gobernó después de él, en la capital Marrakus.

E L S U L T Á N A B O 2 A Y D B. CABD A L - R A H M Á N ( i )

Se intituló «el cine se confía a Dios». Era Kijo del emir Abü-l-Hasan cAli, Kijo del sultán Abü cAli cUmar, kijo del sultán Abü Sacid cUtmán, Kijo del sultán Abü Yüsuf Ya'íjüb, Kijo de AJbd al-Haq[cí. Se instaló en la capital, Marrakus, en el mes de muKarram del año 776 —empieza el 12 de junio de 1374— Kasta este momento en cjue compongo este com­pendio, o sea, el jueves, 12 de rabi' al-awwal del año 783 —6 junio l 38 l— . Conceda Dios a los musulmanes los dones del bien y de la buena conducta y cúmplales lo prometido en lo qfue aguardan de la aparición del socorro y del triunfo de esta religión verdadera sobre los secuaces de la infidelidad. Han pasado ya de esto siete años y dos meses, y Dios restaure su situación y facilite sus deseos y esperanzas para bien de los musulmanes, por su bondad y nobleza.

E l resumen de este compendio, c[ue se funda en el relato de los países y en lo que / Kan traído las narraciones de las p. ^ noticias y la reflexión y la consideración, es que la ciudad de Marrakus, desde que fué señalado su emplazamiento y se instalaron en ella sus Kabitantes y llegó a estar poblada, después de Kaber sido guarida de leones y cobijo de gacelas.

( l ) Este título está en contradicción con el texto siguiente.

18

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seéún se explicó antes, con la mayor claridad, cuenta Kasta la actualidad trescientos veinte años; de los cuales, desde (Jue se cercó con muros muy ancKos y laréos a causa de lo c(ue se refirió de la aparición del MaKdi contra los almorávides, se cuentan ciento sesenta y tres años. Pertenecen al imperio almorávide, desde q[ue se pobló, setenta y nueve años, y perte­necen al imperio almokade, desde (Jue se apoderaron de la sede del califato, Marrákus, y se instalaron en ella, seéún se expuso en su lu^ar, ciento veintiséis años,y pertenecen al imperio beni-merín, desde el derrumbamiento del imperio almokade hasta este momento, ciento (Juince años. La suma de estas partidas, como no debe iénorar el cíue se ocupa de las noticias y tiene comprensión y capacidad, es de trescientos veinte años, seéún lo cjue va delante. El número de sus califas es de treinta y dos: cuatro almorávides, q[ue son: Yüsuf b. Tasufin y lueéo su bijo cAli b. Yüsuf y lueéo, tras él, Tasufin b. cAli y, final­mente, su bijo Ibrábim b. Tasufin. El linaje de los almo­rávides, c(ue son Lamtüna, se remonta a $inbáya y ^inbáya

P- \6f se remonta / a Himyar y Himyar es uno de los diez bijos de Sabá b. Yasyib b. Ya'rab b. Qa^tan b. 'Arnir b. Salij b. Ufajsad b. Sam b. NÜ^L . De estos diez, seis vivieron en el Yemen y cuatro en Siria, seéún se refiere en la tradición del Profeta. Himyar fué uno de los cjue vivió en el Yemen y lo tomó por residencia; lueéo se trasladó del Yemen al Sabara y del Sabara salieron a al-Maérib. Este es el resumen de las noticias de los almorávides.

Los almohades fueron catorce: el primero, el imam al-Mabdi Mubammad b. Tümart; lueéo, después de él, su califa, uno desús diez compañeros, AbüMukammad cAbd al-Mu'min b. cAli; lueéo su bijo, Abü Ya'cjüb Yüsuf b. cAbd al-Mu'min; lueéo su bijo, Abü Yüsuf Ya'qüb al-Mansür; lueéo su bijo» Abü cAbd Alláb Mubammad al-Násir; lueéo su bijo, Abü Ya'cjüb Yüsuf al-Mustan§ir; lueéo el tío de su padre, Abü Málik cAbd al-Wábid b. Yüsuf b. cAbd al-Mu'min; lueéo su

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sobrino, a l - 'Ad í l A b ü MuKammad. *Ahd A l l a K h. Ya'cjüb a l - M a n s ü r ; lueéo su hermano, a l - M a ' m ü n A b ü a i - 'Ala ' Idr is h. Ya'cjül) a l - M a n s ü r ; lueéo su sobrino, al-Muctasim A b ü Zakariya* Y a h y á b. MuKammad a l - N á s i r b. Y a (Jüb a l - M a n s ü r ; luego su sobrino, al-Rasid A b ü Mukammad cAbd a l -WaKid b. a l - M a ' m ü n A b i - l - ' A l á ; luego su hermano, al-Sacid A b ü - l - H a s a n cAli b. a l - M a ' m ü n ; luego el hi jo del t ío de su padre, a l - M u r t a d á A b ü Hafs ' l i m a r , hi jo del Sayyid A b ü I b r á h i m Ishacj b. Yüsuf b. A b d a l - M u ' m i n ; luego otro hi jo del tío / de su padre, A b ü D a b b ü s al-Waticj b i - l l ah A b ü - p. \£>1 l - A l a Idris b. A l i cAbd A l l a h Muhammad b. a l -Sayy id 'Abi Hafs cUmar b. cAbd a l - M u ' m i n , con cjuien se de r rumbó su imperio. La genealogía de a l - M a h d i se dió antes, al tratar de él y se remonta a al-Hasan b. ' A l i b. A b i Ta l ib y además de este linaje ilustre es conocido que su origen era de Harga, en el país del Süs al-Acjsa, y el Süs al-Ac(sa es el país de Masa, cjue está a la derecha, al sur del At las , hasta cjue se llega al Sahara. La genealogía de cAbd a l - M u ' m i n se dió antes en su nombre y se remonta a Qays b. cAylán; se dice en él Qays A .y l an y su nombre es A l y á s , hi jo ( l ) de Mudar b. N i z a r b. Ma'ad b. cAdnán ; el origen de cAbd a l - M u ' m i n es de K ü m y a Hunayn , z a n á t a por su origen, de un lugar llamado Tayra, a tres millas del puerto de Hunayn , en el distrito de Tremecén, patria de los z a n á t a s . Terminan las palabras sobre los almohades y vuelvo ahora, en resumen, a los c[ue gober­naron después de ellos.

L O S B A N U A B D A L - H A Q Q

Unos de ellos no tuvieron descendencia, y otros se i lustraron y la dejaron. Su linaje se remonta a los benimerines; que se remontan, a su vez, a Z a n á t a , y Z a n á t a es uno de los hijos de Y a n á b. Y a h y á b. Daris / b. Za!hic[ b. Mádgis b. Barr P- \0b h. Qays b- cAylán. Cierto n ú m e r o de sabios, de los que se

( l ) K l texto de Al louche: padre de Qabila de.

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ocupan de esta materia, los Kacen descender del citado Barr h. Qays. Dice uno, y lo transcribe en su l ibro, (jue son árabes del desierto y íjue solamente se Kicieron bereberes por su vecindad y sus alianzas con los bereberes. Dice I b n Rasicj ííue todos los bereberes descienden de Yá lü t , excepto dos cábilas, § i n b á y a y Z a n á t a , porgue estas dos descienden de Himyar . Su origen: los benimerines proceden de la región de Tremecén, capital del Ma^r ib central y sede del reino de los zanatas, desde tiempos antiguos. Su patria era lo (íue Kay entre ella y Tabart; por el este son vecinos suyos en residencia los zanatas B a n ü Y a é m u r a s a n , los B a n ü T u y i n , los B a n ü M a -é rawa , los B a n ü Ra^id y otros; son, en su mayor ía , jinetes. Dice I b n Rasic(: «Los zaná ta proceden de Siria, y babitaban la Palestina, de la (Jue se apoderó Y á l ü t y, cuando lo m a t ó David , se fueron los bereberes a a l - M a é r i b y se extendieron basta el Süs al-Ac^sá». Puesto (jue Ka ocurrido mencionar a los bereberes, se me aconseja dar u n vistazo a los oríéenes de su éenealoéía , por el lado de Z a n á t a , y otros en compendio. Sus componentes bereberes son: H a w á r a , Maé i l a , Darisa, M a é r á w a , B a n ü I f ran, B a n ü Damir , R i é , Sadrá ta , Mastaza, M a l z ü z a , Naza, B a n ü G u y d á m a , U l b á s a , L u w á t a , M a d y ü n a ,

P» M a t m á t a , K a t á m a , M a z á t a , Barbüsa , Awraba, Liyaya, / R a b ü y a , T ik l á t a , G a z n á y a , Mik lá t a , N a f ü s a , L a m í a , M a d ­y ü n a , cAyisa, Miknasa, 2 a w a é a , Zawara, $adfüra , -Zabila, M a s t á r a , Z a d á y a , Mac((}ara, M a s m ü d a , G u m á r a , B a n ü Z a r w á l , B a n ü Sa'id, B a n ü j S a n y ü m , B a n ü Yaz in , B a n ü Jál id , B a n ü M a n b ü s a , B a n ü Sarábi l , B a n ü W a r t a y i n , L a m á y a y otros. Son mucbas fracciones ramificadas extensamente; pero no es este el luéa r para extenderse y el relato de las noticias sólo se puede basar en la brevedad y en evitar la extensión.

Vuelvo a lo ííue estaba tratando de los reyes de los B a n ü cAbd al-Haííc(. Su n ú m e r o fué catorce en M a r r á k u s : el p r i ­mero, el su l t án A b ü Yüsuf Ya' í jüb b. cAbd al-Ha^qt; lueéo su bíjo el su l t án A b ü Y a ' q ü b Yüsuf b. Ya'íjüb; lueéo su nieto

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A b ü T a t i t ' Á m i r b. *Ahd A l l á k , Kijo del su l t án A b ü Y&cíñh; luego su kermano el su l t án A t ü - I - R a l n S u l a y m á n , Kijo del emir A t ü A m i r A b d A l l á k ; lue^o el t ío de su padre, el su l t án A b ü Sa'id ' U t m á n , Kijo del su l t án A b ü Yüsuf Y a ' q ü b b. A b d al-Ha^qf; Iue¿b su k i jo , el su l t án A b ü - l - H a s a n A l i ; lueéo su k i jo , el su l t án A b ü ' Inan Fár i s ; lue^o su ki jo A b ü Bakr al-Sacid; lueéo su t ío , el su l t án A b ü Sálixn Ibrákim» k i jo del su l t án A b ü - l - H a s a n ; lueéo su kermano A b ü cUmar Tásu f in , k i jo del s u l t á n A b ü - l - H a s a n ; lueéo su sobrino, el su l t án A b ü Z a y á n Mukammad, k i jo del emir A b ü A b d / p. \0Y a l - R a k m á n Ya'í jüb, k i jo del su l t án A b ü - l - H a s a n ; lueéo su t ío , el su l t án A b ü Fár i s cAbd a l - A z i z , k i jo del su l t án A b ü - l -Hasan; lueéo su ki jo , el su l t án Mukammad al-Sacid; lue^o, en la capital, M a r r á k u s , el su l t án A b ü Tásuf in ' A b d - l - R a k -m á n , k i jo del emir A b ü - l - H a s a n A l i , k i jo del su l t án A b ü ' A l i ' l i m a r , k i jo del su l t án A b ü Sa id , k i jo del su l t án A b ü Yüsuf b. A b d al-Hacíc(, kasta este tiempo en c(ue la gente de la palabra de la fe conoce los beneficios de la dicka y de la seguridad, y ésto por la felicidad de los días de nuestro señor el Imam, califa del señor de los mundos, el rico por Dios, emir de los musulmanes, é r ande entre los reyes, modelo de los califas, cjue ka sido destin^uido por Dios con el ornato de la elección y de la predilección; é lor ia del Islam, alearía de los d ías , (Jue sostiene la caréa y se cuida de todo; cíue Dios prolongue su vida y cíue el Generoso proteja su persona con sus favores y su generosidad. H a i luminado el Is lam con su buena admin is t rac ión y con su kermoso esfuerzo, y las prue­bas de la prosperidad se kan manifestado a íjuiencjuiera cfue se kaya acogido al seno de su guarda, tanto, q[ue los reyes de los países siempre q[ue le kan pedido consejo, kan alabado los resultados de esta consulta, y sus embajadores se van de su puerta con la m á s feliz idea y con los mayores regalos. Las esperanzas de ellos se dirigen a él, y sus disposiciones se basan en la kermosa polít ica de él. Alabado sea el (jue

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ha dis t inéuido a este éobíerno nasri jazrayi con la pureza del espíritu y la nobleza del carácter; feliz el cjue Ka crecido en su servicio ilustre a la sombra de su protección y cuyos padres han obtenido el cuidado de sus antepasados, pues ha conseguido lo <lue deseaba de este mundo y del otro y se ha asegurado contra la hostilidad de los tiempos y sus atacfues.

P« De modo cíue el c(ue examina las noticias / de los califas y considera la marcha de la época pasada, verá cjue a este a l -Andalus , por la existencia de estos sultanes, le ha proporcio­nado Dios todos sus bienes, como si no hubiesen pasado sus siglos y no faltase su a l - M a n s ü r n i su a l - N á s i r . H a n revivido en él las huellas de la justicia después ííue se borraron, y han hecho crecer los beneficios numerosos sobre sus califas; en cuanto a lo ^ue ha soportado en él y a lo cjue sus padres han soportado antes (jue él, ha sido por la continuidad de la salud sin daños , y el q[ue está bajo él no se preocupa de la éue r ra n i de las treguas, y no sabe (Jue el enemiéo del Islam, mientras exista el Islam, no cesa de guerrearlo. Dios, K l sea alabado, es el (Jue premia sus obras con el bien <íue en K l encuentran. Y con todo esto, consérvelo Dios en vida, para satisfacción de la éente de esta época y de la otra or i l la del Estrecho. N o hace sino preocuparse del mejoramiento de a l -Andalus y de al-Ma^rib; se encarda de mejorar la s i tuac ión entre los musulmanes con la m á s insistente preocupación y se aplica a pacificar sus asuntos con la más viva asiduidad; ha edificado, ahora, en esta or i l la del Estrecho, u n edificio provechoso entre sus corazones y ha envainado con su mano poderosa la espada de la revuelta entre el demandante y el demandado; no cesa de apagar sus fueéos desde sus principios hasta sus fines. i C u á n t a sanare ha impedido derramar, cuán ta s obligaciones ha hecho cumplir y cuán tas preocupaciones ha disipado y cuantas desgracias ha impedido! Por su buena admin is t rac ión ha suprimido los males y las discordias y ha loárado la concordia y la amistad y el enderezamienta de los asuntos en todos los partidos y asegura el pasaje de todos los caminos y se encuentran las ¿entes con la buena dirección venidera.

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Vuelve el florecimiento a Támasna y a Anfa-Casablanca. E r i i cuanto a los asuntos de / Azammür, se mejoran y su P« ^ situación se endereza. EJ río Umm Rabi' vuelve a ser un mercado de compra y venta; en cuanto al país de Dukkála, sobre su vista Kermosa recae la confianza; en cuanto al país de ^inKaya sejnejora, aunque le tocjue la necesidad; en cuanto a la éente de Urika y de Aémát, con la bendición de su vista es bien éuiado el (Jue vive y es compadecido el cjue Ka muerto; en cuanto a la éente de Tiséart y de K i k , sobre la rectitud de su obediencia no Kay sospecha n i duda; en cuanto a la éente del Atlas, no bay en su pueblo recaudador n i tristeza; en cuanto a la éente de Tinmallal, marcban sus asuntos con extremada perfección; en cuanto a la cábila de Hasküra, salen de ellos obras <íue son aéradecidas; en cuanto a la ¿ente de Hintata, cada uno de ellos muestra su pureza y su gratitud; en cuanto a los demás jeques y consejeros, bacen q[ue su país sea vecino del nuestro; en cuanto a la ¿ente del Sus extremo, reconocen bienes incontables; en cuanto a la éente de Gazüla, se ba alejado de ellos ac(uello cuya llegada temían; en cuanto a la éente de la costa de Safi se mantiene éracias a este rey cumplidor. Que nos conceda Dios el beneficio oculto y críen los caballos o los camellos y se multipliquen los éanados y se calme con su feliz administración toda revuelta que surja y se unan en las dos orillas del Estrecbo nuestras manos y las suyas y se dirijan los rostros contra los secuaces de la infidelidad, nuestros enemiáos y suyos. Su esfuerzo noble, en lo que con­duce a la unión de la palabra ya ordenarla situación del pueblo musulmán, no lo conoce sino el que lo ba eleéido para ello y lo ba adornado y lo ba escoéido para el califato en su tierra y lo ba capacitado. Dios éuarda con su existencia este reino y su oréanización y conserva para el triunfo de la reliéión su permanencia, por su bondad y su éenerosidad. ¡Dios mío!, / éuarda su éobierno, que ba bonrado sus principios y aéra- p. ^ . dece su esfuerzo en el territorio del Islam, que defiende y

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proteáe. iDios mío! étiarda con su Kermosa conducta a todos los amados y colma con tu bondad sus lejanas esperanzas y sus últimos deseos. ¡Dios mío!, consérvalo para q[ue vivifiqtue en esta península las kuellas de Taricj h . 2¡ayad y perpetúa para nosotros sus días, (jue son ferias y fiestas, porgue Tú eres poderoso para Kacer «íue perduren las nockes y los días» Ksto es lo c[ue me ocurre; salud y ílue se cumplan los deseos garantizados para el c(ue rueéue la permanencia del (Jue Ka escrito este libro. La oración de Dios sobre nuestro señor Mutammad, señor de los Kumanos.

Por mano de su escribiente, el más necesitado entre los hombres del perdón de nuestro señor, el siervo de su dueño y el más pequeño de sus siervos, el <jue espera su perdón y su éenerosidad, el pecador culpable Muframmad b. al-cArabi b. al-Hásim, al-Zabrawi por su oriéen y al-Fási por su residencia y por su crecimiento. Dios lo perdone a él y a sus padres y a los musulmanes. Amén, amén, amén.

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Í N D I C E S

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Í N D I C E D E M A T E R I A S Páginas

Prólogo del traductor 11 Prólogo del autor 19 Noticia de la genealogía de los Mulattimün y compendio

de las historias de sus primeros principios 26 Causas de la demarcación de la ciudad de Marrakus y de

su construcción y de la elección de su emplazamiento.. 33 Noticias de Yüsuf b. Tásufin 36 Primera travesía 51 Segunda travesía - 81 Tercera travesía 85 Cuarta travesía 91 Vida del emir de los musulmanes Yüsuf b. Tasufín 94 El emir de los musulmanes cAli b, Yüsuf 99 Su primera travesía al Andalus 101 Su segunda travesía 102 Su tercera t r aves í a . . . 103 Su cuarta travesía 103 Noticia de la aparición del Mahdí y principios de su poder 123 Sitio de Marrakus por el Mahdi 137 El emir de los musulmanes Abü Muhammad Tasufín b / A l i

b. Yüsuf 146 El emir de los musulmanes Ibrahim b. Tasufín 160 Relato del sitio de Marrakus 164 El califa cAbd al-Mu'min b. cAlí 169 Noticia de la marcha del califa cAbd al-Mu'min a al-

Mahdiya 182 Su travesía al Andalus • • • 185 El califa Yüsuf b. cAbd al-Mu min 188 El califa Yaqub al-Mansür 189 Su paso al Andalus 189

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Páginas

Muhammad al-Nasir l i din Alláh 190 Su paso al Andalas 190 Yüsuf al-Mustansir bi-lláh 191 El califa Abü Málik cAbd al-Wáhid b. Yüsuf b. cAbd al-

M u m i n 191 El califa Abü Muhammad 'Abd Allah al-cAdil b. Yacqüb

al-Mansür 191 El califa al-Ma'mün Abü-l-cAla Idris b. Ya qüb al-Mansür . 192 El califa Yahya b. al-Nasir 195 El califa cAbd al-Wahid b. al-Ma mün Idrís b. Yacqüb

a l -Mansür 195 El califa Abü-l-Hasan cAli b. al-Ma'mün 195 El califa cUmar al-Murtadá 196 El califa Abü-l-cAlá Idrís = 197 El sultán Abü Yüsuf Yacqüb b. cAbd al-Haqq 198 ou primera travesía 201 Su segunda travesía 201 ou tercera travesía 202 Su cuarta travesía 202 El sultán Abü Yacqub_Yüsuf 202 El sultán Abü labi t cAmir 203 El sultán Abü -1 - Rabic Sulaymán 203 El sultán Abü Sacid cUtman 203 El sultán A b ü - l - H a s a n 204 El sultán Abü cInán Fáris 204 El sultán Abü Bakr 204 El sultán Abü Salim Ibrahim 204 El sultán Abü cÁmir Tásufin 204 El sultán Abü Zayán Muhammad 204 El sultán Abü Fáris cAbd al-cAzíz , 205 El sultán Muhammad al-Sa id 205 El sultán Abü Zayd b. cAbd al-Rahmán 205 LosBanü cAbd al-Haqq 207

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ÍNDICE DE NOMBRES PERSONALES

A l -cAbbás b. cAbd al-Mutalib, pág. 106. A l -cAbbas b. Yahya, pág. 41. 'Ab al -cAzi£ b. al-lmám, pág. 71. 'Abd al -cAzi£ b. Abi-l-Hasan, Abü Fáris, págs. 205, 209. 'Abd al-'Aziz al-Safadí, pág. 176. cAbd al-Haqq Abü Muhammad, págs. 200, 201. 'Abd al-Kabír b. cAlí, pág. 99. cAbd A l k h , Abü cAmir, pág. 209. ^ b d A l k h al-Ziíí, rey de Granada, pág. 22. 'Abd Alláh, califa omeya, pág. 172. 'Abd Alláh al-Yayani, Abü Muhammad, págs. 162, 187. 'Abd Alláh b. cAbd al-Rahmán al-cIráqi, pág. 125. 'Abd Alláh b. Ahmad al-Zuhrí, pág. 134. 'Abd Alláh b. Buluggín al-Muzaffar, págs. 37, 67, 78, 82, 86, 87. 'Abd Álláh b. Hamusk o Hamsak, págs. 138, 140. 'Abd Alláh b. Malwiya, pág. 129. 'Abd Alláh b. Muhammad b. al-cArabí, pág. 105. 'Abd Alláh b. Muhsin al-Basír, págs. 127, 129, 137, 139. 'Abd Alláh b. Wáuüdín, pág. 191 'Abd Alláh b: Yasin, págs1 24, 28, 29, 30, 31, 32. 'Abd Alláh b. Yacqüb al - 'Ad i l , págs. 191, 207. 'Abd Alláh b. Yüsuf b. Ya'qüb b. 'Abd al-Haqq, pág. 202. 'Abd al-Yabbár al-Saqürí Abü Tálib, pág. 168. 'Abd a l -Mu 'min , págs. 11, 16, 20, 34, 120, 123,126,128,132,

136, 139,141, 146, 155, 157, 166, 169, 185, 192, 202, 206, 207.

19

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'Abd al-Rahman al-Násíf l i din Allah, págs. 43, 181. 'Abd al-Rahmán b. Asbag, pág. 64. ^ b d al-Rahman b. cUniaf Aba Tásufín, pág, 11. cAbd al-Salam al-Kumi, pág. 169. ^ b d aí-Wahid, nieto de cAbd al-Mu'min, pág. 169. fAbd al-Wahid al-Hintati, págs. 179, 189, 190. tAbd al-Wáhid b. Yüsuf al-Majlu , págs. 191, 206. cAbd al-Wáhid b. Idns b. Yacqüb al-Rasíd, págs. 65, 77, 87, 170,

192,195,207. Abráha, pág. 69. Abü cAbd Allah al-Hadramí, pág. 124. Aba cAbd Allah al-Zuhri, pág. 23. Abü 'Abd Allah b. cAbd al-Barr al-Namm, pág. 78. Aba cAbd A l k h b. al-Haft, pág. 87. Aba cAbd Allah b, Sulayman, págs. 129,181. Aba cAbd Allah b. Mayman, almirante, págs. 159, 184. Aba cAbd Allah b. Yasuf b. al-Mu'min, pág. 189. Aba cAbd Allah b. Wardi, pág. 167. Aba cAli al-Aáin, págs. 156, 179. Aba ' A l i b. Abi Zayd, pág. 189. Aba Amir, visir de los Baña Hud, pág. 89. Aba Bakr, médico de Bagdad, pág 26. Aba Bakr al-Lamtaní, pág. 120, 132. . Aba Bakr al-Nassar, pág. 181. Aba Bakr al-Sayra, pág. 176. Xbü Bakr b. al-Yadd, págs. 176, 177. Aba Bakr b. Hubays, pág. 181. Aba Bakr Ibn al-cArabi, págs. 105, 175, 176, 177. Aba Bakr b. Muyír, pág. 173. Aba Bakr b. Tanyít, pág. 128. Aba Bakr Ibn Tifilwít. págs. 116, 117. Aba Bakr b. 'Umar, págs. 24, 32, 39, 41. Aba Bakr b. cUqab, pág. 81. Aba Yafar b, cAtiya al-Qudaci, págs. 169, 181.

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Abü Ya'far b. Sa íd al-Anyísi, pág. 186. Abü Hafs b. cAli b. Yüsuf, pág. 99. Abü Hamid cAbd Alláh, pág. 202. Abü Hámid al-Gazálí, págs. 106, 177. Abo Hammád al-Sinháyi, pág. 156. Abü Ibráhím Ismail Igíg, pág. 128. Abü 'Imrán b. cAbd al-Mu'min, pág. 128. Abü Isháq, jeque almorávide, pág. 138. Abü Izaq, pág. 27. Abü-KAbbas b. Mada, pág. 181, Abü-l-Asbag b. cAyyas, págs. 89,181. Abü-1-Fadl b. Abi Tahif, pág. 189. Abü-l-Hasan, pág 181. Abü-l-Hasan b. Harüdis, pág. 181. Abü-l-Hasan al-Qabasi, pág. 26. Abü-l-Hasan b cAbd al-Mu'min, pág. 181. Abü-l-Hasan al-Zuhri, pág. 176. Abü-l-Hasan b. cUtman, pág. 204. Abü-l-Hasan b. Sacid, pág. 198. Abü-1-Mucízz b. Yüsuf, pág. 37. Abü-l-Qasim b. al-'Azafí, pág. 106. Abü-l-Qásim b. cAbd al-Gafür, pág. 92. Abü-l-Tayyib al-Mutannabi, pág. 57. Abü-l-Wahd b. RuSd, págs. 108, 115, 116. Abü Marwan al -cUdn, pág, 77. Abü Muhammad al-Fistalí, pág. 201. Abü Muhammad b. cAbd al-Gafür, pág. 92. Abü Muhammad b. Tasufín, pág. 109. Abü Muhammad b. Wánüdín, págs. 138, 139, 181. Abü Said 'Abd al-Mu'min, págs. 185, 188. Abü Sahm b. Yüsuf b. cAbd al-Haqq, pág. 202. Abü cUmar b. al-Hayyay, pág 176. Abü Yahyá b. cAbd al-Haqq, págs, 196, 199, 201. Abü Yahyá b. Ruada, pág. 103.

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Abü Yahya b. Abi Muhammad b. Abi Hafs, pág. 189. Abü Yahya b. Abi Bakr b. cUmaf, pág. 24. Abü Yahya b. Yigit, pág. 128. Abü Zakariyá' b. al -cArabí, pág. 150. Abü Zakariyá' b. Abi-l-Gamr, pág. 192. Abü Zakariyá' b. cAbd al-Mu'min, pág. 188. Abü Zakariyá' b. cUmar, págs. 24, 26. Abü Zakariyá' b. Wasinü, pág. 87. Abü Zayd al-Fazázi, pág. 194. Ahmad al-Mustazhir, págs. 105, 107. Ahmad al-Násir h din Alláh, pág. 108. Ahmad b. Milhán, pag. 174. Alfonso V I , págs. 49, 51-2,54,58, 61-2, 66,71,73 a 77, 84,146,168. Alfonso el Batatallador, págs. 12, 15, 50, 108, 109,111 a 113, 116. Alfonso V I I I , pág. 57. Alfonso X, pág. 197. cAli b. cAbd al -Aziz , Abü-l-Hasan, págs. 71, 205, 209. cAli b. al-Ma'mün, al-Sacid, págs. 192, 195, 200, 201, 207. ' M i b. Yüsuf, págs. 16, 35, 37, 91, 96, 97, 99, 106, 108, 115, 121,

125, 132, 145, 153, 155, 162, 168, 171, 172, 206, 134, 136, 138, 143, 144.

Almanzor, págs. 48, 76. Alvar Fañez, pág. 53. 'Amir b cAbd Alláh, Abü Jábit , pág. 203, 208. Badr b. Warqá, Abü Muhammad, pág. 110. Al-Bayi, pág. 176. Barr b. Qays, pág. 208. Baíi al-Lamtüni., pág. 135. Bintyán b. cAli, pág. 100. Bintyán o Yiníán b. cUmar, pág. 119, Bü Yay, pág. 27. El Cid Campeador, págs. 42, 81. Dahis, pág. 167. David, pág. 208.

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Dawnas b. Hamama, pig. 41. Dáwüd b. cAh, pág. 99, 100. Piyá' al-Dawla, pág. 65. Fad al-Husn, pág. 100. al - Falákí, pág. 136. Fannü bint 'Urnar b. Yintán, pág. 166. al-Fath al-Ma'mün b. Mu'tamid, pág. 87, Fáris b Abi-l-Hasan, Abocinan, págs. 204, 209. Fernando I , págs. 56, 71. al Futüh b. Hamama, pág. 41. Yawhar b. Sakkán, pág. 28. García, primo de Alfonso V I , págs. 15, 73. Garmr al-Hasimí, pág. 87. Háyyáy Abü Yüsuf, pág. 188. al-Hayyáy, Tís., págs .173, 185. Hamadawayh, Abü-l-Yís,, pág. 183. al-Háwzaní, pág. 176. Heraclio, pág. 80. Ibn Callas, pág. 112 Ibn dü-l-Nün, pág. 59. Ibn Mardanís, págs. 138, 174, 185, 187. Ibn al-Muwaqít, pág. 16. Ibn al-Qádi Sarih, pág. 176. Ibn Maymün, almirante almorávide, pág. 159. Ibn Radmír, véase Alfonso el Batallador. Ibn Rasiq, rey de Murcia, pág. 84. Ibn Salib, pág. 55. Ibn Sana, pág. 190. Ibn al-Sayyid, pág. 176. Ibn al-Zahir, pág. 176. Ibn Yasín, pág, 24. Ibn Zaydün, pág. 56. Ibrahim, Abü Salím, pág. 206, 209. Ibrahim b. cAlí, pág. 99, 100.

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Ibráhím b. Isháq b. cAli, pág. 187. Ibfáhím b. Tasuíín, pág. 157, 160 163, 165, 166, 206. Ibráhim b. Yahyá, pág. 26. Ibráhím b. Yüsuf, Abü Isháq, págs. 37, 132 Idns b. Yánu Abü -1 -cAlá, pág. 188. Idris b. Muhammad, Abü Dabbüs, págs, 197, 198, 207. Idrís b. Ya qüb, al-Ma'mün, págs. 188, 192, 193, 194, 195, 207. 'Imád al-Dawla, págs. 88, 89, 117. Intakkawa, pág. 88. Iqbál al-Dawía, pág. 90. Isháq b. cAlí, págs. 99,100,146,161, 165. Isháq b. Yintán b. cUinaf b. Yintán, págs. 100, 164. Isháq b. Yüsuf b. cAbd al-Mu min, pág. 196, 201. Ismacil al-Hazrayí, pág. 170. Ismael b. Müsá, pág. 128. Ismail b. Majlüf, pág. 128. lyar, pág. 28. Jesús, págs, 94, 193. Lagüt o Laküt o Luent al-Magráwa, pág. 33. Málik b. Wuhayb Abü cAbd Alláh, pág, 119. al-Mallálii, pág. 191. Mandil, Abü Zayán, págs. 201, 202. María, págs. 94, 193, Mascüd, Abü Sirhán, pág. 202. Mascüd b. Wánüdm al-Hazrayí, pág. 31, 32. Maymün b, cAli b. Hamdün, págs. 159, 178. Mazdah b cAlit pág. 100. Mesías, pág. 69. al-Mucalli, Abu-l-Hasím, págs. 73, 74. Mudar b. Nizzár, pág. 207. Muhammad, el Profeta, págs, 19, 23. 24, 25, 42, 43, 60,64, 67, 88,

92, 93, 94, 106, 128, 193. Muhammad b. 'Abd al-Haqq, Abü-1-Macrüf, págs. 199, 200,201. Muhammad b. cAbd al - Azi2, al Sacíd, pág. 209.

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Muhammad b. T a ' q ü b al-Násir, págs. 190, 206, Muhammad b. cAbd Alláh, Abü Bakr b. al-Yadd, pág. 61, Muhammad b- 'Abd Alláh b. Hud* al-Masátí, págs. 174, 175. MuKammad b. cAbd al Mu'min, págs, 181, 183. MuKamraad b. Abí cAbd al-Rahmán, Abü Zayán, pág. 209. Muhammad b. Abi-1-Macali, pág. 16. Muhammad b. al-cArabí b. al-Hásim, pág. 212, Muhammad b. cAli b, Hamdin, págs. 94, 102, 124. Muhammad b. al-Jalaf, pág. 81. Muhammad b. císá al-Magáni, págs. 68, 69. Muhammad b. Macn al-Mu'tasim, págs. 67, 83, 87. Muhammad quinto de Granada, págs. 11, 19. Muhammad b. Sulaymán, Ibn Qasira, pág. 74. Muhammad b. Tásufín, pág. 85. Muhammad b. Tümart, al-Mahdi, págs. 15, 16, 104,105, 116, 118

a 121, 123, 124, 126 a 130, 132 a 144,161,169,170,174,180, 187, 191 a 193, 196, 198, 206, 207.

Muhhammad b. Yaqüb al-Násir, págs. 190, 195, 204, 206. al-Mu izz b. al-Mu tamid, pág. 65. al-Mukidi, pág. 193. al-Muqtadir bi-lláh, págs. 89, 90. Müsá b. Abi Hayy Abü cImrán, pags. 26-7. Müsá b. Nusayr, pág. 186. al-Mustacin bi-lláh b. Hud, pág. 88, 89,117. al-Mu tamid Muhammad b. 'Abbád, págs. 34, 52 a 56, 58, 60, 64,

65, 66, 71 a 75, 77, 78, 81 a 84, 86, 87. al-Mutawakkil Ibn al-Aftas, págs. 47, 48, 51, 62, 67, 73,78, 83, 87. Nasr b. Muhammad, Abü-l-Yuyüs, pág. 197. Qamar, pág. 145. Qays b. 'Aylán, pág. 207. Rayhána, pág. 160. Rayih b. Ma dis, pág. 199. Sabá b. Yasyib, pág. 206. al-Sahráwi, págs, 162, 176.

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al-Sa id b. Abí cIíian Fads, págs. 204, 209. Salomón, pág. 44. Sancho, hijo de Fernando, págs. 52, 54, 56. Sir b. Abí Bakr, págs. 37, 87. Sír b. cAli al-Bakkür, págs. 89, 100, 144, 145. Sir b. al-Hayyáy, pág. 166, Sir b. Mazdali, pág. 132. Sír b. Yüsuf b. Tásufín, págs. 36, 81. Suküt al-Háyib, pág. 65. Sulaymán, Abü-l-Rabi^ pág. 209. Sulayman b. cAbd Allah, pág. 203. Tahir b. Kabbáb, pág. 156. Talha, pág. 166. Tamim b. Buluggin, pág. 67, 83, 86. Tamím b. Yüsuf, Abü-l-Táhir, págs. 37, 91, 96, 99, 100, 111, 112,

116, 134. Takifin b. cAli, págs. 16, 50, 99,116, 144,145, 150,154, 156 á 160,

163, 168,171, 179, 204, 206, 209. Tin Izámarin, pág. 28. Al-Tuitüsí, pág. 177. cUbayd Allah, Abü-l-Hasan, al-Rasíd, pág. 59. Umar b. cAbd al-Mucmin, Abü Hafs, págs. 169, 172, 167, 181,

183, 188. cUmar b cAlí, págs. 99, 100, 146. ümar al-Murtada, Abü Hafs, págs. 196, 197, 205, 207.

cUinar b. cAlí Aznág, págs. 128, 170. Umar b. Ibtáhim, Tawariqit, pág, 36.

'Umar b. Yahya Intí, págs. 129, 160, 170,175, 176, 188, 190. climar b. Yüsuf b. Tásufín, pág. 71. cUtmán b. 'Abd al-Mu'min, pág. 181. cUtman b. Affán, pág. 182. cUtffián b. Yaqüb b. cAbd al-Haqq, págs. 199, 200, 203, 205, 209. Wakkák o Waffáy o Waggág b- Zalwan, págs. 27, 28, 29. Yagmurásan, Abü Yahya, pág. 195.

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Yahya b. al-Nasir, págs. 178, 192, 194, 195, 207. Yahyá b. Ibráhím, págs. 26, 28. Yahyá b Isháq, Wanzamaf, pág. 171. Yahya b. cUmar, Abü Zakariya', págs„ 28 a 32. Yajlüf b. al-tiusayn, pág. 181. Yalüt-Goliat, págs. 199, 208. Ya'qüb, Abü cAbd al-Rahman, pág. 209. Yacqüb b. cAbd al-Haqq. págs. 197, 198, 203, 205, 208. Ya qüb al-Mansür, págs. 35, 58, 188, 189, 193, 206. Yasid al-Radí, págs. 65, 87. Yintan b. cUmar, pág. 100. Yüsuf b. cAbd al-Mu'min, págs. 13, 132, 172, 181, 188, 206. Yüsuf b. Ayyüb, pág. 108. Yüsuf b. Sulaymün, Abtí Ya'qub, pág. 181. Yüsuf b. Muhammad, al-Mustansir, pág. 190, 191, 206, Yüsuf b. Tasufin, págs. 15, 24, 35 a 39, 41, 42, 46, 48, 50, 51,

56 a 58, 60, 61. 63, 65, 68, 70 a 72, 74 a 76, 80 a 88, 90 a 92, 94, 117, 144, 153, 168, 206.

Yüsuf b. cAbd al-Haqq, págs. 201, 202, 203, 208. Zayiub, hermana del Mahdi, pág. 169. Zaynab bint Yüsuf b. Tasufin, pág. 171, Zaynab, mujer de Laküt, págs. 34, 39. Zíri b. cAtiya, pág. 41. al-Zubayr b. cUmar, pág. 147.

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Í N D I C E É T N I C O

Ayisa, pág. 208. lAbd al-Wadi, pág. 201. Almohades, págs. 15, 20, 137-8,

140, 157-60. Almorávides, págs. 15-20, 30-33, _71-73, 97, 158,160, 165, 206.

'Amiríes, pág. 95. Awraba, pág. 208. Bahlüla, pág. 199. Banü cAbbád, pág. 183. BanüHammád,págs . 177-8,183. Banü H ü d , pág.881,96,116,183. Banü c*Abd al-Haqq, pág. 207-8. Banü cAbdal-Mu'min, pág. 197. Banü Damir, pág. 208. Banü Guydáffla, pág. 208. Banü Ifrán, pág. 208, Banü Jalid, pág. 208. Banü Magráwa, pág. 208. Banü Manhuisa, pág, 208. Banü Rasid, pág. 208. Banü Sacid, pág. 208. Banü Sanyün, pág, 208. Banü Sarahil, pág. 208. Banü Tásufin, pág. 167. Banü Tuyin, pág, 208. Banü Waríayin, pág. 208.

Banü Yagmurasan. pág. 208. Banü Yasin, pág. 208. Banü Wá'il , pág. 167. Banü Zarwál, pág. 208. Barbüsa, pág. 208. Benimerines, págs. 21, 188, 200,

203, 208. Bereberes, pág. 24. Butüya, pág. 199. Darisa, pág. 208. Dukkala, págs. 34, 175-6, 211. Pístala, pág. 199. Yaláwa, pág. 170. Yuddala, págs. 27 - 8. Gadmiwa, págs. 129-30. Ganfisa, pág. 130. Gaznaya, págs. 163, 208. Gazüía, págs. 46, 211. Al-Gubra', pág. 167. Guddál , págs. 22-3. Guddala, pág. 23, 26-7. 29, 32,

36, 46. Gumára, pág. 208. Hasküra, pág. 129.165,170, 211. Hawára, pág. 199, 208. Haylána, págs. 32, 34. Hazmira, págs. 32, 34.

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Hazrayá, págs. 31, 170, Himyar, págs. 24 - 6, 28, 61 Hintáta, págs. 129-30, 165,211. Judíos, pág, 38. Kuíáma, pág. 208. Lamaya, pág, 208. Lam^, págs. 22 - 23. Lamía, págs. 23, 31, 46,187,208. Lamíüna. págs, 22-4, 28, 32, 36,

39,46,74,129, í 33,135,158,206. Lamíuníes, págs, 23, 30, 166. Liyaya, pág. 208. Luwata, pág, 208. Madyüna, págs. 199, 208. Magda, pág. 208. Magfawa, págs. 31, 208. Malzoza, pág. 208. Maqqára, pág. 208. Mastnüda, pág. 278. Masmudíes, págs. 27, 35, 104,

136, 138. Massüf, pág. 22, Mastara. pág 208. Masüfa, págs. 23,31,46,158,171, Mafmáta, pág. 208. Mázala, pág. 170

Mazáta, pág. 208. Miklata, pág. 163, 208. Miknasa, págs. 199, 201, 208. Mulattimün, pág, 22. Murabittün, pág. 30. Nafas a, pág. 208. Nafza, pág. 208. Ragraga, pág. 199. Raqüna, pág. 163. Rig. pág. 208. Sadfüra. pág. 208, Sadrata, págs. 199, 208. Sinhaya, págs, 23-4, 26-8.34, 74,

96, 104. 129, 163, 165, 206, 208, 211.

Tabábi'a, pág. 24. Tasül, pág. 199. Tiklata, pág. 208. Ulhasa, pág. 208. Urika, pág. 211. Zadaya, pág, 208. Zabila, pág. 208. Zanáía, págs. 31, 41-46,104,157,

163, 207-8, Zawaga, pág, 208. Zawara, pág. 208.

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ÍNDICE G E O G R Á F I C O

Abu Niyás, pág. 200. Agarsif, pág. 161. Agmat, oágs. 33, 34, 36, 38, 39,

119,120,130,135,139,174,211. Agmát an Waylan, pág, 34, Alarcos. págs. 58, 75,134, 189. Alcalá la Real, pág 113. Alcaraz, pág. 149. Alcázar de piedra, pág. 165. Alcázar del Sayyid, págs. 192,

196. Alcazarquivir, pág. 177. Alcazarseguir, pág. 199, 201. Alcira, pág. 110. Aledo, págs. 67, 81 a 83, 85. Alejandría, pág. 177, Algeciras, págs. 64 a 66. 83, 85,

86, 99. 101, 202. Alhendín, pág. 114. Alicún, pág. 114. Almanzora, pág. 110. Almería, págs. 64, 77, 83, 84,

124, 144, 159. Almunia de Toledo, pág. 102. Alpujarra, págs. 113, 114. Al-Andalus, págs. 15,16, 20, 28

34, 42 a 45, 47, 50 a 52, 57, 59 63,64. 67, 71, 75, 80 a 85, 87 88, 90, 93, 95, 96, 101, 104 105, 108 a 110, 115, 120, 124 126, 138, 144, 145 a 148. 157 a 159, 168, 172, 175 a 177, 184 a 192, 197, 201, 202, 210.

Anfa-Casablanca, pág. 211. Anti-Atlas, págs. 31, 105, 120. cAqabat al-Baqqar, pág. 148. Aragón, pág. 110. Archidona, pág, 113, Argel, págs. 12 a 14, 65, 159. Argelia, pág. 140. Arnisol o Arinzul, pág. 113. Asadram-an-al-Guzáy, pág. 133. Atlántico, pág. 105. Atlas, págs. 21, 34, 95, 96, 105,

132, 135, 136,170,194. Axarafe, págs. 56, 201. Atsa, pág. 114. Awan, pág. 99. Awdagust, pág. 24. Awkür, pág. 23. Azemmor, págs. 163, 196, 211. Bab al-Yizinm, pág. 201. Bab al-Qarmadiyin, pág. 157. Bab Agmat, pág. 165. Bab al-Futüh, pág. 163. Bab Dukkála, pág. 165. Bab al-Dabbagín, pág. 165. Badajoz, págs. 50, 67, 70, 147,

148, 185. Baena, pág. 113. Bagdad, págs. 26,105, 125, 126,

177. Balaguer, pág. 88. Baleares, pág. 96.

2i)

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230

Barbastro, págs, 13, 88, 89. Baza, págs. 81, 85,111. Al-Binya, pág. 202. Berchules, pág. 114. Bona, pág. 184. Botoa, pág. 70. Bugía, págs. 126, 127, 156,157.

159, 177, 178, 181, 188, 197. Al-Buhayra, págs. 16, 94, 127,

135, 137 a 140, 180. Bury Tizaf, pág. 135. Cabo Nun, pág. 31. Cabra, pág. 31. Calatayuc?, pág. 88. Calatrava, pág, 91. Carmona, pág. 185. Casa Blanca, Granada, pág. 191, Castilla, págs. 71, 202. Ceuta, págs. 65, 66, 87, 102,177,

185 a 188, 196, 203. Coimbra, pág. 103. Constaníina, pág. 178. Córdoba, págs. 33, 46, 58, 87,

93,96,103 a 105,113,124,125, 144, 148,150, 172, 180 a 182, 185, 186,

Coria, págs. 49, 50. Dar aí-Hayar, pág. 172. Darca, págs. 31, 32, 171. Darán, véase Atlas. Daroca, pág. 88. Denia, págs. 90, 110. Desfiladero de cAbd Alláh, pá­

gina 195, Diezma, pág. 111.

Dilar, pág. 114. Ecija, pág. 113. Egipto, págs. 90, 124, 183. El Cairo, pág. 146. El Estrecho, págs. 56, 65, 81, 86,

115, 155, 158, 175, 177,186, a 188, 210.

Fahs al-Ballüt, pág. 148. Fahs al-Baqár, pág. 148. Fahs al-Sabab, pág. 148. Farrés, pág. 112. Fraga, págs. 75, 8«. Fez, págs. 26, 41, 46, 65, 125,

155, 161 a 163, 171, 175, 177, 181, 185, 195-6, 199 a 203.

t aba l al -cArd, pág. 162. t aba l al-Qasar, págs. 149, 150. t aba l Bani, pág. 31. Gabes, pág. 136. Galicia, pág. 47. Gana, págs. 23, 24, 28. Garb, pág. 140. Genil, pág. 196. Gevora, pág. 79. Gibralíar, págs. 173, 185. Gomara, pág. 65, 155, 156. Graena-Gayana, pág. 111. Granada, págs. 13, 67, 71, 83,

86, 91,93, 109, 111, 112, 114, 144, 147 a 149, 181,185 a 187, 196, 197.

Gruta de los reidores, pág. 156. Guadalajara, pág. 88. Guadiana, pág. 70. Guadix, págs. 111, 114, 174.

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231

Guerrero, río, pág. 70. Harga, págs. 120, 124,127, 129,

130, 236. Hibt, pág. 177. Hísn al-Baqqar, pig. 148. Huesca, pág. 88. Hunayn, pág. 207. íftíqiya, págs. 58, 156, 177, 179,

185, 186, 190, 191. lyilliz de Harga, pág. 136. íyílliz de Marrakus, págs. 37,

164, 166. Iq lTm, pág. 113. cIraq, pág. 84. Jaén, págs. 83, 91, 162, 185. Játiva, págs. 110, 114, Jerez, págs. 149, 202. Jerusalen, pág, 107, Kik, págs. 33, 135, 211. Kumya, pág. 207. Kutubiya, pág. 33. Las dos rocas, pág, 156. Lecrín, pág, 114, Lérida, pág. 88. Levante, págs, 56, 73, 81, 82, 93,

95, 110. Lorca, págs. 67, 81, 82, 83. Lucena, al-Yasana, págs. 93,113. Luque, pág. 113. Llano del albornoz, pág. 39. Al-Magrib, págs, 15, 20, 24, 28,

30, 36 a 39, 41,42, 46, 59, 65, 73, 84-5, 95-6,100, 105-6,108, 111, 115-6, 124-8, 135, 143-5, 155, 158, 161, 171, 175, 177.

184-5, 190, 197, 200-1, 206-7, 210.

Al-Mahdiya, págs. 126, 182-4. Málaga, págs. 67, 83, 113, 173. Mallála, pág. 126-7. Macamura, pág. 177. Maracena, pág, 112. Mary al-ruqqad, pág. 187. Masün, pág, 177. Marrakus, págs. 11, 16, 19-20,

33-35, 37-8, 43, 74, 81, 94, 96-7, 103, 108, 115-20, 127, 130, 134 a 140, 145, 155, 160, 163-6, 174-5, 177-80, 187, 190-99, 205-6, 208-9,

Marruecos, págs. 22, 31, 103, 107, 140.

Masíla, pág. 123. Al-Mazüqa, pág. 112. La Meca, págs, 24, 26, 42. Medina, pág. 42. Medinaceli, pág. 88. Mequínez, págs. 41, 108, 115,

163. Mesa del Rey, pág. 75. Mindás, págs. 16, 158. Montaña de las estrellas, página

135-6. Motri l , pág. 114. Muluya, pág. 31. Murcia, págs. 81-84, 110, 138. Nafis, pág. 34. Nayd de Granada, pág. 191, Al-Nakkár, pág. 149. Navas de Tolosa, pág, 75.

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232

Nibar, pág. 112. Niger, pág. 24. Orán, págs. 63, 158-61, 171. Oriente, págs. 95,117,126, 177. Palestina, pág. 208. Pedroches, pág. 148. Persia, pág, 80. Portugal, pág. 13. Puente Pinos, pág, 112. Purchena, pág. 110. Qádisiya, pág. 80. . Qasr al-hayar, pág. 37. Qassás, pág, 149. Al-Qayrawán, pág, 26. Rabat, pág. 187-8. Regio, pág. 113. Rif, pág 65. Ronda, pág. 87, 201. Sabika, pág. 187. Safí, pág, 211. Sahara, págs. 22,31,41,176,206. Al-Sajra, pág. 202. Al-Sajratan, pág. 159. Al-Saka, pág. 113. Salamanca, pág. 148. Salé, págs. 33, 108, 115, 163,

174, 177, 182, 187-8, 202-3. Salvatierra, pág. 190. Santarén, págs. 13, 188. Samárra, pág. 107, Sebú, pág. 82. Segura, pág. 83, Sened, pág, 111. Senegal, pág. 27.

Serón, pág, 110, Sevilla, págs. 34, 55-6, 59, 60,

66-7, 73, 77-8, 82-3, 87, 93, 149, 176-7, 180-1, 185, 188, 197, 201.

Sicilia, págs. 123, 183-5. Silves, pág. 189. Sfax, pág. 184. Sierra Nevada, pág. 111. Siyilmasa, págs. 24, 31-2, 157,

186. Sitia, págs. 90, 107, 124, 206,

208. Sudán, págs. 23, 27, 32, 41. Sur al-Jair, pág, 35. Sus, págs. 39, 40, 95, 105, 120.

124,127,132,174-6, 186, 207-8, 211.

Tadla, págs. 33-4, 155,163, 170. Tafilelt, pág. 31. Tagra, pág. 126. Tagrart, pág. 161. Taharí, pág. 208. Tajo, págs. 49, 188. Talavera, pág. 101-2. Tamasna, pá'gs. 33, 211. Tamgarut, pág. 195. Tánger, págs. 65, 177, 202-3. Tarifa, págs. 56, 201-2. Tavira, pág. 149. Taza, págs. 195-6, 199, 203. Tell argelino, pág. 96. Tíjola —Tayala—, pág. 110. Timámanáwt, pág. 28. Timbuctu, pág. 24,

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233

Tínmallal, págs. 120, 127, 129, 130, 135-7, 139, 187-8, 1904, 196, 211.

Tirieza, pág. 83-4, Tirnj, pág. 156. Tisgarí, págs. 34, 211. Toledo, págs. 15, 49, 51-2, 59,

65, 67, 91, 101-2. Tarea, pág. 31. Totana, pág. 83-4. Tremecéíi, págs. 14, 31, 41, 46;

65, 126, 136,155-7, 159, 161, 181, 195, 203, 205, 207-8.

Trípoli, pág. 186-8, Tudela, pág. 88. Ttínez, pág. 182-4. Al-'Ubbaci, pág. 157. Uclés, pág, 134, Umm Rabic, págs. 163,194, 211. Al-'Uqqab, pág. 190. Urika, págs. 32, 34, 135.

üxda , págs. 65, 161. Valencia, págs. 81-2, 85, 94, 97,

110. Wawanzárí, pág. 194, Vejer, pág. 202. Vélez Málaga -Balis--, pág. 114. Vera, pág. 110. Wadí Nafís, págs. 33, 135. Wadi Rgaya, págs. 33,120, 135. Wadí Sos, págs, 105, 175. Wansarís, pág. 127. Warga, pág, 177. Yarmük, pág. 80. Yemen, pág. 24-5, 206. Zalaca, pág. 15, 67, 70-1, 75-6,

80-1, 147-8, 167-8, Zaragoza, págs. 88-9, 90, 110,

117. Zarhün, pág. 201 Al-Zaytüna, pág. 14. Zurita, pág. 50,

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ÍNDICE DE OBRAS CITADAS

Alcalá-Pedro de, «Vocabulista arábigo», pág. 40. ' A l i b. Abi Zar. «Al-Rawd al-Qirtas», trad. Huici, págs. 16,26, 29,

52-3, 35, 39, 76, 81, 85, 123, 137, 170, 175, 177, 179,185,194, 202.

Allouche-I. S., editor del «Hulal», págs. 13, 16, 23-5, 33-4, 36, 40, 43, 45-6, 50-1, 54, 62, 67, 90, 94, 99, 101, 104, 108, 112, 124, 151, 138, 143, 149-50, 155, 158, 192, 202.

Amari. «Apéndice ala Biblioteca arábigo-sicula», pág. 13. Al-Andalus. «Revista de estudios árabes», pág. 22. Anónimo. «Annales Toledanos», págs. 102, 112. Anónimo Anónimo Anónimo Anónimo Anónimo

«Crónica del Emperador», edic. Huici, págs. 16, 148. «Cronicón Conimbricense», edic. Flores, pág. 103. «Cronicón Lusitanum», edic. Florez, pág. 103. «Dajirat al-Saniya», edic. Ben Cheneb, pág. 199. «Kitab al-iqtifá», edic. Dozy, pág. 85.

Asín. «Aben Masárra y su escuela», págs, 93, 125. B, A. H . , edic. Codera, pág. 74. Al-Bakri. «Descripción del Africa septentrional», edic. Dozy,

págs. 22-4, 27-30, 32-4, 74, 76, 90, 95, 150. Ballesteros, A. «Historia de España», I I , 324, pág. 75. Al-Basír al-Furti, Editor del «Hulal», en Túnez, pág. 13. Basset, R. «Noíice sommaire des mss. orientaux des deux Biblio-

theques de Lisbonne», pág. 14. Basset y Terrasse. «Sanctuaires et Forteresses almohades»,

págs. 33, 120,172. Bel. «Les Benou Ghanya», pág. 97. Casanova. «Mohammad et la fin du monde», pág. 182.

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236

Codera. «Decadencia y desaparición de los almorávides», págs. 13-4, 85, 90, 100, 103-4, 117, 125, 149, 174.

Conde. «Historia de los musulmanes españoles», pags. 11-2, 27, 31, 35, 39-41, 43, 51, 88, 149, 154.

Dozy. «Historia de los musulmanes españoles», 2.a edic, págs. 12, 77, 85,

Dozy. «Notice eí extraits», pág. 14.. Dozy. «Récherches», 3.a edic, págs. 11-3, 51, 89, 109-10,112,116,

119. Dozy, «Scriptorum arabum loci de Abbadidis», págs. 12, 52-3,

56, 59, 67, 72, 74, 76, 79, 82, 99. Dozy. «Supplemen; aux dicíionnaires árabes», págs. 40, 130. «Encyclopédie de Tlslara», págs. 23-4, 26, 31, 34, 36, 44, 60, 105. Fagnan. «Annales du Maghreb et de TFspagne», trad. parcial

del Kámil de Ibn akAtír, págs. 35, 58, 184. Al-Gazálí. «Ihya'», págs. 84, 124-6. Goldziher, I . «Introduction au Livre de Muhammad Ibn Toumart»,

págs. 124, 180. Goldziher. «Materialien zur Kentniss der Almohadenbewegung

in Nordafrika», Z. D. M . G., X L I , pág. 132. Al-Hasan b. Rasíq, Abü cAli. «Arbol de las Genealogías de los

califas y de los emires», pág. 123. Héspens, págs. 140, 156, 181, 208. Hu id , A. «La historia y la leyenda en los orígenes del imperio

almohade», al-Andalus, vol. XIV, fase.,2.°, pág. 179, Ibn al-Abbar. «Hulat al-Siyara», edic. parcial Dozy, págs, 97, 162. Ibn al-cArabí, Abü Bakr. «Al-Ahwadí fí sarh al-Tirmídi», pág. 167. ibn al-Atir. «Kámil», trad. Fagnan, págs. 57-8, 67, 104, 177, Ibn Buyayr, «Historiador de los almohades», pág. 118. Ibn cIcían. «Al-Bayán al-Mugrib fi ajbár al-Magrib», págs. 45, 170,

192. Ibn al-Jatíb. «Al-Iháta fí íaríj Garnata», págs. 100, 109-15, 146-9. Ibn al-Jatíb. «A mal al-aclám», págs, 12, 174. Ibn Jaldün. «cIbar», edic. Slane, págs. 64, 65, 74, 84, 86, 106, 110,

169-70, 175.

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237

Ibn Jaldün. «Prolegómenos», trad. Slane, págs. 24, 123, 150, 154, 182.

Ibn al-Muwaqqit. «Al-Sacáda al-abadiya», pág. 16. Ibn al-Qattan. «Nuzm al-yumán», ms. de al-Qatíáni, págs, 11, 102,

123-5, 131, 133-38, 143, 146, 148, 151, 155, 156, 161, 169-71, 180.

Ibn Sahib al-sala. «Al-Mann bil imama», págs. 11, 123-5, 139-40, 171-2, 176, 183.

Ibn al-Sayrafí. «Las luces brillantes en las noticias del imperio almorávides, págs. 11-2, 109, 111-14, 147-50, 155.

Ibn Sacid, «El libro de las Banderas», edic. García Gómez, págs. 71, 92, 123.

Ibn Tomart. «Le Livre», edic. Luciani, págs. 124, 132, 142,180. Ibn al-Warrán o al-Wazzán. «Consultas de Ibn Rusd», pág. 112-3. Al-Idrísi. «Descripción del Africa y de España», edic, y trad. Dozy,

págs. 23, 35, 37-8, 135. Jacqueton, G. «Les archives espagnols du Gouvernément general

de l'Algérie», pág. 12. Lévi Provengal. «Crónica anónima» en Melanges, R. Basset,

véase Ibn al-Qattán. Levi Proven^al. «Memorias de al-Baydaq», págs. 11-3, 34, 100

118-20, 123-4, 127, 129, 132-37, 155-57, 160-64, 169, 171-4 177, 179, 184.

Lévi Proven^al. «L'Espagne musulmane au X siécle», págs. 44 47, 172.

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C O R R E C C I O N E S

Página Linea D i c e L é a s e

19 4 Tánicas, 20 10 Imán 23 34 Enciclopedie 24 23 id . 27 1 Guddála (1) 27 7 instruidos (2) 27 17 alfaquíes 27 28 (2) 27 34 (3) 29 18 había 33 8 pusieron 33 33 Agmaty 36 21 hablanda 38 31 (1) La 44 22 escribirla 57 26 al-Mutannabi 66 31 sugerió 67 7 Tamin 67 9 y excusó 68 12 desierto, es 73 27 (varias heridas) 73 30 Hasím 89 3 cAbd Allah

Túnicas Imam

Encyclopedie id.

Guddála instruidos (1) alfaquíes (2)

(3) (2)

habían se vieron Agmaí y hablando

(3) La escribirle a

al-Mutanabbi sugirió Tamim

se excusó desierto,

(varias) heridas Hásim

'Abd al-Málik

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240

Página Linca D i c e L é a s e

90 92

100 104 106 106 108 113 114 118 133 135 135 138 146 151 157 165 174 175 181 184 185 187 191 192 193 194 195 203 204.

13 13 54 5 4

13 20 27 19 9

31 19 20 23 6

33 20 18 20 20 22 29 13 17 20 14 35 33

7 12 6

d pidiesen Cayangos sinhayas

p. nv dían

Rudmir 15

muertos de leyó

Ibn Qattán de la del íorredde-

Qattán pronombre

Qattán al-Qarmadín

Sinbáya dedicaree

1.308 al-Hassán

1151 1260 1153 1216 1223

Zacariyá' al-Mafmün

id . Salé

al-Mucminin

de pidiese

Gayangos sinhayas

p. vr dan

Radmir 13

muertos la mayoría de recitó

Ibn al-Qattán de la de­torre del al-Qattán

prenombre al-Qattán

aOQaímadiyin Sinháya

dedicarse 1.308

al-Hassár 1Í59 1160 1163 1224 1226

Zakariyá* al-Ma'mün

id . Chella

al-Mu'minin

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ACABOSE DE IMPRIMIR ESTE LIBRO, EL DÍA S E I S D E JUNIO D E MIL N O V E ­

CIENTOS CINCUENTA Y DOS, EN LOS TALLERES TIPOGRÁFICOS QUE LA

LIBRERÍA CREMADES TIENE ESTABLECIDOS EN CALLE

BEN HOSAIN, 10-12 D E T E T U Á N

(MARRUECOS ESPAÑOL)

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