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    Antonio Botana fsc

    ASOCIACIN LASALIANA:

    EL RELATO CONTINA

    Cuadernos MEL 2

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    1. La Carta del 1 de enero 2000El ao 2000 quedar sealado en la historia de la nuevaAsociacin lasaliana con un significado especial. Sus cifras sugie-ren el comienzo de una nueva etapa, son el signo de la novedad.Y al mismo tiempo estn apuntando a un pasado sobre el que se

    construye la nueva etapa. Y as ocurra en el mbito lasaliano:desde el comienzo del ao se nos propona un desafo que venaexpresado en la ltima Carta Pastoral del Hermano John Johnstoncomo Superior General. Su ttulo: El desafo: Vivir hoy nuestrahistoria fundacional transmita la urgencia de dar continuidad,de una manera nueva, a algo que haba sido esencialmentenuevo, nuestros comienzos fundacionales.

    El Hno. John haca ver en su carta la relacin entre nuestra histo-ria fundacional y nuestra identidad:

    Lo que llamo historia, los eruditos probablemente llamaranmito. ... Segn Richard Cote, OMI, mito, en efecto, significa pala-bra o narracin y es bsicamente una historia, la historia de cmoun pueblo lleg a ser y a considerarse como pueblo distinto... Elpueblo judo ha mantenido su sentido de identidad a travs de lossiglos contando y volviendo a contar el relato de la intervencinde Dios en su historia y, de manera especial, la historia del xodode Egipto. ... Reconocemos este modelo en nuestra vida de cris-tianos. Escuchamos, meditamos, narramos y celebramos la histo-ria del paso de Cristo de la muerte a la vida para nuestra reden-cin. ... Vivimos esta bella historia ao tras ao, expresando yalimentando nuestra identidad de cristianos, bajo la gua delEspritu Santo.

    De igual manera nosotros Hermanos de las Escuelas Cristianasnecesitamos escuchar, meditar, narrar y celebrar nuestra historiafundacional, la historia de cmo llegamos a ser y cmo comen-zamos a experimentarnos y percibirnos como algo original, dife-rente y distinto (pp. 11 y 12).

    0. El desafo: vivir hoy nuestra histo-ria fundacional

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    El Hno. John nos invitaba luego a descubrir el dinamismo queaquella historia fundacional nos ofrece para hoy:

    Debemos permitir que la fuerza de nuestra historia fundacionaly la interpretacin de La Salle de la misma, nos formen, desafene inspiren. La visin renovada, el compromiso y el dinamismosurgirn de esa meditacin. Llegaremos a comprender el signifi-cado de fidelidad creativa y la haremos realidad (p.20).

    A continuacin, el bloque ms grueso de la carta estaba dedica-do a poner de manifiesto la creacin incesante en la fidel idad(Regla, 149) que aquel dinamismo est promoviendo en el mundolasaliano: diferentes formas de vivir el carisma fundamental. El

    desafo propuesto en el ttulo de la carta queda planteado contoda la ambicin posible:

    Necesitamos acoger con entusiasmo a los que desean ser aso-ciados lasalianosy ayudarles a crear formas nuevas y originalesde vivir el carisma lasaliano. Ellos mismos deben ser protagonis-tas en esta bsqueda (p. 67).

    2. El captulo general del 2000La carta del Hno. John ambientaba a todo el Instituto en el quehaba de ser el tema central del 43 Captulo General, celebradoentre mayo y junio del 2000: la Asociacin para el servic io edu-cativo de los pobres, como respuesta lasaliana a los desafos delsiglo XXI.

    El Captulo asumi el reto que el Hno. John haba expresado ensu carta:

    El 43 Captulo General 'bajo la gua del Espritu Santo' debeayudar al Instituto a viv ir hoy nuestra historia fundacional (p. 10).

    El Captulo se sita desde el comienzo en una dinmica de narra-cin: contempla la historia lasaliana desde la perspectiva presen-te, la del ao 2000, y reconoce el hilo, la tramaque une nuestro

    hoy con aquellos comienzos. Identifica el nudo en el que conflu-ye y del que arranca la trama de nuestra historia:

    El acontecimiento fundacional que une al Instituto de hoy consus orgenes es aquel del 6 de junio de 1694, cuando San JuanBautista de La Salle y doce de sus compaeros se asociaron para

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    consagrar su vida a la educacin cristiana de los nios pobres(Circular 447, p. 2).

    Se da cuenta, y as nos lo advierte, que no es slo un recuerdo:hay en l una fuerza inspiradora que llega hasta nosotros:

    El voto de los orgenes que asocia al Fundador con doceHermanos en 1694, para el servicio educativo de los pobres, es lafuente de las asociaciones lasalianas entre seglares y religiososque quieren juntarse para trabajar en la misin lasaliana. Este esel origen de las nuevas respuestas asociativas para la misin (p.3-4).

    El Captulo, representando al Instituto de los Hermanos, se sienteformando parte de esa historia y acepta su propia responsabilidadde continuar narrndola:

    El Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas es la pri-mera forma de asociacin querida por Juan Bautista de La Salle(p. 3).

    A este respecto, los Hermanos necesitan interrogarse sin cesar

    sobre cmo viven en la prctica la asociacin para que sta favo-rezca el desarrollo progresivo de su crecimiento personal, su soli-daridad humana y su escucha de Dios para la misin comunita-ria que les asocia: el servicio educativo de los pobres (p. 4).

    Pero, al mismo tiempo, est atento a descubrir los nuevos actoresque se estn incorporando a esta misma historia para enriquecer-la, atrados por la misin:

    Para el desarrollo de la misin lasaliana, el Instituto se deja inter-pelar por los dinamismos que se manifiestan tanto en losColaboradores como en los Asociados, anima y apoya todas lasformas de compartir de los Colaboradores entre s y con losHermanos, a fin de que cada uno pueda profundizar su propiacomprensin de la asociacin, teniendo en cuenta las constata-ciones hechas, el carisma lasaliano y la teologa actual de laIglesia (p. 3).

    El relato contina. Pero hay nuevos y variados actores, y es pre-ciso tenerlos en cuenta. Necesitamos reconocernos, necesitamosdesarrollar la comunin entre los distintos actores, para un mejorservicio a la misin... Pero el Captulo considera que en elmomento actual del relato es ms importante promover la vida

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    que poner etiquetas a la vida. En sus propuestas resalta el apoyoa los procesos de desarrollo de la Asociacin lasaliana, la pro-mocin de nuevos grupos y el acompaamiento respetuoso denuevas formas de asociacin que surjan desde la iniciativa de los

    colaboradores lasalianos.

    El Captulo General aporta pocas concreciones en cuanto a lamanera de proceder para desarrollar las nuevas formas de asocia-cin. Se preocupa mucho ms de sealar los dinamismos quedeben estar presentes para que la nueva etapa pueda continuar lanarracin de la historia lasaliana sin perder la tramaque le da uni-dad:

    Hay Colaboradores que han recorrido un largo camino de parti-cipacin en la misin lasaliana y que se sienten llamados a pro-fundizar y participar en el carisma, la espiritualidad y la comu-nin lasaliana. Particularmente, viven un cierto nmero de carac-tersticas lasalianas de referencia:

    una vocacin a vivir de acuerdo al carisma de San Juan Bautistade La Salle y a sus valores;

    una vida de fe que descubre a Dios en la realidad, a la luz dela Escritura, y para las personas de otras religiones segn sus pro-pios textos sagrados;

    una experiencia comunitaria, vivida de diferentes formas yacorde a la identidad de cada uno;

    una misin que asocia en el servicio de los pobres y que impli-ca una cierta duracin;

    una apertura universal que nos abre a dimensiones que superanlo personal y su realidad local (pp. 4-5).

    3. 40 aos de camino...El ao 2000 forma parte de una historia, una larga cadena deaos... Nuestro ao 2000, tambin. El impulso que durante ese

    ao se dio a la nueva Asociacin lasaliana no surgi como inspi-racin repentina, sino que es un paso ms en un proceso quecomenz hace tiempo.

    Esencialmente este proceso est muy unido a la corriente interna

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    provocada en la Iglesia por el Concilio Vaticano II; corresponde,por tanto, a un perodo de unos 40 aos. Aquella corriente sacu-di la conciencia de la Iglesia hacindole recuperar el ncleo ori-ginario de su identidad: una comunin para la misin. Es aqu, en

    esta corriente eclesial, donde hay que buscar los autnticos fun-damentos de la nueva Asociacin lasaliana, que es, tambin ella,una comunin para la misin (podemos especificarlo ms: unacomunin en el carisma de La Salle para la misin de educar a lospobres).

    Las Actas del 43 Captulo General recogen brevemente lasecuencia histrica que se ha ido sucediendo durante este pero-

    do de 40 aos, comenzando con el Captulo que tuvo lugar ape-nas terminado el Concilio Vaticano II, en 1966:

    El 39 Captulo General record al Instituto 'que la orientacinhacia los pobres forma parte integrante de la finalidad delInstituto' (Declaracin, 28.2). La asociacin de los Hermanos sesita ah como una respuesta a esta exigencia. Los Hermanostoman conciencia y los Colaboradores van a descubrirlo tambinpoco a poco.

    El 40 Captulo General dio gran importancia a este voto de aso-ciacin por medio de un serio estudio de los orgenes. Al mismotiempo, los primeros miembros de Signum Fideihacan su consa-gracin.

    El 41 Captulo General se dirigi a la Familia Lasaliana reco-nociendo as a miles de personas que contribuyen a la misin.

    El 42 Captulo General abord el tema de la MisinCompartida y habl de Colaboradores. Por primera vez losConsultores tuvieron voz en un Captulo General (p. 2).

    Entre esos grandes eslabones de la cadena encontramos otros quela refuerzan. Sealamos estos tres:

    La Regla de vida de los Hermanos, aprobada en el 41 CaptuloGeneral (1986) incorpora la expresin misin compartida e

    introduce la nocin de asociacin para los seglares:Los Hermanos asocian con gusto a los seglares a su misin edu-cativa. O frecen a quienes lo desean medios para conocer alFundador y vivir segn su espri tu (Regla 17).

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    La Carta a la Familia Lasaliana, firmada por el Consejo Generalen 1989, es prueba de un real espritu de apertura y de confianzarespecto a los diversos grupos de la Familia Lasaliana, a los quese les invita a construi r un estil o de asociacin que refleje bien

    su propia identidad (p. 35).

    En 1997 el Consejo General publicaba un importante estudioque contemplaba la nueva etapa de misin compartidaHermanos-Seglares formando una parte coherente con el conjun-to de la historia lasaliana. Su ttulo: La misin lasaliana: la edu-cacin humana y cristiana. Una misin compartida. El pasajesiguiente nos hace ver el camino que poco a poco se va adop-

    tando:La asociacin, tal como los Hermanos la hemos vivido, ha teni-do un impacto profundo sobre la organizacin y el funciona-miento de sus escuelas. Fue un factor decisivo para facil i tar sucohesin, su eficacia y su creatividad. Hoy, bajo otras formas quean hay que inventar, el mismo espri tu de asociacin debe con-tinuar inspi rando y vivi ficando las escuelas lasalianas donde loslasalianos seglares son la gran mayora. El actual desafo para losHermanos y para los otros educadores lasalianos radica en des-cubrir juntos, en dilogo abierto, cmo fundamentar y promoveren nuevas fundaciones las dimensiones asociativas de su com-prom iso en la educacin humana y cri stiana de los jvenes, espe-cialmente los pobres (3.31. p.139).

    4. Tiempo de transicinAparece con claridad que, en el tema de la asociacin, elInstitu to vive un tiempo de transicin y que es importante res-petar sus exigencias, afirma el 43 Captulo General (Circ. 447,p. 9). Desde ese convencimiento impulsa la experimentacin deformas nuevas de asociacin y anima al Instituto a darse untiempo de l ibertad en la promocin y acompaamiento de lasestructuras y de las formas de asociacin (p. 10).

    A muchos les gustara encontrar los caminos ya marcados, claros yprecisos; pero no lo estn. Nos toca inventarlos. Ser necesario elanlisis y el discernimiento, pero sin excesivo temor a equivocarse.

    La confusin de vocabulario es bastante frecuente. Para algunos,

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    los conceptos que han ido apareciendo en la reflexin de estos 40aos -Famil ia lasaliana, M isin compartida, Asociacin... - sesuperponen con el mismo significado; y donde se deca Familialasalianao M isin compartida, ahora parece que hay que decir

    Asociacin... Y no es as. Son trminos complementarios, con dis-tinto significado.

    Por otra parte, el concepto Asociacin presenta la dificultad decorresponder a un trmino muy usado en la cultura actual, perocon un significado muy diferente al que recibe en nuestro con-texto lasaliano. La Asociacin lasaliana es el resultado, no de uncontrato, sino de la comuninde unas personas animadas por el

    carisma lasaliano y comprometidas en el servicio educativo delos pobres.En tiempos de transicin los temores abundan: temor de algunosHermanos a perder su propia identidad, confundida con la de losseglares; temor de otros Hermanos a que el Instituto resulte dema-siado transformado en el proceso de la asociacin; temor en algu-nos seglares a que el hecho de asociarse suponga el ser asimila-dos a la condicin de Hermanos, perdiendo su especificidad

    seglar; temor de otros a que resulten incompatibles sus deberesfamiliares o sociales con los que se deriven de su compromisocon la asociacin...Las prisas de unos por llegar enseguida a realidades bien concretas,a asociaciones bien definidas, con signos de pertenencia clara...contrastan con la prudencia de otros que no quieren dar ningnpaso por temor a equivocarse o les parece precipitado el hacer pro-puestas de compromiso a los posibles destinatarios.

    En tiempos de transicin es mucho ms importante el facilitar a laspersonas -Hermanos y seglares- motivaciones y formacin que orga-nizar estructuras que dan la impresin de que todo est en ordeny en marcha. Por eso el Captulo General invita en suRecomendacin 4 a que la formacin de Hermanos y colaborado-res sea una prioridad en el Insti tuto en los prximos siete aos. Esaformacin, antes que cualquier estructura, ser quien mejor contri-buya a fortalecer la Asociacin para el servicio educativo de los

    pobres, como respuesta lasaliana a los desafos del siglo XXI. As lohan comprendido muchos distritos que estn dedicando fuertesrecursos humanos y econmicos a la formacin de sus miembros,Hermanos y colaboradores.En las pginas que siguen hemos pretendido aproximarnos al signi-

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    ficado, la importancia, las caractersticas, las exigencias... de laAsociacin vivida segn el carisma lasaliano. Son cinco aproxima-ciones, tal como indicamos en los ttulos, que ayudan a descubrirdiversos aspectos de la Asociacin. No representan un estudio siste-

    mtico de la Asociacin, y tampoco pretendemos definir, y muchomenos encasillar lo que debe ser la Asociacin lasaliana. Tan sloqueremos sugerir caminos y abrir horizontes que nos animen atodos los lasalianos a lanzarnos a esta nueva aventura en la que elEspritu se reserva el papel protagonista.

    Cuestionario para la reflexin en grupo:

    1. Cul es la historia de nuestro Distrito (o Comunidad) res-pecto de la nueva Asociacin lasaliana? Sealar los momentosclaves: entrada de los seglares en la misin compartida,encuentros entre Hermanos y seglares, cursos de formacinlasaliana, puesta en marcha de grupos de seglares, participa-

    cin de seglares en asambleas distritales, documentos o pro-puestas de Captulos de Distrito...2. Cules son entre nosotros, por parte de los Hermanos y porparte de los seglares, las confusiones, los temores, las dudas, losinterrogantes... ms frecuentes respecto de la nueva Asociacinlasaliana?El concepto Asociacin en el sentido lasaliano est ligado alconcepto identidad colectiva. Asociarse para la misin no

    es equivalente con compartir las tareas propias de la misinlasaliana. Pero tampoco es suficiente con participar en la espi-ritualidad lasaliana. Asociarse para la misin requiere partici-par en la identidad colectiva lasaliana. Asociarse para lamisin es el resultado de un proceso durante el cual la perso-na se apropia la identidad lasaliana; es, por tanto, un procesode iniciacin e integracin.Qu transformacin se produce en la persona durante el pro-

    ceso de iniciacin, que le permite integrarse en la identidadcolectiva? Para responder a esta pregunta empecemos diciendocmo se siente la identidad colectiva por parte de los que par-ticipan en ella. Luego veremos cmo se llega a ella.

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    1. Los sentimientos de la solidaridadLa persona que ha asumido una identidad colectiva es capaz dedecir nosotros sintindose solidaria del conjunto de personasintegrado en el nosotros. La solidaridad es la actitud que uneentre s a los que participan de una misma identidad colectiva.

    La solidaridad se apoya sobre un sentimiento de pertenencia,que incluye el de complementariedad con los otros miembros:cada uno se ve a s mismo como parte de algo ms grande que noreduce sino que amplifica su propia personalidad y sus posibili-dades de realizacin personal en el mundo.

    La solidaridad se proyecta en la responsabilidad que cadamiembro del grupo siente respecto de la finalidad o misincomn. Es una co-responsabilidad.

    La solidaridad tiene un ncleo vital fundamental: es la fuerza deatraccinque sobre los miembros del grupo ejerce la personali-dad carismtica de alguien que encarna vivamente la identidaddel grupo. En nuestro caso, evidentemente, se trata de JuanBautista de la Salle.

    La identidad colectiva de un grupo se apoya, pues, sobre estostres sentimientos entre los miembros del grupo (sentimiento: loentendemos aqu como la fuerza interna, el dinamismo afectivoque mueve a la persona en una determinada direccin):

    el de pertenencia, que asegura la cohesin internadel grupo;

    el de corresponsabilidad, que asegura la fidelidaddel grupo ala finalidad o misin para la que naci;

    y el de atraccin en torno al lder comn, que se convierte encentro de referencia para cualquier discernimiento, y fuente decriterios comunes para la vida del grupo.

    La vitalidad del grupo depender de la intensidad con que sevivan en su seno dichos sentimientos. Y cada miembro del grupo

    1. Primera aproximacin. Asociarse:participar en la identidad colectiva

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    participa de la identidad colectiva en la medida en que esos sen-timientos estn arraigados en l. Notemos que tales sentimientostienden a comprometera la persona profundamente, y no slo enaspectos parciales o accidentales de la vida. Por eso mismo no

    pueden ser el resultado de pequeas experiencias, sino de un pro-ceso de formacin y transformacinde la persona.

    Veamos ahora cmo llegan a arraigar en la persona los senti-mientos de los que, segn decimos, depende la vitalidad de laAsociacin lasaliana. Lo primero que debemos notar es que estossentimientos se pueden desarrollar en torno a dos ejes que soncomplementarios: el afectivo y el narrativo. La identidad colecti-

    va necesita, para sobrevivir, estos dos componentes; y de lamisma forma, la persona que quiera participar en esta identidadcolectiva ha de desarrollar ambos niveles. El proceso de forma-cin inicial tendr que facilitarlo: es un objetivo esencial. Pero nobasta; a lo largo de la vida es muy fcil que alguno de estos com-ponentes tienda a debilitarse, segn las circunstancias que atra-viesa la persona y el grupo que la acoge. Por ello la formacinpermanente, de manera adaptada a cada edad, ha de preocupar-

    se por alimentar, profundizar y, en su caso, recuperar, cada unode los dos componentes de la identidad colectiva.

    2. El eje afectivoEs el primer eje en torno al cual comienza a desarrollarse la iden-tidad, a partir de la relacin con las personas concretas, la parti-cipacin en la vida de un grupo, la implicacin en una obra. Lapersona entra en relacincon los miembros del grupo; con ellosse implicaen experiencias propias de la misin, y a travs de ellossimpatizacon la figura carismtica del Fundador.

    Este eje permite a la persona enraizarseen la realidad, establecerlazos de comunincon las personas, sentirse conmovidopor lasnecesidades de los destinatarios, entusiasmarsepor la misin,comprobarsus propios dones y capacidades para servir a la

    misin.

    El resultado para el grupo es lo que pudiramos llamar la identi-dad afectiva del grupo. Los sentimientos en que se basa estnmuy l igados al aqu y ahora, a las personas y las obras concre-tas, al aspecto emotivo de La Salle en cuanto smbolo que nos

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    rene y nos distingue en el marco socio-eclesial. Es fundamentalpara que las personas puedan sentirse unidas entre s e interpela-das por los destinatarios de la misin.

    Pero, si slo se desarrolla este nivel, todo se termina en el lugar ycon las personas concretas del lugar. No se alcanza la universali-dad caracterstica del carisma, y por tanto no se dar continuidadal carisma. El eje afectivo no es suficiente para que exista laAsociacin lasaliana.

    3. El eje narrativo

    Una identidad empieza a desarrollarse sobre el eje narrativocuando supera el aqu y ahora y se descubre integrada en unahistoria en la que el pasado ilumina al presente, y ambos permi-ten proyectar el futuro. Podramos hablar de dimensin histri-ca, pero el trmino narracin se refiere a algo ms complejo;es la perspectiva con la que una persona contemplasu vida: des-cubre la tramaque une los acontecimientos en los que se ha vistoenvuelta, las races de la situacin existencial que vive ahora, y

    puede atreverse a esbozar las vas por las que camina hacia elfuturo.

    Una identidad colectiva es algo ms que la agregacin de un con-junto de identidades individuales. La identidad colectiva surge dela narracin de unos hechos en los que unas personas se han vistoenvueltas solidariamente. Cuando esas personas, en dilogo unascon otras, narran una y otra vezsu experiencia colectiva, van

    sacando a la luz los diversos lazos que estaban ms o menosimplcitos entre ellas, los lazos que las unan con los destinatariosde su obra, los lazos que forman la trama o intriga que unen unosacontecimientos con otros. Y al tiempo que desarrollan la narra-cin van tomando conciencia de su itinerario. Cada nueva lectu-ra supone normalmente una mayor conciencia del itinerario rea-lizado conjuntamente: descubren nuevos aspectos o los valorande manera diferente, o corrigen perspectivas anteriores.

    En la narracin hay un motivo o asunto central sobre el que giratodo el relato. Podemos decir que es el ncleo que le da consis-tencia. En la narracin lasaliana dicho ncleo se identifica con laeducacin cristiana de los pobres.

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    Pero la vida y el inters que pueda suscitar la narracin dependende la trama, fantasao intrigaque se ha originado en torno a aquelncleo. En la narracin lasaliana esa fantasa original que le datoda su peculiaridad es la voluntad de dar respuesta,juntos y por

    asociacin, a la necesidad de educacin cristiana de los pobres.Juntos y por asociacin: sa es la perspectiva desde la cual sedesarrolla todo el relato.

    La narracin tiende a prolongarse, y con ella la identidad colecti-va, ms all de las personas concretas, de los lugares y las cir-cunstancias concretas, en la medida en que tanto el ncleo cen-tral como la fantasa o intriga que sostenan la narracin sigan

    teniendo existencia real. Cuando desaparece o se olvida la narra-cin, tambin desaparece la identidad, al perderse la concienciadel itinerario comn, y slo queda la institucin con su organiza-cin y sus ritos, pero desprovistos ya de su significado original.

    Para que una persona pueda integrarse en una identidad colecti-va ha de sentirse reconocida en la narracin que sostiene dichaidentidad. La formacin inicial tiene por objeto, precisamente,ayudar a construir la identidad personaldel formando en relacin

    a la identidad colectiva; es decir, ayudar a descubrir e insertar elpropio relato existencialen el de la identidad colectiva (en nues-tro caso, en el relato de la Asociacin lasaliana) hasta sentirseparte de ella (sentimiento de pertenencia).

    El integrarse en una identidad colectiva lleva consigo el compro-miso de continuar el relato desde la misma intriga. Es la insercinen una historia interminable.

    De esta manera, el nivel narrativo amplifica el breve horizonte dela experiencia inmediata y hace que cada persona individual sesienta parte de una historia mucho ms amplia, en la cualencuentra sentido y comprensin su pequea historia. Y si la feest como punto de mira podr descubrirse en una historia desalvacin que desborda los lmites geogrficos y temporales desus circunstancias concretas.

    El sentimiento de pertenencia se enriquece con la dimensin dela comunin: la persona se percibe unida a otras personas en unmismo espritu o carisma, ms all de la simpata e incluso delconocimiento inmediato de la persona.

    El sentimiento de responsabilidad respecto de la finalidad o

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    misin tambin se enriquece cuando la persona se descubrecomo instrumento en la obra de Dios, y que esta obra no se limi-ta al proyecto concreto que lleva entre manos aqu y ahora.

    Y Juan Bta. de La Salle pasa a ser considerado como maestro devida y de espiritualidad, y no slo como un smbolo de unin.

    En este nivel narrativo tiene una importancia excepcional el mitoinicial o historia fundacional que ha dado origen a la identidadcolectiva lasaliana. El proceso de formacin ayudar a cada per-sona a revivir el mito inicial (la historia fundacional) y a capa-citarse para narrar la propia historia como actualizacin de aquelmito. Reviviendo y actualizando este mito inicial, cada nuevo

    asociado adquirir la identidad propiade la comunidad lasaliana,se identificar con el carisma lasaliano y ser capaz de enrique-cerlo con sus carismas personales.

    4. Las experiencias configuradorasLos dos ejes de la identidad, afectivo y narrativo, se desarrollan a

    partir de las experiencias configuradoras. La persona que se estiniciando a una identidad -en nuestro caso, el Hermano joveny el seglar que desea asociarse a la misin lasaliana- ha de pasarpor las experiencias configuradoras fundamentales que le permi-tan entrar en esta identidad, impregnarse de ella y hacerla suya.

    4.1 Para sentir la vida segn el carisma

    La experiencia configuradora es la que hace que el adulto sienta

    la realidad como suya. A travs de ella establece la vinculacincon la vida, con el mundo; mediante ella se siente protagonista,transforma la realidad, experimenta la vida, y desde ella ha detransformar la perspectivadesde la cual se contempla el mundo.Para esto se necesita tiempo. Y la identidad queda enriquecida odeterminada desde ella.

    Cuando la persona no ha podido asumir la identidad colectiva, por lascausas que fueren, sera un abuso el pedirle o imponerle una situacinque exija cierta madurez en la posesin de la identidad colectiva.

    Nos parece que ste sera el caso cuando a un Hermano jovense le sita en una comunidad de estilo individualista o dedicadaa obras muy dispares, si antes no ha tenido la experiencia gratifi-

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    cante de la asociacin para la misin en una comunidad cuyoscomponentes viven manifiestamente la solidaridad y el apoyomutuo.

    O tambin, cuando se le sita en un colegio para gente aco-modada porque la vitalidad y la creatividad del Hermano jovenson importantes para el funcionamiento del colegio, pero antesno se le ha facilitado la experiencia directa de estar dedicado, encomunidad, a los-realmente-pobres.

    O tambin, cuando se le confa un puesto de direccin en laorganizacin de una obra educativa, si antes no ha tenido laexperiencia de asociacin con otros colaboradores seglares, tra-

    bajando codo con codo y estableciendo lazos de comunin conellos.

    Los ritos de paso en un proceso de iniciacin - como son laPrimera Profesin y la Profesin Perpetua en el Hermano, o laPromesa o Signo de Asociacin en el seglar... - tienen entre suscometidos el de decir (celebrar) ante la comunidad que el suje-to en cuestin ha pasado satisfactoriamente por las experiencias

    en las que esa comunidad se reconoce a s misma, y que a travsde ellas se ha identificado con los valores que la comunidaddefiende.

    4.2 Las experiencias configuradoras de la identidad lasaliana

    En un proceso de formacin lasaliana la persona ha de poderexperimentar estas dimensiones - en mayor o menor radicalidad,la gama ser muy extensa:

    El estar asociado, en comunin, con personas concretas para lamisin, y no simplemente el trabajar en equipo u organizada-mente.

    El estar dedicado, desde la gratuidad, a los pobres, y no sim-plemente a los jvenes.

    El haber compartido la experiencia y el encuentro de Dios, elsentimiento de estar consagrado como instrumento en la Obra deDios, el sentido profundo del ministerio, y no simplemente elhaber rezado junto a otras personas.

    El sentirse acompaadodesde la Asociacin en el discerni-miento de la vida a la luz del Espri tu; y en este acompaamien-

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    to, el verse reflejado en la trama de la narracin colectiva lasalia-na y haber descubierto la trama de la propia vida integrada enaqulla.

    Las experiencias configuradoras aportan su significado ms ricocuando pueden ser ledas en contraste con - o a la luz de- losacontecimientos fundacionales y la experiencia histrica y actualde la Asociacin lasaliana. La formacin terica que acompaa elperodo de formacin inicial debe proporcionar las claves inter-pretativas para elaborar, comprender, iluminar... las experien-cias que se han vivido o se estn viviendo. El acompaante -indi-viduo y/o comunidad - acta como mediador de la identidad

    colectiva. En el dilogo originado en este proceso la persona quese est iniciando construye la narracin de la propia identidad.

    5. El contexto de una identidad pluriformeLa identidad colectiva lasaliana se presenta hoy como una identi-dad pluriforme. Podemos hablar de diversas identidades lasa-lianas, y no ya slo de la identidad del Hermano de las Escuelas

    Cristianas. La narracin sobre la que se sostena esta identidad hasido alcanzada por ese fenmeno que caracteriza la poca actual:la fragmentacin.

    Las grandes narraciones - fundamento de las identidades colectivas- han perdido su carcter absoluto y ya no se miden por la impor-tancia que puedan tener en s mismas, sino por su capacidad de pro-porcionar a las identidades personales un material vlido y atractivo

    para componer los relatos personales. No es que los grandes relatosse hayan vuelto inservibles: al contrario, los individuos necesitanrecurrir a ellos para comprenderse a s mismos, como medio deidentificacin personal y comunitario. Pero han de ser recuperados,reconocidos, en la propia narracin personal, como condicin paraque el individuo se sienta pertenecientea la identidad colectiva queest sostenida por aquel relato. Es decir, la perspectiva predominan-te es la identidad personal, la propia realizacin personal, con

    todo el riesgo de subjetividad que lleva consigo, ciertamente, perotambin como garanta de autenticidad: el individuo busca unaforma de vida en la que pueda reconocerse a s mismo.

    Al mismo tiempo, la prdida del carcter monoltico de los gran-des relatos, su fragmentacin, da lugar tambin a un doble juego:

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    Cada relato se puede descomponer en fragmentos tomados avoluntad -ste s, ste no-, y dar lugar a mltiples pequeos rela-tos. Traducido lo cual a la identidad personal, sta asume deter-minados rasgos de la identidad colectiva y rechaza otros que no

    le interesan. Pero, cmo mantener as una identidad colectiva? Sise rompe la tensin que debe existir entre una y otra se perdertambin el sentido de pertenencia del individuo al grupo. Sernecesario definir muy bien las experiencias configuradorasquedan consistencia a la identidad colectiva, como referencia comnpara todos los que quieran integrarse en ella. Sin esas experien-cias, la identidad colectiva perder toda fuerza de atraccin ycohesin.

    Por otra parte, este mismo factor ha permitido el que un mismorelato, que en un principio daba lugar a una identidad muy espe-cfica, sea reinterpretado y se formen a partir de l diversas iden-tidades colectivas en crculos ms o menos concntricos, es decir,con caractersticas referenciales comunes y otras ms especficasde cada crculo. As ha pasado con el relato original lasaliano,que en un principio daba lugar a una identidad colectiva bien

    concreta, la del Hermano de las Escuelas Cristianas, laico clibeconsagrado en comunidad para la educacin de los pobres; alser reinterpretado en el marco de la Iglesia-Comunin e inclusoen el contexto del ecumenismo, desde otras situaciones de vida,ha dado lugar a diversas identidades lasalianas, reconocidas todasellas en un mismo tronco comn.

    La nueva situacin tiene unas repercusiones especiales en aque-lla identidad colectiva que se haba fraguado originariamente, ladel Hermano. Si hasta hace poco le bastaba referirse al relato fun-dante para encontrar su propia razn de ser, ahora ya no le essuficiente, desde el momento en que otras identidades colectivasse sienten tambin justificadas por aquel mismo relato.Necesitar, tambin ella, leer su relato fundante desde los nuevospuntos de referencia que le proporciona el modelo eclesiolgicoIglesia-Comunin, y hacerlo en dilogo con las otras identidades

    que han surgido en el nuevo contexto, dejndose interpelar y tam-bin iluminar por ellas, porque ellas, en este nuevo contexto, sonparte -o prolongacin- de su propia identidad(y recprocamente).Con otras palabras: ya no existe el Hermano de las EscuelasCristianas como identidad pura y solitaria, sino el Hermano de las

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    Escuelas Cristianas en el contexto de una identidad lasaliana plu-riforme. Claro que estas afirmaciones son fcilmente reversiblespara aplicarlas a la identidad lasaliana del seglar.

    Esta dimensincontextual

    de la identidad se ha puesto de relieveen estos ltimos tiempos, y es un reto importante para la forma-cin, tanto del Hermano como del seglar. Sita la identidad en lahistoria presente, en una cultura concreta, pero, sobre todo, en unconjunto de lazos interpersonales que revelan su interdependen-cia, su complementariedad y significatividad.

    El alcance de esta dimensin contextual de la identidad a nivel delas identidades eclesiales es una reciente adquisicin. Basta con

    que leamos atentamente el siguiente texto de Juan Pablo II enChristifi deles laici. Sus afirmaciones difcilmente seran acepta-bles hace no muchos aos; pero somos capaces de releerlo,aceptando sus consecuencias, aplicndolo sin ms a laAsociacin lasaliana, la identidad colectiva lasaliana, donde sevive un carisma comn al servicio de la nica misin, por lasdiversas modalidades de la vocacin lasaliana?

    En la Iglesia-Comunin los estados de vida estn de tal modorelacionados entre s que estn ordenados el uno al otro.Ciertamente es comn -mejor dicho, nico- su profundo signi fi-cado: el de ser modalidad segn la cual se vive la igual dignidadcristiana y la universal vocacin a la santidad en la perfeccin delamor. Son modalidades a la vez di versas y complementarias, demodo que cada una de ellas tiene su original e inconfundib lefisionoma, y al mismo tiempo cada una de ellas est en relacin

    con las otras y a su servicio. (ChL 55).

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    Cuestionario para la reflexin en grupo:

    1. Confrontemos nuestra experiencia personal con lo que seafirma en el texto sobre los sentimientos de la solidaridad.Pensamos que nuestra formacin inicial se preocup pordesarrollar adecuadamente esos sentimientos? Notamosalguna laguna especial en nosotros, en los dems que com-ponen nuestras comunidades...?

    2. Qu aporta de especfico el eje afectivo a la identidad

    colectiva lasaliana, y qu le aporta el eje narrativo? Qulimitaciones sealamos en uno y en otro, y cmo se comple-mentan?

    3. Las experiencias que configuran la identidad lasaliana,son suficientemente reconocidas por los que nos decimoslasalianos, tanto Hermanos como seglares? En culescoincidimos para sealarlas como fundamentales? (Hagamosuna lista de ellas, partiendo de la que nos parezca msimprescindible...)

    4. Qu repercusiones especiales tiene la nueva situacin dela Asociacin lasaliana en la identidad del Hermano? Quaspectos deben cuidarse ms en la formacin inicial? Quaspectos habra que replantear en la formacin permanente?

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    1. Un relato revelador de nuestra identidadLa historia de nuestros orgenes revela nuestra identidad, nos descri-be, dice cules son nuestros valores, por qu y para qu existimos.

    La identidad colectiva lasaliana tiene una historia fundacional quele permite comprenderse a s misma y hacerse comprender. Elmito inicial de nuestra historia lasaliana es el relato de los orge-nes, que est ms all de lo anecdtico porque se refiere a expe-riencias de vida relacionadas en una trama en la que el EsprituSanto ha tenido un protagonismo directo. Nuestro mito inicial esla narracin de cmo entr en la historia el carisma lasaliano, decmo surge la identidad colectiva Hermanos de las Escuelas

    Cristianas; y, con la perspectiva actual podemos aadir, de cmosurge la identidad colectiva lasaliana. En nuestro mito inicialencontramos el sentido de nuestra identidad, aquello que nos per-mite sentir que formamos parte del mundo y de la Iglesia pero conalgo especial; algo especial para enriquecer al conjunto.

    Y dentro de esa historia hay un acontecimiento que hace las fun-ciones de centro de gravedad por su especial importancia: El

    acontecim iento fundacional que une al Instituto de hoy con susorgenes es aquel del 6 de junio de 1694, cuando San JuanBautista de La Salle y doce de sus compaeros se asociaron paraconsagrar su vida a la educacin cristiana de los nios pobres(43 Cap. Gral., Circ. 447, p. 2). Es la fuente de las asociacioneslasalianas entre seglares y religiosos que quieren juntarse para tra-bajar en la misin lasaliana (Id., p. 4).

    Se trata de unacontecimiento fundante

    , una especie degenera-dor de energapara la historia posterior lasaliana, y tambin un

    foco de luzpara clarificar nuestra identidad colectiva. De dndele viene esta fecundidad? De la combinacin de estos cuatrocomponentes sobre los cuales se apoya el Acta de Asociacin:

    2. Segunda aproximacin.Asociarse: mensaje central de

    nuestra historia fundacional

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    1, la comuninque une a estas personas que firman el Acta;

    2, el carismao espritu comn que se ha ido revelando entreellas;

    3, el compromisoentre s y ante Dios;

    finalmente, la misinque ha sido el motivo de los otros tres com-ponentes, es decir, la educacin cri stiana de los pobres.

    Estos cuatro componentes: comunin, espri tu o carisma, com-promiso y m isindan un significado concreto a la Asociacinlasaliana y la diferencian sustancialmente de la manera mscorriente de entender hoy el concepto asociacin.

    2. EL ITINERARIO RECORRIDO POR LACOMUNIDAD PARA LA EDUCACIN DELOS POBRES

    El acontecimiento de 1694 y el dinamismo que nace con l nosurge por casualidad: est dentro de un proceso, es fruto de ese

    proceso, y slo se descubre su sentido al contemplarlo dentro dedicho proceso.

    Tiene un perodo de gestacin (dcada de 1680) que coincidecon los comienzos del itinerario de aquella primera comunidadesparcida en varias casas formada por La Salle y los maestros /primeros Hermanos. Es una confluencia de vidas muy distintas,producida por la voluntad de dar respuesta a las necesidades edu-

    cativas de los nios y jvenes abandonados,alejados de la sal-

    vacin. Esa llamada, leda desde la fe, es interpretada tambincomo llamada de Dios. La voluntad de dar respuesta a esta lla-mada de Dios y de los pobres se convierte en motor de lo que serla Asociacin de los Hermanos, primero, y luego, ampliando elcrculo, de la Asociacin lasaliana.

    1682-84: Se produce la renuncia de La Salle a su canonja y asus bienes: no es por un ansia de perfeccin o por dar ejemplo a

    los maestros, sino por asegurar la comunidad que debe servir alos pobres. Era el reto que le haba planteado N. Barr: estar conellos y ser como ellos.

    1684-86: Los primeros gestos de la comunidad para instituciona-lizar su identidad: nombre, hbito, reglamento... dejan clara la rela-

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    cin intrnseca entre comunidad y educacin de los pobres. El votode obediencia que emiten por primera vez en 1686 va en la mismalnea, para asegurar la cohesin del grupo al servicio de la misin.

    1686-1690: La comunidad madura y da los primeros pasoshacia la universalizacin, al mismo tiempo que experimenta lasprimeras tentaciones fuertes, desde fuera, para limitar el alcancede la comunidad lasaliana: la expansin de Reims hacia Pars,frente a la seguridad econmica ofrecida por el Arzobispo deReims si se limitan a su dicesis; la opcin por la autonoma inter-na de la comunidad frente a la proteccin derivada de convertir-se en funcionarios del prroco; la decisin de mantener un pro-

    yecto de educacin cristiana integral y abierta a todos, frente a latranquilidad por someterse a un esquema escolar legal pero injus-to con los pobres.

    En el transcurso del proceso las personas se van transformando:

    se descubren dentro de una historia de salvacin que tienenombres y rostros concretos;

    experimentan la comunin con otras personas animadas del

    mismo espritu; se introducen en un ministerio que acrecienta su responsabili-dad ante Dios, ante la Iglesia y ante los destinatarios de su misin.

    El resultado del proceso es una nueva identidad configurada porel carisma lasaliano.

    El itinerario, animado por el carisma -el Espritu-, pone de mani-fiesto la importancia y la necesidad de la comunidadcomo

    mediacin para realizar la misin educativa, pero tambin comosigno de la propuesta educativa que se ofrece a la sociedad.

    El itinerario tambin revela la debi l idad de esta mediacinen lamedida en que se reduce el horizonte externo e interno de lacomunidad. La comunidad est amenazada por los interesesinmediatos, el pragmatismo y el posibilismo; todo ello amenazacon ahogarla cuando pierde el horizonte de la misin. Pero, sobretodo, la comunidad est amenazada por el cansancio o la volu-bilidad de las personas que la componen, por la falta de compro-miso interno, por la carencia de raz.

    La crisis de 1690 la mitad de los Hermanos abandonan la comu-nidad lasaliana pone de manifiesto, sobre todo, esta falta de hori-zonte interno, el compromiso personal que slo puede provenir

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    del hombre interior, bien afianzado en Dios, en comunin con sushermanos y responsable de la obra que Dios le ha encomendado.

    3. El voto de asociacin: un gesto profticoEl voto de asociacin de 1691 y 1694 es el autntico umbral dela Asociacin lasaliana. Y es tambin el nudo que resuelve lacrisis y une los dos tramos del itinerario, justo cuando amenazaromperse la continuidad. En el gesto de consagracin se renen yanudan la confianza en D ios, a quien se atribuye el proyecto; lasol idaridad con los Hermanos, con quienes se cuenta a la hora derealizar el proyecto;

    la responsabil idad con los destinatariosde la

    misin.

    Externamente no aade nada, ni a la misin ni a la comunidad.Pero internamente las pone en referencia explci ta a Dios mismo.Por este motivo sus protagonistas encontrarn una fuerza mayorpara llevar adelante el proyecto.

    El voto proyecta hacia el futuro lo que ya se est viviendo. Es

    un gesto proftico: se afirma que Dios est presente en la obraque realizan, y por eso, a pesar de su aparente fragilidad, puedencomprometer su vida en dar continuidad a la experiencia.

    La frmula de consagracin o gesto de compromiso de Juan Bta.de La Salle y los Hermanos expresa en su conjunto la relacin quese establece entre la dimensin comunidad (juntos) y ladimensin asociacin para la misin. Esa relacin comprendeel estilo comunitario de vida, la radicalidad con que se asumen

    los objetivos de la Asociacin y el orden de prioridad que se lesconcede entre las opciones que la persona ha de tomar en suvida. En este caso, el compromiso se extiende a la solidaridadabsoluta con los miembros de la comunidad y con los objetivosde la Asociacin, y a ello se subordinan los propios intereses y lasnecesidades personales. Es decir, el tipo de Asociacin estableci-do por el compromiso de Juan Bta. de La Salle y los Hermanos esel correspondiente a una comunidad intencional.

    La frmula comienza dirigindose a la Trinidad como referen-cia ltima de la Asociacin lasaliana, pues Ella es el modelo decomunin para la misin y el fundamento ltimo en que se asien-ta la Asociacin, no la capacidad de compromiso o generosidad

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    de los asociados.

    El objeto de la consagracin se expresa en un doble nivel: pro-curar la gloria de D ios y edificar la comunidad que tiene comofin la educacin de los pobres. La consagracin unifica ambosfines, o ms bien los hace equivalentes. Es la mxima expresinde la unidad de vida del Hermano.

    El compromiso consiste en unirse y permanecer en sociedadcon los Hermanos..., y se desglosa luego en tres votos: asocia-cin, estabi li dad y obediencia. Cada uno de ellos refuerza unaspecto de la comunin para la misin: me uno a estosHermanos, prometo que les ser fiel (pueden contar conmigo,

    pase lo que pase), acepto lo que decidan. Obsrvese que los tresvotos, dirigidos a Dios, tienen como destinatarios directos a losHermanos con los que se asocia, el cumplimiento se realiza en ycon ellos.

    El compromiso no es, pues, inmediatamente con la obra de lasescuelas sino con la Asociacin, es decir, con la Comunidadpara las escuelas gratuitas. Esta caracterstica define esencial-

    mente el proyecto lasaliano: la comunin es la mediacin elegi-da para lograr la finalidad; por eso el acento se pone en la rela-cin fraterna entre los que componen la Sociedad, antes que enla proyeccin apostlica propiamente dicha, aunque sta sea lafinalidad de aqulla.

    La finalidad es el mantenimiento de las escuelas gratuitas; enesta finalidad estn implcitos los destinatarios preferentes, losnios pobres. La fuerza de la Asociacin se dirige hacia lospobres, sin exclusividad, pero con una preferencia firme. Es lafinalidad de la Sociedad y ha de ser cumplida por ella, no porcada miembro aisladamente; por eso cada asociado acepta reali-zar en la Sociedad el empleo a que fuere destinado.

    Juntos y por asociacin: Seala el estilo con el que se va a lle-var la obra, y tambin la tensin fecunda que ha de darse entre lainmediatez y cercana a los destinatarios concretos - cosa que

    favorece la comunidad - y la universalidad y amplitud de miras -ms propio de la Institucin -.

    De los miembros que integran en aquel momento (1694, y losaos que le siguen) la Comunidad de las Escuelas Cristianas,slo unos cuantos hacen explcito su compromiso con el voto de

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    asociacin (la consagracin), pero ese gesto tiene un alcance pro-ftico para toda la comunidad: los dems resultan alcanzados porlas consecuencias del gesto de los otros y contribuyen tambin ala constitucin de la Sociedad y al logro de su finalidad. El gesto

    de unos pocos beneficia a todos, sirve de referencia para todos yes lazo que integra a todos en la Sociedad.

    4. Una fraternidad ministerial para la educa-cin de los pobres

    La comunidad que en 1694 pronunciaba el Voto de Asociacin,

    y que hasta seis aos despus de la muerte del Fundador emple-ara aquella misma frmula para su consagracin, no hay duda deque se senta religiosa en pleno sentido. Los escritos delFundador no dejan lugar a dudas sobre ello.

    Pero al expresar su identidad no se limitan a copiar clichs omodelos vigentes en los grupos eclesiales de su tiempo, sino quese empean en reflejar la novedad de la que eran portadores, conunos signos que iban dirigidos a ellos mismos antes que al

    ambiente social en que vivan.

    Por eso toman un hbitoque les diferencia de clrigos y deseglares, pero tambin de las formas clsicas de vida religiosa;

    y se dan un nombre, Hermanos de las Escuelas Cristianas, queles liga directamente a la Misin, antes que a cualquier patronaz-go o devocin, y proclama su esencia fraternal y comunitariacomo estilo de vida que les define;

    y hacen de la gratuidad, no slo un medio para llegar a lospobres, sino una sealque convierte sus escuelas en lugares deencuentro de todo tipo de nios y jvenes, sin diferenciacin declases sociales; por eso estas escuelas son signo del Reino, y unsigno eficaz.

    En este marco de originalidad hay que situar el signo de su con-sagracin:

    En la frmula empleada no aparecen los vnculos tradicionalesde la Vida Religiosa, los votos referidos a los consejos evangli-cos de castidad, pobreza y obediencia. Podemos deducir sinreparo que para esta comunidad no es la perfeccin evanglica -

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    representada en los tres votos clsicos de la vida religiosa- elmotivo central que impulsa a la comunidad; su relacin con D iostiene otro punto de referencia.

    Por otra parte, impresiona la plena disponibilidad que mani-fiestan en la frmula de consagracin, y que subrayan al aceptarla posibilidad extrema aunque tenga que vivi r de solo pan. Esuna disponibilidad radical que, evidentemente, se sostiene sobreel celibato, la pobreza y la obediencia, aunque stas no se citen;disponibilidad como actitud fundamental para edificar una comu-nidad consagrada y para que sta pueda cumplir su finalidad.

    La disponibilidad tiene como objeto central - y nico, podemos

    aadir - la comunin para la misin. Pero en trminos muy con-cretos: comunin con estas personas, con esta comunidad, paraesta misin especfica de la que se sienten responsables.

    Los vnculos elegidos para explicitar la consagracin - asociacin,estabilidad, obediencia - confirman la importancia esencial de lamediacin elegida para llevar a cabo la finalidad: la comunidad.

    El gesto de consagracin lasaliana es un rito de ali anzaen el que

    se dan cita todos los implicados en esta obra que motiva la con-sagracin:D ios, los otros miembros de la comunidad y los desti-natarios de la obra. El gesto de consagracin anuda a la personacon la comunidad, a sta con los destinatarios de la misin, y atodos ellos con Dios.

    En resumen, lo que nuestra primera comunidad lasaliana, con suFundador al frente, intuy que constitua el ncleo central de su

    vida consagrada era la comunin para la misin. O de manerams precisa: la fraternidad min isterial para la educacin de lospobres. Estaban convencidos de que contribuan a procurar lagloria de Dios en la medida en que se dedicaban a edificar estetipo de fraternidad, a la cual no tenan reparo en identificar comola obra de Dios. Esta fraternidad ministerial es lo que en trminoslasalianos se conoce como Asociacin. Ese era el signo existen-cial que estaban viviendo con intensidad, y eso mismo es lo que

    convierten en signo ofic ialen su frmula de consagracin.

    La afirmacin que hemos hecho sobre la vida consagrada delHermano la hacemos extensiva hoy a la Asociacin lasaliana ensu nueva versin. La consagracin religiosa del Hermano se con-vierte as en signo para toda la Asociacin lasaliana, que es, ella

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    misma, una comunin para la misin.

    La Asociacin lasaliana se constituye, ante todo, no como unequipo de trabajo, sino como una comunin de personas que sesienten convocadas por Jesucristo y enviadas para representarlo.No se apoya primariamente en una organizacin eficaz sino en larelacin interpersonal de quienes se sienten llamados y enviadosa realizar la obra de Dios. Y esa comunin es la garanta de sufidelidad a la misin.

    5. La asociacin afirma la comunidad, relign-

    dola con Dios y la misinEn sntesis, el mensaje que nos llega desde nuestra historia fun-dacional es que la Asociacin nace en la comunidad y desde laexperiencia de esta comunidad, pero tambin paraasegurar y darfuerza a la comunidad, hacia dentro y hacia fuera:

    La Asociacin nace para enraizar a la comunidad y radicalizar-la en sus lazos internos para mejor servir a la misin. Con la con-

    sagracin seala a Dios como fundamento de la comunidad, y ala obra educativa como Obra de Dios.

    La Asociacin nace para universalizaren el espacio y en eltiempo esta experiencia de la comunidad-para-la-educacin-de-los-pobres. La Asociacin es la garanta de la continuidad de lacomunidad ms all de la existencia concreta de sta en un tiem-po y lugar.

    Entre comunidady Asociacin se establece una relacin fluidaque difumina los lmites entre una y otra:

    La comunidad local se siente parte integrante de la Asociacin.Desde el sentimiento de pertenenciaacta como delegada omediadorade la Asociacin para garantizar el proyecto local yque ste responda a la finalidad de la Asociacin.

    El conjunto de comunidades - la Comunidad de las EscuelasCristianas- asume solidariamente la responsabilidad de las obraseducativas. El problema o la necesidad de una comunidad localse considera un problema o necesidad del conjunto. A partir delvoto de asociacin es cuando podemos hablar propiamente deuna comunidad ministerial.

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    La Asociacin desarrolla lazos de comunin entre las personasintegradas en ella, de tal forma que las estructuras colectivas quecaracterizan la Asociacin lasaliana - el Instituto primeramente, yms tarde cada distrito - tienden a constituirse como comunida-

    des que potencian las relaciones personales, y no slo como organi-zaciones para el buen funcionamiento de las obras.

    La Asociacin se propone como primer objetivo lograr comunidadesvivas que sean signo para la misin. Los miembros asociados asumencomo primer compromiso su contribucin a la formacin de las comu-nidades.

    En consecuencia, comunidad y Asociacin han de ser vistas, en el

    campo lasaliano, no tanto como dos realidades diferentes, sino comodos dimensiones de una misma realidad, que no tienen posibilidad deexistir con independencia la una de la otra.

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    Cuestionario para la reflexin en grupo:

    1. Hay palabras-clave que nos ayudan a aclarar el conceptode Asociacin, tales como comunin, carisma, compromi-so, misin. Componer un mapa conceptual donde estnpresentes estos y otros trminos relacionados con laAsociacin lasaliana.2. En el 2 apartado se habla de un itinerario en el queconfluyen vidas muy distintas, por la voluntad de darrespuesta a las necesidades educativas de los nios y jvenes

    abandonados. En el transcurso de ese proceso las personas sevan transformando. Cul es nuestra experiencia de transfor-macin -personal y colectiva- de los que hoy coincidimos enlos centros lasalianos, convocados por las necesidades de losjvenes?3. Desde 1987 el Voto de Asociacin para el servic io educa-tivo de los pobresentr de nuevo en la frmula deConsagracin de los Hermanos, aunque en el 4 lugar,

    despus de los votos de Castidad, Pobreza y Obediencia. Ese4 lugar, representa realmente una importancia secunda-ria en la identidad del Hermano? Creemos que el conjuntode los Hermanos es consciente de que el Voto de Asociacines, en realidad, el eje central de su identidad de consagrados,y que as deben ser signos para toda la Asociacin lasaliana?4. Nos parece suficientemente clara la expresin teolgicauna comunin para la misin, para definir el ncleo esen-

    cial de la Asociacin lasaliana? Con qu otras expresionesde nuestra cultura lasaliana podramos expresarlo?5. Clarificar e ilustrar la relacin entre los dos conceptoscomunidady asociacin. Qu aportan cada uno depeculiar a la identidad lasaliana?

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    1. Entrar en la narracin para seguir la tramaLa identidad es algo vivo, no un esquema cerrado. Es unanarracin continuada. Pero, dentro de esa narracin, cul esla intriga o trama que une unos hechos con otros y les asigna

    una direccin y un sentido? Si equivocamos la trama, la narra-cin se desarrollar equivocadamente; y si matamos la trama, elrelato se agota, la identidad queda esclerotizada.

    El relato del mito inicial lasaliano nos lo ha enseado: el ejesobre el que se ha forjado esta identidad es la comunin para lamisin. Ah est el centro de la vida religiosa del Hermano. Elobjeto de su promesa es la entrada en un proceso de comunin,

    en un sistema de relaciones fraternales que no estn basadas enla simpata ni en el trabajo comn sino en la llamada del Seor aformar una fraternidad ministerial para la educacin de lospobres. El objeto directo de la promesa es la construccin de estafraternidad ministerial, porque ella es signo del amor fiel de Diosa los pobres. Con el voto de Asociacin el Hermano dice quequiere entregar su vida a mantener este signo del amor de Dios alos pobres. Y cada nuevo asociado, con su gesto de asociacin -

    en forma de promesa o de voto- proclama tambin su disposicinde apoyar ese mismo signo con su propia vida.

    La fantasa que dio vitalidad a nuestro relato ha comenzado a rea-nimarse con la entrada del Instituto en el proceso de la misincompartida; es el proceso de comunin para la misinentreHermanos y seglares, que es lo que el Espritu nos ha trado y nosha ayudado a descubrir en esta situacin histrica que hemos lla-

    mado misin compartida.En el interior de este proceso de comunin para la misinse desarro-lla el itinerario vocacional del educador. Son dos lneas de fuerza,inseparables la una de la otra, cuyo perfil podemos resumir as:

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    3. Tercera aproximacin. Asociarse:un proceso de comunin para la

    misin

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    El proceso de comunin para la misin consiste en una conti-nua creacin de lazosentre las personas, el conjunto de educa-dores, Hermanos y Seglares. Los lazos promueven, primeramen-te, la valoracin mutua, la solidaridad y la corresponsabilidad; as

    dan vida a la comunidad educativa; desarrollan la comunin enla fe hasta hacer surgir la comunidad cristiana; finalmente, renenen torno a la obra de Dios, estimulan el compromiso mutuo y laexperiencia de compartir el ministerio; conducen a la formacinde la comunidad ministerialque se hace responsable de dar vidaa la obra educativa desde el carisma lasaliano.

    Dentro de ese proceso de comunin se inserta el itinerario

    vocacionaldel educador, que le lleva a descubrir un sentido msprofundo al trabajo educativo, a la tarea pastoral. Desarrolla pri-meramente la dimensin vocacional y comunitaria de su identi-dad; si la fe est presente en la persona, el itinerario conduce avivir la educacin como lugar de encuentro con Dios; y final-mente le conduce a vivi r la educacin como ministeriodesde uncompromiso estable.

    2. El carisma lasaliano, eje de todo el procesoAsociarse es, ante todo, una experiencia de comunin, antes queun compromiso e incluso como condicin previa para que puedallegar a haber el compromiso de asociacin. La comunin es larelacinque se produce entre personas con un espritu comn. Elproceso de comunin no se limita a promover la relacin entrelos agentes del proyecto lasaliano; es necesario que, al mismotiempo, promueva la participacin en el carisma comn lasalia-no. Es decir, impulsa una relacin desde el espritu propio delcarisma lasaliano.

    El carisma lasaliano es el eje constructorde la identidad y la for-macin de los educadores lasalianos. Es la orientacinque seimprime a todo el proceso y que implica un estilo, una sensibili-dad especial ante determinadas necesidades, unas preferencias al

    seleccionar los destinatarios, unos criterios y opciones para elplanteamiento de las respuestas y una manera de valorar lamisin.

    Da origen a la espiritualidadlasaliana, que acompaa todo elproceso de formacin del educador:

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    revelando el sentido y la profundidad humana de la tarea educativa;

    y descubriendo sta como el lugar privilegiado de la relacindel educador con Dios.

    Se hace visible a travs de una herencia histricaque lleva con-sigo una cultura. La cultura lasaliana se refiere, en primer lugar,al itinerario histrico de La Salle y su Instituto, a unas realizacio-nes pedaggicas y a unas expresiones de fe. Todo ello puede sercomunicado en momentos concretos de la formacin, segn lareceptividad de los destinatarios.

    El resultado natural del proceso es la integracin de las personas

    en las comunidades locales en sus diferentes niveles: la comuni-dad educativa, la comunidad de fe. A un nivel ms universalpodramos hablar de una familia espiritual lasaliana.

    No hay que olvidar que se trata de un proceso largo y complejopues se refiere a la entrada en un itinerario de vidaque implica,por tanto, la transformacin de la persona; es tambin la entradaen un sistema nuevo de relaciones interpersonalesy en unaheren-cia histricaque ofrece motivaciones y requiere tiempo de for-

    macin. Su desarrollo es absolutamente necesario para que hayapersonas que deseen comprometerse en la Asociacin lasaliana.

    3. La entrada en el proceso de asociacin:desde lo concreto y cercano

    En la primera aproximacin que hacamos al concepto de la aso-

    ciacin lasaliana veamos cmo el eje afectivo es el primer eje entorno al cual se desarrolla la identidad, y que se da a partir de larelacin con las personas concretas, la participacin en la vida deun grupo, la implicacin en una obra...

    La participacin en los proyectos concretos y en las comunidadeslasalianas locales es paso obligado para descubrir la Asociacinlasaliana y para un posible compromiso con ella. Lo mismo queen los orgenes, la Asociacin lasaliana hoy slo puede surgir delitinerario recorrido en comunidad para dar respuesta a las nece-sidades educativas de los pobres. En ese itinerario aparecen y seprofundizan los sentimientos que permiten a la persona sentirsedentro de la identidad colectiva lasaliana.

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    A) Descubrir la misin desde la participacin en proyectos con-cretos

    La misin lasali ana se realiza a travs de proyectos educativos,tales como escuelas de muy diverso tipo, programas catecume-

    nales, recuperacin de muchachos marginados, etc. La participa-cin real en algn proyecto educativo es esencial para llegar acaptar la importancia de la misin lasaliana y sentirse llamado acomprometerse con la Asociacin para la misin.

    La ampliacin del horizonte desde el proyecto hasta la misin esms fcil cuando se interviene en el proyecto asumiendo respon-sabilidades y no slo como simple ejecutor, pero mucho ms

    cuando esa responsabilidad se lleva y se discierne en comunidad.Por todo ello, es muy conveniente proponer a los grupos y comu-nidades que se han incorporado al proceso de la misin compar-tida la impl icacin en proyectos educativosque sean significati-vos, al servicio de los pobres.

    El entusiasmo con un proyecto concreto, con la respuesta a unasnecesidades concretas, no es equivalente a la disponibil idad para

    la misin lasaliana, aspecto este ltimo que es un componente

    esencial en el compromiso con la Asociacin. Pero es necesariohaber experimentado el primero para abrirse desde l a la Obrade Dios y sentir la llamada del Seor a participar con toda la per-sona en su Obra. En este proceso de descubrimiento, que es nece-sario impulsar y acompaar, se suscita la actitud de disponibili-dad que, para algunas personas, desembocar en el compromisode asociacin.

    B) Descubrir la Asociacin desde la participacin en las comuni-dades locales

    Un proyecto educativo es lugar de confluencia entre los diversosasociados lasalianos, juntamente con otros colaboradores o com-paeros. En torno a un proyecto o a varios prximos se forma lacomunidad lasaliana (una comunin de comunidades) en la queparticipan grupos de asociados lasalianos, cada grupo con su

    identidad especfica. En la relacin y convivencia con los ya aso-ciados, otros colaboradores pueden descubrir este segundo com-ponente esencial del compromiso de asociacin: la comunin ysol idaridad con los dems miembros de la Comunidad lasaliana,antes que con las obras concretas.

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    La formacin de la comunidad locales un objetivo prioritariopara la Asociacin lasaliana, pues ella es el signoque revela elsentido del proyecto educativo - garanta de eficacia ante el pre-sente y de esperanza ante el futuro - adems de ser el lugar donde

    nace y renacela Asociacin.

    La comunidad local incluye miembros asociados (los que se hanligado a la Asociacin con su compromiso) y otros miembros quese han integradoen la comunidad para reforzar su carcter designo y/o servir al proyecto educativo local. Los miembros aso-ciados tienen una especial responsabilidad en ser fermento decomunin para la comunidad local.

    La comunidad local se desarrolla en diversos niveles y estructu-ras. El nivel o crculo ms amplio es el de la comunidad educati-va; la comunidad de fe (que puede integrar varias comunidadescristianas) suele ser ms reducida; puede haber otras estructurascomunitarias intermedias, con objetivos especficos, como elequipo animador de la educacin para la justicia, o el equipolocal de misin compartida(se supone que no slo son grupos dereflexin y trabajo sino que tambin desarrollan la comunin

    entre sus miembros).

    Ninguno de dichos niveles y estructuras comunitarias requiereel compromiso de asociacin para participar en ellos, inclusocuando los participantes hayan asumido de manera ms o menosdecidida la vivencia de la espiritualidad lasaliana, como sera elcaso de una comunidad cristiana lasaliana. Pero todos y cadauno de esos niveles y estructuras, aunque de manera diferente y

    en grado diverso, permiten experimentar la comunin para lamisin. Algunos llegarn luego al compromiso con la Asociacin,cuando perciban esa experiencia de comunin como llamadaadar continuidad a la comunidad para la educacin de lospobres y el signo que esta comunidad representa, ms all delespacio y del tiempo concretos y, por tanto, ms all y por enci-ma de los intereses personales inmediatos.

    C) Descubrir la actualidad del carisma lasaliano en la bsquedade respuestas originales a las necesidades de hoy

    El compromiso de asociacin se refiere a encarnar el carismalasaliano en la Iglesia de hoypara dar respuesta con proyectosconcretos, desde las peculiaridades de este carisma, a las urgen-

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    cias que descubrimos en las necesidades educativas de los niosy jvenes ms afectados por la pobreza en nuestro mundo.

    Para llegar a asumir el tercer componente esencial del compro-miso de asociacin es necesario

    impl icarse comunitariamente enla dinmica de lectura y descubrimientode las necesidades de losjvenes y en la planificacin, tambin comunitaria, de las res-puestas. En esta dinmica estar presente el itinerario de JuanBautista de La Salle y la Asociacin lasaliana de los orgenes,como punto de referencia que ilumina la nueva etapa que hoynos corresponde.

    Lo ms frecuente es que la dinmica a que nos referimos se lleve

    a cabo a partir de proyectos educativos que ya estn en marcha,como son las escuelas lasalianas actuales; pero la existencia deesa dinmica en el interior de la organizacin del proyecto encuestin es lo que marca la diferencia entre encarnar hoy elcarisma lasaliano y mantener por inercia o rutina una obra edu-cativa. Los miembros asociados asumen tambin aqu el papelproftico correspondiente. Habrn de ser muy claros en el men-saje: el objetivo de la Asociacin lasaliana no es mantener los

    proyectos y obras existentes, sino encarnar el carisma lasaliano enla Iglesia y el mundo de hoy.

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    Cuestionario para la reflexin en grupo:

    1. Cmo impulsar la experiencia de comunin entre loseducadores lasalianos, entre Hermanos y seglares, en la rea-lidad concreta de nuestro lugar, en nuestro distrito? Qulazos debemos promover, a partir de lo que ya se ha conse-guido?2. Qu pasos o etapas podemos distinguir en el itinerariovocacional del educador? Cmo se tienen en cuenta ennuestros procesos formativos de distrito?

    3. Qu hacemos actualmente en nuestro distrito, en nuestrocentro educativo... para ayudar a los educadores a participaren el carisma lasaliano? Qu aspectos habra que potenciar?4. El trmino familia espiritual lasaliana, qu nos sugiere?Qu limitaciones tiene? Vemos su relacin y diferencia conel trmino asociacin lasaliana?5. Qu experiencias tenemos de los descubrimientos que se pro-ponen en el apartado 3, a nivel local y distrital? Con qu medios

    facilitamos estos descubrimientos, a nivel local y distrital?

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    1. El compromiso como opcin de vidaNo es lo mismo formarse e incluso colmar de sentido lo que seest haciendo, que comprometersevitalmente con la Asociacinlasaliana. Lo primero corresponde al objetivo general de la for-macin que debe llegar al mayor nmero posible de todos los quecolaboran en las obras educativas lasalianas, en el contexto de lamisin compartida. Lo segundo es una opcin vocacional, y slopuede esperarse de una proporcin ms bien reducida.La primera Asociacin lasaliana surgi de aquel compromisosellado en el Acta de Asociacin de 1694. La nueva Asociacinlasaliana - formada por Hermanos, otros consagrados y consagra-das, seglares, sacerdotes - ser tambin el resultado del compro-

    miso mutuo entre las personas que quieran asociarse para seguirsirviendo desde la comunin a la misin lasaliana.La motivacin: lo mismo que en el origen de la Asociacin lasa-liana, la nueva Asociacin tiene como motivacin y ncleo origi-nante las necesidades educativas de los nios y jvenes alejadosde la salvacin y la voluntad de dar respuesta a esta llamada,que se percibe al mismo tiempo como llamada de Dios. El com-promiso est dentro de un itinerariocaracterizado como un pro-

    ceso de relacin en tres dimensiones: D ios, la comunidad, losnios. Cada uno entra en el itinerario a travs de una u otra de lastres dimensiones; pero, ya dentro, el motor y la motivacin queempuja el proceso es la llamada de los nios y jvenes abando-nados, la voluntad de dar respuesta a esa llamada. Esa es la fina-lidad que configura las otras dos dimensiones, la que justifica laexistencia y el proceso de asociacin.

    Compromiso estable y radical: la realizacin de un proyectodepende de todos los que estn implicados en l, tambin de losque estn de paso o con otras motivaciones. Pero la continuidaddel proyecto, especialmente en su dimensin de universalidad,necesita estabilidad, es decir, personas que den prioridada ase-gurar con su presencia el mantenimiento del proyecto por encima

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    4. Cuarta aproximacin. Asociarse:comprometer la vida en la asociacinlasaliana

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    de sus intereses inmediatos particulares. Y la fidelidaddel pro-yecto a sus objetivos iniciales y a sus destinatarios preferidosnecesita a los profetas, es decir, personas que asumen una cier-ta radicalidadpara vigilar esa fidelidad. El compromisoque cum-

    ple con esas dos caractersticas - estabilidad y radicalidad - (encierto grado pues estamos hablando en un contexto humanosiempre frgil y relativo) es el que permite a la Asociacin cum-plir con su finalidad.

    Dentro de un i tinerario: el gesto del compromiso no se hace deun da para otro. Debe ser discernido, debe estar situado en un iti-nerario en el que la persona va descubriendo la direccin que

    quiere dar a su vida y lo que Dios le pide. Debe tener el impulsode los sentimientos sobre los que se apoya la identidad colectiva,como vimos en la primera aproximacin. Debe ser hecho desdeel conocimiento de las propias capacidades y de lo que implicael compromiso. Y aun as, tiene riesgos que hay que asumir. Elproceso de comunin para la misin, al que aludamos anterior-mente, es el que prepara este compromiso de asociacin, y sinese proceso no se podr llegar a este umbral.

    El proceso ayuda a revivir el mito inicial (la historia fundacio-nal). Poco a poco la persona se hace capaz de narrar la propiahistoria como actualizacin de aquelmito. En la narracin se fun-den, con diversos acentos segn las personas, los componentesesenciales de la Asociacin: comunin, carisma lasaliano, com-promiso, m isin. El compromiso con la Asociacin no debe rea-lizarse antes de haber logrado una cierta sntesis armnica deestos cuatro componentes.

    El signo: la Asociacin se constituye a partir de signos de solida-ridad e interdependencia. Es necesario expresar el compromisocon signos acordados en los que se concreta el alcance del com-promiso. Necesitamos apoyarnos unos en otros, y necesitamossaber en quin podemos apoyarnos, con quin contamos y hastaqu punto.

    El compromiso al que se refiere la Asociacin escon las personas(los otros miembros de la Asociacin) antes que con las obras. El

    compromiso no se refiere primariamente aqu al trabajo-tarea; noconsiste en hacer ms cosas. Se refiere explci tamente a la comu-nidad lasalianaen sus diversos niveles. Se traduce en relacin, en

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    compartir, en comunin. Y finalmente se manifiesta en pertenen-cia. Es un lazo que hace solidarias a las personas, y por tanto,dependientes unas de otras. Ya no es slo partic ipar en sinopertenecer a, depender de, o mejor an: ser in terdependien-

    te; y esto es lo que crea la Asociacin. El signo con el que cadauno se compromete tiende a hacer ms visible el signo de lacomunidad, del mismo modo que el objetivo inmediato de laAsociacin es constituir la comunidad-signo.

    En consecuencia, a todo compromiso de asociacin debe seguir- y frecuentemente preceder - la integracin activa con los otrosasociados en las estructuras comunitarias correspondientes, tanto

    a nivel local como supralocal.La comunidad es inseparable de su finali dady est justificada porsta. Comprometerse con la comunidad es reforzar el signo de sumodo de servicio a la finalidad: la evangelizacin de la juventudabandonada, a travs de la educacin. Es la Comunidad de lasEscuelas Cristianas, o tambin la Comunidad para la educacinde los pobres.

    Por eso, comprometerse es asumir como propios los destinatarios

    y los objetivos de la Comunidad lasaliana:

    los destinatarios preferentes: los nios y jvenes abandona-dos, es decir, los pobres; y entre ellos los ms pobres;

    los objetivos fundamentales: educacin evangelizadora e integral;y, por tanto, es solidarizarse en el proceso de evaluacin y dis-cernimiento de las obras educativas para que respondan cada vezmejor al proyecto lasaliano.

    2. El compromiso sita a la persona en unadinmica de superacin

    El compromiso de asociacin puede adoptar diversas formas.Todas ellas presentan como comn denominador la voluntad deencarnar el carisma lasaliano hoy, en la comunin con otros lasa-

    li anos/as, para benefici o de la educacin cri stiana de la juventud,preferentemente los nios y jvenes pobres, y ello, adems, conuna relativa estabil idad.

    En cualquiera de sus formas, el compromiso de asociacin es un

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    salto, sea pequeo o grande, porque hay un cambio de nivel; esel paso de lo concreto y particu lar a lo universal. No es una eva-sin de la realidad pues el salto tiene su retorno, para descubrirluego la dimensin universal en lo concreto y particular.

    El compromiso implica, en un primer momento, la superacinde lo inmediato, el no dejarse dominar por las circunstancias con-cretas que rodean un proyecto, el negarse a depender del supues-to xito o fracaso del proyecto, lo mismo que a limitar el entu-siasmo y la entrega a los destinatarios concretos de este proyec-to... y todo porque la persona, iluminada por la fe, ha transcendi-do la situacin particular y se ha sentido partcipe del Plan de

    Dios, de la Obra de Dios, del Reino de Dios. Se ha descubierto as misma como instrumento al servicio de esta Obra, y con esaperspectiva global retoma el proyecto particular porque con lcumple, aqu y ahora, la misin recibida de Dios.

    El compromiso de asociacin implica tambin la superacin delos lazos caractersticos de la comunidad inmediata- las simpat-as personales, las habilidades e intereses de las personas concre-tas, los planes internos... - no para renunciar a ellos, sino para

    relativizarlos en funcin de un horizonte ms amplio, el de lacomunin para la misin lasaliana; en esta comunin entran otraspersonas a las que no hemos elegido, pero con las que nos senti-mos convocadospara la misin lasaliana. El compromiso de aso-ciacin resalta el autntico fundamento y motivacin de la comu-nidad, que es la misin. Gracias a ese compromiso esta comuni-dad se hace ministerial: la responsabilidad que se asume comu-nitariamente ante Dios y ante la Iglesia respecto de la misin - yde los proyectos en que se concreta la misin - adquiere priori-dad frente a las apetencias o intereses personales del momento.

    Finalmente, el compromiso de asociacin implica la superacinde la estrategia con la que analizamos y buscamos respuestasa lasituacin de necesidad de los nios y jvenes; no porque se pres-cinda de ella sino porque el carisma lasaliano, o ms bien, elEspritu, desborda esa estrategia. El que se compromete con la

    Asociacin lasaliana ha tenido que descubrir en su corazn la luzcon la que Dios ilumina a los que l ha escogido para anunciarsu palabra a los nios (MR 193,1); y por ello ya no se contentacon una tcnica de anlisis, sino que necesita una espirituali daddesde la cual encontrar y vivir a fondo el sentido de todo lo que

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    hace. El compromiso impli ca la opcin por vivi r la espiri tualidadlasaliana, desde la cual podr encarnar el carisma lasaliano en laIglesia y el mundo de hoy.

    3. El compromiso es una ofrenda, ms que uncontrato

    El compromiso de asociacin lasaliana es ms una ofrendaqueun contrato (aunque tambin tenga caractersticas de contrato),por la misma razn que la Asociacin lasaliana es ms una comu-ninde personas, reunidas por el Espritu para servir a la misineducativa lasaliana, que una organizacin (aunque tambin nece-

    sita esto ltimo).

    El gesto, pues, del compromiso, se expresa normalmente comoun sentimiento de ofrenda: en forma de voto, promesa, signo dedisponibilidad, etc., y seala los tres destinatarios de la ofrenda:Dios - origen y destino final de nuestra ofrenda -, los otros inte-grantes de la Asociacin - como mediadores de la ofrenda - y losque han motivado esta Asociacin, los nios y jvenes necesita-

    dos de educacin. Los mediadoresde la ofrenda son los otros asociados: en unsentido amplio, todos aquellos que comparten la misin lasalia-na; pero de manera propia y explcita el compromiso de asocia-cin se refiere a las personas de la institucin lasaliana con lascuales, de manera interdependiente, se compromete a mantenerla finalidad de la Asociacin.

    El gesto del compromiso recoge, en lo sustancial, el objetivopara el cual se asocia. El carisma lasaliano surge histricamentecon una finalidad clara: la educacin humana y cristiana de lospobres y, desde ellos, de todos los jvenes; pero, siempre en refe-rencia a la unidad integral del proyecto, es posible resaltar caris-mticamente uno u otro aspecto nuclear del conjuntosin perderla perspectiva global: por ejemplo, la educacin para la justicia,la potenciacin de la comunidad en todos los mbitos educativos,

    el cultivo de la interioridad y la fe... Sobre todo, las nuevas situa-ciones y necesidades de la juventud pueden tambin despertarnuevas formas comunitarias de vivir y aplicar el carisma lasalia-no. El Espritu es el que tiene la palabra.

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    El objeto de la ofrenda - la materia del compromiso - es la pro-pia persona: lo que se pone en juego es la vida; la persona secompromete con un modo de vida, en solidaridad con otras per-sonas, desde unas disposicionesque orientan la vida en una

    determinada direccin. Conviene notar la diferencia: el bienhe-chor da de su dinero o de su tiempo...; el asociado lasaliano da supersona, integrndola en la interdependencia con otras personas.

    El compromiso es vida: est ms all del signo en el que se expre-sa y con el que no ha de confundirse. La Asociacin necesita lossignos para hacerse visible y poder institucionalizarse, sin lo cualno tendra continuidad. Pero dentro de la Asociacin no todos

    necesitan expresar su compromiso con un signo. Lo que s esnecesario es que todos los asociados vivan el compromiso a lavista. Esto se traduce en una doble dimensin:

    1. La comunin para la misinse vive con un sentimientomanifiesto de pertenencia y de interdependencia en dos nivelesfuertemente relacionados:

    En el nivel inmediato, con un grupo de personas con las que se

    vive en el aqu y ahora la comunin y se comparte y profundi-za el carisma lasaliano. Con ellas se intenta construir o reforzar elsigno de la comunidad local ante los destinatarios de la misin, ypara ello se trabaja en desarrollar los lazos de comunin con losotros grupos de asociados si los hubiere (p. ej., Seglares yHermanos) y con todos los dems que comparten la misin.

    En el nivel universal (o que tiende hacia lo universal), con la ins-titucin lasaliana en la que est enclavado el grupo anterior, obien la que sirve de referencia en la fase tutorial de maduracinen el carisma lasaliano; a travs de esa institucin se prolonga lasolidaridad hacia el resto de la Asociacin lasaliana.

    2. La disponibi li dad de vida para la misinse hace operativaal asumir un plan -ms o menos estructurado y pormenorizado-cuyas lneas fundamentales se definen en los dos niveles de lainterdependencia: en el marco de la institucin lasaliana y el del

    grupo o comunidad local. El plan guarda relacin directa con eltipo de identidad de los asociados (seglar, religiosa...) y con laorientacin carismtica lasaliana que se quiere dar a esta identi-dad. As, tender a especificar:

    su entronque y participacin en la herencia lasaliana;

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    la relacin de su identidad cristiana especfica con la misinlasaliana;

    la contribucin a crear la comunidad;

    la vivencia de la espiritualidad lasaliana;

    la disponibilidad para la misin;

    la interdependencia con la institucin lasaliana;

    la formacin permanente.

    Cuestionario para la reflexin en grupo:

    1. Cules son las ideas o afirmaciones que necesitaran unamayor clarificacin? Cules nos parece que se deben sub-rayar? Algunas que son ms discutibles?

    2. Recoger en un esquema, a modo de sntesis, los conteni-

    dos ms esenciales de este tema: el compromiso en laAsociacin lasaliana.

    3. Sera interesante que cada uno haga una lectura o revisinde su propio compromiso con la Asociacin lasaliana a par-tir de lo que se ha presentado en este captulo. Luego podrancompartirse libremente en grupo las conclusiones a que cadauno ha llegado.

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    1. Los nuevos dinamismos eclesiales orientanla nueva asociacin

    La nueva Asociacin lasaliana est surgiendo en el contexto deun nuevo modelo de Iglesia impulsado por el Concilio VaticanoII. Nuestra Iglesia se define hoy a s misma como Iglesia-Comunin, y su razn de ser es la misin: la evangelizacin.

    Para la Iglesia de hoy, la misin atae a todos los cristianos (JuanPablo II, Redemptori s missio2) y ha de realizarse en la comuninde unos con otros, pero tambin en la cooperacincon todos loshombres de buena voluntad (cf Gaudium et spes43).

    Se constituye internamente a partir de este binomio: comuni-dadmin isterios y carismas, donde la unidad - sealada porla comunidad - es anterior y da fundamento a la distincin; sesubraya la condicin cristiana comn y al mismo tiempo la ini-ciativa libre y variada del Espritu, que suscita en la Iglesia lariqueza de ministerios y carismas para la utilidad comn; es unesquema que valora, por tanto, las diferencias, pero de formacomplementaria y subordinadas a la unidad.

    En este nuevo ecosistema eclesial los religiosos - losHermanos - ya no estn separados de los dems cristianos - ymenos sobre ellos- sinojunto a y en funcin delos dems cris-tianos; y adems, en colaboracin con otros educadores. No tie-nen tareas exclusivas; lo propio suyo es ser signoque invite aavanzar en la referencia a Dios y su Reino, en la comunin y enlas notas ms comprometidas de la misin.

    La insercin de cada cristiano en la misin eclesial se realizadesde el carisma(o los carismas) propio/s, es decir, desde las gra-cias recibidas del Espritu en favor de la comunidad. Y adems, enel caso de ministerios o servicios importantes para la comunidad,tambin desde el reconocimiento o encargo de la comunidad

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    5. Quinta aproximacin. Asociarsepara la misin lasaliana en la

    Iglesia-comunin

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    eclesial a travs de sus responsables.

    El carisma, siendo un don recibido para el servicio de la comu-nidad, no es ni derecho personal ni simple misin eclesial: es donde Dios, que necesita certificacin eclesial. Esta certificacin seda en el mismo mbito para el que est destinado el carisma: yasea la pequea comunidad, la Iglesia local o la Iglesia universal.

    La participacin en una misin eclesial, sea cual sea, no con-siste slo en dar respuesta a una necesidad, sino en hacerlo desdeun carisma concreto, que al ser reconocido da lugar a un minis-terio, una identidad eclesial. (Vase en la Regla FSC la aprobacineclesial: Los Hermanos son llamados a... [misin]... segn el

    ministerio que la Iglesia les confa).

    El carisma lasaliano genera una particular afin idad espiritual(cf.Juan Pablo II, Christifi deles laici24) entre muchas personas, alservicio de la educacin cristiana. Eso quiere decir que la comu-nidad ministerial lasaliana nunca podr reducirse a una organi-zacin para el trabajo. Lo que le da una identidad propia, vida yposibilidad de desarrollarse, es este carisma comn, que no impi-

    de sino que estimula la presencia de otros carismas personales ocompartidos, para beneficio de la misin comn.

    Todo carisma fundacional, por su significacin para la comuni-dad eclesial y porque sta es la depositaria de tal carisma, recibede ella su certificacin: primero de la Iglesia local; despus, de laIglesia universal. A partir de entonces el carisma fundacionalqueda institucionalizado(es decir, reconocido oficialmente); y lainstitucin correspondiente (en este caso el Instituto FSC), es lugarde certificacin de ese carisma para cuantos creen recibirlo deDios.

    Un carisma fundacional - como lo es el carisma lasaliano-puede ser descubierto y vivido desde otras formas de existenciacristiana, distintas de aquella en la que naci en un primermomento. Las nuevas formas de vivir el carisma lasaliano necesi-tan un reconocimiento inicial por parte del Instituto FSC, que

    detenta oficialmente el carisma ante la Iglesia. Pero cuando unnuevo grupo lasaliano adquiere madurez y recibe su certificacinde la Iglesia diocesana y universal, entonces ya no es competen-cia del Instituto FSC el garantizar o supervisar la vivencia y expre-sin del carisma lasaliano en esa nueva forma, sino del propio

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    grupo que la ha asumido (es el caso del Instituto de HermanasGuadalupanas de La Salle, o el del Instituto de Catequistas deJess Crucificado).

    Cmo asegurar entonces algo tan necesario como es el man-tenimiento del dinamismo original del carisma fundacional, y queste sea comn a todas las instituciones lasalianas? Slo por lacomuninentre dichas instituciones; a partir de esa comunin secrearn las estructuras que permitan concretarla y profundizarla,en el doble nivel: el de la Asociacin universal, que correspondea los responsables